jueves, 31 de marzo de 2022

Los tres cuerpos (y muchos más)

El problema de los tres cuerpos consiste en determinar, en cualquier instante, las posiciones y velocidades de tres cuerpos, de cualquier masa, sometidos a atracción gravitacional mutua y partiendo de unas posiciones y velocidades dadas (sus condiciones iniciales son 18 valores, consistentes para cada uno de los cuerpos en: sus tres coordenadas de posición y las tres componentes de su velocidad).

Imaginemos para empezar dos cuerpos aislados en el espacio, sometidos a cualquier fuerza atractiva (gravitatoria, eléctrica, magnética...). Si ambos están inmóviles, o se mueven al unísono, tenderán a acercarse hasta chocar. Si se mueven en diferentes direcciones habrá una interacción entre la tendencia atractiva y la inercia que a partir de algún momento tenderá a alejarlos. Puede que acaben perdiéndose de vista; o chocando, si están suficientemente próximos y son voluminosos; o girando en un equilibrio estable alrededor de un punto intermedio. Doce variables, seis de posición (tres para cada uno) y otras seis componentes de los vectores velocidad de ambos, nos darán el resultado de la interacción.

Mientras que el problema de los dos cuerpos tiene solución mediante el método de las cuadraturas integrales, el problema de tres cuerpos no tiene solución general por dicho método y en algunos casos su solución puede ser caótica en el sentido físico del término, lo que significa que pequeñas variaciones en las condiciones iniciales pueden llevar a destinos totalmente diferentes.

Cuando el número de cuerpos a considerar aumenta resulta imposible determinar qué ocurrirá al cabo de cierto tiempo. En los sistemas planetarios con un gran astro central y cuerpos menores girando alrededor se produce un cierto equilibrio que hace las órbitas relativamente estables. Imaginad la compleja relación de las órbitas planetarias en un sistema estelar binario. Cuanto crece el número de cuerpos relativamente similares se instala el caos.

Me vino a la memoria esta comparación asistiendo a una de las sesiones del curso de Filosofía que en la Biblioteca Pública de Pontevedra imparte el profesor Domingos García. La sesión analizaba los populismos del siglo XX y actuales.

La participación en un movimiento, religión, ideología o club de fútbol se apoya en la identificación con el mismo de quienes se adhieren a él, que en parte es racional, pero que sobre todo es sentimental. Las identidades posibles son múltiples, y alguna debe predominar para que la adhesión preferida tenga suficiente fuerza atractiva.

Me vino a la memoria el concepto de afinidad electiva. Y este comentario de Michael Löwy: "naturalmente, la afinidad electiva no se da en el vacío ni en el cielo de la pura espiritualidad: es favorecida (o desfavorecida) por condiciones históricas y sociales". 

En un mundo de identidades múltiples podemos establecer una comparación con los sistemas planetarios. La atracción resulta de la doble influencia de la proximidad y la fuerza atractiva de cada propuesta. De ahí que muchas de las elecciones tengan que ver con la fuerza carismática de un individuo o de una idea.

Cuando alguna de las identidades arraiga fuertemente en quien orbita alrededor de ella, difícilmente dejará de hacerlo. Religión, cultura, lengua, entre otras muchas identificaciones, pueden unir más o menos fuertemente. En ocasiones las identidades coexisten en paz. En otras, sobre todo cuando la que aparece como fundamental peligra, todas las demás pasan a ser estorbos que hay que arrancar de raíz.

¿Son tan electivas las afinidades que producen las identidades? No todas están a nuestro alcance. La fuerza gravitatoria es muy diferente. La elección, como las elecciones políticas y los dados de los tahures, suele venir cargada, sin necesidad de que haya pucherazo en el sentido técnico del término coloquial.

La amistad solo se da entre iguales. La que se da entre señor y vasallo está teñida de condescendencia o servilismo. La democracia, de modo similar, solo es efectiva si todos los participantes son iguales, además de en el valor del voto, en conocimiento, información y la libertad real que da la independencia, sobre todo económica.

La estabilidad de las órbitas alrededor de una identidad dominante (sea patriótica, religiosa o cultural) está limitada por la capacidad de mantener el dominio en el tiempo. Mucho duró el imperio egipcio. Modernamente, otros astros interactúan para hacerla efímera, y las inestables órbitas son poco previsibles. ¡Demasiados cuerpos en presencia!

martes, 29 de marzo de 2022

La guerra está aquí


"Cuando la guerra entra por la puerta, la verdad sale por la ventana". La guerra no es que haya entrado ahora, pero sí lo hace una fase inédita. En Ucrania comenzó hace ocho años, y esperemos que ahora no se prolongue demasiado.

La guerra también está aquí. Somos parte de ella, porque también es una guerra de la OTAN y de la Unión Europea, aunque por ahora no envíen (menos mal) tropas regulares. Lo notamos por sus consecuencias sobre nuestra situación política y nuestra economía. Ahora otra vez el mundo se divide en dos, y cuesta mucho saber algo sobre la otra parte.

Hace dos días podía verse con toda normalidad el vídeo que he colocado al final de esta entrada, junto al texto que lo transcribe. Ahora parece tener restricciones, aunque aún es accesible en este momento. Lo encontré en un enlace de arrezafe, que lo tomó de la pupila insomne. Un total de 104 (ciento cuatro) enlaces de internet avalan todo su contenido. Un contenido muy estimulante.

También estimulante es la respuesta recibida de Pedro Prieto después de que se lo envié, como a otros amigos. Con su permiso, la transcribo:

Aquí, en el Occidente cristiano, ya sabemos por los medios, que el gobierno ruso miente vergonzosamente a sus ciudadanos. Sabemos que Putin es un criminal de guerra y un carnicero, puesto que lo dice Biden. Sabemos que bombardea civiles a mansalva y a sabiendas. Sabemos que esta haciendo muy mal la guerra, que está estancado, que le fallan las cadenas de suministro de las tropas y que incluso los heroicos soldados ucranianos los están haciendo retroceder en algún frente. Que los ucranianos están destrozando sus tanques y vehículos militares. 
Sabemos que hay cada vez más oposición interna, que es ferozmente reprimida. Miles de especialistas occidentales comparan a Putin con Hitler y dudan de su estabilidad mental. 
Todo eso y más sabemos por nuestros medios. Por parte de los medios rusos no sabemos nada, pero como sabemos que mienten en todo, no nos hacen falta, para hacernos una idea de la situación. 
Sobre los corresponsales extranjeros y los 15 años de prisión, la mayoría, si no la totalidad de los que decidieron marcharse, operaban en Moscú y eran grandes agencias occidentales. Si uno se refiere a corresponsales de guerra, esos que están en el frente de batalla con casco, chaleco antibalas y letrero de "press", entre los que hay jóvenes "freelances" haciendo méritos, no se ven los que están en el lado ruso. Y debe haberlos, aunque todos hablen bien del ejército ruso y Putin, como en el frente ucraniano, todos hablan bien de los ucranianos y ninguno de ellos sufre prisión por ello, supongo que en ningún lado. Aunque alguno que ha ido al frente ucraniano, puede terminar como el periodista de Público, enchironado sin fecha y sin asistencia, aunque está por ver todavía si era agente ruso. Sucede que lo mismo que en Rusia hablar mal de la acción rusa está penalizado, en el frente occidental o ucraniano, está igualmente mal y tiene riesgo hablar mal de los ucranianos o de la OTAN. Se podrá decir que en ningún caso supondría 15 años de cárcel, hablar mal de los ucranianos nacionalistas o de la OTAN, pero desde luego supone exclusión de los grandes medios, cuando menos. 
Couso fue asesinado por informar desde el lado del tenebroso Sadam Hussein, pero no por la seguridad de Sadam, sino por un carro de combate invasor. O como Juantxu Rodríguez en Panamá, que fotografió la morgue llena de cadáveres de civiles panameños provocados por la invasión estadounidense de Panamá, trabajando para El País (entonces El País era otra cosa) y al día siguiente soldados del ejército estadounidense le dieron un tiro casual de gracia, junto a Maruja Torres, seguramente por fotografiar la realidad desde donde nadie le había pedido. 
Había mucha más diversidad informativa en la guerra civil española, que es lo que echo de menos. 
Aun así hay cosas que a los grandes medios occidentales, con miles de corresponsales en el lado ucraniano y ninguno en el lado ruso, a veces se les escapan algunas cosas y que a mi me resultan paradójicas. 
Por ejemplo, veo a los corresponsales de guerra occidentales en Kiev, Odesa, Lvyv, Leopolis y hasta Jarkov y muchas otras grandes ciudades ucranianas y noto que disponen de electricidad, agua, comunicaciones e Internet por banda ancha (con excepción quizá de Mariupol). 
Y me pregunto, ¿cómo es que el criminal de guerra y carnicero de Putin, insensible al sufrimiento de civiles, yéndole tan mal en la guerra, no ha hecho exactamente lo que hizo Javier Solana cuando era Secretario General de la OTAN?: Esto es, bombardear los estudios de la televisión yugoslava y aparte de lanzar bombas a diestro y siniestro como hace Putin, ordenar el bombardeo de unos cuantos nodos grandes de subestaciones eléctricas con bombas de grafito, que al estallar crean un cortocircuito brutal. 
Solana dejó Yugoslavia a oscuras en cinco minutos y de forma permanente. 
El país entero, se rindió a los pocos días, porque un país moderno sin electricidad, es el caos. Y nadie lo llamó ni carnicero, ni criminal de guerra, salvo quizá unos pocos millones de yugoslavos que no cuentan. 
¿Qué podría perder Putin con los adjetivos que ya le han colgado si bombardea y tumba la red eléctrica ucraniana? 
¿Alguien se cree que es que no tienen bombas de grafito?; es más, aunque no las tuvieran, ¿no pueden destruir las subestaciones eléctricas claves con misiles guiados, teniendo toda la supremacía aérea? 
¿Qué le impide a Putin "hacerse un Solana" y tumbar la red eléctrica ucraniana y la de telecomunicaciones e Internet, hasta que se rindan? ¿Qué más insultos le podrían dedicar a Putin por ello? 
De hecho, el 28 de marzo hay medios occidentales que anuncian que parte de Ucrania se queda sin Internet tras el mayor ciberataque desde el inicio de la guerra. Por supuesto, se cita a "múltiples servicios de inteligencia, especialmente (de) EE.UU. llevan semanas avisando de posibles ciberataques masivos, no solo de Rusia a Ucrania sino también a Intereses en EE.UU. y Europa. Veamos: ¿alguien cree que los servicios de inteligencia rusa no saben donde se encuentran los principales nodos y servidores de alto tráfico de Internet en Ucrania, para tener que recurrir a un ciberataque, cuando pueden liquidarlos desde el día 1 con misiles guiados? ¿No se le ha ocurrido a ningún medio occidental, antes de soltar este bulo sin contrastar, que si los rusos tiran abajo toda la red eléctrica ucraniana, Internet y todas las telecomunicaciones van detrás sin energía eléctrica? 
Y no se crean, he pensado en las centrales nucleares y en su seguridad, pero luego me he acordado que Solana reventó la red yugoslava sin importarle mucho que Yugoslavia tuviese un reactor nuclear funcionado y cuya falta de electricidad externa podría haber provocado un Fukushima. Cómo se las apañaron los yugoslavos entonces, no lo se. Se que la central nuclear no se fundió. Seguramente, porque se activaron los generadores diésel de emergencia para mantener refrigeradas las barras de combustible, hasta darles tiempo a organizar una parada y levantar las barras, separarlas y evitar que se fundiesen. 
Ucrania es más complicado, con 15 reactores, pero ya seis de ellos en Zaporoziya están en manos rusas y el resto podrían seguir los procesos de patada en emergencia. 
Por tanto, me sigue sorprendiendo cómo los rusos y el criminal de guerra y carnicero Putin siguen dejando a sus enemigos chatear entre si, hacer teleconferencias con sus familias y luego calentarse el café en el microondas, pudiendo bajarles a los infiernos de una sociedad a oscuras en cinco minutos. 
Agradeceré sugerencias sobre esta actuación con guante de seda del carnicero y criminal de guerra del Kremlin con sus enemigos.

Pedro Prieto

jueves, 24 de marzo de 2022

Para evitar la barbarie

La coincidencia de dos fenómenos nos hace sospechar que estén relacionados entre sí. En el origen de las supersticiones más comunes están algunas coincidencias, puramente casuales, que cuando se dan confirman la falsa creencia del supersticioso.

Claro está que cuando dos sucesos se dan juntos con una frecuencia mayor que la previsible  podemos pensar que hay una relación entre ellos. Puede estudiarse esta correlación utilizando métodos estadísticos. Si varios factores coinciden en una situación que se repite, la observación de un número grande de casos permite obtener el coeficiente de correlación de dos de ellos.

La correlación examina la relación entre dos variables. Sin embargo, observar que dos variables se mueven conjuntamente no significa necesariamente que una variable sea la causa de la otra. Por eso solemos decir que "la correlación no implica causalidad".

¿Hay correlación entre la pandemia y la guerra y la crisis? Indudablemente. Pero la crisis es multifactorial. Son muchas las variables concurrentes y entrelazadas, y únicamente un análisis riguroso puede establecer causalidades que no son precisamente casualidadesDe modo parecido a considerar que la causa de un accidente fue la fecha del martes y trece en que ocurrió, atribuir los graves problemas actuales exclusivamente a la guerra, como antes a la pandemia, es, empleando el lenguaje de los teólogos, un acto de vana observancia

Son muchos los datos que demuestran que la crisis ya estaba en marcha, si bien la hace más patente el desabastecimiento de vectores energéticos, que redunda en desabastecimiento generalizado. No es la guerra la causa de la crisis, porque en último término es la crisis la causa de la guerra.

Hasta el aburrimiento se ha dicho que los límites planetarios imponen el decrecimiento, que ya está aquí, de muchas formas. Falta y faltará energía, y faltarán materiales estratégicos cada vez más escasos. Si detrás de la pandemia están las aglomeraciones urbanas y las controvertidas macrogranjas, detrás de las guerras está la lucha por los recursos, que ha causado y sigue causando guerras de rapiña a lo largo de la Historia. Pero ahora las exacerba la escasez creciente. Esta de Ucrania es una más. Que la emprenda una Rusia acorralada solo es incomprensible si se la saca del contexto mundial.

Justo cuando más habría que economizar recursos, paradójicamente se despilfarran en el ya insoportable gasto militar. En lugar de conservar lo que queda, se destruye lo que había. Y en vez de tratar de concluir la guerra se trata de prolongarla lo más posible. Desgastar al enemigo, aunque nos desgastemos nosotros, si calculamos que él perderá más. A mayor gloria de una de las industrias más rentables, la armamentística.

Tras la era irrepetible de constante expansión material y la creciente disponibilidad de materiales y energía, llega el momento del aterrizaje. Tres conocedores del tema responden a la pregunta: ¿qué debería suceder para que el aterrizaje no se resuelva en un palpable descenso a la barbarie?





Rebelión

Es poco menos que imposible comprender el presente como momento histórico: en el presente la historia no ha operado aún. Con todo, si pudiéramos adoptar algo parecido a un punto de vista histórico respecto del presente, el nuestro se nos perfilaría como el momento histórico decisivo: ése en el que comenzamos a dejar atrás la excepcionalidad histórica a la que hoy llamamos «normalidad»; el momento previo al aterrizaje tras la era irrepetible de la constante expansión material y la creciente disponibilidad de materiales y energía. Se trata también, claro, de un momento aterrador, en muy buena medida porque nuestra cultura y muestras sociedades parecen pretenderse ajenas a la inevitabilidad del aterrizaje, mostrándose incapaces de ponerse frente a la idea de que quizá estemos aterrizando ya y quizá esté resultando el aterrizaje, de hecho, extraordinariamente dramático. Con la intención de invitar al abandono de esa tibia y siniestra impavidez, preguntamos: ¿qué debería suceder para que el aterrizaje no se resuelva en un palpable descenso a la barbarie? Responden Antonio Turiel, Emilio Santiago Muíño y Jorge Riechmann.

Antonio Turiel (Institut de Ciències del Mar, CSIC):

La mejor manera de evitar la barbarie es que la mayoría de la población comprenda en qué momento nos encontramos. A día de hoy, la inmensa mayoría de la población de los países fuertemente industrializados cree que una solución tecnomágica va a resolver todas las crisis de sostenibilidad causadas por el choque con los límites planetarios, y por ese motivo no se reacciona como sociedad. La promesa de tecno-remedios todopoderosos (en forma de implantación masiva de sistemas renovables eléctricos, coches eléctricos, hidrógeno verde y demás tecnoquimeras) hace que los ciudadanos claudiquen en la urgente y objetiva responsabilidad personal de participar en la discusión social sobre el inevitable decrecimiento y el reparto de los recursos. Mientras sigamos adormecidos con las promesas que no se podrán cumplir justamente por la escasez de recursos y la falta de eficacia real de las falsas soluciones propuestas, la creciente miseria y conflictividad social se interpretarán como fallos pasajeros o pequeños contratiempos, hasta que el edificio social colapsase, fruto de sus insalvables contradicciones.

