lunes, 11 de febrero de 2013

Del desarrollo al posdesarrollo: otra cooperación es posible y deseable

En su blog de un activista e investigador ecologista, Florent Marcelesi lanza la idea y la definición del posdesarrollo, apoyado en datos de organismos internacionales.

Véanse también: la entrada de Wikipedia sobre la paradoja de Jevons y los escritos sobre biomímesis y autolimitación de Jorge Riechmann.


...el desarrollo se sustenta hoy en un pilar demasiado poco cuestionado: el crecimiento (de las cantidades producidas). Sin embargo, hoy sabemos que si bien hasta un umbral de 15.000 dólares por habitante al año, el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) y las mejoras sociales pueden ir a grandes rasgos de la mano, por encima de este umbral no existe ninguna correlación negativa o positiva entre el aumento del PIB y el aumento del bienestar. Es cierto que la cooperación internacional ha dado pasos hacia una concepción más amplia de la riqueza gracias al Índice de Desarrollo Humano (IDH). Sin embargo, el IDH no tiene en cuenta la problemática ecológica, lo que de facto sigue beneficiando al insostenible modelo occidental de desarrollo. De hecho, si introducimos la felicidad y, sobre todo, la huella ecológica dentro de un cálculo de la riqueza de un país —como lo hace el Happy Planet Index—, en los primeros puestos se colocan los países de Centroamérica y del Caribe, y caen a la mitad inferior de la tabla los países del Norte (y la mayoría de los emergentes). Por otro lado, si analizamos los países cruzando su huella ecológica y su IDH (véase gráfico), vemos que en la actualidad ningún país se encuentra en el “cajón de sostenibilidad”, es decir haber alcanzado o mantenido un alto desarrollo humano (IDH>0,8 según la ONU) y una huella ecológica por debajo de un Planeta (<1,8 hectáreas por habitante según WWF). Esta convergencia, si fuera posible en estos términos, no se hará realidad si no asumimos que la tecnología por sí sola no permitirá superar la crisis social y ecológica. Esto es, el modelo desarrollista, que impregna por ejemplo las conclusiones de Río+20, no tiene en cuenta en ningún momento el “efecto rebote”: por mucho que disminuya el impacto ambiental por unidad producida, estas mejoras se encuentran sistemáticamente anuladas por la multiplicación del número de unidades vendidas y consumidas. En vez de agrocombustibles contra la crisis energética, de transgénicos contra la crisis alimentaria y de sumideros de CO2 contra la crisis climática, lo que necesitamos es autolimitar la acumulación de riquezas en el Norte (y las élites del Sur) y no seguir con la vía del mal-desarrollo industrial en el Sur.


Ante tal panorama, es hora de cerrar el ciclo del “desarrollo”, este “sueño del blanco” según su traducción en idioma Eton en Camerún, hoy incapaz de responder a los retos de justicia ambiental y de supervivencia civilizada de la humanidad. En este contexto, defino el posdesarrollo como “la evolución progresiva de una comunidad o sociedad hacia niveles de vida acordes con los límites ecológicos del planeta y que cubran las necesidades básicas de sus componentes así como sus legítimas aspiraciones a la libertad, a la autonomía y a la felicidad”. La cooperación al posdesarrollo es consecuentemente la capacidad de obrar junto con otro u otros, de forma democrática y solidaria, y con métodos coherentes con los fines, para alcanzar el fin marcado por el posdesarrollo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario