Esta película, The end of Suburbia, fue hace casi una década una seria llamada de atención. Podemos pensar que ya no es necesaria.
Porque ahora la realidad nos ha traído al cabo de la calle. Aunque habitualmente hagamos lo de siempre, lo que sabemos hacer, como si no fuera con nosotros.
En parte es que no identificamos bien las causas de lo que está pasando, la realidad física que subyace en la crisis. Unos (neoliberales) quieren salir de esta profundizando en lo mismo que la provocó, y quieren combatir este capitalismo de casino con más desregulaciones y más casino. Otros (neokeynesianos) pretenden reformarlo conservando su esencia, con puras regulaciones del mismo sistema. Otros, en fin, queremos sustituirlo.
Pero casi todos, en definitiva, hablan de volver a la senda del crecimiento.
En parte ocurre porque el pánico y la desesperanza paralizan. Y no actuar, sea por miedo o por ignorancia, conduce al desastre lo mismo que actuar equivocadamente.
Cuando no se sabe lo que se hace, se hace lo que se sabe.
Algo de eso me ocurrió aquel inquietante 23 de febrero de 1981. Recibí la noticia trabajando. Sólo se me ocurrió quedarme allí, seguir con la tarea, porque realmente no sabía qué hacer.
Tuve que recibir una llamada (y un rapapolvo) desde casa para reaccionar y buscar una solución de urgencia. Otra cosa era hallarla...
Avestruces.
El Fin de las Afueras (The End of Suburbia) 2004 v.o.s. from EnlaceSol on Vimeo.
Aunque hablen de crecer, sospecho que estos neoliberales, en sus conciliábulos, dicen otras cosas.
Saben perfectamente lo que pasa y planifican una salida, la de ellos, que conserve sus niveles de vida y sus vidas mismas a costa del resto. No buscan huir a otro planeta en ninguna imposible nave espacial. Su nave espacial es esta. Sólo quieren soltar lastre, bien instalados en ella.
Para los demás, la solución no está en el crecimiento. Ni en la competitividad que desequilibra más aún la (in)ecuación. Ahora sólo caben igualdad, contención y reparto.
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