viernes, 28 de noviembre de 2014

Ideologías...

Dos factores fueron determinantes para la Primera Guerra Mundial: El reparto del mundo y el miedo al movimiento social.

Lo explica en esta entrevista al historiador Jacques R. Pauwels.

El reparto del mundo era una necesidad del capital, de los capitales nacionales, para seguir creciendo. El capitalismo es la fase final de un largo ciclo de acumulación. Esta acumulación, en lo fundamental, tiene dos movimientos alternativos. Una sístole, movimiento "hacia dentro" , de intensificación, que aumenta la productividad. Cuando esto no basta, la diástole entra en acción, con una fase de expansión. "Hacia fuera". Si la expansión de unos choca con la de otros, la guerra dirime las diferencias. Todo es válido menos frenar la acumulación, que es la vida del capital.

El miedo al movimiento social tiene la misma causa. Si la intensificación tecnológica no basta, queda intensificar la explotación del trabajo ajeno. Hasta el límite de lo posible. Para el capital, ese límite es la capacidad del trabajador para resistirlo. Si esa capacidad se agota, se detiene el mecanismo acumulativo. Si para que no se detenga se fuerza el límite, el riesgo es la explosión social.

Una fiera es mucho más peligrosa cuando tiene miedo. Los policías norteamericanos que disparan a jóvenes desarmados y a niños añaden al odio racial, y no en menor medida, su miedo. Los grandes episodios represivos, como la matanza del domingo sangriento de 1905 en Rusia, o la de Tlatelolco de 1968 en México, se produjeron en un ambiente de miedo de los poderes establecidos.

Pero en los comienzos de la Gran Guerra, el miedo de clase de las burguesías imperialistas no era episódico sino estratégico. A escala global, porque la revolución podría ser mundial. Desde el punto de vista de cada imperio, era un juego en que se podía ganar o perder. Para el capital en su conjunto, como sistema mundial, la apuesta no tenía pérdidas.

Negocio redondo.

La Gran Guerra, prolongada en la nueva guerra de los treinta años hasta 1945, era la salida a la crisis de acumulación. Enfrentaba a las potencias en fase expansiva y las obligó a intentar crecer robándose entre ellas. Propició luego una etapa de grandes reconstrucciones y desarrollo militar, que relanzó de nuevo la acumulación. Drenaba además, de pasada y con un éxito muy relativo, un crecimiento demográfico que desbordaba sus necesidades.

Al tiempo, su mayor éxito fue destrozar el internacionalismo de los partidos socialistas, al alinear a los trabajadores en los bandos de sus correspondientes amos. Al final fueron los proletarios quienes se destrozaron mutuamente ad maiorem gloriam de capitalibus...

Las ideologías nacionalistas triunfaron sobre las de clase. Para el capitalismo era un problema interno de reestructuración y supervivencia. Para los trabajadores como conjunto era la aceptación de la ideología de sus amos.

Yo diría que sólo hay dos grandes áreas ideológicas: la de los que creen que el mundo, incluida la naturaleza y los demás humanos, es suyo por derecho de conquista, y la de los universalistas, que en diferentes etapas han ido extendiendo otra idea, la del bien común, a todos los seres humanos, y más recientemente a la entera vida planetaria, sobre la base de un mejor conocimiento de lo que es un ecosistema.

El ser determina fuertemente la conciencia. Para los dueños del mundo, ellos son el fin, los demás son medios. Hay tránsfugas de su Olimpo que no creen que el mundo se hiciera para ellos. ¡Qué pocos! Por desgracia, los tránsfugas en sentido contrario, que resignadamente admiten el dominio absoluto de aquellos "mejores", son legión.

El llamado darwinismo social, en una etapa de ciencia bastante incompleta pero muy pagada de sí misma, justificó la explotación del trabajo y del planeta. Sin misericordia y con la idea de estar cumpliendo un deber, un destino manifiesto. Antes lo habían justificado así muchas religiones.

De la entrevista elijo una pincelada que explica esa concepción excluyente del mundo. La ideología autocomplaciente de las élites, del modo más "inocente" destinaba a una mayoría a servir de medio a los nobles fines de los que la explotan. Ahora son menos los que defienden esto tan crudamente... en público. ¿O tal vez no? Hay un publico pazguato y un discurso para cada ocasión.

¡Ya me gustaría escuchar lo que dicen los dueños del mundo cuando no los oímos!

Esas reuniones del Club Bilderberg...




"¿Las causas de la Primera Guerra Mundial? 
El reparto del mundo y el miedo al movimiento social"

Solidaire

La guerra tenía unas causas geoestratégicas y servía a unos intereses nacionales. Pero, es cruel enviar a la muerte a millones de personas por esas razones, ¿no?
 
Jacques R. Pauwels: Sí, es cínico y particularmente cruel. Pero a principios del siglo XIX lo que prevalecía era el pensamiento social darwiniano. La elite consideraba que se encontraba en lo más alto de la escala social y que estaba compuesta por los mejores. Racionalizaban toda esta violencia y todos estos muertos: había demasiadas personas y una guerra llegaba en el momento oportuno para hacer un poco de limpieza, para aligerar un poco las clases inferiores

Es un error pensar que estos generales fueran unos sádicos. Eran personas muy normales que aplicaban lo que entonces era una idea común, es decir, que había una jerarquía entre las personas y que ellos estaban en lo más alto y quienes estaban en lo más bajo eran molestos y peligrosos, además de demasiado numerosos. La elite consideraba que tenía derecho a controlar a los demás. ¡Eso también valía para la elite belga! Porque no hay que olvidar que lo que los belgas hicieron en el Congo es mucho más grave que lo que los alemanes hicieron en Bélgica. Pero la Bélgica mártir es un hermoso tema para nuestros manuales de historia…

El poder mediante la guerra

Guerra total omnipresente, absoluta en el tiempo, difusa en el espacio social, dispersa en el geográfico. La paz es un intervalo entre guerras, como la bonanza es un intermedio entre crisis. Nos transmite El Roto el mensaje tranquilizador del saber oficial: que no está pasando lo que vemos, y con su ironía habitual grita lo opuesto. Volvámoslo del revés para decir que no estamos viendo lo que pasa. O no lo queremos ver. O sí empezamos a verlo (a quererlo ver) cuando nos afecta directamente.

La memoria histórica no es unica ni principalmente desenterrar episodios de la guerra civil. Es algo más.

"La historia es el testimonio de los tiempos, la luz de la verdad y la vida de la memoria, la guía de la vida, el mensajero de la antigüedad" (*). Lo dijo un oligarca romano, pero eso no le quita un ápice de validez, y no diría otra cosa el barbudo de Tréveris.

Un poco de historia menos antigua no viene mal para encuadrar el presente.

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(*) En latín suena muy bien:
Historia est testis temporum, lux veritatis, vita memoriae, magistra vitae, nuntia vetustatis



Rebelión

La Tercera Guerra Mundial, que puede ser llamada de Quinta Generación y en la que en opinión del papa Francisco estamos inmersos, la realiza el imperialismo mundial globalizado, IMG, con el empleo de mecanismos científicos de control absoluto: medios de información masiva; sistemas financieros como el FMI, el BM, la FED; bloques militares como la OTAN; y una poderosa quinta columna que trabaja solapadamente para el IMG en todos los países.

