Dejaré aquí los epìgrafes del contenido y algún fragmento. Este es el guión:
La teoría de HeartlandLos últimos acontecimientos de Turquía, con ese golpe de estado fallido (que me recuerda un tanto nuestro 23 de febrero) son una muestra de la inestabilidad generalizada que el Imperialismo Mundial Globalizado (IMG) ha introducido, una vez más, al remover las turbias aguas de una nueva guerra fría, cuando debería considerar que el peligro del caos generalizado es que puede desembocar en la "destrucción mutua asegurada".
Sistema Financiero Mundial
Geopolítica luego de derrumbe de la URSS
El IMG y Frankenstein
Arabia Saudita contra Irán
Geopolítica de la guerra
El manicomio turco
El wahabismo, doctrina terrorista
El terrorismo del Medio Oriente
La desnudez del IMG
Análisis de lo que pasa en Siria
Todo para derrotar al EI
Alepo, fin de la aventura del IMG en Siria
Acuerdo Rusia-EE.UU., el comienzo de la paz
Porque, a diferencia de la delimitación relativamente clara de las zonas controladas por las potencias que hubo mientras existía la Unión Soviética, en estas alianzas espurias entre actores diversos no hay tanto una lucha con dos equipos, sino una competición de todos contra todos.
Y los aliados de hoy pueden ser los enemigos, no ya de mañana, sino de hoy mismo. Pura esquizofrenia, pero ¡a qué escala!
Como nos recuerda Michel Collon, esos aliados coyunturales tienen sus propias agendas y no obedecen a un guión ajeno, y más pronto que tarde son los enemigos a batir. Todo a la vez. El mundo unipolar imaginado se vuelve una quimera, porque "la única gran potencia" no deja de ser un aprendiz de brujo.
Este artículo es muy anterior a dos hechos que confirman esta visión: el atentado de Niza y el flamante golpe en Turquía, que oportunamente descabeza a ese Estado Mayor que se oponía a una intervención terrestre en Siria...
A lo que puede conducir este nuevo autócrata turco en su megalómano sueño de reconstruir el imperio otomano no lo sabe ni Dios.
Perdón, ni Alá.
Intervención militar turca en Siria: ¿contra el ISIS o contra la revolución de Rojava? |
Rebelión
La declaración conjunta de Rusia y EE.UU., publicada el 22 de febrero, establece el alto el fuego en Siria, da un respiro a la paz y genera la posibilidad de que no estalle una guerra atómica, en un futuro cercano. Por qué el mundo se llegó a encontrar al borde de su destrucción se explica a continuación.
El geógrafo Sir John Mackinder (1861-1947) desarrolló la Teoría del Heartland, también llamada “Isla Mundial”. Según la cual, el poder global no radicará en el futuro en dominar las vías marítimas, como imaginaban sus compatriotas británicos, sino en controlar una vasta masa de tierra, que él denominó Eurasia, o sea, Europa Oriental y Asia Central. Su teoría establece que en la zona, que se extiende entre los ríos Volga y el Yangtze y desde el Himalaya hasta el Océano Ártico, por su inaccesibilidad por mar, el aprovechamiento de los rápidos medios de comunicación terrestres y por la explotación de los recursos del área, el poder terrestre tiene más importancia que el marítimo, por lo que, la nación que la conquiste se convertirá en una potencia mundial. Esta zona, con una superficie de 53.000.000 km², el 36,2% del área terrestre, actualmente habitada por 5.000 millones de personas, lo que equivale al 72.5% de la población mundial, es el corazón del planeta, su Heartland.
Mackinder escribe: “El futuro del mundo… depende del mantenimiento de equilibrio de poder” entre las potencias marítimas como Gran Bretaña y Japón situados en el marginal marítimo y “las fuerzas internas expansivas” dentro Eurasia que se deben contener. Por lo que en el siglo XIX se dio una rivalidad estratégica, llamada a veces “el Gran Juego”, entre Rusia, que controlaba el Corazón de Eurasia e intentaba llegar a las aguas cálidas del Índico, y Gran Bretaña, que desde desde la India intentaba evitarlo. En pocas palabras, Mackinder concluyó que la realidad geopolítica de la edad moderna se daba entre el poder marítimo contra el poder terrestre o “la Isla Mundial versus el Corazón Continental”.
