jueves, 30 de enero de 2014

Otra hegemonía es necesaria

Con ecos de Jacques Monod, José María Alfaya, en el último número de Mundo Obrero, escribe con la afilada punta de su cálamo "contra el azar y la banalidad". El azar lo representan los felizmente frustrados juegos de Eurovegas; la banalidad, el pantano cultural en que chapoteamos penosamente.

Pero el motivo de esta pincelada es la cita que encabeza su escrito, clarísima delimitación del concepto de hegemonía, que en estos tiempos de azarosa banalidad (des)informativa se hace imprescindible, llamando a una dura lucha ideológica que nunca se debe dar por perdida.

Solamente se logrará la hegemonía, necesaria para esos grandes cambios ya imprescindibles, si hacemos llegar a la mayoría ideas que en el fondo son muy sencillas y fáciles de entender. La primera, el propio concepto de hegemonía.


"El poder de las clases dominantes sobre el proletariado y todas las clases sometidas en el modo de producción capitalista, no está dado simplemente por el control de los aparatos represivos del Estado, pues si así lo fuera dicho poder sería relativamente fácil de derrocar (bastaría oponerle una fuerza armada equivalente o superior que trabajara para el proletariado); dicho poder está dado fundamentalmente por la "hegemonía" cultural que las clases dominantes logran ejercer sobre las clases sometidas, a través del control del sistema educativo, de las instituciones religiosas y de los medios de comunicación. A través de estos medios, las clases dominantes "educan" a los dominados para que estos vivan su sometimiento y la supremacía de las primeras como algo natural y conveniente, inhibiendo así su potencialidad revolucionaria. Así, por ejemplo, en nombre de la "nación" o de la "patria", las clases dominantes generan en el pueblo el sentimiento de identidad con aquellas, de unión sagrada con los explotadores, en contra de un enemigo exterior y en favor de un supuesto "destino nacional". Se conforma así un "bloque hegemónico" que amalgama a todas las clases sociales en torno a un proyecto burgués."

Antonio Gramsci

Pepe Mujica en La Habana

El presidente de Uruguay dirigió este memorable discurso al plenario de la CELAC, reunido en la capital de Cuba.

Pero no es un discurso para presidentes, ni siquiera para los pueblos allí representados. Como suele ocurrir en las intervenciones de este imprescindible Ser Humano, debe resonar en la conciencia de cada uno.

Ecología Política, con Mayúsculas.

Nada dirán nuestros escuálidos medios de desinformación.

Sirven para otras cosas...

Repensar el uso de metales frente al modelo extractivista

La página donde se publicó esto se llama sursiendo.com. Entiendo que, de acuerdo con la pronunciación más común en el español meridional, sea peninsular, canario o americano, se juega con la indiferenciación de los fonemas /θ/ y /s/.

Pero el nombre va más allá, reafirmando de que "el Sur también existe". Sur siendo y también zurciendo, esto es, "cosiendo la rotura de una tela, juntando los pedazos".

Y la tela en cuestión es todo un planeta...

¡Tela marinera!






Zurciendo hilos sueltos
Gran parte de nuestras vidas modernas están rodeadas de metales. Su extracción acarrea problemas sociales y ambientales. Sin embargo hay proyectos, actividades y propuestas que sin negar su uso, los utilizan de una manera más amigable.


Hace unas pocas semanas asistimos a un taller técnico sobre los impactos de la minería metálica en la salud y el ambiente. Entre algunos de esos datos que compartiremos hubo uno, que sin cifras y sin mucha necesidad de una investigación exhaustiva, salta a la vista: casi no existen actividades modernas que no usen metales y minerales de manera directa o indirecta.

El modelo extractivista actual, en todas sus facetas, atenta contra los bienes comunes. El caso de la minería metálica, ese “motor de desarrollo” en boca de gobiernos liberales y progresistas, es una de las actividades más devastadoras por sus consecuencias sociales y ambientales. Y América Latina es el primer productor de metales del mundo. De todos ellos los más codiciados son el oro y la plata. Para su extracción hoy cerca del 90% se hace a cielo abierto contaminando aguas superficiales y subterráneas pero también suelos y aire. ¿Y para qué lo usamos? En el caso del oro solo cerca del 10% de lo extraído se usa en tecnología, lo demás: el 40% en joyería y el 50% restante en inversiones. Sale del subsuelo de territorios y ecosistemas vivos para ir a parar al subsuelo de territorios financieros: los bancos. El porcentaje de reciclaje de estos metales es ínfimo, comparado con su extracción. El capitalismo tiene sed de acumulación.

Según afirman, con la extracción de éstos y otros metales se produce además otro desbalance: “los países industriales consumen el 70% de la producción anual de los nueve minerales mas importantes. Estados Unidos, Canadá, Australia, Japón y Europa Occidental, que tienen el 15% de la población mundial, consumen el 61% del aluminio, el 60% del plomo, el 59% del cobre y el 49% del acero”.

En Los perversos versos ¿Puede ser sustentable la minería? se dice que “el examen de la minería industrial de los últimos años alrededor del planeta evidencia un sinnúmero de daños y destrucciones múltiples e irreversibles de la Naturaleza (…) En el ámbito económico la situación tampoco es mejor. Los países cuyas exportaciones dependen fundamentalmente de recursos minerales o petroleros son económicamente subdesarrollados.” O sea, ni sustentable, ni desarrollo, ni nada de nada. La investigación apunta más datos y aunque haya sido realizada desde Ecuador lo cierto es que las historias se repiten en otros lugares: enfermedades, dependencia, ruptura de tejido social, corrupción, migración, criminalización y todo lo demás que una situación así trae aparejada…

Para quienes gustan decir: “estás en contra de la minería, pero no dejas de usar una computadora”, se puede decir que es cierto, nuestras vidas modernas usan metales y minerales, pero en contra de lo que nos quieren hacer creer, el mayor consumo que se hace de ellos es el industrial y el armamentístico. Por eso, no se trata de estar contra el uso de metales y minerales sino contra el modelo que lo sustenta. Aún así, desde lo individual podemos repensar algunas prácticas.

Deshacer el discurso de la obsolescencia programada 
Hace un par de semanas compartíamos una nota en la se alertaba que la basura tecnológica se está convirtiendo en un crescendo insostenible y ponzoñoso. En las grandes ciudades sólo 11% del material electrónico generado se recicla y en muchos casos esos “aparatos electrónicos, (‘obsoletos’ pero funcionales…), llenos de metales” terminan en el fondo de un armario. Basado en esto, el proyecto Cámara Shuar de Ecuador está pidiendo apoyos en “especies” para desarrollar su plan. El llamado es a reciclar los aparatos electrónicos que duermen en el armario, y apoyar la lucha del pueblo Shuar contra las minas a cielo abierto y la extracción de petróleo. Se busca dar una nueva vida a esos aparatos que serán utilizados en el proyecto de difusión audiovisual que la propia comunidad hará como parte de la “defensa de los territorios habitados y así denunciar la futura extracción de otros metales que finalmente irán a atiborrar otros armarios polvorientos, cuando los aparatos que éstos metales ayudaron a crear se vuelvan obsoletos por la programación del marketing”.

En las primeras economías del mundo se pueden encontrar muchos recipientes para arrojar chatarra electrónica que supuestamente será reciclada. Sin embargo las más de las veces esos aparatos terminan en basureros de países lejanos, como Ghana, al cual llegan bajo el nuevo negocio de la cooperación al desarrollo y “teniendo en cuenta que solamente una cuarta parte de los productos electrónicos pueden ser reutilizados, gran parte de ellos terminan en los almacenes de tiendas de segunda mano de la región. El resto son simplemente residuos y acaban sus días en Agbogbloshie el mayor vertedero de Ghana”. Quizás haya alguien que piense “no deberían permitirlo” o “deberían tener una ley que lo prohíba”. Lo cierto es que la propia “Unión Europea dispone de leyes que prohíben la exportación de residuos peligrosos, pero encubiertos como bienes de segunda mano o incluso donaciones, consiguen burlar las barreras legales y llegar a puerto. En Estados Unidos no existe normativa que prohíba la exportación de residuos electrónicos”.

