No es un bello producto, no es un fruto perfecto...
pero alguna vez esto tenía que empezar. Todo corre prisa, el tiempo se encoge como la piel de zapa. Por eso lo importante se hace urgente y lo urgente cobra importancia.
Ahí va eso. Irá cambiando, se desarrollará, pero no se puede esperar más.
Época rara ésta. ¿Lo habrán sido todas? Posiblemente, pero no en tan alto grado. Ahora todo es apariencia. Intentemos descubrir juntos qué hay detrás del decorado.
Contra el talón de hierro se llama la columna habitual de PascualSerrano en MundoObrero. Lo que dice en esta ocasión demuestra ese "sentido común" egoísta e individualista que al final nos lleva a todos (sí: a todos) a la ruina:
El error en la izquierda es creer que basta con denunciar a esos gobernantes insensibles ante la necesidad, cuando lo grave es la insensibilidad de una sociedad egoísta e individualista. Quizás el problema no es tanto Ayuso, sino nuestro vecino que le premia sus políticas antisociales porque las comparte.
El error en la izquierda es creer que basta con denunciar a esos gobernantes insensibles ante la necesidad, cuando lo grave es la insensibilidad de una sociedad egoísta e individualista.
Desde la izquierda damos por hecho que nuestras democracias deben proteger con especial interés, prestaciones y presupuesto para los más desfavorecidos. Consideramos la solidaridad como un elemento intrínseco y asegurado de nuestro sistema político y económico, o al menos, deseable.
Sin embargo, vemos cómo los gobiernos de la derecha no lo comparten ni lo aplican. Baste como ejemplo la curiosa medida de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, de aprobar unas ayudas para contratar personal doméstico que se concederán por orden de solicitud y no de necesidad, y que podrán ser recibidas por familias con más de 100.000 euros de ingresos, es una muestra de desprecio al carácter social y solidario que deben tener las medidas estatales.
Lo que debemos reflexionar es por qué a la derecha le compensa y le renta en votos hacer esas políticas antisociales. No es solo porque beneficien a clases acomodadas, sino porque pueden serle rentables políticamente. O dicho de otra forma, quizás estemos en una sociedad que no comparte nuestros principios de solidaridad y que prefiere un Estado que proporcione ayudas a clases y sectores sociales que no los necesiten, aunque suponga negárselo a los más empobrecidos. Es decir, es un problema de valores individualistas asumidos por la ciudadanía.
Si en Madrid triunfó la cruzada a favor de los bares durante la pandemia, a pesar del peligro de contagio y mortalidad por Covid para los más débiles, es porque había más gente pensando en salir de cañas que angustiados por la posible muerte de sus abuelos. Si hiciéramos frías cuentas tras la pandemia, podríamos descubrir que frente a las siete mil familias madrileñas que se indignaron por la muerte de su abuelo en una residencia sin asistencia médica, Ayusorecabó más votos entre los que se pudieron ir de cena y ocio, o seguir trabajando, gracias al levantamiento de las medidas de control sanitario.
De modo que no siempre las políticas de solidaridad son “rentables” desde el punto de vista electoral. Porque, además, falta saber hasta qué punto esos sectores humildes beneficiados por las políticas sociales (Ingreso Mínimo Vital, aumento del SMI, mejora de pensiones contributivas) se movilizan después para apoyar a los gobiernos que las aprobaron.
El resultado, por tanto, son muchos gobernantes legislando para mayorías que no necesitan esas ayudas en detrimento de los necesitados. Existen más ayudas públicas que no poseen ningún carácter solidario ni redistributivo: el bono social eléctrico para familias con dos hijos, las ayudas para los que se puedan permitir comprar un coche eléctrico, las subvenciones para la instalación de placas solares a quienes puedan adelantar cuatro mil euros que suele ser el presupuesto, el descuento en los carburantes.
Basta observarel informe de la OCDE, donde muestra que el 20% de los hogares más ricos de España recibió más del 30% de las transferencias del Estado, mientras que al 20% de los más pobres solo fueron a parar el 12%.
El resultado es un Estado que dice recaudar impuestos para prestar justicia redistributiva, pero que muchas veces, como un anti Robin Hood, lo recaudado se lo da a los ricos.
El error en la izquierda es creer que basta con denunciar a esos gobernantes insensibles ante la necesidad, cuando lo grave es la insensibilidad de una sociedad egoísta e individualista. Quizás el problema no es tanto Ayuso, sino nuestro vecino que le premia sus políticas antisociales porque las comparte.
Hace unos días un artículo procedente del ColectivoPrometeo recordaba, y lo comenté en este blog, el parecidoasombroso de la situación actual con la que llevó el poder a las derechas en el segundo bienio de la Segunda República, conocido (y por algo sería) como el Bienio Negro.
Momentáneamente conjurada, tras las elecciones del día 23, la cabal repetición de aquel triunfo de las derechas, me parece importante refrescar la memoria, esa Memoria Histórica que tan poco gusta a los que quieren enterrar el pasado bajo una capa de olvido, pretendiendo que las "viejas heridas" se puedan cerrar con tanta facilidad. Si el fascismo no hubiera sobrevivido bajo otras apariencias y se hubieran depurado responsabilidades, especialmente en los cuerpos represivos (incluyendo a su judicatura, desde luego) podríamos haber puesto punto final a la controversia, pero contrariamente a lo ocurrido al finalizar otras dictaduras, este no fue el caso.
En aquel tiempo convulso las derechas defendían sus intereses con uñas y dientes, y apostaban claramente por la brutalidad fascista. Lo que fue luego el terror franquistaera ya la apuesta decidida de las fuerzas reaccionarias, ante la amenaza para sus privilegios que representaba la rebelión de las clases subalternas.
Cuando unos militares, amparados en su libertad de expresión y en el hecho de no estar en activo (pero otros como ellos seguramente lo están...), fantaseaban no hace mucho con exterminar a la mitad de los habitantes de su amada patria, hay que estar muy atentos, porque la lucha de clases, más o menos latente, no ha terminado.
Buscando información sobre aquella etapa hallé en Wikipedia una información bastante completa, de la que copio algunos párrafos significativos. La entrada contiene, como es costumbre de esta página web, las fuentes documentales de lo que salía por la boca y la pluma de aquellos y sigue saliendo por la de algunos de estos.
A diferencia de las elecciones constituyentes de junio de 1931, las derechas no republicanas formaron una coalición electoral que se formalizó el 12 de octubre de 1933 con el nombre de Unión de Derechas y Agrarios, en la que se integraron la CEDA, como partido hegemónico, el Partido Agrario, los monárquicos «alfonsinos» de Renovación Española y la Comunión Tradicionalista, además de algunos independientes «agrarios y católicos».