Lo más paradójico de la situación actual es que es técnicamente factible garantizar un estándar de vida similar al que actualmente se disfruta en Europa con un consumo energético y material diez veces inferior a la actual, a través de cambios en el estilo de vida y la implementación de tecnologías apropiadas. Y si no se adoptan estos cambios es porque el cambio del sistema social se considera imposible por cuanto comporta el abandono del capitalismo. Por tanto, aunque se ponga el foco en la búsqueda de soluciones técnicas, el problema es en realidad social. Aceptando la necesidad de vivir dentro de los límites del planeta se podría evitar el caos.

Emilio Santiago Muíño (Instituto de Lengua, Literatura y Antropología, CSIC):

Aterrizar dentro de los límites planetarios no es un proceso de ajuste automático con una realidad biofísica. Es una batalla política que, dentro de los márgenes y los límites genéricos que impone este nuevo régimen material que podríamos llamar Antropoceno, por usar un concepto ideológicamente problemático pero que resume lo esencial y está de moda, ofrece muchas posibilidades diferentes en función de la enorme diversidad de respuestas humanas posibles. La crisis ecológica es un examen evolutivo que admite muchas respuestas, y las propias respuestas modifican la pregunta. Del mismo modo que, por usar un ejemplo clásico, los daños de un terremoto pueden ser un castigo de un Dios vengativo, un fenómeno geológico azaroso, o una negligencia en las políticas de ordenamiento del territorio, interpretaciones con efectos sociales muy distintos (y su significado no está inserto objetivamente en el movimiento sísmico), con el choque con los límites biofísicos ocurre algo análogo. Lo que desde el ecologismo social interpretamos como un problema de extralimitación vinculado a un sistema económico expansivo desde otras coordenadas políticas podría interpretarse (de hecho, se interpreta así) como un obstáculo impuesto por la ideología igualitarista y el cosmopolitanismo, que impide a nuestras sociedades combatir en serio por acaparar la escasez de recursos o el espacio ecológico del mundo en una lucha darwiniana. Que una u otra interpretación se imponga depende del significado social imperante y del control de los procesos de poder. Esto es, depende en última instancia, como afirmaba al principio, de una batalla política y moral.

Lo decisivo es que la compleja batalla política que hoy está en marcha, y cuyo curso va a terminar de configurar la crisis ecológica como problema de época, la vayamos ganando y decantando (conjugo en gerundio porque no hay una línea de meta final, no habrá un día de la victoria, será siempre un proceso abierto) las opciones que apostamos por aterrizar dentro de los límites planetarios desde coordenadas comprometidas con los valores fuertes del proyecto emancipador: igualitarismo, libertad republicana, fraternidad cooperativa, democracia. Y para ello, lo que nos enseña la historia es que la construcción del movimiento popular que pueda protagonizar algo así no responde tanto a una toma de conciencia, al revelamiento de una verdad científica que se impondría por sí misma, sino a la articulación y desarrollo de horizontes colectivos deseables, plausibles (este segundo factor es clave) y que tengan traducciones prácticas, parciales pero tangibles, en la vida cotidiana. Por concretar, en nuestro contexto la ventana de oportunidad fundamental se nos ofrece en un doble movimiento que debe converger en una misma agenda política: la derrota socioeconómica y antropológica del paradigma neoliberal y el decantamiento de los programas de transición ecológica que hoy ya están en marcha hacia fórmulas poscrecentistas.

Jorge Riechmann (Facultad de Filosofía y Letras, UAM):

Se da una gran desproporción entre las luchas concretas que podemos plantear hoy (pongo dos ejemplos de nuestra cotidianidad en Ecologistas en Acción Sierras: contra el disparate de una pista para vehículos en la ladera sur de La Peñota, o contra la aberración de desdoblar la carretera M-600 en El Escorial y otros municipios serranos) y las transformaciones sistémicas que necesitaríamos (socializar la banca privada y las empresas eléctricas, diríamos para empezar). ¿Qué debería suceder para salvar esa gran desproporción, de resultar posible tal cosa? Si dejamos por un momento de lado el condicionante más angustioso de nuestra situación (la falta de tiempo, el hallarnos en un tiempo de descuento), volvemos a la reflexión de Joaquim Sempere sobre acciones intersticiales: intervenciones modestas para construir desde hoy embriones de futuro en los intersticios de la sociedad existente. Experiencias que pueden parecer insignificantes hoy, pero acaso resulten decisivas mañana, si a medida que se vayan agravando las crisis entrelazadas nuestras sociedades no se decantan por el lado peor. Las sociedades muy igualitarias, muy cooperativas y muy resilientes podrán responder mejor a los colapsos que vienen. Si hubiera que evocar un solo sustantivo diríamos: amor.

martes, 22 de marzo de 2022

Juan Valderrama

Con la que está cayendo, casi no me atrevo a hablar de otra cosa que no sea esta macrocrisis, pero también conviene desconectar de vez en cuando y dar algo de paz al espíritu.

El pasado 15 de marzo en nuestro flamenco, el conductor del programa recordó un disco histórico, grabado en directo el 13 de agosto de 2000 en el Festival Internacional del Cante de las Minas de La Unión. Entonces, un Juanito Valderrama de 84 años, ya por entonces don Juan Valderrama, interpretaba el flamenco como nunca; esto es, como siempre.

Esto es lo que de ese disco ofreció el programa:

-44:05 Malagueñas

-36:02 Soleares, polo y soleá grande de Triana

-27:44 Tanda de estilos mineros 

-15:50 Seguiriyas 

Para finalizar con unos fandangos dedicados a otros cantaores que fueron sus contemporáneos y amigos:

-07:44Pepe Pinto

-05:28 a Manolo Caracol

-04:36 a El Peluso

-03:09 a Manuel Vallejo

Terminando con uno suyo:

-02:16 Juanito Valderrama

Así cantaba en 1990:

Y así en el año 2000:

sábado, 19 de marzo de 2022

"Plan C"

Jorge Riechmann y Adrián Almazán reflexionan sobre el "Plan B, 100 % renovables"  que ilusiona a muchas organizaciones ecologistas, y que vemos desmoronarse día a día, cuando se acepta que "la energía nuclear puede admitirse como energía verde", o se vuelve a tirar del carbón o el fracking, entre otras maravillas, en cuanto una urgencia apremia.

En un escrito no muy largo (lo digo para no desanimar de su lectura a los lectores telegráficos) se plantean la pregunta ¿cómo caminamos hacia el plan c? La respuesta es durilla, porque los opiáceos de una buena vida a la occidental hacen difícil desengancharse de ellos, como ocurre con todas las drogas.

Pero tengan presente quienes se ilusionan, e ilusionan, con soluciones fáciles y cómodas,  que los ilusionados de hoy se volverán contra ellos, porque se sentirán engañados, en cuanto descubran que esas soluciones no funcionan.

Tengo una certeza casi absoluta de que las élites, no todos los que viajan cómodamente instalados en ellas, sino sus cabezas pensantes, tienen otro plan, que podríamos llamar "Plan Omega".

Dicen los autores del artículo:






¿No hay salida? Sí, aunque nada fácil de encarar. Se trataría de un decrecimiento rápido con niveles inéditos de igualación social: lo que desde hace años venimos llamando un ecosocialismo descalzoSer capaces de asumir, por ejemplo, que el automóvil privado o el turismo de masas fueron lujos pasajeros (para apenas una parte de la humanidad) que resultan incompatibles con horizontes de igualdad, justicia y autonomía para toda la humanidad. Por ahí iría el plan C que realmente necesitaríamos: un plan que se haga cargo de la realidad (energética, ecológica, social) para articularse en torno a la agroecología, la relocalización de la economía, la reinserción de los sistemas humanos en los sistemas naturales, el uso parsimonioso de los recursos, el artesanado, el reparto del trabajo de cuidados o las técnicas sencillas. Modos de vida menos exuberantes metabólicamente hablando, para los que necesitamos sobre todo transformaciones políticas, económicas e imaginarias (y no tanto tecnológicas).

Insistimos: no puede haber una “buena” transición ecológica que no sea fuertemente decrecentista e igualitaria. 

viernes, 18 de marzo de 2022

El precio de la energía

Cuando un producto escasea en el mercado y el precio sube, quien pueda producirlo a un costo más bajo y venderlo a un precio alto obtendrá beneficios extraordinarios. Esos superbeneficios puede reinvertirlos para fomentar su exitoso procedimiento. O simplemente embolsárselos.