Una vez más todo lo que el capitalismo toca es negocio… Ni sustentable, ni amigable, ni nada que se parezca. Simple y llano negocio. Los pronósticos no parecen mostrar un horizonte alentador; según predicciones la cantidad de basura electrónica en el mundo aumentará 33% en 5 años.

El Estado de Derecho, muchos derechos y ninguna obligación
A pesar de la cantidad de casos conocidos y denunciados de comunidades y poblaciones enteras que se han visto afectadas por la extracción de oro, plata o coltán (por mencionar solo algunos) las empresas siguen mutando sus discursos y contando con las leyes necesarias para contaminar legalmente. Probar que una minera ha destruido el ecosistema de una región donde se ha emplazado y que sus habitantes están sufriendo enfermedades incurables es misión (casi) imposible. Se necesitan “datos duros” que muchas veces no están al alcance de las comunidades. A la luz de estas realidades la ONG Source International brinda soporte técnico-científico de alto nivel y de manera gratuita para que comunidades afectadas por estas actividades “puedan evaluar los daños a sus recursos y promover acciones reparatorias”. Sin duda es de suma importancia que la ciencia se ponga al servicio de las comunidades para poder pelear en el terreno de lo legal.
Sin embargo, como nos recuerdan Sacher y Acosta “la industria minera mundial no está sujeta a ningún marco legal internacional. A lo sumo ésta se compromete, siempre de manera voluntaria, a regular sus actividades a través de la firma de numerosos convenios”. Una vez más el llamado es entonces a hacernos responsables de los que consumimos, a ejercer nuestra libertad de mercado en mercados locales -cuando se pueda- y en mercados justos. Aún así, es importante que nuestras acciones sean preventivas, detenerlos antes de que se instalen en los territorios y los destruyan, tomar conciencia de lo que nuestras pequeñas acciones, unidas, pueden hacer.

Los impactos de las actividades del modelo extractivista minero en las comunidades y el ambiente se empiezan a ver incluso antes de que suenen las primeras explosiones que harán volar por los aires las rocas de nuestras montañas. Desde la etapa de exploración hay compra de voluntades, se realiza tendido de carreteras (que facilitan actividades de caza y tala masivas) y destrucción de capa forestal además de provocar fragmentación del hábitat natural, la cual es la principal causa de desaparición de especies de plantas y animales. A (no tan) largo plazo las actividades mineras (y petroleras) pueden acelerar o producir terremotos ya que el subsuelo es vaciado y se rompe el equilibrio de las capas tectónicas sobre las que están nuestros continentes.

A corto plazo, uno de los grandes problemas de la actividad minera son las rocas de desechos. Para llegar al lugar donde hay una “concentración rentable” de los metales que se desean extraer hay que deshacerse de lo que está arriba. Todas esas rocas que antes veíamos en forma de bonitas montañas y “no sirven”, ahora se transformarán en montañas de basura que liberarán los metales pesados almacenados en ellas al aire, agua y suelos. Estos desechos provocan drenaje ácido, una contaminación que puede llegar a durar, sin exagerar, miles de años. La mina Iron Mountain en California cerró en 1963 pero seguirá contaminando el río Sacramento con drenaje ácido por otros 3 mil años más.

¿Esto significa que queremos volver a la Edad de Piedra
Es claro, la exageración siempre ha sido una gran herramienta de marketing que funciona con quienes no están familiarizados con el tema. No se está hablando de volver a la Edad de Piedra.

Las propuestas que pretenden una reducción del consumo, el gran pecado capital(ista), son muchas y diversas, pero en el fondo todas abogan por consumir solo lo que necesitamos. Así por ejemplo nos encontramos con aparatos eléctricos y electrónicos que parecen dar batalla una y otra vez; otros en cambio parecen querer tirar la toalla al primer golpecito. El problema no es consumir cosas sino la cantidad de cosas que consumimos y el desinterés por intentar encontrar una solución al problema, antes de deshacernos de ellas.

Pero vayamos más allá. Ya lo hicimos todo: redujimos, reutilizamos, reparamos y reciclamos (o donamos para el reciclaje) y aún así necesitamos un aparato nuevo de reemplazo al actual. ¿Cómo hacer un consumo responsable de las tecnologías?

Hace no mucho tiempo compartíamos la noticia de que se presentó la primera computadora portátil verdaderamente libre, un aparato desarrollado por Gluglug, una compañía británica que se encarga de modificar viejos portátiles de Lenovo ocupándose de liberar su software pero también su hardware, para obtener así computadoras con mayor durabilidad. Al día de hoy “estos portátiles son famosos entre administradores por ser especialmente confiables y duraderos”. También hay una alternativa si lo que se necesita es un nuevo teléfono móvil. Se llama FairPhone y es “un smartphone diseñado y producido con el mínimo daño a la gente y el planeta” controlando toda la cadena de fabricación. Además sus prototipos están disponibles en open source, lo que lo hace un proyecto replicable. Por eso para algunos éste es un teléfono móvil libre y solidario. Hay otra propuesta, resonante: la de este hindú que crea una nevera que funciona sin electricidad. Y en realidad hay cada vez más diseñadores industriales, arquitectos o técnicos interesados e interesadas en (re)crear alternativas menos agresivas e igual de cómodas para nuestras vidas.

¿Y qué pasaría si soy yo, en primera persona, quien quiere aprender/enseñar estas cosas? En Oaxaca un día, un grupo de amigos interesados en compartir experiencias y conocimientos en tecnologías e informática libre, decidieron crear Min, un proyecto de reciclaje de basura electrónica y donación de equipos de cómputo a escuelas de zonas marginadas del Estado. No solo reciben cualquier aparato “que se conecte a la electricidad” sino que están abiertos a enseñar lo que saben a otras personas deseosas de aprenderlo. De hecho sus materiales y documentos están en linea para ser descargados. Porque, como ellos mismos dicen: “trabajamos por hacer de la tecnología algo accesible para todos. Nuestra visión de la tecnología está enfocada en la solución de problemas de la humanidad de forma responsable con la sociedad y con nuestra madre naturaleza”.

¿Cuántas cosas poseemos? Vivimos en el mundo de la obsolescencia programada y sin embargo vemos que hay alternativas. Elegirlas depende de cada una y cada uno de nosotros. Consumir menos no es sinónimo de no consumir nada, sino de hacernos responsables de lo que compramos. O de lo que podemos intercambiar: la web Nolotiro, te lo regalo (sin condiciones) recoge datos reales, de personas que han elegido no tirar lo que ya no les sirve, lo ponen en esta vidriera digital para que otras personas puedan llevárselo y prolongar su vida útil.

Los mercados y la economía no son nuevos. Existen desde que la humanidad tiene formas de relación más o menos complejas. Pero hay economías y mercados más allá del capitalismo, muchas personas están ya hoy intentando construir otro tipo de relaciones comerciales, para vivir algunas posibles salidas del laberinto del desarrollo capitalista.

miércoles, 29 de enero de 2014

« A las Izquierdas de Europa y del Mundo »

La etiqueta  "¿Y ahora qué hacer...?" es, dentro de este blog, una de las menos productivas. Indeciso soy como pocos y perplejo como muchos, y estos tiempos de bifurcaciones inciertas me traen la pregunta a primer plano. No así las respuestas tranquilizadoras.

