Analiza en este lugar el último informe publicado por la Agencia Internacional de la Energía. Dejo en él al lector su lectura pormenorizada, que ilustrará las conclusiones que transcribo a continuación.
El informe completo puede descargarse de la red por un módico precio, oscilantte entre 120 y 240 €.
Conclusiones
El
 lenguaje tranquilizador que siempre emplea la AIE sobre las 
perspectivas de futuro en cuanto al suministro de energía resulta 
rotundamente desmentido cuando uno entra en los detalles de los datos 
por ella misma suministrados. En el informe de este año podemos 
encontrar referencias nada veladas a los problemas de producción de 
petróleo si no hay suficiente inversión, a un pico de carbón que podría 
interpretarse como un pico de demanda (fundamentalmente debido a China) 
pero que en realidad podría llegar a ser un pico productivo real, y al 
reconocimiento ya sin ambages de que sin un cambio radical la producción
 de uranio comenzará a decaer en la próxima década. La única materia 
prima no renovable para la que las gráficas no muestran problemas es el 
gas natural, y hasta ésta es bastante discutible. Dadas las crecientes 
dudas sobre la buena marcha de la economía mundial (que se irán 
confirmando o desmintiendo en los próximos meses) no se puede descartar 
que se produzca una peligrosa retroalimentación negativa entre la 
producción de estas materias y los ciclos de inversión y desinversión en
 su producción. La producción de petróleo, carbón y uranio (y en 
realidad también la de gas natural) acumula tales tensiones que, dejada a
 su libre devenir, llevaría aparejada la llegada de los picos de 
producción de todas ellas, y por simpatía la de muchas otras materias no
 energéticas. Es el temido Peak Everything, cuyo efecto social es la Gran Escasez.
Echando la vista atrás, mirando al qué hacemos como sociedad con este creciente cuerpo de evidencia sobre los límites del crecimiento, lo único que yo veo es que continuamos mirando cómo de bien seguimos las líneas de evolución y degradación más o menos previstas por los modelos; en suma, cómo nos acercamos al desastre final. Si había un momento para reaccionar, seguramente es ahora.
Echando la vista atrás, mirando al qué hacemos como sociedad con este creciente cuerpo de evidencia sobre los límites del crecimiento, lo único que yo veo es que continuamos mirando cómo de bien seguimos las líneas de evolución y degradación más o menos previstas por los modelos; en suma, cómo nos acercamos al desastre final. Si había un momento para reaccionar, seguramente es ahora.

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