martes, 15 de septiembre de 2015

Cuatro ejes, y el último es determinante

A los pares dialécticos que siempre han configurado la pugna política, manifestación última de los conflictos de clase, a saber, igualdad-desigualdad, calidad democrática alta o baja y centralización-descentralización, se suma ahora un ingrediente nuevo que modifica el contexto en que se desarrollan los anteriores. Se trata del par crecimiento-sostenibilidad.

La idea de progreso indefinido, entendida hasta ahora casi universalmente como crecimiento material, choca con la realidad de los límites de ese crecimiento, aunque el sentido común mayoritario no parece haberse modificado aún. Por eso, mientras son muchos los que tiene claros aquellos ejes que rigen los conflictos, pocos son aún los que comprenden en qué medida este cuarto eje modifica todas las expectativas.

Por esta razón, son minoría las fuerzas políticas que hablan claramente de ello. Y cuando establecen planes y proyectos de futuro, aún mencionando esos límites, dejan sus consecuencias en segundo plano. De ahí pueden derivarse frustraciones generalizadas de consecuencias imprevisibles.

Por eso, aquí se analiza la influencia de este cuarto eje sobre los tres primeros. Las fuerzas empeñadas en dar la vuelta a una situación en caída libre deberán tenerla en cuenta.

No hay que poner sordina a la realidad.




Rebelión

La crisis económica ha supuesto no solo un terremoto social sino también político al emerger nuevas dimensiones o ejes en el escenario político español que antes eran locales o irrelevantes desde el punto de vista electoral. Además del tradicional eje igualdad-desigualdad, constituyen el nuevo espacio político, el eje baja-elevada calidad democrática, el eje centralismo-independencia de la forma de Estado y el eje crecimiento-sostenibilidad; a nuestro juicio, este cuarto eje cobrará en los próximos años una importancia capital. Si con la crisis económica hemos despertado de un plácido sueño a una realidad más compleja y dolorosa, con la crisis energética y climática en ciernes esa realidad puede convertirse en una pesadilla.

En el mes de julio de 2014, un numeroso grupo de científicos, activistas y algunos políticos lanzaron el Manifiesto “Última llamada” (1) con el propósito de informar a la población y suscitar un amplio debate transversal en la sociedad acerca de la situación límite a la que nos vemos abocados como consecuencia de una expansión económica y poblacional que está colisionando con los límites de la Tierra. La crisis de recursos, especialmente energéticos, y el cambio climático son los síntomas más evidentes de que ya hemos entrado en una era de decrecimiento físico. De no acometerse un cambio radical, entraremos en una recesión económica duradera a escala mundial que hará colapsar el sistema económico capitalista con consecuencias inenarrables para la humanidad.

En pocas palabras, el escenario que oscurece el futuro es el siguiente. Hemos entrado ya en una situación en la que el acceso a los combustibles fósiles será cada vez más caro y difícil y no parece haber sustitutos que puedan reemplazarlos ni tiempo suficiente para hacerlo, Con una escasez de energía cada vez mayor, habrá menos trabajo. Las deudas con sus intereses no se podrán devolver y muy posiblemente el sistema financiero colapsará y, con él, el sistema económico de los diferentes países. Sin suficiente energía, también sufrirá el transporte. El empobrecimiento energético y el económico deshilacharán la red del comercio global y los sistemas económicos retornarán a ser más localizados. Y todo ello aderezado con sequías, hambre, sed, migraciones y demás consecuencias del cambio climático.

Muchas personas piensan que a largo plazo nuestra civilización es insostenible debido a los graves problemas ambientales y de recursos. No contemplan que el colapso de nuestra civilización pueda ocurrir en los próximos años y mucho menos que la actual crisis sea ya un síntoma del mismo. Pero los datos más fiables acerca de la crisis energética hacen muy verosímil que el mundo pueda entrar en la era de la escasez de los combustibles fósiles y del decrecimiento económico en el próximo quinquenio.

Aunque todavía insuficientemente conocida –la divulgación del Manifiesto se hizo principalmente a través de la red, mientras que solo un diario de gran tirada, la Vanguardia, se hizo eco de él- la problemática en torno al cuarto eje va a condicionar decisivamente la política en los próximos años.

Influencia sobre el primer eje: igualdad-desigualdad

Salvo en algunas Comunidades Autónomas en las que competían con éxito partidos nacionalistas, en los años anteriores a la crisis el único eje que posicionaba a cada partido en el resto de España era el eje igualdad-desigualdad. Los ciudadanos lo tenían fácil, en función de las políticas sociales y de igualdad se votaba izquierda-derecha, es decir, PSOE-PP. Por supuesto, el sistema económico no se ponía en cuestión y aquellos partidos que lo hacían tenían una representación minoritaria o eran marginales.

En una situación de crisis energética y decrecimiento cada vez más profundos, el problema de la desigualdad cobrará una relevancia crítica. Mientras la locomotora del crecimiento ha producido riqueza, los países europeos han podido hacer políticas socialdemócratas de empleo y reparto de la riqueza que beneficiaron a todos los ciudadanos, aunque de manera desigual, y evitaron la exclusión social. Inmersos en la crisis económica actual, que se ha ensañado especialmente con algunos países, como España, los gobernantes, siguiendo las directrices neoliberales de la Comisión Europea, BCE, Alemania y FMI, han privatizado, recortado derechos y servicios esenciales y redistribuido la riqueza en favor de los más ricos. Las consecuencias de estas políticas han sido el aumento millonario del paro, la pobreza y la exclusión social y la emigración de miles de jóvenes, la mayoría de ellos con estudios universitarios.

El mantenimiento de algunos bienes y servicios actuales puede llegar a ser inviable debido a la declinación de la energía neta disponible. Sencillamente, con una menor cantidad de energía no podrá aumentar la complejidad de nuestra sociedad, muy al contrario, tenderá a simplificarse. Los partidos que pretendan practicar políticas de igualdad han de tener en cuenta que no va a ser fácil llevar a cabo políticas socialdemócratas al uso y que han de lidiar con una austeridad que nos está imponiendo la propia naturaleza (2) y, en consecuencia, con una economía en recesión permanente. Para ser creíbles, las propuestas pro-igualdad de los partidos políticos deberían ir acompañadas de una estimación del coste de las mismas y de su correspondiente mecanismo de financiación.

Influencia sobre el segundo eje: baja-elevada calidad democrática

El movimiento del 15M y el ascenso de Podemos y de las candidaturas unitarias populares han venido a trastocar el panorama electoral y a destapar la baja calidad de nuestro sistema democrático. Tras el “No nos representan” del 15M, se ha denunciado un sistema electoral que no es lo suficientemente proporcional, una entente de los grandes medios de comunicación conniventes con el statu quo y una separación incompleta del poder político y judicial que impide que los casos de corrupción de políticos y oligarcas financieros reciban sentencias justas.

A los políticos que colaboran con el poder económico y luego son “teletransportados” mediante puertas giratorias a los consejos de administración de las grandes empresas, se les acusa de pertenecer a la “casta”, aquellos representantes políticos que lejos de servir a los intereses generales, lo hacen a los poderes financieros y empresariales. Pero no todos los políticos ni todos los partidos son iguales y forman parte de una misma "casta" política.

