martes, 28 de noviembre de 2023

El Pueblo Elegido y el Destino Manifiesto

La tragedia de Oriente Próximo trae otra vez al primer plano este artículo publicado hace más de tres años. Su actualidad, por desgracia permanece.

Cada pueblo que ha fabricado un Dios a su medida ha sido luego elegido por Él para expansionarse a costa de sus vecinos, que si (ese) Dios no lo remedia puede ser cualquiera que se ponga a tiro.

Si hablamos de un Pueblo Elegido todos sabemos de lo que hablamos, aunque sean muchos los que así se han autoproclamado. Uno de ellos no lo dice expresamente así, pero su destino manifiesto ha sido sin duda señalado por el Divino Dedo.

Además de por su fervor bíblico, ambos comparten una Historia semejante. Llegados de otros lugares, han desplazado (¿okupas?) a quienes ya estaban antes en su nuevo hogar. Su éxito es la prueba de la protección divina.

Si los Estados Unidos lo hicieron una vez, la moderna colonización de Palestina es repetición de otra muy remota. Tienen buena memoria los israelíes, según para qué.

No podemos condenar colectivamente a todo un pueblo. Ni todos los norteamericanos son imperialistas, ni todos los judíos sionistas. Muchos no estarán precisamente orgullosos de su Historia, aunque muchos más se acomoden a una situación de privilegio de la que no se sienten personalmente responsables. Varias generaciones de israelíes y muchas más de estadounidenses han nacido y crecido en unas tierras inaceptablemente arrebatadas.

Según pasa el tiempo, las injustas conquistas van creando situaciones difícilmente reversibles. En nuestro país, judíos y moriscos fueron desterrados de forma que hoy podemos considerar infame. Ahora eso ya no tiene remedio. Ni siquiera podemos saber, tanto tiempo después, de quiénes descendemos nosotros mismos.

Pero el caso de Palestina sí está vivo. La solución de dos Estados, aunque basada en una paz abusiva y desigual, pudo haber sido un remedio parcial, aunque tenemos la experiencia de que casos semejantes han causado y siguen causando inhumanos desplazamientos de población. Fueron los sionistas los que se encargaron de hacer imposible esa solución, porque ¿quién puede expulsar ahora a los nuevos y violentos colonos de Cisjordania? Son ellos los que tratan de hacerles la vida insoportable a los palestinos para que emigren.

Hay tantos palestinos refugiados en otros países como dentro de la Palestina histórica, sobreviviendo en malas condiciones. También hay más judíos fuera que dentro de Israel, no tan mal tratados, y no parece que sean muchos los interesados en meterse en ese avispero. Ya no caben muchos más dentro del territorio, ni de unos ni de otros. Salvo algún tipo de "solución final" absolutamente indeseable, la única solución realista, a medio plazo, sería lograr una convivencia mínimamente soportable en un Estado único, que forzosamente tendría que apartar a un lado a ese Dios Bíblico que lo sustenta. Un Estado necesariamente laico.

El final del apartheid se logró en Sudáfrica, pero allí el problema no tenía esa componente religiosa, la hoja de parra que oculta y emponzoña la situación en Oriente Próximo.

Ni la posición geográfica era tan importante para el dominio mundial de los portadores del Destino Manifiesto.

El negocio de la guerra es una suculenta fuente de beneficios para la industria bélica de estos dos países. Aunque les falle la impostura del apoyo divino tienen la de su Único Dios Verdadero.

Volviendo a las siniestras contabilidades que denuncia el artículo, un solo muerto del lado de los "buenos" justifica la matanza de todos los "malos" que sea necesario liquidar. Película del Oeste de la época clásica. 

El día en que The New York Times reconoció entrega de información errónea sobre Irak














LAS MILES DE PAGINAS FUNEBRES QUE THE NEW YORK TIMES NUNCA PUBLICÓ (NI PUBLICARÁ)

Renán Vega Cantor

“Nunca he sabido de alguna agresión militar estadounidense que el New York Times no apoyara (…). Nunca he visto que el New York Times se ponga del lado de los trabajadores durante alguna huelga o paro laboral, ni he visto que abogara por aumento de salario para los trabajadores (…). Así que, ¿por qué la gente piensa que el New York Times es un periódico liberal y progresista”? 

John Hess (antiguo reportero del NYT), citado en Adalberto Pérez, Las mentiras del Tío Sam o los mitos del imperio, 2017, p. 21. 

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En su edición dominical del 24 de mayo, The New York Times (NYT) presenta una portada inusual, nunca vista en sus 170 años de existencia, con el título “Cerca de 100 mil estadounidenses muertos. Una pérdida incalculable”. El periodista John Grippe explica que se decidió publicar una carátula impactante ya que los editores habían “estado pensando cómo conmemorar ese hito nefasto”. Simone Landon, editora asistente del departamento gráfico, pensó que no se diría mucho si se colocaban 100 mil puntos o palitos en la primera página, “acerca de quiénes eran esas personas, de las vidas que vivieron, de lo que todo esto significa para nosotros como país”. Por eso, “se le ocurrió la idea de compilar obituarios y esquelas de víctimas de la COVID-19 publicadas en periódicos grandes y pequeños de Estados Unidos, y seleccionar fragmentos vívidos de ellos”.

Un periodista recopiló mil nombres y varios editores leyeron y seleccionaron frases alusivas a “la singularidad de cada vida pérdida”. Entre algunos de los mil nombres seleccionados aparecen los siguientes: “Alan Lund, 81, Washington, director de orquesta con ‘el oído más increíble’…”; “Theresa Elloie, 63, Nueva Orleans, reconocida por su negocio de ramilletes y broches detallados…”; “Coby Adolph, 44, Chicago, emprendedor y aventurero…”.

La editora gráfica ha dicho que el resultado es como un “rico tapiz”, en concordancia con el objetivo de los editores que querían “algo que la gente volteara a ver en cien años para comprender el número de pérdidas que estamos experimentando”. Se decidió presentar en la portada un concepto “todo tipográfico” que ocupó la página entera, porque esa presentación sería “enormemente dramática”. El diseño remite a la forma cómo eran los periódicos en el siglo XIX, sin fotografías ni ilustraciones, solo texto. En esa portada aparecen muchos nombres y continúan en las páginas interiores, renombrando muchas de las vidas que se han perdido por el Covid-19, únicamente en los Estados Unidos.










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Para los habituales lectores del periódico, seguramente, la portada ha sido impactante porque comunica en forma directa, sin muchas mediaciones, la magnitud de la tragedia que asola a Estados Unidos, al alcanzar cien mil muertos por el Coronavirus. Está bien que el NYT quiera honrar y homenajear a los muertos por la epidemia, para que esa hecatombe quede además plasmada en un testimonio visual, que recuerde la magnitud de la mortandad en lo que va corrido del 2020, lo que es discutible, por su gran significado de exclusión, radica en honrar solo a los que están muriendo en Estados Unidos.

Esto remite a las dudas que nos asaltan sobre la honradez y moralidad del NYT, puesto que no es la primera vez en la historia de los últimos doscientos años, que los diversos gobiernos de los Estados Unidos han ocasionado miles o millones de muertos en múltiples guerras, invasiones, bombardeos, masacres, asesinados en masa y genocidios perpetrados por ellos mismos o por gobiernos títeres que les han sido incondicionales en varios continentes. ¿Por qué solo hasta ahora el NYT descubre los muertos? Seguramente que por un carácter nacional de reivindicar los fallecidos que se han producido internamente en Estados Unidos en poco tiempo. Pero, incluso a ese nivel, el asunto no es tan cierto, porque desde finales del siglo XVIII, cuando Estados Unidos era un país independiente, comenzó la masacre de comunidades indígenas y en el camino fueron asesinados miles de habitantes ancestrales del actual territorio de los Estados Unidos. Sobre esos muertos, ni el NYT ni otro periódico antes de 1851 (fecha de fundación de ese diario) hizo alguna esquela con los nombres de los niños, mujeres y hombres asesinados, como si nunca hubieran existido.

Ese mismo desconocimiento se ha presentado con respecto a la población negra, que fue esclavizada durante varios siglos y, cuando se rebelaba, era masacrada sin compasión. Después de la libertad de los esclavos, producto de una guerra civil, en varios Estados de la Unión Americana los afrodescendientes siguieron siendo perseguidos, segregados, y masacrados en linchamientos públicos, e incluso quemados vivos, una situación que existió hasta comienzos de la década de 1960. Y, nuevamente, NYT jamás publicó una primera página en homenaje a esa población negra, y a sus miles de muertos, entre los que también había poetas, músicos, cocineros, artesanos, juglares, bailarines…

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El asunto es más grave si salimos de las actuales fronteras de los Estados Unidos y recordamos algunas de las más terribles agresiones llevadas a cabo por las tropas y personal civil de ese país. Habría que empezar con los muertos que produjo la guerra de conquista de los territorios mexicanos en las décadas de 1830 y 1840, cuando Estados Unidos llegó a invadir a ciudad de México, en donde permaneció varios meses. Ni un solo nombre de los mexicanos muertos por las tropas invasoras apareció jamás en la primera página de algún periódico de los Estados Unidos, cuando aún no había aparecido el primer número de NYT.

