lunes, 18 de marzo de 2024

La tauromaquia como pretexto

En aquellos tiempos de ruidosa fanfarria para unos y obligada mudez para los demás, la sofocada lucha de clases buscaba desahogos, siquiera imaginarios, por vías que era difícil reprimir. Hemos visto que el humor, blanco o negro, era una. Pero había otras más.

En el fútbol, por ejemplo, se manifestaban filias y fobias que tenían que ver con asociar a algunos equipos con el poder y a otros con los sojuzgados. Las simpatías que más allá de Cataluña suscitaba el Barcelona partían con frecuencia de considerar al Real Madrid como "el equipo del gobierno". El Sevilla era "el equipo de los señoritos", mientras el Betis representaba al pueblo sometido. De ahí aquel grito numantino: "¡viva er Beti manque pierda!".

En mi pueblo se daba un caso paradigmático de alineación (y también alienación, claro está) en el ámbito taurino. Había en Écija dos novilleros que apuntaban maneras. Uno era Jaime Ostos, al que todos conocemos, aunque solo sea por la prensa rosa. El otro, que no tuvo tanta suerte (parece que fallaba justo en la suerte suprema) y al que pocos recuerdan hoy, se llamaba Bartolomé Jiménez Torres. Llegó a tomar la alternativa y se mantuvo algunos años en cartel. Incluso le dedicaron un pasodoble. Hasta que tuvo que abandonar y terminó su trayectoria como simple banderillero.

21-09-1954. Alternativa de Bartolomé Jiménez Torres











Por aquellos años el pueblo dividió apasionadamente sus simpatías entre los dos. Jaime pertenecía a una familia de cierto abolengo, aunque él no fuera de los más notables. Bartolo, en cambio, era un hombre del pueblo. 

"Bartolistas" y "Jaimistas" eran algo así, en un pueblo donde había un solo equipo de fútbol, como el equivalente local de los "sevillistas" y "béticos", que también los había. La inquina contra Jaime, que además mostraba cierta soberbia, la viví de cerca siendo muy niño.

Mi familia no era precisamente rica, pero en aquel tiempo de pobreza no era difícil a los menos pobres tener servicio doméstico. Los criados se llaman así porque en las sociedades antiguas bastaba criarlos y alimentarlos desde niños para que sirvieran a sus señores de por vida. No era tan feudal el mundo de los señoritos como antes había sido el de los señorotes, pero la paga de las niñeras no debía ser muy elevada, porque en casa las había y nos sacaban de paseo por las tardes a mí, mi hermana y mis primos; y recalábamos en "El Salón".

El Salón en 1940














Así se llamaba popularmente a la Plaza de España, el antiguo foro de la vieja Astigi. Era entonces un entorno precioso, con palmeras y naranjos, quiosco de música y unos bancos de piedra forrados de azulejos, entorno maltratado por los munícipes que vinieron después, aunque debo reconocer que las obras permitieron descubrir parte importante del pasado romano. Sentadas en aquellos bancos, las niñeras cantaban y las niñas bailaban sevillanas.

Me acuerdo de algunas letras alusivas a la pugna toreril. Decía una de ellas:

Bartolo gana
porque lleva a la novia
'vestía' de grana

y Jaime pierde
porque lleva a la novia
'vestía' de verde

No alcanzo a saber si lo "grana" era lo "rojo" que entonces estaba proscrito, aunque quizá solo fuera un color más taurófilo que político. El grana y el oro son colores taurinos, asociados también a "la roja y gualda". Para la bandera sí valía el nombre, como para el fútbol, aunque en un famoso partido URSS-España la selección tuvo que vestirse de azul. En cuanto al gualda, fue el senador Camilo José Cela quien expulsó este arcaico nombre de la Constitución.

Otras letras de aquellas sevillanas eran mucho más ofensivas, como la que decía:

Por ahí viene Jaime
con las orejas 'caías".
Parece un perro pachón
cuando va de cacería

La inquina popular contra el torero llegó al límite cuando, tras una gran bronca en una corrida, se quitó las zapatillas, les sacudió el polvo y nunca más volvió a torear en el pueblo.

He tomado prestadas las imágenes de Écija en el recuerdo, una colección que contiene nada menos que quinientas fotografías, muchas de las cuales servirán a un ojo crítico para entender el clima de toda una época. La ciudad siempre ha sido un enclave eclesiástico y señorial, llena de iglesias y palacios. El ambiente santurrón y militarote de la posguerra se refleja aquí en desfiles militares, procesiones, homenajes a vecinos ilustres, normalmente afectos al régimen, y visitantes ilustres. Visitas ministeriales, como la de Fraga Iribarne, y la famosa de Franco, quien en su discurso ritual desde el ayuntamiento empezó saludando, no a todos los españoles como acostumbraba, sino a los "ecijanos y andaluces todos". En una de las fotografías (331) puede leerse, y encima por triplicado, la famosa pancarta adoratriz: Franco, 54.000 ecijanos queremos oír tu voz". Ni que fuera Frank Sinatra.

Inmersos en la vorágine continuamente renovada de imágenes y noticias, las nuevas generaciones parecen haber perdido la memoria. El estímulo constantemente renovado de las pantallas ha borrado en una o dos generaciones canciones infantiles que perduraron durante siglos. Los juegos de internet han acabado con juegos muy antiguos. Me pregunto cuántos niños de hoy conocen el aro, si juegan a las bolas, a las chapas, al trompo, a la tanga (que al menos en mi pueblo no tenía que ver con el bikini). Aunque el patinete eléctrico haya vuelto a poner de moda el patín de mi infancia. ¿Cuántos de ellos siguen vivos, cuántas canciones infantiles y juegos manuales y verbales?

Podéis pensar que son añoranzas de viejo, pero es preocupante la desintegración mental que producen tantos estímulos continuamente renovados. La memoria a corto plazo dura apenas unos segundos, pero es de enorme utilidad si podemos utilizarla para articular una memoria de trabajo. A las nuevas generaciones les cuesta mucho controlar ese pulso rápido. En realidad nos pasa un poco a todos, porque hemos perdido la paciencia:

...de los años 80 en adelante somos, sin duda, generaciones que han perdido la paciencia. Contaba Bruno Patino en La civilización de la memoria de pez cómo Google se alegraba de haber sido capaz de medir el tiempo de atención que tiene la generación Milenial (precisamente quienes hemos nacido entre el 80 y el 95 aproximadamente) antes de pasar a otra cosa. El número de segundos, digamos, que somos capaces de prestar atención a algo antes de aburrirnos y pasar a otra cosa. Son 9. Nueve segundos.

Nueve segundos incompatibles con la capacidad de retención, necesaria para utilizar de modo coherente y continuado una memoria de trabajo que sea útil para llenar la necesaria memoria a largo plazo.

La memoria a largo plazo de los más jóvenes está hecha unos zorros. Quienes recordamos tiempos ya pasados no somos del todo conscientes de que la juventud actual no tiene ni idea de una historia que les parece prehistoria. Una parte de la población, además, cree que refrescar la memoria histórica fomenta el enfrentamiento e impide "cerrar viejas heridas".

Para complementar la anécdota taurina volveré un momento sobre otros recuerdos de mi infancia ecijana.

Tendría yo siete años cuando mi familia se mudó de casa y de barrio, y por estar más cerca me mandaron a un colegio de salesianos. Lo pasé allí muy mal, así que al año siguiente volví a la escuela pública, que estaba en la otra punta de la ciudad. En aquella escuela de la Calle Comedias me relacioné con niños de variadas clases sociales, y con algunos entablé una amistad que duró años, pese al alejamiento posterior.

También tuve allí otros maestros, buenos maestros, que me supieron orientar sin la presión psicológica que empleaban mucho los curas.

