martes, 5 de febrero de 2013

Descenso al vicioso medio de los bancos

Esta historia, imaginaria, pero repetida en innumerables casos reales, remata un artículo de Eric Toussaint, el cuarto de una serie titulada “Bancos contra Pueblos: Los entresijos de una partida amañada”.


¡Pobre Fernández!


Epílogo: Una historia puramente imaginada

No es nada fácil ponerse en la piel de los dirigentes de un gran banco, ya sea como gran accionista o como un alto directivo designado, para comprender la visión del business. La gran mayoría de las personas que tienen una cuenta en un banco |59| dificultosamente pueden imaginar cómo actúan los que dirigen ese banco, su manera de pensar y las ventajas que obtienen de todo ello. Comprender en concreto lo que es el rendimiento sobre fondos propios (ROE) es particularmente difícil, ya que numerosos son aquellos que no pueden ni siquiera imaginar lo que esconde la respuesta a esa pregunta.

Tratemos de hacer las cosas más accesibles mediante la comparación entre una familia como tantas otras y los patrones de los grandes bancos, que no son tantos.

Imaginemos el Sr. y la Sra. Fernández en España en 2007, próximos a la cincuentena, que acumularon en 30 años de actividades un ahorro de 100.00 euros (que ellos consideran su capital). Deciden comprarse un inmueble de 500.000 euros que está formado por tres apartamentos. Aportan sus 100.000 euros de fondos propios, o sea el 20 % del precio de la compra. Los Fernández ocuparán uno de los apartamentos y alquilarán los otros dos. Para ello, piden una hipoteca de 400.000 euros a reembolsar en 20 años, con un tipo de interés del 5,12 % anual (supongamos un interés fijo) lo que representa 18.780 euros por año de intereses (la media sobre los primeros cuatro años del préstamo) a los que se ha de añadir 12.898 euros de amortización anual del capital (la media de los cuatro primeros años del préstamo) o sea, 31.678 euros a pagar cada año. Lo que les origina una cuota mensual de 2.639 euros. Y hacen el cálculo siguiente: «Si alquilamos cada apartamento por 1.000 euros mensuales, eso nos aportará 12.000 euros por apartamento, o sea 24.000 por año, sacando los gastos de mantenimiento y otras cargas diversas nos pueden quedar 20.000 euros por año. Por lo tanto tendremos un déficit de 11.678 euros anuales, pero eso corresponde sólo a un 11,7 % del alquiler que hemos estado pagando hasta ahora. Por lo tanto tendremos que reservar una mayor parte de nuestros ingresos para el reembolso del préstamo, pero al final, cuando tengamos 70 años, seremos propietarios de esta casa que nos procura una renta y un día se la podremos legar a nuestros tres hijos.»

Por otro lado, imaginemos que, el mismo año, el banco Cresus decide también comprar el mismo tipo de inmueble que los Fernández. De hecho compra centenares para aumentar su patrimonio inmobiliario en un contexto en el que el precio de las casas aumenta aceleradamente. Un bien inmobiliario de un valor de 500.000 euros puede alcanzar los 600.000 euros dos años más tarde. Por lo tanto, es una buena operación. ¿Cómo financiará el banco su compra? Para ello construye el siguiente esquema: aportará un 4 % de fondo propios, o sea 20.000 euros. Para los 480.000 restantes utilizará 180.00 euros de los depósitos efectuados por los clientes del banco —depósitos de salarios y otros ingresos que el banco no remunera, aunque recibe ese dinero en préstamo y lo utiliza como quiere—. Finalmente financia el saldo de 300.000 euros pidiendo un préstamo en el mercado interbancario a un tipo de interés del 3,26 % (la media de los tipos interbancarios europeos «Euribor» de los años 2007 a 2010). Además del gasto de sus fondos propios de 20.000 euros (que el banco Cresus efectúa sólo una vez, evidentemente) el coste anual de su compra se eleva a 9.780 euros en intereses pagados a otros bancos. Si como los Fernández alquila cada uno de los tres apartamentos a 1.000 euros por mes, deducidos los gastos de mantenimiento, eso le reportará cerca de 30.000 euros por año, de los que habrá que retirar 9.780 euros por los gastos del préstamo. El ingreso neto se elevará a 20.220 euros o sea el 101 % de rendimiento de los fondos propios que aportó al comienzo. Si calculamos el rendimiento con respecto a la inversión total, o sea, 20.220 sobre 500.000 y esto por 100, vemos que es del 4,4 %.