Los fundamentos de esta guerra se desarrollaron a partir de la Crisis del Caribe al hacerse patente de que una nueva contienda no dejaría títere con cabeza. Se cambiaron las reglas de juego y se logró infiltrar en el Campo Socialista una quinta columna muy difícil de ser detectada por cualquier órgano de seguridad, en este caso el KGB. Se vivía la Coexistencia Pacífica y el comercio entre ambos sistemas permitió a los altos miembros de la nomenclatura comunista la participación en chanchullos, con la correspondiente apertura de cuentas secretas; así se fomentaron y formaron las mafias al interior del Socialismo Real, luego se buscó el momento preciso para nombrar a un nuevo papa, crear el movimiento Solidaridad y, por fin, la Perestroika; lo demás es historia conocida, la URSS fue derrotada casi sin disparar un sólo tiro. 


Pero el derrumbe del Sistema Socialista no resolvió los graves problemas del capitalismo. Al contrario que en la Biblia, donde el Faraón soñó que siete vacas, de feo aspecto y enjutas de carnes, devoraban a siete hermosas y muy gordas vacas, después despertó; los actuales faraones no despiertan de la terrorífica pesadilla que recorre el mundo de hoy. Los datos confirman que el derrumbe económico recién ha comenzado y que la vacas gordas todavía pastan gozosas en el prado junto al río, pues sólo vivimos el preludio y no el final de la sinfonía macabra que el capitalismo compuso para las exequias de la humanidad. La industria moderna, otrora en constante desarrollo, se encuentra al borde de la bancarrota, para evitarla, los estados cancelan las deudas de los empresarios; los precios de las materias primas son inestables; las bolsas funcionan como escenario de operaciones especulativas, tal vez sería mejor cerrarlas para evitar nuevos descalabros financieros; se fugan los capitales, incluso de países desarrollados; y la desocupación campea por doquier. Todo esto sucede a pesar de los billones de dólares inyectados por los estados mediante la adquisición de activos de dudoso valor. Tanto derroche fue absorbido por el agujero negro de la falta de crédito y, por paradójico que parezca, ha servido de razón para la propagación de la crisis, pues los tenedores de acciones las rematan para pagar dividendos y comprar empresas rivales.

La guerra de Quinta Generación es un intento de resolver la actual crisis de manera análoga a como la Segunda Guerra Mundial resolvió por completo la Gran Crisis de los años treinta, crisis que comenzó de manera inesperada el Jueves Negro de 1929. Cuando todo estaba en santa paz y santa calma, la bolsa se desplomó, la ansiedad y la parálisis se apoderaron del globo y se necesitó de que llegase al poder alguien como Roosevelt, para que la crisis se resolviera a medias. Se trataba de un problema sistémico, de la acumulación del capital en muy pocas manos, e, igual a lo que bien pudiera pasar ahora, el estallido de la guerra resolvió la crisis.

A diferencia de la Gran Crisis de 1929, la actual se agudiza debido a que el mundo está concatenado y las riquezas de la madre naturaleza se agotan. En ese entonces, el Estado intervino y el problema se resolvió, pues los recursos naturales sobraban; pero ahora que la población es tres veces mayor y se vive algo semejante a la época de las vacas flacas, es imposible cualquier solución en que las industrias crezcan de manera incesante, para que el mundo funcione tal cual lo exige el modelo económico actual. La civilización ha alcanzado los límites de su desarrollo.

Además de energía, el actual modo de producción requiere de grandes cantidades de agua dulce, cuya disponibilidad para el consumo disminuye de manera alarmante, pues, a pesar de que ya es escasa, se la bombea de los posos acuíferos en cantidades tan grandes que éstos no alcanzan a nivelarse. Debido a la intensificación de la agricultura, los causes de los ríos se secan a nivel mundial. La sobre explotación del campo, el riego frecuente, que saliniza la tierra, y la utilización indiscriminada de fertilizantes, herbicidas y pesticidas, que elimina la vida orgánica necesaria para la conservación del suelo cultivable, hace que disminuyan irreversiblemente las tierras de cultivo al mismo tiempo que cada día hay más bocas por alimentar. Se contamina el aire y el agua y el calentamiento global deshiela los polos y los glaciares. Toda esta problemática subyace bajo la actual recesión económica que, en la medida en que el petróleo y el gas natural sean menos disponibles, hará que la producción de alimentos disminuya, lo que conlleva hambruna para la población actual, pues el costo de los alimentos se incrementa incesantemente.

Muchos esperan que la ciencia saque al mundo del berenjenal en que se encuentra, pero ni siquiera su hija mimada, la tecnología, puede resolver los problemas creados por el capitalismo, cuya voracidad arrasa con todo. La energía solar, la eólica, la de las olas marinas y la geotérmica es escasa y no los resuelve; tampoco lo hace la energía nuclear, que produce residuos peligrosos e imposibles de eliminar. Con la crisis bancaria de 2008 se inició un problema de alcance global, que afecta a la sociedad, la política mundial y la naturaleza. La misma se hizo patente el 2007, cuando se evidenció la imposibilidad de cobrar los créditos otorgados a deudores poco solventes (prestamos subprime), certificados empaquetados que circulan por todo el planeta, cuyo monto nadie conoce ni tampoco la posibilidad de cobrarlos.

Hoy se sabe que los bancos de inversión premeditadamente hicieron estas estafas y embaucaron a sus clientes vendiéndoles bonos con datos falsos y ocultando sus problemas contables. Así actuó, por ejemplo, Lehman Brothers, que poco antes de su colapso ocultó en sus balances cerca de 50.000 millones de dólares de activos con problemas. Los inversionistas asumieron irresponsablemente que la caída de los precios de las viviendas era un evento con una probabilidad casi nula de ocurrir. Los banqueros convirtieron esta suposición en un dato objetivo y operaron con un apalancamiento de cincuenta a uno.

Lo que sucede en realidad es que los mercados son ajenos a los dogmas proclamados por los economistas neoliberales; sobre todo acerca de que el mercado se auto regula. Muy por el contrario, el grueso de los recursos del Estado se destinó a auxiliar la rentabilidad de los grandes bancos, pues todos ellos buscaron el refugio protector del Estado y si antes estuvieron al borde de la bancarrota hoy exhiben fuertes ganancias en sus balances. Claro está, esta ayuda se dio en detrimento de los demás rubros de la sociedad, excepto los militares. El alto desempleo impide que la economía se reactive, pues el consumidor, al perder la confianza ante lo incierto del futuro, disminuye su nivel de consumo, lo que provoca un alto nivel de paralización de las fábricas, que a su vez repercute en el desempleo, lo que crea un círculo vicioso muy difícil de romper. Culpables para la actual crisis no faltan: los banqueros ambiciosos, los prestamistas imprudentes, los políticos venales y una combinación de los tres. ¿Cómo es posible que haya pasado lo que pasó?, puesto que ni siquiera un banquero sin escrúpulos quiere perder su dinero. ¿Por qué se tomaron riesgos suicidas? Tal vez la respuesta la dé la mitología griega, cuyo primer hombre, Epimeteo, no veía más allá de sus propias narices, o el poema de Goethe, “El aprendiz de brujo”, cuyo solo nombre lo dice todo. Según Paul Krugman, premio Nobel de Economía: “En estos momentos necesitamos de algo que económicamente sea equivalente a la guerra; en fin de cuentas, la Gran Depresión se disolvió en la nada mediante un programa de gastos sociales múltiples más conocidos con el nombre de Segunda Guerra Mundial.” !Dios nos proteja de otra solución semejante! Ojalá acierte, porque una guerra con la tecnología moderna sería el lloro y el crujir de dientes, cuando, según la Biblia, los sobrevivientes envidiarán a los muertos.