Tiempos de desasosiego. El presente es como un punto de observación sobre un paisaje nebuloso. A veces imaginamos ante nosotros una llanura interminable, un valle prometedor, una empinada cuesta. Otras, un abismo.

A los creyentes en la providencia (cada uno en la suya particular) les basta seguir el repertorio de su fe. Todas las religiones tienen un Ser Supremo, que ordena lo que hay que hacer. No importa si es un Señor barbudo, un Ser intangible o un Fetiche monetario. La confianza en Él es señal de Salvación. Individual, por más señas. En medio del Armagedón podrá cada uno estar seguro de su salvación, si sigue las reglas.

Son los despojados de ese colchón salvífico quienes se plantean un qué hacer más allá de seguir a su pastor. Antes y después de Lenin, es la pregunta que se han hecho siempre quienes buscan una salvación más allá de lo puramente personal, sin un libreto escrito, pero sabiendo que sus actos determinarán en gran medida el futuro.

El reciente IV Congreso del Partido de la Izquierda Europea ha vuelto a plantear la gran pregunta, cuando una parte importante de la izquierda no sabe "qué hacer".

Sin ofrecer soluciones mágicas, el vicepresidente boliviano dirigió al congreso este discurso, en el que señala unas cuantas ideas básicas (cuatro criterios interpretativos y cinco sugerencias para la acción), que actualizan análisis un tanto anquilosados y proponen proyectos a compartir, a la imprescindible escala planetaria.

Y una nueva fe. Fe en nosotros mismos. Que no es la de los que esperan al supremo salvador en las figuras de dioses, reyes o tribunos...



« A las Izquierdas de Europa y del Mundo »


El IV Congreso del Partido de la Izquierda Europea (PIE) reunió 30 formaciones de izquierdas europeas en Madrid entre el 13 y el 15 de diciembre, en busca de un discurso para unificar estrategias frente a las políticas de austeridad y de sumisión de Bruselas al dictado de los mercados. Este fue el discurso del invitado Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Alvaro García Linera :


Muy buenas tardes a todos ustedes.

Permítanme celebrar este encuentro de la Izquierda europea y en nombre de nuestro Presidente Evo, en nombre de mi país, de nuestro pueblo, agradecer la invitación que nos han hecho, para compartir un conjunto de ideas, de reflexiones en este tan importante congreso de la Izquierda Europea...

Permítanme ser directo, franco... pero también pro positivo.

¿Qué vemos desde afuera de Europa? Vemos una Europa que languidece, una Europa abatida, una Europa ensimismada y satisfecha de sí misma, hasta cierto punto, apática y cansada. Sé que son palabras muy feas y muy duras, pero así lo vemos. Atrás ha quedado la Europa de las luces, de las revueltas, de las revoluciones. Atrás, muy atrás ha quedado la Europa de los grandes universalismos que movieron al mundo, que enriquecieron al mundo, y que empujaron a los pueblos de muchas partes del mundo, a adquirir una esperanza y movilizarse en torno a esa esperanza.

Atrás han quedado los grandes retos intelectuales. Esa interpretación que hacían y que hacen los post modernistas de que se acabaron los grandes relatos, a la luz de los últimos acontecimientos, parce ser, que lo único que encubre, son los grandes negociados de las corporaciones y del sistema financiero.

No es el pueblo europeo el que ha perdido la virtud, ni ha perdido la esperanza, porque la Europa a la que me refiero, cansada, la Europa agotada, la Europa ensimismada, no es la Europa de los pueblos, es ésta silenciada, encerrada, asfixiada. Y la única Europa que vemos en el mundo, es la Europa de los grandes consorcios empresariales, la Europa neoliberal, la Europa de los grandes negociados financieros, la Europa de los mercados y no la Europa del trabajo.

Carente de grandes dilemas, horizontes y esperanzas, sólo se oye —parafraseando a Montesquieu— sólo se oye el lamentable ruido de las pequeñas ambiciones y de los grandes apetitos.

Unas democracias sin esperanza y sin fe, son democracias derrotadas. Unas democracias sin esperanza y sin fe, son democracias fosilizadas. En sentido estricto, no son democracias. No hay democracia válida que sea simplemente un apego, aburrido a instituciones fósiles con las que se cumplen rituales cada tres, cada cuatro o cada cinco años, para elegir a los que vendrán a decidir de mala manera sobre nuestros destinos. Todos sabemos, y en izquierda más o menos compartimos, un pensamiento común de cómo hemos llegado a semejante situación. Los estudiosos, los académicos, los debates políticos brindan un conjunto de ejes interpretativos de lo mal que estamos y de cómo hemos llegado ahí. Un primer criterio compartido, de ¿cómo hemos llegado a esta situación?, es que entendemos que el capitalismo ha adquirido –no cabe duda- una medida geopolítica planetaria absoluta. El mundo entero se ha redondeado. Y el mundo entero deviene un gran taller mundial. Una radio, un televisor, un teléfono, ya no tiene un origen de creación, sino que el mundo entero se ha convertido en el origen de creación. Un chip se hace en México, el diseño se hace en Alemania, la materia prima es latinoamericana, los trabajadores son asiáticos, el empaque es norteamericano, y la venta es planetaria.

Esta es una característica del moderno capitalismo -no cabe duda- y es a partir de ello que uno tiene que tomar acciones.

Una segunda característica de los últimos veinte años, es una especie de regreso a una acumulación primitiva perpetua. Los textos de Karl Marx, que retrataba el origen del capitalismo en el siglo XVI, XVII, hoy se repiten y son textos del siglo XXI. Tenemos una permanente acumulación originaria que reproduce mecanismos de esclavitud, mecanismos de subordinación, de precariedad, de fragmentación, que lo retrató, excepcionalmente Carlos Marx. Solo que el capitalismo moderno reactualiza la acumulación originaria. La reactualiza, la expande, la irradia a otros territorios para extraer más recursos y más dinero. Pero junto con esta acumulación primitiva perpetua – que va definir las características de las clases sociales contemporáneas, tanto en nuestros países como en el mundo, porque reorganiza la división del trabajo local, territorialmente, y la división del trabajo planetario-. Junto con eso tenemos una especie de neo acumulación por expropiación. Tenemos un capitalismo depredador, que acumula, en muchos casos produciendo en la aéreas estratégicas : conocimiento, telecomunicaciones, biotecnología, industria automovilística, pero en muchos de nuestros países, acumula por expropiación. Es decir, ocupando los espacios comunes : biodiversidad, agua, conocimientos ancestrales, bosques, recursos naturales… Esta es una acumulación por expropiación -no por generación de riqueza- sino por expropiación de riqueza común, que deviene en riqueza privada. Esa es la lógica neoliberal. Si criticamos tanto al neoliberalismo, es por su lógica depredatoria, y parasitaria. Más que un generador de riquezas, más que un desarrollador de fuerzas productivas, el neoliberalismo es un expropiador de fuerzas productivas capitalistas y no capitalistas, colectivas, locales, de sociedades.

Pero también la tercera característica de la economía moderna, no es solamente acumulación primitiva perpetua, acumulación por expropiación, sino también por subordinación – Marx diría subsunción real del conocimiento y la ciencia a la acumulación capitalista-. Lo que algunos sociólogos llaman sociedad del conocimiento. No cabe duda, esa son las aéreas más potentes y de mayor despliegue de las capacidades productivas de la sociedad moderna.

Pero también la cuarta característica y cada vez más conflictiva y riesgosa, es el proceso de subsunción real del sistema integral de la vida del planeta. Es decir de los procesos metabólicos entre los seres humanos y la naturaleza.

Estas cuatro características del moderno capitalismo, redefinen la geopolítica del capital a escala planetaria, redefinen la composición de clase de las sociedades, redefinen la composición de clase y de las clases sociales en el planeta.

