Lo deja bien claro James Petras en este artículo que acabo de encontrar traducido en Rebelión: ni siquiera el uso irónico o el entrecomillado bastan para evitar que conceptos ajenos conformen nuestro pensamiento, cuando esos conceptos ya estaban en él con otro valor.
Va a resultarnos muy difícil, dado el caracter no consciente ni reflexivo de la mayoría de los procesos mentales en tiempo real, separar adecuadamente lo que subyace en lo que dicen...
Hablemos claro.
Va a resultarnos muy difícil, dado el caracter no consciente ni reflexivo de la mayoría de los procesos mentales en tiempo real, separar adecuadamente lo que subyace en lo que dicen...
Hablemos claro.
(Los subrayados son míos. En negrita, las cursivas de Petras)
«Demandas del mercado».- Esta expresión eufemística está pensada para
antropomorfizar una categoría económica, para difuminar las críticas de quienes
detentan el poder y son de carne y hueso, sus intereses de clase y sus garra
despótica sobre la mano de obra. En lugar de «demandas del mercado», la
expresión debería decir: «la clase capitalista ordena a los trabajadores que
sacrifiquen sus salarios y su salud para garantizar más beneficios a las
corporaciones multinacionales», un concepto claro que tiene más probabilidades
de despertar la ira de quienes se ven afectados negativamente
«Libre empresa».- Eufemismo ensamblado a partir de dos conceptos reales: la empresa privada que busca el lucro y la libre competencia. Al suprimir la imagen subyacente del beneficio privado de la minoría en perjuicio de los intereses de la mayoría, los apologistas del capital han inventado un concepto que subraya las virtudes individuales de la «empresa» y la «libertad», en contraposición a los vicios económicos auténticos de la codicia y la explotación
«Libre mercado».- Eufemismo que presupone la competitividad libre, justa e igualitaria en mercados no regulados, restando importancia a la realidad del dominio del mercado por parte de monopolios y oligopolios dependientes de los rescates estatales masivos en tiempos de crisis capitalista. «Libre» alude específicamente a la ausencia de normativas públicas e intervención del Estado que defiendan la seguridad laboral, así como la protección de los consumidores y el medio ambiente. En otras palabras, «libertad» enmascara la desvergonzada destrucción del orden ciudadano por parte de los capitalistas privados a través del ejercicio desbocado del poder político y económico. «Libre mercado» es el eufemismo para aludir al gobierno absoluto de los capitalistas sobre los derechos y los medios de vida de millones de ciudadanos; en esencia, la auténtica negación de la libertad
«Recuperación económica».- Esta expresión eufemística significa recuperación de los beneficios por parte de las principales corporaciones. Disfraza la ausencia total de recuperación de los niveles de vida de las clases media y trabajadora, la inversión de los beneficios sociales y las pérdidas económicas de los titulares de hipotecas, los deudores, los desempleados de larga duración y los propietarios de pequeñas empresas en quiebra. Lo que se pasa por alto con la expresión «recuperación económica» es que el empobrecimiento masivo acabó convirtiéndose en un requisito esencial para la recuperación de los beneficios empresariales
«Privatización».- Este concepto describe la transferencia de empresas públicas (por lo general, las que arrojan beneficios) a grandes capitalistas bien relacionados a precios muy inferiores al de su valor real, lo que conduce a la pérdida de servicios públicos, de empleo público estable y al aumento de los costes para los consumidores cuando los nuevos propietarios privados elevan los precios y despiden a trabajadores... todo en nombre de otro eufemismo, la «eficiencia»
«Eficiencia».- Aquí la eficiencia no se refiere más que a las cuentas de resultados de una empresa; no refleja los elevados costes de la «privatización» soportados por los sectores correspondientes de la economía. Por ejemplo, la «privatización» del transporte añade costes a las empresas volviéndolas menos competitivas en relación con sus competidores de otros países; la «privatización» elimina servicios en regiones menos lucrativas, lo que desemboca en el colapso económico local y el aislamiento con respecto a mercados nacionales. A menudo, las autoridades, que sintonizan con los capitalistas privados, retirarán deliberadamente inversiones de empresas públicas y nombrarán a compinches políticos incompetentes en el marco de una política de paternalismo con el fin de degradar servicios y fomentar el descontento público. Esto genera una opinión pública favorable a la «privatización» de la empresa. Dicho de otro modo: la «privatización» no es una consecuencia de las ineficiencias intrínsecas de las empresas públicas, como les gusta argumentar a los ideólogos del capitalismo, sino un acto político deliberado concebido para reforzar los beneficios del capital privado a costa del bienestar público
Conclusión
El lenguaje, los conceptos y los eufemismos son armas importantes de la lucha de clases «desde arriba», concebidos por periodistas y economistas capitalistas para maximizar la riqueza y el poder del capital. En la medida en que los críticos progresistas e izquierdistas adoptan estos eufemismos y su marco de referencia, sus críticas y las alternativas que proponen se ven limitadas por la retórica del capital. Poner «comillas» entre los eufemismos puede ser una señal de desaprobación, pero no sirve para promover un marco analítico distinto, necesario para el éxito de la lucha de clases «desde abajo». Y lo que es igual de importante, elude la necesidad de una ruptura fundamental con el sistema capitalista, incluido su lenguaje corrupto y sus conceptos engañosos. Los capitalistas han derribado las conquistas más esenciales de la clase trabajadora y nosotros no podemos contraatacar el dominio absoluto del capital. Esto debe volver a plantear la cuestión de la transformación socialista del Estado, la economía y la estructura de clases. Una parte intrínseca de este proceso debe ser el rechazo absoluto de los eufemismos utilizados por los ideólogos capitalistas y su sustitución sistemática por expresiones y conceptos que reflejen fielmente la cruda realidad, que identifiquen claramente a los responsables de esta decadencia y que definan a los agentes políticos de la transformación social.
