martes, 22 de marzo de 2016

Las imposibles soluciones. La irreversible disminución de la producción de valor (II)

El análisis pormenorizado del largo artículo de Rodolfo Crespo lo inicié aquí y proseguí aquí.

Ahora  subrayo un segundo apartado. 

Detrás de los conceptos económicos de valor de uso y valor de cambio se oculta un concepto más inasible, difícil de agarrar, como ocurre con los conceptos irreductibles a otros más simples: el valor. ¿Qué es el valor? ¿a qué damos valor? Por encima de la valoración individual variable que haga cada uno, en las relaciones sociales hay una innegable valoración colectiva.


Podemos asociar el valor al esfuerzo. Damos valor a lo que nos cuesta trabajo. Como respirar no supone esfuerzo, el aire carece de valor, pese a su imprescindible valor de uso.

La otra variable de que depende es el tiempo. Lo que requiere un gran esfuerzo durante mucho tiempo tiene un gran valor para el que lo realiza, aún en el caso de que no se le dé mucho valor de cambio, que depende de otros factores, como la necesidad y el deseo, la oferta y la demanda.

El esfuerzo sostenido en el tiempo es el que confiere valor a las cosas que deseamos o necesitamos. El trabajo humano puede medirse como otra transformación cualquiera de la energía. Los animales y las máquinas también realizan trabajo del mismo modo. Pero el trabajo de la naturaleza no requiere esfuerzo... humano. Es el esfuerzo humano lo que valoramos.

Así, el esfuerzo humano sostenido en el tiempo es la esencia del valor. Pero como el valor se realiza en el intercambio, hay esfuerzos de poco valor social.

El valor es social porque siempre procede de comparaciones, tanto en el seno de las sociedades como entre ellas. Poco vale lo que cuesta un gran esfuerzo si otro puede hacerlo con menos trabajo. Quien con mejor tecnología puede multiplicar el producto en el mismo tiempo obtendrá una ganancia extraordinaria en el intercambio. eso espolea la inventiva y la mejora de la organización del trabajo.

Por eso se define el valor a partir del trabajo socialmente necesario. El trabajo productivo que obtiene el mismo resultado con menor esfuerzo, o con el mismo esfuerzo en menos tiempo, añade al producto el mismo valor. Eso origina una carrera por la productividad, que paradójicamente desvaloriza todo el trabajo que no se ajusta a sus cánones. Cuanto más produce un trabajador, menos vale el trabajo. La carrera por la productividad acumula capital fijo en forma de instalaciones y maquinaria para disminuir el capital variable en el que consiste... el trabajo humano. Pero precisamente es éste el que añade valor al producto.

Así vemos cada día como con el aumento de la productividad disminuye el valor de los productos. Y esto pone un límite insalvable a la producción de valor.




2. La irreversible tendencia a la disminución de la producción mundial de valor.

El sistema-mundo capitalista pese a la diversidad de formas de control de la fuerza de trabajo en sus diferentes zonas, y como todos los sistemas que han existido hasta hoy (con la excepción de las comunidades humanas primitivas, antes del surgimiento de la propiedad privada y las clases sociales) es un sistema de producción mercantil, y el núcleo de una economía mercantil, su “célula económica” según Marx es la mercancía, pero lo que le interesa al capitalismo de éstas no es su utilidad, ni las necesidades sociales que las mismas resuelvan (aunque siempre con la condición de que sean vendibles); lo que le importa al capitalismo de las mercancías que produce, comercializa y vende es la cantidad de valor que éstas encierran.

Pero, ¿qué es el valor?, el valor es la cantidad de trabajo materializado en las mercancías, aunque no es cualquier trabajo el que determina su valor, sino aquel que produce las mismas en un tiempo que corresponda a las condiciones normales de producción y con el grado medio de destreza e intensidad del trabajo imperantes en la sociedad en el momento de que se trate, es lo que Marx llamaba “tiempo de trabajo socialmente necesario”.