No solamente está la externalización a las extremidades del cuerpo capitalista de la clase obrera tradicional, clase obrera que vimos urgir en el siglo XIX y principio del siglo XX que ahora se transfiere a las zonas periféricas, Brasil, México, China, la India, Filipinas, sino que también surge, en las sociedades más desarrolladas, un nuevo tipo de proletariado. Un nuevo tipo de clase trabajadora. La clase trabajadora de cuello blanco. Profesores, investigadores, científicos, analistas, que no se ven a sí mismos como clase trabajadora, se ven a sí mismo como pequeños empresarios seguramente, pero que en el fondo constituyen una nueva composición social de la clase obrera, del principio del siglo XXI. Pero a la vez también tenemos una creación de lo que podríamos denominar- en el mundo, un proletariado difuso. Sociedades y naciones no capitalistas, que son subsumidas formalmente a la acumulación capitalista. América Latina, Africa, Asia, hablamos de sociedades y de naciones no estrictamente capitalistas, pero en el conjunto aparecen subsumidas y articuladas como formas de proletarización difusa. No solamente por su cualidad económica, sino por las propias características de unificación fragmentada, o de difícil fragmentación, por su dispersión territorial.

Tenemos entonces, no solamente una nueva modalidad de la expansión de la acumulación capitalista, sino que también tenemos un reacomodo de las clases y del proletariado y de las clases no proletarias en el mundo. El mundo hoy es más conflictivo. El mundo hay esta más proletarizado, solamente que las formas de proletarización, son distintas a las que conocimos en el siglo XIX, principio del siglo XX. Y las formas de proletarización de estos proletarios difusos, de estos proletarios de cuello blanco, no toman necesariamente la forma de sindicato. La forma sindicato a perdido su centralidad, en algunos países, y surgen otras formas de unificación de lo popular, de lo laboral, de lo obrero. ¿Qué hacer? -la vieja pregunta de Lenin- … ¿Qué hacemos? … Compartimos definiciones de lo que está mal, compartimos definiciones de lo que está cambiando en el mundo, y frente a estos cambios no podemos responder -o mejor- las respuestas que teníamos antes son insuficientes, si no, no estaría gobernando la derecha, acá en Europa. Algo ha faltado y algo está faltando a nuestras respuestas. Algo está faltando a nuestras propuestas. Permítanme, de manera modesta, hacer cinco sugerencias en esta construcción colectiva del quehacer que asume la izquierda europea.

La izquierda europea no puede contentarse con el diagnóstico y la denuncia. El diagnóstico y la denuncia sirve para generar indignación moral y es importante la expansión de la indignación moral, pero no genera voluntad de poder. La denuncia no es una voluntad de poder. Puede ser la antesala de una voluntad de poder, pero no es la voluntad de poder. La izquierda europea, la izquierda mundial, a esta vorágine depredadora de naturaleza y de ser humano, destructivo, que lleva adelante el capitalismo contemporáneo, tiene que aparecer con propuestas o iniciativas. La izquierda europea, y las izquierdas de todas las partes del mundo, tenemos que construir un nuevo sentido común. En el fondo, la lucha política es una lucha por el sentido común. Por el conjunto de juicios y de prejuicios. Por la forma en cómo de manera simple la gente : el joven estudiante, el profesional, la vendedora, el trabajador, el obrero, ordena el mundo. Ese es el, sentido común. La concepción del mundo básica, con la que ordenamos la vida cotidiana. La manera de cómo valoramos lo justo y lo injusto, lo deseable y lo posible, lo imposible y lo probable. Y la izquierda –mundial, la izquierda europea- tiene que luchar por un nuevo sentido común, progresista, revolucionario, universalista. Pero es obligatoriamente, un nuevo sentido común.

En segundo lugar, necesitamos recuperar – omo lo hacia el primer expositor de manera brillante- el concepto de democracia. La izquierda siempre ha reivindicado la bandera de la democracia. Es nuestra bandera. Es la bandera de la justicia, de la igualdad, de la participación. Pero para eso tenemos que desprendernos de la concepción de la democracia como un hecho meramente institucional. ¿La democracia son instituciones ? Sí, son instituciones. Pero es mucho más que institución. ¿La democracia es votar cada cuatro o cinco años ? Sí, pero es mucho más que eso. ¿Es elegir el Parlamento ? Sí, pero es mucho más que eso. ¿Es respectar las reglas de la alternancia ? Sí, pero es mucho más que eso. Esa es la manera liberal, fosilizada, de entender la democracia en la que a veces quedamos encerrados. ¿La democracia son valores? Son valores, principios organizativos del entendimiento del mundo : la tolerancia, la pluralidad, la libertad de opinión, la libertad de asociación. Están bien, son principios, son valores, pero no son solamente principios y valores. Son instituciones, pero no son solamente instituciones. La democracia es práctica. La democracia es acción, colectiva. La democracia en el fondo es creciente participación en la administración de los comunes, que tiene una sociedad. Hay democracia si en lo común que tenemos los ciudadanos participamos. Si tenemos como un patrimonio común el agua, entonces democracia es participar en la gestión del agua. Si tenemos como patrimonio común el idioma, la lengua, democracia es la gestión común del idioma. Si tenemos como patrimonio común los bosques, la tierra, el conocimiento, democracia es gestión administración, común. Creciente participación común, en la gestión del bosque, en la gestión del agua, en la gestión del aire, en la gestión de los recursos naturales. Ha de haber democracia -hay democracia- en el sentido vivo, no fosilizado del término, si la población y la izquierda ayuda, participa en una gestión común de los recursos comunes, instituciones, derecho, riquezas.

Los viejos socialistas de los años 70 hablaban que la democracia debería tocar las puertas de las fábricas. Es una buena, idea pero no es suficiente. Debe tocar la puerta de las fábricas, la puerta de los bancos, la puerta de las empresas, la puerta de las instituciones, la puerta de los recursos, la puerta de todo lo que sea común para las personas. Me preguntaba nuestro delegado, de Grecia, me preguntaba sobre el tema del agua. ¿Cómo comenzamos nosotros en Bolivia? Por temas básicos, de sobrevivencia, ¡agua! Y en torno al agua que es una riqueza común, que estaba siendo expropiada, el pueblo llevó adelante una “guerra” y recupero el agua para población, y luego recuperamos no solamente el agua, hicimos otra guerra social y recuperamos el gas y el petróleo y las minas y las telecomunicaciones, y falta mucho más por recuperar. Pero en todo caso este fue el punto de partida, la creciente participación de los ciudadanos de los comunes, de los bienes comunes que tiene una sociedad, una región.

En tercer lugar la izquierda tiene que recuperar también la reivindicación de lo universal, de los idearios universales. De los comunes. La política como bien común, la participación, como una participación en la gestión de los bienes comunes. La recuperación de los comunes como derecho: el derecho al trabajo, el derecho a jubilación, el derecho a la educación, gratuita, el derecho a la salud, el derecho a un aire limpio, el derecho a la protección de la madre tierra, el derecho a la protección de la naturaleza. Son derechos. Pero son universales, son bienes comunes universales frente a los que la izquierda, la izquierda revolucionaria, tiene que plantearse medidas concretas, objetivas y de movilización. Leía, en el periódico, como se estaba utilizando en Europa recursos públicos para salvar bienes privados. Esa es una aberración, estaban utilizando el dinero de los ahorristas europeos para salvar la quiebra de los bancos. Estaban usando lo común para salvar lo privado. ¡El mundo está al revés! Tiene que ser al revés, usar los bienes privados para salvar y ayudar los bienes comunes. No los bienes comunes para salvar los bienes privados. Los bancos tienen que tener un proceso de democratización y de socialización de su gestión. Porque si no los bancos van a acabar por quitar no solamente su trabajo, su casa, su vidas, su esperanza y todo… y esto es algo que no se puede permitir.

