viernes, 16 de septiembre de 2011

La normalidad, ¿no es una catástrofe?



Atlántica XXII/La Calle del Medio

Los fascismos europeos del siglo pasado pueden ser definidos como una contrarrevolución radical contra la revolución socialista que desde 1917 “amenazaba” Europa. No podemos establecer un paralelismo exacto entre la crisis de entreguerras y la que estamos viviendo ahora -la derrota del comunismo y la dictadura tecnológica lo impiden-, pero ello no debe llevarnos a ignorar las similitudes. Y hay una a la que deberíamos prestar alarmada atención a fin de que sus consecuencias no vuelvan a sorprendernos completamente desprevenidos. Hoy se prepara también una contrarrevolución radical, una contrarrevolución “preventiva” que combina, como en los años 30 del siglo XX, las leyes, la movilización y la violencia. En el marco de la crisis capitalista y de las resistencias sordas ya efervescentes, esta contrarrevolución implica a gobiernos democráticos, medios de comunicación, grandes multinacionales y organizaciones para-institucionales o militantes. Breyvik, el terrorista de Oslo, es el resultado de esta combinación.

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