Recuerdo que hasta la ropa de los niños distinguía su clase social. Lo que más abundaba eran unas chaquetas de punto de color indefinido que llamaban "saquitos".

En la Semana Santa y en las procesiones desfilaban los niños del Frente de Juventudes, con sus camisas azules y su aspecto proletario, tocando cornetas y tambores. Por otro lado lo hacían los salesianos, con otros uniformes de niños más ricos, y que además tenían una banda de gaitas que había creado un profesor gallego del que no tengo malos recuerdos. Yo me sentía más identificado con los primeros; entonces, la Falange era para mí algo popular y "proletario", tal como se disfrazaban de populares los fascismos de la época.

La impresión de vivir en un pueblo de graves contrastes sociales era tan evidente que cuando mi familia se trasladó a Madrid poco tiempo después (tenía yo diez años) me ocurrió un caso que voy a contar.

Fui de visita con mi tío Gonzalo a casa de unos amigos suyos, un piso muy señorial de la calle Doce de Octubre. En un momento dado aquellos amables señores, a los que recuerdo con cariño y con los que estuve luego muchas veces, me preguntaron qué podía contar de mi pueblo, y no se me ocurrió otra cosa que soltar:

Pues que los pobres son muy pobres y los ricos son muy ricos.

No puedo recordar si aquello les pareció bien o mal. Seguramente les hizo gracia viniendo de un niño bastante inocente, pero sí recuerdo lo que me dijo mi tío cuando volvíamos a casa:

No debiste decir aquello, porque estos señores son terratenientes...

miércoles, 13 de marzo de 2024

Tres toques de atención

Ya no es solo que tengamos una guerra en Europa, "la primera en décadas", nos dicen, olvidando las que alentaron en Yugoslavia, y en las que participaron de muy buen grado países de la Unión Europea; bajo la batuta otánica, no lo olvidemos, de nuestro admirado Javier Solana.

Es que nuevamente se está alentando a que participemos en ella. Emmanuel Macron ya ha lanzado un globo sonda, es de suponer que como avanzadilla a la que otros, de momento, no se suman. Nada más claro que decir que "la intervención puede ser necesaria para evitar que Rusia gane la guerra".

El clima prebélico es tan claro que ya se especula con que España podría participar, y en tal caso no bastaría con nuestro ejército profesional. La prensa ya insinúa una posible vuelta al servicio militar obligatorio si la carne de cañón profesional no es suficiente. La constitución nunca lo ha impedido, y la propia ley que acabó con la mili obligatoria deja abierta la puerta a "casos excepcionales" en que se podría movilizar a la población civil. Véase como muestra este artículo: ¿Puede volver la mili a España?

No son únicamente motivos geopolíticos los que pueden llevarnos a una militarización aún mayor de nuestras sociedades. Es que en tiempos de crisis la economía de guerra permite tomar medidas imposibles para un capitalismo de libre oferta y demanda. Una demanda artificial de productos bélicos que hay que renovar continuamente, con una obsolescencia más que programada de materiales a destruir o desechar, y la propia destrucción que dará en su momento oportunidades de negocio para reconstruir lo que nunca debió ser destruido, unida a una feroz disciplina laboral, y a la dinamización de otros sectores productivos, son una tabla de salvación para inversores que ya no disponían de otros nichos de inversión.

Sobre esta peliaguda cuestión son varios los artículos que están denunciando el reforzamiento de la industria militar como motor de una economía que se estanca. Con la avidez de los capitalistas por el beneficio inmediato, olvidan que esta vez la remontada de la economía sería efímera, y que ya no quedarán recursos para reconstruirla en su estado anterior, como sucedió en otras guerras de las que salió fortalecida e incrementada.

Dejo aquí tres textos sobre este tema tan preocupante, mientras la ciudad alegre y confiada se deja pasivamente arrastrar y continúa con su vida habitual, salvo allí donde la guerra es ya un hecho (la obra de Benavente se estrenó en mitad de la Primera Guerra Mundial).

En el primer escrito, del día once de este mes, Pere Brunet, investigador del Centre Delàs experto en la relación entre militarismo y crisis ambiental, denuncia precisamente el negocio de la guerra y la ceguera medioambiental de sus promotores. En situaciones dramáticas aparecen grandes oportunidades de lucro para quienes carezcan de escrúpulos. Lo vemos ahora mismo con la crisis de las mascarillas.

En otro artículo, del día nueve, Juan Antonio Sanz explica el proceso de escalada bélica que padecemos, y se muestra muy preocupado por el posible desenlace que nadie parece desear (¿o algunos que se consideran a salvo tal vez sí...?).

Por último, fechado el día siete (yo también voy para atrás este día trece...) selecciono un comentario, elegido por su oportunidad entre VEINTIDÓS TEXTOS DE JORGE RIECHMANN CON LOS QUE PEDALEAR HACIA EL ECOSOCIALISMO seleccionados por Raúl Garrobo Robles. Todos dignos de mención y análisis profundo, en esta ocasión el más pertinente es el que se pregunta: 

Si una economía de guerra puede movilizar las voluntades y recursos con los que transformar el marco sociocultural humano, ¿cuánto mejor no será acudir a una planificación económica ecosocialista y evitarnos la guerra?

Siguen los análisis sobre el actual capitalismo en crisis y esa economía de guerra al acecho:

De 1992 a 2024: armas y retos

PERE BRUNET
11/03/2024










Estamos en una encrucijada. Parece que Europa se prepara para un escenario de guerra, armándose y aumentado presupuestos militares.

En estos momentos convulsos, tal vez nos convenga un poco de aire fresco. Retrocedamos a 1992. Habían pasado sólo tres años desde la caída del muro de Berlín. Este año, 1.700 científicos independientes, entre ellos 104 premios Nobel en disciplinas de ciencias, escribieron una Advertencia a la humanidad. Nos urgían a reducir la destrucción ambiental y a abordar un gran cambio en nuestra gestión de la Tierra y la vida, declarando que "el éxito en este esfuerzo global requerirá una gran reducción de la violencia y la guerra. Los recursos que ahora se dedican a la preparación y conducción de la guerra... serán muy necesarios para las nuevas tareas y deberían desviarse hacia los nuevos desafíos". Eran años de optimismo. En junio de 1991, Mikhail Gorbachev había pronunciado la "Conferencia Nobel" en Oslo, en la que habló extensa y profundamente sobre la necesidad de que la paz prevaleciera sobre cualquier otra condición, expresando su confianza en el que la solidaridad y el cambio serían aceptados por el mundo entero para hacer frente a los desafíos globales. Como explica Federico Mayor Zaragoza, Gorbachev planteó el desarme a Ronald Reagan, incluyendo la terminación de la carrera de armamentos y de las ojivas nucleares. Gorbachev decía: "vivimos en un mismo planeta. Europa es nuestra casa común; una casa, y no un campo de batalla".

A pesar de las advertencias, nuestros dirigentes no han querido entender la extrema gravedad de los retos a los que nos enfrontamos. A pesar de los muchos recordatorios (como el de 15.364 científicos de 184 países en 2017, a los 25 años del primer aviso), los políticos no saben afrontar la crisis ambiental que nos viene encima y que nos irá destruyendo con sequías, epidemias y todo tipo de cambios climáticos. Con el único motivo de adorar al dios del negocio neocapitalista, nos han abocado a treinta años de retroceso. Ni se ha querido desmilitarizar, ni se han desviado recursos militares tal como pedían los científicos (el gasto militar mundial ha aumentado un 69% entre 1992 y 2022 según SIPRI) ni se ha abordado la reducción de emisiones de efecto invernadero, con un aumento del CO2 en la atmósfera que ha pasado de las 356 ppm a las 418 ppm.