La geopolítica formula las bases del estudio de cómo la realidad física-geografía de cada país determina su política, pues el clima, la vegetación, y la ausencia o abundancia de recursos naturales inciden en las decisiones que sus ciudadanos toman respecto a los problemas políticos que enfrenta. Así, la geografía, bajo determinadas circunstancias, puede conformar el destino de pueblos, naciones e imperios. Esta teoría explica la política mundial de los últimos siglos y por qué la política inglesa y con posterioridad la del imperialismo mundial globalizado, IMG, actualmente encabezado por EE.UU., se fundamente en evitar que Alemania y Rusia puedan aliarse para controlar Eurasia, pues ello implicaría la constitución de un imperio contrario al orden mundial que ellos pretenden establecer.
(...)
El manicomio turco
Lo de Turquía es manicomio aparte en este manicomio global. Cuando el presidente Recep Erdogan declara que considerará una agresión a Turquía cualquier derribo de aviones turcos sobre el territorio de Siria; óigase bien, sobre territorio sirio, no turco, demuestra que está apadrinado por EE.UU. y la OTAN, protectores del EI. Solo así se explica esta fanfarronada, y es de suponer que los atentados perpetrados en el mundo entero por el EI han contado con la venia de Erdogan, que concede a los terroristas paso libre a través de la frontera turca, por la que también sale el contrabando del petróleo que los financia. Es imposible imaginar que el servicio de Inteligencia de Turquía, MIT, y los de Occidente desconocieran lo que sucede; todo lo demás es un soberano embuste.
Erdogan, luego de que el presidente Vladimir Putin le propusiera una alianza económica, firmó la propuesta: ampliación del gasoducto submarino; la compra de gas ruso a bajo precio y la construcción de varias centrales nucleares. Pero tanta belleza no podía ser aceptada por Washington que, para que Erdogan escarmentara, lo debió agarrar por el cogollo hasta que recule. Eso explica el derribo del Su-24 y su declaración de que Turquía no se iba a disculpar y que, más bien, Putin debía disculparse por haber violado el espacio aéreo turco.
Para salir del berenjenal en que se hallaba, alegó desconocer la nacionalidad del avión derribado, lo que es una soberana mentira porque el presidente Putin había informado a la coalición encabezada por EE.UU., de la que Turquía forma parte, todo lo concerniente a las operaciones aéreas rusas sobre territorio sirio. Por su parte, el Presidente Obama respaldó a Erdogan y declaró que su administración estaba “muy comprometida con la seguridad y la soberanía de Turquía”, que mientras Rusia fuera aliada de al Assad “muchos recursos rusos estarán dedicados a atacar a los grupos de oposición… que nosotros respaldamos… no creo que debamos alimentar la ilusión de que Rusia atacará exclusivamente blancos de Daesh. No es lo que está sucediendo ahora. Nunca lo ha sido. Eso no sucederá en las próximas semanas”.
Según informa el 'Daily News', en Turquía se detuvo a altos oficiales del Ejército; se los acusó de alta traición por desvelar secretos de Estado. Habían impedido la partida de un convoy del MIT, con armas destinadas a terroristas (las autoridades habían declarado que esos camiones llevaban ayuda humanitaria). Por el mismo caso se arrestó a cuatro fiscales y al exjefe de la Gendarmería. Así, cae por los suelos la acusación de Erdogan de que Rusia había bombardeado a civiles turcomanos que recibían ayuda humanitaria.
Los periodistas que informaron de la presencia de armas en dichos vehículos fueron detenidos y encarcelados por igual motivo. Al pueblo que defendía a los arrestados, como siempre, palo con ellos. Según el presidente Putin, “Alá decidió castigar a los gobernantes turcos quitándoles la razón”, y añade: “Sabemos quién se está llenando sus bolsillos en Turquía y permite ganar dinero a los terroristas… Mientras tanto, el pueblo turco es bueno, trabajador y talentoso. En Turquía tenemos muchos amigos de confianza. Y hago hincapié en que no establecemos una igualdad entre ellos y los gobernantes, que son responsables directos de la muerte de nuestros militares en Siria”.