Cuando Estados Unidos se convirtió en un país imperialista inauguró su dominio con una guerra contra España, a la cual le arrebató sus dominios coloniales, Cuba, Puerto Rico y Filipinas. En este último territorio libró una brutal campaña de sometimiento de los rebeldes que se enfrentaron primero a España y luego al nuevo ocupante. Esa guerra de sometimiento duró varios años y al final fueron aniquilados entre 1.2 y 1.5 millones de filipinos, hombres, mujeres y niños, una cifra impresionante desde cualquier punto de vista histórico y actual, más si se tiene en cuenta que el total de población de la Filipinas ocupada era de 9 millones de habitantes, es decir, se aniquiló a una sexta parte de sus habitantes. Y el NYT jamás publicó una portada con los nombres de parte de los asesinados, ni se refirió a lo que hacían y pensaban, entre los cuales había artesanos, trabajadores, poetas, escritores… Sobre ellos no hubo ninguna mención, ni ninguna lágrima en las rotativas del NYT.

Después de 1898 Estados Unidos inició un proceso de expansión imperialista y consolidó su “patio trasero” en América Latina y el Caribe, efectuando paralela o sucesivamente invasiones, ocupaciones y agresiones a Cuba, Nicaragua, República Dominicana, Haití, Panamá, países todos en los que fueron sometidos brutalmente millones de personas, a partir de sus concepciones de “Destino Manifiesto” y pretendida superioridad racial. En ese primer período de expansión y consolidación imperialista (1898-1934), las tropas de Estados Unidos efectúan asesinatos en forma directa y sus empresas patrocinan masacres laborales, siendo el caso más tristemente célebre el de la United Fruit Company con la matanza de las bananeras en Colombia (1928), con un saldo de más de mil trabajadores asesinados por las tropas del Ejército colombiano, siempre listas a servir al “oro yanqui”, como alguna vez lo dijera Jorge Eliecer Gaitán. Pues bien, en el NYT jamás se publicó una portada o una esquela fúnebre sobre esos miles de muertos, los que parecieron no haber existido. Antes, por el contrario, el NYT como buen vocero de los intereses imperialistas desde esa época aplaudía las acciones criminales de la Diplomacia del Dólar y de la Diplomacia de las Cañoneras, que causaban estragos en nuestra América. De los miles de muertos, torturados y desaparecidos que dejaron las dictaduras que patrocinó Estados Unidos desde la década de 1930 (Haití, República Dominicana, Nicaragua, Salvador, Honduras, Guatemala) durante la “buena vecindad”, tampoco el NYT publicó una portada con sus nombres, actividades y pensamientos.

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Desde finales de la Segunda Guerra Mundial los crímenes imperialistas de los Estados Unidos (1945-hoy) han abarcado al mundo entero y han significado la muerte de millones de seres humanos, en un rosario interminable de sufrimiento, perpetrado a nombre de la defensa del “mundo libre”. Esas masacres comienzan el 6 de agosto de 1945 con el genocidio (uno de los peores crímenes contra la humanidad) en Hiroshima y a los dos días en Nagasaki, donde fueron calcinados un cuarto de millón de personas. De ellos tampoco el NYT hizo eco en su primera página con algún recordatorio especial y, por el contrario, avaló la acción genocida, reproduciendo el embuste oficial del gobierno de Estados Unidos, quien sostuvo que se usaron las dos bombas atómicas como un acto legítimo para salvar la vida de sus soldados.

Esa práctica genocida se generalizó en los últimos 75 años, dejando un reguero interminable de muertos en Asia, África, Latinoamérica, sobresaliendo por la crueldad e inhumanidad las guerras contra Corea (1950-1953) y contra Vietnam (1954-1975), el patrocinio a dictaduras anticomunistas de seguridad nacional en muchos países del mundo, como para dar un ejemplo la de Indonesia, donde en 1965-1966 fueron masacrados un millón de personas y se dio el apoyo al carnicero Mohamed Suharto, luego dictador de ese país por varias décadas. Durante ese periodo, bajo la tutela de Estados Unidos, se generalizó la tortura, la desaparición forzada, el asesinato de opositores a nombre de la defensa del “mundo libre” y de un visceral anticomunismo, que justificaba la destrucción de procesos democráticos, socialistas y de liberación nacional. Este período trágico de la historia mundial, que se extiende hasta 1989 y que se conoce como “Guerra Fría”, dejó la friolera de 42 millones de muertos, según confesión de un criminal de guerra nato, del estadounidense Robert McNamara en sus memorias. Y de esos muertos la mayor parte fue ocasionada por las fuerzas de Estados Unidos y sus lacayos a nivel mundial. De esos 42 millones de muertos, el NYT no hizo ninguna selección para publicar en su portada a los vietnamitas, coreanos, salvadoreños, nicaragüenses, argentinos, colombianos, chilenos, indonesios, cubanos, mozambiqueños, angolanos, guatemaltecos, timorenses… que fueron masacrados directa o indirectamente por el poder estadounidense. Nunca se nombró a los miles de intelectuales, escritores, pintores, científicos, campesinos, indígenas, mujeres, obreros… que fueron asesinados. Por el contrario, los que mojaban portada en forma cotidiana eran los asesinos, empezando por los presidentes de los Estados Unidos y los carniceros locales, sus incondicionales socios, que eran presentados como “campeones de la libertad”.

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Después de 1989-1991, cuando desaparece la Unión Soviética, y hasta el día de hoy, Estados Unidos ha seguido librando guerras, apoyando a dictadores, patrocinando la tortura y la desaparición forzada de los que considera sus contrincantes, a los que primero se bautizó de narcotraficantes y luego se les denominó “terroristas”. A nombre de esas dos banderas, en los últimos treinta años se invadieron países y se efectuaron guerras de exterminio, en Panamá, Haití, Irak, Afganistán, Libia, Yemen, la antigua Yugoslavia, Siria… y se han apoyado regímenes criminales e incondicionales con sus políticas de tierra arrasada, como acontece en Colombia. También se han realizado bloqueos económicos que producen dolor y muerte, en países como Cuba (iniciado hace 60 años), Irak, Irán, Venezuela, Corea del Norte. Como resultado de esta interminable cadena de muerte impulsada por los Estados Unidos, en el mundo han sido arrasados países enteros (a los cuales se ha hecho retroceder a la “Edad de Piedra”, como con regocijante sadismo lo dicen presidentes y altos funcionarios de los Estados Unidos) y sus sociedades se han hundido en el sufrimiento y la miseria.

Un solo caso basta para mostrar el genocidio en marcha propiciado por los Estados Unidos, el de Irak, un país arrasado y destruido, sus riquezas materiales y culturales saqueadas, y más de un millón de muertos desde la primera guerra del golfo (1990-1991), miles de heridos, lisiados e inválidos y, para completar el panorama de destrucción, contaminado con uranio empobrecido y otros materiales radioactivos, vertidos en forma premeditada por el poder imperialista de Estados Unidos.

Y sobre esos millones de muertos nunca dijo nada el NYT. Claro, cómo iba a nombrarlos, si lo que hizo fue apoyar la masacre imperialista, difundiendo mentiras que justificaban la guerra. Es decir, el NYT fue partidario de esa masacre a la que legitimó con mentiras y embustes, los mismos que utilizó el gobierno de los Estados Unidos, entre las que sobresalía la supuesta existencia de armas de destrucción masiva en Irak. Esto indica que el NYT ha sido coparticipe, agente activo de este genocidio (y muchos más, por supuesto) y como tal debería ser juzgado por participar en forma deliberada en crímenes de lesa humanidad. Hasta tal punto es clara esa participación que en 2004, luego de haber patrocinado la campaña de Estados Unidos en Irak, el NYT publicó una “autocrítica” reconociendo que había dicho mentiras, con lo cual desinformó y legitimó la acción criminal de los Estados Unidos.

La portada del 8 de septiembre de 2002, cuando el NYT difundía la noticia falsa sobre Irak, con el título: “EE.UU. dice que Hussein intensificó pruebas para partes de “A-Bombas A(tómicas)














Estas fueron típicas lágrimas de cocodrilo, puesto que no se escribió ni una palabra sobre los miles de muertos ocasionados, con complicidad del NTY, y de ellos, como es apenas obvio en un vocero del imperialismo, ni se dieron sus nombres, ni se mencionó lo que hacían y soñaban. No le importaron los poetas, pintores, trabajadores, niños, mujeres, masacrados de noche con las bombas de Estados Unidos y de día con las bombas de mentiras y desinformación del NYT. El sentido profundo de lo qué es y cómo actúa el NYT lo ha sintetizado Robert Fisk “El "terrible costo humano" de los meses de verano (una frase de un artículo del New York Times) se refería únicamente a los soldados occidentales. Lo que resulta evidente es que realmente no nos importan los iraquíes. Podemos pensar que les queremos llevar la democracia pero, a nivel individual, no nos preocupamos por ellos ni por sus vidas. Nosotros les liberamos. Nos deberían estar agradecidos”

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NYT es un típico vocero del imperialismo corporativo de los Estados Unidos y como tal responsable, por acción y omisión, de esos crímenes, porque parte de la lógica simple que resume Noam Chomsky: “El periódico acríticamente acepta la doctrina aprobada: los EE.UU. somos los amos del mundo, y somos por derecho y por una buena razón.” En esta perspectiva, los crímenes están mas que justificados, dado que los comete el “país imprescindible” que se proclama como superior al resto del mundo.

