jueves, 30 de agosto de 2012

Las nuevas "leyes de los pobres"

Como final de un artículo sobre la vieja y la nueva pobreza, tan funcionales a los sistemas de dominación, Bernardo Pérez Andreo, en Rara temporum, escribió (y yo subrayo):

Para aumentar la productividad es necesario destruir las condiciones sociales de las personas empleables, les llaman. Por eso, estas medidas no van contra los parados actuales, sino contra los empleados actuales y parados futuros. Se les manda un mensaje claro: olvidaos de poder vivir sin trabajar, cualquier trabajo será mejor que el paro. Lo primero es mantener al mínimo las condiciciones de los que nada tienen, para incentivar la búsqueda de empleo de los parados; después se precariza el desempleo, convirtiendo un derecho en una dádiva estatal; por último se modifican las condiciones de los empleados, aumentando la tasa de ganancia absoluta del capital mediante la deflación interna de las condiciones sociales, justo lo que nos piden los países centrales del euro.

Los pobres, ayer y hoy, son el problema radical de cualquier sistema social injusto. En un mundo justo no hay pobres, pues todo se considera común en caso de necesidad y nadie toma más de aquello que necesita. Los pobres son el indicio de la injusticia. En la Edad Media eran el subproducto necesario de la abundancia relativa de la élite, pero en el capitalismo son el elemento sustancial, su esencia misma. Sin pobres, sin indigentes, serían imposible mantener un sistema de productividad exponencial y lucro incesante. Los pobres son los verdaderos sustentadores del sistema, en el momento en el que se nieguen a su indigna situación, en el momento en el que cobren conciencia de su situación, el sistema cae por su misma base. Esto mismo es lo que quieren evitar los poderes fácticos del capitalismo: su conciencia. Manteniendo a raya sus cuerpos y disciplinando sus mentes, panem et circenses, la gran masa de pobres que produce el sistema, es mantenido en un nivel presocial que le impide ser el sujeto histórico de su propia liberación. Lo único que un pobre puede hacer que sea digno, de verdad digno, no es pedir ayuda, es tomar lo que necesita.

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