De lo antedicho se concluye que Erdogan hace el juego a EE.UU. y no es un impredecible, como lo intenta presentar la canciller Merkel. Lo que ha hecho pone fin a su carrera política, pues él, igual que todos los títeres, tiene sus días contados.
Lo de Turquía es manicomio aparte en este manicomio global. Cuando el presidente Recep Erdogan declara que considerará una agresión a Turquía cualquier derribo de aviones turcos sobre el territorio de Siria; óigase bien, sobre territorio sirio, no turco, demuestra que está apadrinado por EE.UU. y la OTAN, protectores del EI. Solo así se explica esta fanfarronada, y es de suponer que los atentados perpetrados en el mundo entero por el EI han contado con la venia de Erdogan, que concede a los terroristas paso libre a través de la frontera turca, por la que también sale el contrabando del petróleo que los financia. Es imposible imaginar que el servicio de Inteligencia de Turquía, MIT, y los de Occidente desconocieran lo que sucede; todo lo demás es un soberano embuste.
Erdogan, luego de que el presidente Vladimir Putin le propusiera una alianza económica, firmó la propuesta: ampliación del gasoducto submarino; la compra de gas ruso a bajo precio y la construcción de varias centrales nucleares. Pero tanta belleza no podía ser aceptada por Washington que, para que Erdogan escarmentara, lo debió agarrar por el cogollo hasta que recule. Eso explica el derribo del Su-24 y su declaración de que Turquía no se iba a disculpar y que, más bien, Putin debía disculparse por haber violado el espacio aéreo turco.
Para salir del berenjenal en que se hallaba, alegó desconocer la nacionalidad del avión derribado, lo que es una soberana mentira porque el presidente Putin había informado a la coalición encabezada por EE.UU., de la que Turquía forma parte, todo lo concerniente a las operaciones aéreas rusas sobre territorio sirio. Por su parte, el Presidente Obama respaldó a Erdogan y declaró que su administración estaba “muy comprometida con la seguridad y la soberanía de Turquía”, que mientras Rusia fuera aliada de al Assad “muchos recursos rusos estarán dedicados a atacar a los grupos de oposición… que nosotros respaldamos… no creo que debamos alimentar la ilusión de que Rusia atacará exclusivamente blancos de Daesh. No es lo que está sucediendo ahora. Nunca lo ha sido. Eso no sucederá en las próximas semanas”.
Según informa el 'Daily News', en Turquía se detuvo a altos oficiales del Ejército; se los acusó de alta traición por desvelar secretos de Estado. Habían impedido la partida de un convoy del MIT, con armas destinadas a terroristas (las autoridades habían declarado que esos camiones llevaban ayuda humanitaria). Por el mismo caso se arrestó a cuatro fiscales y al exjefe de la Gendarmería. Así, cae por los suelos la acusación de Erdogan de que Rusia había bombardeado a civiles turcomanos que recibían ayuda humanitaria.
Los periodistas que informaron de la presencia de armas en dichos vehículos fueron detenidos y encarcelados por igual motivo. Al pueblo que defendía a los arrestados, como siempre, palo con ellos. Según el presidente Putin, “Alá decidió castigar a los gobernantes turcos quitándoles la razón”, y añade: “Sabemos quién se está llenando sus bolsillos en Turquía y permite ganar dinero a los terroristas… Mientras tanto, el pueblo turco es bueno, trabajador y talentoso. En Turquía tenemos muchos amigos de confianza. Y hago hincapié en que no establecemos una igualdad entre ellos y los gobernantes, que son responsables directos de la muerte de nuestros militares en Siria”.
De lo antedicho se concluye que Erdogan hace el juego a EE.UU. y no es un impredecible, como lo intenta presentar la canciller Merkel. Lo que ha hecho pone fin a su carrera política, pues él, igual que todos los títeres, tiene sus días contados.
(...)
Alepo,
fin de la aventura del IMG en Siria
El
fracaso total de la política de dominación del IMG se daría con la derrota en
el Oriente Medio de los terroristas del EI, que se desespera ante el constante
ataque aéreo de Rusia, los avances del Ejército Sirio y ve que el juego se
finiquita con la toma de la provincia siria de Alepo por parte de las Unidades
Kurdas de Protección Popular, YPG, cuyo objetivo es combatir y expulsar al EI
de los territorios que controla en Siria y cerrar la frontera permeable con
Turquía.
