Eso es lo que intentan hacernos creer, para que creamos impertinente la batalla actual por la República. Pero un verdadero republicano no puede limitarse a luchar por algo tan menor, si ese jefe de estado electo equivale punto por punto, en su comportamiento y atribuciones, a un rey como los que conocemos, colocado a la cabeza de un estado como el actual.
La República es un sistema de valores, además de un sistema de gobierno. Pero se trata de otro sistema de gobierno con otro sistema de valores.
Encaminados a otro modo de vida.
Rebelión
(...)
La formación de un bloque republicano depende de que la izquierda
republicana en sus variadas manifestaciones pueda ponerse de acuerdo en
un programa de mínimos. Para orientar ese programa de mínimos, expongo a
continuación algunos principios básicos del republicanismo.
El
primer rasgo característico de la República debe ser su pacifismo
intrínseco –la República renuncia a la guerra en las relaciones
internacionales-. Frente a la política imperialista que caracteriza al
liberalismo de la OTAN, como expresión de la expansión capitalista.
En
segundo lugar, la República, como democracia participativa, hace
posible el acceso de la ciudadanía a las decisiones políticas; deben
facilitarse los instrumentos para que la sociedad civil pueda tomar
parte en el proceso legislativo que regula el orden social. Por tanto,
se reconoce y se regula el derecho de autodeterminación, haciendo
posible el entendimiento entre los pueblos y las naciones de la
península ibérica. Frente al autoritarismo centralista del Estado
español.
En tercer lugar, el Estado republicano tiene como
objetivo promover la virtud ciudadana, única forma de alcanzar la
felicidad para las personas; por lo cual la propia estructura política
debe estar concebida para funcionar con vistas al bien común, y los
miembros de la función pública actúan siempre atendiendo al deber
prescrito por las leyes. Frente a la corrupción reinante en la presente
monarquía constitucional.
En cuarto lugar, el ordenamiento de
valores y derechos, que rige la práctica cultural, social, económica y
política, de las instituciones y la ciudadanía, subordina los valores
económicos monetarios a la utilidad pública; y esta utilidad tiene como
supremo objetivo lograr la plena realización de los derechos humanos,
sintetizados por la consigna, libertad, igualdad, fraternidad. Frente al
predominio del mercado y el capital financiero en el orden social del
capitalismo.
En quinto lugar, en el siglo XXI resulta acuciante
el problema del medio ambiente y la sostenibilidad ecológica del modo de
producción, lo que seguramente exige la superación del capitalismo y la
evolución de la economía global hacia nuevas relaciones de producción
no mercantiles. Frente a la industrialización contaminante y el consumo
irresponsable de la civilización neoliberal posmoderna.
Esos
rasgos básicos apuntan a la superación del capitalismo como modo de
producción, haciendo necesario el tránsito al socialismo, lo que debe
lograrse a través un proceso internacional de evolución humana que deje
atrás los oscuros tiempos del capitalismo liberal. Sin embargo, la
actual coyuntura no permite alcanzar esos objetivos inmediatamente. La
actual fase del desarrollo humano, y la correlación de fuerzas políticas
a nivel internacional, nos presentan la necesidad de apoyarse en las
capas burguesas que quieran avanzar hacia formas sociales más
democráticas.
La causa republicana requiere ganarse para sus fines a la burguesía catalana y vasca, agrupadas en los partidos demócrata-cristianos. Lo que significa que el programa que se desprende de las necesidades de las capas populares y trabajadoras, debe consensuarse con otras capas sociales, hasta llegar a un compromiso que permita liquidar el actual sistema político, corrompido hasta la médula.
La causa republicana requiere ganarse para sus fines a la burguesía catalana y vasca, agrupadas en los partidos demócrata-cristianos. Lo que significa que el programa que se desprende de las necesidades de las capas populares y trabajadoras, debe consensuarse con otras capas sociales, hasta llegar a un compromiso que permita liquidar el actual sistema político, corrompido hasta la médula.
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