Es conocida la simpatía cordial que derrochan los gobernantes en sus apariciones públicas. En España posiblemente sea Cristobal Montoro el representante más conspicuo de esa raza optimista que ocupa ministerios y gobernaciones diversas.
Claro que no es lo mismo sonreír ante cámaras y fotógrafos, derrochando esa simpatía de actores que tan bien se les da, que reírse abiertamente de los oponentes políticos en el parlamento.
Pero aunque la intención sea en un caso caer bien y en otro zaherir, en ambas situaciones, si pensamos en las consecuencias muchas veces trágicas de sus actos, podemos pensar que se ríen de nosotros.
Y no digamos nada de las risas registradas en situaciones tan trágicas como las que propició aquel trío de la Azores (¿o eran cuatro, con ese D'Artagnan de vía estrecha, ex maoísta, de cuyo nombre no quiero acordarme?). De ese trío o cuarteto mosqueteril no puedo olvidar la sonrisa boborra de Tony Blair...
Es la risa obscena e histriónica, propia de los serviles eunucos del capital.
ResponderEliminarConociendo su trayectoria poco más puedo añadir
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