Las guerras nos hablan de supuestas fronteras mientras destruyen pueblos y vidas; pero desde 1945 ya no acaban en victorias. Los grandes retos de la humanidad son en cambio globales y transfronterizos. ¿Despertaremos algún día del letargo militarista para exigir soluciones reales para las personas actuales y venideras? ¿Quién se aprovecha y quién gana, en este rearme europeo? Antoni Bassas hace poco citaba a Warren Buffet ("Es mi clase, la clase rica, la que hace la guerra y la estamos ganando") y continuaba planteando si se trata de la misma clase que cree que realizar una guerra en Rusia puede ser un buen negocio (para ellos, no para los peones de ajedrez).

Según el instituto SIPRI, 14 de los 20 primeros países productores y exportadores de armas del mundo pertenecen a la OTAN. Entre todos ellos venden el 78% de las armas mundiales. España es el octavo exportador a nivel mundial de unas armas que acaban en todos los conflictos bélicos del planeta, avivando su crueldad y empeorando las condiciones de vida de la población civil.

La caldera de la Tierra está hirviendo, mientras los políticos desoyen las continuadas advertencias que llegan desde la ciencia y de los pueblos. Estamos destrozando la vida en el planeta, la de las nuevas generaciones y la de nuestros nietos. Pero nuestros dirigentes sólo saben seguir los dictados de los grandes negociantes de la destrucción criminal.

Si vis pacem, para verbum. Si queremos paz, debemos denunciar a los traficantes de las guerras y las armas. Si queremos la Paz, debemos olvidar las armas, escuchar, empatizar y exigir el alto al fuego y la negociación en todos los conflictos armados. Europa tiene una gran oportunidad. La de distanciarse de las opciones bélicas para ofrecer soluciones diplomáticas y modelos geopolíticos sustentados en los grandes retos actuales del mundo y basados en sus objetivos fundacionales de contribuir a la paz y a la solidaridad y del respeto mutuo entre los pueblos.

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La guerra de Ucrania entra en una nueva fase marcada por el rearme europeo y la escalada de tensión entre Bruselas y Moscú

La adhesión de Suecia a la OTAN, el rearme de la UE y la sugerencia de enviar tropas europeas a Ucrania marcan un hito en la guerra y disparan la tensión con Rusia. 

09/03/2024

Tropas ucranianas realizan maniobras en Bajmut, cerca de Donetsk, a 8 de marzo de 2024












Rusia y Occidente mueven sus piezas en el tablero bélico de Ucrania para una larga confrontación que consolida la nueva Guerra Fría entre los dos contendientes, sin excluir un eventual choque armado y directo sobre suelo ucraniano.

La entrada de Suecia en la OTAN esta semana, después de que recientemente lo hiciera Finlandia, el nuevo plan de defensa europea que apuesta abiertamente por la carrera armamentística y la propuesta francesa de desplegar tropas occidentales en Ucrania, que poco a poco gana adeptos, marcan la nueva realidad militarista de Europa y complican mucho los intentos, como el que acaba de plantear Turquía, de abrir una mesa de negociaciones antes de que sea demasiado tarde.

La Unión Europea, hasta ahora un proyecto de paulatina integración política, económica, social, cultural y de derechos compartidos, ha aprovechado un momento crítico, la guerra de Ucrania, para hacer del componente militar el principal pilar de cohesión de los Veintisiete.

El primer pretexto lo ofrecieron la invasión rusa de Ucrania y el decidido apoyo a este país, con dinero y armas. Ahora, ya no hay medias tintas y la apuesta es por una Europa fuerte militarmente, que supedite incluso la economía a la defensa, y con el peligro ruso como elemento cohesionador.

La Europa de los misiles se impone a la Europa social

La preeminencia de halcones de la derecha más recalcitrante al frente del timón europeo, como la actual presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, facilita esta transición hacia la Europa de los misiles y la economía de guerra. Esta semana, Von der Leyen propuso destinar 1.500 millones de euros del presupuesto de la UE durante el periodo 2025-2027 para convertir la industria militar europea en uno de los motores de la nueva Europa con su propia personalidad en materia de seguridad.

Esta visión cuenta con el respaldo de la mayor parte de los socios, que no ven mal que la fabricación de armas abandere la política y la economía europeas. Han visto los pingües beneficios que las empresas armamentísticas estadounidenses han obtenido en Irak y ahora en Ucrania, y no quieren quedarse atrás.

Uno de los objetivos es que, para 2030, el 50% de las compras de armas de la UE sea a fabricantes europeos y que el 40% de las compras puedan ser conjuntas. Para el año 2035, el 60% del armamento debería ser ya europeo. El equipo de Von der Leyen considera que la industria europea de defensa podría alcanzar pronto a la estadounidense, que gracias a la guerra de Ucrania ha visto cómo los clientes europeos acaparaban el 63% de sus ventas de armas.

Una senda que pasa por la economía de guerra

La hoja de ruta de la militarización europea pasa por la llamada Estrategia Industrial Europea de Defensa (EDIS) y el Programa Europeo Industrial de Defensa (EDIP), claves del nuevo plan estratégico que se está pergeñando en Bruselas en un momento que debería ser poco propicio, dados los reveses ucranianos ante Rusia. Sin embargo, adquiere todo su sentido cuando se entiende que la guerra fue, precisamente, solo un pretexto para la carrera de armamento.

Además de hacer partícipes de este rearme a las grandes empresas europeas del sector, se promueve que las pymes puedan también beneficiarse. Este espaldarazo al militarismo se completa con la posibilidad de que la Comisión Europea pueda declarar el estado de crisis en caso de que se necesite potenciar esa producción militar por algún riesgo o razón determinada. De facto, esta es la economía de guerra defendida por la conservadora Von der Leyen y admitida incluso por los gobiernos de izquierda europeos.

La incorporación de Suecia a la OTAN impulsará estos planes de militarización y, junto con la anterior incorporación de Finlandia, ofrecerá un mayor protagonismo al norte de Europa en la estrategia comunitaria de disuasión y defensa.

Maniobras de la OTAN junto al Ártico ruso

Como muestra de esta nueva apuesta militarista, la OTAN está embarcada en unas maniobras hasta el 14 de marzo en la península escandinava. Unos 20.000 soldados de 13 países toman parte en estos ejercicios en Noruega, Suecia y Finlandia, coordinados como una advertencia sin tapujos hacia Rusia: puede que Moscú esté ganando la batalla de Ucrania, pero la confrontación entre Occidente y Rusia tiene eventuales escenarios mucho más amplios.

El secretario del Consejo de Seguridad Ruso, Nikolái Pátrushev, uno de los hombres fuertes del presidente Vladímir Putin, ha calificado este importante ejercicio militar de la OTAN como "un ensayo para un enfrentamiento armado con Rusia".

Pátrushev es uno de los hombres fuertes de Putin y uno de los que podrían considerarse en primera línea para su eventual sucesión llegado el momento. Momento que aún tardará en producirse, pues Putin se dispone a revalidar su mandato en los comicios presidenciales que Rusia celebra entre el 15 y el 17 de marzo. El actual presidente ruso lleva en el poder desde hace 24 años y su aparente intención es permanecer en él hasta 2036, si gana éstos y los próximos comicios. Su retención férrea y autoritaria de las riendas del Kremlin apunta a que podría lograrlo, salvo que ocurra un cataclismo en Rusia.

Pátrushev acusó precisamente a Occidente de estar buscando esa hecatombe geopolítica en Rusia, "una derrota estratégica" de manos de su apoyo con armas y medios financieros a Ucrania. "Al continuar brindando asistencia militar y técnico-militar a gran escala, Occidente en realidad está participando en el conflicto armado", explicó Pátrushev esta semana.