En Alepo está por finalizar la película. Rusia había señalado que sólo era posible derrotar al EI en colaboración con Siria, algo que el IMG nunca aceptó. “Que primero se vaya Bashar al Assad y luego veremos qué pasa”, dijeron convencidos de la veracidad de las palabras de Putin de que sin la colaboración de EE.UU. era muy difícil derrotar al EI. Pensaron: “¡Ah! Con que nos necesitan para derrotarlo, pues no vamos a participar para que se estanquen en Siria como nosotros estamos estancados en Afganistán e Irak”. Y ahora, cuando ven que el tiro les va a salir por la culata, se juegan la carta turca.
En la provincia Siria de Alepo, las YPG están derrotando a los combatientes del EI. Según el representante del Kurdistán sirio en Moscú, Rodi Osman, “Los kurdos controlan un territorio significativo de Siria, disponen de destacamentos armados propios, sin que nos propongamos separarnos de Siria; nuestro objetivo es alcanzar una autonomía democrática como parte de ella; derechos para todos los que habitan en Siria, sean kurdos, árabes, turcos o yazidíes”.
Por eso, Erdogan los tacha de terroristas, ataca desde Turquía sus posiciones en el norte de Siria y decide crear una zona de seguridad en territorio sirio, todo esto para ayudar al EI, y advierte a los combatientes kurdos que cesen en su empeño de extender sus posiciones. Le está hablando a un pueblo que en su propio país defiende su propio territorio. Después, el Primer Ministro turco, Davutoglu, sostiene que estos ataques son una represalia contra las YPG, a las que denomina “terroristas de la milicia kurda de Siria”. Todo lo que pasa, en buenas palabras, se llama agresión.
Para evitarla, Rusia presenta en el Consejo de Seguridad de la ONU un anteproyecto de resolución que exige “poner fin a toda acción que atente contra la soberanía y la integridad territorial de Siria y viole la resolución 2254 (sobre el arreglo en Siria) torpedeando los esfuerzos para encauzar el proceso de paz”. Suena bastante racional. ¡Pero no! Este anteproyecto es rechazado por EE.UU., Francia, el Reino Unido y otros tres miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Rechazo que posibilita más aún el intento de Turquía de tomar el norte de Siria por la fuerza y defender así al EI.
Aunque las posibilidades de que Turquía invada Siria son altas, más que nada luego del ataque terrorista del 17 de febrero en Ankara, sucede que en ese caso el Ejército Turco se enfrentaría no sólo al sirio, convertido ahora, según escribe el periódico británico 'The Independent', en “el más fuerte, el mejor entrenado y con la mayor experiencia en la batalla en todo el mundo árabe… ¡Qué no se olviden sus vecinos de esto!”, sino también a la aviación rusa y al Cuerpo de los Guardianes de la Revolución Islámica, que no son un pelo de cochino.
Tampoco hay que olvidar que, según la Constitución de Turquía, el Ejército es el garante del laicismo de la sociedad turca, por lo que es poco probable que las Fuerzas Armadas de Turquía estén dispuestas a acompañar a Erdogan en su aventura por imponer el islamismo en Siria, pues luego lo impondría en Turquía. Su Estado Mayor considera que una hipotética invasión de tropas turcas a Siria sería posible luego de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU o de una decisión solidaria del Parlamento, el Consejo de Seguridad y el Estado Mayor de Turquía. O sea, nunca. Por lo que se debe esperar que el Ejército de Turquía no envíe tropas a Siria y que, a lo máximo, continúe atacando las bases de los kurdos en Siria, en lo que está de acuerdo con Erdogan, y realice operaciones de fuerzas especiales que garanticen sus intereses, pero nunca una invasión, porque podría darse un enfrentamiento directo con Rusia, lo que no le interesa para nada.
