Efectivamente, hubo sociedades igualitarias, sin clases sociales, durante casi toda la historia de la humanidad. La acumulación no era posible y la distribución tenía que ser rigurosamente equitativa. Con la prosperidad cambió el modelo. Se generó una sociedad polarizada, en que un grupo más o menos amplio acaparó la riqueza. Los intercambios se monetizaron y las ventajas iniciales de los mejor situados se multiplicaron. La democracia de los antiguos no era posible si no se hacía abstracción de clases excluidas. Como ahora mismo.
Naturalmente, no era democracia en el sentido actual.
Ahora mismo, no hay democracia sino en el sentido de los antiguos. Los desfavorecidos no cuentan en la práctica, y hay un continuo forcejeo entre los que pugnan por lograr la democracia y los que defienden sus privilegios a toda costa.
Se ha dicho que la amistad sólo se da entre iguales. Pues eso mismo ocurre con la democracia. Como los intercambios de mercado siempre se basan en desequilibrios (basta con fijarse en los significados de "especulación" o "acaparamiento"), la correlación de fuerzas derivada de ellos hace imposible la democracia tal como idealmente la concebimos hoy.
Si nuestro mundo de la abundancia se encoge, como parece inevitable, habrá que volver a algo parecido a las sociedades pre-mercado.
Ahora tenemos la ventaja del conocimiento acumulado y de la experiencia de una historia que no deberíamos olvidar. Aprovechemos ambas cosas.
Naturalmente, no era democracia en el sentido actual.
Ahora mismo, no hay democracia sino en el sentido de los antiguos. Los desfavorecidos no cuentan en la práctica, y hay un continuo forcejeo entre los que pugnan por lograr la democracia y los que defienden sus privilegios a toda costa.
Se ha dicho que la amistad sólo se da entre iguales. Pues eso mismo ocurre con la democracia. Como los intercambios de mercado siempre se basan en desequilibrios (basta con fijarse en los significados de "especulación" o "acaparamiento"), la correlación de fuerzas derivada de ellos hace imposible la democracia tal como idealmente la concebimos hoy.
Si nuestro mundo de la abundancia se encoge, como parece inevitable, habrá que volver a algo parecido a las sociedades pre-mercado.
Ahora tenemos la ventaja del conocimiento acumulado y de la experiencia de una historia que no deberíamos olvidar. Aprovechemos ambas cosas.
Rebelión
El vocablo democracia fue acuñado por los griegos en el siglo V a.C.: gobierno del pueblo; pero los propios griegos limitaron su uso al excluir a los esclavos, a las mujeres y a los extranjeros. De esa manera el término nace con serias imperfecciones. Ya para esa fecha en esa parte del planeta se implementaba el modelo económico de oferta/demanda que reemplazó al de recursos/necesidades, propio de nuestros antepasados recolectores cazadores que empezaron a poblar la Tierra desde hacía aproximadamente 250.000 años. Ellos distribuían los recursos de acuerdo a las necesidades del grupo. No había jerarquías. Eran nómadas. Desde hace 10-12 mil años se fueron sedimentando con el dominio de la agricultura y los animales de pastoreo, lo que fue creando las bases para el surgimiento del Estado y con él, la propiedad privada y las clases sociales. Unas clases controlan y explotan a las otras. La historia de la humanidad está llena de tiranos, pero, igualmente, de una lucha casi permanente por obtener la libertad, con la limitante de que esas victorias han sido fugaces y las clases dominantes, ora como esclavistas, ora como señores feudales, ora como capitalistas, permanecen inamovibles, como inamovible permanece el modelo de oferta/demanda. Es, dentro de esta concepción, que debemos formularnos la pregunta: ¿Es posible la democracia en el marco de ese modelo?