Según Piketty (3), en los países de un capitalismo avanzado se está formando una oligarquía económica fruto de la herencia de capital y la posición social que se transmite de padres a hijos y que cada vez tiene más influencia sobre el poder político y medios de comunicación. Es de sobra conocido que este mecanismo ha funcionado en nuestro país y ha consolidado un cierto número de familias, especialmente cercanas al PP, CiU y PNV, con tentáculos poderosos en la política. Esta casta deriva de una clase social y, por lo tanto, ni es exclusiva de España, ni es reconvertible.

Pero el capitalismo español tiene una característica diferenciadora consistente en que gran parte de la clase social capitalista más que industrialista, es extractiva, parasitaria (4), vive de la especulación y la concesión pública de obras y servicios y su forma de sobrevivir y reproducirse consiste en mimetizarse y comprar aliados en la política. Y es a través de este segundo mecanismo, facilitado por la falta de controles tanto del Estado como de las organizaciones políticas y sindicales, por el que algunos de nuestros representantes, especialmente de aquellos partidos y sindicatos que han tocado más poder, han accedido al enriquecimiento personal y a ser considerados parte de la casta.

No cabe duda que algunos partidos son los representantes ideológicos y políticos del capitalismo español y sus líderes llevan a cabo unas políticas acordes con los intereses de la clase social a la que representan y/o pertenecen. Su interés, por lo tanto, por aumentar la transparencia, independizar el sistema judicial del político, facilitar la variedad de información, promover formas de participación directa, en una palabra, por mejorar la calidad democrática es nulo. Lo incomprensible es que dirigentes de partidos (PSOE, principalmente) que programáticamente defienden otros principios ideológicos y que en diferentes ámbitos han puesto en práctica políticas en defensa de los intereses mayoritarios de la ciudadanía hayan claudicado ante el dinero y aceptado políticas económicas y fiscales impropias de partidos de izquierda. No será fácil, pero quizá sea posible su regeneración ética y democrática, aunque no esperamos que puedan hacerlo de sus ideas económicas en vista de la adscripción de la socialdemocracia al capitalismo y su deriva neoliberal.

Cabría entonces hablar de un segundo eje, el de la calidad democrática que incluya no solo la democracia representativa sino una democracia más apegada a la ciudadanía y alejada de lobbies empresariales y financieros. En resumidas cuentas, una democracia también deliberativa y participativa que ejerciera el derecho a decidir de la ciudadanía mediante consultas y referendos.

El cuarto eje también influirá en la calidad democrática. La tendencia al decrecimiento, a un mayor empobrecimiento y, como hemos dicho anteriormente, a una relocalización de las economías, obligará, so pena de ser pasto de la delincuencia y el caciquismo, a una mayor organización ciudadana y profundización en la democracia participativa. Ante esta perspectiva, es primordial potenciar el movimiento de ciudades en transición en torno a iniciativas que fomenten el espíritu comunitario y la resiliencia social, tales como cooperativas agrarias y empresariales, redes de productores-consumidores, banca ética, consultas y referendos populares, etc.

Pensamos, sin embargo, que el derecho a decidir debería tener limitaciones. ¿Sería justo que algún partido o movimiento social planteara consultas que contravinieran derechos humanos, como la implantación de la pena de muerte o la expulsión de los inmigrantes? Por el contrario, ¿no sería más justo que decisiones económicas como la de incluir un déficit máximo del 3% en la Constitución u otras, como la de entrar en guerra, fueran consultadas a los ciudadanos? En todo caso, estas limitaciones habrán de precisarse y figurar en la Constitución. A nuestro entender, como criterios generales para formularlas, deberían respetar la carta de derechos humanos de Naciones Unidas y evitar que el partido en el gobierno pueda acabar con la democracia y constituir un Estado dictatorial o/y teocrático. Aunque ahora tales amenazas parecen lejanas, se acercan tiempos convulsos y caóticos y no cabe descartarlas. Previendo esa posibilidad, para estos casos, habría que establecer barreras defensivas constitucionales, mayorías mucho más significativas que la del 50% de los votantes. Por otra parte, habría que implantar referendos revocatorios como garantía democrática en el caso de que los gobernantes incumpliesen flagrantemente su programa electoral.

Influencia sobre el tercer eje: el derecho a decidir sobre la forma de Estado

La cuestión catalana, el derecho a decidir sobre la independencia, no solo ha diferenciado políticamente a los ciudadanos de esta Comunidad sino que lo ha hecho también con los del resto de España. Este tercer eje del espacio político español, complica todavía más la elección electoral aumentando el abanico de opciones a las que se pueden adscribir los votantes: independencia, federalismo, sistema actual o más centralismo.

Ninguna constitución de un país contiene el germen de su propia destrucción. A nuestro juicio, si llegado el caso, el derecho a decidir sobre la independencia comenzara a legislarse en las Constituciones de los países, debería tener también limitaciones, ejerciéndose con una mayoría bastante más significativa que la del 50%, pues se trata de evitar una escisión irreversible de la ciudadanía.

El cuarto eje condiciona también el derecho a decidir sobre la forma de Estado. El decrecimiento y relocalización de las economías provocará tendencias separatistas en los países; las regiones ricas querrán soltar lastre y navegar en el río de la historia por su cuenta. En la propia UE los nacionalismos de todo tipo vuelven a crecer electoralmente y el resto de partidos, si no quieren ver disminuida su cuota de poder, asumirán parte de sus reivindicaciones. En buena medida, la reivindicación catalana va en ese sentido. Un diputado catalán dijo en el Congreso de los diputados, durante la primera legislatura de Zapatero, que los catalanes abrazarían la independencia cuando se convencieran de que podrían vivir mejor fuera que dentro de España. La crisis económica ha proporcionado una magnífica ocasión para elevar la fiebre independentista. Sería, sin embargo, conveniente que se lograra una solución federal, tanto a nivel europeo, como español. En un contexto de decrecimiento, los conflictos por recursos como el agua y la energía, por reivindicaciones territoriales, por causa de la inmigración, etc., no faltarán. Europa y, en especial, España podrían entrar en un período de inestabilidad duradero cuasi medieval.
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Referencias

(1) Manifiesto última llamada (2014) https://ultimallamadamanifiesto.wordpress.com/el-manifiesto/

(2) Trainer, T (2011). ¿Entienden bien sus defensores las implicaciones políticas radicales de una economía de crecimiento cero? http://www.sinpermiso.info/articulos/ficheros/decre.pdf

(3) Piketty, citado por Bach, P (2014) http://www.rebelion.org/docs/187095.pdf

(4) García Biel, M. (2014). ¿El problema base es de “casta política” o de clase social?http://www.nuevatribuna.es/articulo/espana/problema-base-casta-politica-clase-social/20140823233157106460.html

lunes, 14 de septiembre de 2015

El agotamiento de un modelo

Las dificultades que acosan a varios países de Latinoamérica no pueden considerarse aisladamente de las que aquejan a los países más ricos. Para aumentar su prosperidad en un contexto global interconectado, los primeros necesitan intercambiar bienes y tecnología por aquello que tienen: naturaleza y materias primas. La resaca que contrae las economías más prósperas acaba llegando a sus costas cuando decae la demanda de estos recursos primarios en el mundo desarrollado, en particular la de recursos energéticos, caída que coincide con el esfuerzo por aumentar, o al menos mantener, la oferta. A esto se unen, además, las maniobras especulativas y las estrategias del gran capital y de los centros imperiales. En todo caso, inexorablemente, caen los precios, y con ellos los ingresos y la posibilidad de cumplir las ambiciosas metas sociales propuestas.