Pero también reivindicar –en nuestra propuesta como izquierda- una nueva relación metabólica entre el ser humano y la naturaleza. En Bolivia, por nuestra herencia indígena, llamamos eso una nueva relación entre ser humano y naturaleza. El Presidente Evo dice, la naturaleza puede existir sin el ser humano, el ser humano no puede existir sin naturaleza. Pero, no hay que caer en la lógica de la economía verde, que es una forma hipócrita de ecologismo.

Hay empresas que aparecen ante ustedes los europeos como protectores de la naturaleza y con el aire limpio, pero esas mismas empresas nos llevan a nosotros a la Amazonia, nos llevan a América o a Africa, todos los desperdicios que aquí se generan. Aquí son depredadores o aquí son defensores y allí se vuelven depredadores. Han convertido la naturaleza en otro negocio. Y la preservación radical de la ecología no es un nuevo negocio, ni una nueva lógica empresarial. Hay que restituir una nueva relación. Que es siempre tensa. Porque la riqueza que va satisfacer necesidades requiere transformar la naturaleza y al transformar la naturaleza modificamos su existencia, modificamos el BIOS. Pero al modificar el BIOS, como contra finalidad muchas veces, destruimos al ser humano y también a la naturaleza. Al capitalismo no le importa porque eso es un negocio para él. Pero a nosotros sí, a la izquierda sí, a la humanidad sí, a la Historia de la humanidad si le importa. Necesitamos reivindicar una nueva lógica de relación… no diría armónica, pero si metabólica. Mutuamente beneficiosa, entre entorno vital natural y ser humano. Trabajo, necesidades.

Por último, no cabe duda que necesitamos reivindicar la dimensión heroica de la política. Hegel veía la política en su dimensión heroica. Y siguiendo a Hegel supongo, Gramsci decía, que en las sociedades modernas, la filosofía y un nuevo horizonte de vida, tienen que convertirse en fe, en la sociedad, o solamente puede existir como fe el interior de la sociedad. Esto significa que necesitamos reconstruir la esperanza. Que la izquierda tiene que ser la estructura organizativa, flexible, crecientemente unificada, que sea capaz de rehabilitar la esperanza en la gente. Un nuevo sentido común, una nueva fe –no en el sentido religioso del término- sino una nueva creencia generalizada por la que las personas apuestan heroicamente su tiempo, su esfuerzo, su espacio, su dedicación.

Yo saludo –lo que comentaba mi compañera, cuando nos decía, hoy nos estamos reuniendo 30 organizaciones políticas- ¡Excelente! Quiere decir que es posible reunirse. Que es posible de salir de los espacios estancos. La izquierda tan débil de hoy en Europa, no puede darse el lujo de distanciarse de sus compañeros. Podrá haber diferencias en 10 o 20 puntos, pero coincidimos en 100. Esos 100 que sean los puntos de acuerdo, de cercanía, de trabajo. Y guardemos los otros 20 para después. Somos demasiados débiles como para darnos el lujo de seguir en peleas de capilla y de pequeños feudos, distanciándonos del resto. Hay que asumir una lógica nuevamente gramsciana, unificar, articular, promover.

Hay que tomar el poder del Estado, hay que luchar por el Estado, pero nunca olvidemos que el Estado más que una maquina, es una relación. Más que materia es idea. El Estado es fundamentalmente idea. Y un pedazo es materia. Es materia como relaciones sociales, como fuerza, como presiones, como presupuestos, como acuerdos, como reglamentos, como leyes. Pero es fundamentalmente idea, como creencia de un orden común, de un sentido de comunidad. En el fondo la pelea por el estado, es una pelea por una nueva manera de unificarnos, por un nuevo universal. Por un tipo de universalismo que unifica voluntariamente a las personas.

Pero eso requiere entonces, haber ganado previamente las creencias. Haber derrotados a los adversarios previamente en la palabra, en el sentido común. Haber derrotado previamente las concepciones dominantes de derecha en el discurso, en la percepción del mundo, en las percepciones morales que tenemos de las cosas. Y entonces eso requiere un trabajo muy arduo. La política no es solamente una cuestión de correlación de fuerzas, capacidad de movilización. Que en su momento lo será. Es fundamentalmente convencimiento, articulación, sentido común, creencia, idea compartida, juicio y prejuicio compartido respecto al orden del mundo. Y ahí la izquierda no solamente contentarse con la unidad de las organizaciones de izquierda. Tienen que expandirse hacia el ámbito de los sindicatos, que son el soporte de la clase trabajadora, y su forma orgánica de unificación. Pero también hay que estar muy atentos -compañeros y compañeras- a otras formas inéditas de organización de la sociedad, las reconfiguración de las clases sociales en Europa y en el mundo, va a dar lugar a formas diferentes de unificación, formas más flexibles, menos orgánicas, quizás más territoriales, menos por centros de trabajo. Todo es necesario. La unificación por centros de trabajo, la unificación territorial, la unificación temática, la unificación ideológica… es un conjunto de formas flexible, frente a los cuales la izquierda tiene que tener la capacidad de articular, de proponer y de unificar, y de salir adelante.

Permítanme en nombre del presidente, en nombre mío, felicitarlos, celebrar este encuentro, de desearles y exigirles -de manera respetuosa y cariñosa- ¡luchen, luchen, luchen! No nos dejen solos a otros pueblos que estamos luchando de manera aislada en algunos lugares, en Siria, algo en España, en Venezuela, en Ecuador, en Bolivia. No, nos dejen solos, los necesitamos a Uds, más aun a una Europa que no solamente vea a distancia lo que sucede en otras partes del mundo, sino nuevamente una Europa que vuelva nuevamente a alumbrar el destino del continente y el destino del mundo.

Felicidades y ¡muchas gracias!

jueves, 23 de enero de 2014

El efecto desmoralizador del social liberalismo

Hollande (políticamente) en pelota

Desnudos van los dos, por detrás de los trajes y las corbatas.

Los dos engañaron a sus electores.

El de la derecha (a la izquierda desde el público, pero no desde el estrado en que detenta el poder) tenía en cierto modo derecho a hacerlo. Miente (y miente mucho) pero engaña menos.

El que, visto desde su púlpito, parece estar a la izquierda, es mucho más farsante. 

Esta pincelada la encontré en un artículo de Jean-Luc Mélenchon, traducido en Tlaxcala.

(...)

Nosotros, los militantes políticos, los ciudadanos informados, estamos poco sorprendidos. En el fondo sabíamos a qué atenernos. Pero saberlo a veces nos extravía. Creemos que todo el mundo sabe lo que sabemos y subestimamos  los efectos de desmoralización colectiva de aquellos que descubren la realidad, sobre todo cuando no tenían ningún deseo de conocerla. Y subestimamos la parte de autoridad que pueden tener personajes como François Hollande en el estado de ánimo del público. Cuando repite el catecismo liberal sin pruebas, arrastrando como evidencia los estribillos ideológicos emprestados a nuestros adversarios, consolida la ideología dominante y los prejuicios de nuestra época de oscurantismo. Eso es lo que luego pagamos muy caro. ¡Aquello provoca tanta resignación y tanto conformismo!

(...)

miércoles, 22 de enero de 2014

Propuestas sobre el tema nacional

Analizar este mapa de Europa nos debe convencer de que semejante puzzle de pueblos y lenguas no permite tratamiento fácil, y menos soluciones tajantes. Pretender que estas entidades se conviertan en estados, más allá de los que ya existen, solamente conduce a enfrentamientos trágicos e insolubles. Sobre todo si se tiene en cuenta que esas "fronteras" son indefinibles, so pena de practicar la limpieza étnica o el sometimiento de los grupos minoritarios. No hay un solo estado étnicamente homogéneo, ni con fronteras lingüísticas bien definidas. Ni siquiera bien definibles.