¿Pero quién podría maquinar ahora un conflicto de magnitud tal que pusiera en peligro todo lo existente? La respuesta la da Sherlock Holmes: Él que obtiene beneficios del crimen, en este caso el Sistema de la Reserva Federal de los EE.UU., la FED, “una entidad con una estructura público-privada en su gobierno”, cuyo dueño es un cogollo de banqueros dispuesto a todo con tal de conservar el privilegio de imprimir moneda internacional sin respaldo alguno, lo que hace desde que Nixon ordenó “suspender... la conversión del dólar en oro, u otro valor de reserva”, y lo intentará hacer hasta el fin del tiempo. ¿Cómo surgió este galimatías llamado Sistema Financiero Mundial? En julio de 1944, en Bretton Woods, se establecen las reglas para las relaciones comerciales y financieras entre los países del mundo, se crea el BM, el FMI, se establece el dólar como moneda de intercambio del comercio internacional, se adopta el patrón oro-divisas, en el que sólo los EE.UU. tienen respaldo oro, que se comprometen a mantener su precio en 35 dólares la onza -ahora vale 1300- y se les concede la facultad de intercambiar “dólares por oro a ese precio sin restricciones ni limitaciones”. Los demás países deben fijar el precio de sus monedas en relación al dólar. Con este convenio, los EE.UU. conquistan el mercado mundial para sus exportaciones y el libre acceso a las materias primas más importantes.


La Guerra de Viet Nam provocó el quiebre de este sistema, pues para financiarla los EE.UU. emitieron más dólares de lo debido, al extremo de que en la actualidad nadie, ni siquiera la FED sabe cuántos dólares circulan en el mundo. En 1966, el General De Gaulle, Presidente de Francia, convirtió en oro las reservas francesas de dólares, lo que provocó una crisis financiera mundial, pues si todos los tenedores de dólares exigieran lo mismo, no habría oro con que responder esa demanda; basta señalar que 8 billones de dólares es el valor de la totalidad del oro extraído hasta el día de hoy todo en el planeta. Esto obligó a Nixon, en agosto de 1971, a eliminar la convertibilidad del dólar en oro.

Desde entonces, cada vez que el presupuesto de los EE.UU. tiene déficit, en lugar de devengar el salario con el sudor de la frente, como lo hace todo país honrado del planeta, la FED emite dólares por la libre, que los presta al gobierno de los EE.UU., que a su vez le paga con bonos de Estado, que la FED coloca de manera casi obligatoria en la banca mundial. ¿Hasta cuándo padre Almeida? ¡Hasta que el mundo soporte o reviente!


(...)

lunes, 24 de noviembre de 2014

Autocontención o muerte

La huida hacia adelante no cesa.

Del artículo dejo el comentario a cargo de Tom Engelhardt y reproduzco sólo una parte del alucinante relato. 

De la noticia sólo una llamada a vuestra imaginación: ¿Qué sucedería si finalmente se encontrase una fuente inagotable, barata y fácil de energía? ¿Os imagináis en qué podría desembocar el crecimiento ad infinitum de todo, menos del globo terráqueo?

Lo dicho: cosa de locos.


Un viaje a Kuwait (en las praderas de Estados Unidos)

Laura Gottesdiener 
TomDispatch

Introducción de Tom Engelhardt 
Tomadlo como un mensaje escrito por las morsas en la arena de una playa en el noroeste de Alaska y enviado a todo el planeta. Un reconocimiento aéreo de los mamíferos árticos realizado por la Administración Nacional de Océanos y Atmósfera las avistó; un grupo de morsas de unos 35.000 ejemplares hizo pie en la costa porque el hielo marino donde ellas vivían sencillamente se derritió. Las fotos son dramáticas. No podríais pedir un mensaje más claro de una especie que no tiene el hábito de plasmar por escrito sus pensamientos sobre el cambio climático. 

Para aquellos que prefieran la ciencia no de boca de las morsas (es un decir), también ha habido noticias relevantes sobre la cuestión provenientes de otra especie. Pensad acerca de ellas como si fuerais unos científicos llegados de un mundo herido que está trepando en la costa. Hace pocas semanas se informó de que en 2013 la concentración de dióxido de carbono y de gases de efecto invernadero había alcanzado niveles record y, tal vez aún más inquietante, que los océanos y la vida vegetal terrestre, los mayores “devoradores de carbono”, estaban absorbiendo menos CO2 que en el pasado. Ahora, nos llega la noticia de que en realidad los océanos se están calentando significativamente más rápido que lo que cualquiera podía imaginar. Las últimas cifras indican que “desde 1970 la masa de agua marina hasta los 700 metros de profundidad del Hemisferio Sur puede haberse calentado el doble de rápido de lo que se pensaba antes... [y que] los niveles superiores de los océanos de la Tierra –todos, de ambos hemisferios– han estado calentándose durante varias décadas antes de 2005 a un ritmo de entre el 24 y el 58 por ciento más veloz que antes”. 
 
Ninguna de estas noticias es buena, por supuesto; no lo son para cualquiera que haya invertido en unas generaciones futuras para que vivan en un planeta tan hospitalario como el que nosotros hemos estado viviendo durante tanto tiempo. Estas noticias nos hablan de la disociación. Mientras esas morsas se alejaban del agua y se deslizaban playa arriba, y los científicos daban cuenta de sus últimos y sombríos números, en el corazón de Estados Unidos, miles de trabajadores llegados de todas partes se afanaban por el boom del momento, en North Dakota y en otros sitios de nuestra tierra del fracking. Allí, la explotación de unos yacimientos de petróleo y gas natural no convencionales (shale), que hasta hace algún tiempo eran irrecuperables, por medio de la hidrofractura de la roca de esquisto tiene a los expertos jactándose de haber convertido a nuestro país en la “América Saudita” y a su presidente planificando con talante agresivo hacer del “arma del petróleo” el rasgo central de la política exterior de Estados Unidos. 
 
Entre esos dos mundos, uno que produce cada vez más combustibles fósiles en medio del triunfalismo y el otro que se derrite lentamente por el impacto de lo que esos mismos combustibles fósiles liberan en la atmósfera, parece no haber conexión alguna. Tan claro como puede ser el vínculo, esos mundos a menudo parecen está localizados en planetas distintos. 

Laura Gottesdiener, integrante de TomDispatch, tuvo el extraño impulso de desembarcar en ese otro planeta, ese –tan desconocido para la mayor parte de nosotros– que produce combustibles fósiles tan abundantemente, y de observar todo lo que nos estamos perdiendo. He aquí la vívida crónica que llega desde las líneas del frente de la extracción de los combustibles fósiles de EEUU.
(...)

En la primavera pasada, la producción de petróleo en North Dakota superó el millón de barriles diarios. La fuente de este oro líquido, como se le dice localmente, es Bakken Shale, un formación de roca estratificada –rica en petróleo– que se extiende por la parte occidental de North Dakota, la esquina de Montana y Canadá. Estos yacimientos estaban considerados como inexplotables hasta que las tecnologías de perforación horizontal y fracturación hidráulica hicieron que la extracción de petróleo se convirtiera en algo económicamente viable. En 2008, el servicio de reconocimiento geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) anunciaba que en Bakken Shale había 25 veces más de petróleo explotable del que se pensaba anteriormente, disparándose así la mayor fiebre del petróleo en la historia de EEUU. 

Ahora, seis años más tarde, en la región se han desplegado todos los indicadores contemporáneos del infierno: llamas tóxicas que arden 24 horas por día; enormes camiones de 18 ruedas dejando una negra humareda por donde pasan; explosiones intermitentes cuando un rayo golpea los tanques de agua necesarios para la fracturación hidráulica; un gigantesco Walmart; abundancia de metanfetaminas, crack y bebidas alcohólicas; inviernos para congelarse; alquileres más caros que en Manhattan; y por lejos, muy lejos, demasiados hombres. Sin embargo, para las empresas petrolíferas, el campo es tierra sagrada, una de las pocas en la historia que ha roto la marca del millón de barriles diarios, ganándose “un lugar en el reducido panteón de la elite de los campos petrolíferos”, como escribió un analista de mercado de Reuter. 

