Otra pregunta del millón: ¿qué duración tiene el presente? No parece fácil de contestar, porque más que un punto que se mueve sobre una línea parece una mancha borrosa que avanza iluminando una porción muy leve del futuro, mientras deja una estela algo más larga en el pasado. La conciencia lo crea y lo recorre, y la relativa continuidad de la duración de casi todos los fenómenos se proyecta un poco a ese futuro que ya es casi presente, anticipándolo. Del otro lado, la memoria a corto plazo nos da unos segundos de pasado, también "casi presente".
En cada momento en que me encuentro haciendo algo, desde celebrar la nochevieja hasta hacer gimnasia, lo veo como un presente que es un "siempre". Y como el pasado que será. Y el tiempo "siempre" me da la razón. Eso me ayuda en las tareas que no me gustan, y para las que me gustan quedará en la memoria el buen tiempo pasado.
Tempus fugit es un tópico, y no por eso es menos cierto. No fue el primero, pero sí uno de los que mejor lo expresaron Jorge Manrique:
Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
De forma mucho más pedestre, pero muy demostrativo de lo fugaz, esta brevísima cuarteta arromanzada que se me ocurre ahora:
Esto se va a hacer,
esto está empezado,
esto se está haciendo,
esto está acabado.
Cada uno de sus versuelos es cierto en algún momento de su enunciación. Se trata de efímeros enunciados performativos.
Se llama así a los que se realizan a sí mismos por el hecho de ser pronunciados, como ocurre con las condenas y absoluciones de los jueces, o con las publicaciones del BOE. No se limitan a describir un hecho, porque su expresión ya lo ejecuta.
Este soneto de Lope de Vega es performativamente perfecto, porque exactamente hace lo que dice en sus versos 4, 6, 9, 11, 12, 13 y 14:
Un soneto me manda hacer Violante,
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.
Yo pensé que no hallara consonante,
y estoy a Ia mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.
Por el primer tercero voy entrando,
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.
Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.
"La configuración del tiempo", de George Kubler (1962) Un libro que no despeja la interrogación inicial, pero ayuda a posicionarse ante ella.
ResponderEliminarGracias, he de buscarlo.
EliminarArticulo corto, interesante.
ResponderEliminarLa pena que duro un instante