Entonces se produce una bifurcación entre los gobiernos y sus bases sociales, que aspiran a lo que ya no pueden tener. Por una parte, quienes no han llegado aún al prometido bienestar, y quienes habiendo prosperado ven estancarse sus expectativas, tienden a culpar a los gobiernos que hasta ahora han apoyado. Por otra, las oligarquías quieren aprovechar la coyuntura para recuperar el espacio perdido. Los gobiernos tienen difícil equilibrar la represión de la subversión reaccionaria con la protección de la libertad de protesta de las poblaciones emergentes.

Las promesas de compatibilizar desarrollo humano (financiado al fin y al cabo en los mercados internacionales) y conservación de la naturaleza se hacen entonces difíciles de cumplir. Los grupos ecologistas, las poblaciones campesinas y los pueblos originarios reaccionan ante cierta paralización en el cumplimiento de promesas hechas, viendo en peligro zonas de valiosa biodiversidad, la protección de modos de vida tradicionales y las culturas sustentadas en ellos.

Este es el caso de Ecuador, que tras proclamar la intención de no tocar las reservas petrolíferas del parque nacional Yasuní dio parcialmente marcha atrás, en gran medida por la implacable negativa de la llamada "comunidad internacional" a colaborar en la paralización de las extracciones.

Las contradicciones, como afirma David Harvey, no se pueden resolver sin contradicción. Hay que asumir este hecho y calibrar el alcance de las medidas a tomar. 

Una de las más inevitables se da en la dialéctica entre libertad y sometimiento. Ninguna revolución ha podido soslayarla, y tampoco la revolución ciudadana de Ecuador. En semejante encrucijada se encuentran ahora diversos países emergentes.

Estas contradicciones se agudizan particularmente  en el caso de las que Harvey llama "contradicciones peligrosas". Califica como tales:
-El crecimiento exponencial y acumulativo sin fin.
-La relación del capital con la naturaleza.
-La rebelión de la naturaleza humana: la alienación universal.
Desarrolla estas y otras en su libro Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo, que puede descargarse libremente aquí, traducido y publicado, precisamente, en Ecuador.

Sobre
el Ecuador de 2015 publica lo que sigue 
François Houtart. Omito los detalles sobre las protestas e incidentes de los que, como no podía ser menos, ya se ocupan nuestros medios, para los que las grandes contradicciones del sistema en declive son fenómenos poco menos que naturales, mientras ponen la lupa en las que se dan entre quienes se oponen a aquellas.

En todo caso, la aceptación reformista de los métodos modernizadores del capitalismo quiebra tanto las posibilidades de transformación auténtica como el entusiasmo popular. Algo parecido a lo ocurrido en Grecia, donde el corsé capitalista, aquí encarnado por la mitificación de las bondades de la Unión Europea, ha dado al traste, al menos de momento, con las posibilidades de emancipación.

Parque nacional Yasuní





Rebelión

Para analizar una situación, evidentemente compleja, vinculada con una coyuntura internacional caótica que escapa a la capacidad de acción de cualquier país, especialmente del Sur, se debe salir de explicaciones simples reduciendo los procesos sociales a un voluntarismo colectivo o personal, que desembocan sobre acusaciones mutuas, sin excluir la utilización de la violencia institucional o espontánea.

Tampoco se puede negar la lucha de intereses económicos, que tanto al nivel nacional, como internacional, dominan el panorama, orientando las políticas y colonizando las mentes. También, hay varias maneras de concebir la lucha contra la hegemonía del capital y sus pertinencias pueden solamente ser juzgadas por sus resultados. Por eso en una primera sección se analizará el contexto local y global y en una segunda, los eventos de Agosto 2015.

En este texto se trata de elaborar hipótesis destinadas a ser discutidas. La utilización del término modelo no contiene ningún sentido axiológico en sí mismo. Es un objeto social articulado en función de una lógica, que actores sociales adoptan para finalidades que ellos determinan. Cuando hablaremos de un modelo de modernización de la sociedad, no cuestionaremos la intención de cambiar una sociedad para su progreso, pero trataremos de analizar el contenido del concepto de modernidad y sus consecuencias sociales.

1° El contexto de las protestas de agosto 2015

La doble dimensión, nacional y mundial, del contexto es bien clara. En el conjunto del continente se nota en cada país elementos específicos que caracterizan las etapas de un agotamiento del modelo. Sin embargo los efectos de la crisis global los afectan a todos y tal vez constituyen el elemento más importante.
1. Al nivel nacional
El paro sindical y el “levantamiento” indígena de Agosto 2015, fueron el resultado de una situación que se deterioró ya desde hace bastante tiempo. Después de un periodo de caos político que caracterizó en Ecuador la salida progresiva de la era neoliberal, se elaboró en 2008, una constitución y el país conoció una estabilidad, que permitió la elaboración de planes de desarrollo, de restablecer un papel activo del Estado; de reconstruir los servicios públicos y de dar un mejor acceso de los más pobres a la salud y a la educación.
- El cambio económico y social
Gracias a mejores precios de las commodities y a una política fiscal nueva, transformaciones socio-económicas fueron posibles. Hubo medidas sociales importantes en favor del trabajo formal, un aumento del salario mínimo; avances en el seguro social; reconocimiento del trabajo de las amas de casa que para quienes se afilien, tienen derecho a una pensión jubilar mínima y también inversiones importantes en los sectores de la salud y de la educación. Grandes obras públicas para acceder a la soberanía energética están en ejecución. Ecuador cuenta con centenares de kilómetros de carreteras nuevas.

Sin embargo, a poco más de dos años del segundo mandato del presidente Rafael Correa, protestas se generalizaron en el país, no solamente en las varias ramas de la derecha, sino también en los sectores populares. Muchos elementos intervienen para explicar tal situación. Entre ellos un factor central: el agotamiento de un modelo de modernización de la sociedad que ha tenido logros sociales importantes y ha permitido inversiones públicas e numerosas, pero que no transformó el modo de acumulación y sus contradicciones fundamentales: grave destrucción ambiental; proletarización de los campesinos; desintegración de la culturas indígenas; urbanización poco controlada. Se trata, como expresa el presidente Rafael Correa, de un “capitalismo moderno” basado en una nueva matriz productiva que posibilite acelerar las exportaciones de productos fósiles (petróleo, minas) y agrícolas (banano, azúcar, palma, brócoli, agro-combustibles por medio de monocultivos); disminuir las importaciones; asegurar la soberanía energética; remplazar el petróleo que está llegando a su pico por la extracción minera y el agro-negocio.

