Es la forma actual, ya decadente, del capitalismo, luego de pasar por diversas fases, mercantil, industrial, financiero, según el predominio de una u otra forma de actividad, y bajo distintas coberturas políticas, de la monarquía absoluta a la república, sin hacer ascos a las formas dictatoriales siempre que se hayan puesto a su servicio.
El sistema que prosperó bajo la cobertura de las monarquías absolutas abandonó luego el lastre que le suponían, transformó la oposición entre nobleza y burguesía, fundiéndolas en una sola plutocracia, y siguió su rumbo depredador, agotando sucesivamente sus posibilidades. Tras la gran crisis de 1929, se reformuló con procedimientos intervencionistas de la economía, y a cada nuevo atasco correspondió una nueva reinterpretación.
Sigue un breve relato del camino seguido por el neoliberalismo hasta abrirse paso como teoría dominante, ahora nuevamente cuestionada.
En los últimos años, existe una tendencia creciente y generalizada de
desvirtuación del significado real de determinados términos, a menudo políticos o ideológicos. Es común ver que, tanto en los debates parlamentarios, como en las acaloradas discusiones de Twitter, se emplean adjetivos y descalificativos con el único objetivo de desarmar y anular los argumentos del adversario. De este modo,
se tilda de fascista o comunista bolivariano a cualquier persona que contravenga nuestra opinión. Es en este contexto en el que, desde el periodismo, pero también como deber cívico, es necesario aportar luz y claridad,
combatiendo los bulos y la desinformación. Así pues, se presenta un término con un amplio recorrido histórico, que ha visto la
Segunda Guerra Mundial, la
Guerra Fría, la formación de la
Unión Europea (UE), la crisis financiera de 2008… el
neoliberalismo.
Los
orígenes de esta corriente económica y política, se remontan a los años 20 y 30. El sistema de libre mercado propugnado por los liberales había fallado en su respuesta a las crisis de estos años y el
keynesianismo se configuraba como la teoría hegemónica, tras el éxito del
New Deal reflotando la economía americana tras el
Crack de 1929.
En otras palabras, el
laissez faire de los liberales se consideraba una visión macroeconómica obsoleta y las grandes economías como la estadounidense, pero también la soviética o la alemana, cada una con su propio estilo, apostaban por una fuerte intervención del Estado en la economía para resolver las contradicciones del sistema de libre mercado. De esta forma,
el liberalismo clásico se vio en la necesidad de reinventarse, para no perecer.
Renovación de los postulados liberales
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Economistas reunidos en la reunión fundacional de la Sociedad Mont-Pelèrin en 1947 |
Ante esta amenaza, los liberales se repliegan y cierran filas. Estos organizan un coloquio en París en 1938, no muy diferente de los de hoy en día en algunas universidades, para intercambiar opiniones y reflexiones en un ambiente de rebosante ‘’intelectualidad’’, el Coloquio Walter Lippmann. Acudirán exponentes destacados de la doctrina liberal como el filósofo Louis Rougier (organizador), el sociólogo y economista alemán Alexander Rüstow (acuñador del término neoliberalismo) y el mismo Walter Lippmann, cuyo libro The Good Society sirvió como pretexto para organizar este simposio y discernir el futuro del liberalismo; entre muchas otras personalidades.
Al contrario de lo que se pueda pensar hoy en día, estos intelectuales, posiblemente influidos por los logros de las políticas keynesianas, convinieron, en mayor o menor medida, en la necesidad de llevar a cabo una renovación del liberalismo mediante la apuesta por un ‘’Estado fuerte’’, que asegurara la libre competencia, y por alejarse del laissez faire.
Sin embargo, como en toda corriente, no había un pensamiento homogéneo: Lippmann y Rougier defendían una mayor intervención estatal y otros, como los austriacos Hayek y Mises, se mostraban reluctantes a esta propuesta. Esto marcaría el futuro de las escuelas económicas neoliberales. Aun así, todos mostraban su acuerdo en proponer una
tercera vía, ante el avance del
socialismo y del
fascismo en Europa.
Durante los siguientes años, estas teorías pasaron
sin pena ni gloria por el plano político e intelectual. El final de la cruenta Segunda Guerra Mundial en 1945 desencadenó una
nueva oleada de intervencionismo para reconstruir una Europa en ruinas. En 1944,
Friedrich Von Hayek publicó
The Road to Serfdom, el que según el historiador británico Perry Anderson constituirá la
‘’carta de fundación del neoliberalismo’’ y, 3 años más tarde, en 1947, el propio Hayek tomó la iniciativa y volvió a convocar a los máximos exponentes de la renovación liberal en Mont-Pèlerin.
Repetirán Hayek, Mises o Lippmann, a los que se unirán nuevos integrantes como el economista estadounidense
Milton Friedman (asesor de gobiernos neoconservadores como el de
Ronald Reagan en Estados Unidos o el de
Margaret Thatcher en Reino Unido) o el filósofo austriaco
Karl Popper y, por primera vez, una mujer,
Veronica Wedgwood.
La relevancia de este encuentro reside en la fundación de la Sociedad Mont-Pèlerin por parte de estos intelectuales que se manifestaban en contra de la construcción del Estado Social en los países occidentales y del New Deal. La sociedad se definía como multidisciplinar, con reflexiones y postulados, por ende, no solo económicos, sino también filosóficos y políticos. Esta asociación ha evitado vincularse con partidos políticos, pero ha desempeñado un importante papel en la difusión del ideario neoliberal.
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