viernes, 30 de abril de 2021

Los tablaos flamencos

Las artes musicales han basculado siempre entre la raíz popular, el mecenazgo de las élites y el ocio de quienes han podido gozar de ellas. Si las formas brotan del pueblo, de su trabajo o su diversión, la apropiación por los poderosos, como fuentes de prestigio, propaganda o placer, las recoge y transforma, para bien y para mal, en una metamorfosis constante, que conduce a otras formas nuevas, algunas de las cuales llegan a ser canónicas.

El flamenco es un ejemplo de esta simbiosis. Sus estilos originales proceden del mundo del trabajo, de la marginación o de la fiesta popular. Andalucía es el crisol en que las culturas que allí confluyeron, incluyendo la gitana, la última en llegar, produjeron esa síntesis. 

La historia del cante flamenco comienza cuando empieza a ser grabado, primero en cilindros de cera y luego en placas de pizarra. Su prehistoria apenas puede reconstruirse a partir de escasas reliquias folclóricas o de su influencia en la música culta escrita.

El trasiego de las poblaciones, la emigración y la inmigración, se traduce en influencias recíprocas. Un ejemplo relativamente reciente, tanto de integración de estilos foráneos como de expansión a otros lugares, son los cantes mineros, surgidos de los orígenes campesinos y diversos de los trabajadores y difundidos al moverse estos entre las diferentes cuencas.

Las formas cristalizan al profesionalizarse. Cante y baile se instalan en los cafés cantantes, que desde el sur pasan a otros lugares de España, ayudados por la facilidad en las comunicaciones que establece el ferrocarril, como recuerda Alfredo Grimaldos en su libro Flamencos en el Ferrocarril, al que Nuestro Flamenco dedicó un programa. 

Por su posición central, es en Madrid donde confluyen los cantaores en busca de trabajo y, si es posible, de fama. De aquellos cafés se pasa a los tablaos. La época dorada de estos centros, con los que se consolidan unos espacios, y en ellos una forma de cantar que luego se propaga por el mundo, fue la posguerra, sobre todo a partir de los años cincuenta.

El turismo contribuyó a su éxito y difusión. Luego, comenzaron a cerrar. En estos momentos parece difícil su supervivencia.

Uno de los últimos programas de Nuestro Flamenco ha estado dedicado a los artistas que se iniciaron en estas escuelas de cante, donde coincidieron los de varias generaciones. Su influencia mutua contribuyó a actualizar las normas heredadas.

He querido recordar a estos cantaores y guitarristas facilitando el enlace a esta audición y los momentos en que aparecen estos ya clásicos estilos:

En el prólogo guitarrístico:

04:55 "Presagio", taranto, Víctor Monge, Serranito

13:18 "Amanecer malagueño", malagueña, Manolo Sanlúcar

En la sección de cantes:

21:02 Pericón de Cádiz, soleares gaditanas, con Félix de Utrera

28:00 José Menese, tientos, con Melchor de Marchena

37:15 Enrique Morente, caña, con Félix de Utrera

42:58 Ricardo Losada Maya, El Yunque, malagueña, con Serranito

47:45 Curro Lucena, fandangos de Lucena, con Perico el del Lunar, hijo

51:56 Miguel Vargas, soleá, polo y soleá apolá, con Melchor de Marchena

Y añado este documental sobre Manolo Sanlúcar:

martes, 27 de abril de 2021

Patentes potentes

Business As Usual. Este capitalismo (y no conozco otro) hace tiempo que pasó de ser el motor del progreso a convertirse en el mayor obstáculo para la supervivencia de los seres humanos.

Un caso como este hace patente que la afirmación debe tomarse al pie de la letra.



VACUNAS COVID: UN ABISMO DE DESIGUALDAD

 GUILLERMO ALGAR
 ARIANE BASAGUREN


El acaparamiento de vacunas de la COVID-19 por los países ricos
y las barreras de las patentes agravan los problemas de acceso
de los países en desarrollo. La suspensión temporal de la propiedad
intelectual permitiría incrementar la fabricación de vacunas y superar
el cuello de botella, en este momento de enormes tensiones entre
la oferta y la demanda de un bien público global.

A Din Savorn le diagnosticaron la hepatitis C en 1999. Cuando, años después, se desarrolló un nuevo tratamiento revolucionario (y de precio desorbitado), Din se enfrentó a una difícil decisión: vender su casa en la capital de Camboya y dejar a su familia sin hogar, o esperar a que los nuevos medicamentos bajaran de precio, con el riesgo para su vida que este retraso suponía.

Finalmente, Din recibió tratamiento gratuito con los nuevos fármacos en una clínica de Médicos Sin Fronteras. Din tuvo suerte, pero muchas otras personas que tienen hepatitis C no pueden acceder a un medicamento que, cuando salió al mercado en Estados Unidos, era conocido como “la pastilla de los 1.000 dólares”.

Ejemplos como este o el de los antirretrovirales para el VIH en su día o, más recientemente, los tratamientos contra el cáncer, han mostrado cómo las patentes rodean al medicamento como un muro, sin permitir que nadie más lo fabrique. Y este muro tiene fatales efectos, también en las naciones más ricas. Incluso en una situación sin precedentes como la actual, se siguen haciendo negocios como de costumbre.

(...)

lunes, 26 de abril de 2021

Desequilibrios

El importante libro Trabajo, del antropólogo James Suzman, está lleno de evidencias. Muchas de las ideas expuestas son hoy lugares comunes, aunque negacionistas de varios tipos prefieran ignorarlas. Pero lo importante es concatenarlas adecuadamente, y eso lo hace magníficamente el autor.