Este verano [el de 2014], impulsado en parte por el boom de North Dakota, Estados Unidos superó a Arabia Saudita en la producción total de crudo y gas natural, convirtiendo a este país no solo en el consumidor numero uno de combustibles fósiles sino también en el productor más importante del mundo (si se trata del total anual de emisiones de carbón, hoy China está a la cabeza; sin embargo, EEUU continúa siendo el primero en emisiones per capita). Más o menos al mismo tiempo, el Pentágono hizo pública una advertencia que decía que el cambio climático causado por la libre extracción de combustibles fósiles “agravará los factores de tensión en el extranjero, tales como la pobreza, la degradación ambiental, la inestabilidad política y los conflictos sociales, condiciones que pueden disparar la actividad terrorista y otras formas de violencia”. Un informe hecho público poco después por el Consejo Asesor de la Corporación Militar (CNAB, por sus siglas en inglés), una organización financiada por el gobierno que se dedica a la investigación militar fue aún más lejos al declarar que los efectos del cambio climático –inseguridad alimentaria y vastos desplazamientos forzosos de población, por nombrar a solo dos de ellos– “servirán como catalizadores de la inestabilidad y el conflicto”. 

(...)


¿Avance importante en la fusión fría?


Svampa, en Crisis Energética
Jueves, 16 octubre 2014


Lockheed, el primer contratista de defensa de EEUU, afirma haber conseguido un importante avance en la fusión fría (Noticia en Reuters). Ahí queda eso.

Lockheed afirma que los primeros reactores de fusión, lo bastante pequeños como para llevarlos en un camión, estarán listos en una década.

Tom McGuire, que dirije el proyecto, afirma que un pequeño equipo ha estado trabajando durante cuatro años en secreto, pero ahora lo hacen público para obtener financiación del gobierno y privada.

McGuire dijo a la prensa que los trabajos inciales indican que sería posible construir un reactor de 100 MW con un tamaño de 7 x 10 pies (2x3 m aprox), que podrá ponerse en la parte trasera de un camión, 10 veces más pequeños que los reactores actuales.

McGuire dijo que la compañía tiene varias patentes pendientes en proceso y estaba buscando socios académicos y en los laboratorios del gobierno para avanzar.

Lookheed dice que demostrado podrá mostrar un diseño completo,  construirlo y probrarlo en el sorprendentemente corto plazo de un año, lo que permitiría producir equipos operativos en 10 años.

Sorprendente.

Si es un bluff, hay gente importante implicada. Lockheed no es un chiflado por ahí que afirma haber conseguido el movimiento perpetuo.

¿Disolución de la izquierda? ¿En qué medio se disuelve?

Traigo aquí dos "sabatinas" de Gregorio Morán, que se despacha a gusto. No le faltan razones y en este caso no haré ningún comentario ni subrayado a lo que dice.

Mi única apostilla es una llamada de atención sobre lo fácil que resulta desviar el interés desde temas subyacentes de calado hacia memoriales de agravios y enemistades históricas. Reales o menos, que eso no hace al caso.

En medio del temporal social, se ofrece (y el hecho es que ha calado) la solución mágica (la poción mágica) de aunar a unos patriotas, dejando de lado a otros patriotas, a los que se considera tan inoperantes que no aciertan a sacudirse su propios yugo. Se desvía la lucha de clases hacia una lucha de nacionalismos.

La receta es una constituyente catalana, puesto que los españoles son tan inútiles que no aciertan a llevar a buen término su propia constituyente. El curioso resultado es hacer independentistas a muchos que nunca han sido nacionalistas.

Pero sí hay un núcleo duro nacionalista, con sentimientos secularmente arraigados, que tapan las abismales diferencias sociales internas con la alucinación de un Estat Català nuevo y justo, que disolverá finalmente en pura armonía la lucha de clases. La experiencia de muchos países que se han independizado es que "la vida sigue igual".

Esto me da un poco de miedo. Me recuerda demasiado a otros nacionalismos a toque de corneta. No es que la escenografía de estas manifestaciones sea la de los fascismos. Su estética es otra. Pero entusiasmar a tanta gente hasta el punto de disfrazarlos de colores y disponerlos disciplinadamente en filas, por un tema sentimental que obvia crudas realidades sociales, repito, me da un poco de miedo.


Sobre la disolución de la izquierda

La Vanguardia

Es una sensación nueva, algo que en más de veinticinco años de escribir artículos en Barcelona, no había sentido nunca. La sensación de sentirse controlado, como si los depositarios del control político estuvieran esperándote para hacerte pagar con palos verbales -de momento sólo verbales- las licencias a que te obliga vivir en una sociedad cada vez más alucinante. Ortega y Gasset solía referirse en la intimidad de sus últimos años a “la erosión de lo cotidiano“. Exactamente eso empieza a ser un lugar común para buena parte de la ciudadanía que no se disfraza de banderas al viento y siente aversión a los himnos patrióticos.
 
La erosión de lo cotidiano está minando este país, y es obvio que me estoy refiriendo a Catalunya. Porque la obligación ética, que apenas si tiene que ver con la moralidad o el compromiso ciudadano, tan citados hace décadas, ahora se limita a lo esencial, y lo esencial es la pregunta más estúpida que en apenas dos años hizo suya la casta para perpetuarse: ¿es usted independentista? Para los que vivimos el Euskadi de la década de los ochenta, las conversaciones empezaban, y en ocasiones terminaban, de manera similar: “¿Tú eres abertzale o españolista?“.

Escribir para un público amplio se ha convertido en un ejercicio de estilo en el que el firmante debería añadir, a nombre y apellido, una apostilla: “Este texto que ustedes leen está redactado en el benéfico estilo de Tartufo“. Es decir, no es todo lo que pienso, ni siquiera la mitad de lo que pienso, pero es la única manera de no tener problemas y que no te increpen los talibanes de la nueva verdad histórica reforzada por sus historiadores más eminentes -el viejo maestro Josep Fontana se ha vuelto muecín de mezquita (almuédano, se decía en castellano antiguo) y ha proclamado que los catalanes históricamente somos superiores a los castellanos, que no merecen ni que se les explique su inferioridad; una idea que tuvo ya gran éxito en África del Sur. Por tanto estamos en el brete de corregir lo intempestivo por lo tartufesco.

A mí me hubiera gustado escribir sobre un magnífico libro que está pasando sin pena ni gloria. De título poco feliz y además con 500 páginas. Humo humano, del norteamericano Nicholson Baker (Editorial Debate), una auténtica exhibición de talento literario, periodístico e histórico sobre cómo los poderes fácticos manejaron la preparación y extensión de la Segunda Guerra Mundial. Pero por más fascinante que me parezca este libro, el lector habitual consideraría este guiño a ampliar los horizontes de nuestros debates, y por tanto de nuestra cultura, como escapismo. El columnista se arruga y no se atreve a tocar lo que realmente está pasando: nuestro proceso, que cada vez tiene menos elementos políticos y cada vez se inclina más hacia lo kafkiano.