Vale la pena recordar que en la Conferencia de Seguridad Internacional en Múnich, el Primer Miinistro Ruso, Dmitri Medvédev, se pronunció en contra de cualquier operación terrestre en Siria. “Nadie está interesado en una nueva guerra, y una operación terrestre (en Siria) sería una guerra en todo su sentido y de larga duración”. Declaró que Rusia tomará decisiones sobre las operaciones de su Fuerza Aérea en Siria en función del desarrollo de los acontecimientos, de sus intereses nacionales y los acuerdos con Damasco. Dijo también que “Rusia está dispuesta a reanudar el diálogo con la UE y EE.UU.”, pero puntualizó que Occidente debe “dar un primer paso”. Según el canciller ruso, Serguéi Lavrov, toda operación terrestre en Siria “sólo agravaría el conflicto”.
Mientras tanto la inmensa mayoría del pueblo sirio: los que sobreviven en las zonas ocupadas por el EI; los que están a salvo en Damasco; los que se ocultan bajo los escombros de las ciudades sirias; los que están con al Assad y los que luchan contra él; los que se han refugiado en Europa y esperan regresar; los que no lo harán; y, en general, toda la población de Siria ruega porque cese la matanza y esta guerra que ha causado la muerte de cerca de 300.000 sirios.
Acuerdo Rusia-EE.UU., el comienzo de la paz
¿Y con qué se ha respondido a esta demanda del pueblo sirio? Con el acuerdo de cese de hostilidades en Siria alcanzado entre Rusia y EE.UU., condición sine qua non para poner fin no sólo al conflicto sirio sino para evitar una nueva guerra mundial, que nadie quiere, y al que se han adherido el gobierno sirio y más de 100 grupos armados opositores. En él se establece el inicio del alto el fuego en Siria para el 27 de febrero a las 00:00. El plan prevé la participación de todos los que acepten el acuerdo y de él quedan excluidas las organizaciones terroristas como el Estado Islámico y el Frente al Nusra, que continuarán siendo atacadas hasta su completa aniquilación, anunció el presidente Putin en un comunicado sobre la tregua en Siria. Es que, Rusia y Estados Unidos tienen mucho que compartir para combatir al EI. Putin y su gobierno están de verdad implicados en la lucha contra el terrorismo islámico, conocen de sus técnicas operativas y pueden compartir información de inteligencia; en cambio, EE.UU. puede pagar grandes cantidades de dinero para obtener datos verídicos de fuentes bien informadas de los altos mandos de las milicias rebeldes.
Hasta el medio día del 26 de febrero, los grupos armados de la oposición y las Fuerzas Armadas de la República Árabe Siria deben acordar el cese de fuego según la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad, que contempla la normalización pacífica de la crisis siria y el cese de disparos de cohetes, morteros y misiles guiados antitanque; asimismo, todos los bandos no deben intentar adquirir territorios de otros bandos y facilitar el acceso de la ayuda humanitaria a todos los sectores afectados.
Luego de que los presidentes Putin y Obama aprobaran la iniciativa de alto el fuego en Siria, empezaron las críticas a la viabilidad del acuerdo, pese a que el Ministerio de Defensa de Rusia ha entregado al agregado militar de EE.UU. en Moscú el mapa de las operaciones que se llevan a cabo en Siria. “Francamente queremos decir que en estas voces suenan llamados a la guerra y no a la paz”, sostuvo el Ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov. Por lo pronto, la oposición de Siria ha declarado que respetará el cese al fuego durante dos semanas, la milicia kurda también ha hecho un anuncio similar. Ahora queda concentrar todas las fuerzas en que se cumplan los acuerdos sobre el cese del fuego; por su parte el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Mijaíl Bogdánov afirmó que de cumplirse “los acuerdos sobre el alto el fuego pueden ser un ejemplo de las acciones conjuntas de la comunidad internacional”.
Puede ser que Rusia y EE.UU. se peleen, y duro, pero ambas potencias comprenden que una guerra entre ellas, con los armamentos actuales, acabaría con todo el planeta. Por eso la guerra será sólo mediática y virulenta pero no atómica, pues la locura de Erdogan puede ser grave, pero no da para contagiar a tantos.
Si la situación se llegara a complicar más aún, en Turquía podría darse un golpe de Estado, como los que ya hubo en numerosas ocasiones en el siglo pasado, algo que Erdogan no debería olvidar a menos que, parafraseando a José María Velasco Ibarra, se quisiera lanzar sobre las bayonetas.