En síntesis, es un proyecto que busca crear de manera rápida y eficaz el progreso del pueblo ecuatoriano, con un liderazgo dinámico y la adopción de conocimientos y de tecnologías avanzadas. De verdad, el Ecuador es probablemente el país de América Latina que supo aprovechar lo mejor de los logros de este modelo. Además que jugó un papel protagónico para la integración latino-americana y la imagen del país al exterior se transformó de manera positiva.

Socialmente, se desarrolló una clase media con un consumo importante de bienes importados; se realizó una salida de la pobreza de casi dos millones de personas, con programas eficaces, pero de tipo principalmente asistencialista que crean más clientes que actores sociales; se redujo el poder político de la antigua oligarquía capitalista, se eliminaron los partidos políticos tradicionales denominados como partidocracia. Al mismo tiempo, nuevos grupos capitalistas “modernos” económicamente eficaces se reforzaron, con procesos acelerados de acumulación en los sectores de las finanzas; de la construcción; del comercio; de las telecomunicaciones; del agro-negocio y de los intermediarios con los nuevos inversionistas, especialmente chinos. Poco a poco se constituyó una derecha “moderna”, que está tanto dentro de la oposición como dentro del gobierno; se aumentó la recaudación fiscal por medio del IVA y la creación de nuevos impuestos, pero todavía moderada para los más ricos y sin tocar ciertos intereses extranjeros y se recuperó mayor participación de las ganancias de las empresas extractivas para financiar los programas sociales. En la agricultura, el Gobierno apoyó los monocultivos de exportación de alta productividad, pero también destructores del ambiente y del tejido social rural, pero descuidó la agricultura familiar campesina e indígena, a pesar de que produce más del 60 % de la alimentación del país y garantiza su soberanía alimentaria.

La derecha ecuatoriana que se opone al actual gobierno es plural: la antigua oligarquía que no tiene mucho peso político y la nueva que está divida en tres ramas principales: CREO con el banquero y exministro Guillermo Lasso; el Partido Social-Cristiano (hoy Madera de Guerrero) con Jaime Nebot, actual alcalde de Guayaquil y SUMA con Mauricio Rodas alcalde de Quito, en funciones. Cada una de estas ramas está vinculada con intereses económicos específicos. Así, la oposición de derecha no tiene un liderazgo ni un programa único y se caracteriza principalmente por su oposición al presidente Correa y tiene por estrategia infiltrar los movimientos de protesta.

La derecha que está dentro del Gobierno acepta la lucha contra la pobreza que amplía las bases del mercado; el trabajo formal; el seguro social; aún pagar un cierto nivel de impuestos, a condición que la estabilidad política les permite proseguir en ciertos sectores de la economía un proceso de acumulación acelerado.

Varios líderes indígenas se acercaron a personalidades de esta derecha, con la finalidad de exigir en un frente común, la dimisión del presidente Correa, como ocurrió en el pasado con otros mandatarios. Fueron rechazados por la CONAIE. Además, no hay duda que los servicios secretos de los Estados Unidos (CIA y otros) sean activos para fomentar el desorden, como siempre, pero no pueden ser considerados como la primera causa de los procesos socio-políticos que conoce el país en este momento. La teoría del complot tiene el peligro de velar las causas profundas del proceso.

Por otra parte, ciertos grupos sociales (médicos, trabajadores del petróleo, jubilados, universitarios) han defendido intereses corporativos frente a reformas necesarias, pero a menudo impuestas desde arriba, por deseo de eficacia, muchas veces sin real diálogo y en varios casos de manera arbitraria, obligando a dar pasos atrás para rectificar errores. En el caso de las leyes sobre la herencia y la especulación, el malentendido fue tan profundo, que la derecha logró provocar en una buena parte de la clase media baja y aún de campesinos e indígenas, una reacción de rechazo contra medidas destinadas a repartir mejor la riqueza. Hubo, en este caso, evidente déficit de comunicación, debido a un flujo de información desde arriba, sin suficiente atención a las reacciones de los que la reciben. Fue uno de los efectos de un liderazgo demasiado exclusivo, que ve en una enmienda de la constitución para la reelección, la única manera de asegurar la continuidad del modelo.

El proyecto, que identifica modernización de la sociedad con el “buen vivir”, ha generado progresivamente un malestar generalizado a pesar de sus logros indiscutibles. Por una parte, grupos políticos que habían hecho una alianza con el Gobierno de Alianza País, perdieron su cuota de poder y se separaron. Por otra parte, movimientos sociales que defienden la naturaleza; los derechos obreros afectados por la nueva matriz productiva; la posibilidad de organizar sindicatos en el sector público; la plurinacionalidad; los territorios y la identidad en tanto que pueblos de los indígenas, fueron considerados como obstáculos al proyecto modernizador. El nuevo código integral penal (COIP) y ciertos decretos presidenciales, como el decreto 16 sobre las organizaciones sociales, son los instrumentos utilizados para limitar sus acciones. Simultáneamente, se crearon movimientos paralelos favorables al gobierno, con una base frágil aunque numerosa, porque fue construida en gran parte sobre ventajas económicas inmediatas o como fruto del modelo de modernización, que hoy en día entra en crisis.
- Cambio en la gestión política
Al mismo tiempo, se desarrolló en el país un aparato de Estado bastante amplio, utilizado en varios casos como instrumento partidario para asegurar la continuidad del proyecto en el cual la influencia del ejecutivo es predominante. Se trata de un Estado administrado por una organización política pluriclasista (Alianza País), donde las fuerzas de derecha empezaron a ocupar un espacio siempre mayor en sectores estratégicos, especialmente desde el segundo mandato presidencial.

El conjunto de estos procesos más son el fruto de lógicas sociales, que de cálculos individuales, aún si ellos existen. Son connaturales al ejercicio de un poder que persigue la eficacia y objetivos políticos desde arriba, aún con un apoyo popular fuerte. No son determinismos, sino condicionamientos que siempre pueden revertirse con otra concepción del poder.
- Los pueblos indígenas
Los pueblos indígenas tienen su especificidad también en esta realidad. En 2007, al inicio del nuevo sistema político que produjo una Constitución muy avanzada que incluye los derechos de la naturaleza; ratifica los derechos colectivos de los pueblos indígenas y reconoce al Ecuador como Estado Plurinacional. Hubo un apoyo de la CONAIE, (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, considerada como un verdadero gobierno de las nacionalidades) y que fue protagonista del levantamiento indígena de 1990.

Poco a poco vino la decepción frente a la no aplicación de la Constitución en materia de territorios, de conducción de la educación bilingüe; la ausencia de reforma agraria; las nuevas leyes y códigos que favorecen los monocultivos; la desposesión del control comunitario del agua en general y de la de los páramos en particular, sin hablar del desprecio, los insultos, y la deslegitimación sistemáticos de parte del poder. En las políticas sociales se consideraron a los indígenas como pobres, como campesinos, o ciudadanos, pero no como comunidades, pueblos, nacionalidades. La gran marcha del 8 de Marzo 2012 no fue entendida lo suficiente por el poder político. El proyecto modernizador apareció más y más como destructor de la identidad indígena. No era necesariamente su objetivo, sino el resultado, aún de parte de personas bien intencionadas, pero con una gran dificultad de entender en su esencia la realidad y la perspectiva indígena.

