Reseña del libro "El modelo inmobiliario español y su culminación en el caso valenciano"
Salvador López Arnal. El Viejo Topo
Salvador López Arnal. El Viejo Topo
lasprovincias.es |
¿Cómo es posible que el urbanismo salvaje, por decirlo corto y de forma
suave, que recorrió nuestra geografía, especialmente en los alrededores
de nuestras grandes metrópolis, durante el franquismo volviera a actuar
impunemente y con fuerzas renovadas, de viejas y nuevas familias,
durante lo que llamamos generosamente democracia demediada? ¿Cómo es que
este modelo ha imperado casi por toda la geografía hispánica saltándose
barreas autonómicas, nacionales y culturales y la descentralización de
competencias en materia urbanística? ¿Cuál es la naturaleza esencial, el
kernel, del modelo inmobiliario español? ¿Existe alguna relación entre
el modelo y la burbuja especulativa inconmensurable en la que estuvimos y
seguimos inmersos? ¿Cómo es que la adhesión a la UE, los avances
democráticos conseguidos, no han podido culminar un modelo alternativo
al levantado con clara intencionalidad de sumisión ciudadana por el
franquismo? ¿Por qué tantos y tantos ciudadanos, nacionales y no
nacionales, se ha precipitado por el abismo del gasto, la hipoteca y la
dependencia por décadas, como ya diseñara en 1957 el arquitecto
falangista José Luis de Arrese, el primer ministro franquista de la
Vivienda? ¿Cómo ha sido posible que megaproyectos urbanos y operaciones
inmobiliarias de dudoso origen que levantaron razonables protestas
ciudadanas durante el franquismo colaran durante la democracia demediada
monárquica revestidos de impunidad legal y de “buen hacer político y
empresarial” y sin excesiva respuesta popular? ¿Cómo es posible que
durante esta democracia fruto de la Inmaculada transición se produjeran
cambios fuertemente consensuados en el marco institucional que
permitieran “ordenar el territorio y el medio urbano a golpe de
recalificaciones o reclasificaciones de suelo y “operaciones” acordadas
por un neocaciquismo local y regional emergente” (p. 14), totalmente al
margen, claro está, del planeamiento general y los intereses de la
ciudadanía? ¿Por qué España en el país de la UE con menor porcentaje de
viviendas de alquiler? ¿De dónde ha surgido el inmenso poder del lobby
inmobiliario-constructivo de nuestro país? ¿Por qué España vivió el
último boom inmobiliario con mucho mayor intensidad que los otros países
europeos? ¿Por qué este boom alcanzó en España una intensidad y
duración casi sin precedentes inflando una burbuja especulativa de
proporciones inconmensurables cuyo pinchazo ha originado una de las
crisis más abisales de la historia del capitalismo? ¿Era inevitable esta
patología del crecimiento que ha forzado la expansión de los procesos
de urbanización y sus servidumbres territoriales a ritmos muy superiores
a los del crecimiento de la población y a sus rentas disponibles? ¿Qué
hizo que España fuera líder europeo en construcción de viviendas y en
consumo de cemento, superando ampliamente a países que, como Francia o
Alemania, contaba con mayores poblaciones y territorios más amplios?
¿Cómo fue posible que entre 2003 y 2005, los años centrales del boom
inmobiliario, el número de viviendas construidas en España superase la
suma de las realizadas, durante el mismo periodo, en Reino Unido,
Alemania y Francia? ¿Cómo es posible que España sea actualmente el país
con más viviendas por habitante de la UE? ¿Qué cultura, qué valores, qué
sentido de la vida arraigó fuertemente entre la ciudadanía española, y
especialmente y aunque no sólo entre sus clases dirigentes, para que un
boom inflado y artificial de estas características desolara nuestra
geografía con esa enorme fuerza y esa supuesta “naturalidad”? ¿De dónde
la extendida autocomplacencia que se extendió por el páramo hispánico?
¿No hay alternativas, no existen otros modelos de orden territorial,
urbano y constructivo? ¿Cabe pensar algo alternativo en estos momentos
de resaca? ¿Volverá todo, tras años de sosiego, a ser como siempre ha
sido: todo por la pasta y el último, que es el tonto y confiado, que
apague la luz? ¿Qué significado y daño ecológico tiene que España
llegase a ser el quinto país del mundo en consumo de cemento? ¿Es
exagerado afirmar que España ha sufrido un tsunami inmobiliario nunca
anunciado ni corregido? ¿Qué pensar de casos como el de David Taguas,
que pasó de ser jefe del gabinete económico de Rodríguez Zapatero a
presidir, por elección empresarial, la patronal de las grandes
constructoras, la Seopan, cuya conexión con los poderes económicos
imperantes durante el franquismo no ofrece ningún atisbo de duda? ¿Cómo
se podrán reconvertir y reutilizar los excesivos stocks de suelo,
infraestructuras y viviendas y paliar la carga de la excesiva deuda
acumulada? ¿Quiénes tomarán nota de que sufrimos las graves y enormes
consecuencias de un modelo inmobiliario agotado que en absoluto permite
resolver estos problemas y exige a gritos su reconversación? ¿Por qué,
políticamente, las consecuencias de este crecimiento económico, con los
inimaginables beneficios empresariales anexos, que no ha supuesto
realmente mejoras en la calidad de vida de la población, tendrán que
pagarlas la ciudadanía en su conjunto? ¿España ha sido una Marbella
extendida todo el territorio? ¿Se ha salvado alguien de este aquelarre
inmobiliario y financiero?