Podemos empezar, con él, por el concepto físico de "trabajo". Tal es cualquier actividad que, empleando energía, aplique una fuerza para producir el desplazamiento de una masa. El trabajo, por lo tanto, se opone al reposo. La energía utilizable es siempre producto de un desequilibrio. El ejemplo clásico es el de la energía térmica, que pasa de un cuerpo caliente a otro frío, hasta que se iguala la temperatura de ambos y cesa el flujo. Esta energía puede producir trabajo solamente mientras exista ese desequilibrio.

Este ejemplo ilustra la tendencia universal a que el flujo contribuya a su propio final, y por eso se piensa que nuestro universo tendrá una "muerte térmica" cuando cesen por completo los flujos de energía. Claro que eso nos queda muy lejos.

La magnitud física que muestra el grado de desequilibrio es la entropía. Para entendernos sin entrar en profundidades, podemos decir que es la medida del desorden, entendiendo que un sistema está "ordenado" mientras parte de él tiene mucha energía que puede transmitir a otra parte, y que se va "desordenando", enredando ambas partes ordenadas, hasta que llega al equilibrio y cesa el flujo, y con él la actividad.

De este modo, la tendencia de cualquier sistema aislado es el aumento continuo de la entropía, y en algún momento, para mantenerse activo, necesita que le llegue energía desde el exterior.

El surgimiento de la vida, desde sus formas más primitivas, altera la ciega tendencia universal al incremento inexorable de la entropía. Un fenómeno extraordinario se produce cuando, en el seno de ese flujo universal de energía, una porción de esa materia que se recombina aleatoriamente adquiere casualmente la capacidad de "exportar entropía", y se ordena interiormente de cierta manera, a costa de aumentar el desorden del exterior. Si además esa porción, ese "individuo", alcanza la posibilidad de ordenar otras partes de ese exterior a su propia imagen, "reproduciéndose", el conjunto de individuos resultante será una "especie", iniciándose un proceso en cadena que modifica el medio. La especie medra exponencialmente. Para completar el proceso, si por accidente se altera el resultado del proceso reproductivo, la especie "muta", y ya está en marcha el "imparable" mecanismo evolutivo de la vida, en su inmensa variedad.

Es "imparable" mientras no desordene demasiado ese medio externo del que se nutre, agotándolo, y tenderá a hacerlo sin remedio, expansionándose hasta ocuparlo por completo. Entonces, mientras le sea posible, buscará ampliar ese medio, ocupando nuevos territorios aún no esquilmados.

Así que, en cualquiera de sus formas, los seres vivos trabajan para mantenerse. Obtienen la energía necesaria del medio, desordenándolo para reordenar continuamente su propia estructura.

La progresiva complejidad ordenada que produjo los seres vivos más simples continúa trabajando a niveles más altos. De la célula al organismo pluricelular, y de este a la necesaria relación, competitiva o colaborativa, entre organismos. La energía necesaria puede extraerse del medio inerte pero es mucho más fácil aprovechar el trabajo acumulado por otros organismos. La depredación aparece como un mecanismo que facilita la vida (desde luego, la del depredador). Siempre a costa de un desperdicio de energía irrecuperable, tanto mayor cuanto más alto es el ascenso en la escala de la depredación.

En resumen, cuanto mayor es la ordenación de la parte "viva", mayor es el desorden añadido al resto, y a mayor eficacia ordenadora, mayor desorden exterior.

La especie humana no es una excepción, pero a la evolución biológica añade la evolución cultural. En sentido amplio, podríamos llamar cultura a todo comportamiento colaborativo en el seno de una especie, pero más propiamente debemos aplicar el término si es fruto del aprendizaje y se transmite por la educación. La investigación moderna descubre culturas en otras especies, aparte de la humana, porque no todo se transmite por herencia, aunque sea hereditaria la capacidad de aprender.

En nuestro caso, el trabajo original, como en otras especies animales, era la recolección, y luego la caza. Los cazadores-recolectores no han traspasado el umbral que conduce a otras fases, encerrados en nichos ecológicos estables, y sus culturas no permiten un alto grado de acumulación, y por lo tanto de desigualdad entre sus miembros.

La inestabilidad del medio, causada por las mismas sociedades o por factores externos, como los cambios en el clima, obligaron a algunos de estos grupos a expansionar su territorio. Luego, a perfeccionar sus técnicas de caza, y posteriormente a mejoras en la recolección que desembocaron en la agricultura, al tiempo que la incierta caza era sustituida por la mucho más segura ganadería. Ese cambio trascendental fue la revolución neolítica. Permitió la acumulación de bienes y condujo a la división del trabajo y la estratificación social. El acaparamiento por una parte de la sociedad condujo a una desigualdad creciente, que no era posible en la anterior fase cultural.

A la explotación de la naturaleza se añadía ahora la del trabajo de los animales y de otros seres humanos. Y el trabajo humano aparece como motor de la sociedad. Este proceso nunca ha cesado. Los cambios sucesivos, necesarios cada vez que la expansión se acercaba a sus límites, condujo a distintas revoluciones productivas, siempre superando limitaciones. El trabajo es el motor, pero no todos los individuos tienen la necesidad de trabajar: medra una clase ociosa.

Las sociedades primitivas trabajaban para vivir, pero en las posteriores hay quien vive para trabajar. Las sociedades esclavistas no diferenciaban el trabajo forzado de hombres y animales. Más adelante, la ficción de la voluntariedad del trabajo logra, mal que bien, que el trabajador interiorice su actividad como algo positivo, obtenga o no satisfacción con lo que realiza. Trabaja para la acumulación, aunque con frecuencia él mismo no acumule. La ética del trabajo se añade a la natural propensión a ocupar el tiempo.

