jueves, 14 de febrero de 2013

La caida de la tasa de ganancia reconduce al capital a un callejón sin salida

¿Crisis de la deuda o del capitalismo?

Luke Stobart, profesor adjunto de economía de la Universidad de Hertfordshire y bloguero del periódico inglés The Guardian, nos explica, más allá de todo lo que se ha dicho, de dónde viene realmente la crisis y por qué son inevitables en el capitalismo.

En el gráfico que adjunta se aprecia la evolución histórica, a lo largo de más de sesenta años, de la composición orgánica del capital, ascendente, "antiparalela" a la descendente trayectoria de la tasa de ganancia. Es lo que ha llevado al capital, cada vez más, a sustituir las menguantes ganancias en la actividad productiva (yo diría mejor "productivo-destructiva") por las aún más insostenibles especulaciones financieras.

El "capital financiero" no es el "capital malo" frente al "bueno": es el mismo de siempre, buscando el beneficio donde puede lograrlo, como hizo desde sus orígenes.

(...)

La competencia intercapitalista obliga a revolucionar los medios y métodos de producción (Marx reconoció el carácter dinámico de la producción capitalista), introduciendo nuevas maquinas y herramientas para producir lo mismo o más con menos trabajadores (crecimiento de “la composición orgánica del capital” según el término marxista). El primer empresario que invierte en sistemas nuevos, obtendrá la ventaja de ser el más eficiente, y poco a poco los demás capitalistas seguirán su pauta para no quedarse atrás. 

Pero lo que es lógico para un solo capitalista, no siempre lo es para el sistema en su conjunto. A nivel global, ahora la clase capitalista emplea a menos personas en comparación con el capital invertido. El resultado es una crisis de rentabilidad, dado que es el empleo de personas (y no máquinas) lo que crea los beneficios. Esto lo admiten indirectamente los gobiernos cuando insisten en reducir los salarios para “recuperar la rentabilidad”. Varios estudios sobre la economía en el Estado español de las últimas décadas han identificado grandes caídas en la tasa de beneficios (o beneficios por inversión), lo cual desincentiva las inversiones ya que su único propósito es aumentar su valor.

Tasa de ganancias promedio (ARP)
y la composición orgánica del capital (C/V)
para los sectores productivos, 1948-2009


La crisis no es sólo de un sector o ni siquiera una crisis financiera; es claramente sistémica (también del sistema productivo). Además es mundial, gracias a procesos similares en países como EEUU, donde un colapso en un solo subsector inmobiliario contagió al sistema bancario mundial a causa de unir deuda de alto riesgo con deuda más segura en “nuevos productos financieros” opacos. Éstos se revendieron en cadena con el aval de las mercenarias de evaluación crediticia.

La crisis de la deuda de los estados (o “soberana”) es solo la continuación de esta misma crisis. No se redujo la crisis con los históricos rescates, sino que la convirtió en estatal. Cuando estalla otro banco, el último la corrupta Bankia, y el estado vuelve al rescate, el contraste con su pasividad ante los problemas mucho mayores de las personas se hace evidente y nos recuerda el origen de los males y quiénes deberían pagar por ellos.


Termina dando dos consejos y recomendando cinco medidas:

¿Hemos de pagar la deuda? ¿Y salir del euro?


La respuesta a la primera pregunta es no. No puede quedar más claro que debemos exigir el no pago inmediato de la deuda, arma que se utiliza para someter a los pueblos. El impago, sin duda, chocará frontalmente con los intereses de los poderosos bancos centroeuropeos, los principales titulares de la deuda.

La respuesta a la segunda pregunta es sí. Debemos prepararnos para una salida del euro. Si Grecia redujera unilateral y drásticamente el pago de intereses a los bancos centroeuropeos, podría convertirse en ejemplo a seguir para los demás estados en apuros. Por tanto es muy posible que el país fuera expulsado del euro de mala manera. Lo mejor sería anticipar los hechos y salir bajo sus propios términos.

Para asegurar que la salida del euro no resulte demasiado problemática a corto plazo, será necesario introducir otras medidas paralelas, tales como controles de capital o la nacionalización de la banca bajo control popular. Pero si esperamos a que un gobierno “mejor” adopte éstas u otras medidas radicales, será demasiado tarde.

A pesar de todo esto, si aceptamos que la crisis es sistémica y no puntual, sabremos que estas medidas no serían suficientes por sí solas para acabar con la crisis. Por tanto la clave pasa por la adopción de exigencias de este tipo (ver abajo) en los movimientos y espacios de izquierda existentes, o en los espacios nuevos que se puedan crear.

5 medidas para acabar con la crisis

  • No al rescate de los poderosos. No al memorándum de condiciones. Ni un euro más para la banca para continuar con sus beneficios privados. Nacionalización del conjunto de la banca bajo el control democrático del pueblo.
  • No pagar la deuda pública. Salida de una Unión Europea diseñada para favorecer las finanzas y los intereses de las grandes empresas.
  • Subida de impuestos a los grandes capitales y fortunas. Intervención de las grandes sumas de capital que las empresas no están invirtiendo para finalidades sociales y acabar con la crisis ecológica.
  • Reducción de la jornada laboral y reparto del trabajo, sin bajar salarios, para acabar con el paro. Edad de jubilación a los 60 años.
  • Expropiación de los pisos en manos de los bancos para la población que necesita una vivienda.

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