Indignaba al gran poeta palestino que un soldado, cazador de sangre fría, pudiera asesinar a una criatura en los brazos de su padre. Esto escribe Mahmud Darwich:
Error, profundo error. Si lo mata ahora no podrá sublevarse mañana. "Los muertos no muerden", decía aquel pirata en La Isla del Tesoro. El infanticidio como fórmula no es cosa nueva. Las mitologías, de Edipo a Hércules, sin olvidar a Herodes, están llenas de casos así.
Lo que ocurre ahora en Gaza es esto mismo, a la escala que permiten las armas modernas. Para el Estado genocida, las víctimas que le producen mayor beneficio en esta siniestra economía son los niños, los niños muertos que ya nunca podrán luchar. A mayor crimen, mayor éxito.
Bien lo muestra la última de las VIÑETAS CONTRA EL IMPERIALISMO GENOCIDA de Mikail Çiftçi, que publica LOAM en arrezafe.
Sigue el amargo poema:
Mahmud Darwich. En Poesía social y revolucionaria del Siglo XX. Selección y notas: Jorge Brega. Traducción: Luis Gómez García. Editorial Ágora, 2012.
Imagen: Talal Abu Rahma. Asesinato del niño Muhammad ad-Durrah, acribillado en brazos de su padre Jamal al-Durrah por soldados del ejército israelí el 30 de septiembre de 2000, en Gaza.
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