La diferencia de la situación entre la familia Fernández y el banco Cresus salta a la vista. Ya que lo que hace el banco para financiar un bien está muy lejos del alcance de la gente común. En el cerrado mundo de los grandes bancos (recordemos que de los 8.000 bancos de la UE, los 20 mayores disponen de la mitad de los 46 billones de activos), lo que se pide prestado de alguna manera no se reembolsa ya que sólo se pagan los intereses. En efecto, cada vencimiento en el que el capital debe ser reembolsado, los bancos recurren a un nuevo préstamo para reembolsar al precedente. Y esto es inimaginable para la mayoría de la población que pide un préstamo. Hay que añadir que, como lo hemos visto, los bancos no remuneran los depósitos en cuentas corrientes mientras que utilizan el dinero allí depositado. Esta situación se prolongará mientras los grandes bancos tengan un acceso continuo y barato (de preferencia inferior a la tasa de inflación) al crédito. Evidentemente, si los depositantes retiran su dinero o/y si los diversos prestamistas pierden la confianza y cierran el grifo del crédito, el banco se encontrará en cesación de pagos puesto que su jueguito habrá terminado. En ese caso, hay muchas posibilidades de que los poderes públicos intervengan para salvar al banco si consideran que éste es demasiado grande para quebrar (too big to fail).

Hemos imaginado que esta situación se desarrolla en 2007. Viajemos en el tiempo y saltemos cinco años: estamos en 2012. La burbuja inmobiliaria había estallado en España (también en Irlanda y Estados Unidos) y tiene efectos devastadores. Centenares de miles de trabajadores de la construcción se han quedado sin empleo, la actividad económica decae y todos los otros sectores de la economía se ven afectados. El número de desempleados aumenta exponencialmente. |60| El matrimonio Fernández se queda sin trabajo y en la incapacidad de continuar pagando el préstamo hipotecario de 400.000 euros. El banco Filemón (el que había otorgado la hipoteca) se queda con el inmueble. |61| Los Fernández se quedan sin casa y piden a sus hijos que los alojen. El banco vende el inmueble en 300.000 euros, ya que el precio de los inmuebles se ha desplomado. Esta gente había reembolsado en 4 años 75.120 euros de intereses y 51.591 euros del capital pedido. |62| Quedan por lo tanto 348,409 euros de capital a reembolsar. En virtud de las leyes españolas, el banco Filemón exige al matrimonio Fernández, sin empleo y sin casa, 48.409 euros (o sea el capital restante que se debe reembolsar después de liquidar 300.000 euros como producto de la venta).

Ahora, observemos qué le pasa al banco Cresus, que había comprado un bien similar al del matrimonio Fernández. Sin embargo, este banco puede continuar en 2012 con sus operaciones de compra, eso sí con una modificación en su modo de financiación: los otros bancos no quieren prestarle más dinero —los bancos desconfían unos de otros debido a las acreencias dudosas que muchos de ellos poseen—, pero, felizmente, los poderes públicos están allí para ayudarlo, a éste y a otros bancos. El BCE les presta dinero a tipos de interés netamente inferiores a la inflación. Una verdadera felicidad para los banqueros.

¿Y qué hace el banco Cresus? Pues compra el inmueble de los Fernández por la suma de 300.000 euros. Para ello, invierte 18.000 euros de fondos propios (o sea el 6 % del precio del inmueble), utiliza 132.000 euros de los depósitos no remunerados de los clientes, pide 100.000 euros al BCE por 3 años con un tipo de interés del 1 % y 50.000 euros también al BCE pero a corto plazo, con un interés del 0,75 %. El coste anual en intereses para el banco es de 1.375 euros. Luego alquila los tres apartamentos al mismo alquiler que antes y tendrá una entrada de 30.000 euros, que menos los 1.375 de los intereses a pagar, le quedan 28.625 euros. El rendimiento de sus fondos propios (ROE) es del 159 %, el beneficio sobre el total de la inversión del 9,5 %.

Aunque todo esto es imaginario, no está muy lejos de la realidad ¿no es cierto?

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