Por tanto, no nos queda más remedio que volver a nuestras ruedas de molino y soportar la mirada oblicua de los controladores. Contra el enemigo vale todo, pero ¡ojito con ofender a los nuestros! Lo más llamativo de la situación que vivimos en Catalunya es la desaparición de la izquierda. Desde la más ortodoxa, que representaba el propio Josep Fontana, conspicuo estalinista y rojo oficial, al que en su momento sus colegas universitarios, siempre tan solidarios, negaron la categoría de “catedrático emérito” -deberían volver a reunirse y corregir la pifia ahora que es de los nuestros y en grado superlativo-. Sugiero la lectura de su reciente entrevista en El Periódico de Catalunya, de la que aún me cuesta dar crédito, pero que quizá ayude a adentrarse en la paranoia que vivimos y de la que va a ser difícil salir. Porque el nacionalismo, en general, no sería nada sin la aportación de los historiadores. Y ahí está una diferencia capital que coloca a la literatura en un lugar de excepción. Un escritor de fuste que pretenda representar a un país debe escribir bien, un historiador académico, por la esencia de su ser, puede pensar con las orejas y escribir con el culo.

La disolución de la izquierda en Catalunya viene de lejos. El pujolismo la trabajó con esmero, aunque, para ser objetivos, se lo pusieron tan fácil que bastaba una oferta y ya se convertían en intelectuales transversales. Es un fenómeno que no sólo ocurrió aquí sino en toda España. La traición de los clérigos, el libro tan citado y sobrevalorado de Julien Benda, felizmente muy poco leído, aquí debería denominarse La fragilidad de las conciencias intelectuales.

Catalunya, que fue con toda seguridad el semillero más importante de la inteligencia española durante varias décadas, habría de sufrir, o de gozar, depende del ángulo con que se mire, las más llamativas transformaciones. Si me pusiera a citar nombres, además de que aumentaría algebraicamente el número de indignados, apenas si tendría espacio para más (con minúscula). Baste citar uno, emblemático, que además ocupa la Conselleria de Cultura, Ferran Mascarell, que pese a ser un intelectual ágrafo, sin obra, especie abundante en nuestra cultura local, representa perfectamente lo que quiero expresar.

No es sólo una cuestión de las élites de la inteligencia, lo que sería grave pero no letal, sino que afecta a los militantes de formaciones radicales y no digamos a los sindicatos, auténticos sustentos del poder hasta grados insospechados; aquí y allá. Con la diferencia de que aquí eran más potentes y estaban más imbricados en las luchas de clases -disculpen el arcaísmo-, ya fuera en fábricas que hoy no existen o en asociaciones de vecinos hoy devenidas en “amicales de excursionistas“.

La izquierda en pleno de Catalunya, la que aparece en los papeles, no me refiero a lo oculto que aún está por ver lo que puede dar de sí, esa izquierda reconocida no tiene otra preocupación que la institucional. ¿En qué se diferencia Convergència de la CUP, por ejemplo? En nada que sea fundamental, porque para ambas en este momento el objetivo es el mismo, la independencia; lo demás es letra pequeña.

Fíjense si esto es así, que ninguno de los supuestos implicados en la estafa económico-moral de Jordi Pujol y su Sagrada Familia ha tenido el más mínimo inconveniente en que sea el máximo dirigente de la CUP, David Fernández, el que presida la investigación parlamentaria. Eso no sería posible si fuera un adversario, pero resulta pertinente cuando se trata de un colega solidario.

Y qué decir del grupo más enraizado en la historia de la izquierda catalana, el heredero del PSUC, el partido más importante que tuvo Catalunya durante más de 40 años de historia reciente. Basta decir que su reconversión le llevó a denominarse Iniciativa por Catalunya, un apelativo que haría las delicias de la Liga Norte italiana y que revela algo muy simple: para ser aceptado en la nueva sociedad que fue creando CiU y el oasis pujoliano, había que pagar el peaje de la hegemonía nacionalista y conservadora, y eso exigía ser más nacionalista que los propios dominadores de las instituciones de la Generalitat.

La prueba del nueve fueron los dos gobiernos tripartitos, de cuyos polvos salieron estos lodos, siguiendo esa tradición histórica común a la izquierda europea en los momentos de debilidad: los mejores liquidadores de aquellos que ambicionan cambiar la sociedad son los que salieron de sus mismas filas. Son perfectos, porque asumiendo el papel de padres de la patria, nueva o vieja, no tienen ningún rubor en convertirse en implacables ejecutores de lo que los más conservadores no se atreverían a hacer. Por eso les contratan como verdugos con pedigrí. No les bastan los motivos, se sienten orgullosos de haber ido más lejos de lo que cualquier conservador hubiera podido llegar sin saltarse las reglas del juego y la legalidad vigente. Y así tenemos lo que podríamos llamar la paradoja catalana: los que por principio deberían defender los pisoteados derechos de los parados, de la sanidad, de los barrios abandonados, de la libertad de expresión… son los más fieros defensores de una independencia que manejarán los amos.




 
El dilema del PSOE y del PSC se reduce a cómo refundar un partido con las mismas personas que lo hundieron

Llevo tiempo pensando en escribir una pequeña narración que no me resisto a contarles. Imagínense un chaval, apenas veinteañero, que una mañana de otoño, tal que ayer, se acerca a la sede del PSOE en la calle Ferraz de Madrid o a la del PSC de la calle Nicaragua y, tras pasar los intimidantes controles, aborda a la primera funcionaria que encuentra. Y antes de que le pregunte: “Tú, con quién has quedado”, él le espeta: “Vengo a afiliarme al Partido Socialista porque quiero cambiar la sociedad injusta y corrupta en la que vivo”.

No hace falta mucha imaginación para seguir el hilo de la historia. Primero se lo hará repetir como mínimo dos veces y, cuando la empleada socialista -en general las sedes de los partidos políticos suelen tener mayoría femenina, y no voy a explicar por qué para evitar problemas de interpretación- mire al joven con cierta desconfianza, con toda probabilidad avisará al equipo de seguridad interior para que le someta a un leve interrogatorio sobre sus verdaderas intenciones y el grado de lucidez del muchacho. En definitiva, cerciorarse de si se trata de alguien con alteraciones mentales o, simple y sencillamente, de un provocador.

Siempre imagino esa historia cuando contemplo a los jóvenes que aparecen en los mítines, socialistas o no socialistas, haciendo pared de fondo de la intervención de sus líderes, y por los que hasta el día de hoy ningún periodista curioso se ha interesado: ¿Son hijos, primos, parientes, paniaguados de funcionarios del partido o, sencillamente, empleados por horas tras un casting militante? Lo único que me cabría asegurar es que ninguno de ellos, palmeros del que mitinea, tendrán el problema de haberse preguntado por qué carajo están allí si no fuera por su propio interés. O por exhibicionismo perruno, como en los programas televisivos.

¿Cuándo se interrumpió el fluido entre el PSOE-PSC y la base popular votante pero no afiliada? ¿Con Felipe González? Intuyo que no. El periodo de Zapatero fue como una coda entre cómica y patética de un frívolo cuya experiencia política no iba mucho más allá de la complicidad en la sonrisa y su aspecto de chico bueno incapaz de maquiavelismos. Fíjense en el buen rollito del PP, sus medios de comunicación y los periodistas de pago, que acabaron convirtiendo a Zapatero en una figurita de Lladró. Cuando el enemigo no te odia ni se lanza a tu cuello es que no mereces el esfuerzo. Esto es un principio social tan vivo como políticamente incorrecto de decir. La gente es muy simple, tanto que aún repite como un disco de vinilo que si Franco, Suárez, González, Pujol, Zapatero, el ex rey Juan Carlos (qué denominación más singular) y hasta Rajoy -¡santo cielo!-, de saber lo que se cocía entre sus subalternos lo hubieran frenado. Es imposible que entiendan que gracias a eso gobernaban plácidamente.

