lunes, 29 de agosto de 2016

Ciencia, forma y fondo en el lenguaje político

Sin entrar en el problema filosófico de si podemos conocer "la cosa en sí" (que va a ser que no...) o solamente los fenómenos asociados tal y como se nos aparecen, lo cierto es que la aspiración de la ciencia es profundizar en ellos rebuscando en lo que hay debajo, aunque nunca lleguemos a un hipotético conocimiento absoluto. Bajo cualquier forma hay un fondo, aunque solamente podamos aproximarnos a él, sin llegar nunca.

La llamada ciencia política, como la ciencia económica, trata más de la forma en que se nos presenta la realidad que de lo que subyace. Por eso, en general, hay que dudar de su carácter científico. Salvo que las incluyamos en el conjunto de las "ciencias de lo aparente".

En la economía "la producción" se maneja como un concepto abstracto, valorado en sí mismo, que prescinde de qué, cómo, para qué y por qué se produce (y a costa de quién y de qué) porque eso da igual. De este modo descarrila la motivación científica y se desemboca en una aritmética en la que no cuenta el sustraendo.

En la política ocurre otro tanto, y el éxito (electoral) y la mecánica para lograrlo sustituyen a la discusión auténticamente política. Mucho hablar de coaliciones, de gobernanza, de estabilidad (¿para qué y para quién?), y casi nada de lo que son los programas de actuación realmente necesarios. Otra aritmética en la que sólo cuenta la suma.

¡Ah, esos significantes vacíos hechos para que los incautos los llenen con el brebaje de su preferencia. Luego, el dueño de la coctelera puede echarlos por el fregadero, rellenar el recipiente con bebidas de su preferencia y, sobre todo, bebérselas a su gusto.

Pero el lenguaje lo aguanta todo, y si el enunciado de Cantinflas "como quien dice… ¿cómo dice que me dijo que dijo?" puede someterse a un análisis lógico y extraer el núcleo (de la misma manera en que, forzando un poco las neuronas, puede desenredarse el "no es menos cierto" que usan los abogados para marear al testigo), no soporta el mismo análisis cierto Don Tancredo que afirma cosas como "Todo es falso, salvo alguna cosa, que es lo que han publicado los periódicos". Y de esos finiquitos en diferido hay centenares.
 


colectivo la digna voz

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Los simpatizantes de eso que genéricamente se conoce como “populismo”, pero que francamente nadie sabe qué significa, arguyen que se trata de la construcción de un sujeto político en momentos de crisis institucional. Pero eso es una obviedad. Los sujetos políticos se construyen muy a menudo al margen de la institucionalidad y en respuesta a la crisis institucional. Se llama organización social de base. Que esa situación la capitalice favorable o desfavorablemente algún líder político es consustancial a los procedimientos rutinarios de la representatividad. Por añadidura, la construcción de un sujeto político auténtico es necesariamente de clase, no de pueblo. Lo políticamente fundamental es la especificidad de la ruta hacia la conquista del poder político por una clase social. Pero la noción de “populismo” hace abstracción de eso, y sus panegiristas optimistas sugieren, con rusticidad teórica, que es llanamente una “forma” de articulación política.

(...)

La discusión sobre el populismo sólo podía florecer en las miasmas mortuorias de una disciplina como la ciencia política, que siempre se ocupó de las formas y nunca de los contenidos sustantivos de la política, que por cierto es una actitud típicamente anti-científica.
(...)

El populismo es un relato ideológico que tiene nula importancia teórica, política e histórica. Es una acrobacia verborréica, una telaraña autorreferencial, fuente de discusiones acaloradas pero absolutamente fútiles que desembocan en enredos metapolíticos inescrutables. “¡Ahí está el detalle! –dice Cantinflas–. Que no es ni lo uno, ni lo otro, sino todo lo contrario” 

1 comentario:

  1. El niño de Andersen, el que desvela la evidente desnudez del emperador, hoy sabe que, tanto el público como el sastre y el mismísimo emperador están al tanto de dicha desnudez, y que, por tanto, su advertencia no es ya reveladora. Por el contrario, lo que tal vez debería denunciar es la tácita connivencia de los tres sujetos mencionados que ha posibilitado convertir la desnudez (o transparencia) en un espectacular disfraz.

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