sábado, 9 de junio de 2018

¿Qué cosa es el post-marxismo? (V)

Continúo ahora mi publicación desmenuzada del argumentario post-marxista y los comentarios correspondientes que hizo James Petras en este artículo. La tesis anterior la publiqué aquí, y en esta otra entrega inicié la exposición.

Toca ahora una muestra de impotencia que pone su esperanza en organizaciones de las que parece que podemos fiarnos, mientras que no nos fiamos de quien quiera tomar el poder. Esto me recuerda la utópica frase "cambiar el mundo sin tomar el poder". Pero los cambios en el mundo solo se hacen desde el poder, y un contrapoder que pueda anular el poder... ¡será también poder!

El que esto escribe, sin embargo, se confiesa donante de varias organizaciones no gubernamentales. Paradoja que he intentado justificar con este poema circular de Bertolt Brecht.

En todo caso, conviene mirar bien el ideario y las prácticas de estas organizaciones. Aunque casi todas ellas, como los partidos políticos y los sindicatos de este país, tienen un gran hándicap: se dicen no gubernamentales, pero dependen en gran parte de ayudas gubernamentales, cuando no de empresas que de modo "altruista" condicionan de hecho su funcionamiento.

Todas las  organizaciones, desde el Estado hasta las de base, entidades locales, empresas... tienen estructuras que pueden ser parasitadas por elementos contrarios a su idea fundacional, sea real o proclamada. Desde luego, más vale confiar en las organizaciones conociendo bien su ideario y sus fines declarados.

No hay que fiarse de cualquiera, pero el único antídoto consiste en transparencia y democracia a todos los niveles. La desconfianza absoluta hacia El Poder nos deja indefensos ante él.

Volvemos al mito de una "sociedad civil" incorrupta frente a poderes corruptos. O a un nihilismo que significa entronizar la impotencia.



5. La lucha de la izquierda tradicional por el poder estatal es corrupta y conlleva a regímenes autoritarios que entonces subordinan la sociedad civil a su control. Las luchas locales sobre asuntos locales por organizaciones locales son las únicas vías de cambio, conjuntamente con la petición/presión sobre las autoridades nacionales e internacionales.

Mucho parecen confiar en la presión popular sin otros medios que la petición/presión sobre poderes muy fuertes y manipuladores quienes paradójicamente desconfían de cualquier poder estatal. Leamos a Petras:

“El Poder Estatal Corrompe”: Los Políticos Locales se Someten

Una de las principales críticas del marxismo entre los post-marxistas es la noción que el poder estatal corrompe y que la lucha por conquistarlo es el pecado original. Utilizan el argumento de que esto es así porque el Estado está tan distante de los ciudadanos, que las autoridades se vuelven autónomas y arbitrarias, olvidando los objetivos originales y buscando su interés personal. No hay duda de que a través de la historia la gente que toma el poder se convierten en tiranos. Pero también es cierto que la llegada al poder de los individuos que conducen movimientos sociales han tenido un efecto emancipador. La abolición de la esclavitud y el derrocamiento de las monarquías absolutistas son dos ejemplos de ello. De manera que el “poder” en el Estado tiene un doble significado dependiendo del contexto histórico. De la misma forma, los movimientos locales han tenido éxitos al movilizar a las comunidades, mejorando las condiciones básicas, en algunos casos de forma significativa. Pero también es verdad que las decisiones económicas macro-políticas han minado los esfuerzos locales. Hoy en día las políticas de ajuste estructural a nivel nacional e internacional han generado pobreza y desempleo, agotando los recursos locales, forzando a las personas de la localidad a emigrar o a involucrarse en la violencia. La dialéctica entre el Estado y el poder local opera para minar o apoyar las iniciativas o cambios locales, dependiendo de la clase que está en el poder que se manifiesta en ambos niveles. Existen numerosos casos de gobiernos municipales progresistas que han sido minados porque el régimen nacional reaccionario les ha cortado su financiamiento. Por otra parte, los gobiernos municipales progresistas han sido una fuerza muy positiva al ayudar a organizaciones de la comunidad local, como ha sido el caso del alcalde socialista de Montevideo en Uruguay o el alcalde de izquierda en Porto Alegre, Brasil.

Los post-marxistas que contraponen ‘local’, a ‘poder estatal’ no están basando su discusión en la experiencia histórica, al menos no en América Latina. La antinomia es un resultado del intento de justificar el papel de las ONGs como mediadores entre las organizaciones locales y los donantes extranjeros neo-liberales (Banco Mundial, Europa o los EE.UU.) y los regímenes locales de libre mercado. A fin de “legitimar” su papel, los profesionales de las ONGs post-marxistas, como “agentes de las bases democráticas”, tienen que menospreciar la izquierda a nivel del poder estatal. En el proceso, ellos complementan la actividad de los neo-liberales cortando el vínculo entre las luchas locales y la organización de movimientos políticos nacionales o internacionales. El énfasis en la “actividad local” sirve adecuadamente a los regímenes neo-liberales, ya que le permite a sus partidarios nacionales o extranjeros dominar la política macroeconómica-social y canalizar la mayoría de los recursos del Estado en provecho de los exportadores capitalistas y los intereses financieros.

Los post-marxistas como dirigentes de las ONGs se han vuelto habilidosos en el diseño de proyectos y en transmitir la nueva “identidad” y la jerga “globalizadora” a los movimientos populares. Sus discursos y escritos acerca de la cooperación internacional, la autoayuda, las microempresas, crean lazos ideológicos con los neo-liberales mientras que forjan la dependencia con los donantes externos y su agenda socio-económica neo-liberal. No es una sorpresa que después de una década de actividad de las ONGs los profesionales post-marxistas hayan “despolitizado” y desradicalizado áreas completas de la vida social: la mujer, la comunidad, y las organizaciones juveniles. El caso de Perú y Chile es clásico: donde las ONGs se han establecido firmemente, los movimientos sociales radicales se han replegado.

Las luchas locales sobre temas comunes son el alimento y la substancia que nutre a los movimientos que surgen. La cuestión crucial trata acerca de su dirección y su dinámica: entre elevar los grandes temas del sistema social y vincularlos con fuerzas locales para enfrentarse al Estado y su apoyo imperial o mirar hacia adentro, buscando apoyo extranjero y fragmentándose en una serie de competidores que suplican por el subsidio externo. La ideología de los post-marxistas promueve lo segundo, los marxistas lo primero.


3 comentarios:

  1. No me quedará más remedio que ser post-marxista... cuando muera. De momento -espero que largo- nada de post.

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  2. El poder no es el control de las camaras, como ya sabia Lenin, el propio funcionamiento del parlamento burgues hace inutil cualquier objetivo estrategico, de hecho el poder realmente esta fuera del parlamento, es el que hace que Gallardon tenga que dimitir por intentar cambiar la ley del aborto, o el que ejercen los que de verdad toman las decisiones. No debemos equivocar cargo con pòder

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