A pesar de sus diferencias ideológicas y tácticas, consiguieron elaborar un programa mínimo que constaba de tres puntos y que plasmaba los tres ejes sobre los que había girado su política de confrontación con los gobiernos de Manuel Azaña durante el primer bienio «en defensa del orden y de la religión»:
revisión de la Constitución de 1931 y de la legislación reformista del primer bienio, especialmente la social y la religiosa;
abolir la Ley de Reforma Agraria de 1932, y
declarar una amnistía por «delitos políticos», lo que suponía sacar de la cárcel a todos los condenados por el intento de golpe de Estado de agosto de 1932 encabezado por el general Sanjurjo, así como la liberación de los insurrectos anarquistas y otros presos políticos.
Durante la campaña la CEDA hizo un gran despliegue de propaganda gracias a la financiación que obtuvo muy por encima del resto de los partidos que concurrían a las elecciones.
En el manifiesto de la «Coalición antimarxista» (que fue el nombre que adoptó la candidatura de las derechas no republicanas por la circunscripción por Madrid), publicado por el diario católico El Debate el 1 de noviembre, se definía la política aplicada por los gobiernos republicano-socialistas del primer bienio como «marxista», «con su concepción materialista y anticatólica de la vida y de la sociedad» y su «antiespañolismo» por lo que
los candidatos de la coalición antimarxista defenderán resueltamente y a todo trance la necesidad de una inmediata derogación, por la vía que en cada caso proceda, de los preceptos, tanto constitucionales como legales, inspirados en designios laicos y socializantes (…). Trabajarán sin descanso para lograr la cancelación de todas las disposiciones confiscadoras de la propiedad y persecutorias de la persona, de las asociaciones y de las creencias religiosas.
(...)
Respaldado por su triunfo electoral, José María Gil Robles se dispuso a llevar a la práctica la táctica de tres fases enunciada dos años antes: «prestar su apoyo a un gobierno presidido por Lerroux y dar luego un paso adelante exigiendo la entrada en el gobierno para recibir más tarde el encargo de presidirlo» y, una vez obtenida la presidencia, dar un «giro autoritario» a la República construyendo un régimen similar a las dictaduras corporativistas que acababan de instaurarse en Portugal (1932) y en Austria (1933).
(...)
Otras declaraciones de Gil Robles confirman que su propósito era «instaurar un régimen autoritario-corporativo, según el modelo del Estado Novo salazariano». Ya durante la campaña electoral lo había dejado claro: «la democracia no es para nosotros un fin, sino un medio para ir a la conquista de un Estado nuevo. Llegado el momento, el Parlamento o se somete o lo hacemos desaparecer»; «vamos a hacer un ensayo, quizá el último, de la democracia. No nos interesa. Vamos al Parlamento para defender nuestros ideales; pero si el día de mañana el Parlamento está en contra de nuestros ideales, iremos en contra del Parlamento». Tras su triunfo en las elecciones lanzó la siguiente amenaza: «Hoy, facilitaré la formación de gobiernos de centro; mañana, cuando llegue el momento, reclamaré el poder, realizando la reforma constitucional. Si no nos entregan el poder, y los hechos demuestran que no caben evoluciones derechistas dentro de la República, ella pagará las consecuencias».
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El apoyo de la CEDA al gobierno de Lerroux fue considerado por los monárquicos alfonsinos de Renovación Española y por los carlistas como una «traición», por lo que iniciaron los contactos con la Italia fascista de Mussolini para que les proporcionara dinero, armas y apoyo logístico para derribar a la República y restaurar la Monarquía. Con ese fin en marzo de 1934 viajaron a Roma para entrevistarse con Mussolini y con Italo Balbo, el general Barrera, el alfonsino Antonio Goicoechea y el carlista Rafael de Olazábal.
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El abandono de los 19 diputados disidentes de Martínez Barrio aún hizo más dependiente al nuevo gobierno Samper a las presiones de la CEDA, no solo desde parlamento, sino también mediante demostraciones de fuerza como las dos multitudinarias concentraciones que celebró la CEDA en El Escorial y en Covadonga, en las que aparecieron signos propios de la parafernalia fascista, como la exaltación de su líder José María Gil Robles —que acababa de asistir al Congreso del partido nazi en Núremberg— con los gritos de «¡Jefe, jefe, jefe!».
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La «cuestión militar»
La reforma militar de Azaña se mantuvo aunque los tres gobiernos radicales imprimieron a su gestión una orientación marcadamente contraria de la etapa de Azaña. El ministro de la Guerra Diego Hidalgo intentó atraerse a los militares descontentos, sobre todo a los africanistas, concediendo ascensos para puestos vacantes que deberían haberse eliminado. Así fueron promocionados militares de dudosa lealtad a la República, como el general Franco, a quien acabaría encomendando, contra la opinión del resto del gabinete la dirección de las operaciones militares contra los sublevados en la Revolución de Asturias de 1934, o el general Goded, implicado en el fracasado golpe de Estado de agosto de 1932 encabezado por el General Sanjurjo. En cualquier caso, en verano de 1934, el ejército, aunque era partidario de un sistema político más conservador no estaba unido en la perspectiva de pronunciarse violentamente contra la República ni de anular las libertades de expresión, reunión y manifestación, como acreditó el fracaso de la "Sanjurjada".
(...)
La «cuestión religiosa»
La primera batalla de la política religiosa de los gobiernos radicales se centró en los haberes del clero. El gobierno era consciente de que si se aplicaba estrictamente la Constitución de 1931, según la cual el presupuesto del clero tendría que ser suprimido durante el ejercicio de 1934, se dejaría a los párrocos más pobres (los rurales) sin ingresos (un problema que también se planteó el gobierno de Manuel Azaña pero que no llegó a resolver).
Así el gobierno aprobó un proyecto de ley por el que los clérigos que trabajaban en parroquias de menos de 3000 habitantes y que tenían más de 40 años en 1931, recibirían dos tercios de su sueldo de 1931. Pero cuando el gobierno lo llevó al parlamento en enero de 1934 la izquierda lo acusó de poner en práctica una política «antirrepublicana», y la CEDA también lo rechazó, aunque por las razones contrarias, porque consideraba que la ayuda económica propuesta era demasiado escasa, una decepción que era compartida por los sectores más moderados de la Iglesia católica encabezados por el cardenal Vidal y Barraquer. Los radicales hicieron algunas concesiones como incluir las poblaciones de más de 3000 habitantes y al final los cedistas apoyaron el proyecto (aunque seguía estando «muy alejado» de sus expectativas) y la ley fue aprobada el 4 de abril de 1934. El diario El Socialista publicó al día siguiente: «desde ayer no cabe hacer ninguna distinción entre el partido radical y el que acaudilla el señor Gil Robles. Con concesiones de este tipo lo que no durará cuatro meses será la República... Si la República ha de vivir como vive al presente, preferimos que se muera». Los radical-socialistas manifestaron que la ley ponía la «pureza del régimen republicano» en peligro. Por su parte la derecha monárquica exigía el restablecimiento del presupuesto del clero de 1931 en su totalidad.