Por eso, NYT también es un vocero del lobby judío que representa los intereses del Estado terrorista de Israel, al que reverencia y teme, como lo demostró hace poco tiempo, al decidir retirar de manera definitiva las caricaturas políticas de opinión de su sección internacional (en la nacional nunca las publica), luego de que una de las últimas viñetas que publicó fuera catalogada por los miembros de ese lobby y por el propio criminal de guerra Benjamín Netanyahu como “propaganda antisemita”. Esa caricatura es básica y elemental e indica el sentido de la libertad de prensa del NYT, partidario siempre de los sionistas de Israel y, por eso, tampoco en sus páginas aparecen los nombres de los palestinos que son masacrados por el Ejército de Israel, armado y financiado por los Estados Unidos. Al respecto ha dicho el escritor Jeet Heer: "Siguiendo esta lógica, ese periódico debería haber cerrado después de sus informaciones en 2002 y 2003 sobre las Armas de Destrucción Masiva", en las que inventó mentiras, esas sí de destrucción masiva, relacionadas con el asesinado de miles de seres humanos.

La caricatura supuestamente “antisemita” del NYT










De tal manera que, volviendo al punto de origen de este artículo, poco conmovedora por lo hipócrita y selectiva resulta la portada del NYT, si tenemos en cuenta que se necesitarían miles de ediciones similares publicadas durante décadas para presentar los nombres de los millones de seres humanos que han sido asesinados por los Estados Unidos, en el mundo entero y en su propio territorio. Para dar solo unas cifras ilustrativas a manera de ejemplo sobre las ediciones diarias que se necesitarían para nombrar a esos asesinados, digamos que, a un ritmo de mil nombres por edición, como aparecen en la portada del 24 de mayo de 2020, se requieren unos tres años, publicando todos los días en forma continua esa información, para cubrir a los muertos de un solo país, Irak. Y para visualizar la magnitud de los crímenes de Estados Unidos, imaginémonos al New York Times publicando durante quince años seguidos, todos los días, una edición fúnebre consagrada a recordar los nombres de los vietnamitas masacrados. De ese calado es la deuda informativa del NYT, que también puede considerarse como un crimen de lesa humanidad.

No sorprende esa “laguna informativa” si recordamos que en Estados Unidos a los muertos se les pone un precio diferencial, a partir de un vulgar economicismo mercantil, y en consecuencia un estadounidense se tasa a un precio elevadísimo, mientras que los muertos del resto del mundo valen menos que las balas que los asesinan, máxime si son pobres y pertenecen a los “paisitos de mierda”, como nos denominan los ideólogos y políticos imperialistas, Esa es la misma lógica criminal que predomina en la prensa de los Estados Unidos y por eso para el NYT algunos muertos son noticia de primera plana por un día, mientras que millones, masacrados por el criminal imperio yanqui, ni siquiera aparecen en las noticias, como si nunca hubieran existido.

Bogotá, agosto 28 de 2020

sábado, 18 de noviembre de 2023

El tiempo, la mirada y la palabra

Ese es el título de un libro de José Luis Outes que por invitación de su autor tuve el placer de presentar el pasado miércoles en la librería Metáfora de Pontevedra. Dejo al final mi discurso. Queriendo ser sintético dejé fuera muchas cosas, algunas de las cuales explicitó luego el autor en una exposición que fue grabada, aunque la calidad del sonido hace difícil la audición. Para oídos más finos que el mío dejo de todas formas el enlace.

El libro se compone de veintiséis relatos de distinto carácter y extensión, muchos de ellos referidos a tiempos y espacios vividos por su autor, a veces presenciados directamente por él. Llenos de amorosa humanidad, con una visión frecuentemente triste de hechos que se repiten en tiempos distintos o lugares distantes, demostrando la persistencia constante y entrelazada del amor y el odio, en un mundo que se desliza con tanta facilidad hacia la barbarie.

¡Cuántas veces se ha dicho "nunca más" y luego hemos visto repetirse lo que se pretendía superado! Hay muchos paralelismos entre los que se consideran civilizados y otros a los que ellos tienen por bárbaros. Y entre períodos históricos alejados en el tiempo. La pena de muerte y el aparente contraste entre modos bestiales y otros pretendidamente "humanos" de ejecutarla; la cínica y ceremoniosa celebración de una boda en un campo de exterminio; el abandono de dos niños por padres indigentes, con varias décadas de diferencia (¿sería el que fue primero abandonado el que abandonó luego a su hijo?); el desprecio de la vida infantil en el gueto de Varsovia y en Palestina...

El caso de los niños abandonados en la ciudad de México y el asesinato de niños en circunstancias parecidas en guerras alejadas en el espacio y el tiempo da que pensar. Un niño maltratado puede ser más adelante un maltratador. Un pueblo oprimido puede engendrar una nación opresora.

En relación con esto José Luis hizo una reflexión que demuestra los sesgos al juzgar situaciones muy parecidas con ojos muy distintos. Si los encerrados en el gueto de Varsovia se sublevaron, derribaron sus muros y atacaron a quienes los mantenían en una situación insoportable ¿obraron bien?. Si los encerrados en el gueto mucho mayor de Gaza derribaron sus muros y atacaron a quienes los mantenían en situación insoportable ¿son terroristas?

¿Tenían derecho a "defenderse" los alemanes? ¿Lo tiene Israel?

¿Eran "terroristas" los nazis? ¿Lo es el Estado de Israel?


Presentación


Buenas tardes. Bienvenidos a la presentación de este libro, Espero que os resulte interesante, como lo es todo el libro y sin duda lo es su autor.

José Luis Outes, Pepe Outes para los amigos, es economista. No es un economista cualquiera, como algunos de esos que oímos pontificar en las tertulias bien alimentadas de la televisión. Presentemos, pues, al autor antes que al libro.

José Luis nació y creció en Santiago, pero sus estudios universitarios los hizo en Alemania. Primero en Maguncia, donde conoció a Betty Leon, la compañera de toda su vida, también presente aquí. Juntos se trasladaron luego a Aquisgrán, donde él se doctoró en economía, con una tesis que ahora mismo sería tan actual y atractiva como entonces: una comparación del desarrollo entre la India y China en los tiempos del colonialismo. En aquel momento ya se habían sacudido los dos países el yugo colonial y el sometimiento a las potencias occidentales. La India era independiente desde 1947 y en China había triunfado la revolución y gobernaba el PCCh desde 1949. Los paralelismos y divergencias de sus trayectorias siguen siendo aún tan actuales como atractivos.

De vuelta a España se dedicaron los dos a la docencia y la investigación. Los conocí en los años en que fui profesor de la Universidad de Vigo, donde ambos fueron catedráticos hasta su jubilación. Él de Teoría Económica, en la facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. Ella de Física Aplicada, en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial. Me consta su importante su labor, que en el caso de Betty seguí más de cerca. Puedo afirmar que es una trabajadora infatigable.

Hablemos de José Luis. Sus especialidades como investigador han sido desarrollo económico, crisis e integración, temas siempre de la máxima importancia social. Ahora lo son si cabe mucho más.

Formó a 32 generaciones de economistas en la Universidad, donde impartió Macroeconomía y Teoría del comercio internacional e Integración económica.

Tiene seis libros publicados de economía y numerosos artículos.

Fue durante 13 años el creador y único director del Observatorio Socioeconómico de Vigo y su área, hasta su desaparición con el comienzo de la crisis del 2008.

Tuvo estancias de investigación e impartió conferencias en diferentes países de Asia, Europa y Latinoamérica, lo que le permitió conocer otras culturas.

***

El libro que presentamos hoy aquí es una demostración de que jubilarse no tiene por qué suponer el abandono de la actividad. Nunca abandona quien ha puesto en acción la mente durante toda la vida, y muy activo ha estado José Luis durante estos años. Por eso mismo este libro recibió un fuerte impulso durante el forzoso confinamiento que ocasionó la ya no tan reciente (ni tan pasada) pandemia. Una parte del mismo fue escrita entonces, y le sirvió para convertir el aislamiento en trabajo intelectual; y la experiencia, una vez más, en enseñanza.

Oigamos a José Luis. En sus propias palabras:

“Un año antes de jubilarme, hace ahora 16 años, empecé a estudiar cello en una orquesta de cuerdas de Nigrán, basada en el método del musicólogo venezolano y parlamentario progresista José Antonio Abreu. Al mismo tiempo empecé a estudiar árabe y la egiptología con la que todavía sigo, no así con el cello que lo tuve que dejar, hace tres años, por un problema de artrosis y con gran pena lo dejé.

Actualmente disfruto de la lectura, de la música, del jardín y de la escritura.

Y de los nietos.”

Ha sido para mí gran sorpresa una vocación literaria que desconocía. Antes ya había publicado “Las cenizas del tiempo” en la editorial Atrapasueños. Ahora, en Medulia, nos regala un magnífico “El tiempo, la mirada y la palabra”. Este es el libro sorprendente que nos trae hoy aquí.

Debo destacar algo que me ha impactado: su capacidad para colocar al lector en la piel de otros. En un tiempo en que, ahora todavía más que antes, “voy de mi corazón a mis asuntos”, como escribió Miguel Hernández, la constante reflexión del autor sobre asuntos que aparentemente no me conciernen, por no ser “míos”, me hace, nos hace, mirar para adentro y volver otra vez “de mis asuntos a mi corazón”. Es esto lo que nos hace humanos, en el buen sentido de esa tan desgastada palabra.