En Alepo está por finalizar la película. Rusia había señalado que sólo era posible derrotar al EI en colaboración con Siria, algo que el IMG nunca aceptó. “Que primero se vaya Bashar al Assad y luego veremos qué pasa”, dijeron convencidos de la veracidad de las palabras de Putin de que sin la colaboración de EE.UU. era muy difícil derrotar al EI. Pensaron: “¡Ah! Con que nos necesitan para derrotarlo, pues no vamos a participar para que se estanquen en Siria como nosotros estamos estancados en Afganistán e Irak”. Y ahora, cuando ven que el tiro les va a salir por la culata, se juegan la carta turca.
En la provincia Siria de Alepo, las YPG están derrotando a los combatientes del EI. Según el representante del Kurdistán sirio en Moscú, Rodi Osman, “Los kurdos controlan un territorio significativo de Siria, disponen de destacamentos armados propios, sin que nos propongamos separarnos de Siria; nuestro objetivo es alcanzar una autonomía democrática como parte de ella; derechos para todos los que habitan en Siria, sean kurdos, árabes, turcos o yazidíes”.
Por eso, Erdogan los tacha de terroristas, ataca desde Turquía sus posiciones en el norte de Siria y decide crear una zona de seguridad en territorio sirio, todo esto para ayudar al EI, y advierte a los combatientes kurdos que cesen en su empeño de extender sus posiciones. Le está hablando a un pueblo que en su propio país defiende su propio territorio. Después, el Primer Ministro turco, Davutoglu, sostiene que estos ataques son una represalia contra las YPG, a las que denomina “terroristas de la milicia kurda de Siria”. Todo lo que pasa, en buenas palabras, se llama agresión.
Para evitarla, Rusia presenta en el Consejo de Seguridad de la ONU un anteproyecto de resolución que exige “poner fin a toda acción que atente contra la soberanía y la integridad territorial de Siria y viole la resolución 2254 (sobre el arreglo en Siria) torpedeando los esfuerzos para encauzar el proceso de paz”. Suena bastante racional. ¡Pero no! Este anteproyecto es rechazado por EE.UU., Francia, el Reino Unido y otros tres miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Rechazo que posibilita más aún el intento de Turquía de tomar el norte de Siria por la fuerza y defender así al EI.
Aunque las posibilidades de que Turquía invada Siria son altas, más que nada luego del ataque terrorista del 17 de febrero en Ankara, sucede que en ese caso el Ejército Turco se enfrentaría no sólo al sirio, convertido ahora, según escribe el periódico británico 'The Independent', en “el más fuerte, el mejor entrenado y con la mayor experiencia en la batalla en todo el mundo árabe… ¡Qué no se olviden sus vecinos de esto!”, sino también a la aviación rusa y al Cuerpo de los Guardianes de la Revolución Islámica, que no son un pelo de cochino.
Tampoco hay que olvidar que, según la Constitución de Turquía, el Ejército es el garante del laicismo de la sociedad turca, por lo que es poco probable que las Fuerzas Armadas de Turquía estén dispuestas a acompañar a Erdogan en su aventura por imponer el islamismo en Siria, pues luego lo impondría en Turquía. Su Estado Mayor considera que una hipotética invasión de tropas turcas a Siria sería posible luego de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU o de una decisión solidaria del Parlamento, el Consejo de Seguridad y el Estado Mayor de Turquía. O sea, nunca. Por lo que se debe esperar que el Ejército de Turquía no envíe tropas a Siria y que, a lo máximo, continúe atacando las bases de los kurdos en Siria, en lo que está de acuerdo con Erdogan, y realice operaciones de fuerzas especiales que garanticen sus intereses, pero nunca una invasión, porque podría darse un enfrentamiento directo con Rusia, lo que no le interesa para nada.
Vale la pena recordar que en la Conferencia de Seguridad Internacional en Múnich, el Primer Miinistro Ruso, Dmitri Medvédev, se pronunció en contra de cualquier operación terrestre en Siria. “Nadie está interesado en una nueva guerra, y una operación terrestre (en Siria) sería una guerra en todo su sentido y de larga duración”. Declaró que Rusia tomará decisiones sobre las operaciones de su Fuerza Aérea en Siria en función del desarrollo de los acontecimientos, de sus intereses nacionales y los acuerdos con Damasco. Dijo también que “Rusia está dispuesta a reanudar el diálogo con la UE y EE.UU.”, pero puntualizó que Occidente debe “dar un primer paso”. Según el canciller ruso, Serguéi Lavrov, toda operación terrestre en Siria “sólo agravaría el conflicto”.