La segunda batalla de la política religiosa se desarrolló en el campo de la enseñanza. El gobierno radical era consciente de que la sustitución de las escuelas privadas religiosas por escuelas públicas, prevista para enero de 1934 en el caso de la enseñanza primaria, planteaba graves problemas administrativos y presupuestarios a la vista de la falta de dinero, escuelas y maestros. Por ejemplo, el ayuntamiento de Cádiz calculó que las 130 aulas que harían falta para el municipio costarían unas 665 000 pesetas, pero el dinero que recibió del gobierno a través de un crédito extraordinario fueron 100 000 pesetas. Una opción que tenía el gobierno era la expropiación de los edificios de las escuelas religiosas para convertirlos en escuelas públicas, pero esa opción era inaceptable para la CEDA, su aliada parlamentaria, que consideraba la enseñanza «una cuestión vital, en la que no podremos de ningún modo retroceder» y además los radicales seguían apostando por la integración de la derecha católica «accidentalista» en la República. Así, el gobierno de Lerroux presentó el 31 de diciembre de 1933 un proyecto de ley que prorrogaba los plazos para la sustitución de la enseñanza primaria, aunque el gobierno seguiría construyendo escuelas públicas (y subió el sueldo a los maestros). Además, como la Constitución de 1931 permitía la escuela privada, la Iglesia Católica hubiera podido mantener muchas de sus escuelas abiertas porque muchas las había puesto a nombre de mutualidades escolares.
(...)
El último aspecto de la política religiosa de los gobiernos radicales fue, a la vez, el que llevaron más en secreto: el intento de negociar un concordato con el Vaticano. El gobierno de Lerroux ya manifestó en su presentación que algún tipo de acuerdo con Roma era fundamental, aunque sin incluir la revisión de la Constitución, para poder integrar dentro de la República no solo a la derecha católica «accidentalista» sino a la gran mayoría de los católicos. Tras restablecerse las relaciones diplomáticas con la Santa Sede, en junio de 1934 se iniciaron los contactos que se mantuvieron en secreto y sin que interviniera en ellos la CEDA. Pero el Vaticano exigió la revisión sustancial de la «legislación antirreligiosa» que había causado «graves daños» a la Iglesia en España, por lo que fue imposible el acuerdo. El gobierno propuso entonces alcanzar un modus vivendi, pero el Vaticano y la Iglesia española, encabezada por el integrista Isidro Gomá, también se opusieron, si previamente no se revisaba la Constitución. Tras la derrota de la Revolución de octubre de 1934 la postura intransigente del Vaticano y de la jerarquía eclesiástica española se acentuó por lo que el acuerdo fue ya imposible. Se apostó todo a que la CEDA ocupara la presidencia del gobierno y cambiara la Constitución.
(...)
La «cuestión social»
La presión patronal y la ofensiva de la CNT y la UGT
Las reformas socio-laborales de Largo Caballero fueron parcialmente «rectificadas» bajo la presión de las organizaciones patronales, además de que a los radicales tampoco les agradaban. Sin embargo, ni la Ley de Contratos de Trabajo ni la de Jurados Mixtos fueron derogadas (si bien se comenzó a discutir su reforma) pero en el caso de estos últimos los presidentes nombrados por el gobierno empezaron a fallar más favorablemente a los patronos.
El motivo fundamental de no llevar adelante completamente la «contrarreforma laboral» que demandaban los empresarios fue que los sindicatos aún conservaron una gran capacidad de movilización lo que se tradujo en una creciente oleada de huelgas a lo largo de 1934 (las más significadas fueron la de la construcción y de la metalurgia en Madrid, la de tranvías y el puerto de Barcelona y, sobre todo, la huelga general de 36 días que paralizó Zaragoza), que por primera vez desde la proclamación de la República eran convocadas por comités conjuntos de UGT y CNT. Esto fue lo que obligó al gobierno a mantener los jurados mixtos para intentar acabar con las huelgas con resoluciones de los mismos que dieran al menos parcialmente la razón a los trabajadores. Esto hizo que aumentara el descontento de los patronos con los gobiernos del Partido Radical al que acusaban de debilidad y de haber traicionado a los que les habían votado.
(,...)
La «cuestión agraria»
La ofensiva de los propietarios y la huelga general campesina de junio
Cirilo del Río Rodríguez, que estuvo en los tres gabinetes radicales al frente del Ministerio de Agricultura, respetó el ritmo previsto de aplicación de la Ley de Reforma Agraria por lo que en 1934 se asentaron más campesinos que durante todo el bienio anterior, expropiándose el cuádruple de propiedades, aunque la Ley de Amnistía aprobada en abril de 1934 le devolvió a la nobleza «grande de España» una parte de las tierras que le había confiscado el gobierno de Azaña por la implicación de algunos de sus miembros en la Sanjurjada.
Pero el objetivo principal de la política de Cirilo del Ríoera desmontar el «poder socialista» en el campo, para lo que anuló o modificó sustancialmente los decretos agrarios del Gobierno Provisional. Además, en febrero de 1934 no se prorrogó el Decreto de Intensificación de Cultivos por lo que unas 28 000 familias fueron desalojadas de las parcelas que cultivaban en fincas que mantenían tierras incultas. Asimismo se aumentaron las facilidades para el desahucio de los arrendatarios que no cumplieran con los plazos de pago establecidos en los contratos.
La derogación de facto del decreto de Términos Municipales y la reforma de los Jurados Mixtos agrarios (cuyos presidentes nombrados por el gobierno se inclinaron cada vez más a favor de los patronos) les permitió a los propietarios volver a gozar de una casi completa libertad de contratación de los jornaleros que necesitaran y poder tomar represalias contra sus organizaciones. Como consecuencia de todo ello los salarios agrícolas, que habían aumentado durante el primer bienio, volvieron a caer.
Esta política de «descuaje del poder socialista» en el campo obedecía a la ofensiva de los propietarios rurales que habían interpretado la victoria de la derecha y del centro derecha en las elecciones de noviembre como un triunfo sobre los jornaleros y los arrendatarios. Algunos de ellos utilizaban la expresión «¡comed República!»cuando los jornaleros les pedían trabajo o cuando desalojaban a los arrendatarios.