La aceleración de la disolución socio-cultural de las comunidades y pueblos indígenas por la urbanización; la desestructuración del tejido social rural propio; el sistema educacional; los medios de comunicación; la sociedad de consumo; la individualización de la propiedad; la folklorización de la cultura y de las cosmovisiones, son factores, que añadidos a la política oficial, han creado dentro de muchos indígenas un sentimiento de verdadera desesperación y desengaño. Por otra parte, un buen número de indígenas entraron en el sistema y se va conformando también una “burguesía” indígena, con reacciones similares a las de la nueva clase media en ascenso.

Para las organizaciones indígenas, la visita el Papa Francisco añadió un elemento coyuntural a este estado de cosas, por la invisibilización de los pueblos indígenas y de sus líderes, situación muy diferente a la de 30 años antes, donde un encuentro del Papa Juan Pablo II con más de 300.000 indígenas tuvo lugar en Latacunga. En esa ocasión, Monseñor Leonidas Proaño fue proclamado “el obispo de los indígenas”. En 2015, el único que recordó su memoria fue el Presidente de la Republica en su discurso de bienvenida al Papa. En el resto de los tres días de visita, el silencio fue total.

Evidentemente la alternativa no consiste en crear “reservas” a las que Álvaro García Linera, vice-presidente de Bolivia, les llama “jardines zoológicos”, sino de reconocer los derechos históricos de los pueblos que fueron desposeídos de sus territorios y de sus culturas al inicio por un capitalismo mercantil y colonial triunfante y más tarde por la integración en un capitalismo globalizado. La alternativa en este caso consiste en reparar la injusticia histórica para permitir a los pueblos indígenas vivir el Sumak Kawsay y mantener sus identidades con las bases materiales suficientes. Apoyar la agricultura indígena; la educación bilingüe; la justicia autóctona; las organizaciones indígenas urbanas; definir los territorios, son algunas de las medidas que podrían contribuir a una transformación que mira al futuro.

Es en este contexto que se deben interpretar las reacciones de las organizaciones indígenas históricas que muchos perciben como irracionales o exageradas.
- Otros elementos de tipo social y político
Se tendría que abordar también muchos otros aspectos de la situación del Ecuador, como el uso de las comunicaciones por el poder, si bien no se ha suprimido la libertad de prensa, como se dice en ciertos medios de la derecha, la hiper-comunicación de tipo vertical al servicio del modelo modernizador, empieza a cansar en vez de convencer. También se puede señalar la dificultad de promover la participación, ya porque está institucionalizada desde arriba, o porque la organización política tiende a monopolizar los roles, las decisiones y también porque la descentralización está pensada más como una regionalización del poder central que como una autonomía local.

Como en el resto del mundo, los movimientos sociales ecuatorianos han perdido la fuerza que tenían en los 90s. Hubo el efecto de la crisis económica; los errores políticos debidos a preocupaciones inmediatas, a menudo electorales; la pérdida de objetivos a largo plazo; la invasión de la sociedad de consumo; la absorción del liderazgo por los partidos y organizaciones políticas nuevas y su burocratización y adicionalmente, la cooptación individual y grupal por el aparato de Estado. Por estas razones los movimientos sociales se encuentran en una relación desigual mayor frente al Estado.
2. Al nivel internacional
Los factores externos juegan un papel crucial en la situación actual del Ecuador y son esencialmente debidos a la crisis internacional que desde 2012 empezó a afectar los países del Sur y en particular a América Latina. La base material, la más importante del proyecto de progreso social sufre de las consecuencias de la crisis del capitalismo mundial, que es mucho más que una crisis financiera y económica, sino realmente una crisis de civilización. No se trata de un fenómeno pasajero, como no cesan de afirmarlo los líderes europeos desde 2008.

La coyuntura internacional se degrada. No solamente el petróleo pasó en algunos meses de cerca de 100 dólares el barril a 37 dólares (para el Ecuador en Agosto 2015), sino que la crisis europea se profundiza y China al ver que su economía se contrae, devalúa su moneda. La dolarización de la economía ecuatoriana permite que la inflación sea relativamente lenta, sin embargo real, pero disminuye su competitividad frente a economías vecinas que devalúan su moneda (Perú, Colombia, Venezuela).

El resultado para el Ecuador es la necesidad de recurrir al endeudamiento que se acelera rápidamente, a pesar de ser por el momento relativamente modesto en comparación con los de EE.UU, Bélgica, Japón. La necesidad de financiamiento exige nuevas relaciones con los antiguos enemigos, Banco Mundial, Goldman Sachs, aún si los términos de las transacciones son diferentes, o con nuevos acreedores: China, Tailandia, Catar, Arabia Saudita. También el Gobierno ve la necesidad de disminuir el ritmo de las inversiones públicas y pedir la colaboración del sector privado. Se anuncian políticas similares a la “austeridad” en Europa que inevitablemente van afectar los ingresos y el empleo.

En la perspectiva del proyecto de modernización del país se trata de medidas razonables para salvar lo esencial, especialmente si se piensa que la crisis será pasajera. Se entiende que otra lectura de la realidad sea considerada como un real peligro. La reacción gubernamental será tanto más fuerte cuando existe la convicción profunda de poseer la verdad y que existen logros reales.

2° Los eventos de Agosto 2015

Las protestas y las violencias que explotaron en Agosto 2015, fueron precedidas por varios eventos que contribuyeron a preparar un terreno favorable a un deterioro de la situación. No podemos ser exhaustivos, sino señalar algunos elementos.

La decisión de explotar el petróleo del Yasuní es uno de ellos. Sin duda, por varios factores, la comunidad internacional no respondió a las expectativas y el Presidente Correa declaró que esta decisión fue la más difícil de su mandato. También, él afirmo que solo una infinitésima parte de este parque nacional seria afectada por la explotación minera, que tecnologías recientes minimizarían los impactos ambientales y que las comunidades locales recibirán una parte importante de las ganancias. Sin embargo, grupos económicos nacionales también tenían interés a pasar al plan B. La resistencia de jóvenes, especialmente de medios urbanos, fue el fruto de una creciente consciencia ecológica, que encontramos en muchas partes del mundo. En 2014, cuando organizaron una colecta de firmas pidiendo una consulta popular, la Comisión electoral deslegitimó el proceso y anuló centenares de miles de firmas, con argumentos jurídicos formales discutibles (formato de los formularios, etc.) junto a objeciones justas (repetición de firmas). Una delegación de ellos se fue a Lima para testificar frente a un Tribunal Internacional de Opinión y el bus en el cual viajaban fue parado por razones “técnicas” provocando un retraso del viaje.

(...)

Cuando se reflexiona en función del futuro, parece claramente que el primer paso es evitar que continúe la violencia, que puede desembocar en pérdidas de vidas y profundizar una polarización. El momento amerita eventualmente una mediación del exterior. Un segundo paso sería construir espacios de diálogo basados en una lectura realista de la situación, en el que, por una parte, se descarten las maniobras de la derecha por parte de las organizaciones indígenas y sindicales y, por otra que el Gobierno reconozca la legitimidad de las protestas.