EEUU amenaza con una guerra si Ucrania cae ante Rusia

El político ruso tuvo también palabras de advertencia contra la propuesta disfrazada de sugerencia del presidente francés, Emmanuel Macron, para llevar en un futuro tropas europeas a Ucrania. Aunque después el propio Palacio del Eliseo matizó que no serían para participar en combate, sino de apoyo logístico y para mantenimiento de equipo, nadie se creyó que la intención de París no sea tratar de compensar de alguna forma la falta de soldados que afronta el Ejército ucraniano y que podría ser crítica de cara al próximo año, si la guerra continúa.

Sobre esa propuesta de enviar soldados europeos a Ucrania, pronunciada por Macron tras la Conferencia de Seguridad de París de fines de febrero pasado, Pátrushev ha sido conciso: "Los países occidentales tienen la intención de hacer todo lo necesario para impedir que Rusia gane en Ucrania".

Y sobre la posibilidad de una derrota, dada la incapacidad de Ucrania para recuperar el territorio conquistado por los rusos, se manifestó esta semana el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin. El político estadounidense indicó que si Ucrania cae ante Rusia, Putin no se detendrá en las fronteras ucranianas o rusas con Europa. "Francamente, si Ucrania cae, realmente es posible que la OTAN entre en lucha con Rusia", agregó.

Francia busca el apoyo báltico y polaco al envío de tropas a Ucrania

Los países bálticos son los que menos impedimentos han puesto a la sugerencia francesa de enviar tropas a Ucrania, pues en esas capitales nórdicas la creencia en una eventual agresión rusa es muy elevada. Alemania es el país más receloso de la idea de Francia y su excesiva confianza de que la entrada de fuerzas europeas, sean combatientes o no, en territorio ucraniano no conducirá a una conflagración directa entre la OTAN y Rusia.

Y para sondear tal posibilidad, sin considerar los gravísimos peligros que entraña, el ministro de Exteriores francés, Stéphane Séjourné, se reunió este viernes en Lituania con sus homólogos bálticos. El ministro galo mencionó el desminado como una de las tareas que podrían acometer las tropas extranjeras en Ucrania, obviando la realidad de que en cualquier conflagración los zapadores son parte inherente de un ejército, son objetivo prioritario del enemigo y tienen una capacidad de combate muy alta.

"No corresponde a Rusia decirnos cómo debemos ayudar a Ucrania en los próximos meses o años", insistió Séjourné en una reunión presidida por el ministro de Asuntos Exteriores lituano, Gabrielius Landsbergis, y a la que asistió el jefe de la diplomacia ucraniana, Dmytro Kuleba. El ministro ucraniano azuzó el fuego y animó a sus colegas europeos a despachar a Ucrania "misiones de entrenamiento militar" para formar sobre el terreno a los soldados ucranianos.

Polonia, que en un principio se alineó con la prudencia alemana ante el despropósito estratégico francés, parece que ande ya considerando todas las posibilidades. "La presencia de fuerzas de la OTAN en Ucrania no es impensable", dijo el ministro de Asuntos Exteriores polaco, Radosław Sikorski, este viernes.

Turquía se ofrece para organizar una conferencia de paz

En todo este desaguisado de amenazas y propuestas estrambóticas, como la de ver marchar a los zapadores europeos delante de los tanques Leopard conducidos por ucranianos, mientras los artilleros rusos tratan, seguramente, de no herirlos para no provocar una Tercera Guerra Mundial, destaca la iniciativa de Turquía.

Tras reunirse esta semana con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, el presidente Recep Tayyip Erdogan propuso organizar en Turquía una conferencia de paz para preparar una mesa de negociaciones entre Moscú y Kiev.

El Gobierno de Ankara ya tiene la experiencia de haber intermediado entre rusos y ucranianos en los primeros meses de la guerra, aunque ese diálogo fue frustrado por Reino Unido y Estados Unidos. Turquía también ayudó a concretar en julio pasado un acuerdo con Moscú para exportar el cereal ucraniano por el mar Negro.

La propuesta turca no tiene en estos momentos muchas posibilidades de prosperar. Sin embargo, dada la capacidad de Erdogan para moverse entre los rusos y los ucranianos sin ofender ni a unos ni a otros, posiblemente sea ésta la apuesta de paz más pragmática desde el principio de la guerra, al menos sin la ambigüedad de otras propuestas, como la del presidente chino, Xi Jinping.

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Y aquí la gran pregunta de Jorge Riechmann:

Si una economía de guerra puede movilizar las voluntades y recursos con los que transformar el marco sociocultural humano, ¿cuánto mejor no será acudir a una planificación económica ecosocialista y evitarnos la guerra?

«Desde hace ya algunos años, autores hondamente preocupados por la magnitud y la velocidad de la transformación socioeconómica que sería necesaria para evitar despeñarnos en un abismo civilizatorio señalan que no podemos seguir pensando en términos de business as usual dentro del capitalismo, y que por ello sería necesario ir a una "economía de guerra". Así, por ejemplo, Lester R. Brown y sus colaboradores/as del Earth Policy Institute, quienes piden una movilización como en tiempos de guerra para salvar el clima: "Recortar las emisiones netas de CO2 un 80 por ciento para 2020 para estabilizar el clima implicará una movilización de recursos y una rotunda reestructuración de la economía global. La entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial ofrece un ejemplo inspirador en cuanto a una rápida movilización. El 6 de enero de 1942, transcurrido un mes desde el bombardeo de Pearl Harbor, el presidente Franklin D. Roosevelt utilizó su discurso del Estado de la Unión para anunciar los objetivos de producción de armas del país. [...] Desde principios de 1942 hasta el final de 1944, prácticamente no se produjeron coches en Estados Unidos. En vez de ello, la mayor concentración de poder industrial del mundo en ese momento ―la industria automovilística estadounidense― fue aprovechada para conseguir los objetivos de producción de armas de Roosevelt". [...] En el caso español, Antonio Turiel [...] calcula que sustituir los aproximadamente 6 exajulios de energía primaria usada anualmente en España por fuentes renovables implicaría instalar un terawatio eléctrico [...], de modo que las necesidades de capital de esta transformación se elevarían a 4'12 billones de dólares: tres veces el PIB de España. Si se adoptase una "economía de guerra" que permitiese destinar el 10 por ciento del PIB cada año para sufragar esa transición hacia uno de los rasgos básicos de una sociedad sostenible (un sistema energético sostenible), y suponiendo que el territorio nacional pudiese proporcionar toda esa energía renovable [...], se necesitarían 32 años para completar la transformación [...]. El propio Turiel comenta: "es evidente que, en el marco de un sistema de economía de mercado, el capital privado no acometerá una inversión tan grandiosa y de tan dudosa o nula rentabilidad". Lo que uno se pregunta es: si se reconoce que respetar las exigencias de rentabilidad de los capitales privados es incompatible con la preservación de una biosfera habitable, ¿por qué no hablar a las claras de ecosocialismo, en lugar de emplear el eufemismo "economía de guerra"? Nunca la necesidad objetiva de ecosocialismo fue tan grande como hoy, cuando nos asomamos al abismo de un colapso civilizatorio... Pero, al mismo tiempo, parecen lejísimas de madurar las condiciones subjetivas para avanzar hacia una sociedad así, después de tres decenios de neoliberalismo-neoconservadurismo y del fracaso del experimento pseudosocialista de la URSS y sus países satélites. Tal es la tragedia que caracteriza a nuestro tiempo»; [pp. 150-152].

domingo, 10 de marzo de 2024

LA SIEGA AJENA

Conrado Santamaría Bastida. Haro, La Rioja, 1962. Licenciado en Filología Clásica por la Universidad de Salamanca. Actualmente reside en Burgos y trabaja como profesor de instituto.