La respuesta sindical a esta ofensiva de los propietarios no se hizo esperar. A finales de febrero de 1934 el Comité Nacional de FNTT denunció que los decretos agrarios del Gobierno Provisional no se estaban cumpliendo porque estaban siendo violados sistemáticamente por los propietarios. Y anunció una huelga general para comienzos de junio si el Gobierno no hacía caso de sus reivindicaciones, en un momento en que el paro agrario aumentaba (había más de 400 000 parados, el 63 % del total, que eran unos 700 000, lo que representaba el 18 % de la población activa). El secretario general de la FNTT Ricardo Zabalza se entrevistó el 14 de mayo con el ministro de Trabajo José Estadella, que junto con el ministro de agricultura Cirilo del Río y el propio presidente del gobierno Ricardo Samperintentaron la negociación para evitar la huelga, pero la actitud intransigente del ministro de la Gobernación Rafael Salazar Alonso la hizo imposible porque estaba convencido de que la huelga era solo el comienzo de un movimiento revolucionario. Por eso Salazar Alonsoordenó a los gobernadores civiles «suspender y prohibir toda clase de reuniones» e implantar la censura previa en la prensa en todo lo que hiciera referencia a la huelga campesina.
Presionada por sus bases y aun sin contar con la aprobación de la ejecutiva nacional de UGT (que estaba preparando una huelga general revolucionaria de ámbito nacional), la FNTT convocó la huelga de jornaleros para el 5 de junio de 1934, momento en que iba empezar la cosecha, en defensa de las conquistas sociales del primer bienio (en contratos, empleo, salarios, reconocimiento de sindicatos, jurados mixtos), y esperando que los obreros de las ciudades les secundarían. No se unieron. La huelga afectó a más de 500 municipios de Andalucía, Extremadura y La Mancha, y a unos doscientos más en otras provincias. Duró de cinco a quince días, dependiendo del grado de implantación socialista en cada lugar. «Fue la mayor huelga agraria de la historia [española]».
El gobierno acabó apoyando la línea dura del ministro de la Gobernación Salazar Alonso que consideró la huelga un «movimiento revolucionario» y declaró de «interés nacional» la recogida de la cosecha, dando instrucciones para que se impidiera la actuación de las organizaciones campesinas. Así «la mayor huelga agraria de la historia» dio lugar a una represión sin precedentes en la República. Hubo más de 10 000 detenciones y unos 200 ayuntamientos de izquierda fueron destituidos y sustituidos por gestores de derechas nombrados por el gobierno. Los enfrentamientos entre huelguistas y las fuerzas de orden público (y con los esquiroles) causaron trece muertos y varias decenas de heridos.
Como consecuencia de la desmedida actuación de Salazar Alonso el sindicalismo agrario fue prácticamente desmantelado, por lo que se debilitó aún más la capacidad de resistencia de los jornaleros agrícolas frente a los propietarios.
(...)
Esta idea de España se concreta en la relación de la Patria con el Ejército, como lo expresó Calvo Sotelo en un discurso célebre que fue pronunciado con motivo de los sucesos de Octubre:
Es preciso, en una palabra, que consideremos que el Ejército es el mismo honor de España. El señor Azaña decía que el Ejército no es más que el brazo armado de la Patria. Falso, absurdo, sofístico: el Ejército se ha visto ahora que es mucho más que el brazo de la Patria;no diré que sea el cerebro, porque no debe serlo, pero es mucho más que el brazo, es la columna vertebral, y si se quiebra, si se dobla, si cruje, se quiebra, se dobla o cruje con él España.
Honorio Maura dijo:
«Hoy en día, España entera está de uniforme» (ABC, 16 de octubre).
y Ramiro de Maeztu, el mismo día también en ABC escribió:
El Ejército nos salva siempre, porque es la unidad en torno a una bandera, porque es la jerarquía, porque es la disciplina, porque es el poder en su manifestación más eminente. En resumen, porque es la civilización… Porque el Ejército es España, quiere destruirlo la revolución.
En cambio la acción represiva de las tropas que sofocaron la sublevación es apenas mencionada. Las destrucciones en «Asturias, la mártir», y sobre todo en «Oviedo, la mártir» se atribuían exclusivamente a los revolucionarios.
Por último la derecha antirrepublicana aprovechó la insurrección de las izquierdas para incitar a una «revolución auténtica y salvadora para España». Para esta extrema derecha la revolución «rojo-separatista» de Octubre, como la llamaron, fue la comprobación de que la «revolución antiespañola» estaba en marcha y de que solo podía ser vencida por la fuerza. Ya el 8 de octubre José Calvo Sotelo escribió en La Época:
El país exige bisturí, poda, cirugía implacable... Y España demanda duro castigo a fin de que en mucho tiempo no vuelvan a resonar en nuestro suelo esas plantas venenosas y fratricidas que tanta sangre han hecho correr ya.
Honorio Maura escribió en ABC el 20 de octubre:
La revolución auténtica y salvadora para España... la buena, la santa, la definitiva, la que puede devolver a España días de paz, de gloria y de prosperidad... ha empezado. Y hay que continuarla y llegar hasta el fin. Hay que barrer todo lo que sea antipatria, extranjerismo, doctrina exótica (...). Nosotros somos nosotros (...) De cruces y espadas está hecho nuestro pasado, y en la cruz y las espadas tiene que cimentarse nuestro porvenir. Es nuestro destino español.
El 6 de noviembre Calvo Sotelo concretó su propuesta en un discurso en las Cortes:
[La] desaparición del sistema democrático, sustituido por una dictadura cívico-militar...,una profunda reforma de la representación política, de la quedarían excluidas las opciones de izquierda y centro, hasta alcanzar un modelo de sufragio corporativo. Y finalmente, culminando la transición, la convocatoria de un referéndum popular que confirmase la instauración de la monarquía neotradicionalista y del Estado Nuevo totalitario.
(...)
Finalmente, el 12 de diciembre Gil Robles abandonó con «amargura infinita» el Ministerio de la Guerra, lo que Calvo Sotelo calificó de «traición a los generales» ―de hecho Calvo Sotelo aún hizo un último intento a finales de diciembre durante una comida con el general Franco en casa de la marquesa de Argüelles―
El general Franco, muy emocionado, despidió a Gil Robles con estas palabras:
…el ejército no se había sentido jamás tan bien dirigido. El honor, la disciplina, todos los conceptos básicos del ejército han sido restablecidos y han sido encarnados por vuecencia. Yo no puedo hacer otra cosa en estos momentos en que la emoción no me deja hablar, que significar hasta qué punto la rectitud ha sido la única norma del ministro de la Guerra.
Hoy mismo, sábado, 29 de julio de 2023, publica estoAntonio Turiel. El planteamiento está muy claro en el título. Puede que lo peor venga ahora, en cuyo caso habrá que reaccionar aunque sea tarde, mal y a rastras, pero si no es ahora, vendrá después, y posiblemente nos hallará en peores condiciones.
Los oceanógrafos están avisando del posible colapso del AMOC, Corriente de Lazo Meridional del Atlántico,conocida, por llegarnos de allí, como Corriente delGolfo (de México).
