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Desde un punto de partida diferente al tradicional, que denunciaba al capitalismo como máximo exponente de "la explotación del hombre por el Hombre", se combate ahora este sistema en nombre de la sostenibilidad planetaria, como causante de "la extenuación de la naturaleza por el Hombre". El Hombre que explota y extenúa, viene a ser el mismo, el Homo
œconomicus del capitalismo.
Seguramente
este otro modo es más convincente en la argumentación anticapitalista,
porque si al primer argumento puede oponerse la insensibilidad moral de
quienes dicen "no es mi problema", el segundo es incontestable para quien aprecie al menos a su propia persona.
Por eso comienza a extenderse, aunque aún no lo suficiente, un sentimiento "anticapitalista".
Este
sentimiento, entre los anticapitalistas por egocentrismo, no alcanza
aún a dar un paso más para declararse resueltamente, por convicción
moral, "comunista". Y es que el término está marcado.
Hay
muchos otros términos marcados, sea por la propaganda política
dominante, sea por el propio individualismo connatural al sistema y que
forma parte del sentido común. Términos como solidario, compasivo, tierno, son menos valorados en la práctica que otros como audaz, competitivo, duro. Ser triunfador es más valorado que ser buena persona.
La
militancia feminista, con cierta razón, hablaría del predominio patriarcal de los
valores masculinos sobre los femeninos. Es cierto, pero esta formulación acepta una deriva conceptual ideologizada. Porque ¿hay alguna razón para que, por citar ejemplos, la compasión o
la ternura sean patrimonio exclusivo de la mujer?
Campoamor sintetiza el estereotipo en esta dolora:
Dándole un beso primero
la niña al suyo soltó.
Al pájaro que quedó
no se le pudo soltar
porque el niño, por jugar,
el cuello le retorció.
Campoamor sintetiza el estereotipo en esta dolora:
Al regresar del otero,
lleno de gozo y cariño,
les dio, a una niña y un niño
dos pájaros un cabrero.
lleno de gozo y cariño,
les dio, a una niña y un niño
dos pájaros un cabrero.
Dándole un beso primero
la niña al suyo soltó.
Al pájaro que quedó
no se le pudo soltar
porque el niño, por jugar,
el cuello le retorció.
No nos atrevemos muchas veces a exponer, por un cierto pudor mal entendido, ideas que nos muestren como perdedores, trasnochados, ilusos, utópicos, etc.
Entonces
seguimos la corriente dominante, incluso tratando de alterar su curso, y
modificamos el discurso adaptándolo a la ideología dominante.
Intentamos traducirlo al lenguaje habitual de los otros, y muchas veces
lo que cambia de verdad es nuestra forma de pensar y de actuar.
Nos
acusan de emplear una terminología anticuada y que la gente "no
entiende ya", que con esas palabras no llegamos a los indignados de
ahora mismo, y que más vale acercarse a ellos desde sus concepciones para convencerlos más
adelante de las nuestras. No me atrevo, en nombre de la filosofía de la praxis, a negar
que hay en ello algo de cierto, pero como la realidad siempre es
contradictoria, habrá que hacer algún esfuerzo en sentido opuesto.
Adaptarse al espectro ideológico dominante parece ser la estrategia de Podemos. No marcarse demasiado para abarcar más en el espectro sociológico.
Algunos amigos "podemizan" así. Yo "polemizo" con otros argumentos. Porque corren el riesgo de
cambiar ellos, en lugar de cambiar la sociedad. Esta ha sido, desde
hace más de un siglo, la deriva constante de la socialdemocracia.
"Lo que se gana en fuerza se pierde en camino". Así, como "regla de oro de la mecánica", me enseñaron la ley de conservación de la energía. De otro modo, y en sentido tanto literal como metafórico, "quien mucho abarca poco aprieta".
Para entender esto no hace falta profundizar en la termodinámica, ni llegar a su segunda ley. La primera nos basta.
La segunda se puede reservar para que el egoísmo bien entendido nos dirija hacia la solidaridad.
Juan José Guirado
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