Carmen Becerra, que ha prologado la obra, señala el certero significado del título, que podría traducirse como “experiencia, capacidad de observación y destreza retórica”. Un largo itinerario intelectual, y también físico, a través de un tiempo y unos espacios recorridos con lucidez le permite ver lo que se oculta detrás de muchas máscaras y mucho maquillaje. A través de sus relatos, su habilidad narrativa es capaz de traducir esa mirada crítica en palabras que siempre dejan algo bueno en quien lee.

***

El libro agrupa 26 relatos, algunos brevísimos, otros más largos. El más breve (con una excepción) es de apenas dos páginas, el más extenso de casi cien. Digo esto para lectores perezosos, que en estos tiempos vertiginosos somos casi todos. Lo que pase de ciento cuarenta caracteres nos echa instintivamente para atrás.

Se estructura en cuatro partes, cuyos títulos respectivos son:

I       Obertura giocosa

II      La mirada del viajero

III     Memorias de la pandemia

IV     Los disfraces del yo

La obertura es una sátira, un esperpento digno de Valle Inclán, cuyo protagonista es un anticuario anarquista, personaje histriónico al que quisieron llamar Bakunín y se quedó, por obra y gracia de la burocracia del registro civil, en Baco Aquilino: (¡hay que ser serios, aquí no se registran diminutivos!). Este comienzo humorístico, no exento de sentido crítico, es un aperitivo que deja muy buen sabor de boca y anima a proseguir la lectura.

El segundo apartado agrupa doce relatos evocadores de situaciones injustas o momentos de gozosa solidaridad humana, en momentos y lugares diversos, muchos de los cuales ha conocido este viajero. Así, por ejemplo, en “La calle es de ellas” el motivo es la gozosa confraternización dominical de las sirvientas filipinas que toman por unas horas la ciudad de Hong Kong. “De Santo Domingo a Niños Héroes” es un testimonio desgarrador del abandono de un niño pequeño, arrojado a la nada por un padre incapaz de mantenerlo, en la ciudad de México. “De Ohio a Mogadiscio, barbarie sin fronteras” compara dos escalofriantes ejecuciones de la pena de muerte, en países teóricamente muy distintos pero que en este caso coinciden punto por punto en aspectos particularmente repugnantes, desde el ceremonial que las rodea hasta los detalles de venganza social, cuando los familiares de las víctimas de un asesinato participan activa o pasivamente en la ejecución.

Esto me trae otros recuerdos de cruel refinamiento, supuestamente “humanitarios”, como la costumbre de ofrecer el cumplimiento de últimas voluntades, incluyendo la oferta de un desayuno a la carta que el condenado jamás podrá digerir.

La comparación de los casos aquí descritos le recordaba al autor una cáustica frase de El Roto:

─Si ellos nos ven como demonios, y nosotros a ellos como diablos. ¡Igual es que nos parecemos!

El tercer apartado, “Memorias de la pandemia”, recoge en seis relatos situaciones, experiencias y perspectivas sugeridas por ese virus que iba a cambiarlo todo y que en definitiva no ha cambiado las mentes ni las conciencias, por lo menos de forma significativa.

El primero de ellos, que dedica a los profesionales de la salud, es un “Microrrelato” tan breve que lo puedo traer aquí entero:

Privatizaban, privatizaban y privatizaban… llegó el virus… ¡y mandó parar!

Ni por esas. En los relatos siguientes se comprueba cómo algunos (algunos muchos) aprovecharon la tragedia para seguir haciendo lo mismo: llenar la saca. No hará falta recordar ahora la gestión siniestra y cervecera de las autoridades madrileñas.

Algunas de estas escenificaciones abundan en ironía y humor macabro, como los titulados “El orador no tiene quien le escuche” o “¡Que hablen los muertos!”. Nuevamente reaparece el Outes sarcástico de la Obertura.

La triste conclusión de lo pasado durante la pandemia es que tenemos una memoria muy frágil. ¿Quién recuerda ahora aquellos propósitos de enmienda que parecían profetizar un cambio de rumbo civilizatorio? Una vez más, el título del libro es un grito que nos exige cultivar la memoria histórica, sin la que estaremos condenados a repetir el pasado, de forma cada vez peor.

La última parte, significativamente titulada “Los disfraces del yo”, recoge historias reales que, salvo algún narrador imaginario exigido por la forma de contarlas, pueden ser rigurosamente documentadas.

Si hablamos de un “País sin himno” todos sabemos cuál es, cada vez que vemos a los deportistas de otras patrias cantar cuando en una competición deportiva o entrega de trofeos lo hacen a voz en grito. De nuevo brota la ironía de nuestro amigo Pepe…

Algunos intentos infructuosos han intentado dotarlo de letra. De mi infancia extraigo el recuerdo de una muy al estilo de la época que comenzaba:

¡Viva España! Del grito de la Patria la explosión triunfal…

Afortunadamente no recuerdo nada más. Si sentís curiosidad, podéis encontrarla, entre otras, en internet, en las páginas https://www.xn--himnoespaa-19a.es/  y https://es.wikipedia.org/wiki/Marcha_Real. (*)

“Pesadilla de justicia” denuncia la arbitrariedad de algunas sentencias. Especialmente repugnante es la descrita en un caso de violación (y hubo otras muchas semejantes), en que se exculpa al delincuente porque la víctima iba provocativamente vestida…

“La huelga de las sábanas” cuenta la dura lucha mantenida por las valientes mujeres de los mineros en una de sus muchas batallas, una más, libradas para mejorar sus condiciones de trabajo y de vida.

“El amor en los tiempos del odio” cuenta las trágicas historias de Boota Singh y Rudolf Friemel. Transcurre la primera en medio de las limpiezas étnicas que dividieron a hindúes y musulmanes tras la independencia de la India. El amor entre Boota y Zeinab, frustrado por la presión familiar sobre ella, acaba con la vida de él. El honor de las familias, aún hoy, vale más que la vida en las tradiciones de muchas sociedades.

La otra historia, la de de Rudi y Margarita, comienza cuando él se alista en las Brigadas Internacionales y termina al ser ejecutado en Auschwitz. En un alarde de cínica benevolencia, las autoridades del campo habían permitido que ella acudiera al campo para casarse, ceremonia delicadamente cruel, con los hornos crematorios ya a pleno rendimiento…

Escribe José Luis: Boota Singh y Rudolf Friemel, encarnan un deseo ancestral del ser humano, el deseo de amar y ser correspondido; este deseo no siempre está solo, en ocasiones se ve rodeado y amenazado por el odio y el rencor en sus más diversas formas y manifestaciones. Por eso los mensajes que transmiten a las personas que aman son tan parecidos.

Dos niños y dos cometas, en escenarios distantes geográficamente y cercanos en la barbarie, son los protagonistas de las historias paralelas de Itzack y Noor en “Las cometas no son para los niños”. El gueto de Varsovia y Palestina son los escenarios. Podéis imaginar el resto.

“Las palabras perdidas” es otra historia de amor, ahora en la Guatemala arrasada una y otra vez por los golpes de militares corruptos y los genocidios propiciados por el Departamento de Estado.

***

El relato que cierra el libro es el más largo y elaborado. Contiene vivencias de los años que el autor pasó en Alemania, y algunas referencias son seguramente autobiográficas. El personaje de Fermín ha sido creado con recuerdos personales de aquella etapa.

No es casual que este último relato cierre el libro. Si hasta ahora todas las experiencias relatadas han tenido una fuerte componente emocional, acercándonos a personas concretas, ahora nos encontramos con una apretada síntesis histórica, una visión que abarca mucho tiempo y que es fruto de un trabajo de investigación muy riguroso.

Las cuarenta páginas que constituyen la conferencia de Fermín son de lo más revelador que he leído nunca. La presentación es un buen resumen, la sintética exposición de alguien que conoce a la perfección el mundo académico y lo que debe ser la introducción de una ponencia:

─El tema que voy a exponer tiene por título: “La contribución de la triada compuesta por las grandes empresas industriales, el capital financiero y las iglesias a la destrucción de la democracia en la República de Weimar. Una primera aproximación a una problemática compleja”.

Todo lo que sigue es rigurosamente histórico. Puede probarse documentalmente. La hagiografía política que ha deformado muchas mentes, la misma que presenta a los Estados Unidos como el paladín que liberó a Europa de la barbarie nazi, intenta hacernos creer que estos agentes (el capital encarnado en las grandes empresas y las iglesias que se dicen cristianas) eran ajenos a la gestación de lo que vino después. Esta conferencia debería convencer al más renuente de que el capitalismo solo es liberal cuando y en lo que le conviene, y que adopta y adapta a las necesidades del momento las más heterogéneas máscaras políticas e ideológicas.

Las grandes empresas industriales se beneficiaron del trabajo esclavo de los campos de exterminio. Nadie les pidió luego responsabilidades. No solo fueron empresas alemanas. También grandes empresas norteamericanas participaron en sucios negocios desde el principio del nazismo, y siguieron haciéndolo durante la guerra, colaborando con el supuesto enemigo. Sin que nadie les pidiera luego cuentas.

