miércoles, 3 de septiembre de 2025

Desde el "yo" extendido hacia el "tú" extenso

Sin duda en un momento de lucidez rabiosa escribió Jacinto Benavente el poema En el "meeting" de la humanidad, que incluyó Bergua en su famosa antología Las Mil Mejores Poesías De La Lengua Castellana. El "yo" solamente existe porque hay "algo" o "alguien" externo con quien necesariamente he de mantener relaciones de todo tipo. Lo hace de distintas maneras cada uno de "nosotros", entre los que se incluye el "tú" al que me estoy dirigiendo.

Entre dos extremos se gradúa nuestra identificación con la infinitud que nos rodea, desde el autismo absoluto del idiota hasta un imposible universalismo total.

Aunque la mayoría no llamemos "autista" al conductor de un automóvil, hemos trasladado el término original al campo de la patología, porque el autista patológico es muy pobre en sus relaciones externas. También entendemos por idiota al que padece una grave deficiencia mental. Pero hay un autista emocional, el psicópata carente de empatía que es en ese sentido un idiota encerrado emocionalmente en sí mismo.

Partiendo de la idiocia natal, la inteligencia, como indica su nombre, va creciendo con la capacidad de entender el mundo, y por eso mismo de extender el "yo" hacia el otro, más adelante a otros "otros", personas o seres vivos en general, porque de su equilibrio y armonía depende la propia estabilidad. Y así hasta abarcar la comprensión del ancho mundo como un ser total con el que mantenemos relaciones de absoluta dependencia y al que hay que cuidar.

La expresión emocional que nos hace cuidadosos es el amor en su más amplio sentido.

Contra el autismo absoluto del idiota lanzó su mordaz lengua nuestro dramaturgo, también poeta:

En el "meeting" de la Humanidad
millones de hombres gritan lo mismo;
¡Yo, yo, yo, yo, yo, yo!… 
Yo, yo, yo, yo, yo, yo!…
¡Cu, cu, cantaba la rana;
cu, cu, debajo del agua!…
¡Qué monótona es la rana humana!
¡Qué monótono es el hombre mono!
¡Yo, yo, yo, yo, yo, yo!…
Y luego: A mí, para mí;
en mi opinión, a mi entender.
¡Mi, mi, mi, mi!
¡Y en francés hay un "Moi"!
¡Oh!, el "Moi" francés, ¡ese sí que es grande!
"¡Monsieur le Moi!"
La rana es mejor.
¡Cu, cu, cu, cu, cu!
Sólo los que aman saben decir... ¡Tú! 

Alberto Cortez puso música a este ácido poema, añadiendo estos versos:

A ti: a la amiga de las flores,
de los perros vagabundos,
que tienes fe en este mundo
a pesar de sus errores.

A ti: a la amiga de los locos
como yo, que de la luna
hacen toda su fortuna,
aunque te parezca tan poco.

A ti te pertenecen los versos.
En ti se ha inspirado el poeta...
En ti, porque nominas las cosas,
las espinas y las rosas
y la luna... y la vida,
con el verbo ""amar"".

A ti: que te sientes responsable
del infeliz que se queja,
porque lo encierra una reja
o porque vive en la calle.

A ti: que permaneces callada
cuando estoy conmigo mismo
y conoces mis abismos,
como mis cumbres doradas.

Estoy seguro que a ti
te pertenecen los versos,
a ti te pertenece el poeta.
A ti: porque nominas las cosas,
las espinas y las rosas
y la luna y la vida,
con el verbo... "amar"

Esta es su versión cantada:

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