Quienes diseñaron el sistema marginalista de fijación de precios de la energía debieron pensar que permitiría financiar la investigación en las fuentes de energía renovable. Si se encarecen las no renovables, saldrá a cuenta invertir en renovables, y también en la investigación sobre ellas. Hay una curiosa tendencia a pensar que los resultados de la investigación mantienen cierta proporcionalidad con la cantidad invertida. Parece en principio razonable, y es totalmente cierto cuando el proceso es "a la baja": la reducción de los presupuestos para la investigación la daña sin duda. En sentido contrario la cosa es diferente, porque como ocurre con cualquier crecimiento, hay límites que impiden que se mantenga la ansiada proporcionalidad.

Pero cuando una cantidad relativamente menor del producto caro que se utiliza para cubrir la demanda eleva a muy alto nivel el precio de los baratos, se produce un beneficio disparatado en quienes producen estos últimos. Nada garantiza que se reinvierta con éxito en un crecimiento imposible, pero es fácil que llene los bolsillos de los especuladores.

Entonces, algunos comprenden por fin que este exitoso modo de fijar los precios mayoristas de la energía no beneficia a nadie, salvo a sus beneficiarios.

Antonio Turiel, conocedor del tema (buen conocedor, no uno de esos "expertos" que okupan los medios), ha sido entrevistado últimamente sobre la enfermedad energética que la guerra ha hecho pasar de crónica a una fase aguda. Encuentro una entrevista en arrezafe, que la toma de La Haine, y otra en Público.

En la primera entrevista, realizada por Josep Rexach, avisa de que "si se toman medidas contra Rusia, la crisis de 1929 parecerá una broma al lado de ésta"En la segunda Marc Font es quien pregunta, y Turiel responde categóricamente que "solo un gran descenso del consumo reduciría la importación de gas ruso, pero implicaría una crisis económica".

El ejemplo sobre el sistema marginalista de fijación de precios es demoledor. ¿Debemos pagar las manzanas o el calabacín al precio del azafránDejo a continuación el fragmento de la primera entrevista en que aparece esta comparación.

Hace años unos señores economistas dijeron que el mejor sistema para fijar el precio de la electricidad era a partir del precio del último kilovatio/hora que entra en cada momento. Es una subasta. Red Eléctrica Española pide quién puede producir electricidad. Los generadores ofrecen los kilovatios/hora que pueden ofrecer a un precio. Primero se compran los más baratos y después se cogen los caros, hasta que llega el último. Y este último, el más caro que entra, es el que fija el precio de todo. Esto se hace así porque unos señores economistas creyeron que con este sistema llamado "marginalista", se incentivaría la introducción de nuevas tecnologías y fuentes de energía. Pero pasa que la física no tiene la misma opinión y no aparecen nuevas tecnologías, posiblemente porque no hay, ni nuevas fuentes de energía, porque no hay. Con este sistema, de obligado cumplimiento en toda la UE, ocurre que cada vez que se produce electricidad con gas, aunque que sea muy poca, acaba fijando el precio de todo. Y pagas toda la electricidad al precio carísimo del gas.

— Pagamos la electricidad a precio de gas, pues.

— Sí. Es como si vas a la verdulería y pides un kilo de zanahorias que va a un euro el kilo, un kilo de manzanas que cuesta 1,5 euros el kilo, un kilo de calabacín que va a 0,80 el kilo y finalmente pides un poco de azafrán. Pero el azafrán va a 45.000 euros el kilo. Pero coges solo un gramo. En total compras tres kilos de verdura y un gramo de azafrán y te lo cobran todo al precio del azafrán.

martes, 15 de marzo de 2022

La perspectiva geopolítica, en el espacio y en el tiempo

La Geografía y la Historia son soportes indispensables para cualquier análisis de la realidad global. Sin una perspectiva abarcadora y dilatada en el espacio corremos el peligro de confundir lo cercano con lo grande e importante; un punto de vista demasiado próximo agranda los objetos y nos hace perder el sentido de la proporción. No valoramos igual un accidente a la puerta de casa que en un país exótico.

Lo mismo sucede en el tiempo. Hacia el futuro, por el difícilmente evitable Descuento Temporal: al fin y al cabo no somos eternos. Además, cualquier prospectiva dilatada se desdibuja y torna más incierta y menos precisa. Hacia el pasado, mirando hacia atrás también perdemos detalles que podrían ser importantes, y juzgamos con ojos de "aquí y ahora" lo que tuvo otro "aquí" y otro "ahora".

La ignorancia de experiencias pasadas puede inducir a apreciaciones erróneas, sobre todo si al análisis anteponemos las emociones. El desconocimiento no nos salva de juicios de valor que tienen que ver con nuestro medio y nuestra cultura. Es difícil evitar visiones inexactas de otras culturas y otras visiones, conformadas también, como la nuestra, en un inconsciente colectivo propio, más fragmentado que el sustrato humano básico considerado por el psicoanálisis.

Por estas razones, el análisis geopolítico debe alejarse del inmediatismo espaciotemporal y echar una mirada amplia y todo lo desapasionada que pueda ser, para bucear en la Geografía en todas sus ramas: física, política, económica, social... y en la Historia, con las suyas: sociológica, religiosa, cultural, artística, científica, económica...

Y, naturalmente, por debajo de todas estas visiones está la base material, ecológica. Pero ese es otro tema en este momento, aunque sea determinante.

Y es una pena que la situación de decadencia ideológica de gran parte de la izquierda y la propia inmediatez de las identidades nacionales dispares y muchas veces disparatadas haya arrinconado, además, el análisis de clase, que también subyace, como el ecológico, en todos los enfrentamientos.

Para aprender mucho sobre la actual guerra desatada en Ucrania, dejo a continuación dos vídeos no demasiado cortos, y ese es un hándicap en estos tiempos del mensaje telegráfico y con frecuencia falaz. Pero el que no los vea, por lo menos que se tiente la ropa antes de sumarse sin mucho conocimiento a coros unánimes.

La Crisis de Ucrania - Florentino Portero

Visión Geopolítica: Ucrania, Guerra en Europa

domingo, 13 de marzo de 2022

Asimetrías

En relación con el artículo de Valentín Tomé Lo viejo, lo nuevo y la nada, que reproduje y comenté recientemente, recibo una comunicación de Pedro Prieto, con datos interesantes sobre la creación de la OTAN y el Pacto de Varsovia y las trayectorias seguidas por ambas organizaciones.

El segundo tardó seis años en aparecer después de la creación de la primera, que subsiste vigorosa y muy ampliada, transcurridos más de treinta años desde que se disolviera el Pacto de Varsovia. En la ciudad en que se firmó ondea ahora la bandera de la OTAN.

Solo seis años tardó la Albania marxista-leninista-pensamiento Mao-Tsetung en abandonar el Pacto. Lo recuerda Pedro en esta carta. De la OTAN nadie ha salido.

Así era la situación inicial. El Pacto tenía entonces frontera terrestre con cuatro países de la OTAN, si bien la noruega era insignificante y la única extensa era la alemana:

 

Esto escribe Pedro:

Juanjo:

Me gusta tu reflexión en estos tiempos de pensamiento único acelerado.

LA OTAN se crea en 1949, apenas 4 años después de la II Guerra Mundial.

El Pacto de Varsovia se crea en 1955. Esta visión permite analizar una realidad cronológica, no política: quien fue primero y quien respondió,

De la OTAN, como bien dices, no se salió nadie. Debe ser que todos están muy contentos con tanta democracia. Empezó con 12 miembros en 1949. En 1952 se unieron Grecia y Turquía, extraña alianza de países siempre enfrentados y que están bastante lejos del Atlántico Norte.

Alemania (entonces solo Occidental) se sumó en 1955. España, después del fraude trilero y amenazante de Felipe González se incorporó en 1982. 

En 1990, se suma el Este de Alemania con la reunificación (primer paso de toma de zonas de anterior influencia soviético-rusa). 

En 1997, la OTAN ya dio pasos a tres países que habían sido miembros del Pacto de Varsovia, que se había disuelto en 1991. 

Siguieron en el 2000 los países Bálticos fronterizos con Rusia y varios países del antiguo Pacto de Varsovia, que antes había estado en la órbita de la antigua URSS

Finalmente, aunque hasta el momento, siguieron 4 países también lejos del Atlántico Norte como Albania y Croacia en 2009 y Montenegro en 2017 y Macedonia del Norte en 2020.  La OTAN es un sin parar.

