martes, 22 de junio de 2021

Los Privatizadores

Con Mayúscula, porque Mayúscula ha sido la Apropiación Indebida de Bienes Públicos, ahora difíciles de recuperar.

Publicado esto hace dos días, me parece pertinente reproducirlo tal cual, para refrescar memoria.

Y como solía decir Don Manuel Fraga Iribarne, el ínclito y cabreado, "no tengo nada más que añadir".

Privatizaciones. Como nos arrebataron (robaron) un país

Maria Toca Cañedo

Llegados a este punto, cuando el recibo de la luz se nos ha convertido en tortura mensual, vendría bien conocer el origen del desmán que se produce en el adelgazamiento del Estado en base a las privatizaciones.

Haciendo historia, nos encontramos con el origen del neoliberalismo que nos aqueja. Fue la Dama de Hierro, la inolvidable Margaret Thatcher, quien impulsó con furia la nueva teología: el liberalismo a ultranza, cuyos teóricos fueron los Chicago Boys, la escuela de Chicago, liderados a su vez por el economista y premio Nobel de Economía, Milton Friedman. Al término de la II Guerra Mundial  estando los estados europeos en penuria económica se impusieron la teorías keynesianas, impulsadas por Roosevelt, que propugnaba fuertes inversiones estatales y control del Estado como forma de activar la economía y el reparto de la riqueza.

Quizá el neoliberalismo fuera consecuencia del movimiento pendular, debido al colapso de las economías estatalizadas o simplemente una ideología que partía de una base darwiniana: solo los fuertes merecen el premio de la subsistencia. La excelencia y el esfuerzo merece el premio económico y el Estado no debe apoyar a los débiles.

Thatcher en Gran Bretaña, Ronald Reagan en EEUU, además del gobierno autárquico de Pinochet en Chile, refundaron los estados convencidos de que había que privatizar todo. Y al decir todo no exagero.

Thatcher forjó su fuerte liderazgo en conflicto frontal con los sindicatos británicos de mineros. Durante finales de los años sesenta y principios de los setenta del  pasado siglo, la minería de carbón estaba en franca decadencia. El estado británico apostaba por otras fuentes de energía, como el gas del Mar del Norte. La minería británica era una fuente de riqueza desde el siglo XIX, alrededor de ella se forjaron poblados prósperos, de la que vivían más de 250.000 familias; cuando Margaret Thatcher abandonó el cargo quedaban en activo poco más de 50.000 mineros en toda la Gran Bretaña. El pulso que torció a los poderosos sindicatos forman parte de la mítica estela que dejó la Dama de Hierro, a la vez que el reguero de dramas personales subyacentes a semejante recorte.

Thatcher, sacó adelante leyes que destruyeron el derecho de huelga tal como se conocía y se ejercía en ese momento, dejó caer las empresas deficitarias y propugno la compra individual de las casas estatales que se disfrutaban en alquiler. Pensemos que el ascenso al poder de los tories, encabezados por la Dama de Hierro, se forjó debido a la secuela de innumerables huelgas mineras que paralizaron el país y de una crisis económica que hacía colapsar el sistema. Thatcher prometió acabar con ellas y a fe que cumplió su promesa.

Se aprestó a cumplir a rajatabla el mandato del nuevo liberalismo: fuera Estado. Liberalización de los mercados para que la fuerza dinámica del capitalismo regulara por sí sola la economía. La venta de empresas públicas solucionó en parte el déficit público endémico en la Gran Bretaña de la época. Además de sujetar con fuertes leyes el derecho de huelga, como decimos, llegó a conseguir el desmantelamiento de los fornidos sindicatos ingleses. Miel para el capitalismo: privatización de sectores esenciales con trabajadores enmudecidos. El sueño húmedo del capitalismo, ya les digo.

En España, los alumnos de la señora Thatcher fueron los cachorros del PP, con Aznar a la cabeza que propugnaban el adelgazamiento estatal como solución a las penurias propiciadas por el PSOE que les había precedido.

Pero no nos confundamos, la venta de empresas públicas (es decir, de la ciudadanía española) no la empezó el PP. En absoluto. Comenzó mucho antes. Nada más llegar Felipe González a la Moncloa emprendió el desbaratamiento de la empresa pública.

Volvamos a hacer historia. En las elecciones del año 82, el PSOE y Felipe González, en concreto, habían recibido mucho dinero y apoyo de sus amigos internacionales y debían devolver favores. Muchos favores. Sirva como ejemplo el que sigue.

En el año del ascenso socialista al poder, gobernaba Venezuela Carlos Andrés Pérez, líder de Acción Democrática. Tenía un gran amigo, el multimillonario Gustavo Cisneros. En esos años Venezuela era conocida como la Saudí de América y el río de corrupción ahogaba al país al calor de la riqueza emanada del petróleo. La revuelta popular (Caracazo) se saldó con 200 muertos que protestaban contra el amiguísimo de González, Carlos Andrés Pérez.

Volvemos a Cisneros. En el año 82, aconsejado por Carlos Andrés Pérez, amigo y protector de González,  inyectó un buen puñado de millones en la campaña electoral socialista que llevó al PSOE al triunfo y a conseguir el primer gobierno de ¿izquierda? de la democracia. Había que devolver el favor ¿Cómo? vendiendo a precio de saldo, Galerías Preciados, que había sido  una de las empresas incautadas a RUMASA. Costo de la compra que realiza Cisneros al estado español: 1.500 millones de pesetas. Al cabo de tres años, Galerías se vende por 30.000 millones de pesetas. ¿Ven ustedes la rentabilidad que tiene apoyar a  políticos? Nada menos que 28.500 millones de pesetas de ganancia en solo tres años, que se hurtó a la ciudadanía española.

Por cierto, el señor Gustavo Cisneros, amiguísimo del alma de González tiene como Vicepresidenta de Asuntos Corporativos a doña María Antonieta Mendoza de López, que nos les dirá nada su nombre, pero… es la mamá de una figura muy conocida, Leopoldo López, el opositor venezolano por el que tanto luchan los líderes de ambos partidos. Cuando Felipe González viaja a Venezuela (frecuentemente) lo hace en el avión privado de Cisneros y reside  en la reserva natural que posee el millonario, llamada Caraboro. No le falta de nada al querido Isidoro, el de la chaqueta de pana. ¿A que ahora entienden ustedes el empeño de González en el país venezolano y en la familia López?

Este es un ejemplo de cómo y porqué se privatiza en nuestro país. No tanto por dinamizar el mercado liberalizando al estado de la carga de empresas como por devolver favores y “promover el futuro” al abandonar la política. Porque, queridas lectoras/es, se privatizan empresas rentables con las que los nuevos propietarios (privados) hacen pingües negocios.

Felipe González recién estrenado el gobierno comenzó la tarea privatizadora, como les apuntaba. Sirva el dato de que desde los años 80 hasta 2015 se han privatizado 120 empresas con unos ingresos de 45.000 millones de euros que el Estado se ha embolsado, según la Sociedad Española de Participaciones (SEPI). Durante el periodo socialista se realizaron 80 operaciones de privatización con un saldo de 13.200 millones de euros que engordaban las arcas del Estado de forma un tanto ficticia. Solo el año de la venta  se adecenta  el déficit público, el resto de los años se torna a desinflar la burbuja, mientras que manteniendo las empresas bien gestionadas en el sector público, los recursos se mantendrían en el tiempo y la riqueza producida revertiría en el Estado. En nosotras.

Es como si una familia que anda estrecha de dinero, vende el negocio del que vive… Ingresa dinero de momento pero luego se muere de hambre. Claro que a nuestros gestores el “luego” no les ha importado demasiado con las  formas políticas de cortoplacismo hasta la próxima elección.