De los tejemanejes y declaraciones oportunistas de las autoridades eclesiásticas, tanto católicas como protestantes, también se da cumplida cuenta en el libro.

¿No habéis observado la capacidad de las confesiones religiosas para seguir las corrientes del momento y adaptarse al soplo de la brisa?

No me extenderé más en ello. Leed el libro y a lo largo de todo él podéis comprobarlo. El rigor histórico lo preside. Salvo algún personaje ficticio que da consistencia a la fórmula narrativa se corresponde con hechos reales y personas reales, incluso con sus nombres propios.

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Amor y lucha de clases, podría haber sido otro título de este libro. La lucha de clases no existiría en un mundo gobernado exclusivamente por el individualismo más atroz. No hay lucha de clases sin conciencia de clase, y no hay conciencia de clase sin amor entre sus miembros. La solidaridad no es ni puede ser un aglomerante sin el afecto entre los que la practican. En palabras del autor en una reciente entrevista:

Al final siempre surge algo que nos permite sobrevivir y que es algo tan sencillo como el amor, el respeto al otro. Marx decía que lo que mueve el mundo es la lucha de clases. Y el personaje Fermín dice que es la lucha de clases y el amor. Lo uno sin lo otro no es posible. Cuando se pide la jornada de ocho horas, lo que se está pidiendo es que el trabajador, hombre o mujer, tenga más tiempo para estar con sus hijos, con su familia, con sus seres queridos, disfrutando en su casa o de la naturaleza.

Y nada más. Muchas gracias por vuestra asistencia y vuestra paciencia al haber resistido mi charla hasta el final.

Buenas tardes.

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(*) Como curiosidad añadida al margen de lo dicho en la librería dejo este enlace. ¿Serían granadinos los granaderos?

miércoles, 8 de noviembre de 2023

Un niño malcriado

En la entrada anterior sobre psicopatías colectivas expuse la idea de que, si el psicópata individual carece de toda empatía hacia los demás, y eso lo define, también podemos llamar psicópata a un grupo humano para el que todo sentimiento de afecto o compasión desaparece al salir del mismo. Es en el seno del grupo donde se cultiva esta idea, que aceptan mayoritariamente sus miembros, como demuestra el comportamiento de Israel con los palestinos.

El testimonio que sigue procede de un valiente ciudadano israelí. Y habría que añadir que si no fuera un "ciudadano de primera" (esto es, de etnia judía) no podría permitirse esta libertad de expresión. Lo cual no resta un ápice a su valor ético.

Los judíos, pueblo elegido por Dios, son sus hijos predilectos. Esta deidad caprichosa los trata, o así lo viven ellos, como unos niños mimados a los que se les permite todo (haciendo la salvedad de que en este caso se trata de "todo lo que le parezca bien a papá", ¡y menudo padre que se han echado encima!).

El niño mimado al que no se le han enseñado reglas de comportamiento social se convierte en un adulto muy peligroso, porque carecerá de criterio moral. Al provecho individual hay que limitarlo con barreras colectivas. También en la sociedad de sociedades que es nuestro mundo. 

El Padre de los judíos queda muy lejos, pero los cuida de cerca un Poderoso Padrino que ampara sus fechorías desde su nacimiento como Estado. Los ha malcriado y parece contento de la no-educación impartida.

Transcribo a continuación el comienzo de la conferencia de Gideon Levy que podéis ver más abajo:

La sociedad israelí se ha rodeado a sí misma con escudos, con paredes. No solo paredes físicas, sino también paredes mentales. No quiero meterme en esto porque es para otra conferencia, pero les voy a dar los tres principios que nos capacitan a los israelíes para vivir tan fácilmente con esta realidad brutal.

A. La mayoría de los israelíes, por no decir todos ellos, creen profundamente que nosotros somos los escogidos. y si somos los escogidos tenemos derecho a hacer todo lo que queramos.

B. Hubo ocupaciones más brutales en la historia, incluso hubo ocupaciones más largas en la historia, a pesar de que la ocupación israelí ya tiene un muy buen record, ¡pero en la historia nunca hubo una ocupación donde el ocupante se presentó a sí mismo como la víctima! Y no solo como la víctima, sino como la única víctima del entorno. Esto también permite que cada israelí viva en paz, porque nosotros somos las víctimas. El otro día el profesor Falk habló sobre esto. Debido a la estrategia de Israel de ser la víctima por un lado y la de manipular por el otro lado. 

Después de lo que sucedió en París y en Copenhague con los ataques terroristas, Benjamin Netanyahu sacó la conclusión de que todos los israelíes deben venir a Israel, ya que es el lugar más seguro en el mundo para los judíos. Es un refugio para los judíos en el mundo (lo que está mal, porque hoy Israel es el lugar más peligroso de la tierra para los judíos, pero dejemos eso a un lado) ¡y apenas 24 horas después dice que para Israel representa una amenaza existencial la bomba iraní!

Y me pregunto, ¿cómo se atreve a decirles a los judíos que vengan y que se unan a este proyecto suicida cuando los iraníes nos van a bombardear? Pero en Israel todo vale y ambas declaraciones fueron aceptadas como las únicas verdades.

Y aquí voy al tercer conjunto de valores que nos permiten a los israelíes vivir en paz con la ocupación y quizás esto es lo más crucial y lo peor.

Dijimos victimización, dijimos los escogidos, cuando digo victimización está de más mencionar el holocausto y la inolvidable señora Golda Meir que el jurado norteamericano había exportado a Israel. Ella dijo una vez, esta inolvidable mujer, que después del holocausto los judíos tiene el derecho de hacer lo que quieran.

Sin embargo, el tercer conjunto de valores es el más peligroso, y es la deshumanización sistemática  de los palestinos, que nos permite a los israelíes sentirnos en paz con todo. Porque si no son seres humanos como nosotros, entonces no es realmente un tema de derechos humanos. Y si les raspan la piel a casi todos los israelíes se encontrarán con eso. Casi nadie tratará a los palestinos como seres humanos iguales a nosotros.

Una vez escribí que tratamos a los palestinos como animales y recibí muchas cartas de protesta de las organizaciones de los derechos humanos. Y con razón...

Pero al final del día ¿cuántos israelíes intentaron alguna vez, por un momento, ponerse en el lugar de los palestinos, por un momento, por un día? Y les quiero dar dos ejemplos que lo demostrarán.

Hace varios años entrevisté al candidato, en ese entonces, al primer ministro Ehud Barak, y le hice una pregunta que siempre quise hacer. Señor Barak ¿qué hubiera sucedido si hubiera nacido en Palestina? Entonces Barak me dio la única respuesta honesta que podía darme: "me hubiera unido a una organización terrorista", dijo. ¿Qué más habría hecho? ¿Hubiera llegado a ser poeta? Él no sabe escribir poemas. ¿Hubiera llegado a ser pianista? Es un pianista bastante malo y dudo que hubiera llegado a ser colaborador porque él es un combatiente. Y esto fue un escándalo, porque ¡cómo se te ocurre hacerle pensar a Barak sobre lo que hubiera sucedido si hubiera sido palestino!

Y el segundo incidente, brevemente. Segunda intifada. La ciudad de Yenín, la ciudad más cercana a Cisjordania, completamente sitiada. Salgo de Yenín, voy al control fronterizo. La ambulancia palestina está estacionada ahí con las luces rojas. Estoy parado detrás, ningún vehículo puede salir de la ciudad en esos días, tampoco pueden entrar vehículos y yo espero. Los soldados están jugando backgammon en los puestos.

Generalmente, como me conozco, es mejor que no me enfrente con los soldados, porque eso siempre termina muy mal, así que permanecí en el auto. Pero después de cuarenta minutos ya no lo soporté y salí del auto.  Primero me dirigí al conductor de la ambulancia palestina y le pregunté. Le pregunté, ¿qué sucede? "Esta es la rutina", me dijo. "Me hacen esperar una hora hasta que vienen y revisan la ambulancia". Ya no pude soportarlo más y fui hacia donde estaban los soldados. Se convirtió en un enfrentamiento.

Pero la pregunta que realmente los llevó a apuntarme fue: "¿Qué hubiera sucedido si el padre de uno de ustedes estuviera en esa ambulancia?" Esto los puso furiosos, les hizo perder el control. ¡Cómo me atrevo a comparar a sus padres con el palestino que estaba en la ambulancia!

Y este conjunto de creencias, donde ellos no son seres humanos como nosotros, nos permite a los israelíes convivir en demasiada tranquilidad con esos delitos, continuos delitos por tantos años, perdiendo todo tipo de humanidad, de humanidad, valores...

Hoy escuché a la gente hablando sobre los valores judíos, debo ser sincero con ustedes, no sé cuales son los valores judíos, yo sé cuales son los valores universales. Pero no vamos a hablar realmente de eso...

Este es el vídeo: 

martes, 7 de noviembre de 2023

Psicopatías colectivas

Encontré en arrezafe el artículo que sigue a estas reflexiones, en plena ofensiva israelí contra Gaza. Entonces releí un viejo artículo de Eduardo Galeano sobre la operación plomo fundido, cuyo nombre lo dice todo sobre la crueldad de esta gente, ahora superada en muchos dígitos. Esta ferocidad bíblica me llevó a buscar las raíces de las principales religiones monoteístas que con más o menos fidelidad siguen miles de millones de creyentes.