Su obra podría enmarcarse en la poesía de la conciencia o en la poesía social. Su obra nace de la necesidad de la memoria, de la necesidad de la esperanza, de las raíces del silencio, del miedo, del valor y del coraje, de cómo vivir mirándonos a los ojos mientras las palabras arden.

Las palabras que arden no necesitan glosa: tan solo sumergirse y ahogarse en su congoja, voluntad de sentir la amargura impotente del enjambre que liba donde todo se pudre.

Obras del autor en la página de la Biblioteca Nacional. Otros datos en La Casa de Zitas.

Publicado en Totalitaria, 2021. Y no cejar. Antología (2011-2021). Caraba Ibérica, 2022. 

Reuters

















LA SIEGA AJENA

Y vinieron los zánganos con sus ojos virtuales
donde la luz se astilla
y se deprava,
con sus alas bruñidas de verdad y ponzoña,
su zumbido sintético,
su aguijón
espurio a mataperros.
Y llegaron los zánganos y el cielo
malograba por siempre la inocencia,
y no hubo ya distancias, no hubo asilos,
y la flor del desierto,
y el agua de los valles,
y el cachorro del monte,
y las hijas e hijos de los seres humanos,
se sueñan noche y día en sangre e infrarrojos.

yo el verdugo
a la hora precisa en que madura
el polen y comienza la batida
yo el sicario a resguardo
aquí en mi alvéolo
frente a los monitores
donde el matiz no existe ni existe el titubeo
mis ojos palpo que se van pudriendo

Y apenas un zumbido, un destello en el aire
y, de repente,
quienes ya son espectros,
quienes ya fosforecen en rojos, amarillos,
en los tonos violáceos que las almas
adquieren cuando son
solo entrañas detrás de una vitrina,
los perros, las acacias, los aljibes, las piedras,
y las hijas e hijos de los seres humanos,
levantan a hurtadillas la mirada,
porque se saben néctar al alcance
y la muerte ya liba,
torpemente volando, los jugos de la tierra,
el polen del destino.
Sueñan en infrarrojos las orquídeas nocturnas,
en irreales ondas de un latido,
en bucles palpitantes de aureolas que crepitan.

yo el verdugo
en el sótano hermético
y a la hora precisa en que madura el polen
y mis manos empuñan la palanca
no estoy solo
en las otras celdillas limpiamente
maquinal el enjambre
pasea compra se enamora eleva
sus plegarias conduce su automóvil
recoge la basura no estoy solo
frente a los monitores
donde rastrean mis ojos y se pudren
a cada gota de sangre que destilan

Como fuego de azufre que un dios bituminoso
arrojara de golpe cuando el trigo germina,
sumario y arbitrario
el aguijón bastardo surca el cielo.
Negras nubes entonces florecen sin alarmas.
Todo es un objetivo:
las piedras, las acacias, los aljibes, los perros,
y los hijos e hijas de los seres humanos,
declarados hostiles se hacen humo,
se retuercen en sombras desteñidas,
y cualquiera,
más allá o más acá de las pantallas,
cualquiera que respire,
que sueñe en blanco y negro
o sueñe en infrarrojos,
yace muerto en la charca moral que nos ahoga,
desgajado el cordón de sus raíces.

como vosotros
yo el verdugo en mi alvéolo
yo el sicario
frente a los monitores donde el matiz no existe
palpo mis ojos que se van pudriendo
y aguardo la venganza
no estoy solo
cuando madura el polen y seguimos
como orquídeas nocturnas soñando en infrarrojos
y adorando postrados la añagaza
frente a los monitores
no estoy solo
no estoy solo
no estoy solo

sábado, 9 de marzo de 2024

La mujer... trabajadora

Nuevamente transcurrió otra jornada ritual, otro día internacional. Y otra vez surgen las diferencias conflictivas que ocasiona definir y defender las identidades. Solo que en este caso se trata del mayor colectivo humano, el más numeroso si excluimos a la humanidad en su conjunto.

Todos los medios de difusión se han volcado en el tema; noticiarios, tertulias, películas, se han dedicado a defender la igualdad entre géneros y denunciar los terribles abusos que todavía se producen, incluso intensificados en países de cultura islámica, en los que hace treinta o cuarenta años las mujeres llegaron a ser mucho más libres y ahora se ven amenazadas o excluidas por cuestiones tan absurdas como la forma de vestir.

Aparte de estas situaciones extremas, o de otras menos aparatosas propiciadas por las fuerzas reaccionarias allí donde vuelven a gobernar, los avances logrados en aspectos legales y en el sentido común de las poblaciones son innegables.

Volviendo sobre las ideologías identitarias, es preocupante que temas sobre la propia definición de "mujer" puedan dividir al movimiento, ocasionando que en algunos lugares se hayan organizado manifestaciones separadas, según se considere "mujer" a quien nace inequívocamente femenina o se admita en la categoría a cualquiera que, por distintas razones, físicas o psicológicas, no se encuentre cómodo en su identidad oficialmente admitida.

¿Son admisibles las personas trans en el movimiento? ¿Incluiremos a quienes ahora son oficialmente mujeres? ¿Excluiremos a quienes ya no lo son? Tengo para mí que la exclusión se parece a la de aquellos extranjeros a los que se dificulta el acceso a la ciudadanía.   

Nadie que no sea un fanático misógino (o una fanática misógina, que también las hay) puede dejar de felicitarse por la igualdad entre hombres y mujeres en los campos en que se va logrando, o dejar de luchar por ella allí donde persisten las desigualdades. Pero no es este el motivo de mi reflexión.

La historia del 8M tiene su origen en la proclamación del Día Internacional de la Mujer en Petrogrado (Rusia), en el comienzo de la revolución. 8 de marzo de 1917. Fuente: Wikimedia Commons.











Lo que me causa cierto estupor es que se limite la igualdad al interior de los compartimentos estancos en que se divide la sociedad. Igualdad dentro de la misma categoría en las empresas, igualdad estadística en las profesiones, en los centros docentes, en parlamentos o diputaciones, en los cargos directivos de la banca o del Ibex 35...

El Ministerio de Igualdad es un buen invento, pero el concepto de igualdad abarca mucho más que la igualdad de género. Que sin discusión es más que deseable, pero que iguala a hombres y mujeres (y a otros que se pueden definir como ellos mismos lo deseen) dentro de su clase social.

Así, las mujeres más pobres solo mejorarán hasta alcanzar la igualdad entre todos los pobres. Las directivas de grandes empresas, sean muchas o pocas, seguirán teniendo un nivel privilegiado, y su capacidad de decisión no dejará de estar limitada por lo que convenga al interés empresarial y su ideología de clase.

Esta igualdad acotada por los límites socioeconómicos se parece a la que en otro orden de cosas (¿o es el mismo?) reclama la derecha entre los españoles. La que no hará "más iguales" a los jornaleros andaluces y los empresarios catalanes.

Sin una perspectiva de clase andamos perdidos en las palabras. Pero las palabras son importantes: ¿cómo es que el Día de la Mujer Trabajadora ha derivado en Día Internacional de la Mujer?

En realidad dos trayectorias paralelas han confluido, de las cuales una ha terminado ocultando parcialmente la otra. Por un lado, la lucha de las mujeres por conseguir derechos políticos, que en muchos países ha tenido resultados espectaculares, sobre todo si comparamos con la situación de partida. De otro, las luchas socioeconómicas ante situaciones insoportables de las mujeres obreras, y su importancia decisiva en la historia del movimiento obrero:

Ya en 1909 una organización de Mujeres Socialistas de Estados Unidos decidió crear un Día Internacional de la Mujer, pero fue una iniciativa local con muy poco seguimiento, y solo parece haber tenido repercusión en Chicago y Nueva York. Sin embargo, al año siguiente, en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, que se celebró en Copenhague, la aprobación de un Día de la Mujer Trabajadora a propuesta de Clara Zetkin tuvo bastante más repercusión. Aun así seguía sin tener un día fijo, simplemente se decidió el mes, marzo, por sus ecos revolucionarios... 