González le dejó a Aznar la tarta a medio hornear y bien preparada. Al llegar a Moncloa, el gran liberador de la economía, se alzó con el deseo de  venderlo todo. A ello se puso con empeño y ganas.

Las joyas de la corona del estado español eran un bocado precioso para la empresa privada, como ENDESA (que salió a bolsa en sucesivos años, 1988, un 18%, 1994, 1997,1998) hasta que Aznar la finiquitó. Por eso, amiguitas, nos escuece tanto el recibo de luz. ENDESA pasó a ser privada cuando era suministradora no solo de luz a los/as españoles sino que producía la energía para SEAT, BAZÁN, IBERIA (privatizadas también por Aznar)

En 2004 Aznar liberalizó el sector eléctrico en su totalidad; la factura de la luz nos ha subido un 80% desde entonces de lo que se aprovecha el Estado italiano ya que ENEL, principal accionista de ENDESA, es la empresa estatal italiana, porque ellos (italianos) mantienen una empresa eléctrica pública y se aprovechan del bocado precioso que nos produce en el bolsillo el recibo de la luz.

España es el país de la UE, salvando la peculiaridad de Gran Bretaña, con menos empresa pública. Y menos personas empleadas del sector público, solo un tímido 0,80% Tres veces menos que Italia, cinco que Portugal y nueve menos que Francia.

Como decía antes, 120 empresas se han privatizado, suponiendo al Estado 45.000 millones de euros que engordaron las cuentas del Estado cuando fueron vendidas. ¿Entienden ahora por qué al PP se le llena la boca hablando de que Aznar disminuyó el gasto público e incrementó las arcas? Nos ha jodido, vendiendo hasta los muebles del Estado e ingresando por ello. No generando ganancias, no generando riqueza económica. No. Vendiendo hasta los jarrones. Ese fue el milagro económico del señor Aznar, desposeernos de lo mejor para repartirlo entre amigos.

Con Aznar cayeron Endesa, Tabacalera (Altadis) Repsol, Telefónica, Argentaria, Gas Natural (donde fue consejero Felipe González cobrando por ello 120.000 euros al año) Se vendieron las empresas más importantes que sujetaban la economía española y que eran y son definitivas en el soporte del Estado. ¿Por qué se optó por venderlas en vez de sanearlas si eran todas rentables? Pregunta importante…

Podríamos pensar que fue ideología, puede ser. Miren, queridas lectoras, en Margaret Thatcher, seguro que fue así. Nadie le niega integridad y determinación  a la Dama de Hierro, pero tratándose de nuestros gobiernos, permitan la duda. Duda asentada por la carrera de ratas que se inicia en cuanto abandonan el cargo en pos del puesto de consejeros de cualquiera de las empresas privatizadas. Las famosas puertas giratorias. La lista de nombres es tan larga que no se la mostraré porque llenaría una hoja entera. Busquen ustedes que verán que colección de ratas agraciadas se encuentran.

Llegados a este punto, he de decir que el presidente que menos privatizó (no sé si por convencimiento o porque no quedaba mucho) fue Zapatero, el único, también, que ha tenido la vergüenza torera de no participar de las denostadas puertas giratorias. Dicho queda como honra a la excepcionalidad. Ah, y viaja a Venezuela en misión de paz no en apoyo de opositores dudosos. Con Rajoy poco quedaba de rascar en privatizaciones además de que la crisis barrió la especulación privada en espera de mejores vientos.

Poco queda a este Estado depauperado por los alimañeros que gobernaron, quizá por eso hace años se impuso en la Comunidad de Madrid, con malas artes, Esperanza Aguirre. La desmanteladora de la sanidad pública. Admiradora y émula de Margaret Thatcher, soñó con pasar a la historia como la Dama de Hierro española, quedándose en Dama de Hojalata oxidada y maltrecha.  El mordisco de la privatización de la sanidad es fruta golosa que, de momento, ha parado el Covid, porque ha mostrado las vergüenzas de una depauperada sanidad que se ha dejado morir de inanición. Ya saben como es la historia. Se deja morir de inanición un servicio, no se invierte, no se renueva, cuando está totalmente depauperado, los poderes públicos nos convencen que solo la privatización puede sanear y dar buen servicio.

Correos  está calentando para salir. Soy asidua visitante de las dependencias de este estamento, les aseguro que en los últimos años he ido comprobando el decaimiento del servicio, la penuria de unos medios envejecidos, anticuados hasta el sonrojo… Todo para sacar la conclusión que no es funcional y ¡voilá! el milagro de la privatización salvará a Correos, a Sanidad y posiblemente a Renfe, como antes salvó a las eléctricas. Preparen el bolsillo porque les recuerdo el dato aportado más arriba: la luz subió un 80% desde 2004. Tomemos nota.

No les digo más.

María Toca Cañedo

lunes, 21 de junio de 2021

El transporte: de la movilidad a la accesibilidad

El número 251 de la revista de debate teórico y político del PCE Nuestra Bandera ofrece un interés especial, porque por vez primera se aborda en él de forma sistemática el tema del decrecimiento.

Hay razones que fuerzan a plantearlo, dado que el decrecimiento no es ya una opción, sino una realidad innegable; que se puede abordar de formas muy diferentes.

La ideología del progreso se abrió paso a la par de los descubrimientos geográficos y los avances de la ciencia y la técnica que propiciaron el desarrollo del capitalismo. Aunque para este significa ante todo crecimiento del capital, desde el comienzo el movimiento socialista se adhirió a la idea, si bien buscando que se beneficiara de él la clase trabajadora. Y la competición entre capitalismo y socialismo se planteó como una carrera hacia el progreso, interpretado en términos cuantitativos como crecimiento económico. La divergencia no estaba en la creación de riqueza, sino en su apropiación.

Ahora, ante la necesidad de afrontar el decrecimiento, la diferencia vuelve a estar en cómo hacerlo. El capitalismo no puede lograrlo sin negarse a sí mismo, pero mientras tanto busca la reducción "por abajo": se trata en definitiva de recortar. Recortar puestos de trabajo, eliminar, por activa o por pasiva a la población sobrante, mientras "por arriba" sigue creciendo hasta su último aliento. En su perspectiva más lúcida, su solución es ecofascista.

Las clases subalternas, mientras tanto, y sus representantes políticos, luchan a la defensiva, y en campo contrario. Si en condiciones expansivas había un entusiasmo que daba fuerzas para luchar, en estas de ahora el peligro es la desmoralización, sin una meta clara en el brumoso horizonte.

Esta situación obliga a la izquierda a un nuevo planteamiento, más realista, que deje de identificar bienestar y riqueza. Se puede vivir mejor con menos, según lo que se obtenga y de lo que se prescinda.

Es erróneo confundir crecimiento con desarrollo, como lo es considerar que el desarrollo, que es un despliegue de potencialidades, implica necesariamente crecimiento físico. También sería un error interpretar que con el decrecimiento global se quiere negar cualquier crecimiento. En muchos países el desarrollo humano requiere crecer en muchas áreas, y en ellos, y en todos los demás, los pobres tienen muchas carencias que superar. Lo decisivo es calibrar bien ese crecimiento "por abajo" y compensarlo radicalmente con el decrecimiento "por arriba". Por supuesto, ese desarrollo sobrio de la clase trabajadora no tiene por qué imitar el despilfarro que los ricos se otorgan a sí mismos.

Hay mucho que replantear en el pensamiento y la acción de la izquierda, y reconocer que no nos habíamos preparado para esa contingencia. Este número de la revista es un paso importante.

Mi aportación al tema ha sido el artículo que dejo aquí. El tema del transporte no es precisamente el menos problemático, porque depende de recursos energéticos que son su base y la de toda la economía.