Mucho menos ahora, cuando los desplazamientos de población debidos a las horrorosas guerras sufridas, y más recientemente las migraciones masivas en busca de una vida mejor o de la mera supervivencia, hacen que casi en cada aldea convivan distintas naciones.

Esto no es negar la existencia del problema nacional, porque hay, más o menos desdibujadas y con fronteras borrosas, naciones no coincidentes con estados.

La "Formación del Espíritu Nacional" era la más declarada aspiración del franquismo. En realidad, cualquier nacionalismo excluyente aspira a homogeneizar a sus poblaciones, a menudo haciéndolas sufrir. Frente a esto, hay que defender el derecho a la autodeterminación, pero éste es un proceso de encaje que no se puede confundir con cualquier "derecho a decidir" sin sacarlo del terreno de la pura abstracción.

El artículo que reproduzco (y subrayo impíamente) es un agudo análisis de la coyuntura en que realmente se produce el conflicto nacionalista aquí y ahora. Y una propuesta de Estado Federal Solidario (no confederal) que no aplaste a las naciones, y mucho menos a las clases trabajadoras de cada una.

Seguramente parecerá utópico a muchos, pero las alternativas son claramente distópicas.


Armando Fernández Steinko, investigador, ensayista y profesor de la Universidad Complutense, escribe esto en su blog Piensa y Actúa:
 

 

I. Tres malentendidos

La izquierda del Estado contempla los acontecimientos en Cataluña con una excesiva pasividad. Hay tres actitudes distintas dentro de esa pasividad general. Ninguna de las tres es el resultado de un análisis sistemático. Más bien reflejan una actitud espontánea, intuitiva o emocional frente a los acontecimientos. Por mucho que a veces estas actitudes se apoyen en argumentos pretendidamente racionales (por ejemplo históricos o económicos), lo cierto es que ese no es el caso: detrás de ellos se esconden simplemente identidades distintas.

(1) El primer grupo es el de aquellos que ven son simpatía la posibilidad de que Cataluña -y por extensión también Euskadi- se hagan independientes. Su argumento es que la disolución de lo que hoy representa el “Estado español” tiene un contenido progresista de fondo puesto que dicho Estado es, esencialmente, reaccionario e impide la emancipación de los “pueblos” contenidos en su territorio, emancipación que podría ser posible con la creación de nuevos estados que se solapen con dichos pueblos.  Esta conclusión genera actitudes muy activas en el desmontaje de las identidades “españolas” tal y como han existido hasta ahora pero también lleva a una identificación pasiva y seguidista con las izquierdas nacionalistas.

(2) El segundo grupo considera que una posible independencia de Cataluña y Euskadi no alterará en lo esencial el escenario político en el resto del Estado o, al menos, no lo hará negativamente. Pueden considerar que dicha independencia una pérdida más o menos grande pero consideran -también aquí más intuitiva- y emocional que reflexivamente- que lo que quedará después se parecerá mucho a lo que ya son hoy los territorios no “periféricos” del Estado: homogéneos lingüísticamente, con una identidad común, con sus viejos problemas históricos y desigualdades y con correlaciones sociales parecidas a las que se dan en la actualidad. Esta actitud adopta una posición de tolerancia explícita frente al derecho a decidir de catalanes, vascos y gallegos pero se abstiene de intervenir en la definición de las opciones entre las que habría que poder decidir pues lo considera un asunto exclusivo de las nacionalidades periféricas. Este grupo adopta una posición fuertemente defensiva en temas identitarios repoduciendo los argumentos de Manuel Azaña: vascos, gallegos,  catalanes etc. tienen derecho a una identidad diferenciada pero no los “castellanos” que se tienen que conformar con un discurso exclusivamente racional que deje fuera las identidades. Esto les coloca en una defensiva permanente cuando se trata de hablar de identidades compartidas, una posición que resuelven negando el elemento identitario-emocional de cualquier proyecto político: para la izquierda lo único que cuenta  es el análisis racional y/o de clase aunque, como Azaña, consideran que hay que tolerar las identidades diferenciadas. No tienen ni aspiran a tener respuestas frente a los argumentos presuntamente “objetivos” esgrimidos por el primer grupo para legitimar su identidad diferenciada: simplemente no saben jugar el juego identitario porque no lo consideran importante, porque no han pensado seriamente en su naturaleza o porque se encuentran sin recursos para darle respuesta.

(3) El tercer grupo, probablemente el más numeroso, no sabe cómo posicionarse entre estos dos polos.  Bien porque no comulga con ninguna de dos actitudes, bien porque intuye que la política tiene que incluir de alguna forma la pieza identitaria aún cuando el análisis racional y de clase tenga que ser el primordial desde una posición de izquierdas. Desde luego intuyen que las cosas no van a ser las mismas para la izquierda con una Cataluña o un Euskadi independiente, pero se ven impotentes para abordar esta cuestión de forma sistemática: esperan, más o menos preocupados, a ver qué pasa.  


II. Mis argumentos

1. Ninguna de las tres actitudes, particularmente las dos primeras, refuerzan un proyecto político basado en una solidaridad sostenible entre clases y territorios, en la mejora de las condiciones de vida y de trabajo de sus poblaciones, en la sostenibilidad ambiental, en la diversidad cultural y en un proyecto de país basado en la paz y la neutralidad activa en la esfera internacional. 
 
2. El elemento identitario es fundamental para cualquier proyecto político que quiera salir de los salones de los círculos intelectuales. No se trata de ignorarlo ni de combatirlo como una pieza disfuncional sino de canalizarlo racionalmente e insertarlo en un análisis universalista de clase, de evitar que actúe de forma ciega, aleatoria y espontánea.
 
3. Todas las personas democráticas, y no sólo los catalanes, vascos, catalanes o tal vez también los andaluces o canarios, tienen derecho a una identidad acorde con sus valores éticos de justicia social, solidaridad y cultura democrática. Negarle ese derecho a los “castellanos” como hizo Azaña -por ejemplo por miedo a ser absorbidos por la identidad españolista- es discriminatorio.  El uso del término “Estado español” para evitar ser tachado de españolista refleja esa discriminación al reducirlo a una construcción de naturaleza enteramente burocrático-racional tenida por intrínsecamente incompatible con un sentimiento identitario de raíz democrática. Esto impide abordar la construcción de un espacio compartido y potencialmente unido a una identidad nueva, plural y solidaria en el que los “castellanos” progresistas un acomodo identitario común al de los catalanes, vascos sobre bases progresistas. Esta situación es políticamente indeseable para la izquierda pues favorece el trasvase de actitudes hacia la derecha en amplias zonas del Estado pues la derecha sí tiene una propuesta identitaria.
 
4. El derecho a decidir no debería prejuzgar el contenido de las opciones entre las que se debe tener derecho a decidir. De las misma forma que para una persona de izquierdas ser demócrata es condición necesaria pero no suficiente -hay que tener derecho a optar pero además hay que construir opciones solidarias, justas, sostenibles etc e intentar que las mayorías opten por ellas-  tampoco es suficiente apoyar el derecho a decidir sin intervenir activamente en la construcción y la difusión de propuestas para que los ciudadanos las conozcan y puedan optar por ellas en igualdad de condiciones como todas las demás. Esta situación no se da en la práctica pues la izquierda estatal viene adoptando desde hace décadas un discurso abstracto en relación al derecho de autodeterminación. Haciéndolo así, ha alimentado la ambiguedad con la que muchos independentistas han venido manejando este término de forma táctica. El resultado ha sido el desarrollo de un discurso poco transparente, fuertemente influido por el abstencionimo del grupo (2) en temas identitarios, y que ha acabado beneficiando al nacionalismo y las posiciones del grupo fuera de los territorios históricos (1). Si efectivamente resulta absurdo plantear el derecho en abstracto a la autodeterminación en Murcia o en Madrid esto quiere decir que, de lo que realmente se está hablando cuando se utiliza ese término, es del derecho a crear un Estado independiente. Esto último no es lo mismo al derecho a la autodeterminación sino una propuesta concreta y particular por la que elegir haciendo uso de dicho derecho: la propuesta independentista. Es algo similar a identificar el derecho a votar en unas elecciones, con la necesidad de votar a un partido determinado. Esta ambiguedad no favorece a la izquierda sino a las opciones nacionalistas.
 
