En el arte, particularmente en las artes escénicas, somos nosotros los que queremos ser engañados. Sabemos que la felicidad o el dolor que vemos son falsos, pero los sentimientos que suscitan en nosotros son verdaderos. Hasta aquí, las realidades virtuales no hacen ningún daño. Más bien nos benefician al desarrollar nuestra capacidad emocional.
Otra cosa es el engaño que hace daño. La droga que da placer pero mata, el control de las masas por poderes infames para explotarlas, o la ocultación de los problemas para adormecer las conciencias.
El caso que delata el artículo que sigue a continuación saca a la luz una de las realidades ocultas más ocultas. Si en las playas podemos ver la basura y retirarla (¿pero adónde?), ya ha costado más descubrir esas islas flotantes de plásticos en los océanos. Pero lo que hay en los fondos es algo mucho menos visible que esos maravillosos arrecifes de coral que aparecen en los documentales. Hacen falta otros documentales que nos hagan tomar conciencia del mal camino que llevamos.
Lo que no flota se hunde. Y no se ve.
Es urgente sacar a flote esas cosas que no nos gustan, porque nos va la vida en ello.
Científicos italianos encuentran la mayor concentración de basura en aguas profundas jamás registrada
Nuño Domínguez
Parece una secuencia de una película posapocalíptica, pero en realidad es el fondo del Mediterráneo. Las imágenes obtenidas por un robot de exploración submarina han desvelado un vertedero submarino donde puede encontrarse casi de todo. Hay muebles de cocina, barcas, tazas de váter, colchones, mesas, árboles de Navidad, ropa, ruedas, ladrillos, muñecas, botas, alfombrillas de coche, incluso un automóvil completo, volcado y medio enterrado a más de 500 metros de profundidad. Los erizos marinos y peces usan la basura como refugio y los cangrejos caminan por el fondo arrastrando jirones de plástico.
Es la mayor concentración de basura jamás registrada en aguas profundas de cualquier parte del mundo, según los autores de un estudio publicado en Scientific Reports. El basurero está en el fondo del estrecho de Mesina, que separa la isla de Sicilia de la región de Calabria, en Italia continental. La concentración de desechos es “asombrosa”, reconocen los autores del trabajo, del Consejo Nacional de Investigación de Italia (CNR) y la Universidad de Roma La Sapienza. Si se extrapola la acumulación máxima de basura encontrada en esta zona —13 objetos en una línea recta de 10 metros— a un área de un kilómetro cuadrado, esta sería “1.000 veces mayor que la observada en cualquier cañón submarino del mundo”, resalta el estudio.
El trabajo alerta de un tipo de contaminación poco estudiado, explica Martina Pierdomenico, investigadora del CNR y coautora del estudio. “Las aguas costeras y las playas de países en desarrollo pueden tener más basura de la que hemos encontrado nosotros, pero se trata de entornos más accesibles. En cambio, nuestro conocimiento sobre la basura en los fondos marinos profundos es muy limitado debido a las dificultades técnicas de estudiarlo y el coste de las campañas marinas”, señala. “A medida que se han ido explorando nuevas zonas, este problema ha resultado ser mucho mayor de lo que pensábamos y ahora se piensa que los fondos marinos albergan la mayor acumulación de basura de la Tierra”, resalta esta investigadora posdoctoral en geología marina.
La mayoría de los desperdicios han llegado desde tierra. El valle submarino de Mesina discurre entre dos cadenas montañosas, una al lado siciliano, otra al calabrés, que tienen un gran desnivel y por las que bajan corrientes de agua estacionales. En verano se secan y son usadas como vertederos ilegales. Las lluvias torrenciales ocasionales arrastran los desechos hasta el mar.
El robot sumergible POLLUX III recorrió 6,4 kilómetros del valle submarino a profundidades de entre 240 y 580 metros. Cuanto mayor era la profundidad, más desperdicios había. El límite operativo del vehículo es de 600 metros, pero los investigadores creen que la acumulación de basura puede ser incluso mayor en aguas más profundas. El desecho más abundante es el plástico (70%), seguido de material de construcción, ropa y metal. Las bolsas de plástico y los envoltorios blandos son de lejos el residuo más habitual (el 52% del total).
El equipo quiere ahora analizar el impacto que estos desechos pueden tener en la fauna. “El plástico puede durar hasta 500 años en el mar y es una fuente de contaminantes orgánicos persistentes que son tóxicos para la fauna marina y se pueden acumular en sus tejidos. Además, se ha observado que la acumulación de plástico en el fondo puede impedir el intercambio de gases con aguas más superficiales, lo que supone un riesgo adicional para la fauna béntica [del fondo marino]", señala Pierdomenico.
La mala gestión de basuras en Sicilia y Calabria puede explicar buena parte del problema, dicen los autores del trabajo. A esto se suma que el Mediterráneo es un mar predispuesto a que se acumulen desechos bajo sus aguas. Es una cuenca casi cerrada con grandes ciudades e industrias en la costa, gran tráfico marítimo y un intercambio de agua limitado a través del estrecho de Gibraltar. La acumulación de basura a gran profundidad aumenta también porque la plataforma continental es estrecha y existen numerosos cañones submarinos. "Otras zonas de este mar presentan una geografía física similar”, como “el mar de Liguria [frente a las costas del norte de Italia] o el golfo de León, de hecho, en exploraciones recientes de los cañones frente a Niza [Francia] se han encontrado acumulaciones similares a unos 2.000 metros de profundidad”, comenta Pierdomenico.
En febrero se publicó un estudio similar en aguas españolas del Mediterráneo tras 11 años de muestreo. Los investigadores recogieron más de dos toneladas de basura —plástico en su mayoría— y comprobaron que las áreas más contaminadas son el mar de Alborán, el golfo de Alicante y las costas frente a la ciudad de Barcelona, según explicó a SINC Santiago García, coautor del estudio. La suciedad en el estrecho de Mesina es "una situación particular que no es generalizable", opina José Luis Sánchez, biólogo marino de la Universidad de Alicante. "Hay circunstancias que favorecen el transporte y la acumulación de residuos en determinadas zonas. Por otra parte, la comparación entre estudios es complicada porque las metodologías no son siempre comparables", añade.