El cómico dilema del PSOE y del PSC, tan parecidos en sus fondos y tan diferentes en sus formas, se reduce a cómo se puede refundar un partido con las mismas personas que lo hundieron en el fango. De ahí la invención de personajes de zarzuela, género castizo y trascendente porque está en nuestro ADN, como Pedro Sánchez y Susana Díaz, máximos dirigentes de ese feto informe en el que ha devenido el PSOE. La deriva del PSC hacia el cadalso, con notable gasto funerario y una corrupción esencial que ya se gestó en su propia fundación; un tejido de intereses. Si prefieren entrar en detalles, podríamos empezar con los Juegos del 1992 y haríamos una pausa en el Fòrum de les Cultures antes de seguir hasta el desvergonzado “Quim” Nadal, un producto acabado del socialismo catalán.

El pool de cerebros de Badalona, nuestro Princeton mediático, suele hacer comparaciones inquietantes y pretendidamente agudas, casi cosmopolitas, sobre el final del Partido Socialista italiano de Bettino Craxi y lo que está ocurriendo con el PSOE y sus afines del PSC. Nada que ver. Craxi heredó un pequeño partido con grandes posibilidades financieras, mientras que aquí partimos de quienes en el PSOE gobernaron el Estado e hicieron de él almoneda, o en el caso del PSC, el dominio municipal, auténtica base de poderío en las urnas y los beneficios. Una evocación de lo que había sucedido con el hermano de Alfonso Guerra: era tanto el dinero que hacía ganar a los amigos, que al final impuso unas tarifas.

Una aproximación a la izquierda resultaría disparatada sin referirnos al Partido Socialista en todas sus variantes, incluida la catalana y ese melanoma incurable de los asturianos, dirigidos durante décadas por un sindicalista que probablemente nunca viajó a Nueva York pero que conocía perfectamente el espíritu de sus muelles. Fernández Villa, como los grandes del mundo de la extorsión y la mafia portuaria, aprendió muy rápido lo que se llama presión intimidante y, por encima de todo, que una clase trabajadora corrupta es un ejército disciplinado y agresivo. No sólo porque participa del reparto sino porque tiene la buena conciencia de extorsionar a los extorsionadores de Estado.

El PSOE-PSC son partidos en trance de extinción, y líderes como Pedro Sánchez y Susana Díaz, reinventados por los suyos para alargar la agonía hasta la jubilación, no representan absolutamente nada fuera de la cantidad de empleados en toda España que dependen de ellos y cuyo futuro quieren imaginar que está en sus manos. Nunca personajes tan inanes tuvieron tanto eco en unos medios de comunicación que han atado su suerte, es decir sus deudas, a que les salven de nuevo las equívocas ayudas del Estado en sus mil formas. Que las hay, y cuya sola mención significaría eso que los romanos llamaban damnatio memoriae; la desaparición social en vida de tu nombre y tu persona.

Bastaría un leve análisis sobre el PSC de aquellos muchachos, ya talludos pero cargados de futuro, de títulos y de la vanidad de elegidos por los dioses, cuando no por los vecinos de tropecientos pueblos de Barcelona y alrededores. Al final han de llamar al servicio de fontanería, Miquel Iceta. Ninguno de los tenores y las primadonnas se acordaba de Iceta salvo para consumar tal o cual maldad o problemas de tuberías, lo que podríamos denominar servicios a domicilio, discretos y a bajo precio. Los solteros, en un partido como el PSC donde han primado desde su fundación las familias, tienen un papel aleatorio; fueron imprescindibles pero desdeñados. Está muy bien, nada que objetar; ellos no tenían otra opción, desbordados por tantos ganapanes sin control y sin vergüenza.

Ahora bien un hombre como Iceta es un político de fontanería y servicios internos, que conoce las tuberías y la fauna desnortada y corrupta con la que ha convivido durante muchos años. Mantendrá mientras pueda la casa familiar dosificando la crisis total y tratando de evitar el desahucio. Un administrador agudo de un patrimonio hipotecado y a punto del concurso de acreedores. Ahora bien, si alguien piensa que un hombre como Miquel Iceta puede ganar un voto es que se han olvidado de que la política, en Catalunya y fuera de ella, ha de hacerse a cielo abierto y que se acabaron los oasis. Ahora estamos en el circo y en un espectáculo de tales características donde el único puesto en el que un tipo astuto y con recámara sólo sería eficaz como portero, el que corta las entradas de los innumerables empleados que viven de eso. Sin ánimo de ofender: como los antiguos acomodadores en los cines tronados de sesión doble. Garantizar que se respete el mobiliario.

Lo más divertido, por decirlo de algún modo, es que no hay nadie que dude de que el mundo ha cambiado, que la sociedad ha cambiado, que la infinita paciencia de la ciudadanía también. Y sin embargo, siguen los mismos. Y nos creen idiotas. Y no hacemos ningún esfuerzo para demostrarles lo contrario.

Nota correctora. En la anterior sabatina se animaba al viejo profesor Fontana a replantearse la categoría de “emérito” que sus colegas le negaron. Un gazapo. Léase “doctorado honoris causa” y estaríamos en lo cierto.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Energía Mundial. Perspectivas 2014

Antonio Turiel es investigador en el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Además de ello, publica The Oil Crash, ("el desplome del petróleo"), un blog dedicado al estudio de los problemas energéticos presentes y sobre todo futuros. De un futuro inquietantemente próximo.

Analiza en este lugar el último informe publicado por la Agencia Internacional de la Energía. Dejo en él al lector su lectura pormenorizada, que ilustrará las conclusiones que transcribo a continuación.

El informe completo puede descargarse de la red por un módico precio, oscilantte entre 120 y 240 €.


Conclusiones

El lenguaje tranquilizador que siempre emplea la AIE sobre las perspectivas de futuro en cuanto al suministro de energía resulta rotundamente desmentido cuando uno entra en los detalles de los datos por ella misma suministrados. En el informe de este año podemos encontrar referencias nada veladas a los problemas de producción de petróleo si no hay suficiente inversión, a un pico de carbón que podría interpretarse como un pico de demanda (fundamentalmente debido a China) pero que en realidad podría llegar a ser un pico productivo real, y al reconocimiento ya sin ambages de que sin un cambio radical la producción de uranio comenzará a decaer en la próxima década. La única materia prima no renovable para la que las gráficas no muestran problemas es el gas natural, y hasta ésta es bastante discutible. Dadas las crecientes dudas sobre la buena marcha de la economía mundial (que se irán confirmando o desmintiendo en los próximos meses) no se puede descartar que se produzca una peligrosa retroalimentación negativa entre la producción de estas materias y los ciclos de inversión y desinversión en su producción. La producción de petróleo, carbón y uranio (y en realidad también la de gas natural) acumula tales tensiones que, dejada a su libre devenir, llevaría aparejada la llegada de los picos de producción de todas ellas, y por simpatía la de muchas otras materias no energéticas. Es el temido Peak Everything, cuyo efecto social es la Gran Escasez.

Echando la vista atrás, mirando al qué hacemos como sociedad con este creciente cuerpo de evidencia sobre los límites del crecimiento, lo único que yo veo es que continuamos mirando cómo de bien seguimos las líneas de evolución y degradación más o menos previstas por los modelos; en suma, cómo nos acercamos al desastre final. Si había un momento para reaccionar, seguramente es ahora.

sábado, 22 de noviembre de 2014

"Estado español" por "España"

Estoy, mas que harto, aburrido de lo "políticamente correcto".

¡Cuántas veces consiste en ir con la corriente principal para evitar "dar la nota"!. Otras muchas (y yo mismo lo hago) se transige para no desviar el interés hacia temas muy secundarios. Y no hay nada que hacer cuando un término está tan implantado en el lenguaje habitual que ha adquirido definitivamente una nueva significación.