Esta alteración puede producirse en el presente siglo. Aparece como una posibilidad, no como algo absolutamente seguro, por ahora. Pero como advierte Turiel hay que tener en cuenta que los modelos climáticos «son muy conservadores y tienden a privilegiar configuraciones que se parecen a nuestro clima actual y a penalizar aquellos estados que se desvían mucho de ello. Es precisamente esa contradicción entre los modelos y la realidad a lo que se agarra la nueva oleada negacionista que azota el planeta y particularmente España para negar la mayor y dar por hecho que lo que se dice son exageraciones. En realidad no comprenden que los modelos, por construcción, predicen una evolución continua y suave, y por eso tienen dificultades para modelizar correctamente lo que son cambios abruptos.»
« Para la mayoría de la población, el posible colapso de la AMOC es algo completamente ajeno a sus vidas y por supuesto motivo de poco interés y preocupación.»
« La gente no le prestará la más mínima atención y seguirá con sus diarios quehaceres. Todo seguirá igual. Seguiremos emitiendo CO2 a la atmósfera como si no hubiera mañana, lo cual precisamente garantiza que no habrá mañana.»
« Con nuestra actitud indolente, con la obstinación en no cambiar el rumbo como sociedad, estamos garantizando que sucederán los peores escenarios. El susto de este año debería de servir para hacernos reflexionar, para movernos a cambiar. Si no lo hacemos, ¿qué creemos que nos va a pasar?»
« Puede que se sobrepasen otros puntos de no retorno, desestabilizando el clima del planeta hasta convertirlo en algo irreconocible pero sin duda extremo y muy probablemente incompatible con la vida humana.»
Durante estos días se ha hablado mucho sobre la eventual detención del brazo Atlántico de la Corriente de Lazo Meridional (AMOC por sus siglas en inglés: Atlantic Meridional Overturning Current). No me entretendré aquí en explicarles que es la MOC y su brazo Atlántico: para saber más sobre ello, pueden leer este excelente hilo divulgativo en Twitter (o X, le dicen ahora) de la Agencia Estatal de Meteorología de España.
La razón por la que ha cobrado tanto interés ahora lo que pueda estar pasando con la AMOC es por la reciente publicación de un artículo que, usando un método novedoso para la identificación de puntos críticos, señala que esta corriente marina podría detenerse por completo en algún momento del siglo XXI.
La preocupación por la posible detención de la AMOC no es algo nuevo: durante los últimos 20 años se han publicado numerosos análisis sobre su posible ralentización, y en realidad los primeros avisos de que tal cosa podría pasar datan de hace unos 60 años. Sin embargo, este año estos avisos cobran una especial importancia por culpa de lo que está sucediendo en el océano global y en particular en el Atlántico Norte. Y es que la temperatura de la superficie del mar está llegando a valores nunca vistos.
En estos momentos, la temperatura promedio de todo el Atlántico Norte está aproximadamente 1,4ºC por encima de la media de referencia (tomada como el promedio entre los años 1982 y 2011). Hasta ahora las temperaturas del mar estaban moviéndose tanto hacia arriba como hacia abajo de esa media (aunque en los últimos años decantándose siempre en la dirección hacia arriba) en torno a unos 0,6ºC; por tanto, una desviación de 1,4ºC es más que significativa, sobre todo para un único año. Eso sucede, además, en un año en el que la temperatura del aire en superficie (se toma la referencia de 2 metros) está en máximos históricos y seguramente en el valor más alto de los últimos 100.000 años, aproximadamente 1,72ºC por encima de la media preindustrial y por tanto dejando atrás el límite de 1,5ºC que se había propuesto en los Acuerdos de París sobre el clima.
Este calentamiento tan anómalo y repentino del Atlántico Norte podría ser un síntoma de la detención de la AMOC, así que la publicación del artículo arriba mencionado básicamente ha echado más leña a un fuego que ya ardía con bastante intensidad.
Se tiene que decir que los modelos del IPCC (CMIP6) no contemplan la posibilidad de un colapso de la AMOC en este siglo como un evento probable. Sin embargo, como explica el profesor Stefan Rahmstorf (quien es una referencia mundial en el estudio de la AMOC), los modelos del IPCC le atribuyen a la AMOC una estabilidad excesivamente elevada, como pone de manifiesto que en los modelos del IPCC solo comienza a aparecer una zona de enfriamiento al sur de Groenlandia (síntoma de ralentización de la AMOC) para calentamientos globales de más de 2ºC cuando, en realidad, ya estamos observando esa anomalía desde hace años con calentamientos de aproximadamente 1ºC.
Esta estabilización excesiva de la AMOC en los modelos climáticos nos dejaba bastante desarmados para entender cuáles son las posibles consecuencias de la detención de esta corriente marina fundamental para la redistribución del calor en el planeta. Tenemos como referencia qué sucedió en otras épocas geológicas cuando se detuvo la AMOC, pero las circunstancias eran muy diferentes, sobre todo porque había menos gases de efecto invernadero en la atmósfera. En cualquier caso, todo parece indicar que si la AMOC finalmente se detiene, las consecuencias para la vida en el planeta, y particularmente en Europa, serían muy drásticas.
La AMOC lleva agua cálida del Golfo de México hasta Noruega y en el camino va desprendiendo calor y humedad, que hacen que Europa, a pesar de estar en latitudes bastante elevadas, sea un continente con un clima bastante benigno. Este agua después retrocede hacia Groenlandia, desprendiendo más calor, hasta que se enfría lo suficiente para volverse más densa y hundirse en el mar, y circular a una profundidad de unos 1000 metros o más. Precisamente, su detención anticipa que Europa se volvería un continente más frío y más seco, y también que el océano profundo reduciría su ventilación, habiendo menos oxígeno y causando una mortandad masiva de la vida marina. Además, el aumento continuado de la temperatura superficial del mar garantiza que se producirán tormentas cada vez más violentas y destructivas. Pero la cosa va mucho más allá. En los escenarios más extremos, el planeta se convertiría en dos enormes zonas polares y una zona central recalentada. Porque otro de los problemas asociados a la detención de la AMOC, que es uno de los puntos de no retorno del sistema planetario, es que puede desencadenar que se sobrepasen otros puntos de no retorno, desestabilizando el clima del planeta hasta convertirlo en algo irreconocible pero sin duda extremo y muy probablemente incompatible con la vida humana.