Decir lo anterior significa, que pese a todas las formas y modalidades de extracción del excedente que existen a lo largo y ancho del sistema-mundo capitalista, las regiones del sistema que determinan la cantidad de valor creado son aquellas situadas en las zonas tecnológicamente más avanzadas (centrales), pese a que en las últimas décadas la creación de millones de puestos de trabajo adicionales en los países de la periferia, sobre todo en los del Este y Sur de Asia, podría inducir a pensar que se ha producido un proceso de incremento y no de reducción de la base para la producción de valor en el mundo, pero hay que decir en contra de este argumento que “…la gran masa de trabajo industrial en esos países se realiza a un bajísimo nivel de productividad y por eso, medido según el estándar de las fábricas automatizadas y superracionalizadas, representa sólo una fracción muy reducida de valor. Pues desde el punto de vista de la producción de valor no cuenta el mero número de las horas trabajadas. Más bien el valor de una mercancía depende del nivel de productividad socialmente válido, que a su vez, hoy en día es definido por los sectores de producción dominantes en el mercado mundial. Y como el nivel de productividad en estos sectores sube permanentemente como resultado de la constante tercera revolución industrial, esto a su vez significa, que el trabajo en los segmentos subproductivos ‘produce’ cada vez menos valor” 14 .

El hecho de que el valor de las mercancías está determinado por los centros de producción dotados de las condiciones técnicas y de productividad media implica, que todos los productores están interesados en desarrollar sus fuerzas productivas, dado que aquellos que lo logren fabricando sus mercancías en un tiempo de trabajo inferior a las condiciones medias, obtendrán una ganancia extraordinaria, ya que éstas se venden por el tiempo social medio invertido en su producción. Pero si esto es bueno para el capitalista individual, y de hecho, aunque no todos puedan lograrlo, todos lo tienen en su agenda diaria, desde el punto de vista social de toda la clase capitalista, esto es nefasto, porque mientras mayor sea el progreso técnico menor es la cantidad de valor producido, y el valor es la “substancia” del capitalismo, su savia, el néctar del sistema; y es que “el capital mismo es la contradicción en proceso, [por el hecho de] que tiende a reducir a un mínimo el tiempo de trabajo, mientras que por otra parte pone al tiempo de trabajo como única medida y fuente de la riqueza” 15 , haciendo que “la producción capitalista de mercancías [contenga], desde el inicio, una contradicción interna, una verdadera bomba de relojería colocada en sus mismos fundamentos” 16 . Al serruchar la rama que le da sustento, el capital se encamina a su agotamiento histórico como sistema.

¿Qué ha hecho hasta hoy el capital para evadir (o al menos posponer en el tiempo) la encerrona histórica hacia la que se encamina independientemente de su voluntad?.

Pues crecer y crecer, expandirse, mercantilizarlo todo, conquistar completamente aquello que aún no está sometido a la lógica del valor, “ ‘poner en valor’ esferas vitales que hasta ese momento, eran ‘sin valor’ (…) ‘colonización interior’ de la sociedad [que] ha desempeñado un papel al menos igual de grande que la ‘colonización exterior’ para contrarrestar la tendencia endémica de la producción de valor a agotarse, a causa de la menor cantidad de valor ‘contenida’ en cada mercancía particular debido a que la tecnología reemplaza al trabajo vivo, única fuente del valor mercantil” 17 . Jappe dice que “desde hace doscientos años, el capitalismo evita su fin corriendo siempre un poco más rápido que su tendencia a derrumbarse, gracias a un aumento continuo de la producción” 18 ; pero como hemos visto más arriba el capital prácticamente ha copado todas las áreas del planeta, y ya quedan muy pocos espacios libres por explotar hacia afuera y hacia dentro del sistema.

Como la dura lucha de competencia en el capitalismo arrastra a sus entes económicos a desarrollar las fuerzas productivas, obligándolos a aumentar el nivel de tecnificación, y como este proceso provoca una reducción del valor individual contenido en cada mercancía (al aumentar la cantidad de mercancías producidas, y el volumen de capital necesario para ello, disminuye la parte alícuota de valor contenido en cada una de ellas), el capitalismo se ve impulsado a ampliar la producción de mercancías a escala mundial como única forma de compensar esa tendencia a la disminución del valor en cada mercancía“…el capitalismo es como un brujo que se viera forzado a arrojar todo el mundo concreto al caldero de la mercantilización para evitar que todo se pare. La crisis ecológica no puede encontrar su solución en el marco del sistema capitalista, que tiene necesidad de crecer permanentemente, de consumir cada vez más materiales, solo para compensar la disminución de su masa de valor. Por eso las proposiciones de un “desarrollo sostenible” o de un “capitalismo verde” no pueden conseguir resultado alguno, pues presuponen que la bestia capitalista puede ser domesticada; es decir, que el capitalismo tiene la opción de detener su crecimiento y permanecer estable, limitando así los daños que provoca. Pero esta esperanza es vana: mientras continúe la sustitución de la fuerza de trabajo por tecnologías, en tanto el valor de un producto resida en el trabajo que representa, seguirá existiendo la necesidad de desarrollar la producción en términos materiales y, en consecuencia, de utilizar más recursos y de contaminar a mayor escala. Se puede querer otra forma de sociedad, pero no un tipo de capitalismo diferente del ‘capitalismo realmente existente’ 19 .