El tiempo libre solamente satisface si es ocupado. Cuando supera la necesidad de reposición del esfuerzo gastado, lo llenamos de actividades a las que ya no llamamos trabajo, porque no son remuneradas. Los hobbies, las aficiones, los deportes, no son trabajo si no obtienen un beneficio económico. Un deportista profesional "trabaja", uno aficionado, no. La clase ociosa, aunque no solo ella, practica la caza como placer, pero no vive de cazar.

Son muchos los "adictos al trabajo", los que no saben hacer otra cosa para llenar el tiempo. Muchos jubilados caen en la depresión, incapaces de adaptarse a "no trabajar".

Se une a ello una aspiración moral a "ser útil". También son muchos los que quedan insatisfechos si consideran que lo que hacen "no es productivo". Haría falta una cultura del "no trabajo", pero no es compatible con un sistema económico que prima la productividad, aunque sea excesiva y produzca mucho más de lo necesario para la vida.

Esa cultura del ocio que practica en parte la clase ociosa no es generalizable. La desigualdad social se manifiesta en el reparto de la riqueza, pero también del trabajo y del ocio.

La no únicamente capitalista cultura de la eficiencia es inseparable de la cultura del trabajo, como esta lo es de la cultura del crecimiento. Aunque la dichosa eficiencia se escape por numerosos poros. El de la escasez creciente de los recursos, comenzando por los energéticos, no es el único. Para producir algunos bienes se necesita materia prima que se agota, pero dentro de esta no todo es aprovechable, y es inevitable la cultura del desperdicio.

Los factores limitantes del crecimiento los señaló Liebig a partir con sus experimentos con fertilizantes que tanto impresionaron al Marx más ecologistaFormuló entonces la Ley del Mínimo, que indica que el desarrollo de una planta se ve limitado por el mineral esencial relativamente más escaso. Ya podemos aumentar el resto de los factores, que no por eso vamos a obtener crecimiento. Lo que vale para las plantas o los animales vale también para cualquier otro organismo, y nuestra sociedad es el más grande que haya existido jamás, al menos en este planeta.

Si un factor limitante impide el desarrollo, otros factores quedarán ociosos. Su abundancia no podrá aprovecharse. De este modo, a la escasez de unos acompañará el exceso de otros, incluso a niveles que se traduzcan en almacenamiento inútil o en desecho nocivo. El abono en cantidad adecuada fertiliza los campos, pero el vertido de purines con los que no se sabe qué hacer daña gravemente los acuíferos.

El siempre imprescindible Antonio Turiel observa esto en su artículo El fin del plástico y los chips baratos. Copio algunos párrafos, comenzando por el imposible aprovechamiento "total" del petróleo:

¿Qué está pasando? 
Está pasando que la industria química está dejando de ser rentable. Las empresas químicas están dejando de tener fe en su sector, a causa de dos problemas estructurales.
El primer problema es semejante al del diésel: nos estan quedando cada vez menos hidrocarburos líquidos aptos para la producción de ciertas sustancias. Empieza a faltar materia prima. La crisis de la CoVid, con la caída global de la demanda, ha camuflado el problema, pero debido a la caída acelerada de la producción de petróleo que comentábamos en el último post, empieza a haber ya tirantez en el suministro. No es que nadie esté acaparando materia prima: es que ya no llega para todos. 
El segundo problema es lo que yo denomino la Ley de Liebig de las refinerías. Cuando se introduce petróleo es una refinería, se obtiene un porcentaje de cada tipo de producto refinado, según el tipo de petróleo o mezcla que se procese y según la refinería. Por pintar un cuadro simplista, digamos que puede ser un 50% de gasolina, un 20% de diésel, un 20% de destilados medios y un 10% de alquitranes. Con pequeños ajustes en la mezcla de entrada y en el propio proceso de refinado podemos disminuir un poco al gasolina y aumentar el diésel. Haciendo ya algunas inversiones en la refinería podemos apurar un poco más los márgenes, de modo que aumentemos más algunos de los productos refinados a expensas de los otros. Pero, al final, hay siempre un límite mínimo de cada categoría de producto que se tiene que producir. Aunque no te haga tanta falta, sacarás siempre un cierto porcentaje de gasolina. Aunque no lo quieras para nada, tendrás siempre una cierta fracción de chapapote con alto contenido de azufre. Aunque no sepas qué hacer con ello, tendrás una mínimo de alquitrán como producto residual. Antes de la CoVid, se había conseguido un (precario) equilibrio entre lo que se extraía y lo que se demandaba para los diversos usos. Ahora ese equilibrio se ha roto porque no todos los sectores económicos han sido golpeados igual y porque no hay la misma necesidad de unas cosas que de otras. Las refinerías, operando con normalidad, se encuentran que tienen que almacenar gasolinas y/o fuel oils y/o alquitranes que nadie quiere. La necesidad obliga a agudizar el ingenio, y así últimamente se está mezclando ese keroseno que no queman los aviones con el diésel, en la proporción justa para no causar problemas. Pero, como todo lo demás, tiene un recorrido limitado. Y aunque las refinerías pueden tirar un tiempo acumulando los productos sobrantes, al final se ven obligadas a ir reduciendo su actividad para equilibrar su producción con la del producto del que tienen menos demanda. Ésta es la ley de Liebig de las refinerías. Y como el sector de las refinerías también está sufriendo una falta crónica de inversión, al final la producción de las refinerías está cayendo, aunque sea por debajo de lo necesario para abastecer ciertos productos más demandados. Por eso faltan diésel y ciertos productos necesarios para la industria química.

