lunes, 23 de mayo de 2011

Sólo el 31% de la población española apoya al PP-PSOE

Es posible que algunos-pocos-muchos se sientan desmoralizados por los resultados electorales, en los que el balancín institucional ha funcionado de un modo perfectamente previsible (y previsto).

¿Significa eso que la indignación coordinada de tantos no ha servido para nada? ¿que hay que volver a casa con las manos vacías?

En modo alguno.

La realidad es que ese balancín no cuenta con la mayoría de la población.

Que los más de 2/3 de la población que no han optado por el dueto "PPOE" (llamémoslo desde ahora "pepoe") expresan, por lo menos, insumisión activa o pasiva y profundo malestar por esta lelocracia.

Por lo tanto, ese conjunto apabullantemente amplio, que constituiría una mayoría mucho más que cualificada,  debe ser una fuente inagotable de democracia real, si los que aún no lo han hecho pasan de la fase de malestar a la de búsqueda de información, de ésta a la indignación, y sucesivamente a la de reacción (en el mejor sentido de la palabra) y la actuación, que (menuda obviedad, pero hay que atarlo todo) tiene que ser actuación política.



Tras la jornada electoral todo continúa igual

José Daniel Fierro en Rebelión

Una de las frases más escuchadas durante estos días, en las distintas concentraciones y acampadas que están teniendo lugar en la mayoría de las ciudades del estado, pide que “no les votes (que no nos representan, ¡que no!)” en referencia al PPSOE. 

La crítica al asfixiante bipartidismo, y también a la actual ley electoral que lo favorece, es uno de los pilares sobre el que se articuló el Movimiento 15M y que ha dado paso a una corriente de regeneración democrática desde la plaza pública, asamblearia y donde cada persona puede expresarse, ser escuchada y decidir en pie de igualdad. Los albores de esta iniciativa han coincidido con la celebración de unas elecciones municipales y autonómicas, en las que la denuncia de una estructura antidemocrática (que convierte la farsa electoral en legitimación del sistema) ha sido la bandera del movimiento pero sin llegar a promover estrategia alguna sobre la decisión personal (más allá de preconizar el voto responsable). Si desde el poder se permitieron las concentraciones y acampadas durante la jornada de reflexión fue, entre otras razones, porque nunca se pidió el voto para ninguna formación, ni tampoco por cualquier otra posibilidad de cara a las elecciones (abstención, voto en blanco, nulo...).

Los medios que durante el tramo final de la campaña habían centrado su atención en el movimiento de los indignados, han movido su objetivo tras conocerse los resultados electorales para dirigirlo hacia derrotados (PSOE) y vencedores (PP), y recoger grandilocuentes declaraciones de lo que harán, de la nueva etapa que se abre, etc. Viejas promesas nunca cumplidas, cambian los payasos pero el circo sigue. 

Pero lo cierto es que un día después todo sigue igual. Salvo en el País Vasco donde un pequeño partido como Bildu consigue una victoria sin parangón (primera fuerza en número de cargos electos), en el resto de comunidades lo que sucede en la práctica es que el PPSOE continúa copando (con ese espejismo de gobierno-oposición) la práctica totalidad de las poltronas tanto en ayuntamientos como en parlamentos autonómicos. Al mismo tiempo las asambleas ciudadanas han seguido trabajando para fortalecer y ampliar el movimiento popular. Nada esperaban de las elecciones, por lo que ninguna sorpresa ha motivado sus resultados. Continúan acampados y no se van hasta no tener organizada su continuidad, su lucha nada tiene que ver con las elecciones sino con la democracia. Elecciones y democracia no son términos excluyentes, pero en el momento actual tampoco son sinónimos.

Nada ha cambiado. Por mucho que ahora nos apabullen con la contundente victoria de unos contra los mismos, por mucho que nos hablen de un nuevo ciclo, todo seguirá igual para los indignados. Siguen hablando de democracia para definir un sistema que sólo quiere ciudadanos mudos, apáticos, sumisos, y que una vez cada cuatro años se acerquen, mansamente, a depositar un trozo de papel en una urna.

Pero ¿será cierto que la mayoría legitima este sistema? ¿que ha votado por el PPSOE? Quizá las cifras oficiales puedan ayudarnos a ver si realmente algo ha cambiado. El PPSOE consiguió en 2007 algo más de de 15 millones y medio de votos (15.676.940 para ser exactos), en esta ocasión han conseguido unos 900 mil votos menos (14.750.118), lo que significa el 65,32% de los votos. Al mismo tiempo han aumentando los sufragios a otros partidos, el voto en blanco y el voto nulo (en algo más de 1,6 millones de papeletas).

Veamos ahora los datos desde otro punto de vista. Una de cada tres personas con derecho a voto no lo ha hecho (11,7 millones); lo votos nulos y los votos en blanco han experimentado un aumento y un nivel nunca alcanzado desde 1979 (973.518 votos), en la práctica este número de votos equivaldría a ser la cuarta fuerza política a nivel estatal. 

Pero más clarificador es aún comparar el número de votantes con los totales de la población. De este modo podemos decir que de cada 100 ciudadanos más de la mitad (54) no se han decantado por ningún partido político: unos (27) porque no han podido votar; otros (25) porque no han querido y 2 haciéndolo en blanco o nulo. Sólo 18 han votado por el PP, 13 por el PSOE, 3 por IU, 2 por CIU y ERC, etc. Como vemos esta "abrumadora mayoría" del PP con la que nos tratan de confundir no llega ni al 20% de la población (24% tomando únicamente a quienes tienen derecho a voto).

La mayoría, hasta ahora silenciosa, ha salido a las calles para hablar, para poner en marcha una nueva democracia. Los ciudadanos están tomando las plazas contra la dictadura de la economía y no se van a callar, y no se van a ir.

“Ni un ejército, ni siquiera todos los ejércitos del mundo podrían oponerse a ellos. Si se unen nadie podrá contra ellos”.
Yasar Kemal. La furia del Monte Ararat


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