jueves, 2 de septiembre de 2021

¡Es tan sencillo!

«Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible», dijo en una ocasión el torero Rafael Guerra, y esta misma frase puede servir para definir al «capitalismo eterno».

Porque el mercado que se autorregula (siempre para el lucro) tiene los días contados. Puede ocurrir, esperemos que no, que con él se acabe también la civilización humana (y algunas cosas más), pero en todo caso no puede seguir funcionando indefinidamente un sistema económico orientado al lucro, y por eso mismo al crecimiento infinito.

En una reunión sobre la deuda celebrada en La Habana en 1985, Fidel Castro movilizó todas las herramientas de su enorme gama retórica para señalar un punto clave: la deuda no puede ser atendida, y no puede ser pagada:

"Me culpan por decir que la deuda no se puede pagar. Deberían culpar a Pitágoras, Euclides, Arquímedes, Pascal (o Lobachevski), o cualquier matemático antiguo, actual o moderno que prefieran. Las matemáticas y las teorías de los matemáticos son las que demuestran que la deuda no se puede pagar". 

Sigue siendo impagada e impagable. Durante la actual pandemia, 64 países gastaron más en el servicio de la deuda que en el pago de la sanidad. 

Y el mismo Fidel, en una reunión internacional en 2001, durante el Congreso Mundial contra el Racismo en Durban (Sudáfrica): 

"Están las enormes e impagables deudas, los dispares términos de intercambio, los ruinosos precios de los productos básicos, la explosión demográfica, la globalización neoliberal y los cambios climáticos que producen largas sequías alternadas con lluvias e inundaciones cada vez más intensas. Se puede demostrar matemáticamente que esta situación es insostenible".

La razón matemática a que se refería la expuse al comienzo de este blog, en sus dos primeras entradas, el dinero es deuda y aritmética, población y energía. Y nuevamente me he referido a ella en otras ocasiones, como en varias entradas publicadas en marzo de 2020: se trata del crecimiento exponencial. ¡Pero todo crecimiento es exponencial, y siempre es acelerado si se mantiene en el tiempo!. Para que encuentre un límite, la tasa de crecimiento  debe descender contínuamente, tendiendo a cero. Problema adicional es que cuando se han sobrepasado los límites, si se pretende un decrecimiento ordenado, el descenso es cada vez más lento. O brusco y desordenado.

Este descenso brusco y desordenado se produce en las crisis, sean generales o sectoriales.

Para explicar este mecanismo, al principio de El Capital, Marx utiliza dos simples esquemas que resumen el papel del dinero en la circulación de mercancías:

M-D-M'             D-M-D'

En el primer caso, aparece el dinero como un intermediario útil entre dos mercancías diferentes. El esquema significa que yo cambio una mercancía que no necesito por un dinero que me permitirá adquirir la mercancía que necesito. El dinero es así la mercancía universal, aceptada por todos porque facilita el intercambio, sustituyendo al impreciso trueque, al hacer patente la equivalencia (para quien vende y compra) de ambas mercancías. Por eso se aceptará como tal algo valioso y fácil de transportar, como los metales preciosos.

Tan exitoso es este avance económico que esta valiosa mercancía acaba siendo buscada por sí misma, porque su poseedor puede comprarlo todo. Entonces surge un nuevo mercado, en el que la mercancía aparece como intermediario entre dos cantidades diferentes de dinero. Naturalmente, ese intercambio solamente funcionará si el dinero obtenido supera al invertido.

Uno de los primeros modos de que así sea es transportar la mercancía desde el lugar en que se produce en exceso al que carece de ella. Los mercaderes, desde las culturas más primitivas, se han enriquecido cumpliendo esta función, asumiendo desde luego los riesgos durante el viaje.

La artesanía, y luego la manufactura, incorporan varias mercancías, incluyendo materiales diversos y trabajo animal o humano, para obtener un producto, vendible a un precio superior al invertido. Aquí, el dinero lo compra todo y lo transforma, finalmente, en una cantidad creciente de dinero.

En este proceso surge el capitalismo, mercantil primero, luego industrial, y por último el capitalismo financiero.