Pero el asunto no se circunscribe solo al aspecto ecológico, la producción de valor no es algo baladí en el capitalismo, atañe directamente a la esencia misma del sistema, y es una cuestión de vida o muerte para los actores económicos que se mueven en el mismo; países, regiones y sectores económicos han quedado completamente marginados y en la pobreza precisamente, porque la escasa producción de valor los llevó a perder la lucha de competencia, y con ello a seguir ocupando un lugar digno en el sistema-mundo capitalista.

El derrumbe de la U.R.S.S. [y del mal llamado socialismo en Europa del Este] no demuestra la superioridad de la economía de mercado, de la cual aquélla formaba parte, sino que evidencia que ésta es una carrera cuyo número de participantes se reduce constantemente, a causa de la necesidad de un empleo cada vez mayor de tecnologías para poder producir a un coste competitivo, y que los excluidos acaban en la miseria” 20 .

En el mismo sentido expresaba Robert Kurz la estrecha relación que existía entre, la fracasada producción de valor en los países del llamado campo socialista y el derrumbe de éste entre 1989 y 1991 cuando planteaba que, el “contrasistema de capitalismo de estado del Este” [referencia a lo que representaba la Unión Soviética y sus satélites de Europa Oriental] desapareció en los años 80 del siglo XX, porque “…fracasó económicamente en el mercado mundial, con cuyos criterios y modelos tenía que medirse como sistema productor de mercancías, y de la misma manera acabó militarmente moribundo. El colapso total fue la consecuencia lógica” 21 .

Con el agotamiento del valor, esa savia que nutre y mantiene vivo el sistema capitalista se acaba toda una etapa histórica, hay que desterrar de la mente de los pueblos el hecho de que las revoluciones socialistas, los movimientos de liberación nacional y el vocinglerado sistema socialista mundial del siglo XX, hayan constituido en realidad movimientos emancipatorios del capital. La tenaz y vigorosa lucha de clases que ha acompañado a la producción de valor y al capitalismo en los últimos 200 años, sanguinaria y cruenta en demasiadas ocasiones, ha sido “la forma en la cual el desarrollo histórico de la lógica del valor tuvo lugar. El movimiento de los trabajadores, en sus diversas corrientes, fue mayormente una lucha por una redistribución más justa de las categorías básicas que ya no eran cuestionadas: dinero y valor, trabajo y mercancía. [Las mismas] Eran esencialmente formas de crítica inmanente, asociadas a la fase ascendente del capitalismo, cuando aún había algo que distribuir” 22 .

Y si acaba una etapa histórica, comienza una nueva, del caos en que ya comienza adentrarse el sistema-mundo capitalista emergerá, después de la tragedia dolorosa y sangrienta del parto, otro sistema del que no tenemos ninguna certidumbre de cómo será: la cuestión es si habrá un resultado emancipatorio o una barbarie generalizada. Lo que sí está claro es que si no nos apuramos, cuando sobrevenga su fin, no quedará más que una tierra quemada en la que los supervivientes, como cuervos y aves de rapiña, no tendrán otra cosa que disputarse que los restos putrefactos de la civilización capitalista. Una introducción a éste tétrico panorama ya podemos observarlo en muchas partes del mundo.

Por eso para aquellos enamorados de la ciencia, la técnica y la revolución científica dentro de los marcos de éste sistema, que sistemáticamente nos despierta con un moderno descubrimiento, el hallazgo de un nuevo invento, o la creación de otro extraño y flamante artilugio recordarles que, “cuanto más la sociedad constructora sea capaz de aplicar los nuevos conocimientos más el Capital cavará su tumba. El trabajo asalariado (como compañero antagonista, pero complementario al Capital) corresponde a un periodo histórico que se acabó. Se acabaron los torneros, los fresadores, los segadores, los hilanderos, los telefonistas… porque acabó el torno mecánico, la fresadora, la siega, la máquina de hilar, la telefonía con hilos… Se acabó el Capital porque se acabó el trabajo asalariado”  23 .
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Notas

 14 . Trenkle, Norbert. Terremoto en el mercado mundial. Revista Krisis. Mayo 2008. Disponible en:
(Subrayados nuestros).