Hay que distinguir claramente la movilidad, que se refiere a la capacidad de las vías de comunicación, de la accesibilidad, que atañe a la capacidad de los puertos de origen y destino. También para ambos conceptos hay un factor de escala, el que diferencia arterias de capilares y grandes nudos de pequeñas terminales. Una de las grandes incógnitas del futuro es cómo reducir las aglomeraciones por un lado y el transporte por otro. Ni las grandes metrópolis ni los largos recorridos prometen un buen porvenir.

Y tampoco es seguro, en un futuro menos veloz, el principio de la optimización de los tiempos, ese just in time que, a pesar de sus ventajas objetivas, tiene sus limitaciones, como hemos comprobado en el reciente bloqueo del Canal de Suez.



El transporte: de la movilidad a la accesibilidad

“Sostenible”

Son muchas las variables (y las intenciones) a considerar cuando empleamos, tantas veces a la ligera, la palabra “sostenible”. ¿Qué es lo que queremos “sostener”? Para muchos se trata de “sostener lo insostenible”: su estilo de vida, necesitado de una economía en perpetuo crecimiento, o en el mejor e improbable caso, estacionaria.

Otros, dándose cuenta de que la realidad pone límites a esas intenciones, dan un paso más, y están dispuestos a modificar sus hábitos, reducir consumos y desplazamientos, por lo común de forma más cosmética que radical, porque es difícil renunciar a una forma de vida a la que todos nos hemos acostumbrado, y que además está fuertemente condicionada por unas relaciones espaciales y temporales (residencia y trabajo, acceso a bienes y servicios) que difícilmente pueden alterarse sin consecuencias problemáticas.

Por eso las conductas individuales bienintencionadas chocan con una estructura social que las reconduce, y se reducen habitualmente a “cuidados paliativos” para la deseada sostenibilidad.

Circular para llegar

Aunque el movimiento es una realidad universal, el de los seres animados en general y en especial el de los humanos tiene siempre alguna finalidad, una meta. Esta palabra puede usarse en sentido intencional, pero literalmente significa que la finalidad del movimiento físico es siempre la llegada. No alcanzarla condena el movimiento al fracaso.

Se mueven las personas para relacionarse y mueven las cosas. Esto establece una primera diferencia entre el movimiento de viajeros y el transporte de toda clase de objetos.

La movilidad de personas y el trasiego de productos se realizan hoy a una escala descomunal. Los viajes son imprescindibles, desde los diarios más inmediatos (a veces no tanto) entre el lugar de residencia y el de trabajo hasta los más largos, periódicos u ocasionales, a que obliga la actividad de muchos profesionales. En cuanto al transporte, son contadas las mercancías procedentes de lugares próximos al de llegada.

Los viajes de placer son menos indispensables, pero también parecen necesarios dentro de nuestra economía, vistos los estragos que causa su disminución a sectores enteros de la sociedad.

Dada la enorme diversidad espacial y temporal del transporte de mercancías y viajeros, se impone establecer una primera clasificación según su variedad y su amplitud. Transporte de personas y de objetos, urbano e interurbano, transporte nacional o internacional, marítimo o terrestre, de gigantescas máquinas o de mínimos componentes electrónicos, están todos en función de su volumen, sus contenedores y las vías utilizadas. Pero todos tienen en común el empleo de materiales y el consumo de energía. Con los límites que esto impone, además de otras consideraciones ecológicas (contaminación de aire y agua, usos del suelo, residuos…), es arduo problema adaptar las estructuras actuales a lo que pueda considerarse sostenible.

Por tierra, mar y aire

Palabras de resonancias bélicas, nos llevan a una primera aproximación al tema. Desde la antigüedad el transporte marítimo tuvo la ventaja de la máxima libertad de desplazamiento, porque no necesita vías que haya que trazar y mantener. También por eso los límites de tamaño son más elásticos y la capacidad de carga de personas o mercancías mucho mayor. Además, el empleo, hoy muy mermado, pero al que en algún momento habrá que volver, de la energía eólica para mover las embarcaciones lo hace el medio más sostenible, aunque no sea el más rápido.

Los demás medios de transporte requieren infraestructuras costosas y tienen limitada su capacidad.

Junto al transporte acuático, marítimo o fluvial, el ferrocarril es, entre los medios terrestres, el más ventajoso en cuanto a volumen, dada la gran capacidad de unas vías que ocupan poco espacio pero permiten convoyes de gran longitud. Como en el barco, su gran masa inerte hace que, una vez lanzado el tren, la velocidad casi constante ahorre energía, a costa de una menor maniobrabilidad en relación con otros vehículos.

El transporte aéreo es, junto al automóvil, el más insostenible. De modo general, puede decirse que existe una relación inversa entre velocidad y sostenibilidad. El ahorro de  tiempo se logra a costa de despilfarro material y energético.

Movilidad y accesibilidad

Hasta aquí hemos considerado los medios desde el punto de vista del recorrido entre el origen y el destino, y de la eficacia en términos de capacidad y velocidad, obviando las dificultades que aparecen en los dos extremos del camino. Pero las mayores complicaciones para cualquier medio de transporte no están en la vía, una vez disponible, sino en los puntos de partida y llegada. Los nudos de la red, puntos de encuentro de rutas, son conflictivos. Y es ahí donde necesitamos distinguir dos conceptos: la movilidad, referida a la vía, y la accesibilidad, a los lugares.

La movilidad remite a las personas o mercancías que se trasladan, midiendo los desplazamientos según el espacio recorrido, el tiempo invertido y la cantidad de personas o la masa de mercancías que se mueven de un lugar a otro. Se refiere, pues, a la capacidad de la vía.

En cambio, la accesibilidad se vincula al encuentro de trayectorias. Las que llevan a personas u objetos a su destino, ese lugar de encuentro entre quienes buscan o se buscan. Bienes, servicios y contactos, clientes y suministros, han de coincidir en un determinado espacio.

Entre origen y destino hay fluidez, pero en ambos extremos hay turbulencia. Trayectos rápidos y lentos, cortos y largos, despejados o tortuosos, se entremezclan y estorban unos a otros. Hay pues una diferencia fundamental entre el nítido diseño de las vías y el complejo de esos puntos de encuentro.

En particular, los centros urbanos, centros comerciales, grandes mercados, estaciones, puertos y aeropuertos requieren un tratamiento especial.  La base de su diseño es la resolución de encuentros conflictivos. Cuanto mayor es el tamaño y la complejidad, más difícil es la solución, hasta un momento crítico en que todo el sistema puede colapsar.

Por eso, en el curso del actual crecimiento incesante y acelerado habrá que echar el freno, o incluso dar marcha atrás. La dificultad será tanto mayor cuanto más avanzado y complejo sea el proceso. No es fácil disminuir el flujo de personas y materiales, esa enorme mole en movimiento, y menos hacerlo en poco tiempo.

Como bien supo ver Colin Buchanan, autor del famoso (y extrañamente no reeditado) libro Traffic in Towns, el mayor problema del transporte no está en las vías, sino en la capilaridad necesaria para la redistribución en sus terminales. Considerando además la vigencia para estos flujos de la paradoja de Jevons, por cuanto más facilidades para el tráfico conducen a más congestión de las vías ampliadas.