Escribí o comenté en este mismo blog algo sobre el uso del término "España", dentro de una serie etiquetada, como no podía ser menos, en la sección ¿y por qué no?

A mi alrededor (y al vuestro) prolifera una aceptación sumisa de formas de hablar que. querámoslo o no, acaban conformando nuestras mentes, con independencia de nuestra voluntad. Para mí el término España alude a una realidad geográfica, aunque desde la independencia de Portugal (no anteriormente, y pongo a Camões (*) por testigo ), excluya al, ¿lo llamaré Estado portugués?

El filósofo Miguel Candel hace apreciaciones (y precisiones) a mi entender muy justas sobre esta misma cuestión. Y puntualiza otras cosas al respecto, como los matices y complejidades del derecho de autodeterminación.

Os lo transmito, y acepto con resignación que podáis ejercer vuestro derecho a etiquetarme como "nacionalista español".

Como me gusta mucho el tema, aprovecho para mostraros este mapa de las lenguas y dialectos en el territorio peninsular e islas asociadas a la "España post-Camões". Vemos que, en la cuestión lingüística, no estan todos los que son, ni son todos los que están...

¿Coincide sentirse andaluz o valenciano con la forma de hablar? Pues no exactamente.



"No ganamos nada políticamente diciendo o escribiendo Estado español en lugar de España"

Rebelión

Profesor de filosofía de la Universidad de Barcelona, colaborador de El Viejo Topo, Miguel Candel es autor, entre otras numerosas publicaciones, de Metafísica de cercanías (Montesinos, Barcelona). 

***

De lenguaje y de política. ¿España o Estado español?, ¿qué decimos, qué escribimos?

El uso indiscriminado de "Estado español" para hacer referencia al conjunto del territorio que oficialmente se denomina Reino de España, pero que, en el uso lingüístico ordinario, se llama España, una práctica habitual de la izquierda desde hace décadas, no parece de recibo. Como decía un maestro y amigo mío que tú sueles citar con frecuencia (hablo por supuesto de Manolo Sacristán) es muy pero que muy difícil viajar por el Estado español.

¿Y por qué es tan difícil?

Porque "Estado" es una entidad jurídica, no física. Sólo tiene sentido (y no excesivo) utilizar términos jurídicos (por ejemplo, "República") para designar el territorio físico cuando es necesario distinguir entre dos entidades.

Por ejemplo…

Pues, por ejemplo, en el caso de les antiguas República Federal de Alemania y República Democrática Alemana. Pero, incluso en este caso, ¿qué decía, cómo hablaba la gente? Supongo que lo recuerdas…

Pues no, mi memoria acuña mal sus monedas.

Vale, vale, muy borgiano te veo. Pues la gente decía Alemania Occidental y Alemania Oriental. També dicen el Reino Unido y los Estados Unidos (de América), pero porque es el nombre oficial de estos países y, sobre todo, porque es la única manera no excluyente de designar un conjunto de entidades políticas y territorios como son Inglaterra, Gales, Escocia, Irlanda del Norte y, creo, las Islas Normandas, de una parte, y el conjunto de los estados de la Unión con capital en Washington, de otra. 

En síntesis…

Creo que no ganamos nada políticamente diciendo o escribiendo "Estado español" en lugar de "España".

Tal vez una cosa, lo que siempre hemos pretendido: hablar o referirnos al carácter diverso, no uniforme, de este país de países, además de las prevenciones sobre la palabra “España” por el uso que la derecha reaccionaria y fascista ha hecho de ella. 

Si lo que se quiere, como yo también creo, es dar a entender que hay una realidad jurídico-política respecto de la cual tenemos reservas...

Serias reservas…

De acuerdo, como quieras. Si esa es la cuestión, tanto da llamarla Estado español como llamarla España.

¿Por qué?

Porque las dos denominaciones tienen como única "extensión", como referencia, diría tu amado Frege, esta entidad respecto de la que, suponemos, tenemos reservas (en diversos grados, desde las posiciones independentistas, que yo no comparto y creo que tú tampoco, hasta las federalistas). No se gana nada políticamente…

Sí, si eres independentista.

Efectivamente. Pero ellos jamás hablan o hablarían del Estado catalán sino de Cataluña. En su caso, tendría tal vez sentido porque, en su caso, quizá signifique que España es un territorio que no incluye físicamente Cataluña y que sólo por imposición de los Reyes Católicos...

De Castilla y Aragón.

Exacto, de Aragón también. Sólo por su imposición, la de los Austrias, la de los Borbones, etc, forma parte Cataluña de una entidad meramente jurídica llamada "Estado español".

Pero se pierde lingüísticamente porque se habla impropiamente cuando se aplica al territorio, e incluso cuando se hace referencia a la entidad jurídica, porque el nombre propio de esta es "Reino de España".

De lo que infieres…

Pues que, hablando rigurosamente, cuando alguien utiliza la expresión "Estado español" cabe entender una de estas dos cosas: que la persona que habla así es independentista, o que no lo es y se expresa de manera imprecisa o impropia.

Todos lo hemos hecho alguna vez o muchas veces.

Ya, ya, pero podemos mejorar nuestra forma de hablar. ¿No te parece? El lenguaje que usamos dista de ser un tema secundario.

Entonces debemos decir España…  

La expresión Estado español ha hecho fortuna y se seguirá utilizando masivamente. Pues muy bien. Que cada usuario del término elija el miembro de la alternativa precedente que más le guste. Yo, por supuesto, diré España añadiendo tal vez, no el término Sefarad, que es lo que haces tú y que a mi me parece un poco o un mucho esotérico, sino el adjetivo "actual", que designa una situación de hecho, pero admitiendo, por supuesto, la posibilidad de su cambio.

De hecho casi todos los nombres de países actuales son conceptos geográficos elevados a políticos. 

Exacto. Pero conservan el significado geográfico, que es lo que permite hablar de ellos como entidades físicas y no meramente políticas. Y España, se quiera o no, tiene siglos de antigüedad como concepto geográfico (que incluye Cataluña). Incluso los Estados Unidos -¡con artículo, digan lo que digan los petimetres de El País!-, cuyo nombre oficial incluye "América" (denominación que utilizan habitualmente los propios "estadounidenses", sin más), y el Reino Unido (¡también con artículo!), cuyo nombre completo contiene geografía a tope: "El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte".

Luego están los conceptos políticos (Unión Europea) que están logrando confundirse terminológicamente con los geográficos (Europa).

Por cierto, ¿puedo hacer una recomendación?

Puedes.

La recomendación: La construcción de la realidad social, de John R. Searle

En Paidós creo.

Crees bien.

Eres un searlista… Yo tenía entendido que eras un marxista-comunista democrático.

¿Hay que admitir y amar sólo a Mozart? A mí me interesa también, entre otras muchas posibilidades, la música de Bach y Beethoven por ejemplo. ¿Pasa algo?

No, por supuesto. “Las mil caras del realismo”, escribió Putnam; las cien caras de Miguel Candel digo yo ahora…

Cambio de tercio. ¿Y qué pasa con el derecho de autodeterminación y su vindicación no sólo por sectores de la izquierda catalana sino de otros lugares… de la España actual?

Parece bueno, en principio, que una parte de la izquierda transibérica , la del otro lado del Ebro como dicen ahora, vea con tanta simpatía el derecho de autodeterminación. Lo que no parece tan bueno es que identifique su ejercicio con lo que AQUÍ Y AHORA nos proponen diversos partidos catalanes de base mayoritariamente burguesa y pequeño-burguesa.

¿Qué proponen?

Una consulta (no hablo del sucedáneo que se anunció para el 9-N, sino de la inicialmente convocada y cautelarmente suspendida por el TC) en la que la pregunta es (reconocido por algunos de los partidos promotores)...