Aunque muchas huelgas tuvieron un enorme protagonismo femenino, bien por sus peores condiciones laborales bien por ser mayoría en ciertos lugares, las más importantes no tuvieron nada que ver con el 8 de marzo. De hecho, nadie menciona esas huelgas de 1857, ni un origen vinculado a otras protestas reales de años posteriores, hasta los años cincuenta, en que se pretendió desvincular el día, ya bastante popular, de la órbita socialista y comunista. De hecho, en algunos medios el día era conocido como “Día de las mujeres comunistas” directamente...

¿Y por qué se asociaba a los comunistas este día? No solo por el origen de la propuesta, sino también porque fue en Rusia donde acabó de tomar forma la fecha. En los años siguientes, el 8M aparecería de forma intermitente como fecha elegida, pero la actuación de las mujeres rusas acabaría de asentar la fecha como una efeméride real. Si las protestas de 1913 ya habían sido reprimidas de manera bastante drástica, las de 1917 supondrían un auténtico hito en la historia, uno no siempre bien conocido ni reconocido. Esta vez sí un 8 de marzo (en realidad, para ellas, finales de febrero, ya que los calendarios eran distintos) salieron a las calles para protestar, en el Día Internacional de la Mujer, por las condiciones laborales, el hambre y las consecuencias de la entrada en la Primera Guerra Mundial...

Las trabajadoras textiles de Petrogrado empezaron el estallido de 1917, agobiadas por el racionamiento, las jornadas maratonianas y la imposibilidad de cuidar de sus hijos a la vez, mientras sus familiares estaban en el frente. De hecho, el grito básico de las trabajadoras fue “¡Pan!”. El éxito de la movilización de las mujeres arrastró a otros trabajadores y al partido bolchevique y desembocó en una revolución que forzaría la abdicación del zar y la formación de un gobierno provisional. Se concedió el derecho al voto a las mujeres y se tomaron algunas medidas, pero, en general, el gobierno subestimó lo desesperado de la situación. Unos meses más tarde, se desataría la conocida como Revolución de Octubre. El 8 de marzo sería considerado como fiesta oficial y festivo en la Unión Soviética en los años posteriores...

El Día Internacional de la Mujer fue definitivamente validado por la ONU en 1975 y, dos años más tarde, la Asamblea pedía oficialmente a los países que reconocieran un Día de las Naciones Unidas para los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional. Así acababa de internacionalizarse y, con el tiempo, se eliminó definitivamente el añadido de “la Mujer Trabajadora” y quedó definitivamente como Día de la Mujer o de las Mujeres. Aunque suponía una despolitización de la idea original, por otro lado, pretendía ser más general y hacer referencia a otros derechos, luchas y circunstancias...

La trayectoria oscilante de las interpretaciones de este día está indudablemente relacionada con las luchas ideológicas, que no dejan nunca de ser luchas de clases, y ahora no toca insistir demasiado en la igualdad real:
Fue precisamente con el auge del feminismo que desapareció la palabra "trabajadora" del 8M. No sé si porque somos hijas de nuestro tiempo... un tiempo profundamente individualista, neoliberal y superficial, o porque (y quizás justamente por eso) hemos caído en la trampa capitalista de avergonzarnos de nuestra clase social, o incluso peor: de no creernos siquiera que pertenezcamos a ella. Quizás una mezcla de todo lo anterior, sumado a que de los años 80 en adelante somos, sin duda, generaciones que han perdido la paciencia. Contaba Bruno Patino en La civilización de la memoria de pez cómo Google se alegraba de haber sido capaz de medir el tiempo de atención que tiene la generación Milenial (precisamente quienes hemos nacido entre el 80 y el 95 aproximadamente) antes de pasar a otra cosa. El número de segundos, digamos, que somos capaces de prestar atención a algo antes de aburrirnos y pasar a otra cosa. Son 9. Nueve segundos.

El artículo que sigue puntualiza debidamente y acota la extensión del significado de este día en los términos que su anterior denominación, hoy abandonada con toda la intención, tuvo: en la intersección de los conjuntos "mujeres" y "personas que trabajan" y que son explotadas en su trabajo, las que producen plusvalor, incluyendo a todas las que se ocupan del trabajo oculto y no remunerado que vertebra y sostiene la entera estructura social.



05/03/2024

Cientos de mujeres durante la manifestación por el 8M, en Pamplona. EUROPA PRESS/Eduardo Sanz

En el torbellino de noticias, consignas, cobertura mediática y manifestaciones que inundan las calles cada 8 de marzo (y no solo, hay que sumar la previa y la resaca) se han ido perdiendo los dos elementos esenciales que vertebraban este día. Porque el 8M no es el día ni nunca ha sido de la diversidad sexual, ni el día contra el genocidio, ni el día de pelear contra la monogamia, ni el día de los drag queens y, sin embargo, todo lo anterior, son ejemplos de carteles donde el "8M" es el denominador común. Se ha perdido de forma fulminante y en muy pocos años, que el día 8 de marzo es el día internacional de la mujer trabajadora. Primero se perdió el "trabajadora" y, poquitos años después, ha desaparecido incluso la palabra "mujer", no solo de esas cartelerías, sino de los discursos y agendas que se dicen "feministas".

Fue precisamente con el auge del feminismo que desapareció la palabra "trabajadora" del 8M. No sé si porque somos hijas de nuestro tiempo... un tiempo profundamente individualista, neoliberal y superficial, o porque (y quizás justamente por eso) hemos caído en la trampa capitalista de avergonzarnos de nuestra clase social, o incluso peor: de no creernos siquiera que pertenezcamos a ella. Quizás una mezcla de todo lo anterior, sumado a que de los años 80 en adelante somos, sin duda, generaciones que han perdido la paciencia. Contaba Bruno Patino en La civilización de la memoria de pez cómo Google se alegraba de haber sido capaz de medir el tiempo de atención que tiene la generación Milenial (precisamente quienes hemos nacido entre el 80 y el 95 aprox.) antes de pasar a otra cosa. El número de segundos, digamos, que somos capaces de prestar atención a algo antes de aburrirnos y pasar a otra cosa. Son 9. Nueve segundos.

Con estos mimbres, no es de extrañar que las generaciones a partir de nosotras/os, necesiten más que nunca y que nadie que nos lo expliquen todo con eslóganes rápidos, y si no es así... casi mejor que no nos lo expliquen porque ya se pasó el tiempo de atender el asunto que fuera. Yo misma tengo que pelearme contra mi impaciencia, no hablo de oídas. Yo misma he notado cómo el mundo digital ha reducido mi capacidad de concentración y de atención. Por otra parte, también he notado cómo alejarme del mundo digital sana esa impaciencia. Por supuesto, no del todo. No creo que pueda ser capaz de volver a como eran las cosas antes, porque no se trata solo de mí, sino de la sociedad. La sociedad entera está contaminada del estrés, de la impaciencia, del cabreo que provocan las dos anteriores, están impregnadas de la polaridad y las luchas ideológicas. En definitiva, que en la era de las prisas, el odio por si acaso, de la autoexigencia, la explotación y la autoexplotación, en la época del "no puedo estar ni 5 minutos sin producir antes de que me entre la culpa o una crisis existencial", el 8M es solo uno de los símbolos y luchas políticas y de reivindicación que han caído junto a muchas otras, como el 25N. Igual que ocurre con el 8M, al ser un día relacionado con las mujeres, poco a poco han ido metiéndose sectores de todo tipo a parasitar, incluido el drag queen, ¡de nuevo!, que no es nada personal, pero no se puede olvidar que es uno de esos espacios donde las mujeres no pueden entrar, porque no tiene gracia cuando nos pintamos, nos ponemos plataformas y pelucas largas, ya se espera que hagamos todas esas cosas por nacer mujeres. Entonces la gracia (a quien se la haga) está en que lo hagan precisamente los nacidos hombres como parodia a las nacidas mujeres.

