El truco de las emisiones es un taparrabos demasiado escueto para tapar inconsecuencias muy grandes.
Como ahora se trata de defender a toda costa los empleos de hoy, sin pensar siquiera en mañana por la mañana, se quiere relanzar la industria del automóvil. Y se pretende renovar el parque automovilístico con la excusa de las emisiones contaminantes.
¿Pero es que fabricar un coche no contamina? ¿No hace falta acero, ni aluminio, ni electricidad, ni carbón para los altos hornos, ni metales escasos para las baterías, ni transporte, de componentes o de los propios vehículos? ¿Y la consiguiente minería, con su devastación de los territorios y su maquinaria pesada, que seguramente anda sola?
Si estos son eléctricos, baterías "eternas", que jamás habrá que renovar, hechas con materiales abundantísimos. Si son híbridos, con dos... motores. Si de gasolina, con consumo optimizado, que ahorrarán un 80 % de combustible. Y en todo caso, la energía a raudales con fuentes renovables no contaminantes, de "cero emisiones". Cuidado, que la biomasa produce CO2.
¡Y que no me hablen del hidrógeno!
Tengo para mí que mantener el viejísimo parque automovilístico que tenía Cuba en el periodo especial contaminó menos que fabricar las cuatro o cinco generaciones de coches que se dejaron de fabricar.
Ahora darán ayudas, que el ayudado dará a los fabricantes, como las ayudas al alquiler del tiempo de Zapatero sirvieron para mantener los altos precios del alquiler (o para aumentarlos, porque el inquilino disponía de más dinero).
Todas estas ayudas son en realidad ayudas al capital, para mantenerle sus beneficios, sin los cuales no "trabaja". Servidumbre total al "inversor", porque ni se plantea otra estructura socioeconómica.
Pues a esta le queda un cierto número de telediarios, aunque no sepamos muy bien cuantos.
Noticia de El País, de hoy mismo:
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