«Libre empresa».- Eufemismo ensamblado a partir de dos conceptos reales: la empresa privada que busca el lucro y la libre competencia. Al suprimir la imagen subyacente del beneficio privado de la minoría en perjuicio de los intereses de la mayoría, los apologistas del capital han inventado un concepto que subraya las virtudes individuales de la «empresa» y la «libertad», en contraposición a los vicios económicos auténticos de la codicia y la explotación
«Libre mercado».- Eufemismo que presupone la competitividad libre, justa e igualitaria en mercados no regulados, restando importancia a la realidad del dominio del mercado por parte de monopolios y oligopolios dependientes de los rescates estatales masivos en tiempos de crisis capitalista. «Libre» alude específicamente a la ausencia de normativas públicas e intervención del Estado que defiendan la seguridad laboral, así como la protección de los consumidores y el medio ambiente. En otras palabras, «libertad» enmascara la desvergonzada destrucción del orden ciudadano por parte de los capitalistas privados a través del ejercicio desbocado del poder político y económico. «Libre mercado» es el eufemismo para aludir al gobierno absoluto de los capitalistas sobre los derechos y los medios de vida de millones de ciudadanos; en esencia, la auténtica negación de la libertad
«Recuperación económica».- Esta expresión eufemística significa recuperación de los beneficios por parte de las principales corporaciones. Disfraza la ausencia total de recuperación de los niveles de vida de las clases media y trabajadora, la inversión de los beneficios sociales y las pérdidas económicas de los titulares de hipotecas, los deudores, los desempleados de larga duración y los propietarios de pequeñas empresas en quiebra. Lo que se pasa por alto con la expresión «recuperación económica» es que el empobrecimiento masivo acabó convirtiéndose en un requisito esencial para la recuperación de los beneficios empresariales
«Privatización».- Este concepto describe la transferencia de empresas públicas (por lo general, las que arrojan beneficios) a grandes capitalistas bien relacionados a precios muy inferiores al de su valor real, lo que conduce a la pérdida de servicios públicos, de empleo público estable y al aumento de los costes para los consumidores cuando los nuevos propietarios privados elevan los precios y despiden a trabajadores... todo en nombre de otro eufemismo, la «eficiencia»
«Eficiencia».- Aquí la eficiencia no se refiere más que a las cuentas de resultados de una empresa; no refleja los elevados costes de la «privatización» soportados por los sectores correspondientes de la economía. Por ejemplo, la «privatización» del transporte añade costes a las empresas volviéndolas menos competitivas en relación con sus competidores de otros países; la «privatización» elimina servicios en regiones menos lucrativas, lo que desemboca en el colapso económico local y el aislamiento con respecto a mercados nacionales. A menudo, las autoridades, que sintonizan con los capitalistas privados, retirarán deliberadamente inversiones de empresas públicas y nombrarán a compinches políticos incompetentes en el marco de una política de paternalismo con el fin de degradar servicios y fomentar el descontento público. Esto genera una opinión pública favorable a la «privatización» de la empresa. Dicho de otro modo: la «privatización» no es una consecuencia de las ineficiencias intrínsecas de las empresas públicas, como les gusta argumentar a los ideólogos del capitalismo, sino un acto político deliberado concebido para reforzar los beneficios del capital privado a costa del bienestar público
Conclusión
El lenguaje, los conceptos y los eufemismos son armas importantes de la lucha de clases «desde arriba», concebidos por periodistas y economistas capitalistas para maximizar la riqueza y el poder del capital. En la medida en que los críticos progresistas e izquierdistas adoptan estos eufemismos y su marco de referencia, sus críticas y las alternativas que proponen se ven limitadas por la retórica del capital. Poner «comillas» entre los eufemismos puede ser una señal de desaprobación, pero no sirve para promover un marco analítico distinto, necesario para el éxito de la lucha de clases «desde abajo». Y lo que es igual de importante, elude la necesidad de una ruptura fundamental con el sistema capitalista, incluido su lenguaje corrupto y sus conceptos engañosos. Los capitalistas han derribado las conquistas más esenciales de la clase trabajadora y nosotros no podemos contraatacar el dominio absoluto del capital. Esto debe volver a plantear la cuestión de la transformación socialista del Estado, la economía y la estructura de clases. Una parte intrínseca de este proceso debe ser el rechazo absoluto de los eufemismos utilizados por los ideólogos capitalistas y su sustitución sistemática por expresiones y conceptos que reflejen fielmente la cruda realidad, que identifiquen claramente a los responsables de esta decadencia y que definan a los agentes políticos de la transformación social.
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