miércoles, 26 de octubre de 2016

La transformación cultural que necesitamos (III)

Tercera mención y copia, luego de ésta y esta otra, que hago a la entrada a los esquemas y extractos que del libro de Jorge Riechnann AUTOCONSTRUCCIÓN hizo Alejandro Arizkun. Ahora quiero destacar la apostilla final. Es un silogismo perfecto.

Jorge Riechmann

Artículo publicado en su obra Un buen encaje en los ecosistemas (Madrid: Catarata, 2014). Leve revisión del texto por parte del autor en enero de 2015.
La producción más importante para el capitalismo es la producción de insatisfacción. Para evitar que se sature la demanda, poniendo en riesgo la venta continuada de mercancías –y con ella la acumulación de capital–, hay que organizar la insatisfacción: por esta razón es el capitalismo un enemigo declarado de la felicidad (que tiene que ver con un epicúreo equilibrio entre logros y expectativas). Y por ello, a mi entender, los partidarios de la felicidad humana no pueden ser sino anticapitalistas.
Quiero contraponer esta conclusión a la del duende de la farsa infantil de la cabeza del dragón :de Valle Inclán:

Los Reyes constitucionales solo pueden ser vegetarianos

Claro que los Reyes constitucionales son menos carnívoros que los absolutos, pero por encima de ellos está el Gran Carnívoro que nos amarga la felicidad, interpretada en el sentido de Epicuro..

Dejo aquí el final de la farsa del gran Don Ramón. En todo caso, los invitados, como siempre, se limitan a decir amén. Al final, el Rey constitucional es un invitado más, al que se consiente comer algo de la carne del Poder:

Los dos Reyes se miran airados. EL REY MANGUCIÁN ha puesto mano a la espada y se ha sujetado la corona en la cabeza. EL REY MICOMICÓN hace lo mismo. Los cortesanos dan un giro y quedan espantados: las bocas abiertas, el bocado en el aire y la copa en la mano. EL DUENDE deja oír su voz burlona.
EL DUENDE. Cierto. Lo que en este plato de oro acabo de servirte, poderoso Rey Mangucián, es corazón de cordero crudo y sin sal. ¿No era así como clamabas un día por comerte el corazón de aquel príncipe, hijo tuyo, que había dado libertad al Duende? ¡Ya ves que el plato no es muy sabroso! Los perros, los leones, los lobos y los gatos se comen la carne cruda y sangrienta, porque tienen en sus estómagos gran cantidad de ácido clorhídrico que les hace fácil digerirla. Pero los Reyes, si un tiempo remoto pudieron hacer lo mismo, hoy, por la evolución de las especies, ya no pueden. Al perder en regalías, perdieron en potencia estomacal. Los Reyes constitucionales solo pueden ser vegetarianos.
EL REY MANGUCIÁN. ¡A quién se lo cuentan, Micomicón! 
EL REY MICOMICÓN. ¡A quién se lo cuentan, Mangucián!

EL PRÍNCIPE VERDEMAR y la señora INFANTINA, cogidos de las manos, van a ponerse de rodillas en la presencia de los dos Señores Reyes. Sus voces se levantan hermanadas. 
LOS DOS. ¡Bendecidnos! 
LOS REYES. ¡Que los altos cielos igualmente os bendigan, dilatando nuestras dinastías por los siglos de los siglos! 
TODOS LOS INVITADOS. ¡Amén!  
De los lugares en que reside el Gran Poder se ocupa una notable y galardonada película africana, Sia, el sueño del Dios Pitón, que hemos podido ver en un humilde local, la minúscula Sala Versus, de Pontevedra, que mantiene la meritoria Fundación Cuña-Casasbellas.

La manipulación religiosa que aparece en la película no es la única residencia donde el Poder habita, porque también se traslada a la Casa del Miedo cuando se viene abajo el palacio de las viejas creencias. Pero mantiene la esperanza de regresar a la añorada mansión en que el pueblo lo adora, aunque haya de mudar la fachada y reconstruir el edificio en un estilo más moderno. Y siempre que le sea posible intenta conservar todo lo que pueda de las viejas ideas.

Por eso, sin una profunda transformación cultural que derribe el viejo edificio de las mentiras y la Casa del Miedo, el Poder, fortificado en ellas, seguirá arruinando nuestro único mundo.

A continuación, una reseña y algunas escenas:
La película "Sia, el sueño del Pitón" es una adaptación cinematográfica de la leyenda de Wagadu (mito soninké del siglo 7). Inspirada por la obra "La Leyenda de Wagadu vista por Sia Yatabéré", del escritor mauritano Moussa Diagana, hace un enfoque político, contemporáneo y universal, del mito, una reflexión sobre el uso del misterio por el poder.

Kumbi es una ciudad dominada por un emperador, el amo del universo. Es golpeada por la pobreza. Para restaurar la prosperidad, los sacerdotes del emperador deben practicar un sacrificio humano, cosa habitual, pero en la que la gente ya no cree.

Sia es designada para el sacrificio. Pero está prometida a Mamadí, valeroso lugarteniente del ejército, que se rebela contra la decisión y logra evitar el sacrificio de su amada.


El poder cambia de manos, pero la mentira sigue gobernando. Sia es consciente de que fue violada por los sacerdotes y ha asumido el discurso de Kerfa, un viejo loco subversivo.


Contra todo pronóstico, en lugar de aceptar la corona de emperatriz que le ofrece su novio, nuevo dueño de la ciudad, Sia sale a las calles, como Kerfa antes que ella, predicando palabras de paz y justicia. Palabras que son recibidas como un anatema por los habitantes de la ciudad, incapaces de aceptar las lecciones de la historia.


Se rodó entre agosto y septiembre de 1999 en Burkina Faso, en la región de Uagadugú (Kokologho) para el exterior del palacio, y el resto en Bobo-Dioulasso, en el casco antiguo y en Dioulassoba, en los alrededores de esta ciudad. Versión original en lengua bambara, del grupo mandinga..


El proyecto fue considerado un ejemplo de integración artística regional. Se inspira en la obra de un escritor mauritano, contribuyente en gran medida a la adaptación para el cine. La distribución de los papeles es esencialmente de Mali, con algunos actores de Burkina Fasso, de donde es Dani Kouyaté, director y guionista.

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