Estos son algunos de los interrogantes a
los que José Manuel Naredo y Antonio Montiel Márquez responden en su
ensayo sobre el modelo inmobiliario español. Con sus propias palabras,
“en el texto que sigue se matiza la evolución del modelo inmobiliario
español, se indican sus implicaciones económicas, sociales y ecológicas,
sus consecuencias sobre el territorio, el urbanismo y la construcción”
(p. 15) y se reflexiona sobre las posibles alternativas, “antes de
recaer en el análisis más pormenorizado del marco social-institucional
que facilitó el desarrollo ejemplar de este modelo en el caso
valenciano, al que se dedica la segunda parte del libro”. Esta segunda
–“El modelo inmobiliario valenciano. Marco institucional, actores,
resultados y perspectivas”- es la parte que ha sido escrita por Antonio
Montiel Márquez. La primera –“El modelo inmobiliario español y sus
consecuencias”- lleva la firma de José Manuel Naredo. Ambas secciones se
complementan consistentemente y lo único que aquí cabe apuntar es que
su lectura no decepcionará al lector, ni siquiera al lector más
informado. Leamos, tomemos nota y aprendamos, y, si podemos, coligamos
las conclusiones políticas de esta abismal desolación nacional cuyos
contornos no están aún del todo delimitados. Ha habido miseria pero no
ha habido ninguna grandeza en esta apuesta infame que ha corrompido
hasta el tuétano a sectores en absoluto minoritarios del cuerpo social
español.
La analogía que establece Naredo, tomando pie en W.M. Hern,
entre un melanoma y la conurbación difusa dice más que mil capítulos con
imágenes sustantivas:
- Crecimiento rápido e incontrolado. Desarrollo urbano movido por afán de lucro ilimitado.
- Metástasis en diferentes lugares. La conurbación difusa envía trozos de ciudad a puntos alejados.
- Indiferenciación de las células malignas. El estilo universal unifica las tipologías constructivas.
- Destruye los tejidos adyacentes. El estilo universal y la conurbación difusa destruyen el entorno territorial y urbano.
Los cuatro años transcurridos
desde que, a partir de abril de 2007, empezaron a caer los precios en
los anuncios de venta de viviendas, ha escrito uno de los autores del
ensayo (JMN), inducen a reflexionar sobre la duración y las
consecuencias de un ajuste que no termina de producirse. En este primer
trimestre de 2011, los precios de la vivienda (de anuncios y tasaciones)
han acelerado su caída, a la vez que sigue disminuyendo el empleo en la
construcción. El ajuste, en buena lógica, tendría que dar salida al
enorme stock actual de viviendas en busca de comprador: si a las
viviendas nuevas y usadas en venta se añaden, observa JMN, “aquellas
otras en construcción y en proyecto, este stock supera largamente los
dos millones”. La desmesurada oferta se topa hoy con una escuálida
demanda: el componente especulativo y turístico se ha desinflado con la
crisis junto a las extendidas expectativas de revalorización. La demanda
efectiva de vivienda de los hogares españoles, los más endeudados de la
UE como es sabido, acusa tanto el declive de la población inmigrante
como el de los nuevos demandantes, castigados por el paro, los bajos
salarios, la precariedad, y los recortes sociales y salariales. En este
contexto, comenta finalmente JMN, observamos la insólita actuación de un
ministro de Fomento que dice ser socialista y que, en vez de aprovechar
la ocasión para reconstruir el casi desaparecido stock de vivienda
social, viajará por el mundo como un comercial a sueldo ofreciendo
viviendas a “inversores” de lejanos países. ¿Cómo cabe interpretar así
en alguien que es, además, vicesecretario general o afín del PSOE? Esta
es otra de las preguntas que cabe añadir a la batería de interrogantes
con los que hemos abierto.
Me olvidaba: si en 1950 el 50% del stock de viviendas estaba en régimen de alquiler, en 2001 la cifra se redujo a un 11%. No es improbable a fecha de hoy la cifra sea aún menor. Este decrecimiento dice mucho también de la historia de nuestro insostenible país.
Me olvidaba: si en 1950 el 50% del stock de viviendas estaba en régimen de alquiler, en 2001 la cifra se redujo a un 11%. No es improbable a fecha de hoy la cifra sea aún menor. Este decrecimiento dice mucho también de la historia de nuestro insostenible país.
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