Me llama la atención que del Pacto de Varsovia sí se pudo marchar un país: fue Albania en 1961, con la ruptura ideológica entre Krushev y el dirigente albanés Enver Hoxa, para quien el soviético era un "revisionista". En Albania estaba la mayor y única base de submarinos soviéticos del Mediterráneo, la de Vlora. Allá se quedaron la mitad de los submarinos del Pacto de Varsovia, y solo dejaron marcharse a los que tenían tripulación soviética. Ello, después de un conflicto que muestra la determinación de aquel pequeño país. El almirante soviético Vladimir Kasatonov de la Flota del Mar Negro, se presentó en Tirana para llevarse todos los submarinos de la base. Los albaneses le respondieron que solo los que figuraban en el acuerdo de desmantelamiento de la base. El almirante se subió a uno de los submarinos y puso a todos en orden de formación. Los albaneses a su vez, dieron órdenes de apuntar a los submarinos. El almirante se acojonó al sentirse atrapado en la bahía y salió con el rabo entre las piernas solo con los submarinos de tripulación rusa. Algo impensable en un país de la OTAN.

En 1997, los albaneses atacaron furiosamente algunos de los barcos, para vengarse de un fraude piramidal, que fue la primera lección de capitalismo de toda su vida y dejó sin ahorros a gentes nunca antes acostumbradas a la especulación. Como si los responsables de haberles estafado fueran los soviéticos. Perdieron los magros ahorros que tenían de toda una vida de trabajadores socialistas hormigas.

La otra lección de capitalismo surgió cuando a la muerte de Hoxa empezaron a girar sus antenas de TV al lado italiano y descubrieron que había tías macizas en Tele-Cinque, las famosas mamá-chicho de Berlusconi, que iban enseñando carnes voluptuosas y regalando premios por doquier. Salieron en desbandada y en pateras a cruzar el estrecho Adriático, para aprender, demasiado tarde, que eso era ficción y que allí los ponían a trabajar como esclavos con salarios de miseria en empresas mafiosas. Y es que la historia la escriben otros. Nosotros somos mudos y viejos testigos de esas anécdotas.

Saludos
Pedro Prieto

Mediación para la paz

El Secretario General del PCE Enrique Santiago es también, por ahora, Secretario de Estado para la Agenda 2030. Un año cercano... y una agenda que se me antoja lejana. También es abogado, buen conocedor del Derecho Internacional, mediador de éxito para una paz tan poco exitosa como la de Colombia. Pero de esto no tiene la culpa.

Por su experiencia en la mediación lo ha entrevistado Pablo Iglesias sobre las posibilidades de búsqueda de la paz en Ucrania a través de los buenos oficios de otros países. La entrevista se incluye en un vídeo de La Base, entre los minutos 17:30 y 27:05.


Enrique Santiago, sobre la importancia de la mediación internacional para la paz


Pablo Iglesias entrevistó al Secretario de Estado para la Agenda 2030, Enrique Santiago, el 11 de marzo, en un programa dedicado a analizar las posibilidades de que las conversaciones entre Rusia y Ucrania, acompañadas por mediadores internacionales, logren detener la guerra. El conductor de ‘La Base’ recordó que el objetivo 16 de la Agenda 2030 obliga a España a la promoción de sociedades pacíficas.


PABLO IGLESIAS: Enrique, tú tienes mucha experiencia en mediación internacional, participaste en las negociaciones entre las FARC y el Gobierno de Colombia, que concluyeron en un acuerdo de paz. En las conversaciones entre el Gobierno ucraniano y el ruso que comenzaron en Bielorrusia y continúan en Turquía, ¿te da la impresión de que la comunidad internacional está haciendo todo lo posible para favorecer un acuerdo que detenga la guerra?

ENRIQUE SANTIAGO: Mi impresión es que hay países que no son los del marco de la OTAN o de la UE que están siendo muy activos, afortunadamente, para obligar a las partes a sentarse y, una vez sentados, conseguir un acuerdo. También por la involucración directa en el conflicto que han tenido la UE y la OTAN, países vinculados a estas estructuras pueden contribuir a ayudar -está bien lo que está haciendo Francia y Alemania- pero tienen más limitada su capacidad. Es muy importante el papel que ya ha ofrecido oficialmente China. Y también llama la atención el papel de Israel, que probablemente no está muy a gusto con la proliferación con la proliferación de grupos nazis en Ucrania y entiende necesario concluir este conflicto de forma urgente.

PI: La historia enseña que casi todos los conflictos bélicos acaban terminando con la intervención de mediadores. ¿Qué es un mediador y qué características debe tener para ser eficaz?

ES: Hay mediaciones, facilitaciones o acompañamientos. Son distintas figuras que se han utilizado en diferentes conflictos para alcanzar acuerdos. Son personas, países, equipos, que, en primer lugar, garantizan que las partes se sientan a dialogar. También cumplen funciones muy básicas, por ejemplo, garantizar la seguridad de las partes en la negociación, en los acompañamientos. Ya hemos visto cómo ha habido miembros de las delegaciones de conversaciones que han sufrido represalias, incluso uno parece que ha sido asesinado, no ha quedado claro en qué términos. Es imprescindible que los mediadores también puedan garantizar la seguridad. Es una figura que, cuando encallan las conversaciones, permite buscar propuestas de síntesis que favorezcan a ambas partes, que reconozcan reivindicaciones de ambas partes para construir una posible solución al conflicto.

La mediación también funciona, no sólo mientras están las mesas de diálogo instaladas. Estamos asistiendo estos días a la celebración de mesas de conversaciones. Entre mesa y mesa, la mediación también funciona: intenta concretar lo que se ha hablado en la sesión anterior, se empuja para que se celebre cuanto antes la siguiente sesión, se sintetizan y ordenan las propuestas que han ido saliendo. Y una tarea fundamental: en los momentos en los que se agudiza el conflicto o se atasca la conversación, los mediadores tienen que actuar en ambas direcciones para conseguir desatascar los desencuentros y volver a juntar a las partes. Son múltiples tareas, imprescindibles, en muchos casos silenciosas. Mientras más discreta sea esa mediación y menos protagonismo se visibilice, será más eficaz y dará mejores resultados.

PI: ¿Qué dirías a los que rechazan la intervención de mediadores en este conflicto?

ES: En este conflicto en concreto, y vista la disparidad de medios de los contendientes, es evidente que, si no hay mediación y un diálogo, muy probablemente la única salida sería el aplastamiento absoluto de la parte más débil por la más poderosa. Y eso no puede ser, porque no arreglaría ningún conflicto, lo mantendría en una nueva fase y volvería a surgir en breve. La única forma de que la parte más poderosa no acabe totalmente con la parte más débil es que haya una mediación urgente, conversaciones y se llegue a un acuerdo de entendimiento que pueda garantizar seguridades para todas las partes.

PI: Para detener una guerra hay diferentes tipos de acuerdos, y a veces los mediadores deben buscar soluciones imaginativas. ¿Puedes darnos algún ejemplo de esto?

ES: Claro, hay muchas fórmulas ya experimentadas. Por ejemplo, hay una solución que ya se ha ido consolidando en el derecho internacional para la resolución de conflictos armados, que es el armisticio. Los armisticios no son soluciones definitivas, no son acuerdos de paz, pero sí son una paralización de las hostilidades indefinida, que permite activar mecanismos de resolución política, con intervención de la comunidad internacional. Por ejemplo, la guerra de Corea se paró en los años 50 con un armisticio. No se ha firmado un acuerdo de paz, pero, de hecho, hay una paz. Luego están, por ejemplo, los ceses de hostilidades y el desescalamiento de medidas militares, las medidas de protección a la población civil. Y el acuerdo definitivo, el acuerdo de paz. Hay muchas posibilidades intermedias. Por ejemplo, en el proceso de paz de Colombia se consolidó lo que se llama el Derecho Pacificatorio, que consiste en utilizar un Derecho Internacional aceptado por toda la comunidad internacional, que es el Derecho Internacional Humanitario, las convenciones de Ginebra que están previstas para regular un conflicto armado con el menor daño posible a la población civil. Utilizar imaginativamente esas normas para pacificar, para construir una sociedad en paz después del conflicto. En un conflicto armado es fundamental que la tarea de mediación vaya acompañada de soluciones imaginativas, que aprovechen recursos aceptados por las partes para concluir las operaciones armadas.

PI: Ayer leíamos por el corresponsal en Rusia de La Vanguardia que había habido un acercamiento de posiciones. Parecería que los rusos estarían dispuestos a reconocer la soberanía ucraniana que inicialmente había negado Putin en ese discurso tan agresivo, y que los ucranianos estarían dispuestos a renunciar a su entrada en la OTAN e incluso a dialogar sobre Crimea y los territorios del Donbass. ¿Cuáles son a tu juicio las claves de la negociación que se está llevando a cabo?