No tenemos certeza de qué es lo que pasará exactamente si la AMOC colapsa, en buena medida porque nuestros modelos numéricos son muy conservadores y tienden a privilegiar configuraciones que se parecen a nuestro clima actual y a penalizar aquellos estados que se desvían mucho de ello. Es precisamente esa contradicción entre los modelos y la realidad a lo que se agarra la nueva oleada negacionista que asuela el planeta y particularmente España para negar la mayor y dar por hecho que lo que se dice son exageraciones. En realidad no comprenden que los modelos, por construcción, predicen una evolución continua y suave, y por eso tienen dificultades para modelizar correctamente lo que son cambios abruptos, transiciones de fase. Como norma general, los modelos climáticos pecan de optimistas, no de todo lo contrario.
Tampoco estamos completamente seguros de si lo que estamos viendo es un síntoma de la ralentización y eventualmente detención de la AMOC. Existen diversos factores, con gravedad diferente, que podrían explicar la anomalía de este año, aunque en suma la tendencia a la subida de la temperatura del mar debida al Cambio Climático garantiza que, tarde o temprano, llegaríamos al escenario de colapso de la AMOC.
Aquéllos que han comprendido la gravedad de la situación están, como es natural, muy alarmados y angustiados esperando a que la ciencia diga la última palabra sobre este nuevo sobresalto en la salud del planeta. Para la mayoría de la población, el posible colapso de la AMOC es algo completamente ajeno a sus vidas y por supuesto motivo de poco interés y preocupación.
Durante los próximos meses y años, los oceanógrafos nos dedicaremos a hacer mediciones masivamente, mejorar modelos, procesar datos, analizarlos exhaustivamente, cruzarlos con datos de los meteorólogos, paleoclimatólogos, biólogos marinos, etc, con la intención de entender mejor qué está pasando. Y tras ese intenso trabajo, que llevará mucho tiempo, se emitirá un veredicto. Y habrá dos posibilidades. La primera, que AMOC se está ralentizando o colapsando ya. La segunda, que eso todavía no ha sucedido y que lo que observamos es una anomalía transitoria.
En el primer caso, dará igual lo que digamos, porque seguramente los efectos del colapso de la AMOC se habrán hecho más que evidentes para el común de la población. En el caso concreto de Europa, tendremos inviernos más fríos, más sequía y tormentas cada vez más destructivas, en un proceso que con el paso de los años irá a peor, hasta que lleguemos a un punto de estabilidad que será la nueva normalidad, y que sin duda implicará el desplazamiento de millones de seres humanos hacia zonas más habitables.
En el segundo caso, toda esta discusión parecerá el típico culebrón de un verano, la gente no le prestará la más mínima atención y seguirá con sus diarios quehaceres. Todo seguirá igual. Seguiremos emitiendo CO2 a la atmósfera como si no hubiera mañana, lo cual precisamente garantiza que no habrá mañana.
Porque ésta es la conclusión. Con nuestra manera de actuar, estamos garantizando que este desastre en ciernes se acabe materializando.
Si no es ahora, será después.
Con nuestra actitud indolente, con la obstinación en no cambiar el rumbo como sociedad, estamos garantizando que sucederán los peores escenarios. El susto de este año debería de servir para hacernos reflexionar, para movernos a cambiar. Si no lo hacemos, ¿qué creemos que nos va a pasar?
Recuerden: Si no es ahora, será después.
Salu2.
AMT
Post Data: Hace un par de años me grabaron en una larga entrevista, al final de la cual comentábamos sobre el proceso que ya entonces comenzaba a ser evidente, y las posibles consecuencias que tendría la detención de la AMOC (en el vídeo referida como circulacióntermohalina). Espero que les interese.
ElDiario.es ha publicado un informe de gran interés, porque relaciona el voto de las pasadas elecciones con el nivel de renta de los votantes. Naturalmente, se trata de una simplificación, dada la enorme diversidad de situaciones, posiciones ideológicas e intereses (reales o percibidos como tales) de cada uno.
Pero a grandes rasgos pueden señalarse algunas evidencias irrefutables.
El grupo social que en su conjunto tiene una más clara conciencia de clase es el de los más ricos. No solo han votado sobre todo a Vox y PP, sino que además han aumentado la participación respecto a las de 2019, concentrándola sobre todo en el segundo partido, como voto "más útil".
Por el contrario, entre los más pobres la participación es menor, aunque con un voto concentrado en la izquierda.
En la confusa categoría de las "clases medias" se mezclan funcionarios y otros asalariados con diversos niveles de renta, trabajadores autónomos, pequeños empresarios y comerciantes minoristas. A pesar de esta variedad de intereses e ideologías, se pueden extraer algunas enseñanzas de la distribución de sus votos.
En primer lugar, considerando a grandes rasgos los bloques de la "derecha" y la "izquierda", existe una casi exacta simetría entre ambos. Pero nótese que en lo que se refiere a estas "clases medias", mientras los menos acomodados los han votado casi por igual, los mejor situados económicamente se han decantado más por las izquierdas. ¿Obedece esto a que puedan tener una visión más exacta de sus intereses, estando más y mejor informados?
Parece confirmarlo el hecho de que mientras en esa gran franja media el voto desciende para PSOE, PP y Vox según aumenta el nivel de renta, para Sumar, por el contrario, aumenta en la franja más acomodada. ¿Existe hoy por hoy una conciencia de clase más acentuada en los profesionales urbanos? Seguramente influye en ello el nivel cultural y sobre todo la proletarización creciente de tantos profesionales cualificados.
En la categoría de "otros" figuran sobre todo partidos nacionalistas (se llaman así, aunque tan nacionalistas como ellos son los autodenominados "constitucionalistas"). Aquí se produce una radical diferencia entre los casos vasco y catalán, resultado de sus respectivas actuaciones durante la anterior legislatura.
En general, el voto nacionalista en las capas medias ha bajado con el nivel ascendente de la renta, en correspondencia con el ascenso paralelo del Partido Socialista. De nuevo el "voto útil" favorece a este partido, sobre todo en las circunscripciones pequeñas.
En estas condiciones, con toda la artillería mediática en contra y con las contradicciones inevitables que entraña su propia diversidad, hecho que ha enfriado un tanto el ánimo de muchos votantes, es un gran logro que la izquierda más claramente definida haya obtenido un buen resultado, importantísimo para decantar hacia ese lado la posición del PSOE, partido en que conviven, como es evidente, dos almas enfrentadas.
Analizamos los datos de voto y renta de más 35.000 secciones censales en España para comprobar a quién vota cada grupo social: la derecha solo es mayoritaria en el 10% más rico
Raúl Sánchez / Victòria Oliveres
25 de julio de 2023 22:31h. Actualizado el 26/07/2023 12:12h.
Este gráfico muestra el porcentaje de voto que consiguió el PP el 23J en las secciones censales agrupadas en cien grupos según su renta media.
A la izquierda ⬅️, las más pobres, y a la derecha ➡️, las más ricas. 👇
Los populares consiguieron entre el 25% y el 35% de los votos en la mayoría de barrios y municipios del país.