3° Un proceso local inserto en una lógica de conjunto mundial

Las reflexiones de Bolívar Echeverría, uno de los mejores pensadores ecuatorianos de la posguerra, cuyo pensamiento se sitúa dentro de la corriente de la escuela de Frankfurt, nos permiten entender que no se trata de un fenómeno puramente ecuatoriano, ni de un proyecto “maquiavélico” de una organización política particular, como Alianza País y menos aún todavía de un solo hombre, como el presidente Correa. Es la concepción occidental de la modernidad que está en cuestión, porque, según este pensador, desde el inicio del siglo de las Luces, ella fue absorbida por la lógica del capitalismo. Karl Polanyi, historiador del sistema económico, desarrolló ideas similares, afirmando que el capitalismo desvinculó la economía de la sociedad, permitiendo a este último imponer la ley del valor a todos los aspectos de la vida colectiva.

Se puede pensar que la caída del socialismo del siglo XX fue debida en gran parte al hecho que no se cambió esta visión del desarrollo humano, considerando el progreso como lineal, fruto de la ciencia y de las técnicas; y el planeta como una reserva inagotable de recursos naturales. Por la misma razón, la China y el Vietnam adoptaron políticas económicas de mercado, ignorando las externalidades, es decir las consecuencias ambientales y sociales. En el Ecuador, la misma ausencia de visión holística caracteriza a la concepción de la “nueva matriz productiva”: exportar sin tomar suficientemente en cuenta las externalidades, es decir los daños ambientales y sociales.

Evidentemente, no se trata de proponer un retorno al pasado, sino de redefinir una nueva modernidad, implicando un cambio de paradigma, con aplicaciones concretas y procesos de transiciones, para responder a las necesidades de la humanidad y del planeta, en el caso, aplicadas a la situación del Ecuador, lo que se puede llamar el Bien Común de la Humanidad o también el “Buen Vivir”.

Como en otras partes del mundo, muchos piensan que el único modelo posible en la coyuntura actual, es un mejoramiento del capitalismo (social y verde). Por una parte la fuerza del sistema, a pesar de la crisis, es enorme (se ha visto en Grecia) con la combinación del capitalismo de monopolio y de las instituciones financieras y comerciales internacionales. Por otra parte, el pensamiento económico y social de los movimientos y líderes políticos nuevos no va mucho más allá que en la formulación de una nueva forma de desarrollismo sin crítica de la modernidad capitalista. Ellos también han tenido un apoyo popular real, que empezó a disminuir solamente con el cambio de la coyuntura económica mundial y también en ciertos casos, por errores y fallas internas. Se debe añadir la ausencia de una referencia creíble después de la caída del socialismo en Europa y de los cambios de los socialismos asiáticos. En esta perspectiva, proponer otro paradigma parece ser una ilusión.

Sin embargo, otro pensamiento es posible y se manifiesta indispensable frente a la crisis sistémica del capitalismo y a la gravedad de la destrucción ambiental. Las transiciones no pueden ser pensadas como adaptaciones del sistema a nuevas exigencias sociales, culturales, ecológicas. Se debe dar pasos hacia a un nuevo paradigma, elaborados de manera práctica en los diversos dominios de la vida económica, social, cultural y económica, con una visión de conjunto (holística) y en función de la exigencia ética de producir, reproducir y mejorar la vida.

Quito, agosto del 2015

sábado, 12 de septiembre de 2015

¿Decrecimiento o resiliencia?

Tienen razón los autores de este llamamiento: los partidos de izquierda, si bien de modo declarativo mencionan los límites del crecimiento y la sostenibilidad en sus programas, son muchas veces poco consecuentes con estos propósitos. Tal vez sea porque, como reza la presentación de este blog, lo urgente no nos deja hacer lo importante, aunque, como también dejo dicho, lo importante se está haciendo urgente.

Son varias las razones de la falta de entusiasmo para aceptar la idea de decrecimiento. Por una parte está la gran inercia física del mamotreto sistémico, que parece imposible de detener. Además, hay una inercia mental, que extrapola el pasado hacia el futuro haciendo caso omiso de las señales admonitorias del presente.

Se añade a estas inercias el efecto Casandra, que elude pensar en lo que no gusta mientras se puedan elegir visiones más halagüeñas que nos hagan más felices. Sobre todo si eso que no gusta nos parece inevitable. Sea  o no cierto, es más fácil imaginar el fin del mundo que el del capitalismo. El reciente caso de la capitulación del gobierno griego ante la Troika consolida, por ejemplo, la idea de que, no ya el capitalismo global es indestructible, sino que también lo es una parte, como esta Unión Europea.

Pero la Unión Europea, el capitalismo y la civilización humana son destructibles. La grave cuestión es si esa destrucción es o no necesariamente simultánea.

Los partidos de izquierda son en parte conscientes de los límites del crecimiento, aunque posiblemente los consideran relativamente lejanos. Por eso, a la apuesta neoliberal oponen cierto keynesianismo que nos permita "volver al crecimiento". Frente a la austeridad, proponen políticas públicas expansivas. En el corto plazo esto puede ser más fácilmente entendido y aprobado por la población que la idea de decrecer.

Pero el decrecimiento es inevitable, y la austeridad que imponen los neoliberales no es más que la fórmula de decrecimiento elegida por la clase que domina la economía. Si ellos imponen su austeridad, la resistencia a esta imposición lleva a pensar en su contrario, la anti-austeridad. Casi inevitablemente, si no se da un cambio muy profundo que no parece hallarse en un horizonte cercano, las primeras medidas que proponen las izquierdas son crecentistas. Esto es lo que los partidos de izquierda plantean de entrada, pasando a segundo plano el problema del inevitable decrecimiento.

Los autores del escrito son conscientes de esta dificultad, y tratan de armonizar la respuesta a la crisis planetaria con la realidad social. Refiriéndose al reciente Manifiesto Última Llamada, señalan la contradicción de algunos firmantes que, tras apoyar un documento de corte decrecentista, abrazan luego fórmulas socialdemócratas keinesianas de estímulo al crecimiento, considerando que lo que apoyan es importante pero no urgente. Y sobre todo que no es popular:
Sin duda alguna, la política más razonable consistiría en implementar un decrecimiento organizado y controlado. Sin embargo, hoy por hoy, sería contraproducente poner en marcha una política decrecentista sin realizar previamente un amplio debate transversal en nuestra sociedad, como el que intenta promover el citado Manifiesto. Son demasiados años de dependencia del consumo como para que el mensaje de que cada vez va a haber menos recursos y que hay que cambiar nuestro modo de vida por otro más austero y menos consumista sea aceptado por la sociedad. Sencillamente no lo entendería la ciudadanía y provocaría su distanciamiento del propio concepto de decrecimiento y de los partidos que lo propusieran. Monedero lo sabe y de ahí que despachara la alternativa del decrecimiento con la expresión: Hablando de decrecimiento no se ganan elecciones
A la espera del gran debate, esa "batalla de ideas" que ha venido proponiendo Fidel Castro, el punto de encuentro buscado entre la izquierda y el ecologismo lo resumen en el concepto de resiliencia, que en sus distintas acepciones se refiere a la resistencia prolongada en el tiempo. El de decrecimiento, en cambio, no supone compromisos sobre cómo éste se distribuirá y qué y quién decrecerá. De hecho muchos creemos que el decrecimiento a su modo está en la agenda de los dueños del capital.