Sobre los microchips:

El proceso de fabricación de los chips requiere enormes cantidades de energía y de agua. Con el agravante de que la concentración de la fabricación en pocas factorías aumenta la fragilidad global: un incendio en una fábrica de chips de Renesas puede parar las líneas de producción de muchas fábricas de coches en todo el mundo. Ése es el mundo donde vivimos. 
Los microchips son estratégicos para el mantenimiento de las estructuras de datos y de control de nuestro complejo y complejificado mundo. Por eso Europa y los EE.UU. se están planteando ahora recuperar la soberanía en la fabricación de esta componente fundamental del mundo moderno, pero pronto comprobarán que no tienen una manera asequible de producir chips de alta tecnología. Solo puede haber unas pocas fábricas y tienen que ser enormes, y solo puede haber unos pocos proveedores de los materiales intermedios; si no, el proceso no sale a cuenta económicamente. Si no fuera así, mediante esta concentración masiva del capital, no se podrían vender móviles por unos pocos centenares de euros: tendrían que valer entre 10 y 100 veces más, pero eso mataría el mercado. La concentración y la grandiosidad de estas fábricas es un simple reflejo de que lo que se produce está en el límite de la rentabilidad. 
Las empresas de microchips lo saben y se han ido retirando del mercado. Intel ya no fabrica sus microchips. AMD encarga una parte de su producción a esas empresas monstruo. No queda negocio y las empresas se van alejando discretamente de él, sin hacer ruido

Finaliza este artículo:

Es un fenómeno global y, por lo que vemos, multisectorial. Es la Gran Retirada del Capital. La Gran Desinversión. El final de tantas décadas expansivas. El inicio del repliegue antes del batacazo final. Un movimiento que podría parecer paradójico con el Gran Despilfarro, pero no lo es: ambos pretenden preservar (y aumentar) el capital. 

Todo esto solo anticipa otras escaseces. Por ejemplo, la de alimentos, que ya comienza a asomar. 

Plásticos y chips. Unidos en la escasez y también en su degradación. Como saben, los chips se fabrican a partir de obleas de silicio, que es el elemento que junto con el oxígeno forma la arena (óxido de silicio), aunque en realidad los chips se fabrican a partir de cuarzo porque es más puro en silicio (fabricar chips a partir de arena sería energéticamente prohibitivo). Hoy en día, si Vd. va a cualquier playa, aunque la arena le parezca blanca impoluta, lo más normal es que tenga una gran cantidad de impurezas plásticas en su interior. El polipropileno forma unas bolitas que a primera vista y a segunda le pasarán desapercibidas, pero no son arena: son plástico. Incluso las playas más recónditas del planeta están contaminadas con gran cantidad de plásticos. Dentro de unos siglos, eso quedará de los plásticos y chips que hoy consumimos en cantidades ingentes: arena y polipropileno mezclados en la playa, quizá a partes iguales. Habremos cumplido nuestra función de degradar este planeta, sin ningún otro objetivo identificable más que la degradación por sí misma. Solo somos siervos de entropía.

miércoles, 21 de abril de 2021

Filosofía y civilización digital

Tras no haberse podido celebrar el año pasado, la Semana de Filosofía de Pontevedra recuperaba su actividad después de la semana santa. Con el acceso restringido en la sala, pudo seguirse en directo a través de Internet, y las conferencias siguen disponibles en la página web del Aula Castelao. Muchos ponentes intervinieron por vía telemática, de manera que el tema elegido no pudo ser más oportuno.

Esta fue la conferencia inaugural que pronunció Albino Prada, planteando las oportunidades que ofrece la digitalización de tantos campos, ahora más que nunca antes, al tiempo que los riesgos inherentes al control que el capital ejerce sobre las redes y sus contenidos.

martes, 20 de abril de 2021

Una valoración de la Ley de Cambio Climático

Ayer mismo, el reducido número de espectadores que la protección de la salud permitía pudimos ver la muy recomendable película Oeconomia. Se trata de un documental que desnuda el hecho aparentemente insólito de que los bancos crean dinero cada vez que conceden un crédito, en una rueda incesante que no puede parar, por lo que la economía crece y los beneficios son posibles solamente cuando hay endeudamiento. Un juego que sigue instalado en la lógica del aumento infinito de capital. Curiosamente, esa fue la  primera idea recogida en este blog, hace algo más de diez años.

Cuando el crédito concedido va siendo devuelto es porque ese capital imaginario se ha materializado en acciones concretas, "el dinero se ha puesto a trabajar". Sin nuevos créditos y nuevas deudas ese círculo económico deja de funcionar. Y necesariamente, en este sistema económico, el capital debe crecer sin cesar, cosa imposible, como podemos intuir, cuando aparecen obstáculos insalvables para ese crecimiento.

La ficción circular de los economistas me recuerda "el movimiento continuo" que una persona querida y cercana buscó a lo largo de años de su vida, el "móvil perpetuo", cuya imposibilidad había sido ya demostrada con el desarrollo de la ciencia termodinámica, aunque él no lo sabía.

Pero los financieros de la película no pueden ignorar este hecho, y sus respuestas consisten siempre, como en la película, en huir del problema cambiando de tema (un poco de humor, para relajar).

Economistas, políticos y el común de los mortales, inmersos en esta rueda, hacen como que no ven el problema. La realidad es que no somos capaces de afrontarlo seriamente, y preferimos que la rueda siga girando hasta que se atasque, confiando en que eso ocurra "más adelante". Solucionar lo urgente, que cada vez resolvemos más inmediata y provisionalmente, encarar el "mañana mismo", hace difícil ocuparse del "pasado mañana".

Por eso llegamos tarde a las medidas necesarias. Por eso y porque, además, los que tienen un presente bueno, o al menos aceptable, no están interesados en que se lo fastidie un aguafiestas.

El análisis de Turiel que sigue puede resumirse en una frase: El borrador de esta ley hubiera sido muy bueno, hace veinte años.






