Aún rezumando la herida abierta por los últimos resultados electorales me escribe esto un madrileño indignado (mejor diré cabreado, enojado, irritado, porque la indignación ya es un término hábilmente desactivado).
Algo más que "algo" anda mal en estas sociedades enfermas, y no únicamente en el país de los conejos (dicho sea sinánimus molestandi, como decía La Trinca). Algún fallo sistémico hay cuando millones se movilizan para festejar un triunfo futbolístico (aunque sea una vergüenza), pero se considera un gran éxito que menos de un millón lo hagan en defensa de la sanidad pública. Éxito que además acaba en frustración si un gobierno corrupto hace oídos sordos a las demandas y ante la dificultad para reunir otra vez un número todavía mayor se llega a la triste conclusión de que "no hay nada que hacer".
Tampoco el flamante Parlamento de Andalucía quiere oír a los expertos en el tema de los regadíos en torno a Doñana, y es que lo único que les importa es mantener su poder, al servicio de quienes les pagan y en detrimento de quienes los votan.
Los pobres votantes abducidos solo saben lo que creen saber, porque es lo que les llega en su "tiempo libre", y así les va luego.
Pero mucho ojo: estamos oyendo continuamente dos cosas falsas. Por una parte, que "los votantes no se equivocan". Por otro, que "los votantes se han equivocado". Pues bien, ninguna de estas dos cosas es cierta.
El resultado de una elección nunca expresa la voluntad popular, entendida como un todo. Por una parte hay privilegiados que no se equivocan cuando votan, como hay damnificados que tampoco lo hacen, aunque otros tiren piedras a su propio tejado. Dado que las clases dominantes son minoritarias es la división de los dominados, con la indecisión de los peor informados, la que inclina la balanza en uno u otro sentido.
La sacralización de la "democracia", equívoca palabra que no expresa un concepto unívoco, desarma a muchos. Creer que la democracia liberal es democracia es como pensar que la inteligencia artificial es inteligencia.
Pero de momento es lo que hay, y en estas condiciones hemos de votar. Y tener algo de poder es necesario para evitar las peores consecuencias del triunfo oligárquico. Agrupémonos todos, y hagamos lo que esté en nuestras manos para que no sea en la derrota final.
(Por mi cuenta añado dos carteles, de otro lugar y de otro momento, insistiendo en la unificación de fuerzas dispersas. Bastaría un cuestionario sobre cosas en común para calibrar lo que une y lo que separa...)
Volviendo a las conversaciones que he podido tener estos días, he escuchado diversas teorías, desde las pésimas campañas que hace la izquierda, que comparto, a la presión y desinformación que ejercen los medios de comunicación tanto audiovisuales como escritos, con las que también estoy de acuerdo.
Punto 1: la izquierda, como se vende, como la venden y otras realidades de las que no nos gusta hablar.
Se han conseguido objetivos, escasos, pero al menos algo se ha mejorado. Se ha aumentado en una sola legislatura el SMI más que en todas las legislaturas anteriores; cómo nos lo han vendido: Los empresarios que son los generadores de empleo van a tener que rescindir las contrataciones y además se irán del país porque no es viable esa subida de sueldos. La realidad es que no solo no se han ido sino que ha disminuido el desempleo.
Aumento del empleo récord y aumento de las cotizaciones a la Seguridad Social; cómo nos lo han vendido: España va a la cola de Europa en tasa de empleo. La realidad es que llevamos lustros yendo a la cola de Europa pero se ha disminuido la brecha que existía.
Ley solo sí es sí; cómo nos la han vendido: Esta ley deja en la calle a violadores y agresores sexuales. La realidad es que la ley protege mucho más a las mujeres y que por si misma no reduce las penas, existen unas personas llamadas jueces que son los que ejecutan esas sentencias.
Eso por poner algún ejemplo.
También hay que hablar de lo que no nos gusta, reforma laboral escasa y aprobada de milagro por un error, ley mordaza de la que tanto se habló hace años y se aseguró su derogación como medida estrella, vigente más que nunca, aumento del gasto militar para perpetuar una guerra en vez de optar por vías diplomáticas demostrando ser fieles vasallos del imperio americano, traición al pueblo saharaui, masacres en las fronteras resumidas en "ha sido un trabajo bien hecho". Así podríamos seguir...
Punto 2: Los grandes medios hacen que sea imposible que cale el mensaje de la izquierda.
Es cierto que los grandes medios de comunicación son en buena medida responsables de la animadversión que existe hacia ciertas agrupaciones políticas, colectivos etc. Es incluso razonable puesto que el gran capital es su principal accionista, quien se publicita en ellos y que a efectos reales los convierte en sus propietarios. Lo que no es justificable en ningún caso es la mentira, y aquí es donde luego esas asociaciones de prensa o esos periodistas con ese corporativismo mal entendido, se victimizan acusando a los que los señalan como lo que son, MENTIROSOS. Lo podemos ver y oír todos los días en todas las televisiones y en todas las emisoras de radio. Por poner un solo ejemplo, la brutal campaña que se ha hecho contra el movimiento okupa, se ha creado tal alarma social de un problema inexistente que en la misma franja horaria y en tres cadenas distintas se decía lo mismo, no había escapatoria. Se ha dado voz a lo más reaccionario de la sociedad y se le han puesto micrófonos a personajes abiertamente violentos y NAZIS, y ya no solo en programas de actualidad política, también en otros de entretenimiento que nada tienen que ver, lo cual no deja de ser "paranormal", no sé si ustedes saben a cuál me puedo referir.
