viernes, 26 de marzo de 2021

¿Qué es el neoliberalismo? (II)

Así como las ideas de Keynes fueron en su momento la tabla de salvación del capitalismo frente a la crisis de 1929, las del grupo reunido en Mont Pelerin en 1947 dieron pie a la respuesta neoliberal, que reconduciría la trayectoria de este sistema económico cuando llegó el momento oportuno.

En realidad, el New Deal de Roosevelt no pudo dar plenamente sus frutos hasta que las devastaciones de la Segunda Guerra Mundial obligaron a una gran reconstrucción, en unas condiciones en que que la Guerra Fría obligó a un pacto social y al desarrollo de cierto "estado de bienestar".

Nuevamente otra crisis, en 1973, mostró el agotamiento de esta fórmula, y entonces se desempolvó la vieja formulación de los economistas neoliberales.

Claro que liberal no parece ser lo mismo que amante de la libertad. Por algo el ensayo general lo hicieron en el Chile de Pinochet.

Sigue la segunda parte del repaso a este modo de entenderla. La primera, aquí.



Movilizaciones sociales y construcción del Estado del Bienestar

Concentración estudiantil durante las protestas francesas de mayo de 1968





















Sin embargo, en los años 50 y 60, la doctrina neoliberal todavía tiene una influencia casi inexistente en la política, pero también en la sociedad y las clases populares. Estos son años de efervescencia socialdemócrata, en los que se construyen los pilares del Estado del Bienestar en las democracias occidentales. El Estado aumenta considerablemente su presencia y control económicos, al compás de una sociedad que concibe cuestiones como el desempleo o la pobreza problemas de carácter colectivo. Mientras, economistas neoliberales reagrupan sus tesis alrededor de dos grupos principales: la Escuela de Chicago (Friedman) y la Escuela de Austria (Hayek).

Así, la población considera al Estado el responsable de corregir estos problemas y se moviliza para conseguir sus objetivos, por lo que los gobiernos van cediendo poco a poco ante sus demandas. Esta tendencia política se mantendrán hasta los inicios de los 70, cuando una nueva crisis representará una ocasión inmejorable para que el neoliberalismo se haga un hueco en la sociedad y en las instituciones de poder.

En 1973, Estados Unidos y sus aliados en Europa Occidental entraron en un período de recesión tras la decisión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de no suministrarles más petróleo, del cual eran enormemente dependientes, con motivo de su apoyo a Israel en la disputa bélica entre éste y los Estados de Siria y Egipto.

Lo más reseñable de esta recesión fue el fenómeno de la estanflación, que se caracteriza por la coincidencia de una inflación generalizada en los precios con un estancamiento económico, lo que ponía en jaque las tesis macroeconómicas keynesianas y suponía una ventana de oportunidad para teorías heterodoxas. El neoliberalismo se aprovechó de esta situación y, de forma paulatina, se posicionó como la nueva doctrina hegemónica.


Implementación de las políticas neoliberales

Ronald Reagan y Margaret Tatcher en una reunión en la Casa Blanca 1988




















Bajo este contexto, el neoliberalismo no tardaría en hacer su acto de aparición en el plano político. Por un lado, destaca Margaret Thatcher, la famosa Dama de Hierro, que se convirtió en la primera mujer en presidir Reino Unido en 1979 y que causaría un gran impacto en la sociedad británica; y por el otro, cruzando el charco, Ronald Reagan, un ex-actor, converso del Partido Demócrata al Partido Republicano y que representará el nacionalismo estadounidense frente a la Unión Soviética (URSS) en esta época al acceder a la presidencia en 1981. Ambos, de carácter conservador, compartían una visión política y económica de la sociedad y esto desembocaría en un alineamiento entre las dos potencias en lo que a la política exterior respecta.

Recibiendo el asesoramiento económico de la llamada Escuela de Chicago (o Chicago Boys, con personalidades como Friedman) y de la Escuela de Austria (con Hayek como uno de los principales exponentes), llevaron a cabo una desregularización concienzuda del sector financiero (causa primera de la crisis financiera de 2008), atacaron vehementemente a los sindicatos, disminuyendo el poder de negociación de los trabajadores y trabajadoras, y realizaron una reforma fiscal en la que se incrementaron los impuestos indirectos y redujeron los directos, provocando un crecimiento notable de la desigualdad.

Thatcher llevó un paso más lejos si cabe las tesis neoliberales, ya que mientras Reagan ‘’traicionó’’ los postulados neoliberales invirtiendo desmesuradamente en el ámbito militar (por sus disputas con la URSS), la Dama de Hierro desmanteló el entramado de empresas públicas británicas (estrategia que más tarde parte de la derecha europea copiaría, como José María Aznar en España, o incluso partidos de centro izquierda), llegando a plantearse hasta la privatización de la educación.

De este modo, Reino Unido y Estados Unidos marcaban el camino al resto del mundo, llegando el neoliberalismo a extenderse por todo el globo (Europa, Sudamérica, Asia…). Sin embargo, el experimento neoliberal más atrevido fue el efectuado una década antes en Chile, durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973 – 1990), apoyada por Estados Unidos como parte de la Operación o Plan Cóndor. Mucho antes de que Thatcher y Reagan ocuparan las primeras planas de la prensa internacional, en Chile una dictadura militar permitía a los Chicago Boys llevar a cabo sin resistencia popular su programa económico. El propio Hayek argumentaría que la democracia no era una condición indispensable para el neoliberalismo, más aún si una mayoría democrática decidía ir en contra de la ‘’libertad económica’’.

Así pues, tras una recesión aguda en la posguerra, el país sudamericano experimentaría un gran crecimiento económico entre 1977 y 1982, impulsado por la favorable coyuntura económica internacional, calificado por Friedman como el ‘’milagro de Chile’’. A pesar de ello, la dependencia exterior haría caer en picado la economía chilena en el 82 y las políticas neoliberales condenarían a una desigualdad crónica a la sociedad, de la cual no se ha podido recuperar a día de hoy.

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