Pero la cosa cambia en el 10% más rico. Sus resultados se disparan especialmente en el 1% con más ingresos de España, donde saca el 60% de los votos.
El patrón se invierte para el PSOE. Más del 30% de las papeletas son para Sánchez en todos los grupos de renta hasta que llegamos al 25% más rico, donde su apoyo cae.
El apoyo a Vox se va reduciendo ligeramente a medida que aumenta la renta, hasta que llega a las zonas que conforman el 1% más rico, donde obtiene su mejor resultado.
El voto a Sumar, en cambio, va creciendo según aumenta la renta pero se desploma en el 1% más rico.
Gran parte de esta brecha está vinculada a que el voto de Sumar es mucho más urbano y tiene más fuerza en las ciudades (más ricas) que en las zonas rurales del sur del país.
Hay que tener en cuenta que la mayoría de secciones censales más pobres están en el sur de España y las más ricas en Catalunya, Euskadi y Madrid: por eso, los votos al resto de partidos (ERC, Junts, EAJ-PNV y EH Bildu) suben en las zonas más ricas.
¿Y dónde sube y baja cada uno respecto a 2019?
El PP mejora sus resultados en todos los grupos de renta, pero donde más apoyo ganó es en el 10% más rico. Una subida que le permite obtener más de la mitad de las papeletas en el top 1.
El voto al PSOE también crece en todos los grupos de renta, pero especialmente entre las rentas medias altas, mayoritarias en Euskadi y Catalunya.
Este aumento es a costa de los partidos nacionalistas, que son los que más caen en las elecciones del 23J.
Por bloques ideológicos, el voto a la derecha solo es claramente mayoritario en el 10% más rico de España, donde se dispara hasta el 75% de los votos.
Por el contrario, la izquierda consigue sus mejores resultados en el 5% más pobre y entre las rentas media altas, ubicadas principalmente en Euskadi y Catalunya.
Una de las claves es que no todos los barrios acuden a votar con la misma intensidad. A menos ingresos, menos participación electoral.
En comparación, en el 1% más rico los partidos de la derecha consiguen más de 200.000 votos. En el 1% más pobre, la izquierda solo consigue 90.000.
A continuación vamos a profundizar en las brechas de voto y renta en las elecciones del 23J.
Vivir en un barrio rico o pobre influyó de manera determinante en el voto por una u otra candidatura en las elecciones generales del 23J. El PP arrasó entre el 1% más rico de España: en concreto, obtuvo el 60% de las papeletas en esas zonas, muy seguido por Vox, con el 16%. La desigualdad de renta se transforma en distancia de voto en el 1% más pobre, donde el PSOE se impone con más del 48% de las papeletas.
Los resultados de Vox y Sumar son opuestos también. El voto urbano a la formación de Yolanda Díaz crece especialmente entre las rentas medias altas a nivel nacional: en las ciudades de Catalunya, Comunitat Valenciana o Madrid o la costa gallega. Sin embargo, se desploma en el 10% más rico.
Pasa al contrario con Vox: consigue mejores resultados entre los barrios y municipios del sur de España, baja entre las rentas medias y se vuelve a disparar entre el 10% más rico.
Este es el resultado del análisis del cruce de los resultados electorales del 23J con los datos de renta por secciones censales publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) que detallan los ingresos de las declaraciones del IRPF de los residentes de más de 35.000 secciones en el año 2020.
A la hora de analizar los datos, hay que tener en cuenta que la distribución de la renta no es uniforme en todo el territorio. La desigualdad de renta en España (calle a calle) está muy vinculada a la brecha entre campo y ciudad y entre sur y norte. Es decir, las regiones del sur y las zonas rurales están sobrerrepresentadas entre el 30% más pobre de España. Por el contrario, las grandes ciudades y comunidades como Euskadi, Catalunya y Madrid tienen más presencia en el 30% más rico.
En el siguiente gráfico (detallado en la página deelDiario.es) puedes consultar, por percentiles de renta, cuánto sacó en votos totales y porcentaje cada partido y bloque. Y, además, puedes ver cómo aumentaron respecto a las elecciones de 2019.
El 1% más rico vota PP y el 1% más pobre va con el PSOE
Porcentaje de voto de cadapartido en las elecciones del 23J en cada percentil de renta. Datos provenientes de las declaraciones de IRPF de 35.000 secciones censales de toda España
Diferencias por comunidades autónomas
El voto de los más ricos al PP es claro en casi todo el territorio. Las papeletas azules son mayoritarias en los grupos que conforman el 10% de secciones censales de mayor renta de cada comunidad autónoma, con excepción de Catalunya y Euskadi.
Su apoyo en el resto de grupos varía según la región. En comunidades como Castilla y León, Baleares, Castilla-La Mancha, Cantabria, La Rioja o Murcia los populares consiguen ganar en todos o casi todos los grupos de renta, con porcentajes similares. En Galicia obtienen incluso mejores resultados en las zonas más pobres. En cambio, en lugares como Andalucía, Asturias, la Comunitat Valenciana, Canarias y especialmente Madrid, sus votos se reducen mucho en las secciones más empobrecidas, donde el PSOE obtiene buenos resultados.
Las mayores subidas para el PP en las zonas ricas se producen en Andalucía, Madrid, Cantabria y Murcia, aunque también se observa en el resto de comunidades. En las secciones censales que conforman el 10% más rico de estas comunidades los populares logran hasta 19 puntos más que en las elecciones de noviembre de 2019. Cosechan la mitad de los votos de estos barrios en Andalucía y casi dos tercios en el caso de la Comunidad de Madrid.
Los únicos barrios ricos donde no sube tanto el porcentaje de voto al PP son los de Euskadi y Catalunya. Hay que mencionar, sin embargo, que el PP venía de cosechar porcentajes más reducidos en estas zonas, donde compite con los partidos regionales. Si nos fijamos en los aumentos porcentuales, y no en puntos, vemos cómo lograron casi duplicar los resultados en las zonas catalanas más enriquecidas tras la desaparición de Ciudadanos.
El mayor aumento de voto para el PSOE es en Catalunya, donde crece en todos los grupos de renta alrededor de 14 puntos (un poco menos en el 10% más rico). Otros territorios donde mejora sus resultados notablemente son en Cantabria (donde el PRC de Revilla renunció a presentarse), Euskadi, Baleares y Canarias (donde crece un poco más en las zonas pobres que en las ricas).
En los siguientes gráficos se muestra el porcentaje de voto por renta a los cuatro partidos mayoritarios en España y a los principales partidos de cada comunidad.
El voto por renta en cada comunidad autónoma
Porcentaje de voto a cada partido en las elecciones generales del 23J en las secciones censales de cada CCAA agrupadas en diez grupos ordenados según su renta media
No me refiero al de Yolanda y Pedro, que al fin y al cabo se parecen como un huevo a una castaña, sino al de la situación actual con la que se presentaba en las elecciones de 1933 que dieron paso al gobierno de las derechas en el periodo que ha pasado a la Historia como el Bienio Negro.
