viernes, 12 de abril de 2013

La “recesión prolongada” condujo a la Gran Recesión

Es el final de una historia que podéis leer aquí.
Es el final de la historia del crecimiento capitalista a lo Ponzi.

No es el final de La Historia.

El camino abajo es muy peligroso
TomDispatch
(...)

Entre 1971 y 2007, los salarios por hora en EE.UU. solo aumentaron en un 4%. (¡No 4% por año, sino 4% en 36 años!) Durante esas mismas décadas, la productividad se duplicó esencialmente y aumentó 99%. En otras palabras, la productividad del trabajador promedio aumentó 25 veces más que el salario. 

Fue, por cierto, una bonanza para las corporaciones y los estadounidenses más ricos. En 1976 el 1% de las familias estadounidenses poseía un 19% de la riqueza del país. En el año 2000, poseía el 40%. En los mismos años, el 58% de cada dólar de aumento de los ingresos lo percibió ese 1%.

Hubo, sin embargo, un pequeño problema: los estadounidenses se venden unos a otros más de un 70% de lo que producen. Si la mayoría de los trabajadores estadounidenses producían más, sin ganar más, ¿quién iba a comprarlo todo? 

Los directores ejecutivos y los financistas estaban desesperados por responder a esa pregunta, porque durante esos años de alta productividad y bajos salarios, inmensos beneficios y “rendimientos” se acumularon en cuentas de corretaje y bancos. Pero un banco no puede conservar su dinero en el banco. Bajo la presión de esos crecientes cúmulos de capital, la respuesta que ofrecieron a trabajadores-consumidores como Duane fue: en lugar de pagaros lo suficiente para comprar lo que producís, os prestaremos el dinero. 

Primero prestaron para cosas de valor: coches, casas, educación universitaria; luego, a través de las tarjetas de crédito, para los gastos diarios del hogar. Como llegamos a comprender después de la catástrofe de 2008, el máximo esquema Ponzi de la era involucraba la combinación y reventa de préstamos hipotecarios a gente que para empezar no podía permitirse una casa. 

La respuesta a los que cada vez tenían menos dinero para gastar era: pedid más préstamos. La locura de prestar dinero a gente con salarios estancados o en disminución podrá parecer obvia ahora, pero como muchos castillos de naipes debió de parecer bastante sólida entonces. A pesar de todo no subestimemos a nuestros principales financistas. En un programa de CNBC preguntaron al expresidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, por qué nadie había previsto la llegada de la crisis hipotecaria y dijo a los banqueros: “¿Saben? Esto va a terminar mal”. 

Greenspan respondió: “No es que no hayan sabido que los riesgos existían, quiero decir que hablé con ellos. No es que hayan sido tontos. Sabían precisamente lo que estaba sucediendo. La vasta mayoría pensaba que sabía cuándo retirarse”. 

De hecho, la creatividad financiera había mantenido en pie ese vehículo desequilibrado durante un tiempo notablemente largo. A pesar de todo acabó colapsando como cualquier otro esquema Ponzi, y entonces la recesión prolongada de Duane se convirtió en la Gran Recesión del mundo. 


Barbara Garson es autora de una serie de libros que describen las vidas de trabajadores estadounidenses en momentos históricos, entre ellos All the Livelong Day (1975), The Electronic Sweatshop (1988) y Money Makes the World Go Around (2001). Su nuevo libro, recién publicado, es Down the Up Escalator: How the 99% Live in the Great Recession (Doubleday).

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