He comparado estas religiones con un árbol lleno de ramificaciones, algunas de las cuales han triunfado sobre otras, a veces por medio de brutales enfrentamientos, detrás de los que, como para mi sorpresa dijo... ¡un cura, profesor de religión!, siempre "late un garbanzo". Algo sabría de eso.

Las tres grandes ramas de este frondoso árbol se engendran en las tradiciones judaicas contenidas en la Torá o Pentateuco, una colección de cinco libros supuestamente escritos por Moisés, personaje de dudosa historicidad, como el igualmente mítico Breogán y tantos otros. Quienes han pretendido fundamentar nacionalismos nacientes han creado desde siempre mitos fundacionales.

Lo más peligroso de este mito es que se basa en comportamientos despiadados, siempre justificados por un dios feroz y ególatra cuya principal preocupación es que lo adoren y que obedezcan sus órdenes, sean las que sean. Porque todo lo "bueno" emana de él y todo lo que no sea obra suya es "malo". Este comportamiento se parece mucho a lo que los psiquiatras llaman psicopatía.

Lo malo es que este origen lastra a todos los movimientos religiosos originados a partir de esta raíz. Reformismos de carácter humanista, como el del primer cristianismo y casi todas sus variedades históricas, tienen que cerrar los ojos a lo relatado en estos libros iniciales, o bien recurrir a alambicadas interpretaciones, como las que desarrolla la casi inabarcable exégesis bíblica de la teología y la escolástica.

El castigo usual del réprobo que se rebela es la expulsión del paraíso, la caída en el infierno.Y en épocas en que la religión era muy poderosa (o ahora mismo en lugares en poder de "guardianes de la fe") esto podría llevar a una muerte horrible.

Por todo esto y por la persistencia de lo tempranamente aprendido es muy difícil que un creyente se plantee serias cuestiones teológico-morales cuando terminan por chocar con un renovado "sentido común". La mayoría opta por una "religión a la carta" que soslaya las cuestiones más espinosas.

Ser étnicamente judío no está necesariamente ligado a ser creyente de esta religión, pero son los gentiles, junto con las costumbres heredadas de sus antepasados, quienes los atan a esta comunidad. Difícil resulta quitarse de encima lo que te han impuesto otros. El sionismo, surgido como una defensa frente a la persecución, encontró en la creencia religiosa un poderoso impulso. Y nunca ha renunciado a él.

Varias generaciones de israelíes han nacido ya en "la tierra prometida". A algunos puede causarles incomodidad conocer una historia de expolio todavía reciente, otros preferirán no pensar demasiado en ello, pero sin duda son muchos los que, de buena o mala fe, se aferran a una historieta bíblica que justifica cualquier conducta suya. Estos últimos son los que tienen la conciencia más tranquila, porque no se sienten responsables de un mandato divino.

La eliminación de los interlocutores de Oslo cortó de raíz una solución no del todo justa, pero aceptada por las partes en su momento. Pero contradecía lo ordenado por Dios... Ahora es ya imposible dividir Palestina entre dos Estados.

Quienes quieren que se olvide lo ocurrido hace pocos años no están dispuestos a olvidar el éxodo histórico de hace dos milenios, ni el legendario relato de un Dios creado a su imagen y conveniencia.











La psicopatía bíblica de Israel

Laurent Guyénot

Estoy cansado de leer que Netanyahu es un psicópata. Ciertamente no lo es. No veo ninguna razón para considerarlo a él, o a cualquier otro líder israelí, psicópatas en el sentido psiquiátrico. Tienen una psicopatía colectiva, que es una cosa muy diferente.

La diferencia es la misma que entre una neurosis personal y una neurosis colectiva. Según Freud, la religión (y se refería al cristianismo) es una neurosis colectiva. Freud no quiso decir que las personas religiosas sean neuróticas. Por el contrario, observó que su neurosis colectiva tiende a inmunizar a las personas religiosas contra la neurosis personal.[1] No suscribo la teoría de Freud, sólo necesito su respaldo para presentar mi propia teoría: los sionistas, incluso los más sanguinarios de ellos, no son psicópatas individuales; muchos de ellos son personas amorosas e incluso abnegadas dentro de su propia comunidad. Más bien, son los vectores de una psicopatía colectiva, lo que significa una forma especial (podríamos llamarla inhumana) mediante la cual ven e interactúan colectivamente con otras comunidades humanas.

Este es un punto crucial, sin el cual nunca podremos entender a Israel. Llamar psicópatas a sus líderes no ayuda. Lo que necesitamos es reconocer a Israel como un psicópata colectivo y estudiar el origen de este carácter nacional único. Es una cuestión de supervivencia para el mundo, del mismo modo que es una cuestión de supervivencia para cualquier grupo reconocer al psicópata entre ellos y comprender sus patrones de pensamiento y comportamiento.

¿Qué es un psicópata?

La psicopatía es un síndrome de rasgos psicológicos clasificados entre los trastornos de la personalidad. El psicólogo canadiense Robert Hare, a raíz de La máscara de la cordura (1941) de Hervey Cleckley, ha definido sus criterios de diagnóstico sobre la base de un modelo cognitivo que ahora se adopta ampliamente, aunque algunos psiquiatras prefieren el término "sociopatía" porque realmente tiene que ver con la incapacidad de socializar de una manera genuina.[2] En un esfuerzo por lograr que todos estén de acuerdo, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales ha sugerido “trastorno de personalidad antisocial”; pero el término “psicopatía” sigue siendo el más popular y sólo por esa razón lo adoptaré.

El rasgo más característico del psicópata es una ausencia total de empatía y, como resultado, de inhibición moral a la hora de dañar a otros, combinada con una sed de poder. La psicopatía también comparte algunos rasgos con el narcisismo: los psicópatas tienen una gran visión de su propia importancia. En su opinión, todo se les debe porque son excepcionales. Nunca se equivocan y los fracasos siempre son culpa de los demás.

La verdad no tiene ningún valor para el psicópata; la verdad es aquello que le conviene en un momento dado. Es un mentiroso patológico, pero apenas se da cuenta. Mentir es tan natural para él que la cuestión de su “sinceridad” es casi irrelevante: el psicópata vence al detector de mentiras.

El psicópata sólo siente emociones muy superficiales y no tiene sentimientos reales por nadie; pero ha desarrollado una gran habilidad para engañar. Puede ser encantador hasta el punto de ser carismático. No puede sentir empatía, pero aprende a simularla. Su poder es su extraordinaria habilidad para fingir, engañar, atrapar y capturar. Aunque él mismo está inmunizado contra la culpa, se convierte en un maestro en hacer sentir culpables a los demás.

Como el psicópata no puede ponerse en el lugar de nadie más, no puede mirarse a sí mismo de manera crítica. Confiado en que tiene derecho a cualquier circunstancia, está genuinamente sorprendido por el rencor de sus víctimas y las castigará por ello. Si roba la propiedad de alguien, considerará el resentimiento de los despojados como un odio irracional

Aunque se puede considerar que el psicópata está completamente loco, no está loco en el sentido médico, ya que no sufre; los psicópatas no visitan a los psiquiatras a menos que se vean obligados a hacerlo. En cierto sentido, el psicópata está demasiado adaptado a la vida social, si el objetivo de la vida social es sobrevivir individualmente. Por eso el verdadero misterio, desde el punto de vista darwiniano, no es la existencia de psicópatas, sino su baja proporción en la población.

La estimación mínima más optimista en la población occidental es del 1 por ciento. No deben confundirse con el proverbial 1 por ciento que posee la mitad de la riqueza mundial, aunque un estudio entre altos ejecutivos de grandes empresas ha demostrado que los rasgos psicopáticos están muy extendidos entre ellos.[3]

Israel como estado psicopático

El hecho es que los judíos están hoy desproporcionadamente representados entre la élite (son la mitad de los multimillonarios estadounidenses, mientras que representan sólo el 2,4% de la población),[4] Esto no significa tampoco que la psicopatía sea más frecuente entre los judíos. En cierto modo, ocurre todo lo contrario: los judíos demuestran entre ellos un alto grado de empatía, o al menos de solidaridad, a menudo hasta el punto del autosacrificio. Pero la naturaleza selectiva de esta empatía sugiere que está dirigida menos a la humanidad de los demás que a su judaísmo.

De hecho, los judíos tienden a confundir judaísmo y humanidad. Entonces, lo que es bueno para los judíos necesariamente debe ser bueno para la humanidad. Por el contrario, un crimen contra los judíos es un “crimen contra la humanidad”, un concepto que ellos crearon en 1945. Confundir el judaísmo con la humanidad es un signo de narcisismo colectivo, pero cuando se trata de considerar a los no judíos como menos que humanos, se convierte en un signo de psicopatía colectiva.

Colectivamente, los judíos se consideran inocentes de los cargos que se les imputan. Es por eso que el médico pionero sionista Leo Pinsker consideraba la judeofobia como “una aberración psíquica”. Como aberración psíquica es hereditaria y como enfermedad transmitida durante dos mil años es incurable”. En consecuencia, los judíos son “el pueblo elegido para el odio universal” (incluso los judíos ateos no pueden evitar definir el judaísmo como elección).[5] 

Israel, el Estado judío, es el psicópata entre las naciones. Actúa hacia otras naciones de la misma manera que un psicópata actúa hacia sus semejantes. "Sólo los psiquiatras pueden explicar el comportamiento de Israel", escribió el periodista israelí Gideon Levy en Haaretz en 2010. Sin embargo, su diagnóstico, que incluía "paranoia, esquizofrenia y megalomanía",[6] está equivocado. Considerando la absoluta superioridad moral de Israel, la deshumanización de los palestinos y su extraordinaria capacidad para mentir y manipular, estamos ante un psicópata.

