miércoles, 30 de julio de 2025

Notas de actualidad (I)

Aunque cuatro siglos nos separen de estos versos, todos y cada uno de ellos están de actualidad. Hoy más que nunca el dinero da y quita el decoro. ¿Y no se quebranta cualquier fuero cuando por una más que dudosa sospecha se lleva a juicio al mismísimo fiscal general del Estado?

Curiosamente, el mismo juez que defiende los "secretos" de un delincuente confeso (y los de sus propias irregularidades urbanísticas) puede poner en riesgo los secretos de Estado contenidos en un teléfono. Recordemos de pasada que unas escuchas telefónicas sirvieron para quitar de enmedio al molesto juez Baltasar Garzón.

Todos sabemos que el dinero ha ablandado el corazón de algunos jueces ceñudos. También ocurre ahora, pero líbreme Jaungoikoa de sospechar de ninguno en concreto, que luego todo se sabe...

La corrupción ha sido una constante desde que apareció el dinero como equivalente universal para el intercambio. El naciente capitalismo le dio nuevo impulso, con formas especulativas que se añadieron a las brutales de la época feudal. La monarquía española estuvo repleta de corrupción y las excepciones pueden contarse con los dedos de una oreja.

¡Contad bien la pasta! Os dejo con esta letrilla de Quevedo, y con Paco Ibáñez.

«El cambista y su mujer» (1539). Marinus van Reymerswale. Museo Nacional del Prado 









[…] tan cristiano como moro;
pues que da y quita decoro
y quebranta cualquier fuero,
Poderoso caballero es don Dinero…

«Pues amarga la verdad…»

Pues amarga la verdad,
quiero echarla de la boca;
y si al alma su hiel toca,
esconderla es necedad.
Sépase, pues libertad
ha engendrado en mí pereza
la pobreza.

¿Quién hace al ciego galán
y prudente al sin consejo?
¿Quién al avariento viejo
le sirve de río Jordán?
¿Quién hace de piedras pan,
sin ser el Dios verdadero?
El dinero.

¿Quién con su fiereza espanta,
el cetro y corona al rey?
¿Quién careciendo de ley
merece nombre de santa?
¿Quién con la humildad levanta
a los cielos la cabeza?
La pobreza.

¿Quién los jueces con pasión,
sin ser ungüento, hace humanos,
pues untándoles las manos
les ablanda el corazón?
¿Quién gasta su opilación
con oro, y no con acero.
El dinero.

¿Quién procura que se aleje
del suelo la gloria vana?
¿Quién siendo tan cristiana,
tiene la cara de hereje?
¿Quién hace que al hombre aqueje
el desprecio y la tristeza?
La pobreza.

¿Quién la montaña derriba
al valle, la hermosa al feo?
¿Quién podrá cuanto el deseo,
aunque imposible, conciba?
¿Y quién lo de abajo arriba
vuelve en el mundo ligero?
El dinero.
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Francisco Gómez de Quevedo y Santibáñez Villegas, nació en Madrid, el 14 de septiembre de 1580.

Noble, político y uno de los más grandes escritores de la historia de la literatura española, perteneciente al Siglo de Oro, y uno de los autores más destacados de la literatura universal. Hijo de una familia de hidalgos de origen cántabro, nació con serias deformidades en los pies y miope, por lo que su infancia fue solitaria e infeliz, rodeado de la nobleza y gentes potentadas de la sociedad madrileña, su madre era dama de la reina, y su padre, secretario de la hermana del rey Felipe II, María de Austria, tuvo que soportar las burlas de otros niños, lo que le llevó a refugiarse en la lectura.

Mostrando de forma precoz su gran inteligencia fue enviado a estudiar al Colegio Imperial de la Compañía de Jesús, y posteriormente a la Universidad de Alcalá de Henares, donde estudió Teología, sin llegar a ordenarse, y lenguas antiguas y modernas.

En una estancia de la Corte en Valladolid circularon los primeros poemas de Quevedo que parodiaban los de Luis de Góngora, el poeta cordobés lo detectó con rapidez, y comenzó sus ataques, con una serie de poemas, a los que Quevedo contestó, siendo ese fue el comienzo de una enemistad que no terminó hasta la muerte del cordobés.

Sin embargo diversas fuentes dudan de esa famosa enemistad, y sostienen que esas controversias eran ejercicios habituales en la poesía barroca; sí existía una sustancial diferencia es sus respectivas obras entre el estilo conceptista de Quevedo y el culteranismo de Góngora, Góngora nunca nombra a Quevedo y las atribuciones de las sátiras de uno y otro son bastante dudosas; a la muerte de Góngora, Quevedo era un escritor casi inédito. La obra poética de Quevedo, que está constituida por unos 875 poemas, aproximadamente un 40% de ellos, satíricos. La primera impresión de sus poemas tuvo lugar en 1605, en la antología conocida con el nombre de «Primera parte de las flores de poetas ilustres de España». Ostentó los títulos de: Señor de La Torre de Juan Abad y Caballero de la Orden de Santiago. Murió en Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, el 8 de septiembre de 1645.

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