En un anfiteatro, como en un coso taurino, se centra el foco de atención. La línea de espectadores se curva y cierra, pero aún no se cruzan sus miradas.
En un estadio, el espacio que ordena y manda es un cuadrilátero. Como en el teatro hay filas de espectadores. Son cuatro teatros. ¿Qué hacemos con los espectadores de la esquina, enfrentados, no al campo, sino a un vecino de perfil?
El tosco esquema resulta tan insatisfactorio como las ventanas esquinadas en un patio de vecindad.
En algunos grandes recintos deportivos se adapta al rectángulo la solución del coso taurino, con una solución de compromiso que les da la forma del tubo catódico de los televisores de hace cincuenta años. El redondeo de los extremos, como en los hipódromos de la antigüedad, se utiliza con toda naturalidad en estadios olímpicos o velódromos, adaptándose a la pista de carreras.
Pero puede aceptarse el desafío de la esquina.
Otra vez, como en el edificio de Kahn, se plantea y resuelve el choque entre estructuras lineales.
La esquina, el rincón, punto de encuentro. Fulcro. Pivote inevitable, que muestra la torpeza o la habilidad de un arquitecto.
Al arquitecto no le queda otra que ser árbitro de conflictos, compromisario comprometido con la contradicción.
Este edificio de Alejandro de la Sota (que fue mi primer "maestro masón") resuelve con sencillez este y otros conflictos.
La estructura espacial de la cubierta es una hermosa combinación de tetraedros y semioctaedros.
El exterior del edificio ha sido lastimosamente alterado por una posterior reparación de la cubierta.
El Pabellón Municipal de los Deportes de Pontevedra
Planta de acceso |
Planta de estructura y cubierta |
Aspecto original del edificio |
Interior |
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