Este último no incorpora al producto distancia ni elaboración, sino solamente dinero. El que en un momento dado necesitan los agentes económicos y del que no disponen, con la esperanza de que se devolverá acrecentado. Por lo tanto, solo un crecimiento futuro permitirá completar este ciclo mágico D-D'. El crédito pone así en marcha toda la maquinaria.

Los capitales llegan a ser los auténticos protagonistas de todo el proceso, y se crea un mercado de capitales, que no otra cosa es la bolsa de valores. En ella ya no importa la viabilidad a largo plazo de las inversiones, sino únicamente la oportunidad de comprar barato y vender caro. La astucia, la información privilegiada y la posibilidad de engañar al comprador pasan a ser lo único que importa, y el día a día es un continuo trasiego de capitales ficticios, aunque apoyados en la base real del ciclo producción-consumo. Siempre que la capacidad de producir sea viable y el consumo realizable. Si falla alguna de estas patas, se produce una alteración profunda. La oferta y la demanda se desequilibran y el proceso se rompe.

Los mercados están siempre atentos a estos fenómenos, y el capital fluye siempre a la búsqueda del mayor beneficio, y no puede ser de otra manera.

La crisis de una empresa o de un sector producen, con la bancarrota, una fuga de los inversores a otros pagos. Pero si la crisis es total se produce una desvalorización total del mercado de valores.

La proximidad de una crisis la señala el descenso del beneficio que produce la inversión en el mercado de valores. Cuando la ganancia disminuye todos quieren vender, nadie quiere comprar... La caída de las acciones es brutal. Otros pueden comprar baratos los restos del banquete, y tal vez, con ellos, obtener pingües beneficios. Las empresas menores y sectores enteros se concentran en pocas manos. Y generalmente se acaban creando oligopolios muy poderosos.

Los dueños de esas organizaciones, llegado un momento, no tienen que hacer prácticamente nada: un ejército de expertos economistas, abogados y lobbistas trabajan para ellos, y no pueden hacer otra cosa que servir fielmente a los dueños del capital.

Este "no pueden hacer otra cosa" lo deja muy claro este post de The Oil Crash, hablando de algo tan actual como los comportamientos del oligopolio eléctrico.

¿Qué ocurriría si una empresa se descolgase del contubernio correspondiente? ¡Ay! Pues que inmediatamente los inversores huirían de ella y se desplomaría en la bolsa. ¿Y si uno de los técnicos, abogados, economistas y demás asesores deja de cumplir con la parte de la optimización de beneficios que se le exige? Pues que... (¡ay!) inmediatamente recibirá una patada en semejante parte y se irá derechito a la puñetera calle.



Relatos de un ingeniero en transición

Calbuco

Resulta muy interesante analizar el giro y cambio de discurso que han tenido las grandes empresas eléctricas de este país en los últimos tres años a tenor del cambio climático y las energías renovables. El mismo día que se aprobó el RD 244/2019, que impulsaba el autoconsumo eléctrico y derogaba el impuesto al sol, una de estas empresas anunciaba por televisión la posibilidad de instalarse placas solares junto con un eslogan muy pegadizo. Es natural, aunque paradójico, que estas grandes corporaciones busquen aumentar beneficios a costa de mitigar emisiones que ellas mismas generaron en un pasado no muy lejano. Verde que te quiero verde, titulaba Eduardo Galeano a un cuento corto, haciendo homenaje a García Lorca, sobre lo que luego se denominaría greenwashing. Y esto no había hecho más que empezar.

Tras el verano de 2019, una de estas grandes y verdes utilities (le llamaremos X) nos contactó para estudiar varios proyectos de autoconsumo en gran parte de sus centrales de generación fósil repartidas a lo largo del territorio español. La primera reunión con X estuve con un compañero frente a seis empleados de la central. Nos explicaron el alcance del proyecto, plazos de ejecución y el modo de presentar la propuesta técnica-económica para que en unos meses se lanzara una licitación privada. Es decir, antes de nada, contactan con empresas especialistas para que diseñen las diferentes opciones y luego se plasman en unas bases técnicas y económicas. Hasta aquí, todo normal, si no fuera porque todo el trabajo que implica preparar una propuesta de este tipo no está remunerado de ninguna de las maneras.