ES: Yo creo que esto, en primer lugar, acredita la utilidad de las conversaciones. Vemos que ambas partes van cediendo en sus posiciones iniciales. Eso nos pone en la clave de que es posible llegar a un acuerdo, y ojalá que cuanto antes, mejor. Yo creo que la solución de este conflicto al final tiene que hacerse sobre la Carta de Helsinki de 1975 y sobre la Carta de París de 1990, es decir, garantizando un marco de seguridad compartida para todos los países europeos. Y no una solución que nos dure un año o cinco años, sino una solución que dé estabilidad a todo el continente europeo de aquí a ojalá, un siglo. Porque en estos conflictos al final siempre acaban interviniendo actores extraterritoriales, pero los países europeos siempre van a estar donde están, siempre van a tener fronteras, y tenemos que establecer un marco estable de convivencia. Empiezo a vislumbrar que se empieza a intensificar la tarea de mediación internacional, con la aparición de China, las visitas a distintas capitales del primer ministro israelí, y creo que empieza a abrirse una posibilidad de que cesen las operaciones militares, que es lo fundamental.

sábado, 12 de marzo de 2022

Lo viejo, lo nuevo y la nada

Que Rusia vea en la OTAN una amenaza para su seguridad no es nada nuevo. ¿Hacia dónde ha crecido esta organización militar, en la que vemos ingresar países pero nunca salir a ninguno? Recordemos cómo y con qué condiciones entró España y podremos verificar su (in)cumplimiento. Nuestra situación se parece a la del Bardamu de la novela de Céline.

La expansión de la OTAN 
Los Imperios insulares (como antes Inglaterra y ahora los Estados Unidos, país que, sin enemigos peligrosos al norte y al sur, a efectos prácticos funciona como una isla) hacen las guerras desde una confortable distancia. No así los continentales, que pueden ser rodeados y atacados más fácilmente, de no estar protegidos (nunca por completo y para siempre) por un cinturón de estados tapón.

No es de extrañar que Rusia se sienta amenazada y, más que la defensa de la población de etnia rusa o la eliminación de una amenaza nazifascista que le sirve de justificación, procure establecer en torno a sus fronteras una zona de seguridad.

Hay que considerar que para que haya una guerra se han de dar circunstancias desencadenantes. Que Rusia defienda su "espacio vital" que siente bajo amenaza es una. Pero ¿hay razones para esta amenaza?

Cada uno de los actores principales tiene las suyas, que dirigen su estrategia. Todas se basan en la lucha por unos recursos insustituibles, claramente menguantes. Porque la escasez y las dificultades de abastecimiento que vemos o el encarecimiento de la energía no son tan coyunturales como nos quieren hacer creer.

Rusia ("lo viejo"), China ("lo nuevo") y los EE.UU. ("la nada") son estos actores. Todos ellos están necesitados de energía, que la primera posee aún en abundancia. Al parecer, no debería ser difícil un entendimiento, porque podrían complementar sus economías, La primera dispone (aún) de energía, la segunda, de tecnología y minerales estratégicos. La tercera potencia dispone sobre todo de un enorme complejo militar-industrial. En él radica su fuerza.

El artículo que sigue analiza, en una síntesis apretada, las particulares razones de esta pugna, en la que podemos despilfarrar lo poco que queda, en lugar de prepararnos para la austeridad que se nos echa encima, lo queramos o no.

Res publica: Lo viejo, lo nuevo y la nada

Valentín Tomé

Lunes 7 de Marzo, 2022

Las guerras dicen que ocurren por nobles razones: la seguridad internacional, la dignidad nacional, la democracia, la libertad, el orden, el mandato de la civilización o la voluntad de Dios.

Ninguna tiene la honestidad de confesar: «Yo mato para robar»

Eduardo Galeano (1940-2015)

Si echamos un rápido vistazo a la Historia, en seguida confirmamos la tesis del escritor uruguayo. Las guerras, sobre todo las guerras protagonizadas por Imperios, siempre han tenido por objetivo último el robo y el pillaje, es decir, la apropiación por la fuerza de los bienes o recursos ajenos.

Es por lo tanto bajo esta premisa fundamental por la que debemos regirnos a la hora de realizar cualquier análisis sobre los múltiples conflictos bélicos que ahora mismo están teniendo lugar en el planeta, incluido por supuesto el del que todo el mundo habla en la actualidad, el de Ucrania. Este principio es esencial no solo para entender el tablero geopolítico del momento sino incluso el de su futuro más próximo. Por lo tanto, antes de proceder, se hace necesario tratar de definir cuál es el contexto energético-material mundial en el que nos encontramos. Materia y energía siempre han sido los recursos más codiciados por cualquier Imperio que se precie.

Desde los inicios del presente siglo nos encontramos en lo que se ha dado en llamar la tercera revolución industrial, es decir en el predominio de las energías renovables y todos sus metales raros asociados para hacer posible su implementación (neodimio, cobalto, galio, indio, litio…). Se trataría así de dejar atrás la energía basada en los combustibles de naturaleza fósil, petróleo y gas fundamentalmente, cuyas fuentes son limitadas y altamente contaminantes, pero que siguen siendo absolutamente necesarias para el funcionamiento dinámico del capitalismo. Si bien, expertos en el tema como el catedrático de Física Antonio Turiel no se cansan de advertir que nada podrá evitar que en las próximas décadas sigamos una senda de descenso energético precisamente por dos razones esenciales: estos metales raros son escasos y por supuesto no renovables y no podrán satisfacer las demandas de energía para el normal funcionamiento de nuestro sistema económico global, pero, fundamentalmente, porque nunca nos brindarán los rendimientos energéticos que, sobre todo en el tema del transporte (tan necesario para la globalización neoliberal), nos proporciona la energía fósil.

Todo esto resulta bien conocido, pero nuestros Imperios actuales haciendo suya la máxima de Keynes de "en el largo plazo, todos estaremos muertos", centran su atención en el futuro más inmediato y tratan, como han hecho siempre a lo largo de la Historia, de acaparar la mayor cantidad de recursos con la finalidad, nunca satisfecha, de ganar seguridad frente al impredecible futuro. Es en este contexto energético-material bajo el que operan los movimientos hegemónicos de nuestros tres grandes Imperios de la posmodernidad. Nos estamos refiriendo, claro está, a Rusia, China y Estados Unidos. Comencemos por Rusia.

Nada parecía hacer sospechar que, tras el precipitado y caótico desmantelamiento de la Unión Soviética, pasando en un tiempo récord de una economía de planificación central a otra de libre mercado de corte neoliberal, pudiese levantarse a inicios de este siglo un nuevo Imperio. Toda apuntaba desde los primeros instantes a que, habiendo colocado al mando a un hombre de paja de Occidente como Boris Yeltsin, la vieja URSS y Rusia en particular, acabaría experimentando el proceso vivido por la vieja Yugoslavia, es decir su división en múltiples Repúblicas "abiertas" a los capitales extranjeros que podrían acceder sin especiales barreras a sus grandes recursos primarios. Lo que comúnmente se conoce como Estados business friendly, que no son otra cosa más que Estados débiles o cuasi fallidos como los que podemos encontrar en gran parte de lo que se conoce como Tercer Mundo.

Sin embargo, la fuerte resistencia del pueblo ruso a caer víctima de una economía salvaje de mercado que había introducido en la sociedad unos niveles de pobreza, precariedad e incluso de acortamiento de la esperanza de vida hasta entonces desconocidos, logró echar del poder a Yeltsin (quien antes no había dudado en 1993 con el apoyo de Occidente a disparar cañonazos contra el Parlamento ruso pues los diputados allí encerrados se negaban a aprobar su reforma constitucional de corte neoliberal; o manipular los resultados electorales de las presidenciales de 1996 que, como reconoció más tarde el propio ex presidente Medvédev, habían dado la victoria al líder del Partido Comunista).

Y en esto llegó Putin. Y apoyándose en un poderoso ejército dotado de un impresionante arsenal nuclear heredado de los tiempos soviéticos, y en una red de oligarcas crecidos al amparo de las privatizaciones de los grandes monopolios públicos que rápidamente le mostraron su apoyo, creó de nuevo un Imperio basado en una política ultranacionalista y autoritaria, casi autárquico en lo económico, donde todo signo de resistencia política (ahí están los múltiples encarcelamientos y sanciones que sufren los miembros del Partido comunista) o cultural (véanse los asesinatos extrajudiciales de periodistas o activistas críticos) es borrado del mapa.