 15 . Karl Marx, “Fragmento sobre las Máquinas” Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858 (1972). Vol. 2, pp. 216-230. Siglo XXI, México.

 16 . Jappe, Anselm. Crédito a muerte. La descomposición del capitalismo y sus críticos. Editorial Pepitas de Calaza. Logroño. España. 2011. Pág 122.

 17 . Jappe, Anselm. “Crédito a muerte. La descomposición del capitalismo y sus críticos”. Editorial Pepitas de Calaza. Logroño. España. 2011. Pág 154. Desde el mismo primer capítulo de El Capital Marx explica porque con el desarrollo de la fuerza productiva social el valor contenido en cada mercancía disminuye. “Podría parecer que si el valor de una mercancía se determina por la cantidad de trabajo gastada en su producción, cuanto más perezoso o torpe fuera un hombre tanto más valiosa sería su mercancía, porque aquél necesitaría tanto más tiempo para fabricarla. Sin embargo, el trabajo que genera la sustancia de los valores es trabajo humano indiferenciado, gasto de la misma fuerza humana de trabajo. El conjunto de la fuerza de trabajo de la sociedad, representado en los valores del mundo de las mercancías, hace las veces aquí de una y la misma fuerza humana de trabajo, por más que se componga de innumerables fuerzas de trabajo individuales. ... Tras la adopción en Inglaterra del telar de vapor, por ejemplo, bastó más o menos la mitad de trabajo que antes para convertir en tela determinada cantidad de hilo. Para efectuar esa conversión, el tejedor manual inglés necesitaba emplear ahora exactamente el mismo tiempo de trabajo que antes, pero el producto de su hora individual de trabajo representaba únicamente media hora de trabajo social, y su valor disminuyó por consiguiente, a la mitad del que antes tenía”.

 18 . Jappe, Anselm. Crédito a muerte. La descomposición del capitalismo y sus críticos. Editorial Pepitas de Calaza. Logroño. España. 2011. Pág 206.

 19 . Jappe, Anselm. Crédito a muerte. La descomposición del capitalismo y sus críticos. Editorial Pepitas de Calaza. Logroño. España. 2011. Pág 207. Negritas y subrayados nuestros.

 20 . Jappe, Anselm. El absurdo mercado de los hombres sin cualidades. Editorial Pepitas de Calaza. Logroño. España. 2009. Pág 38. El mismo criterio planteaba en primicia el disidente norteamericano Paul Craig Roberts en entrevista concedida a Nilantha Ilangamuwa para la revista de izquierda norteamericana CounterPunch “…Reagan pensaba que la economía soviética era demasiado decrépita para resistir la presión de una carrera armamentista de alta tecnología. Creía que al amenazar a los soviéticos con una carrera armamentista, podría llevarlos a negociar el fin de la Guerra Fría.

La CIA dijo a Reagan que los soviéticos ganarían la carrera armamentista, porque era una economía de planificación centralizada que controlaba la inversión y podría destinar todos los recursos necesarios a los militares. Reagan no le creyó a la CIA y nombró un comité para tomar la decisión. El comité concluyó que la economía soviética no podría competir en una carrera armamentista”. Craig formó parte de ese comité secreto como subsecretario adjunto del Tesoro en el gobierno de Reagan. Los gobiernos occidentales se han convertido en la antítesis de la moralidadEntrevista con Paul Craig Roberts. Rebelión 24 septiembre 2012. Disponible en: 

 21 . Kurz, RobertLas metamorfosis del imperialismo. Capítulo I del Libro La guerra de ordenamiento mundial. Disponible en: 
subrayados nuestros.

 22 . Jappe, Anselm. Tenemos que salir de este sitio. Blog K-ntra Kultura. Disponible en:
Las negritas son de Jappe.

 23 . ¡Se oye rebuznar!. Gil Maynou, Josep. Blog Indagando el futuro. 17 marzo 2009. Disponible en:

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