Pero claro, como le vas a decir que no a X. Tras visitar las centrales (tres ciclos combinados y una nuclear) tuvimos que participar en cuatro licitaciones diferentes que, además, se publicaron prácticamente en el mismo espacio de tiempo. Para más inri, coincidió con el confinamiento más duro que sufrimos el pasado 2020. Las fases de licitación para cualquier actividad con X son muy claras. Un primer corte técnico donde los “especialistas” evalúan si la propuesta enviada cumple con los aspectos principales de producción, tecnología, implantación, etc. Pongo las comillas en especialistas porque en este caso, los que supervisaban las propuestas, eran los responsables de las diferentes plantas de generación fósil. Unas cuantas videollamadas fueron necesarias para explicar a técnicos nucleares como funcionaba una planta de autoconsumo fotovoltaico y por qué los módulos bifaciales no eran rentables para determinadas potencias. La actividad en X se divide en generación fósil y renovable. Posiblemente, la división de renovables, con su actividad frenética en batir récords de potencia instalada en la península, no tenia tiempo para gestionar migajas de megavatios y cedió toda la responsabilidad a los técnicos de las plantas de generación contaminantes. Eso sí, la poca información que manejaban estos técnicos se basaba en grandes plantas fotovoltaicas y nada tenían que ver con proyectos de autoconsumo. Tal era su desconocimiento de las posibilidades del autoconsumo, que lo que en un principio iba a ser un proyecto de autoconsumo sin excedentes, con el fin de cubrir los consumos auxiliares de la central, se convirtió (burocrática y técnicamente) en un proyecto de conexión a red. Toda la energía generada se vertería en las barras de transporte con el resto de MWh de origen fósil para recorrer cientos de kilómetros. Pero el slogan de X remarca la importancia del autoconsumo en sus plantas fósiles. La revolución ha llegado.

Una vez recibimos las bases técnicas y demás documentos corporativos de X, comenzaba la cuenta atrás para presentar nuestra mejor propuesta. El documento “Criterios de diseño” reflejaba el trabajo de varias videollamadas y las recomendaciones técnicas que habíamos sugerido en las últimas semanas. Imagino que otros contratistas aportaron su granito de arena, pero la gran mayoría de aspectos técnicos era cosecha propia. Ahora nos tocaba ofertar ciñéndonos a todos los documentos que X obligaba seguir al pie de la letra. De hecho, en caso de sugerir alguna modificación, existe una tabla de desviaciones donde hay que incluir el documento, página y párrafo que cumple con tu oferta y firmarlo para que quede registrado. Todo muy formal y riguroso, aparentemente. Pero lo divertido llegó en la segunda fase, la sección económica. Desde la sección de compras en Madrid convocan una reunión para revisar los precios estimados y te dicen qué porcentaje estas por encima del contratista más barato. En nuestro caso era un 25 % por encima. Revisando partida por partida, la encargada del “regateo” por parte de X nos indicó que en la parte de estructuras y obra civil estábamos por encima de la media. Pregunté sin tapujos si el resto de contratistas estaban ofertando estructura metálica, tal y como indicaban las bases técnicas, con su correspondiente hincado directo y/o pre-taladrado en caso de ser necesario. Mi sorpresa fue cuando, por parte de Compras, me invitaron a contactar de nuevo con los responsables técnicos para verificar esa información. Al cabo de 20 minutos tenia un correo solicitando una revisión de mi oferta con estructura no metálica. Obviamente esto suponía que alguien había hecho trampas, no cumpliendo con los requisitos técnicos y que X lo había consentido sin avisar a otros contratistas, como era nuestro caso. La noticia en nuestra dirección sobre estos trapicheos no sentó nada bien. Aun así, seguimos en el proceso. Conseguimos mejorar hasta un 18 % con respecto a la anterior oferta. Pero no fue suficiente. Al contrario de lo que defendían algunos expertos en contratos con X, se acabó adjudicando a la empresa más barata. Y todo el trabajo previo, de nuevo, no sirvió para nada. Sólo para hacerle el trabajo sucio a los técnicos de X, responsables de la licitación. A día de hoy, me consta que la ejecución del proyecto está parada por permisos relativos a la excavación de tierras. Desde mi equipo avisamos ese posible problema, pero claro, eso suponía más euros en el contrato.

