lunes, 9 de junio de 2014

El sistema-mundo es único y capitalista

Naturalmente: nunca ha existido un mundo socialista frente al mundo capitalista. El sistema económico mundial es uno solo. Los países socialistas tienen que medirse con los demás en un mercado mundial capitalista, compitiendo en igualdad de condiciones "de mercado" con los más depredadores y explotadores. De alguna manera habrá que "perdonar" a los "países socialistas" el no haber podido ser socialistas.

Eso no significa que "todos sean lo mismo": No se explica el relativo estado de bienestar europeo de los años pasados sin el contrapeso de unos países que implantaron antes que nadie la seguridad social, la sanidad universal y la educación para todos. Pero en el seno de aquellos mismos países (o de la China actual) siguen existiendo condiciones para el descontento de los trabajadores y la lucha de clases.

Aquel "estado de bienestar" descansó también en la explotación colonial o postcolonial de los países del tercer mundo. Como la "democracia" ateniense descansaba sobre la esclavitud y la discriminación de los no ciudadanos.

Cuando las posibilidades de acumulación se agotan, y creo que definitivamente, la situación cambia radicalmente. Cada vez es más difícil el crecimiento capitalista sin la desposesión de mayorías cada vez más vastas. El futuro no está escrito, pero empieza a estar claro que el sistema tal y como lo conocemos colapsará en poco tiempo. Esperemos que sea para bien y trabajemos por ello.

El artículo al que pertenecen los párrafos siguientes se enmarca en la polémica sobre los cambios en política económica que se dicuten actualmente en Cuba.















Una respuesta a Luis Toledo Sande
Nardo Vázquez
Rebelión


(...)

Orgullosamente nos consideramos antisistemas, que no sólo implica anticapitalistas (concepto más estrecho), dado el hecho que compartimos la opinión que NO ha existido un sistema socialista mundial, los llamados países socialistas continuaron formando y funcionando como parte de la división social del capitalismo histórico, han actuado, queriendo o sin querer, bajo las implacables presiones de la tendencia a la “acumulación incesante de capital”, que es y ha sido la razón de ser de este sistema social. La consecuencia política a nivel interno, ha sido la continuada explotación de los trabajadores, aunque de una forma reducida y mejorada en muchos casos. Esto ha llevado a tensiones internas paralelas a las existentes en estados que no eran socialistas, y esto a su vez ha provocado la aparición en su seno de nuevos movimientos antisistémicos. La lucha por los beneficios siempre acrecentados ha proseguido tanto en estos estados socialistas como en todas partes, porque, dentro del marco de la economía-mundo capitalista, los imperativos de la acumulación han operado a lo largo del sistema, nadie se ha quedado exento de ello. Los cambios en las estructuras estatales han alterado la política de la acumulación, pero nunca han sido capaces de terminar con ella. Esto es lo que nos lleva a afirmar que todos los estados revolucionarios y/o socialistas, han sido productos íntegros del capitalismo histórico, aunque no de forma cínica, ha sido algo que independientemente de sus convicciones y aspiraciones subjetivas, objetivamente ha sido así. No han sido estructuras externas al sistema histórico, sino la excreción de unos procesos internos de ese sistema. Por consiguiente, han reflejado todas las contradicciones y limitaciones del sistema. Y para colmo, no podían ni pueden hacer otra cosa. Creo que entender esto es fundamental. Que es algo que va contracorriente de lo que se ha establecido en la ciencia social e histórica durante casi un siglo es otra cuestión. 

Y al decir esto compañero Sande no afirmamos que el derrumbe de la URSS y el resto de los llamados países socialistas del este de Europa demuestre la superioridad de la economía de mercado, como alguien que leyera el párrafo anterior pudiera pensar; al contrario, como pensamos que aquélla formaba parte de dicha economía de mercado, el derrumbe de los mismos lo que evidencia es que ésta es una carrera cuyo número de participantes se reduce constantemente, a causa de un empleo mayor de tecnologías para producir a un coste competitivo, y que los excluidos acaban en la miseria. Pasee por Rumanía, Bulgaria, y muchas otras repúblicas ex soviéticas y verá el panorama desolador un cuarto de siglo después de aquellos sucesos. Ucrania, hoy mismo, es el ejemplo arrollador, quebrada económicamente ¡y sin solución!, pese a ser el granero de la antigua ex URSS y poseer prácticamente las tierras más fértiles del planeta.  
(...)

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