En todo esto estoy de acuerdo, pero para mí el mayor problema no reside la falta de opinadores profesionales realmente de izquierdas o en como los escasos triunfos son permanentemente ninguneados, aquí voy a volver a mi tierra.
Las máximas referentes políticas de la izquierda en la comunidad y en la capital. Sobre un exvicepresidente del gobierno por un comentario irónico que hizo acerca de policías, cabelleras, Otegi, Echenique e Isa Serra. Bien, pues por ese comentario en un editorial se decidió declararle persona Non grata, y en vez de optar por una defensa sean cuales sean las diferencias ideológicas, opta por ponerse de perfil y no mostrar una abierta indignación. Una referente que ha tenido que disculparse con el pueblo madrileño por acogerse al bono social no precisamente destinado a personas con su nivel adquisitivo, la duda que me viene a la cabeza es si hubiera pedido perdón si no hubiera saltado la noticia.
La otra referente, ésta en la capital, encantada de acoger la cumbre de la OTAN en Madrid y declarando que ella está con la legalidad y contra la okupación de viviendas, desviando el foco del problema, que no es otro que es completamente inviable para el común de la ciudadanía adquirir o alquilar una casa.
Esa es la referencia aquí, lo cual me lleva al segundo punto. El pueblo en su conjunto y aquí no se escapa ninguna región exceptuando el País Vasco, será que allí no se sintoniza Telecinco o la Sexta.
Los fascistas que saben gobernar o que están en el lado bueno de la historia, o han saqueado la ciudad, o han regalado a sus hermanos contratos para embolsarse trescientos mil euros, o han arruinado la sanidad y escuelas públicas, son recompensados con mayorías absolutas, condenados por violencia de género con vicepresidencias autonómicas, aceptadores de sobornos con nuevas alcaldías, detenidos por tráfico de drogas con más votos. Ayer mismo, menos de 24 horas después de su arrolladora victoria en la Comunidad de Madrid, Ayuso aprueba subir un 12% las cuotas de los comedores de los colegios públicos, en el distrito de la Latina en la capital alrededor de 1200 niños aparecen en las listas de no admitidos para colegios públicos, calle Doce de octubre también de la capital tras más de 6 meses de obras y con tan solo dos de estar operativa se vuelven a realizar obras de levantamiento de las aceras a escasos cincuenta metros de un colegio público. Eso pueblo español no es Ana Rosa, Ferreras, la falta de unidad de la izquierda o cualquier otro cuento que queramos creer, eso y bajo mi humilde opinión es una falta total de conciencia de clase, una mentira que nos han contado y que muchos se han creído, el BMW o el Mercedes y la casita en la playa para veranear son mentira, y lo digo yo que soy un humilde trabajador de la Red Nacional de Ferrocarriles Españoles con un sueldo que desearía el noventa por ciento de los trabajadores de mi país.
Por eso acabo como titulé este escrito, agrupémonos todos en la derrota final, así la hostia dolerá menos.
Antonio Alonso Guirado
Josep Renau sinpermiso |
No tienes en cuenta en tu análisis el factor abstención. Probablemente una buena parte de la población más precarizada sencillamente no vote, porque PSOE PP la misma mierda es, o porque la izquierda no le represente, involucrada en sus luchas de poder internas y que se conforma con unos pocos logros, olvidándose de desempeñar un verdadero papel crítico de fondo frente al capitalismo y el imperialismo.
ResponderEliminarNo veo en tu exposición ninguna referencia al factor abstención.
ResponderEliminarProbablemente una parte significativa de la población más precarizados sencillamente no habrán votado, porque PSOE PP la misma mierda es y porque están desencantados de una política que no les representa. Una izquierda que se conforma con unas pocos logros, que se desangra en luchas intestinas y que ha dejado de desempeñar un papel crítico de fondo frente a los acontecimientos que se nos viene encima: crisis del capitalismo, aumento del militarismo y del imperialismo de la OTAN, avance de la desigualdad, ...
La abstención no deja de ser un abandono del campo, a falta de otras respuestas contundentes. Es enorme en países como Estados Unidos, y eso no cambia en nada la fortaleza de su sistema. En cuanto a los logros, considerar si son pocos o muchos entra de lleno en el terreno de la subjetividad. Y siempre quedará la duda de en qué casos puede ser cierta la frase "cuanto peor, mejor", porque a veces un triunfo relaja y un fracaso hace reaccionar.
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