Los puntos de encuentro entre los diferentes modos de desplazarse requieren un diseño cuidadoso para compatibilizar tamaños y velocidades. La humanización de los centros urbanos ha progresado mucho en los últimos tiempos. Barcos, trenes y aviones se detienen en sus respectivos puertos, y en ellos se realiza una transferencia intermodal a otros medios y a otra escala. Desaparecida la tracción animal, el tráfico motorizado que la sustituyó está en permanente conflicto con el peatonal. Aceras, pasos de peatones  y semáforos fueron las únicas defensas del caminante hasta la adopción de otras medidas de templado del tráfico, como limitaciones drásticas de la velocidad, badenes y elevaciones de la calzada, cambios en el pavimento, estrechamientos y otros obstáculos que dificulten el movimiento de los vehículos. Se trata de lograr que, frente a una ciudad en que reine el coche, con refugios limitados para el peatón, sea este el dueño de la vía, y el vehículo, cuando se haga necesaria su presencia, deba moverse con absoluto respeto a la preferencia peatonal.

Otros modos intermedios entre el coche y la marcha a pie se han popularizado recientemente. El uso de la bicicleta aumenta con la peatonalización de los centros urbanos, y fuera de ellos tropieza aún con la escasez de vías específicas seguras. Irrumpe con fuerza el patinete eléctrico. Ambos y el monopatín, que emplea un sector joven de la población, no están carentes de riesgos, tanto para sus usuarios como para los viandantes: todo depende de la velocidad.

En términos generales, frente al predominio absoluto del automóvil, se ha impuesto una variedad de vehículos ligeros, más fácilmente compatibles con las áreas humanizadas.

En cuanto a la comparación entre el transporte público y el privado, son innegables las ventajas del colectivo en cuanto a capacidad, ahorro energético y menor generación de emisiones contaminantes.

Pero el insatisfactorio diseño de estaciones, puertos, aeropuertos y centros de distribución no es el mayor obstáculo que el gigantismo crecentista coloca ante sí mismo.

Limitaciones

El desequilibrio entre producción y capacidad de consumo está en el origen de las crisis capitalistas desde el principio. En frase de Engels, la colisión se hace inevitable cuando la amplitud de los mercados no puede seguir el ritmo de la ampliación de la producción”. Sobrepasadas ahora todas las fronteras, esa amplitud ya no es ampliable. La geografía impone sus leyes.

Porque a los desequilibrios propios de este modo de producción se añaden ahora los límites planetarios, en cuanto a espacio disponible, materiales y energía. Por eso las crisis de ahora mismo son una confusa mezcla de sobreproducción y dificultades para la producción, sobreconsumo y subconsumo. Una mezcla explosiva que revienta las costuras del sistema.

Cuando a todo este proceso se suma alguna dificultad sobrevenida, y curiosamente “no esperada”, como la actual crisis sanitaria, muchas de las actividades que alimentan los flujos sufren enormemente, y la disminución de esos flujos repercute en el transporte.

El transporte marítimo, el más eficiente y masivo, está en gran medida paralizado, y con él un proletariado flotante, abandonado a su suerte en cualquier puerto, mientras se lavan las manos navieros, fletadores y los países en que en el mejor de los casos recalan los barcos, si no quedan inmovilizados en alta mar. Escribe Renán Vega Cantor:

Los propietarios de los barcos son preferentemente europeos o japoneses, pero sus trabajadores son de Filipinas, Bangladesh, China, Indonesia… Estos desempeñan los más diversos papeles: cocinan, limpian camarotes, manejan la sala de máquinas, reparan y arreglan desperfectos. Están sometidos a terribles condiciones laborales, que poco han cambiado en los últimos cinco siglos, porque el mar es un lugar salvaje por sus peligros naturales y porque allí no opera ninguna legislación, y menos laboral. Burlar cualquier disposición se facilita porque existe un engranaje de ilegalidad consentido en el comercio marítimo, en el que se combinan el Estado de la bandera del barco, el Estado del puerto, el Estado de origen de los marineros y el Estado en que está registrada la empresa. En estas condiciones, cuando un proletario flotante quiere reclamar, como dice Rose George, “¿a quién se dirige, si ha sido contratado por una agencia de mano de obra en Manila, en un barco de propiedad estadounidense, con bandera panameña y contratado por un chipriota en aguas internacionales?”.

De un millón doscientos mil trabajadores empleados en el transporte marítimo, la tercera parte está ahora mismo abandonada en los barcos, y otros tantos que deberían sustituirlos también están desempleados, así que el desamparo alcanza a ochocientos mil trabajadores. Enorme es también el impacto en el transporte aéreo de pasajeros, aunque no tanto en el de mercancías, porque es grande el absurdo mercado mundializado de alimentos perecederos, que recorren medio mundo hasta los lugares de consumo, simplemente porque el coste del transporte lo cubre ampliamente el bajo precio de la mano de obra en los países de origen.

Todo esto ha de variar no tardando mucho, cuando el precio de los combustibles alcance cotas insoportables al agotarse las fuentes. Entonces habrá que recurrir al consumo de bienes producidos en entornos cada vez más cercanos.

La búsqueda de sustitutos para las energías fósiles lleva a soluciones de muy corto alcance. Una de ellas es la fractura hidráulica que ha permitido que durante algún tiempo los Estados Unidos recuperen un puesto importante en la producción de combustibles, pero a la corta vida de los yacimientos explotables se une que es un negocio ruinoso, posible gracias a enormes inyecciones de capital público para su prospección y explotación.

Otro tanto ocurre con la “economía del hidrógeno”. Parece que hay una fórmula mágica para obtener más energía de la que se emplea en producirla, contradiciendo las leyes de la Física. Sería un buen ejemplo de perfecta “economía circular”, otra edición del perpetuum mobile, en contradicción con lo que enseña la termodinámica:

Un químico alemán en Torres Vedras
hacía macarrones con las piedras;
luego, invirtiendo la operaciones
extraía piedras de los macarrones.

De este modo, el químico alemán
deja las cosas como están…

Esta invención, como la del coche eléctrico, no tiene en cuenta los costes de producción, sino solo los del movimiento del vehículo. En todos los casos la obtención y el almacenamiento de energía comportan pérdidas respecto a la empleada en el proceso completo, requiriendo materiales que hay que obtener  y elaborar (consumiendo energía, naturalmente).

Solamente la naturaleza puede proporcionarla, y en dos formas, una de ellas no renovable: la energía fósil, almacenada durante cientos de millones de años y consumida en un tiempo un millón de veces más corto. La otra, la renovable, no está disponible en cantidades comparables, y para ponerla a punto se requiere por el momento a recurrir a la otra. Los molinos hay que fabricarlos y transportarlos, y para eso hace falta mucha energía… fósil, por ahora.

Síntomas, causas y… ¿soluciones?

¿Por qué se plantean ahora con tanta fuerza los problemas del transporte? En realidad no hay un único plano ni única escala espacial y temporal en el que se manifiestan. Podemos esquematizar sus aspectos en tres campos diferenciables pero estrechamente relacionados:

  • la congestión de las vías y los nudos de encuentro
  • la contaminación y el cambio climático
  • el agotamiento de las fuentes de energía y materiales

El primer campo es fundamentalmente sintomático: es el primero que se percibe y al que se buscan soluciones planificadoras de los espacios, basadas en la ordenación del territorio y el urbanismo. Es y ha sido una constante en todos los tiempos, aunque en las etapas de crecimiento se manifiesta con mayor fuerza.

El cambio climático es una realidad innegable y difícil de limitar. Aquí es fácil relacionar el síntoma comprobado con la contaminación que lo causa, y siendo el transporte la mayor fuente de polución atmosférica, se buscan soluciones que limiten las emisiones de gases de efecto invernadero, obviando que algunas de esas soluciones pueden causar otras contaminaciones. En el tiempo, su horizonte es impreciso, dada la continuidad del proceso y su relativa gradualidad.