Cambiando a otra super compañía generadora, distribuidora y comercializadora de electricidad, nos encontramos con Y. Mis primeras relaciones con Y fueron bastante agresivas. Me contactaron directamente para firmar un NDA (Contrato de confidencialidad) sujeto al estudio de varios proyectos estratégicos. Inicialmente nos reunimos en Madrid, pero tuvimos otras reuniones en Barcelona y Sevilla. Llegué a conocer a más de diez responsables/directores/heads/managers del área de negocio (así lo llaman en Y) relativo al autoconsumo y generación distribuida. Era curioso ver el cambio de Y a los nuevos tiempos, pero también era sospechoso observar que ninguno con los que trataba tenía las ideas claras sobre la energía solar fotovoltaica. En los primeros estudios nos solicitaron presentar oferta para realizar un EPC, pero en el último momento cambiaron el alcance a BOP. Para los que desconocen la jerga, EPC comprende el alcance completo de un contrato de construcción (Ingeniería, adquisición de equipos y construcción), mientras que el BOP se limita a la instalación. Esta es una practica habitual de X e Y en los grandes proyectos. Exprimen desde el minuto uno justificando que es EPC y cuando no puedes ajustar más margen y has puesto las cartas sobre la mesa, te cambian a BOP. ¡Abran juego, señores!

Tras varias propuestas y muchas reuniones, nos plantearon ofertar instalaciones de autoconsumo en base a un preciario cerrado. El desconocimiento de la casuística en instalaciones de autoconsumo era tal que, por mucho que insistíamos en que era inviable ceñirse a un preciario sin tener en cuenta las particularidades de cada emplazamiento, seguían erre que erre. Al igual que con X, las bases y especificaciones técnicas eran heredadas de grandes plantas y la normativa, poco o nada tenía que ver con proyectos de autoconsumo. La estrategia de Y consiste, hasta el momento, en lanzar preciarios a todos los comerciales que conservan en activo y bombardear a clientes de suministro eléctrico existente. Poco importa que oferten al mismo cliente que, por tu cuenta, como contratista “independiente”, has encontrado, y obviamente existe un NDA que les sirve para hacer aviones de papel. En caso de que piquen el anzuelo, contactan al contratista más barato que haya rellenado el preciario, a ver si hay suerte y no se desvía mucho del precio inicial. ¿Para qué formar equipos especialistas en diferentes áreas de negocios? ¿Para qué aportar un valor añadido a la sociedad aprovechando los ingentes recursos económicos y humanos? ¿Para qué cambiar de modelo si este funciona de maravilla? Pues estas y muchas otras preguntas me hacía en las videollamadas eternas con Y que nunca acababan de concretar nada. Como anécdota personal, hace unas semanas me contactaron unos agentes comerciales que trabajan indirectamente para Y. Querían saber la disponibilidad de unas pequeñas tierras, heredadas de mis padres, para la implantación de un gran proyecto de Hidrógeno. Estuve más de media hora al teléfono para sacar la máxima información posible. En resumen, pretenden hacer una instalación de “autoconsumo” de más de 1GW de potencia fotovoltaica conectada a una planta que produzca cantidades enormes del gas de moda. Que el lugar sea posiblemente de los más remotos y poco comunicados de España da igual. Que las necesidades energéticas locales sean ridículas en comparación a la producción de hidrógeno también importa poco. Por suerte, a día de hoy, unas cuantas plataformas están en pie de guerra contra este tipo de proyectos tan alejados de la realidad y tan innecesarios en ese contexto y a esa escala. El debate generado ante esta tendencia de reventar territorio a costa de todo, está surtiendo efecto y algunos fondos de inversión parece que empiezan a dudar. Las energías renovables deben seguir desplegándose por el territorio, en eso no hay debate, pero debemos reflexionar y revisar el cómo y el para quién.

(...)

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