Mientras tanto la inmensa mayoría del pueblo sirio: los que sobreviven en las zonas ocupadas por el EI; los que están a salvo en Damasco; los que se ocultan bajo los escombros de las ciudades sirias; los que están con al Assad y los que luchan contra él; los que se han refugiado en Europa y esperan regresar; los que no lo harán; y, en general, toda la población de Siria ruega porque cese la matanza y esta guerra que ha causado la muerte de cerca de 300.000 sirios.
Acuerdo Rusia-EE.UU., el comienzo de la paz
¿Y con qué se ha respondido a esta demanda del pueblo sirio? Con el acuerdo de cese de hostilidades en Siria alcanzado entre Rusia y EE.UU., condición sine qua non para poner fin no sólo al conflicto sirio sino para evitar una nueva guerra mundial, que nadie quiere, y al que se han adherido el gobierno sirio y más de 100 grupos armados opositores. En él se establece el inicio del alto el fuego en Siria para el 27 de febrero a las 00:00. El plan prevé la participación de todos los que acepten el acuerdo y de él quedan excluidas las organizaciones terroristas como el Estado Islámico y el Frente al Nusra, que continuarán siendo atacadas hasta su completa aniquilación, anunció el presidente Putin en un comunicado sobre la tregua en Siria. Es que, Rusia y Estados Unidos tienen mucho que compartir para combatir al EI. Putin y su gobierno están de verdad implicados en la lucha contra el terrorismo islámico, conocen de sus técnicas operativas y pueden compartir información de inteligencia; en cambio, EE.UU. puede pagar grandes cantidades de dinero para obtener datos verídicos de fuentes bien informadas de los altos mandos de las milicias rebeldes.
Hasta el medio día del 26 de febrero, los grupos armados de la oposición y las Fuerzas Armadas de la República Árabe Siria deben acordar el cese de fuego según la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad, que contempla la normalización pacífica de la crisis siria y el cese de disparos de cohetes, morteros y misiles guiados antitanque; asimismo, todos los bandos no deben intentar adquirir territorios de otros bandos y facilitar el acceso de la ayuda humanitaria a todos los sectores afectados.
Luego de que los presidentes Putin y Obama aprobaran la iniciativa de alto el fuego en Siria, empezaron las críticas a la viabilidad del acuerdo, pese a que el Ministerio de Defensa de Rusia ha entregado al agregado militar de EE.UU. en Moscú el mapa de las operaciones que se llevan a cabo en Siria. “Francamente queremos decir que en estas voces suenan llamados a la guerra y no a la paz”, sostuvo el Ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov. Por lo pronto, la oposición de Siria ha declarado que respetará el cese al fuego durante dos semanas, la milicia kurda también ha hecho un anuncio similar. Ahora queda concentrar todas las fuerzas en que se cumplan los acuerdos sobre el cese del fuego; por su parte el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Mijaíl Bogdánov afirmó que de cumplirse “los acuerdos sobre el alto el fuego pueden ser un ejemplo de las acciones conjuntas de la comunidad internacional”.
Puede ser que Rusia y EE.UU. se peleen, y duro, pero ambas potencias comprenden que una guerra entre ellas, con los armamentos actuales, acabaría con todo el planeta. Por eso la guerra será sólo mediática y virulenta pero no atómica, pues la locura de Erdogan puede ser grave, pero no da para contagiar a tantos.
Si la situación se llegara a complicar más aún, en Turquía podría darse un golpe de Estado, como los que ya hubo en numerosas ocasiones en el siglo pasado, algo que Erdogan no debería olvidar a menos que, parafraseando a José María Velasco Ibarra, se quisiera lanzar sobre las bayonetas.
Este magma no hay vulcanólogo que lo controle, puede brotar violentamente en cualquier lugar. La visita del mega ejecutivo Obama a la base naval de Rota es un inquietante signo más de cómo anda la cosa en nuestro maltrecho planeta.
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