5. No es este el sitio para analizar el punto de vista de las izquierdas nacionalistas y sus intereses estratégicos. Lo que está fuera de dudas es que dicha independencia contradice los intereses estratégicos de la izquierda estatal y la de las de la mayor parte de los países de Europa.

Primero porque en el contexto de la Europa de principios del siglo XXI, y que no tiene mucho que ver con los procesos de descolonización del siglo XX o con la situación creada en Rusia en 1917, el camino hacia un escenario de independencia lleva implícito un secuestro continuado de la agenda antineoliberal por la agenda nacional. Las experciencias recientes en el Este de Europa demuestra que cuando la aceleran las dinámicas identitarias, se diluyen de forma igualmente rápida las dinámicas sociales, incluso en la conciencia de muchas personas de izquierdas. En el actual contexto europeo es impensable un proceso de  construcción nacional exitoso no liderado por los profesionales urbanos y las clases propietarias, aún cuando estas últimas no sean necesariamente los grandes socios capitalistas. Este secuestro salpicará con toda seguridad al resto del Estado y al panorma político de toda la izquierda europea colocándola en una posición de defensiva persistente.

Segundo. Una independencia en Cataluña sólo es imaginable en un escenario rupturista con el Estado, apostar por otro escenario es no estar en la realidad. Si el escenario británico sugiere una secesión pactada es porque sabe que el sí a la independencia no es mayoritario.  Esta situación quiere decir que, en caso de que lo consiguiera, Cataluña va a hacer todo lo posible por recibir un reconocimiento por parte de las potencias occidentales dominantes y sus socios estratégicos como Israel: los persistentes contactos del nacionalismo catalán con este país son reveladores. La difícil búsqueda de este reconocimiento obligará al nuevo Estado a alinearse enteramente con los intereses de los países más influyentes de la órbita occidental de forma similar a como ha sucedido en algunos países del Este de Europa. Es altamente improbable que la OTAN deje caer a su socio estratégico español a cambio de abrazar la causa de una Cataluña independiente. Incluso el país de la Unión Europea que desde finales del siglo XIX es más proclive a apostar por la fragmentación de grandes países y su satelitización -Alemania- podría ser reticente después de las consecuencias que ha tenido esta política tras su intervencionismo en Yugoslavia. Sin embargo, las cosas cambiarían radicalmente si en el resto del Estado triunfa un gobierno de izquierdas que amenace los pilares del neoliberalismo (prevalencia de la propiedad financiera e inmobiliaria frente al trabajo, aplicación de políticas de ajuste etc.). En esta situación, una Cataluña independiente funcionará como una quinta columna incrustada en la península ibérica poniendo en peligro un proyecto republicano-antineoliberal como aquel por el que hoy lucha la izquierda española y europea: su posible independencia afecta seriamente los intereses estratégicos por el que hoy luchan ambas. Esta quinta columna torpedearía cualquier intento similar que pueda triunfar en países próximos como Portugal, Grecia o Italia impidiendo toda posibilidad, por ejemplo, de contruir un frente antineoliberal en el sur de Europa para poder enfrentarse a los poderes fácticos en Bruselas. Por lo demás, la salida de España del euro provocaría un reforzamiento inmediato de las posiciones independentistas en Cataluña o Euskadi lo cual nos remite a lo dicho arriba.

Tercero. Una dinámica independentista en la península ibérica secuestraría o debilitaría a largo plazo la agenda antineoliberal en países occidentales con minorías independentistas como Bélgica, Italia, Francia y también Gran Bretaña, pero también en otros con graves conflictos identitarios como Ucrania. El antiestatismo del grupo (1) (ver arriba) puede ver aquí un debilitamiento de los Estados represores, pero sucederá todo lo contrario: se producirá un reforzamiento de las fuerzas anti-solidarias que arrastrarán a partes importantes de la ciudadanía de orientación progresista. El avance de la ultraderecha, que ya hoy es una realidad en Europea, sadrá  severamente reforzado y contaminará a enemigos potenciales  del neoliberalismo. 

Cuarto. El programa social del independentismo catalán no se basa en la resdistribución interna de la riqueza entre clases sociales catalanas que debilitaría la tregua firmada dentro del "bloque nacional", como en cortar las aportaciones de Cataluña que, a través de Madrid, sirven para desarrollar las zonas más pobres del Estado. Las dinámicas identitarias pueden ser muy poderosas e importantes pero no cambian en nada un hecho esencial de naturaleza objetiva que sólo se puede abordar racionalmente: a diferencia de Escocia, Galicia, Andalucía, Canarias o Quebec, el país vascofrancés, del Rosellón, de los territorios asiáticos de la antigua URSS, de Palestina y Cuba con respecto a los Estados Unidos o incluso con respecto a la España del siglo XIX, pero al igual de lo que sucede en Flandes, en el norte de Italia, en Sudán del sur o en la provincia boliviana de Santa Cruz... la renta per cápita en Cataluña y del País Vasco español están -bastante- por encima de la media del Estado: se trata de regiones ricas, que accedieron históricametne pronto a la modernidad capitalista pero que no quieren cargar con los pobres de sus estados, no se trata de regiones pobres discriminadas económicamente. Pero en el núcleo de los programas de todas las izquierdas del mundo también está la redistribución de riqueza y de espacios solidarios entre diferentes territorios. Por muy activas que puedan ser algunas ONGs catalanas o vascas, sería irracional excluir a los territorios catalán y vasco de esta lógica redistributiva. El concierto vasco y navarro excluyen en parte a estos territorios de dicha lógica, lo cual no ha debilitado el nacionalismo en estos territorios. Todo lo contrario: la lógica neoliberal tiende a bloquear la solidaridad de los territorios ricos con respecto a los pobres alimentando el exclusivismo territorial, una tendencia que también se observa en otros territorios ricos como el de la Comunidad de Madrid y que hoy, personificada en las políticas de Alemania y de los tigres exportadores, combate toda la izquierda Europea. La versión “progresista” del nacionalismo, que cancela la solidaridad con los pobres no catalanes con la promesa de una mayor solidaridad entre catalanes, no es consistente. Primero porque, instalados en una dinámica nacional, los nuevos territorios independientes cancelarán las políticas solidarias una vez que no necesiten los apoyos de sus clases populares con el fin de subsistir como "nación": son los “más ricos” (“Cataluña, la Finlandia del Mediterráneo” etc.) y se instalarán en una lógica territorial competitiva igual que el resto de los “más ricos” occidentales,  siempre a costa de sus clases más vulnerables, nunca a costa de sus clases más privilegiadas: no hay nada que pueda hacer pensar en en Cataluña las cosas lleguen a ser de otra forma. Segundo porque es altamente improbable que, con su estructura de clases, una Cataluña recién independizada y que lucha por subsistir en medio de un mundo ultracompetitivo en el que desea participar como nación independiente, permita elevar los salarios y favorecer a las rentas más bajas. Por mucho que hoy se le hagan concesiones a las clases populares con el fin de acumular apoyos para el proyecto de construcción nacional: la lógica económica y política que hoy manda en el mundo llevará un fuerte desarrollo del sector financiero catalán a costa del madrileño pero, igual que Madrid, arrastrará a toda la nación a una lógica de financiarización creciente en la que no tienen espacio las clases populares, tampoco las catalanas. El resto de los territorios del Estado, instalados en una lógica competitiva igual de radical, harán todo lo posible por responder al dumping fiscal, financiero y salarial de los catalanes: la carrera hacia abajo con el fin de atraer inversiones adquirirá unas dimensiones dramáticas e incluirá un corrimiento político progresivo de las clases populares hacia el nacionalismo de derechas tanto al sur como al norte del Ebro. Lo que se observa hoy en algunos países del Este se parece mucho más al escenario más probable a lo que haya sucedido en lugares sacados del contexto histórico, económico y geográfico europeo y contemporáneo. 