La Ley de Cambio Climático y Transición Energética: una valoración personal

Queridos lectores:

Hace unos días, el Congreso de los Diputados de España aprobó el proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética, y lo remitió al Senado, donde en breve se discutirán enmiendas (por la vía exprés) y posteriormente se devolverá al Congreso para su aprobación definitiva.  Si todo va como está previsto, la Ley estará definitivamente aprobada de aquí en pocas semanas.

Como saben, esta misma semana comparecí delante de la Comisión de Transición Ecológica del Senado, la cual tiene un papel destacado, justamente, en la discusión de esta Ley a su paso por esta cámara. Se podría decir que mi comparecencia no ha podido ser más oportuna. Sin embargo, dado la comprensible urgencia por aprobar por fin una ley tan crítica y que ha tenido una tramitación tan larga hace improbable que ninguna de las críticas que hice en mi comparecencia (fundamentalmente, la falta de mención a la crisis energética) pueda ser incorporada en la Ley en este momento.

Varias personas me han pedido que escriba un post valorando la Ley, así que me he leído las 39 páginas del texto remitido al Senado para poder opinar con buen conocimiento. Yo tenía muy bajas expectativas sobre esta Ley, teniendo en cuenta cómo fue el procedimiento de participación ciudadana (comenzado por el anterior Gobierno), y lo cierto es que el redactado final me ha sorprendido. La Ley está, de hecho, muy bien, y en muchos aspectos es una Ley valiente. Hubiera sido una muy buena Ley, si se hubiera aprobado hace 20 años. El problema que tiene esta Ley es que ahora es demasiado poco demasiado tarde, y no encara correctamente los retos que vamos a tener a corto plazo; pero para el tempo político es mucho y pronto: es una ley avanzada.

Incluso si por un momento dejamos al margen el mayor defecto de la Ley (es decir, que llega tarde pues está pensada para ser aplicada a un mundo que ya no existe), tiene también algunos otros defectos. En lo que sigue comentaré con cierto detalle la estructura de la Ley, destacando de cada apartado aquellos aspectos que considero más relevantes.

El preámbulo es una justificación de motivos y una definición de objetivos de la Ley. Dentro de los párrafos preliminares, en medio de cosas con las que puedo estar más o menos de acuerdo, se encuentran frases que considero curiosas, como por ejemplo (las negritas son siempre mías):

"España debe ofrecer respuestas solidarias e inclusivas a los colectivos más afectados por el cambio climático y la transformación de la economía, así como facilitar las señales adecuadas para atraer la confianza de los inversores y minorar los riesgos financieros asociados al incremento en el volumen de emisiones de gases de efecto invernadero o a la mayor vulnerabilidad frente a los impactos físicos del cambio climático."

Sinceramente, si estamos preocupados en "minorar los riesgos financieros" no hemos entendido nada.

"La lucha contra el cambio climático y la transición energética conllevan transformaciones tecnológicas y cambios en la industria. Por ello, es necesario ligar la transición energética a la política industrial y a la I+D, estableciendo mecanismos de apoyo a la industria para que la transición tecnológica genere mayor competitividad y un mejor posicionamiento de la misma, y resulte en generación de riqueza y empleo de calidad."

Las primeras fases bordean la falacia (no va a haber un "progreso tecnológico" solo porque nos interesaría mucho), pero pase. Sin embargo, esa "transición tecnológica", con mayor probabilidad, va a ser un retroceso tecnológico, y no va a generar más competitividad en el sentido actual, ni va a generar más riqueza en el sentido actual, ni tampoco empleos de calidad en el sentido actual. No tiene por qué pasar tal cosa, y además todo indica que no va a pasar eso.

"La Comunicación de la Unión Europea relativa al Pacto Verde Europeo («The European Green Deal»), de diciembre de 2019, establece una nueva estrategia de crecimiento que persigue transformar la Unión Europea en una sociedad justa y próspera, con una economía moderna, eficiente en el uso de sus recursos y competitiva, y con la finalidad de hacer de la Unión Europea el primer continente neutro climáticamente en el año 2050."

Obviamente, lo del "crecimiento" no tiene ningún sentido, es no haber comprendido el origen de los problemas y tampoco que ya hemos llegado a los límites del crecimiento y que estamos condenados a decrecer. Lo de "competitivo", tres cuartos de lo mismo: no se puede garantizar, y casi seguro no podrá ser. Y lo de ser neutros climáticamente en 2050 es discutible de muchas manera diferentes, pero ya hablaremos de ello.

"La obligación de limitar las emisiones condiciona las políticas sectoriales e implica cambios en los patrones de consumo. Pero esta transformación conlleva ventajas relacionadas con la modernización del modelo productivo y el sistema energético, y ofrece oportunidades de empleo, de negocio y de crecimiento siempre que se incorpore una perspectiva de medio y largo plazo que facilite la descarbonización ordenada de la economía."

Si por "modernización" se quisiera decir sistemas económicamente no rentables en nuestro modelo económico actual, aún se podría entender. Pero no va a haber oportunidades de empleo, de negocio ni de crecimiento. Lo siento: la lucha contra el cambio climático no es una "vibrante oportunidad". No lo es. Y combinada con la crisis energética es más bien un amargo declinar...

"Así, entre las importantes transformaciones que se van a producir en el sistema energético, y por ende en la economía en su conjunto, como consecuencia de la transición energética impulsada por esta ley, está la mejora sistemática de la eficiencia energética de la economía. Concretamente, la previsión es que la intensidad energética primaria de la economía española mejore anualmente en un 3,5 % anual hasta 2030; asimismo, la dependencia energética del país, del 74 % en 2017, se estima que descienda al 61 % en el año 2030 como consecuencia de la caída de las importaciones de carbón y de petróleo."