Creo que este es el primer año en el que no he visto ningún cartel, flyer o póster sobre el 8M (y puede que haya sido el año que más se hayan hecho) con la palabra "trabajadora". El año pasado alguno quedaba, este año, literalmente ninguno. Como ejercicio, pueden intentarlo ustedes, busquen "trabajadora". En unos años, les invitaré a que busquen "mujer", aunque ya habrán notado que también está desapareciendo. Es como que una vez que ya hemos satisfecho a la patronal en particular y al sistema en general, estamos decididas a convertirnos en ser también serviles al sistema patriarcal. Que no es que no lo seamos, ojo, que lo somos, pero se suponía que la lucha feminista peleaba contra eso, que era el pilar que nos quedaba. La feminista es, además, una lucha sólida, apuntalada, explicada de cabo a rabo, estudiada y analizada por mujeres de todos los puntos del mundo a lo largo de nada menos que 3 siglos... derramando muchas veces su propia sangre por el camino para que nos llegara y siguiéramos el relevo. Y, en un abrir y cerrar los ojos, el opresor no está claro y la oprimida mucho menos. La opresión ha perdido su significado, la realidad material no tiene importancia y desentrañar quién es cada uno en la jerarquía sexual del sistema patriarcal te dicen que es tan difícil que habría que coger un microscopio para analizarnos.

Como ven, ni el capitalismo ni el patriarcado necesitan de microscopios para distinguirnos, la realidad ocurre de manera paralela a la inventiva de quienes hablan de "trabajadoras sexual" para no decir "mujeres explotadas sexualmente", de quienes hablan de "gestación subrogada" para que no veas las granjas de mujeres en países pobres, todas embarazadas del semen de señores de países más ricos, de quienes dicen que "el género no es binario" para que no te des cuenta de que quienes mueren por diagnósticos tardíos en las urgencias de los hospitales por no tener cuerpos de hombres son las mujeres, usen los pronombres que usen.

El Día Internacional de la Mujer Trabajadora, el 8M, debería servir como un faro de lucha y resistencia para las mujeres trabajadoras, y aquí entramos todas las que si no trabajamos, no comemos. Es decir, el 8M no es el día de Ana Botín, no es el día de Ana Obregón, ni el día de las Carmen Lomana, las Marta Ortega, las María Pombo, las Dulceidas o las Tamara Falcó, ni de ninguna mujer con menos pompa y seguidores pero que viva de las rentas de los 20 pisos que le dejó su abuelo, ni de ninguna "empresaria" cuyo capital le llegó de una herencia de su padre. El día 8M es el día de las mujeres que si no trabajan, no comen. El 8M es el día de las trabajadoras de Mercadona, que hacen fila en las clínicas de fisioterapia en sus días libres. El 8M es el día de las limpiadoras del hogar, que trabajan en negro partiéndose el lomo, de las que hacen camas en los hoteles y limpian el wc para que otros se lo encuentren impoluto. El 8M también es el día de las que no consiguen ahorrar ni 100 euros, y de las que necesitan 100 euros más para llegar a fin de mes. El 8M también es el día de las abogadas de oficio, de las becarias, de las informáticas, de las dependientas de los centros comerciales.

Y, aunque el capitalismo las desprecie, también es el día de las que están limpiando la casa y la ropa de su marido y criaturas, la que plancha, ventila, baldea, sacude el polvo. La que empuja el carro y carga bolsas, la que valora qué pan compra a qué precio, la que se exprime los sesos y el cuerpo para llegar a las extraescolares, al zapatero, al Día y al banco por una comisión que nunca le debieron cobrar. La que no cotiza en la Seguridad Social ni cobra nada del sistema cuando es ella, precisamente, la que está alimentando, criando y educando a los futuros explotados por el sistema capitalista. Porque si no fuera por la labor que ellas hacen, el sistema se iría a pique. El sistema necesita soldaditos, y las mujeres le entregamos a los nuestros después de mucho dolor, mucho esfuerzo y mucha pasta puesta encima. Porque las mujeres de la clase trabajadora no tenemos hijos o hijas ricas, y también estas niñas/os serán mañana las protagonistas de los futuros 8M, si es que conseguimos que este día sobreviva.

Es obvio que la esencia revolucionaria de muchas fechas y reivindicaciones está quedando en un mar de ambigüedades y celebraciones descafeinadas, en un saco en el que todo cabe, para que nada destaque. Es algo que le hemos gritado durante la última década precisamente a Albert Rivera primero y Abascal después: la violencia contra las mujeres no puede ser mezclada en el saco de "todas las violencias importan". Decir eso es querer diluir el motivo y el foco de por qué ocurre. Ahora aplaudimos discursos similares solo porque vienen de personas que se dicen a sí mismas de otra ideología. Y volvemos al discurso de los 9 segundos: si X dice Y, se resuelve en Z y paso al siguiente asunto.

El 8M lleva unos años ya por esta senda despolitizada, y ahora parece más una fiesta donde ir después de nuestra jornada de trabajo (os acordáis de cuando hicimos huelga, ah, qué jóvenes éramos) para poder consumir (hola?) una coca-cola (pa más INRI) con nuestros amigos, que ellos también necesitan hacer sus chistecitos a cuenta de este día y un público. Por más que las mujeres feministas y de izquierdas intentamos reapropiarnos de lo que es nuestro, de lo que creamos nosotras, ni el capital ni el patriarcado van a soltar este hueso. Ni muchos otros con los que ya se han hecho.

Cuando veáis a las mujeres ricas y explotadoras, a aquellas que se benefician de las mismas estructuras de poder que oprimen a las de su mismo sexo en fábricas, oficinas y hogares, recordad que por muy morado que se ponga el fular o el logo de Instagram, el 8M no es su día, es el vuestro.

Y recordad también que ni el día de la diversidad sexual (25 de junio), ni el día LGTBIQ+ (28 de junio), ni el día del poliamor (21 de junio), ni el día internacional drag (16 de julio) tendrán espacio o tiempo (y así debe ser) para las reclamaciones de las mujeres. Valoremos la posibilidad de que, por una vez, seamos capaces de luchar por nosotras mismas, y solo por nosotras mismas. Porque no estamos bien, amigas, no estamos nada bien, y nadie, nadie en absoluto, cederá un ápice de sus días y de su agenda por nosotras. Mirad a vuestro alrededor, es fácil darse cuenta de que estamos solas.

También tened presente que somos muchas las que combatimos cada día, y salimos a la calle cada 8 de marzo por los motivos reales e históricos del 8M, por esos motivos que aún a duras penas mantienen en pie este día. Porque, lamentablemente, ni las mujeres hemos dejado de sufrir por nuestro sexo, gracias al patriarcado, ni las trabajadoras hemos dejado de ser explotadas por pertenecer a la clase obrera, gracias al capitalismo.

viernes, 8 de marzo de 2024

Huevos... de codorniz

Nuestro tiempo está lleno de ruido. Voces discordantes superpuestas se renuevan sin cesar, dejando apenas poso en la memoria. El entendimiento ofuscado salta de rama en rama sin detenerse. Recuerdos perdidos en la niebla no se transmitirán ya a las futuras generaciones, de ahí la importancia de cultivar la memoria histórica: contra los interesados en olvidar hay que regarla para que no se marchite.