Quinto. Los gastos de la creación de una nueva infraestructura estatal anularán una buena parte del efecto de la eliminación de las transferencias solidarias a otros territorios del Estado reduciendo o tal vez liquidando completamente el margen material para la distribución secundaria. Los gastos financieros destinados a pagar esta construcción a través del endeudamiento en los mercados de deuda, con primas de riesgo importantes y elevados tipos de interés, potenciarán este efecto: se comerán una buena parte, si no toda la riqueza que, creada en Cataluña, se desvía hoy para darle colegios, ambulatorios e infraestructuras a las comarcas más pobres del Estado. Sería un proyecto que acabará cada vez más lejos de los objetivos estratégicos de la izquierda española y europea.


III ¿Qué hacer?

A.) En el actual contexto internacional, los Estados son los únicos actores con capacidad de enfrentarse al poder de los grandes actores globales. La Unión Europea es, hoy por hoy, un espacio destinado a debilitar a los Estados frente a dichos actores. Hay que democratizar los Estados para que se conviertan en instrumentos al servicio del interés general, no debilitarlos aún más fraccionándolos en unidades territoriales más pequeñas.

B.) Seguir ignorando el componente identitario de la acción política es colocarse en una posición de defensiva y pasividad frente a las fuerzas nacionalistas: frente al nacionalismo españolista y frente al nacionalismo periférico en sus diferentes variantes. La izquierda del estado tiene que abordar de forma  ofensiva y creativa la construcción de una identidad compartida: es una tarea política antes que exclusivamente cultural. Esta identidad sólo puede ser plural, republicana y solidaria, no hay espacio político para crear una "identidad confederal" que no acabe reforzando al nacionalismo, de hecho lo que tenemos ahora es muy parecido a dicha "identidad confederal", lo cual explica el apoyo del que goza entre muchos círculos del nacionalismo. La construcción de una identidad compartida tiene que transcurrir por el canal de la razón, de la ilustración y de las tradiciones empancipatorias de toda humanidad. Si estas no se implantan en la sociedad y en las escuelas, será imposible construir un espacio territorial compartido de solidaridad y complicidad entre todas las nacionalidades. Esto no es sinónimo de uniformización pero tampoco tiene mucho que ver con una simple refundación republicanca del actual proyecto confederal en temas identitarios.

C.) En el núcleo de un nuevo proyecto identitario federal tienen que figurar dos cosas: a.) las lenguas, y b.) un relato histórico compartido coherente con las tradiciones emancipatorias y humanistas creadas y vividas colectivamente por todos los pueblos de la República

a.) Hay que crear un único espacio plurilingue en todo el Estado a lo largo de varias generaciones. Los niños de hasta el último pueblo de Extremadura tienen que nacer, crecer y desarrollarse como individuos en y gracias a esta diversidad lingüística. El uso de las cuatro grandes lenguas tiene que ir normalizándose poco a poco siguiendo los exitosos ejemplos de Euskadi y Cataluña y de otros lugares del mundo con modelos exitosos y sostenibles de planificación lingüística, que los hay. Los impulsores de esta nueva identidad lingüística plural tienen que venir de las nacionalidades donde ya hoy existe aunque en alianza con las clases más concienciadas del centro que, hoy por hoy, son las únicas con capacidad de extender este proyecto al conjunto del Estado: hace falta una complicidad entre ambos grupos sociales para que el proyecto, que contará con resistencias al norte y al sur del Ebro y del Miño, pueda triunfar.

b.) Hay que escribir entre todos una historia basada en la identificación de las tradiciones humanistas, heterodoxas, solidarias y universalistas creadas, defendidas y difundidas por todos, particularmente aquellas que lo han sido de forma compartida entre todos los territorios que son casi todas y que resultan incómodas para los relatos nacionales al norte y al sur del Ebro, tradiciones que hoy desconoces casi completamente los jóvenes nacidos y crecidos en el actual espacio de identidad confederalizada. Las luchas de la transición en todo el territorio, la segunda experiencia republicana y su defensa compartida, la cultura del trabajo, el regeneracionismo cultural del siglo XIX y su descubrimiento simultáneo de todas las lenguas y dialectos, de todas las tradiciones populares y de todos los espacios naturales, el liberalismo progresista del siglo XIX, las pluralidad religiosa y el comunitarismo democrático medievales que también afectó a muchas ciudades castellanas, son sólo algunas de ellas. No es posible crear nada en este sentido poniendo al mismo nivel a los defensores y los destructores de la democracia, a los que han defendido la heterodoxia religiosa y los que la han destruido, a los que viven del trabajo y los que viven de la propiedad, a los que reivindican estas tradiciones y a los que las ignoran, tergiversan y destruyen. Esta equiparación es la que ha bloqueado la construcción  de una identidad democrática compartida a partir de 1978. El contenido republicano de dicha identidad parece una garantía imprescindible para que pueda salir adelante. 

D.) Hay que hacer coincidir el discurso territorial que tiene la  izquierda alternativa del Estado con el que tiene para Europa y el mundo en general. No es posible pedir una Europa más solidaria y, al mismo tiempo, trabajar para destruir las bases de la solidaridad entre los territorios ricos y los territorios pobres del Estado por mucho que pueda y deba mejorar el funcionamiento del Estado y por mucho que quede por hacer para  crear órganos democráticos de representación de los territorios, no es legítimo acusar a "Madrid" para no tocar lo principal: que los destinatarios principales de las transferencias son las clases populares extremeñas, andaluzas, canarias y castellanas y no el establishment madrileño que se ha beneficiado de la dinámica económica  neoliberal y no de la industria catalana o vasca. El internacionalismo no es compatible con el argumento del exclusivismo territorial por mucha solidaridad que se muestre por las causas palestina, bolivariana o cubana.  

E.) La construcción cultural e identitaria tiene que ir acompañada de una propuesta para la configuración institucional de una República Federal -que no confederal- Multinacional. En ella quedarían recogidos los derechos y las obligaciones de los ciudadanos y de todos los territorios siguiendo los principios de una nueva convivencia constitucional: la solidaridad entre clases y territorios, la puesta de la economía al servicio del interés general y de la sostenibilidad del planeta, la diversidad cultural y lingüistica en todo el territorio de la República, su neutralidad activa en el plano internacional, la separación geográfica de las sedes del poder ejecutivo-legislativo y judicial, la laicidad y la representación territorial siguiendo criterios de justicia social y territorial etc. 



Final: esto  es un llamamiento y una invitación. Una invitación a tomarse en serio la identidad para evitar que se trague a la razón como un agujero negro. Y un llamamiento a construir un Estado democrático basado en una identidad plural y compartida. Si es verdad que la historia no ha tocado a su fin como pretendía el neoliberalismo, todos quedamos invitados a actuar en consecuencia.
      
                                                         enero 2014