Me he estado mirando los datos más actuales que he encontrado sobre intensidad energética primaria de España, y de acuerdo con ellos la mejora anual en los últimos 20 años ha sido del 1% anual. Recordemos que el concepto de intensidad energética es por si bastante discutible, porque lo que reflejan estas "mejoras" es un incremento de la terciarización de la economía española y una externalización a otros países (China, sobre todo) de las actividades más contaminantes e intensivas en energía, aunque luego los productos se consuman aquí, con mayor gasto energético y emisiones debido a los costes de transporte aumentados, lo cual implica cierto cinismo cuando se dice que "luchamos contra el Cambio Climático" pero provocamos que las emisiones mundiales aumenten gracias a este modelo de externalización. Y aquí en la Ley nos dicen que, por decreto legislativo, no bajará ya al 1% anual, sino hasta el 3,5% anual y así desde ya mismo y hasta el 2030. Esto es ridículo: es imposible decretar que vaya a suceder algo así, y si se pone ese número es porque alguien ha determinado qué trayectoria se debía seguir y ha calculado ese número absurdo. De otro lado, que la dependencia energética solo baje del 74% hasta el 61% (una caída del 18%), teniendo en cuenta que del exterior viene principalmente combustibles fósiles, nos da una indicación de que el camino no va a ser tan magnífico, a pesar de esa mejora de la intensidad energética, y es que se está asumiendo que el PIB de España va a crecer. Por eso se estima que las emisiones se van a reducir un 23% en 2030: eso, básicamente, significa suponer un consumo energético total muy parecido al actual (como un 95% del actual) y con la mejora en intensidad energética del 3,5% anual el PIB podrá crecer entre el 1,6 y el 2,5% anual que cuentan más tarde. La cuadratura del círculo, vamos. Obviamente esto es lo primero que se va a ver que no sucede ni de broma, sobre todo con la grave crisis económica en ciernes por culpa de la crisis energética.

"Es necesario fijar, en el marco de la ley, objetivos de reducción de emisiones para el año 2030 y 2050 ofreciendo previsibilidad para orientar las decisiones de los inversores y de los reguladores con competencias en la materia. Los objetivos cuantificados buscan favorecer la predictibilidad y las señales económicas adecuadas, recogiendo el principio de no regresión en los objetivos marcados. Desde el punto de vista medioambiental, este principio de no regresión se define como aquel en virtud del cual la normativa, la actividad de las Administraciones Públicas y la práctica jurisdiccional no pueden implicar una rebaja o un retroceso cuantitativo ni cualitativo respecto de los niveles de protección ambiental existentes en cada momento, salvo situaciones plenamente justificadas basadas en razones de interés público, y una vez realizado un juicio de ponderación entre los diferentes bienes jurídicos que pudieran entrar en contradicción con el ambiental."

Preocupante declaración de intenciones. Los objetivos se mantendrán, a no ser que no se mantengan...

Justo antes del articulado de la Ley, se establecen los objetivos: reducción de las emisiones de CO2 en 2030 del 23% respecto al valor de 1990, y neutralidad de emisiones en 2050. Mucha gente ha criticado la falta de ambición de la Ley, porque este objetivo ya está desfasado con respecto a lo que marcaba el IPCC en la propia cumbre de Madrid de 2019 (un 55% para 2030, a escala global). A mi, sinceramente, es lo que menos me preocupa. Se dice también que de la generación eléctrica al menos el 74% debe ser renovable en 2030. Si se compara con el 43% del año pasado parece muchísimo, pero en realidad hay momentos puntuales en los que se ha llegado al 60%, así que debería ser factible. Pero hay un problema que ha explicado Beamspot diversas veces en este blog, y es la inestabilidad de la red subsecuente a la integración de mucha potencia renovable, que es un problema al que se ha enfrentado repetidas veces Alemania y que dificulta la expansión renovable. Así, aunque no se diga, la manera de conseguir esta expansión y evitar la inestabilidad es dedicando directamente una parte sustancial de esta electricidad renovable a la producción in situ de hidrógeno verde, esa quimera. Así que, aunque no se diga, probablemente se está pensando en fiarlo todo a la ruina del hidrógeno verde. Otra cosa divertida es que se establece que se tendrá que mejorar la eficiencia energética disminuyendo el consumo de energía primaria al menos un 39,5% para 2030, aunque no me queda claro con respecto a qué. Una reducción tan salvaje del consumo de energía solo significa una cosa: una contracción económica brutal. Y es que el aumento de la eficiencia energética no implica un descenso del consumo de energía por culpa de la paradoja de Jevons. Lo curioso de esto es que, teniendo en cuenta lo que se nos viene encima, es hasta probable que tal descenso sí que tenga lugar. 

Respecto al articulado, como digo, no me detendré en analizarlo en detalle y destacaré algunos aspectos dispersos. Los artículos que no comento (que son, de hecho, la mayoría) no los comento porque ya me parece bien (o, al menos, no me parece mal) lo que dicen.

El artículo 6 va de digitalización. No se considera que la digitalización está amenazada por la escasez presente y futura de microchips. En esto, como en tantas otras cosas, no hay plan B para hacer frente al escenario más realista.

El artículo 7 explica el aprovechamiento hidráulico. Se pone el énfasis en las centrales reversibles, a pesar de que se sabe que su capacidad total para almacenar excedentes energéticos es muy limitada. Se incide también en que se pueden aprovechar las canalizaciones de abastecimiento y saneamiento urbano para generar electricidad. Buena suerte con eso también.

El artículo 9 prohíbe conceder nuevas licencias de estudio o explotación de hidrocarburos en España. Es ciertamente un artículo muy valiente, aunque también es verdad que no queda nada rentable por explotar, ahora que los promotores del fracking patrios se han dado cuenta de que no iba a ser nunca rentable.