A lo más que se ha llegado en el día de hoy es a la Democracia Representativa. Periódicamente se realizan elecciones para elegir a los conductores de los gobiernos de los estados, de una oferta que nos ofrecen los partidos políticos. Una vez electos, los gobernantes sienten que se les entrega un cheque en blanco para hacer y deshacer lo que a bien tengan, siempre movidos por sus intereses particulares. En algunos países se realizan consultas populares cuando se trata de temas álgidos; pero en la mayoría el pueblo carece de voz y voto en la tomas de decisiones y menos en la fiscalización en el manejo del estado. Resulta que el modelo oferta/demanda está casado con los de la democracia representativa, la que se blinda para la participación de la población. Pero si ahondamos más, nos encontramos con otra frustrante realidad: la cuasi inexistencia de nuestros Estado Nación, cuyos gobernantes han pasado a ser socios obedientes de esa minoría que hoy controla los destinos de la humanidad y que ya se ubicó en el Club de Bilderberg, la Trilateral y en Consejo de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos. Ellos, los Amos del Mundo, disponen de todo el poder inimaginable, tanto financiero, como mediático y militar para mantener a toda costa su modelo de oferta/demanda e insistir en las noblezas de la democracia representativa. Ya se ha probado hasta la saciedad que el mantenimiento de este modelo no sólo va a destruir a la humanidad, sino al ambiente y hasta al propio planeta.
A lo más que se ha llegado en el día de hoy es a la Democracia Representativa. Periódicamente se realizan elecciones para elegir a los conductores de los gobiernos de los estados, de una oferta que nos ofrecen los partidos políticos. Una vez electos, los gobernantes sienten que se les entrega un cheque en blanco para hacer y deshacer lo que a bien tengan, siempre movidos por sus intereses particulares. En algunos países se realizan consultas populares cuando se trata de temas álgidos; pero en la mayoría el pueblo carece de voz y voto en la tomas de decisiones y menos en la fiscalización en el manejo del estado. Resulta que el modelo oferta/demanda está casado con los de la democracia representativa, la que se blinda para la participación de la población. Pero si ahondamos más, nos encontramos con otra frustrante realidad: la cuasi inexistencia de nuestros Estado Nación, cuyos gobernantes han pasado a ser socios obedientes de esa minoría que hoy controla los destinos de la humanidad y que ya se ubicó en el Club de Bilderberg, la Trilateral y en Consejo de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos. Ellos, los Amos del Mundo, disponen de todo el poder inimaginable, tanto financiero, como mediático y militar para mantener a toda costa su modelo de oferta/demanda e insistir en las noblezas de la democracia representativa. Ya se ha probado hasta la saciedad que el mantenimiento de este modelo no sólo va a destruir a la humanidad, sino al ambiente y hasta al propio planeta.
A los recolectores/cazadores se les tilda de “primitivos” y “barbaros”, sin embargo, nos dieron una lección, que duró más del 98% del tiempo que tenemos de vivir en este mundo: se puede ser libre, igual y solidario. Se puede vivir sin Estado, sin propiedad privada y sin dinero. Esto es, se puede ejercer la Democracia Absoluta, sin poderes de ninguna clase. Esto suena a utopía o si se quiere de radicalismo extremo; pero los pueblos han fracaso al pretender estirar la democracia representativa hasta llegar a la distribución equitativa de las riquezas con el respeto al ambiente. Tenemos que ser honestos con nosotros mismos: la democracia representativa fracasó, porque el modelo oferta/demanda no se puede mantener. Las disimetrías sociales cada vez se acentúan más. Por más esfuerzos que haga el Club de Roma, una de las filiales del los bilderberg, de reducir la población mundial a menos de la mitad, las contradicciones intrínsecas del modelo están por explotar. Entonces, debemos mirar el horizonte con objetividad y valentía y luchar para construir un frente global que luche por abolir el modelo de oferta/demanda y construir la democracia absoluta, la que sería inviable si se pretende llevar a cabo dentro de un solo país. De pretender continuar con las políticas reformistas, lo único que lograremos es consolidar al sistema, ya que bien sabido es que cuando al modelo se le arranca una conquista reacciona con bríos aún más destructores.
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