Había entonces un conflictivo gobierno de coalición, de republicanos y socialistas, que polemizaba sobre propuestas de reformas, las que una gran parte de la clase obrera veía insuficientes. Pero en cambio las propuestas fueron tomadas como ataque a los ideales de los sectores más reaccionarios, desde los monárquicos a la jerarquía católica y los poderes económicos de derechas.
Esto supuso que las fuerzas de derechas y ultras actuaran conjuntamente y se presentaran unidas, mientras la izquierda se presentaba dividida y una parte de la clase obrera dirigida por la CNT hizo una intensa campaña por la abstención, proponiendo como alternativa a la "farsa electoral" la revolución popular.
La consecuencia es conocida, la victoria de la reacción, que preparó el camino del golpe de Estado de 1936, la Guerra Civil y la represión de 40 años de dictadura. Y un aniquilamiento cultural que ha mantenido en gran parte de la sociedad los valores tridentinos y fundamentalistas de la "unidad de España".
Esta situación sí que se parece a la de ahora, mucho más que un huevo a una castaña.
La candidata de Sumar a la presidencia del Gobierno Yolanda Díaz y el presidente del Gobierno y candidato a la reelección por el PSOE Pedro Sánchez, a su llegada al debate electoral celebrado este miércoles en Madrid. -JUANJO MARTÍN / EFE
El domingo 23J nos encontramos ante unas elecciones que me hacen pensar en las de 1933. Aquellas se convocaron tras dos años del primer gobierno de la II República, como consecuencia de los conflictos en la coalición de gobierno entre republicanos y socialistas y la polémica por las propuestas de reformas, de corte liberal y modernizantes de Manuel Azaña. Las propuestas fueron tomadas como ataque a los ideales de los sectores más reaccionarios, desde los monárquicos a la jerarquía católica y los poderes económicos de derechas.
Por su parte una gran parte de la clase obrera las veía como insuficientes. Esto supuso que las fuerzas de derechas y ultras actuaran conjuntamente y se presentaran unidas, mientras la izquierda se presentaba dividida y una parte de la clase obrera dirigida por la CNT hizo una intensa campaña por la abstención, proponiendo como alternativa a la "farsa electoral" la revolución popular.
La consecuencia es conocida, la victoria de la reacción, que preparó el camino del golpe de Estado de 1936, la Guerra Civil y la represión de 40 años de dictadura. Y un aniquilamiento cultural que ha mantenido en gran parte de la sociedad los valores tridentinos y fundamentalistas de la "unidad de España" que, como explicaba Julio Anguita, nunca existió territorialmente y es una entelequia basada en la Monarquía y la Iglesia católica ("un rey, una Iglesia, un país").
Es preocupante que en 2023 se perciban aún estos mismos planteamientos en los mensajes de las derechas en esta campaña electoral. Estoy seguro de que la gran mayoría de la población española está suficientemente modernizada y no sigue personalmente los patrones de estos supuestos valores reaccionarios.
¿Entonces qué está pasando? Un amigo y conocido historiador, me explicaba que "en estos cuatro años de gobierno de coalición las derechas han hecho política, mientras el Gobierno ha hecho sindicalismo".
Las derechas se han dedicado a hacer ideología, retomar los principios de la inmutable y eterna España, su sacrosanta Unidad, sus valores cristianos (más bien nacionalcatólicos), etc. Aunque, de hecho, sus programas consolidan una visión económica capitalista al servicio de las grandes corporaciones, en contra de todos los servicios públicos y con preocupante desprecio de los derechos humanos. Yo le contraargumentaba que me parecía que el Gobierno había hecho muchas "políticas" protegiendo a las capas más desfavorecidas en momentos tan difíciles como la Pandemia o la Crisis de guerra en Ucrania, intentando mejorar los servicios públicos como la sanidad, subiendo exponencialmente el salario y las ayudas mínimos o las pensiones, legislando para evitar los despidos, mejorando la legislación laboral, protegiendo las libertades individuales y los derechos sexuales, etc., etc.
Su respuesta me resultó clarificadora pero impactante: la mayoría de las personas nos movemos primero por sentimientos, impulsos primarios sin mucha reflexión, que nos llegan en mensajes muy cortos y simples, y reproducimos. Para tener una visión objetiva de la realidad hay que pararse algo a analizarla. Ante mi insistencia de lo incomprensible de que se puedan creer los slogans vacíos antes que tu propia realidad que tienes delante, parece que coincidíamos en que, en una sociedad tan mediatizada, donde todos los llamados medios de comunicación están en manos de las grandes corporaciones, se fabrica el "relato" y se sirve ya listo para engullir y repetir.
Es cierto que el Gobierno de Coalición ha incumplido parte de sus compromisos firmados, no ha llegado a desarrollar todo lo posible parte de la legislación prevista, pero es, con diferencia, el que más ha legislado en medidas sociales desde la entrada de la Democracia, aunque con tensiones entre los socios para cumplir lo firmado; coincido con mi amigo que en política internacional se han desdibujado los principios fundamentales de la izquierda en cuanto a defensa de los derechos humanos y la posición pacifista, etc.
Ante esto ¿qué puede hacer la gente el próximo domingo?:
—Las personas de la mayoría social que se consideran con valores de derechas deberán optar entre una opción que favorezca su vida diaria, su trabajo, sus pensiones, sus servicios públicos o sus derechos o los valores ideológicos de esa "esencia española de toda la vida", privándose a sí mismas de dichos beneficios y favoreciendo a las élites de poder de este país.
—Las personas que se consideran de izquierdas o progresistas, tienen también dos opciones, parecidas a las que se planteaban en 1933: optar por no participar porque el gobierno no ha cumplido todo lo prometido y promover la organización popular para después combatir el gobierno reaccionario que resulte; o votar para que este gobierno continúe, en cuyo caso tiene dos opciones, elegir entre el partido mayoritario y más reticente a los cambios o al que más ha presionado para que los cambios se realicen.
En cualquier caso, elegir el gobierno que más garantice el avance social es condición indispensable, pero no suficiente. La ciudadanía tendrá que organizarse, más allá de votar, para reclamar el cumplimiento de las promesas y mayores avances.
En mi caso, como persona que vivió el final de la dictadura y no participa de la ideología que la reivindica y propone volver a muchos de sus valores, y teniendo en cuenta lo extremadamente peligroso de esta situación, podéis imaginar que votaré la coalición que más políticas sociales plantea, aunque le exigiré, junto con la ciudadanía que me acompañe, que además de hacer aún más "sindicalismo", como dice mi amigo: "HAGA POLÍTICA".