El artículo 10 prohíbe lo mismo con minas de materiales radioactivos. Es aún más valiente que el anterior. Tampoco hay ninguna mina de nada radioactivo rentable en España, pero aún así es muy valiente.

El artículo 12 dice que se fomentará la penetración del uso del gas renovable, incluyendo el biogás y el hidrógeno. El biogás se puede producir en cantidades limitadas (por un problema semejante al que explicamos al principio de todo de este blog), y en cuanto al hidrógeno ya sabemos de qué va. Lo preocupante de la introducción del hidrógeno aquí es que parece ir en la dirección que apuntaba Beamspot: que se mezclará con el gas natural, disminuyendo así su poder combustible pero nos lo van a cobrar como si fuera gas del bueno.

En el artículo 13 se dice que se fomentarán los combustibles renovables para el transporte. Eso solo puede ser los biocombustibles (un grave error) y, cómo no, el hidrógeno otra vez. Ya sabemos que el hidrógeno es la única alternativa para intentar mantener la matriz industrial europea, aunque sea una mala y dudosa alternativa que, seguramente, bombeará la renta de las clases trabajadoras a las del capital.

Del artículo 14 me gustaría destacar dos cosas: una, que a partir de 2040 los coches tendrán que ser de cero emisiones de CO2 (esto lo veo fácil de conseguir: total, no tendremos coches en 2040); dos, que en los municipios de más de 50.000 habitantes se van a tener que implantar toda una serie de medidas no más tarde de 2023 que estoy seguro que van a dar mucho de que hablar en los próximos años, incluyendo limitaciones estrictas de la circulación de vehículos convencionales.

El artículo 15 va de la instalación de puntos de recarga eléctrica, dando por hecho que va a haber una implantación masiva del coche eléctrico, cosa por lo menos incierta. Añadan a lo que se comenta en el anterior enlace esto otro: hace poco revisé mis cálculos de hace 10 años sobre la cantidad de coches eléctricos que se podrían fabricar al año si destinásemos todo el litio que se produce mundialmente a eso. La producción ha aumentado mucho desde 2010 (se ha multiplicado por 3), aunque sufre considerables altibajos; y la cantidad de litio por coche ha disminuido considerablemente. Tomando como referencia un vehículo de 50 Kw·h o 8 Kg de litio metálico, hoy en día se podrían fabricar 8 millones de coches eléctricos al año. La producción mundial de coches ha caído actualmente por la CoVid y se sitúa en casi 80 millones de coches al año, por debajo de los casi 100 millones de 2018. Así pues, si se destinara toda la producción mundial de litio a fabricar coches (adiós móviles, tablets, portátiles y sistemas de backup eléctrico de ordenadores y data centers), harían falta 175 años para renovar toda la flota mundial de 1.400 millones de coches. Y eso es con el litio: si miramos la situación con el cobalto y con el neodimio los cuellos de botella son peores. Pero, eso sí, se pone el acento en poner más puntos de recarga que solo podrán disfrutar los pocos (y seguramente adinerados) privilegiados que tendrán un coche eléctrico. Interesante también que en este artículo se obliga a las estaciones de servicio que vendieron más de 5 millones de litros de combustible en 2019 a instalar esos puntos de recarga, asumiendo ellos mismos el gasto (esto creo que va a levantar muchas ampollas). Ah, y a partir de este mismo año, cuando haya que revisar la licencia de concesión de una estación de servicio te obligarán a poner un punto de recarga eléctrica, no importa cuánto combustible vendas. Y por cierto que el nuevo Código Técnico de Edificación también obligará a tener puntos de recarga en los garajes de las casas.

El artículo 16 va de disminuir las emisiones en el sector marítimo. Se habla de "estimular el suministro eléctrico o el uso de combustibles alternativos en barcos atracados". Salvo en barcos realmente muy pequeños y de poca autonomía, es completamente impensable la electrificación de los buques. La clave está pues, en esos "combustibles alternativos". El paso al hidrógeno es todavía más dificultoso en el caso de grandes navíos, por las dificultades de manejo y contención del hidrógeno para trayectos tan largos como los marinos, así que seguramente tendrá que recurrirse a soluciones de energía naranja (aceptando la bola de que no tienen emisiones netas). Con el inconveniente añadido de que el coste de la energía naranja es muy elevado y la capacidad de producción bastante limitada. El problema de fondo es que la transmutación a energía verde del sector marítimo es irrealizable en la práctica, y eso va a causar muy serios problemas.

Los artículos que siguen, siendo honestos, me gustan mucho, especialmente el 20 que habla de aumentar la resiliencia de las infraestructuras del medio marino. Interesante el artículo 21, que habla de proteger áreas naturales sensibles de las nuevas instalaciones energéticas. Y espectacular el artículo 22, que habla del impacto de la dieta. El resto de artículos, realmente muy buenos, de lo mejor de la Ley.

A partir del artículo 27 se habla de que la Transición Energética sea justa, lo cual está muy bien e introduce ideas interesantes. Lo que a mi me parece muy difícil es garantizar eso. Y mirando las medidas concretas, están pensando en un esquema de cosas propio de hace 20 años, con una mantenimiento de la actual sociedad industrial. No es eso lo que va a pasar. El artículo 29 habla del cese de la producción de carbón nacional, y aquí también habrá un gran punto de fricción. Máxime cuando yo preveo que, cuando deje de llegar el petróleo, vamos a tener que recurrir al carbón nacional y a Fischer-Tropsch para poder mantener la maquinaria indispensable en marcha.

Me salto los artículos del Título VII (recursos que se ponen a disposición), que no me interesa en absoluto y me parece un poco extraterrestre, y me voy al Título VIII, sobre educación e investigación: en principio, todo lo que dicen suena razonable. El Título IX va sobre gobernanza, y aquí lo más importante a destacar es la creación del Comité de Expertos: ya veremos a quién eligen y en qué queda todo. Muy interesante la creación de la Asamblea Ciudadana, aunque se tendrá que ver cómo se articula.

