Se comprende que en otros tiempos algunos esclavos no quisieran ser liberados, porque eso los dejaría en absoluto desamparo. La manumisión sin garantías significaba la indigencia. Una especie de despido libre.
El trabajo fue la maldición de Dios a Adán, condenándolo a ganar el pan con el sudor de su frente. Hasta que algunos entendieron que quería decir con el sudor del de enfrente...
Así ganaban el pan los dueños de esclavos, y así lo hacen aún todos los que compran a bajo precio la fuerza de trabajo de otros.
Como ese precio depende de la oferta y la demanda, las condiciones de trabajo pueden volver a ser leoninas. Vuelta a la esclavitud.
Por eso la maldición bíblica pasó de serlo a convertirse en un derecho. Derecho a ser explotado, porque es peor no serlo.
Y si hay pocas plazas de esclavo, el que consigue una es un privilegiado.
Para ese viaje no hacían falta alforjas.
Esa es la realidad, nos estamos acercando al "abismo exclavista", sin darnos cuenta nosotros mismos. Sin capacidad de reacción, como diciendo :que le vamos hacer, si hay que pasar hambre, se pasa.
ResponderEliminarSabe muy bien lo que hace "el Gobierno en la Sombra", como si nos echaran armas químicas, ya que el atontamiento que tenemos es brutal.
Unha aperta, amigo
http://intentadolo.blogspot.com.es/2014/03/la-marcha-de-la-dignidad.html