Del artículo he querido destacar los aspectos propositivos: aquellos principios, objetivos, criterios y compromisos que deben permitir un consenso de izquierdas desde el que articular la necesaria (urgente e importante) unidad popular.





Rebelión


Si algo han mostrado las elecciones autonómicas y municipales del pasado 24 de mayo es que las candidaturas unitarias populares han tenido más éxito que las de los partidos en solitario en las principales capitales, aunque no en el conjunto de las circunscripciones. Sería imperdonable que los partidos de la izquierda radical de ámbito estatal (Equo, IU y Podemos) no alcanzaran acuerdos sobre un programa común por dificultades organizativas o mero cálculo electoral que no vamos a valorar aquí. Con ser muy positivos los resultados de estas elecciones al desalojar al PP de algunas Comunidades y Ayuntamientos importantes, son insuficientes para realizar el cambio que se requiere. Como escribe Rosa (1), claro que sí se puede, pero no solos. En la medida en que las fuerzas de la izquierda radical se consoliden y se avance en el desarrollo de un programa común, los pactos futuros con otras fuerzas (PSOE, principalmente) podrán inclinar la balanza en favor de una economía más social frente a otra más neoliberal. Ante la época que nos va a tocar vivir, valores como los de la solidaridad, cooperación y colaboración serán imprescindibles para la defensa de una vida digna. Valores que han de ser transmitidos en las escuelas e institutos y que serían mucho más creíbles si, desde ahora mismo, empezaran a ser percibidos por la ciudadanía.

Pero, si bien los obstáculos para llegar a un programa común en el terreno social y económico parecen superables, las dificultades para alcanzar un programa que a la vez afronte las consecuencias de la crisis ecológica se nos antojan insalvables. La percepción de la situación económica y social es compartida básicamente por los tres partidos a los que hemos hecho referencia, pero la de emergencia ecológica, derivada de la crisis energética y del cambio climático, está lejos de ser valorada por igual por estos partidos. Salvo Equo y muchos ciudadanos no necesariamente adscritos a partido alguno, el resto de la izquierda parece subestimar la irreversibilidad de problema ambiental y sus consecuencias, quizá debido a una concepción de la cuestión ambiental permanentemente postergable o, sencillamente, al efecto Casandra, según el cual la gente hace oídos sordos ante las malas noticias. Y, sin embargo, ignoremos o no la crisis ambiental, ya empezamos a entrar en la era de sus consecuencias: con el petróleo cada vez más escaso y caro no podremos salir de la crisis económica (2) y con el cambio climático acelerando la desertización de nuestro país, más pronto que tarde, se desencadenarán graves problemas en el suministro de agua y de alimentos. El caso de la crisis actual del agua de California -el estado más rico de EE.UU- es paradigmático (3), así que “cuando las barbas de tu vecino veas pelar…”Para muestra el conflicto por el agua desencadenado este verano entre las Comunidades de Castilla La Mancha y de Valencia. Evitar en la medida de lo posible estas consecuencias disminuyendo la vulnerabilidad de la ciudadanía para así garantizar el futuro de nuestro país, debe ser la tarea prioritaria de una política de izquierdas. Sirvan estas líneas para contribuir a este gran objetivo.

(...)

Los partidos de izquierda han recogido en sus programas de las pasadas elecciones del 24 de Mayo, medidas tanto sociales, como económicas y ambientales para mitigar los efectos de la crisis económica, intentar revertir los daños de las políticas del gobierno del PP y así disminuir la vulnerabilidad de la ciudadanía. Muchas de estas medidas coinciden con las que se pueden proponer adoptando el punto de vista de la resiliencia, por lo que nos limitaremos a indicar algunas que nos parecen especialmente relevantes y que, en esencia, se engloban en los siguientes principios:
1. Mayor intervención del Estado: frente a la tendencia actual a la privatización, más nacionalización, frente a la desregulación, mayor control estatal, frente a la mercantilización, imposición de límites y más derechos ciudadanos y obligaciones del Estado. 
2. Las sociedades humanas son ecodependientes. Los ecosistemas poseen límites. Aplicación de principios de sostenibilidad para compatibilizar las actividades humanas con la protección de los recursos renovables y los ecosistemas. Desmaterialización en la medida de lo posible de la economía. 
3. El ser humano vive en sociedad, es interdependiente. Promoción de la vida en comunidad y de la solidaridad y la cooperación frente al individualismo instalado en la sociedad. Profundización de la democracia. La economía social al servicio de la población.
(...)

Aunque limitar el déficit ecológico a cero no es posible todavía, sin embargo, es necesario avanzar en esa línea tanto para hacer frente a las consecuencias del cambio climático, pico del petróleo y pérdida de biodiversidad, como para aumentar nuestra autonomía y resiliencia en caso probable del colapso de la red de comercio mundial.

En este sentido, con la Ordenación del territorio se propone cubrir los siguientes objetivos:
- Uso y protección de nuestros recursos naturales (suelos, aguas, bosques, pesca y biodiversidad…) atendiendo a los principios de sostenibilidad para recursos de Daly.
- Evitar impactos (contaminación, incendios, introducción de especies foráneas, etc.) utilizando los principios de sostenibilidad de Daly para los desechos, además de los de eficiencia y precaución.
- Prevención de riesgos naturales e inducidos (erosión, salinización, incendios, sequías, temporales) aplicando el principio de precaución.
- Regulación de las actividades humanas (agrícola, industrial, construcción de infraestructuras, asentamientos humanos, turismo) a través de la promulgación de leyes: Ley del suelo, Ley de aguas, Ley de costas, etc.
Otra estrategia relevante es la de avanzar en la soberanía alimentaria ya que el colapso, como hemos dicho, puede llegar a suponer la disolución del comercio global y la relocalización de las economías. España importa aproximadamente un 40% de los alimentos que consume (23). Se trata de hacer compatible una producción agrícola nacional suficiente para alimentar a la población con la conservación de los suelos y recursos hídricos, frenando así la desertización y la salinización. Dicho de otra manera, se trata de sustituir paulatinamente el modelo de agricultura industrial imperante por el de la agricultura ecológica, aumentando la diversificación de cultivos (un estudio de Gómez Cantero (24) del IPCC para Grupo Los Verdes del Parlamento Europeo revela que en el plazo de 35 años habrá un incremento de la aridez que, junto a la erosión y las plagas, puede acabar con las grandes extensiones de monocultivos como las viñas, naranjos y olivos), utilizando abonos orgánicos, desechando malas prácticas agrícolas (como el cultivo en pendiente arando a favor de la misma y el riego sin control), etc.

(...)