Al establecer un paralelo entre la psicopatía y la actitud de Israel, no culpo a los israelíes ni a los judíos como individuos. Son parte de esta psicopatía colectiva sólo en la medida en que se someten a la ideología nacional. Podemos hacer una comparación con otro tipo de entidad colectiva. En The Corporation: The Pathological Pursuit of Profit and Power, Joel Bakan señaló que las grandes empresas se comportan como psicópatas, insensibles al sufrimiento de aquellos a quienes aplastan en su búsqueda de ganancias: “El comportamiento corporativo es muy similar al de un psicópata”.[7] Mi análisis de Israel se basa en el mismo razonamiento. Excepto que Israel es mucho más peligroso que cualquier empresa gigante (incluso Pfizer), porque la ideología que causa su trastorno de personalidad es mucho más demente que la ideología liberal, socialdarwiniana, que gobierna el Mercado de Valores. La ideología de Israel es bíblica.

El virus bíblico

La psicopatía colectiva de Israel no es genética, es cultural, pero se formó en tiempos muy antiguos, por lo que está incrustada en el subconsciente ancestral (sea lo que sea): en última instancia proviene del dios celoso inventado por los levitas para controlar a los hambrientos. Tribus se propusieron conquistar Palestina hace unos tres mil años. Por nacimiento, Israel es la nación del dios psicópata.

Yahvé, “el dios de Israel”, es un dios volcán enojado y solitario que manifiesta hacia todos los demás dioses un odio implacable, y termina considerándolos como no dioses, siendo él, de hecho, el único dios verdadero. Esto lo caracteriza muy claramente como un psicópata entre dioses. Por el contrario, para los egipcios, según el egiptólogo alemán Jan Assmann,los dioses son seres sociales” y la armonía entre ellos garantiza la armonía en el cosmos.[8] Además, existía cierto grado de traducibilidad entre los panteones de diversas civilizaciones. Pero Yahvé enseñó a los hebreos a despreciar las deidades de sus vecinos, convirtiéndolas, a los ojos de estos vecinos, en una amenaza para el orden cósmico y social. Yahvé es esencialmente, dice Assmann, un dios teoclástico: “Debéis destruir por completo todos los lugares donde las naciones que desposeéis han servido a sus dioses, en las altas montañas, en las colinas, bajo cualquier árbol frondoso; derribarás sus altares, derribarás sus piedras sagradas, quemarás sus postes sagrados, cortarás en pedazos las estatuas de sus dioses y borrarás su nombre de ese lugar” (Deuteronomio 12:2-3).

Puede que Yahvé sea un personaje de ficción, pero su dominio sobre la mente judía es, no obstante, real. “¡Apelar a un padre loco y violento , y durante tres mil años, eso es ser un judío loco!”[9] dijo Smilesburger en la Operación Shylock de Philip Roth. Yahvé ha enseñado a los judíos a mantenerse estrictamente separados de otras personas. Las prohibiciones alimentarias sirven para impedir toda socialización fuera de la tribu: “Yo os apartaré de todos estos pueblos, para que seáis míos” (Levítico 20:26).

La naturaleza del pacto no es moral. El único criterio para la aprobación de Yahvé es la obediencia a sus leyes y mandamientos arbitrarios. Matar a traición a cientos de profetas de Baal es bueno, porque es la voluntad de Yahvé (1 Reyes 18). Mostrar misericordia al rey de los amalecitas es malo, porque cuando Yahweh dice “maten a todos”, quiere decir “a todos” (1 Samuel 15). En la historiografía bíblica, el destino del pueblo judío depende de que siga las órdenes de Yahvé, por demenciales que sean. Como bien dijo Kevin MacDonald:

La idea de que el sufrimiento judío es el resultado de que los judíos se desvían de su propia ley se produce casi como un constante redoble a lo largo del Tanaj: un recordatorio constante de que la persecución de los judíos no es el resultado de su propio comportamiento frente a los gentiles, sino más bien el resultado de su comportamiento frente a Dios.[10]

Si los judíos siguen el mandato de Yahvé de alejarse del resto de la humanidad, a cambio, Yahvé promete hacerlos gobernar sobre la humanidad: “seguir sus caminos, guardar sus estatutos, sus mandamientos, sus costumbres y escuchar su voz”, y Yahvé “os elevará más que cualquier otra nación que haya creado”; “Harás a muchas naciones tus súbditos, pero tú no estarás sujeto a ninguna” (Deuteronomio 26:17-19 y 28:12). En realidad, esto suena muy parecido al pacto que Satanás le propuso a Jesús: “el diablo le mostró todos los reinos del mundo y su esplendor. Y él le dijo: 'Todo esto te daré, si te postras a mis pies y me honras'” (Mateo 4:8-9).

Si Israel sigue escrupulosamente la Ley, Yahvé promete someter a todas las naciones al dominio de Israel y destruir a aquellas que resistan. “Los reyes caerán postrados ante ti, rostro en tierra, y lamerán el polvo de tus pies”, mientras que “la nación y el reino que no te sirva perecerán” (Isaías 49:23 y 60:12). Las naciones deben reconocer la soberanía de Israel o ser destruidas. Yahweh le dijo a Israel que había identificado “siete naciones más grandes y más fuertes que tú”, que “debes poner bajo maldición de destrucción” y no “mostrarles ninguna piedad”. En cuanto a sus reyes, “borrarás sus nombres debajo del cielo” (Deuteronomio 7:1-2, 24).

El código de guerra de Deuteronomio 20 ordena exterminar “cualquier ser viviente” en las ciudades conquistadas de Canaán. En la práctica, la norma se extiende a todos los pueblos que resisten a los israelitas en su conquista. Fue aplicado por Moisés a los madianitas, aunque en este caso Yahvé permitió que sus guerreros se quedaran con las jóvenes vírgenes (Números 31). Fue aplicada por Josué a la ciudad cananea de Jericó, donde los israelitas “impusieron la maldición de destrucción sobre todos los habitantes de la ciudad: hombres y mujeres, jóvenes y viejos, incluidos los bueyes, las ovejas y los asnos, matándolos a todos” ( Josué 6:21). En la ciudad de Hai, todos los habitantes, doce mil de ellos, fueron masacrados, “hasta que no quedó ninguno con vida ni nadie que pudiera huir. … Cuando Israel terminó de matar a todos los habitantes de Hai en el campo y en el desierto donde los habían perseguido, y cuando todos cayeron a espada, todo Israel regresó a Hai y masacró a los que quedaban”. Las mujeres no se salvaron. “Y Israel tomó como botín sólo el ganado y el botín de esta ciudad” (Josué 8:22-27). Luego vinieron las ciudades de Maceda, Libna, Laquis, Eglón, Hebrón, Debir y Hazor. En toda la tierra, Josué “no dejó sobreviviente alguno y puso a todo ser viviente bajo maldición de destrucción, como Yahvé, dios de Israel, había ordenado” (10:40).





Como escribió Avigail Abarbanel en “Por qué dejé el culto”, los conquistadores sionistas de Palestina “han estado siguiendo muy de cerca el dictado bíblico a Josué de entrar y tomar todo. … Para un movimiento supuestamente no religioso, es extraordinario cuán estrechamente el sionismo… ha seguido la Biblia”.[11] Kim Chernin, otro disidente israelí, escribió en “Los siete pilares de la negación judía”: No puedo contar el número de veces que leí la historia de Josué como una historia de cómo nuestro pueblo tomó posesión legítima de su tierra prometida sin pararme a decirme, 'pero esta es una historia de violación, saqueo, matanza, invasión y destrucción de otros pueblos”.[12]

Yahweh ofrece sólo dos caminos posibles a Israel: la dominación de otras naciones, si Israel mantiene el pacto de separación de Yahweh, o la aniquilación por parte de estas mismas naciones, si Israel rompe el pacto:

“Si te haces amigo del remanente de estas naciones que aún viven junto a ti, si te casas con ellas, si te mezclas con ellas y ellas contigo, entonces debes saber con certeza que Yahweh tu dios dejará de desposeer a estas naciones delante de ti, y por serán para ti un lazo y un hoyo, espinas en tus costados y abrojos en tus ojos, hasta que desaparezcas de esta hermosa tierra que te ha dado Jehová tu dios. (Josué 23:12-14)

Desposeer a otros o ser desposeído, dominar o ser exterminado: Israel no puede pensar más allá de esa alternativa.