A diferencia de este tiempo nuestro, la dictadura de Franco era un tiempo de silencio para muchas voces, aunque en ella se oyera potente el coro unánime de sus entusiastas, que cultivaban una fantasiosa y adulterada memoria del pasado; aquel pasado glorioso al que los enemigos de la Patria habían querido sepultar y que renacía exultante.

En sus primeros tiempos la sola sospecha de no comulgar con el golpe militar podía costar la vida. El pavor enmudecía e "imponía el entusiasmo". En los años siguientes fue aflorando algún tipo de crítica, válvula de escape bajo control para las presiones sociales sofocadas. Los mismos partidarios del régimen se sintieron libres para discrepar en asuntos no fundamentales. Sus distintas tendencias, agrupadas a golpe de decreto, distaban de formar un bloque homogéneo, y en la misma prensa del Movimiento aprendimos a leer entre líneas, buscando en esa lectura segundas intenciones, a veces ausentes.

El humor fue uno de los mecanismos que permitían soportar aquello. Hasta los más franquistas contaban chistes de Franco, demostrando así ser cínicamente conscientes de las monstruosidades de la dictadura. Estos chistes circulaban de boca a oreja y en privado. El humor publicable no podía tocar a la figura del dictador. Pero por otro lado, solo envuelta en humor podía ocultarse cualquier voz crítica. De ahí el éxito de una revista como La Codorniz, y también su declive cuando pasó su tiempo y surgieron publicaciones mucho más descaradas.

Primer número de La Codorniz. 8 de junio de 1941

En el absurdo y el surrealismo de La Codorniz se ocultaban, o eso parecía, agudas críticas. Las había futbolísticas, literarias o taurinas, pero contra las autoridades apenas se podía ir más allá de una discreta crítica municipal.

Pero aun quedándose dentro de lo entonces tolerable, la revista sufría secuestros, suspensiones y multas cada vez que la autoridad gubernativa consideraba que se pasaba de la raya. Se diría que había un juego calculado del gato y el ratón. Esta circunstancia motivó que se le atribuyeran contenidos difícilmente comprobables, dando lugar a leyendas urbanas sobre portadas y chistes seguramente inventados. Creo recordar nebulosamente (era yo muy niño, ¿será un falso recuerdouna reconstrucción posterior?) la portada en la que un guardia urbano de aquellos de casco blanco y abrigo largo detenía el tráfico al grito de ¡Alto, socavones! Se podía interpretar como una crítica al mal estado del pavimento madrileño o como una protesta por la agresión norteamericana en Corea. Si non è vero è ben trovato...

Recuerdo algunas secciones de aquella revista cuyos títulos dejan ver esta crítica incipiente e inocente (¿inocua?), tolerada como vacuna contra una rebeldía más eficaz: Crítica de la Vida, La Cárcel de Papel, La Comisaría de Papel, Medalla a las Birrias Artes, Deportes hasta en la sopa, El dedo en la llaga, Donde no hay publicidad resplandece la verdad, Vámonos al cuerno...

La Cárcel de Papel corría a cargo de Evaristo Acevedo. Era algo así como el editorial de cada número, y por eso nunca llevó su firma, porque como él decía "nunca se firman los editoriales". Solía criticar gazapos aparecidos en los periódicos, aunque a veces profundizaba más en cuestiones ideológicas, y así al disgusto de la prensa del régimen por los logros soviéticos en los comienzos de la carrera espacial contraponía su júbilo ante los progresos de la ciencia.

La sección tenía un solemne tono jurídico, lleno de considerandos y resultandos, y remataba con el fallo del tribunal. Como ejemplo recuerdo la condena a un lacrimógeno escritor, al que mencionaba como "de profesión sus alegrías":

"Fallamos y condenamos a (...) a la pena de siete días y una hora de cárcel de papel de esta villa, donde excepcionalmente le serán leídas esquelas para que se divierta"

Para delitos menores los detenidos solo pasaban por la comisaría de papel, y su estancia allí remataba así:

"Leídas que fueron las acusaciones a los detenidos, se les puso seguidamente en libertad, toda vez que siendo sus delitos de menor cuantía no era procedente su paso a mayores y más severos organismos"

Otra sección memorable era el Papelín General, parodia muy aguda del Boletín Oficial del Estado, cuyo farragoso estilo caricaturizaba legislando sobre cuestiones nimias con referencias veladas a decretazos de actualidad.

Las hemerotecas digitales son una veta inagotable para excavar aquellos tiempos de doble o triple lectura. Queda en ellas patente "lo que se dice, lo que no se dice y cómo se dice lo que se dice". Echo de menos en internet un acceso a aquella revista como el que existe para otras publicaciones. Un investigador hallaría allí verdaderos tesoros.

"No se puede ser feliz sin leer La Codorniz", era el lema que declaraba el humor blanco de sus comienzos. Algo más explícita fue luego autodefiniéndose como "la revista más audaz para el lector más inteligente": no cabía otra explicación. Más adelante, su sucesor Hermano Lobo, este sí digitalizado, lo haría como "semanario de humor dentro de lo que cabe", que ya era algo más.

Fuera ya de la excusa humorística, terminaba cada número con la sección Tiemble después de haber reído. ¿Qué sentido tenía incluir relatos inquietantes o directamente terroríficos en sus últimas páginas? Responderé con otra pregunta ¿Por qué a veces el sufrimiento, el pánico o el dolor desembocan en carcajadas?

Mientras que la convivencia de géneros es, habitualmente, una práctica fructífera de mutualismo que mejora el resultado individual, en el caso del acercamiento de humor al terror se puede producir un efecto similar al del agua con el fuego: la risa apaga la necesaria tensión que exige un buen momento de miedo, de forma que la relación pasa a un parasitismo letal que fagocita por completo el horror en beneficio de la sátira como vencedor absoluto del impuesto matrimonio... 

Sin embargo, existe una última opción: que la risa deje espacio para una reflexión amarga. Ese ejercicio genérico que toma forma definida en el humor negro”, esa práctica que combina la crueldad más exagerada con la risa con el fin de promover una feroz reflexión sobre la propia naturaleza del ser humano y sus miserias. Quizás, la mejor expresión que define esta particular mezcla de géneros es el título de una de las secciones más recordadas del semanario satírico español La Codorniz, un espacio para el cuento corto que el director la publicación, Álvaro de Laiglesia, bautizó como Tiemble después de haber reído y fue firmada casi siempre por el escritor Rafael Castellano. En ella, cada relato desarrollaba con evidente humor un hecho cotidiano que, poco a poco, iba rotando en su intención para dejar en el lector un poso que terminaba siendo angustioso en tanto reconocimiento del horror que las situaciones cercanas al lector escondían. De alguna manera, el humor se convertía en el continente atractivo y dulce, en un precioso bombón que morder sin prejuicios para encontrar dentro un contenido amargo y difícil.

Otros autores pasaron por esta sección, como el italiano Dino Segre, Pitigrilli. Nihilista y escéptico, como el también italiano Mario Mariani. Ambos eran producto de un tiempo abrumador que vuelve y no acaba de pasar. Náufragos ambos, como la revista, en el mar angustioso del fascismo, agarrados a su trágica lucidez como tabla de salvación.

Aquí dejo una enlace a algunos de los textos serios de Castellano, en una revista más seria de lo que aparentaba, y esta apostilla:

"Si ustedes han leído y leen La Codorniz, y debemos suponer que sí, puesto que ustedes son inteligentes, verán que los "tiemble" vienen al final, para hacer bueno aquello que después de haber reído vienen los temblores"