Las CUP por ejemplo.

Por ejemplo. Pregunta, decía, en gran parte ambigua, que no precisa qué mayorías se considerarán representativas de la voluntad de los habitantes de Cataluña (me niego a hablar aquí de "pueblo", esa entidad abstracta de sesgo romántico que se suele presentar como sujeto de derechos, cuando los únicos sujetos reales son los ciudadanos individuales, por más que su individualidad esté determinada en parte por valores compartidos), convocada además por una institución, la Generalitat, que en ningún momento ha dado pruebas (sino todo lo contrario) de la necesaria neutralidad institucional ante las opciones que se someten a votación. Respecto de las mayorías que se considerarían válidas, ¿piensan acaso los promotores de la consulta que bastaría una mayoría simple de votos Sí-Sí frente a los votos Sí-No, sin tener en cuenta los votos No de entrada, o bien habría que considerar la suma de éstos con los votos Sí-No como posición contraria a la independencia? (Algunas voces insinúan que los votos No de entrada no entrarían en el cómputo final si son minoría frente a la suma de los demás...)

Pero en cuanto al derecho de autodeterminación.

En aras de esa cosa tan rara (por olvidada) que es "el análisis concreto de la realidad concreta", ya viene siendo hora de reconocer que la izquierda, justamente acusada tantas veces de ideologismo (aunque poco tenga que envidiar en este punto al ideologismo de las fuerzas conservadoras), se ha dejado llevar por la inercia (es decir, por la pereza mental) al atribuir valor universal e intemporal al "derecho de autodeterminación".

¿No lo tiene?

No es sólo que la jurisprudencia acumulada en el seno de las Naciones Unidas haya venido acotando sistemáticamente ese derecho en un marco de supuestos tales como la existencia de situaciones de dominio colonial o privación de los derechos civiles básicos (los reconocidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 10 de diciembre de 1948),

Supuestos que no se dan en el caso de Cataluña.

Es de toda evidencia. No sólo es eso, decía, sino que el origen de la proclamación de ese derecho, hecha al alimón por el presidente norteamericano Wilson y por un tal Vladímir Ilich Ulianov… ¿Te suena el nombre?

Me suena, me suena.

Esa vindicación se sitúa en el muy particular contexto del hundimiento, como consecuencia de la Primera Guerra Mundial, de diversos imperios (considerados "cárceles de pueblos"), como el otomano, el ruso y el austro-húngaro. En aquellas circunstancias se daban todos los ingredientes que las Naciones Unidas consideran necesarios para que se pueda reivindicar el derecho de "autodeterminación" (en el lenguaje de las Naciones Unidas, "libre determinación").

¿Algo más desde esa perspectiva histórica?

Sí, algo más e importante. Da la "casualidad" de que, por lo que hace al menos al imperio otomano y al austro-húngaro, su fragmentación permitió que otros imperios, como el británico, lograran presencia o influencia en algunos de los países o territorios resultantes del proceso. Es decir, "casualmente", el proceso resulta favorable para los vencedores y, cuando no lo es, se coarta: Austria votó en referéndum su anexión a Alemania y los aliados la impidieron (Hitler pretextaría luego ese hecho para justificar el "Anschluss"). Algo parecido cabe decir de la reciente descomposición de Yugoslavia

Alentada con entusiasmo por Alemania y los Estados Unidos 

Exacto. Hasta el punto de que ante lo descarado de algunos de esos procesos, las Naciones Unidas no han reconocido, por ejemplo, la independencia de Kósovo. Atribuir al derecho de autodeterminación un carácter universal e irrestricto podría llevar (ya se ha dicho en más de una ocasión) a la sacralización de la atomización social (la "república independiente de mi casa").

Y entonces…

Un paso previo al planteamiento de un proceso de secesión en cualquier entidad territorial… porque, se diga lo que se diga, de segregar jurídicamente territorios es, en último término, de lo que se trata (de ahí que quepa perfectamente criticar a gentes preocupadas por encima de todo por las fronteras nacionales y poco o nada por las fronteras de clase y democráticas), el paso previo, decía, es determinar el perfil y volumen de la población que siente vulnerados sus derechos hasta el extremo de exigir un proceso de autodeterminación.

¿Por qué no te suelen gustar las referencias al “pueblo catalán”?

Porque se suelen referir con frecuencia al poble català como si se tratara de un ente omnicomprensivo, homogéneo, compacto y monocolor. Y no es el caso. Tampoco me gusta hablar del “pueblo español”, por cierto. Son expresiones cómodas pero peligrosamente equívocas y susceptibles de manipulación y de toda suerte de errores “categoriales” (confusión de niveles ontológicos diferentes).

Te he oído hablar bien en ocasiones de la propuesta de Miquel Iceta, del PSC.

De Iceta, sí. El PSC tiene muchas voces distintas y enfrentadas. Una consulta con una pregunta del tipo de la propuesta por Miquel Iceta sería perfectamente razonable y difícilmente recurrible por el gobierno central. Pero parece que en este país es norma descalificar las propuestas no en función de lo que se propone sino de quién las propone.

Como Iceta es del PSC, entonces su propuesta estaría automáticamente desautorizada...

Exacto. La pregunta que el propone es algo así como: “¿Quiere que el Govern negocie con las instituciones del Estado un acuerdo que garantice el carácter nacional de Cataluña, un pacto fiscal solidario y el blindaje de las competencias en lengua y cultura?” Yo ahí matizaría que lo del "blindaje" tendría que ser bidireccional.

¿Y qué es esa bidireccionalidad?

Que la Generalitat tenga plenas competencias en materia lingüística, pero que la enseñanza del y en castellano quede garantizada en términos tales que no supongan desigualdad en el conocimiento de ambas lenguas por todos los ciudadanos y ciudadanas de Cataluña (no sólo como reconocimiento del derecho de los niños de lengua materna castellana a alcanzar un alto nivel de conocimiento de su lengua, sino también como garantía de que no se privará de ese grado de formación a los niños de lengua materna catalana (que hoy por hoy, en muchos pueblos de la Cataluña profunda y no tan profunda están llegando a la edad adulta con un bajísimo nivel de castellano. En todo caso, eso de los "blindajes" no tiene por qué aparecer en la pregunta, pues debe ser parte de la negociación del acuerdo al que se alude. Y no creo que quepan dudas de que todo eso sólo cabe en un proceso constituyente.

¿En toda la España actual?

En toda la España actual. Una respuesta afirmativa ampliamente mayoritaria a esa pregunta en Cataluña (me atrevo a pronosticar una mayoría de dos tercios, como mínimo), sin necesidad de crear resquemores en la mayoría de la población española, supondría en cambio una fuerte presión democrática a favor de dicho proceso constituyente. En cualquier caso, yerran profundamente los compañeros de izquierda que creen que el único camino democráticamente transitable hacia la reforma progresista de la Constitución es precisamente la "vía catalana" abierta por la ANC y pavimentada por CiU y ERC. 

¿Yerran de mucho?

De mucho.
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(*) Inciso mío: 

Os Lusiadas, canto primeiro, estrofa 31, y no es la única. Para el poeta, la palabra España, aún entonces, estaba ausente de sentido nacionalista. Sentimiento que sí tenía para él, entonces, Portugal.

Ouvido tinha aos Fados que viria
 Uma gente fortíssima de Espanha
 Pelo mar alto, a qual sujeitaria
 Da índia tudo quanto Dóris banha, 
E com novas vitórias venceria
 A fama antiga, ou sua, ou fosse estranha. 
Altamente lhe dói perder a glória, 
De que Nisa celebra inda a memória.