El último campo permanece oculto para muchos, porque a diferencia de los otros dos es la causa que el sistema capitalista-crecentista no puede digerir. El sistema, desde luego, puede planificar y ordenar a su manera los territorios, puede transformar la forma de circular con soluciones tecnológicas más o menos tramposas o efímeras, pero no puede hacer que crezca sin fin la energía renovable, disponible en tiempo real, que es la solar y sus derivadas eólica e hidráulica, porque la fósil almacenada en tiempo acumulado no puede renovarse a un ritmo suficiente para la escala a que hemos llegado. Este es pues el factor limitante. Aquí el tiempo tiene un horizonte mucho más preciso y predecible, pero mucho más indigesto.

El punto de mira

Hay entonces dos puntos de vista y un punto ciego. Como el tema es conflictivo, la visión cercana pretende resolver lo más aparente, que se ve inmediatamente. En lo que nos ocupa esto se reduce a una cuestión de ordenación espacial. Reorganizar viales y espacios, humanizar, peatonalizar…

Entonces, el enfoque es urbanístico. Tradicionalmente comenzaba por la ordenación general del territorio, descendiendo a la de las ciudades hasta llegar a los estudios de detalle. Esto ocurría cuando se pensaba en términos crecentistas, de nuevos desarrollos. Todavía esta estructura que quiere mantenerse sigue hablando de relanzar esos procesos. Conservar lo que hay, dando un nuevo impulso a la máquina, en cuanto sea posible de nuevo y mientras siga siéndolo. Esto, o es retórica o es engaño.

En el segundo abordaje, la degradación del medio ambiente o la pérdida de biodiversidad son evidentes, pero las soluciones, basadas casi siempre en buenas palabras y buenas intenciones, se aplazan en la práctica sine die. Mientras tanto, se pone énfasis en la humanización de las ciudades, que en la práctica solo se aplica a los centros urbanos, porque el tejido territorial es demasiado amplio y los grandes escenarios escapan en la práctica al presentismo que gobierna el escenario del capital.

Dejo para el final la tercera visión, la más conflictiva y pudorosamente oculta.

Punto de vista del diseño

Tomado del artículo “Transporte y movilidad, claves para la sostenibilidad”, de Luis M. Jiménez Herrero:

La movilidad sostenible

  • Mejora y coordinación de las redes de transporte colectivo. 
  • Liberación de espacio viario para su uso por los vehículos del transporte colectivo. 
  • Mejora de las estaciones y terminales del transporte colectivo para aumentar su atractivo. 
  • Mejora de la imagen pública del transporte colectivo y de sus cualidades sociales y ambientales. 
  • Reducción del consumo energético, de las emisiones contaminantes y del ruido producido por los vehículos del transporte colectivo.

La accesibilidad sostenible

Creación de proximidad

  • Acercamiento/descentralización de las grandes unidades de servicios y equipamientos hasta el radio de acción de las personas andando o de la bicicleta. 

  • Recuperación de la habitabilidad integral del conjunto o de partes del tejido urbano, con el fin de evitar la especialización en alguno de los usos y la expulsión del resto. 

  • Rehabilitación/creación de alguna de las funciones urbanas (empleo, comercio, zonas verdes y de esparcimiento) en piezas concretas de la ciudad, con el fin de eludir su satisfacción a través de desplazamientos lejanos.

Incremento de la accesibilidad peatonal y ciclista

  • Promoción e incentivos para los desplazamientos andando y en bicicleta. 

  • Creación de redes de itinerarios peatonales y ciclistas. 

  • Supresión de barreras para peatones y ciclistas. 

  • Rehabilitación cultural de los desplazamientos peatonales y ciclistas.

La visión el ecologismo

Ecologistas en Acción llega a estas conclusiones sobre las cuentas ecológicas del transporte:

  • Gran incremento de la movilidad de personas. […] En 20 años se ha producido un incremento en los kilómetros por habitante superior al 50% […] asentado principalmente en el automóvil y el avión, los dos medios con mayores impactos socioambientales […]. 

  • Fuerte aumento del trasiego de mercancías. […] Los años de expansión económica estuvieron directamente correlacionados con un fuerte incremento […]. 

  • Un 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero son imputables al transporte. […] Las emisiones de gases de efecto invernadero debidas al transporte […] llegan hasta el 40% si […] se contabilizan las emisiones generadas en todo el ciclo de vida de los medios de transporte, y no solo en la fase de desplazamiento. 

  • Avión y automóvil, los más despilfarradores. […] El automóvil sigue siendo el medio más ineficiente en áreas urbanas y metropolitanas. 

  • Gran ocupación de suelo. El suelo transformado para permitir el desplazamiento de vehículos en todo el Estado equivale a 820.000 campos de fútbol –una superficie mayor que la de la Comunidad de Madrid–, de los que la mayor parte (más del 90%) corresponden al requerido para el transporte por carretera. 

  • El automóvil, el más caro […].

La clave de la insostenibilidad

Finalmente, llegamos al secreto (y es ya un secreto a voces, aunque sea uno de esos temas de los que no hablamos). Todos los problemas del transporte, como de la producción en general, se asientan en dificultades energéticas insalvables, aunque confluyan otras variables, también asociadas al modelo crecentista.

Antonio Turiel es un investigador del CSIC, especializado en el tema energético. Dada su larga experiencia, me remito a su blog The Oil Crash. De sus muchos artículos publicados, he seleccionado unos pocos:

Sobre el tiempo que se nos echa encima:
  • El legado de Santa Bárbara
Sobre la economía del hidrógeno:
  • La Fiebre del hidrógeno
Sobre el coche eléctrico:
  • El coche eléctrico, un grave error
  • Usted va a pagar el coche eléctrico, aunque nunca tenga uno

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Bibliografía

Luis M. Jiménez Herrero, Transporte y movilidad, claves para la sostenibilidad. LYCHNOS, Fundación General CSIC. 

Alfonso Sanz, Movilidad y accesibilidad: un escollo para la sostenibilidad urbana. http://habitat.aq.upm.es/cs/p3/a013.html

Ministerio para la transición ecológica y el reto demográfico, Cambio climático. Mitigación: políticas y medidas. Sector transporte. https://www.miteco.gob.es/es/cambio-climatico/temas/mitigacion-politicas-y-medidas/transporte.aspx

Metro Ligero Oeste. Medios de transporte sostenibles: por un mundo más limpio. https://www.metroligero-oeste.es/comunidad-mlo/100000-actualidad-es/100438-medios-de-transporte-sostenibles-por-un-mundo-mas-limpio-es

Ayuntamiento de Madrid, Templado de tráfico, ficha técnica. https://www.madrid.es/UnidadesDescentralizadas/UDCUrbanismo/PGOUM/InstruccionViaPublica/Ficheros/fic6.pdf

RFL, Transporte marítimo y ecología. https://rflcargo.com/transporte-maritimo-y-ecologia/

Renán Vega Cantor, El interminable sufrimiento del proletariado flotante.  Prensa Bolivariana. https://prensabolivariana.org/2021/02/26/el-interminable-sufrimiento-del-proletariado-flotante/

Wikipedia, Colin Buchanan. https://en.wikipedia.org/wiki/Colin_Buchanan_(town_planner)

Wikipedia, Informe Buchanan sobre el tráfico en las ciudades. https://en.wikipedia.org/wiki/Traffic_in_Towns

Ecologistas en acción, Las cuentas ecológicas del transporte. https://www.ecologistasenaccion.org/27000/las-cuentas-ecologicas-del-transporte/

Ecologistas en acción, Los medios de transporte en la ciudad. Un análisis comparativo. https://www.ecologistasenaccion.org/wp-content/uploads/adjuntos-spip/pdf_Cuaderno_2_Comparativa_medios.pdf

Juan José Guirado, Economía circular, en el blog “esencial o menos”. https://esencialomenos.blogspot.com/2020/11/economia-circular.html

Antonio Turiel, El legado de Santa Bárbara. https://crashoil.blogspot.com/2021/02/el-legado-de-santa-barbara.html

Antonio Turiel, El coche eléctrico, un grave error. https://crashoil.blogspot.com/2010/06/el-coche-electrico-un-grave-error.html

Antonio Turiel, Usted va a pagar el coche eléctrico. https://crashoil.blogspot.com/2019/01/usted-va-pagar-el-coche-electrico.html

domingo, 20 de junio de 2021

A palo seco

El último programa de Nuestro flamenco ha estado dedicado a Curro Lucena y los cantes sin guitarra, los que contiene su último disco, justamente titulado A palo seco.