Pero volviendo al tema energético, ¿de qué recursos dispone Rusia? Pues fundamentalmente de todos aquellos relacionados con la vieja economía, que como decíamos al principio, sigue siendo esencial, y lo será hasta su agotamiento final si persiste el actual modelo, para el funcionamiento de la globalización neoliberal. Es decir, de la economía fósil. Si bien es cierto, que Estados Unidos continúa siendo el principal productor de gas y petróleo a nivel mundial, no lo es menos que el amigo americano ha agotado ya toda posibilidad de encontrar nuevos yacimientos en su subsuelo patrio tras una explotación que se inicia hace más de siglo y medio, mientras que en Rusia quedan aún amplias zonas por prospectar. De hecho, el calentamiento global está jugando a su favor pues el deshielo del permafrost en el Ártico está haciendo que Rusia encuentre casi cada día nuevos yacimientos de petróleo y gas que explotar. Si la geografía política no se modifica en los próximos años, es muy probable que para cuando Estados Unidos haya extraído su último litro de petróleo o de gas en territorio soberano, Rusia esté aún con una gran cantidad de explotaciones a pleno rendimiento.

¿Y qué ocurre con China? China será un modelo a estudiar con gran detenimiento por los historiadores del futuro. Ningún Imperio en la historia ha experimentado un crecimiento tan acelerado en tan poco tiempo y sin apenas hacer uso para ello de la violencia "exterior". Una singularidad histórica sin duda. Las claves para explicar esta transformación debemos hallarlas en las reformas económicas emprendidas por el país tras la muerte de Mao. Unas reformas encaminadas a crear zonas económicas especiales dentro del país destinadas a recibir con los brazos abiertos todo tipo de inversiones de capital extranjero, fundamentalmente estadounidense, para que sus fábricas trasladasen su producción a aquellos lugares aprovechando los bajos costes de su mano de obra (recordemos que estamos hablando de la época en la que despega el neoliberalismo como vector ideológico dominante con toda su deslocalización de la producción asociada en Occidente); mientras que al mismo tiempo el Estado practicaba una suerte de planificación central sobre los sectores estratégicos de la economía que seguían permaneciendo bajo su titularidad. Con esto se logró una transferencia tecnológica que de manera autárquica sería imposible conseguir en tan poco tiempo, y comenzaron a crearse empresas de capital chino que competían con las occidentales, que seguían fabricando allí, en todos los sectores, incluido el tecnológico.

Hoy China es la principal fábrica del planeta casi en exclusiva de todo tipo de bienes (solo hace falta pensar en el desabastecimiento ocurrido en Europa durante la pandemia cuando sus fábricas se vieron obligadas a parar, o en la reciente crisis de suministros de semiconductores que ha mantenido fábricas en Occidente largo tiempo sin actividad al ser China su principal proveedor mundial y decidir esta satisfacer primero su mercado interno). Es la mayor potencia exportadora del planeta, muchos de cuyos bienes que allí se fabrican son comprados, irónicamente, por Estados Unidos, su principal cliente.

¿Y qué hace con todos esos dólares obtenidos de las ventas? Pues como explicó Varoufakis en su magistral libro El minotauro global desarrolla una estrategia cargada de inteligencia: compra deuda pública estadounidense. Así, hoy en día, el mayor tenedor de la astronómica deuda pública norteamericana es China, es decir es la mayor reserva de dólares en el extranjero, lo que sitúa a Estados Unidos en una posición de debilidad frente al gigante asiático. Cuando China lo desee puede hacer compras en dólares en el mercado internacional de bienes muy por encima de su precio real y devaluar así artificialmente el dólar hasta que prácticamente este no valga nada.

Otra gran parte de ese superávit comercial lo dedica a la innovación tecnológica, sobre todo en energías renovables aprovechando sus fuertes reservas en metales raros, al desarrollo científico y por supuesto, a lo que todo Imperio debe hacer si realmente desea serlo, al menos de manera permanente: a militarizarse. Hoy China dispone de una buena cantidad de armas de destrucción masiva, incluidas las nucleares.

Sabedora también de que en un futuro cercano tendrá graves problemas para alimentar a una población tan elevada (la quinta parte del planeta), así como para satisfacer sus demandas futuras de bienes y servicios basadas muchas de ellas en la disponibilidad de semiconductores, China, sin necesidad de pegar un solo tiro, ha firmado importantes acuerdos comerciales con países de África o América Latina. Grandes extensiones cultivables de tierra africana están ahora bajo dominio chino, y también importantes yacimientos de metales raros tanto de África como de Sudamérica. En estos acuerdos se incluyen cláusulas en las que estado chino se compromete a contribuir al desarrollo de esos países mediante la creación de infraestructuras públicas: carreteras, vías ferroviarias, puertos, hospitales, colegios…, en una estrategia en teoría win-win (ahí están también las mil millones de dosis de vacunas anticovid donadas por China a África) pero que es probable que en un futuro cercano pueda derivar, como ocurre en la mayoría de las relaciones comerciales, en una situación de fuerte dependencia de estos países con el Imperio asiático.

Si Rusia representa, en el terreno económico, lo viejo, China, sin duda, representa lo nuevo; aunque ya hemos visto que lo nuevo necesita también de lo viejo para poder subsistir, así que es muy probable que las buenas relaciones actuales entre China y Rusia se mantengan en el tiempo.

Y entonces, ¿qué representa hoy los Estados Unidos? En la actualidad cualquiera que visite los que fueron los grandes centros industriales tras la II Guerra Mundial del único Imperio con vida de Occidente se encontrará con un paisaje post-apocalíptico, similar al que podemos hallar, pero en mayor dimensión, en cualquier ciudad de nuestro país antaño dedicada al sector industrial. La nación que engendró ideológicamente el neoliberalismo ha sido su principal víctima. Hoy el Imperio es un páramo industrial.

Bueno, no del todo, existe aún en su seno una importante industria que es sin duda la más importante del mundo: la armamentística o militar. Fuertemente financiada por el Estado, cada vez que hay un conflicto armado en el mundo, los empresarios americanos del sector (con fuertes conexiones con la clase política) se frotan las manos: si realmente algún país del mundo desea modernizar su ejército, ellos son los mejores proveedores para ello (de ahí las actuales presiones de Estados Unidos, con la excusa de la guerra en Ucrania, a los países europeos de la OTAN para que aumenten su gasto militar; gasto que estos países aumentarán a costa de disminuir su gasto social pues la ortodoxia de control del déficit público dictada por Bruselas sigue vigente).

Desaparecida la industria en el plano nacional, y disponiendo del mayor ejército y de la más grande industria armamentística del planeta, con bases militares desplegadas por todo el globo, y sin renunciar a los principios del neoliberalismo, lo único que puede hacer el Imperio americano por engrandecer su economía es tratar de abrir nuevos mercados para sus empresas (ya sabemos desde Marx que en una democracia liberal el Gobierno funciona como el consejo de administración de los intereses de la burguesía).

Esto se puede lograr fundamentalmente de dos maneras: invadiendo, en aras de la libertad, de la democracia y de los valores de Occidente, el país del que se ambicionan sus recursos y reacio a permitir la entrada de esas empresas para su explotación (véase lo ocurrido sin salir de este siglo por ejemplo en Irak o Libia) para después colocar en el poder algún Gobierno que convierta ese país en business friendly. O bien la estrategia más habitual durante la Guerra Fría y que sigue plenamente vigente: si el país en cuestión es una democracia que goza de un Gobierno legítimo salido de las urnas, conspirar en la sombra para que un levantamiento normalmente dentro las filas del propio ejército de ese país, aunque también puede ser de naturaleza "popular", acabe dando un Golpe de Estado y colocando en el poder un Gobierno con las mismas características del caso anterior (nuevamente dentro de este siglo ahí tenemos los ejemplos de Venezuela, Bolivia o la Ucrania del Euromaidán).

Por último, la otra característica fundamental de la economía norteamericana es el enorme peso del sector financiero. Pero como ya demostramos en una anterior columna (https://pontevedraviva.com/opinion/6880/valentin-tome-leyes-capital-economia/), esto no pasa por ser nada más que una ficción, una mera abstracción sin soporte material que solo se sustenta por el efecto simbólico y cultural de ser la creación de un Imperio. Pero en realidad, detrás de todo ello, habita la nada. Como dice un buen amigo mío, hace tiempo ya que Estados Unidos está viviendo por encima de sus posibilidades.

viernes, 11 de marzo de 2022

Recibo este comentario sobre un vídeo, publicado en okdiario, en el que un interrogador, por lo visto personaje popular entre sus correligionarios, pregunta, y de paso interpela con supuesta ironía, a participantes en una manifestación feminista. Mi corresponsal se dirige a su vez al simpático preguntón. A Antonio le digo: no es malo beber de distintas fuentes, pero conviene analizar el agua antes de tragar.

