viernes, 11 de marzo de 2011

El Foro Social Mundial, Egipto y la transformación

Sobre algunos párrafos de este análisis de Immanuel Wallerstein me parece oportuno señalar  las relaciones conflictivas, que habrá que superar dialécticamente, entre diversos planteamientos que buscan cambiar este feo mundo por otro mundo posible.

Planteamientos estratégicamente coincidentes (en "lo importante"), pero tácticamente opuestos muchas veces (por "lo urgente").

Sigue el autor del artículo (subrayados míos como de costumbre):


El Foro Social Mundial (FSM) está vivo y bien. Se acaba de reunir en Dakar, Senegal, del 6 al 11 de febrero. Por coincidencia imprevisible, ésa fue la semana en que el pueblo de Egipto logró derrocar a Hosni Mubarak, lo que finalmente ocurrió mientras el FSM celebraba su sesión de clausura.  

(...)

El problema es que se mantiene una diferencia sin resolver entre quienes quieren otro mundo. Hay quienes creen que lo que el mundo necesita es más desarrollo, más modernización, y por lo tanto una más equitativa distribución de los recursos. Y hay otros que consideran que el desarrollo y la modernización son la maldición civilizatoria del capitalismo y que tenemos que repensar las premisas culturales básicas para un mundo futuro, algo a lo que llaman cambio civilizatorio.

Quienes llaman a un cambio civilizatorio lo hacen bajo variados paraguas. Están los movimientos indígenas del continente americano (y de otras partes) que dicen que quieren un mundo basado en lo que los latinoamericanos llaman el buen vivir –esencialmente un mundo basado en buenos valores, uno que requiere bajarle la velocidad al crecimiento económico ilimitado que, dicen, un planeta tan pequeño no puede sustentar.

Si los movimientos indígenas centran sus demandas en torno a la autonomía con el fin de controlar los derechos agrarios de sus comunidades, están los movimientos urbanos de otras partes del mundo que enfatizan modos en los cuales el crecimiento ilimitado está conduciendo al desastre climático y a nuevas pandemias. Y están los movimientos feministas que subrayan el vínculo entre las demandas de crecimiento ilimitado y el mantenimiento del patriarcado.

Este debate en torno a una crisis civilizatoria tiene grandes implicaciones para el tipo de acción política que uno respalda y el tipo de papel que los partidos de izquierda en busca del poder del Estado jugarían en la transformación del mundo que está en discusión. Esto no se resolverá con facilidad. Pero es un debate crucial de la década siguiente. Si la izquierda no puede resolver sus diferencias sobre este asunto crucial, entonces el colapso de la economía-mundo capitalista podría conducir al triunfo de la derecha mundial y a la construcción de un sistema-mundo peor del que existe ahora.

Hasta el momento, todos los ojos están puestos en el mundo árabe y en el grado en que los heroicos esfuerzos del pueblo egipcio podrán transformar la política por todo el mundo árabe. Pero las brasas para tales levantamientos existen en todas partes, aun en las regiones más ricas del mundo. Para el momento, tenemos justificado ser semioptimistas.

En la encrucijada

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