Estos cantes sin acompañamiento, los únicos posibles mientras se trabaja en el campo, como son las trilleras, endulzan una labor dura y monótona, frecuentemente solitaria. Por eso no son cantes para otros sino para uno mismo. El oyente se pone en el lugar del cantaor. Si hay algún diálogo es con las bestias a las que anima, para animarse él. El silencio, elemento sustancial en toda música, como la pausa en la lectura, no es interrumpido por otros sonidos, que por bellos que fueren nos sacarían del espacio abierto y solitario.

Los cantes de fragua, como el martinete, también se espacian. Aquí el cantaor canta y luego calla, mientras se repone de la fatiga. En ocasiones se evoca en las pausas el golpeteo sobre el yunque. Calla el cantor y canta el martillo.

También la saeta es cante sin instrumentación. La fanfarria calla mientras dura el llanto, aunque luego estalle con esa pompa estridente que a mí me traslada al tiempo pasado de la inquisición. Aquí sí hay oyentes expectantes, aunque se supone que quien canta y quien escucha se recogen religiosamente en su propia alma.

En todos estos casos el silencio valorativo es importante.

Antes de entrar en este mundo de la voz sin máscaras, el programa dedicó su primera parte a la guitarra de Melchor de Marchena, uno de los patriarcas de la forma moderna, y a mi entender asombrosamente difícil, de manejar este instrumento. Estas fueron las muestras ofrecidas:

04:01 Seguiriya

08:56 Soleá

12:28 Granaína

17:01 Seguiriyas, acompañando a Antonio Mairena

24:40 Bulerías

Del disco del septuagenario  Curro Lucena, abuelo de voz sabia, el programa recogió estas interpretaciones:

27:32 Romances

36:06 Cantes de trilla

43:04 La toná del Cristo

48:12 Nanas para sus nietas Alba y Lucía

53:34 Martinete, toná y debla

Saeta por seguiriyas:

Un árbol de cien años...

...para una casa de cien años.

Frente a los cien años que deberían durar una casa y un árbol, los nueve transcurridos desde la publicación que ahora recupera Jorge Riechmann son poca cosa.

¿Qué ha cambiado desde entonces? Seguramente la Alpujarra también se habrá transformado. Ya lo estaba haciendo, no es un mundo aparte, pero la resiliente población campesina, la que aún no ha abandonado la tierra, sigue siendo una esperanza para la supervivencia de la especie humana.

En estas anotaciones se entrecruzan vivencias personales, testimonios sobre el paisaje y las gentes, lo que a duras penas permanece, lo que cambia alegremente y lo que se resiste a cambiar. Al mismo tiempo, se nos avisa de las amenazas que deberíamos ser capaces de frenar. En conjunto, la complejidad del espíritu del poeta que goza el hallazgo y sufre la pérdida.

El Riechmann poeta y el activista son inseparables. Con Gabriel Celaya maldecimos la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales. No es neutral nuestro poeta, denunciando sin cesar la deriva ecocida que padecemos. Aunque siempre haya un hueco para la poesía intimista, corren malos tiempos para la lírica. Bien lo sabía Bertolt Brecht.

La poesía aúna sentimientos e ideas. Si es insensible no es poesía, porque no es humana. Los intentos de separar pensar y sentir producen una fría mecánica carente de sentido. Hasta el Aristón Poético de Juan de Mairena necesita un artista que sepa y quiera manejarlo. La vida consciente conjuga de forma inseparable ambas vivencias. La disección es práctica adecuada para cadáveres, porque únicamente en ellos podemos separar el corazón de la cabeza. Por eso opino que la inteligencia artificial no es inteligencia. ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?

Pero si no hay idea sin sentimiento, sí puede haber lírica sin acción, sin incitación a actuar. La intimidad del poeta tiene algo de contradictorio, porque la exterioriza. Pero puede hacerlo invitándonos a imitarlo, a encerrarnos en nosotros como él lo hace, o empujarnos a obrar. Será sincero si practica lo que predica. Este poeta filósofo lo hace, y lo hace mejor a través de esta invitación a mirar para adentro que con gritos desde fuera. Ya me gustaría a mí persuadir sin pregonar, pero no sé hacerlo...




para Mari Carmen Romera Puga (y sus padres), que nos acogieron en su casa familiar, en Bubión

1
Fotografiar la expresión del rostro del castaño –y el suave encogimiento de
hombros de la higuera.

2
Un árbol de cien años para una casa de cien años. Eso quiere decir que por lo menos cuatro generaciones de seres humanos tendrán que cuidar de este lugar. ¿Hacemos el trato?

3
Muchos entusiastas de la décroissance hablan como si ésta fuera una opción más dentro del capitalismo. (En esto se parecen a los apologetas del desarrollo sostenible.) Pero no es así. Si sigue girando la monstruosa rueda de la acumulación de capital, ni habrá sustainable development ni habrá décroissance joyeuse.

Arrasar huertos para construir carreteras y segundas viviendas: lo siguen llamando progreso –y sin embargo está claro desde hace decenios que es una forma de autodestrucción.

4
Cada mañana, a eso de las seis y media, comienza el vigoroso concierto de los muchísimos pájaros que moran en los árboles del huerto del vecino, justo bajo el balcón. La sinfónica de Bubión.

Los pájaros en los huertos… Nací el 1962 –el mismo año en que aparecía en forma de libro la Primavera silenciosa de Rachel Carson. (El silencio de aquella primavera se debía a los efectos de los biocidas sobre los pájaros cantores.) Tengo cincuenta años –el mismo medio siglo que lleva luchando el movimiento ecologista. Luchando en combate que al principio era incierto y ahora es desesperado.

Desde el año de mi nacimiento –1962– hasta 2005, según un cálculo realizado este último año, tuvo lugar el consumo del 85% de todo el petróleo usado a lo largo de toda la historia de la humanidad. A los Verdaderos Creyentes eso no les preocupa: según el economista Robert Solow en cierta famosa ocasión, “si es fácil sustituir los recursos naturales por otros factores, en principio no hay problema alguno [para que prosiga el crecimiento económico]. El mundo puede continuar, de hecho, en ausencia de recursos naturales, por lo que el agotamiento de estos constituye un acontecimiento y no una catástrofe”.

5
Pete Seeger, el compositor y maestro de Bob Dylan, está aún vivo y activo –a los 93 años. Leo una entrevista con él. Cuenta cómo lleva siempre consigo, en la cartera, un viejo papel arrugado con el fragmento de un discurso ante la ONU de  Adlai Stevenson, un político estadounidense de los años sesenta –de aquellos años anteriores a que su país decidiera entregarse mayoritariamente a la denegación y al pensamiento único, bajo la presidencia de Ronald Reagan. Ese fragmento dice: “Viajamos juntos, pasajeros de esta pequeña nave que depende de sus vulnerables reservas de agua y tierra; comprometidos para nuestra seguridad con la paz y la seguridad; a salvo de la aniquilación sólo por el trabajo, el cuidado y –yo diría– el amor que le damos a nuestra frágil embarcación…”

Trabajo, cuidado y amor. Y esa imagen del navío espacial Tierra, tan característica de los años sesenta –la usó también Kenneth Boulding. En aquellos años mucha gente quiso hacerse cargo de lo que estaba ocurriendo. Todos los grandes problemas vinculados a la desigualdad social y la devastación ecológica estaban ya sobre la mesa: hubiera sido relativamente fácil abordarlos entonces. Gente como Adlai Stevenson –o Sicco Mansholt en Europa– lo dijo, trató de hacerlo. Murió en 1965 de un ataque al corazón.