Aunque en las "redes sociales" no sea positivo alimentar una estéril controversia con los trolls, dado que este medio que empleo no se presta a la respuesta rápida e irreflexiva, me permito publicar este desahogo.

Marchas multitudinarias por el 8M vuelven a ocupar la calle


Vamos a ver si lo entiendo, haces mucho hincapié en una frase, consigna o en el escrito en alguna pancarta de algo que se supone que ha dicho una feminista o todo el colectivo, y digo supone porque no lo he oído, es más aún sin oírlo acepto tu versión y reconozco que así se ha dicho.

“Me visto como me sale del coño".

Parece bastante claro que te parece una aberración que se pueda decir eso, lo que no entiendo es el porqué. Según lo que interpreto, y tengo la sensación de que no soy el único, es que te ofende el uso de la palabra coño. Pues si es así, sinceramente no lo comprendo, ¿por una palabra que te puede parecer malsonante, la proclama te parece inválida? Y digo eso porque haces luego la aclaración diciendo "se puede decir me visto como me da la gana". Al apostillar de esa forma parece bastante claro que lo que te ofende es la palabra coño. Y me pregunto, ¿si dijeran vagina, vulva, órganos reproductores femeninos u otro símil que quieras, te sentirías igual de ofendido? Para mí la respuesta está clara, y es que SI, aunque la que digas será que no, pero entonces no preguntarías a nadie sobre esa frase en concreto. Y es que tienes y tenéis un miedo terrible a escuchar hablar a las mujeres sobre su sexualidad o sobre cualquier cosa que haga referencia a ella.

En otra parte de tus ¿entrevistas? pones el foco en la canción "El violador eres tú", y dices que te asusta un poco, a lo que te contesta la mujer que si te sientes aludido entonces seguramente el problema lo tienes tú. Tu intento, y digo intento por llamarlo de alguna manera, de desmontar su argumento se reduce a decir y cito textualmente "vale y si le damos la vuelta y digo la zorra eres tú", la entrevistada te dice que no se siente aludida, con eso debería bastar y ser suficiente. Pero mejor aún, voy a obviar la respuesta. ¿A qué acepción de la palabra zorra se quiere hacer referencia? ¿Al animal, a la persona astuta o como imagino, a la prostituta? ¿Cuál es la insinuación que se quiere hacer, que a la prostituta se le puede tratar de una manera despectiva, se le puede vejar, humillar, maltratar o incluso violar? Y con esto, y ahora soy yo el que insinúa, vuelvo al punto anterior, ¿es que la forma en que se viste una mujer te lleva a pensar que ejerce la prostitución, que es una zorra, como has dicho? Tienes y tenéis un problema muy serio y un miedo terrible a la sexualidad femenina. Y aquí te señalo a tí Cake Minuesa, y a los católicos reprimidos que no pueden aceptar que la mujer busque la paridad con el hombre en todos los aspectos.

Para rematar tu vídeo y aquí hago referencia a la segunda parte del título, abordas a una joven con la bandera de la URSS, y en un burdo y zafio intento de ridiculizarla hablas de la incompatibilidad que supone comunismo-libertad-feminismo. Esto delata una tremenda ignorancia o más bien un auténtico acto de mala fe. Seguramente lo segundo, puesto que si hubieses leído, estudiado, visto o como poco escuchado a Julio Anguita en una entrevista que tú mismo le hiciste hablar sobre la URSS, sabrías que su Constitución ha sido una de las más avanzadas que ha habido, y no solo sobre el papel. Y desde luego esos avances los apreciaron todos sus ciudadanos, pero especialmente las mujeres. Obviamente tenemos conceptos distintos sobre la libertad, el tuyo más cercano a la actual presidenta de la CAM que asocia ese término a la posibilidad de poder consumir y gastar en cualquier tipo de comercio (bares, tiendas, grandes superficies...) El mío más cercano a Anguita, (lástima que no aprendieras nada cuando lo entrevistaste), en el que decía que un hombre con el estómago vacío y sin posibilidad de futuro no podría ser nunca un hombre libre. Eso la URSS lo erradicó completamente y sus índices de crecimiento y su inexistente desempleo así lo demuestran, solo hay que hacer el esfuerzo de buscarlo y leerlo. Para mí libertad es tener la seguridad de trabajar, independientemente del sexo, eso aquí no siempre ocurre, de poder enfermar y ser atendido, de por esa enfermedad no tener miedo a perder mi trabajo, de en la edad anciana tener cobertura, de tener acceso a una vivienda y que no me inflen el precio en función de lo necesitado que esté, de poder matricular a mi hijo en la escuela que decida sin tener que estar a expensas de que un sorteo pueda excluirlo porque su apellido empieza por A y dicho sorteo determina que esas plazas (10 para 15 niños) se ocupan empezando a contar por los niños cuyo primer apellido empieza por B hasta dar la vuelta al abecedario. Eso no es libertad, eso es suerte, o mejor dicho tampoco es suerte, es el capital el que determina en función de la clase social qué puedes y qué no puedes hacer y hasta dónde puedes llegar. Eso sí bajo tu premisa tienes libertad, ya te lo digo yo, de elegir donde vas a morir, si entre cartones en la puerta de un banco, o en la boca del metro o en un parque.

Hasta que la desinformación nos separe


“El precio de la luz sube, pero se destinan veinte mil millones de euros a políticas feministas cuando la gente no puede pagar" Gobierno social-comunista culpable.

"La gasolina sube" Gobierno social-comunista culpable.

"La vivienda sube" Gobierno social-comunista culpable.

Es precisamente lo contrario, lo que los grandes "economistas", los Rallos, Lacalles, Ratos y demás dicen, es que el mercado se autorregula, pues estoy de acuerdo, se autorregula pero cada día a más. ¿En qué momento la No intervención del Estado, que es lo que aquí tenemos se convirtió en comunismo? ¿En qué quedamos? Si el Estado interviene es comunista, si no lo hace es comunista, si lo hace un poco es comunista. El anticomunismo no puede ser la manta con la que cubrirse cuando las cosas van mal. Podrás y podréis hablar cuanto queráis de gobierno social-comunista, se podrán dar nombres y apellidos de miembros que lo son en el gobierno actual o hasta hace muy poco, ni ellos mismos lo niegan, lo reconocen abiertamente porque es un orgullo, pero por mucho que lo digáis no seréis capaces de decir ni una sola política comunista que haya aprobado este gobierno. Por poner un ejemplo, mis padres son médicos, me han hablado de medicina durante toda mi vida, los he visto con pacientes y aplicando tratamientos. Yo no he practicado la medicina nunca, pero según ese razonamiento absurdo podría decir que sin haberlo hecho soy médico. Podrás y podréis hacer todos los malabarismos que queráis con el lenguaje, podréis incluso basaros en contradicciones que seguro que las hay, seguid tratando al ser humano como un estúpido y tarde o temprano os daréis cuenta que toda la retahíla de sandeces que publicáis se os volverán en contra. Y eso queridos lectores es lo que tenemos hoy aquí, unos medios de comunicación y una clase política tan nefasta y una opinión pública tan falta de interés y tan poco formada que se acepta con total normalidad la mediocridad de su discurso.

Hay multitud de ejemplos, desde los grandes medios, El País, El Mundo, ABC, La Razón, hasta los más pequeños pero no menos influyentes OK Diario, Periodista Digital, y con nombres y apellidos Lucía Méndez, Inda, Ferreras, Rojo, Cake, Negre... La lista es interminable.

En la clase política igual, Aguirre, IDA, Toni Cantó, Cayetana, cualquiera de Vox...

Ahora ya no les vale con lo de casa, ahora la nueva moda es decir que Putin es comunista y Rusia la URSS (se ha hablado en medios de ejército soviético durante la agresión rusa a Ucrania). Da igual que el Partido Comunista de Rusia sea la oposición real a Putin, da igual que se los encarcele y reprima, da igual que él mismo critique a Lenin, da igual que sus socios europeos no sean precisamente comunistas y en el mundo hasta hace poco Trump, aquí se dice que Unidas Podemos y Putin son aliados y con eso es suficiente. Y basta con decir que fue miembro del PCUS y del KGB cuando aún existía la Unión Soviética para catalogarlo de comunista automáticamente aunque ninguno de sus actos ni de sus políticas lo sea. Eso sí, que se pueda insinuar siquiera que Adolfo Suárez o Manuel Fraga, ambos de FET-Jons, fueran fascistas es atentar contra la memoria de dos grandes demócratas. HIPÓCRITAS.

Antonio Alonso