El sionismo es bíblico

¿Qué tiene esto que ver con el sionismo, te preguntarás? ¿No es el sionismo una ideología secular? Creo que ya es hora de disipar este malentendido. El sionismo es un producto del judaísmo, y el judaísmo tiene sus raíces en la Biblia hebrea, el Tanaj. Ya sea que la haya leído o no, ya sea que la juzgue histórica o mítica, todo judío, en última instancia, basa su judaísmo en la Biblia, o en cualquier cosa que sepa sobre la Biblia. El judaísmo es la internalización del dios psicópata. No hay mucha diferencia entre que los judíos definan su judaísmo en términos religiosos o étnicos. Desde un punto de vista religioso, la Biblia preserva la memoria y la esencia de la Alianza con Dios, mientras que desde un punto de vista secular, la Biblia es la narrativa fundacional del pueblo judío y el modelo mediante el cual los judíos interpretan toda su historia posterior (la Dispersión), el Holocausto, el renacimiento de Israel, etc.).

Es cierto que Theodor Herzl, el profeta del sionismo político, no se inspiró en la Biblia. Sin embargo, llamó a su ideología sionismo, utilizando el nombre bíblico de Jerusalén. En cuanto a los sionistas post-Herzl, y a los verdaderos fundadores del moderno Estado de Israel, estaban empapados de la Biblia. “La Biblia es nuestro mandato”, declaró Jaim Weizmann en 1919, y en 1948 ofreció a Truman un rollo de la Torá por su reconocimiento de Israel. Así comienza la Declaración del Establecimiento del Estado de Israel:

ERETZ-ISRAEL [(hebreo) – la Tierra de Israel, Palestina] fue el lugar de nacimiento del pueblo judío. Aquí se formó su identidad espiritual, religiosa y política. Aquí alcanzaron por primera vez la condición de Estado, crearon valores culturales de importancia nacional y universal y dieron al mundo el eterno Libro de los Libros.

No hay duda de que el Estado de Israel se fundó sobre la base de la afirmación bíblica.

David Ben-Gurion, autor de este documento y padre de la nación, tenía una visión bíblica del pueblo judío. Para él, según su biógrafo Dan Kurzman, el renacimiento de Israel en 1948 “fue paralelo al éxodo de Egipto, la conquista de la tierra por Josué, la revuelta macabea”. Ben-Gurion nunca había estado en una sinagoga y desayunaba carne de cerdo, pero estaba inmerso en la historia bíblica. “No puede haber una educación política o militar valiosa sobre Israel sin un conocimiento profundo de la Biblia”, solía decir.[13] Tom Segev escribe en su biografía más reciente:

Patrocinó una clase de estudio bíblico en su casa y promovió dos conceptos para caracterizar el carácter moral del Estado de Israel y su destino y deber para consigo mismo y el mundo: el primero fue “pueblo elegido”, término proveniente del pacto entre Dios y el pueblo de Israel (Éxodo 19:5-6); el segundo fue el compromiso del pueblo judío con los principios de justicia y paz que lo convierten en una “luz para las naciones”, en el espíritu de los profetas (Isaías 49:6). Con frecuencia hablaba y escribía sobre estos conceptos.[14]

La mentalidad bíblica de Ben-Gurion se hizo cada vez más evidente a medida que crecía. Consideremos, por ejemplo, el hecho de que, mientras rogaba a Kennedy que dejara a su pueblo tener la bomba porque los egipcios querían exterminarlos (como lo habían hecho bajo Moisés), profetizó en la revista Look (16 de enero de 1962) que dentro de veinte años Durante cinco años, Jerusalén “será la sede del Tribunal Supremo de la Humanidad, para resolver todas las controversias entre los continentes federados, como lo profetizó Isaías”.[15] Ben-Gurión no estaba loco, simplemente pensaba bíblicamente.

Casi todos los líderes israelíes de la generación de Ben-Gurion y la siguiente comparten la misma mentalidad bíblica. Moshe Dayan, el héroe militar de la Guerra de los Seis Días de 1967, justificó su anexión de un nuevo territorio en un libro titulado Viviendo con la Biblia (1978). Naftali Bennett, siendo ministro israelí de Educación, también justificó la anexión de Cisjordania mediante la Biblia.[16] Los sionistas pueden encontrar en la Biblia todas las justificaciones que necesitan: para Gaza, tienen Jueces 1:18-19: "Y Judá tomó Gaza con su territorio... Ahora Yahvé estaba con Judá, y tomaron posesión de la región montañosa". Ahora hay abiertamente fanáticos de la Biblia en el gobierno israelí, como el Ministro de Seguridad Nacional Itamar Ben-Gvir, que filma citas bíblicas todos los días. “Dios dio la tierra de Israel al pueblo judío” es el alfa y la omega del sionismo, no sólo para los israelíes, sino para los cristianos que, desde 1917, han apoyado el reclamo judío y apoyan a Israel hoy.

Incluso más que Ben-Gurion, Benjamín Netanyahu piensa bíblicamente, y esto se vuelve cada vez más claro a medida que envejece. También sabe que los cristianos no pueden argumentar seriamente contra la afirmación bíblica. El 3 de marzo de 2015, dramatizó ante el Congreso estadounidense su fobia a Irán refiriéndose al libro bíblico de Ester:

Somos un pueblo antiguo. En nuestros casi 4.000 años de historia, muchos han intentado repetidamente destruir al pueblo judío. Mañana por la noche, en la festividad judía de Purim, leeremos el libro de Ester. Leeremos sobre un poderoso virrey persa llamado Amán, que conspiró para destruir al pueblo judío hace unos 2.500 años. Pero una valiente mujer judía, la reina Ester, expuso el complot y dio al pueblo judío el derecho de defenderse contra sus enemigos. El complot fue frustrado. Nuestro pueblo fue salvo. Hoy el pueblo judío enfrenta otro intento de otro potentado persa de destruirnos.[17]

Netanyahu programó su discurso en vísperas de Purim, que celebra el final feliz del Libro de Ester: la matanza de 75.000 hombres, mujeres y niños persas. En 2019, Netanyahu pronunció estas palabras durante una gira por Cisjordania: “Creo en el libro de los libros y lo leo como un llamado a la acción para que cada generación haga lo que pueda para garantizar la eternidad de Israel”. ¡La Biblia ocupa una parte tan grande de su cerebro que quiere ¡poner una Biblia en la Luna!

Así que, por favor, dejen de llamar psicópata a Netanyahu. O al menos llámelo psicópata bíblico, un adorador del dios psicópata. Y mientras esté allí, aprenda a ver la Biblia hebrea tal como es: “una conspiración contra el resto del mundo”, como dijo HG Wells. En los libros de la Biblia, “tienen la conspiración clara y llanamente… una conspiración agresiva y vengativa. … No es tolerancia sino estupidez cerrar los ojos a su calidad”.[18]

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Notas

[1] Freud desarrolló esta teoría en tres libros: Tótem y tabú , La civilización y sus descontentos y El futuro de una ilusión.

[2] Robert Hare, Sin conciencia: El inquietante mundo de los psicópatas entre nosotros, The Guilford Press, 1993.

[3] Paul Babiak y Robert Hare, Serpientes con traje: cuando los psicópatas van a trabajar, HarperCollins, 2007.

[4] Benjamin Ginsberg, El abrazo fatal: los judíos y el Estado, University of Chicago Press, 1993; JJ Goldberg, Poder judío: dentro del establishment judío estadounidense, Basic Books, 1997.

[5] Leon Pinsker, Autoemancipación: un llamamiento a su pueblo por un judío ruso, 1882, en www.jewishvirtuallibrary.org/jsource/Zionism/pinsker.html

[6] Gideon Levy, “Sólo los psiquiatras pueden explicar el comportamiento de Israel”, Haaretz, 10 de enero de 2010, www.haaretz.com/print-edition/opinion/only-psychiatrists-can-explain-israel-s-behavior-1.261115

[7] Joel Bakan, The Corporation: The Pathological Pursuit of Profit and Power, Free Press, 2005. Vea también el documental del mismo título.

[8] Jan Assmann, De Dios y los dioses: Egipto, Israel y el auge del monoteísmo, University of Wisconsin Press, 2008, p. 47.

[9] Philip Roth, Operación Shylock: Una confesión, Simon & Schuster, 1993, p. 110.

[10] Kevin MacDonald, La separación y sus descontentos: hacia una teoría evolutiva del antisemitismo, Praeger, 1998, kindle 2013, kindle l. 6187–89.

[11] Avigail Abarbanel, “Por qué dejé el culto”, 8 de octubre de 2016, en https://mondoweiss.net/author/avigail/ Suscríbete a nuevas columnas

[12] Kim Chernin, “The Seven Pillars of Jewish Denial”, Tikkun , septiembre de 2002, citado en Kevin MacDonald, Cultural Insurrections: Essays on Western Civilization, Jewish Influence, and Anti-Semitism, Occidental Press, 2007, págs. 27 -28.

[13] Dan Kurzman, Ben-Gurion, Profeta del fuego, Touchstone, 1983, págs. 17–18, 22, 26–28. 

[14] Tom Segev, Un Estado a cualquier precio: La vida de David Ben-Gurion, Apollo, 2019, kindle l. 286.

[15] David Ben-Gurion y Amram Ducovny, David Ben-Gurion, en sus propias palabras, Fleet Press Corp., 1969, pág. 116.

[16] “Ministro israelí: La Biblia dice que Cisjordania es nuestra” en www.youtube.com/watch?v=Png17wB_omA

[17] “La transcripción completa del discurso de Netanyahu ante el Congreso”, en www.washing 
tonpost.com.

[18] Herbert George Wells, El destino del Homo Sapiens, 1939 (archive.org), pág. 128.