¿Qué se podrá salvar de la Era del Exceso? Muy poco –pero no porque ello sea un destino ineluctable, sino porque no se quiere reconocer que esta era lo fue del Exceso. Resulta muy infrecuente que pueda sanar alguien que, para empezar, ni siquiera reconoce que está enfermo.
 
6
En Bubión, a 1.240 metros de altura sobre el nivel del mar, las campanas de la sólida iglesia mudéjar de Nuestra Señora del Rosario van desgranando las horas lentamente. Uno se olvida de los demás relojes.

En el pueblo no hay ninguna clase de prensa. Se supone que sí la hay en Capileira –aunque no los domingos. Pero de hecho, al llegar a la tiendecilla el lunes, resulta que sólo reciben El Ideal de Granada. Para encontrar otros diarios habría que llegar nada menos que hasta Pitres.

Pampaneira, Bubión, Capileira: los pueblos del barranco del Poqueira. Acaso los lugares del mundo donde más fácilmente puede uno subir a los tejados.
 
7
Tampoco hay prensa en Trevélez. El dueño de la tienda que me da esta información comenta: “Mejor, así no se entera uno de cosas malas…” Hay un refrán japonés que dice: “es un incendio en la ribera de enfrente”, significando –aclara Juan Masiá– que se trata de algo que no nos afecta. Pero hoy –en este mundo ecológicamente saturado y socialmente interconectado del siglo XXI– no hay incendios en la ribera de enfrente. Todos los fuegos conectan entre sí.

8
Las fuertes vigas de castaño sostienen los tejados de estas casas cubistas, emparentadas con las que inventaron los bereberes en la alta montaña marroquí. Los pueblos del barranco del Poqueira trepan por las faldas de la montaña. El terrao de la casa inferior sirve a veces de salida para la superior. Y a menudo las que se encuentran al mismo nivel están unidas sobre la calle por los pasadizos llamados tinaos, donde los lugareños y el ganado podían resguardarse en tiempo de lluvia.

9
“Pero, si hemos vivido así cuatro siglos –en estos valles con árboles frutales y animales de corral– ¿por qué no podríamos vivir mucho tiempo más de igual forma?” Bueno, una parte del problema es que ya hace un tiempo que no estáis viviendo de esa forma –y sois bien conscientes de ello.

En el libro de fotografías y recuerdos Pueblo blanco (centrado en Capileira y publicado en 2007) leemos: “Los cultivos se fueron perdiendo y el campo se fue abandonando. La década de los setenta marcó esa frontera. Comenzamos entonces a vivir del turismo. Cambió campo, pueblo… y plato, pues nunca se comió como ahora… ni se vistió. No todo el mundo podría llevar reloj.”

10
Entre Pitres y Pampaneira, la Cañada de la Sangre. No se llama así por metáfora o analogía: allí tuvo lugar el último episodio de la cruenta guerra iniciada en 1568, cuando a la pragmática de Felipe II que privaba a los moriscos de todos sus derechos siguió la sublevación de estos, que acabaría trágicamente. Goya hubiera podido grabar los Desastres de la guerra a partir de lo acaecido en esta comarca, en ese último tramo del siglo XVI.

Goya podría grabar los Desastres de la guerra a partir de lo que vemos venir – con Harald Welzer– en las guerras climáticas del siglo XXI…

Lo que separa la convivencia civilizada de la guerra civil no se mide en millas, kilómetros o leguas: se mide en centímetros. Parece que nunca acabamos de entenderlo.

11
Entre aquellas biparticiones significativas que podemos arrojar sobre la humanidad: aquellos que esperan que las heridas se olviden, aunque no cicatricen; frente a aquellos que esperan que las heridas cicatricen, aunque no se olviden. (Nietzsche entre los primeros, Walter Benjamin entre los segundos.)

12
Otro de los bipartidismos de los seres humanos: quienes viven como si nunca hubieran de morir, y quienes viven como si, al dejar este mundo, pudieran llevar consigo las posesiones que acumulan.

Y qué poca gente viviendo como si supieran que es verdad que hemos de dejar esta hermosa Tierra, y que no sabemos cuándo, y que saldremos desnudos...

13
Sentarse al sol ¿a ver pasar la vida? A menudo se desprecia la indolencia de pueblos o capas sociales o personas “atrasadas”. Pero la viejecita en el banco con su perrillo, que parece disfrutar tanto de ese momento de sosiego, ¿se diferencia tanto del sabio absorto en su intensa atención meditativa al momento presente? Exteriormente, ambas situaciones son indistinguibles.

Los dos versos de Hesíodo que cita José Jiménez Lozano, y a los que hay que volver: “¡Necios! No saben cuánto más valiosa es la mitad que el todo,/ ni qué gran riqueza se esconde en la malva y el asfódelo.”

14
El milagro del rosado atardecer; y el milagro de la luz eléctrica, al encenderse los faroles. Hay que permanecer atentos para que esas dos clases de maravillas, a fuerza de naturalizarse, no se nos vuelvan invisibles.

(A partir de una reflexión de Rosa, vecina de Capileira.) Nos decían que la muerte/ es como una noche eterna…/ Ojalá que en esa noche/ brille luna clara y llena.

15
El amor al trabajo y el amor a la fiesta: y no ver esos dos amores como contradictorios, sino como complementarios. Ése ha sido, a lo largo de los siglos, el secreto de la supervivencia de los pueblos campesinos.

16
En la ciudad del anthropos no son bienvenidas ni las advertencias de quien ve venir desastres en la prolongación del business as usual, ni las exhortaciones de quien llama a volver los ojos sobre sí mismo y tratar de conocerse mejor. Ni Casandra ni Sócrates son figuras populares –y su final tiende a resultar trágico.

Para los Verdaderos Creyentes, los fenómenos de aceleración y crecimiento exponencial que tuvieron lugar en el siglo XX –sobre todo los referidos a la economía y la tecnología– serían como la carrerilla que precede al Gran Salto del Progreso: ese brinco que nos llevaría más allá de lo humano, dejando atrás vulnerabilidades, imperfecciones y cuerpos físicos, para reencarnarnos como cyborgs ultraterrenos e inmortales… Para los escépticos, los mismos fenómenos son la febril agitación que precede al Gran Batacazo del Progreso: nunca las señales de un cercano colapso civilizatorio fueron tan claras como en los primeros años del siglo XXI.

17
“Se buscan retiros en el campo, en la costa y en el monte”, escribía Marco Aurelio hace más de dieciocho siglos: cualquier promotor inmobiliario en la desfigurada España de comienzos del siglo XXI le dará la razón. Y la mayor parte de mis conciudadanos, que sueñan con ser propietarios de alguno de esos chalés extendidos sobre el territorio como mancha de aceite, asentirán también. Donde muy pocos le seguirán es en la frase siguiente: “Todo eso es de lo más vulgar, porque puedes, en el momento que te apetezca, retirarte en ti mismo.”

Tanta gente que sueña con tener un refugio –en la costa de Turquía, o en un valle de Sierra Nevada, o en una isla del Pacífico… Pero, en realidad, lo único que constituye refugios reales son los vínculos comunitarios y amorosos entre los seres humanos. ¿Cómo podemos olvidarlo?

