Tercera y última parte de la entrevista que Salvador López Arnal realizó a Juan Manuel Aragüés sobre Marx y marxismo, publicada sin interrupciones en Espai Marx.
En esta entrega final hay algunas cosas que me han parecido fundamentales.
Por una parte, la necesidad de distinguir los planteamientos abstractamente teóricos de las posiciones políticas basadas en el análisis objetivo de la realidad. En tiempos de la Primera Internacional hubo posturas contrarias a aceptar en ella a creyentes (recuerdo también cómo, mucho tiempo después, hubo discusiones sobre si se los podía admitir en el PCE, cuando ingresaron en el partido algunos curas obreros). Marx, aparcando cualquier sectarismo, defendía rotundamente su entrada, privilegiando los objetivos políticos sobre las posiciones ideológicas. Claro que jamás podremos confundir esta posición con la renuncia a principios y metas, como ha venido haciendo el revisionismo socialdemócrata.
Al hilo de esto, recordaré que la ideología, que rellena los puntos ciegos del conocimiento contrastado, se va modificando sin cesar adaptándose a la experiencia, sobre todo la científica. Este proceso de aprendizaje de la realidad es entorpecido en todo tiempo y lugar por los intereses de los dueños del poder, atrincherados tras estructuras religiosas. Aunque también en el seno de las Iglesias sean inevitables luchas de carácter mucho más material, revestidas de discrepancias teológicas.
Es importante también la reflexión sobre la cuestión del sujeto, tanto individual como colectivo, Los sujetos colectivos, construidos sobre identificaciones más o menos imaginarias, son los actores que dan cuerpo a naciones, religiones, clases. Frente a la pregunta idealista ¿qué es el sujeto?, la pregunta materialista es ¿cómo se construye el sujeto?
El materialismo atiende a las condiciones que en cada contexto desencadenan los procesos de subjetivación, mientras que las posiciones idealistas teorizan un sujeto esencialista, aunque cuando entran en el terreno político construyen un sujeto ajustado ideológicamente a las necesidades del sistema en el que se mueven cómodamente. Como dice Aragüés:
El idealismo es tremendamente taimado. Por un lado, teoriza un sujeto esencialista, pero, por otro, cuando se trata de hacer política, sabe que la construcción de un sujeto ajustado ideológicamente a las necesidades del sistema es la base para el éxito político y, por lo tanto, se aplica con todo su arsenal, especialmente el mediático, a la construcción de sujetos. Es decir, construye sujetos diciendo que los sujetos no se construyen.
“Althusser es, sin duda, el marxista que más aporta en estos momentos”
Vuelvo a un punto del que ya hemos hablado. Tu énfasis en el ateísmo de Marx, ¿no te aleja en exceso de lecturas interesantes y reconocidas como las de Enrique Dussel por ejemplo?
Me alegra que menciones a Dussel porque es un autor al que valoro enormemente y del que hablo mucho a mi alumnado. Su Ética de la liberación me parece un texto imprescindible. Sin embargo, en la cuestión que señalas mantengo una seria discrepancia que sirve para ilustrar, además, buena parte de lo que estamos hablando. En primer lugar diré que Dussel emplea en este tema una argumentación que me parece muy improcedente. Dussel argumenta que la repetida utilización por parte de Marx de metáforas vinculadas a la religión muestra que Marx, en realidad, no era ateo. Me parece un argumento carente de rigor. Marx era un hombre de una inmensa cultura que extraía su arsenal teórico de muy diferentes ámbitos, también, cómo no, el religioso. Insisto en el enorme valor que, desde mi punto de vista, tienen los planteamientos de Dussel, lo cual no obsta para que discrepe con él en su planteamiento de carácter universalista que es muy propio, precisamente, de ese trasfondo religioso, y por lo tanto idealista, del que se nutre su obra. Pretender una reconciliación universal, que todos nos coloquemos del lado de las víctimas, es obviar que las víctimas lo son de ciertos verdugos que no van a entrar, nunca, en ese juego de reconciliación. Lo vemos a diario en nuestra realidad, cómo los poderosos luchan a sangre y fuego por mantener sus privilegios y que el conflicto con ellos resulta necesario, pues ellos están en el origen de la violencia y del conflicto.
Pero en todo caso, tu pregunta permite abordar, también, una cuestión importante, que es la de la relación entre materialismo-marxismo y religión.
Lo es y lo ha sido. Por ejemplo, en los años sesenta y setenta en nuestro país.
Creo que Marx colocó esa cuestión en su justo punto al deslindar lo teórico de lo político. Para él la profesión de fe materialista es inexcusable, solo es posible hacer filosofía desde ahí y de ahí su beligerancia contra toda forma de idealismo. Pero ello no es inconveniente para que, a la hora de definir una política de alianzas, de construir el sujeto, Marx aparque cualquier sectarismo y privilegie los objetivos políticos sobre las posiciones ideológicas. Lo dejó muy claro cuando, ante las reticencias de aceptar a creyentes en la AIT, como postulaban ciertos sectores, defendió con contundencia su entrada. Esto es algo que, desde mi punto de vista, es preciso tener muy en cuenta a la hora de hacer política y de establecer un programa (programa, programa, programa, si me permites un breve homenaje a Julio Anguita, quien defendía, precisamente, que en política hay que ser laicos, es decir, regirse por las propuestas concretas).
No creo que Sacristán estuviera muy alejado de esa posición. No se suele hablar muy bien de Engels como pensador cuando se habla de los grandes clásicos de la tradición marxista. ¿Fue un pensador menor el autor de La situación de la clase obrera en Inglaterra?
¿Qué autores consideras más importantes en el ámbito de la tradición marxista? ¿Gramsci, Lukács y Benjamin han sido los grandes marxistas del siglo XX?
¿El marxismo analítico significó un aire nuevo para la tradición o fue simplemente una moda pasajera?
Desde nuestro hoy, ¿qué opinión te merece la obra de Louis Althusser?
Tu respuesta.
¿Encuentras pensadores de interés y con pensamiento propio en la tradición marxista española?
No te robo más tiempo. Mil gracias por tus reflexiones.
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