Creemos que el nuevo modelo productivo ha de basarse en los siguientes criterios:
- El sistema productivo está enclavado en el territorio por lo que ha de ajustarse a la legislación derivada de la nueva Ordenación del Territorio.
- En un contexto de decrecimiento energético y material, el sistema productivo ha de iniciar el camino hacia una relativa desmaterialización de la economía, mediante el ahorro, la eficiencia, el reciclado y el desarrollo de economías con bajos insumos de materiales y energías, como la economía de cuidados.
- Ha de ser más sostenible con predominio de un uso de energías y materiales renovables, adoptando medidas como, por ejemplo, la reforestación de zonas próximas a pueblos y ciudades para el aprovechamiento comunitario dentro de unos años de biomasa para cocina y calefacción elevando así la Tasa de Retorno Energético de esta fuente de energía y preservando la diversidad biológica.
- Ha de ser más adaptable aumentando la diversificación y la localización de la producción, fomentado la empresa cooperativa y la reestructuración de los sectores estratégicos actuales: agroalimentario, transporte y automoción, turismo y construcción. 
- Promover el desarrollo de una tecnología apropiada a la escala de nuestro sistema productivo y que sea coherente con sus objetivos mediante un Plan I+S+i (denominación más apropiada que la de I+D+i en una economía encaminada a la Sostenibilidad).
- El trabajo no es una mercancía, por lo que han de garantizarse los derechos de los trabajadores; en primer lugar, el derecho al trabajo. 
- El Estado se reserva el derecho de planificar democráticamente la economía y la producción y nacionalizar total o parcialmente los distintos sectores productivos para garantizar los objetivos del modelo productivo. Por ejemplo, habría que crear una banca pública no solo para facilitar el crédito a familias y empresas sino para financiar las nacionalizaciones y un Plan I+S+i, así como aminorar las consecuencias de un posible colapso del sistema financiero internacional. Nacionalizar Red Eléctrica Española con la perspectiva a medio plazo de hacer lo propio con las empresas eléctricas. Recuperar la gestión pública del agua.
No obstante, el principal problema de la sociedad y economía españolas es político y viene determinado por la existencia de una oligarquía que domina las finanzas, es dueña de los grandes medios de comunicación privados y que, aliada del poder político, acaba imponiendo la política económica. El crecimiento económico español, que con la crisis nos ha llevado al endeudamiento actual del Estado y a un alto grado de corrupción, es resultado de esta alianza. El movimiento 15M ya denunció este pacto. Con el gobierno del PP se puso de manifiesto la falta de escrúpulos para mentir con tal de conseguir el poder y desmontar el estado de bienestar con la anuencia de la UE, mientras los numerosos escándalos de corrupción distanciaban cada vez más a los ciudadanos de la clase política.

(...)

Sería de desear que la población española apoyara a la izquierda en las próximas elecciones generales. Pero de no ganar, hay tres compromisos que el conjunto de la izquierda radical debería asumir en la próxima legislatura:
- Informar y promover un debate sobre la emergencia de la situación que vivimos a causa del pico del petróleo y del cambio climático.
- Promover sendos debates sobre el contenido y consecuencias del TTIP y del TiSA para España, en general, y la clase trabajadora, en particular.
- Formar una comisión de científicos y técnicos que elabore un Plan de Ordenación del territorio que garantice el uso sostenible de nuestros recursos renovables.
Es la hora de las grandes decisiones y para eso se requieren grandes estadistas. Las autoridades de un pequeño Estado, el archipiélago de Kiribati, pretenden comprar 20 kilómetros cuadrados de tierra en las islas Fiji para poder alojar a 103.000 compatriotas ante la irreversible subida del nivel del mar y la salinización de sus acuíferos. Sin duda se trata de una medida radical (27). ¿Por qué no se percibe en España una situación de emergencia como la que se nos viene encima y comienzan a tomarse medidas para mitigar el sufrimiento de la población actual y asegurar el futuro de las próximas generaciones?
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Referencias

(1) Rosa, I (2015). Sí se puede, pero solos no podemos. http://www.eldiario.es/

(2) Turiel, A (2010). Digámoslo alto y claro: esta crisis económica no acabará nunca. http://crashoil.blogspot.com.

(3) Deroeux, I (2015). California se seca y las autoridades imponen severas restricciones al consumo de agua. http://www.infolibre.es/

(4) Crespo, J.I (2015). En los límites de lo desconocido. http://www.elmundo.es/opinion/

(5) Hinton, J (2015). Esta búsqueda incesante del crecimiento es lo que está llevando a Grecia a la autodestrucción. http://www.15-15-15.org/

(6) Luengo, F (2015). Crecimiento y desempleo. Más falacias. http://blogs.publico.es/

(7) Turiel, A (2014). La espiral. http://crashoil.blogspot.com.

(8) Harich, J. Citado por Mediavilla, M (2015). Matar para sobrevivir. https://contadashabas.

(9) Foley J. Límites de un planeta sano. Investigación y Ciencia, Junio 2010.Nº 405

(10) VV. AA. (2014). Manifiesto última llamada https://

(11) Navarro, V y Torres, J (2014). Un proyecto económico para la gente. Podemos.

(12) Monedero, J.C. Citado por Noguero, E (2014). Podemos y el techo de cristal. The oil crash. http://crashoil.blogspot.com.

(13) Heinberg, R (2015). Después del Pico. http://laencrucijadasistemica.

(14) Carpintero, O y Bellver, J (2013). ¿Es posible la sostenibilidad ambiental en la economía española? La situación del mundo en 2013. Worldwatch Institute.

(15) Fenández Durán, R y González Reyes, L (2014). En la espiral de la energía. Libros en Acción, Baladre y Autores (Eds.)

(16) Laval, Ch y Dardot, P. Entrevista realizada por Fernández-Savater, A, Malo, M y Ávila, D (2014). El neoliberalismo es una forma de vida, no solo una ideología o política económica. http://www.eldiario.es/

(17) Laval, Ch y Dardot, P. (Op. Citada)


(19) Garzón, E. (2014). La renta básica estaría muy bien, pero la garantía de empleo estaría mejor. Blog Saque de esquina. http://eduardogarzon.net/la-

(20) Trainer, T (2011). ¿Entienden bien sus defensores las implicaciones políticas radicales de una economía de crecimiento cero? http://www.sinpermiso.info/

(21) Carpintero, O y Bellver, J (2013). Op. Citada.

(22) Jackson, T (2009). Prosperidad sin crecimiento. Eds. Icaria, Intermón Oxfam. Barcelona, 2011.

(23) Agencia Estatal de Administración Tributaria (2012). Información estadística sobre el comercio exterior. Ed. Ministerio de Hacienda.

(24) Gómez Cantero, J. (2014). Cambio climático en Europa: Percepción e impactos 1950-2050. Eds. Los Verdes-ALE / EQUO

(25) Torres, J (2010). Cambio de modelo productivo ¿de qué estamos hablando? Temas para el Debate, nº 194

(26) Vivas, E (2014). TTIP ¡Sacad las manos de la comida! http://blogs.publico.es/

(27) La Voz del Interior (2012). Kiribati, el país que se mudaría a Fiji para evitar desaparecer. http://www.lostiempos.com/