18
El capital no se conforma con apropiarse de tu fuerza de trabajo. Además de tus manos quiere tu cerebro, tu sexo, tu entero aparato sensorial, cada uno de tus órganos y tejidos, tu memoria y tu deseo y tu esperanza. No hubo nunca un amo más codicioso en toda la historia de la dominación humana.

19
Acompañar, acompañarnos, acompañarte: para hacer frente al poder de la muerte.

En el balcón de la casa de Mari Carmen y su familia, frente a la luz cálida que baña el barranco del Poqueira, la fregona dialoga con el rosal.

20
Recuerdo el trozo de conversación oída hace un par de años en el tren de cercanías: “Cómo vas a aceptar viajar, en el siglo XXI, a sólo 80 km. por hora [en un coche eléctrico]... Todos queremos ir más deprisa.” La consecuencia de esa prisa –ampliamente extendida, sin duda– será que, en el siglo XXII, los supervivientes de una humanidad muy mermada volverán a viajar caminando y a lomos de mula.

Todavía algunos burros en este valle, y bastantes caballos.

21
Walter Benjamin cita una frase de Paul Morand: “La necesidad de acumular es uno de los signos precursores de la muerte, tanto en los individuos como en las sociedades.”

Individuos que acumulan riqueza, y sociedades que acumulan capital. Y frente a ello las tácticas del dejar fluir –tanto en nuestro vivir individual como colectivo...

22
En Japón, los monjes budistas ofician ritos fúnebres por los teléfonos averiados. Se puede –se debería– aprender de esa actitud.

Cerca del pueblo hay un monasterio budista: pero no nos acercamos a visitarlo.

23
El momento en que compartí un pedacito de desayuno con aquel joven potro. El contacto de sus belfos como un beso en la mano. Y luego, el sendero de Bubión a Capileira…

Aquella charca en el camino por encima de Trevélez, hacia la Hoya del Portillo – agua medio podrida ¡y tan rebosante de vida! Tres grandes ranas saltaron dentro del agua al llegar yo; una culebrilla nadó y se sumergió;; los renacuajos eran innumerables…

“Caminito de Trévelez/ van las carretas./ Todo el camino es llano/ menos las cuestas.” Trevélez, a 1.476 metros de altura, irrigado por los neveros del Mulhacén.




24
La pequeña Iria le dijo a su tía: “¿Sabes? A mí me gusta mi casita de Madrid pero no hay playa. ¿Me ayudas a hacer una?”

A los niños de tres años les enseñamos a reconocer límites, a aceptar frustraciones, a vivir con su propia fragilidad: les enseñamos el principio de realidad. En cambio, la alianza de capitalismo y tecnociencia no ve ningún problema en construir pistas de esquí en el desierto, playas en las montañas, islas artificiales por doquier… NO LIMITS es su lema.

25
Joachim Spangenberg propone llamar al productivismo/ consumismo programa cáncer: pues a lo que se parece el crecimiento económico ilimitado es a la enfermedad cancerosa. Los anticapitalistas como oncólogos sociales…

Una economía que crece al 3% –lo que nuestros productivistas consideran el mínimo deseable para que el sistema funcione medio bien– ¡se dobla en 23 años, y en apenas 78 años se multiplica por diez! El desarrollo capitalista es una revuelta contra el principio de realidad.

En Pitres –por donde pasó Federico García Lorca en 1928: una fotografía lo recuerda en la plaza– un inaparente bar de carretera esconde el imprevisto tesoro de una amplísima terraza abierta al valle. El menú cuesta nueve euros.

26
En otros lugares, un viento fuerte puede significar arena en el zaguán… En la casa familiar de Mari Carmen son pétalos de rosa dentro de la cocina.

“Media vida es la candela; pan y vino la otra media”. Qué hermoso refrán.

27
“La cámara” –escribió Lisette Model– “es un instrumento de detección; muestra no sólo lo que ya conocemos, sino que además explora nuevos aspectos de un mundo en proceso de cambio constante (...) La rutina estéril, las convenciones y el miedo hacen que no veamos [las nuevas imágenes]. Encontrar esas imágenes significa tener el valor de mirar. Ser conscientes de lo que nos rodea y de cómo es.”
 
Esta idea –la cámara fotográfica como instrumento de detección que permite ver lo que la rutina tiende a ocultar– resulta válida, mutatis mutandis, para la poesía y la filosofía.

Desacostumbrar. Desautomatizar. Desrutinizar.

28
Si miramos la cruda realidad de frente, probablemente habría que decir: la suerte está echada. La crisis financiera de 2008 probablemente fue la última oportunidad de quebrar a tiempo la desastrosa hegemonía neoliberal de los últimos decenios; la “cumbre” de Copenhague probablemente fue la última oportunidad para salvar el equilibrio climático del planeta.

Sólo puede uno hacer pie en la pequeña repisa del “probablemente”: esperar lo inesperado, decía el viejo Heráclito, porque en otro caso, con seguridad, no lo hallaremos. Esperar lo inesperado, desearlo, convocarlo, no dejar de luchar por materializarlo.

El siglo XX fue trágico. El siglo XXI lo será multiplicadamente.

29
No desconocer el horror, no apartar la vista, sería la primera regla. Pero la segunda me parece aún más importante: no situarlo imaginariamente fuera de nosotros. Ser capaz de reconocerlo ahí donde se encuentra: en el atrio de tu corazón.

30
Cerca del principio heraclíteo de esperar lo inesperado (porque si no seremos incapaces de hallarlo) hemos de situar este otro: debemos exigirnos lo imposible (porque si no seremos incapaces de no instrumentalizar al otro). Con mil precauciones, eso sí: cualquier trato con imposibles y absolutos las exige siempre. Quinientas precauciones para no neurotizarnos sin remedio. Y otras quinientas para no exiliarnos del mundo de todos los días, del diálogo cotidiano con nuestro prójimo.

Al doblar otra vez el recodo del camino, otra vez el abrazo del aroma de la higuera.

31
“Actúa sin actuar, ocúpate en no ocuparte en nada, saborea lo que no tiene sabor”, leemos en Lao Zi. Y uno de los cuentecillos de Chuan Zu refiere cómo éste declina el ofrecimiento de un puesto relevante en la administración del Estado:

“-Tengo oído que en Chu hay una tortuga prodigiosa, que murió hace tres mil años. Vuestro rey la guarda en el salón noble de su palacio, envuelta en un paño y dentro de un cofre de bambú. Esa tortuga ¿quiso morir para que sus huesos fuesen venerados, o hubiese preferido seguir viva aun arrastrando su cola por el fango?
-Hubiese preferido seguir viva aun arrastrando su cola por el fango- respondieron los dos dignatarios.
-¡Marchaos ya!- dijo Zhuang Zi-. También yo prefiero arrastrar mi cola por el fango.”

“Vive oculto”, aconsejaba el sabio Epicuro. (No ha de entenderse como una renuncia a la vida pública, sino como la invitación a participar en la vida pública de otra forma: una que se enfrente radicalmente a la sociedad del espectáculo.)

32
A comienzos del siglo XX, la esperanza media de vida en España era de 35 años; hoy, 78 años para los varones y 83 para las mujeres. Trata de no olvidar nunca de dónde vienes...

33
“Dios da habas a quien no tiene quijadas”. Gracias por las habas –y, ahora que todavía tienes quijadas, ¡gracias por las quijadas! Y, cuando no tengas ya quijadas, ¡gracias por la papilla de habas –si es que cuentas con ella! ¡Gracias!

Subimos al terrao con la botella de vino blanco de Laujar, y dos vasos.

Bubión en las Alpujarras, provincia de Granada, España, junio de 2012