Son también interesantes las disposiciones adicionales. La primera excluye al Ejército de todo esto, aunque se la anima a cumplir. En la cuarta se menciona a la aviación por primera vez, y es de manera laxa: es como decir "descarbonizaos lo que podáis, a vuestro gusto". La quinta va de economía circular: bonito concepto de difícil implementación. La sexta, de fomento del ferrocarril, que veo acertada e incluso que podría haber sido más incisiva. Y en las disposiciones finales se hace un montón de cambios normativos de leyes y reglamentos anteriores cuyo alcance se me escapa, pero hay cosas que tienen pinta de tener mucho impacto. Seguramente de algunas de éstas oiremos hablar en los próximos meses.

En resumen, hay muy buenas ideas en esta Ley. Es una Ley, además, que levantará bastante ampollas en muchos sectores porque les obliga a hacer cosas que claramente van contra sus intereses.

Lo peor del caso es que es una Ley inútil, o bastante inútil, a pesar de que estoy convencido de que se han puesto mucho empeño y buenas intenciones en ella. Todos los planes de ejecución, todas las ideas de transición, todas las previsiones que en ella hay, se irán al traste cuando en unos meses tengamos el primer pico de precios del petróleo y entremos en la negra senda del descenso energético para la que no nos hemos preparado. Una lástima, porque mucha gente criticará a esta Ley como si fuera la causa, cuando en realidad su problema es llegar demasiado tarde. 

Salu2.

AMT

lunes, 19 de abril de 2021

El tiempo se echa encima

La semana pasada Antonio Turiel compareció en la Comisión de Transición Ecológica del Senado para defender la necesidad de una transformación drástica de nuestro modelo productivo, proponiendo unas alternativas que "no iban a gustar".

Antes había concedido esta entrevista a El Salto, cuya esencia podría resumirse en esta frase:

“Necesitamos un cambio cultural que requiere décadas; el problema es que no tenemos décadas”












Antonio Turiel comparece este lunes día 12 en el Senado, ante la Comisión de Transición Ecológica, para debatir sobre la inevitable y drástica transformación energética que casi cualquier país ha de acometer. Este doctor en Física Teórica, autor del reciente y contundente Petrocalipsis (2020, Alfabeto) y del blog TheOilCrash, es experto en oceanografía y uno de los referentes divulgativos sobre energía y clima. Hemos hablado con él unos días antes para esta entrevista.

Según cuentas en tu libro –y ha reconocido la propia agencia internacional de la energía-, el pico del petróleo de mayor calidad ocurrió en 2005. Y si le añadimos otros sucedáneos parecidos al petróleo, ocurrió con toda probabilidad en 2018, el del carbón también pasó y al del gas le quedan quizá unos pocos años. Estamos hablando del 85% de la energía que consume el mundo. ¿Cómo esto no es un tema de debate diario?

Es un tema bien conocido por las instancias públicas, es bien conocido en la Comisión Europea, es bien conocido en Francia, Reino Unido o Estados Unidos, donde tienen comisiones creadas específicamente para hablar del pico del petróleo. Con ese nombre. Ahora es tan evidente con la desinversión que han hecho las compañías petroleras, que negar el pico del petróleo es una batalla perdida.

Los resultados del proyecto MEDEAS, que llevaba mi compañero Jordi Solé y en el que participé, se presentaron en Bruselas, y allí se habla del pico del petróleo. Hace décadas, de hecho. Hay casos de ir a dar una conferencia hace quince años, y decirle al ponente, “esto no hace falta que nos lo cuentes, pasemos a las alternativas”, lo cual es mucho más complejo, porque las “alternativas” posibles no les suelen gustar.

Sobre por qué no se habla más de esto, bueno, evidentemente, desde el punto de vista político, reconocer la inevitabilidad del peak oil o pico del petróleo implica abrir un debate que no se quiere abrir: que es el del fin del capitalismo. Es inevitable. Además, es la razón por la que no se está actuando como debería respecto al cambio climático, pese a que también se sabe hace décadas, reaccionar era también atentar contra las bases del capitalismo. Además, hay un desconocimiento de la realidad científica, y se sigue esperando que aparezca una tecnología disruptiva, un milagro.

¿Y cuáles son las alternativas posibles, pero que no suelen gustar?

Hay que buscar alternativas sociales más que tecnológicas, y todas ellas pasan por el decrecimiento, la redistribución. Asumir los límites. Aunque algunos sigan diciendo que con el decrecimiento no se ganan votos. Quizá, desgraciadamente, necesitemos algún susto más para espabilar y abrir de verdad el debate.

Afortunadamente, la comunidad científica está llegando a este convencimiento, se está extendiendo. Lo noté por ejemplo en la COP25. Hay políticos que también son conscientes y tenemos que ayudarles a abrir ese melón, porque el coste político de abrir ese melón es muy alto.

Estamos en una situación de urgencia según las propias previsiones de la AIE, que sitúan hasta en un 50%, el descenso de la producción de petróleo según las inversiones que se realicen en los próximos cinco años, ¿es esto –entre otras cosas- una llamada de auxilio que podría justificar posibles nacionalizaciones a posteriori? ¿Quizá rescates encubiertos?

Yo de hecho veo inevitable la intervención estatal para hacer frente a este pico del petróleo tan drástico e inmediato. Entre líneas es una llamada de atención muy fuerte. Y va a ser difícil de explicar, por ejemplo si Biden se ve obligado a nacionalizar una parte del sector de hidrocarburos, ¡imagínate!, esto no va a ser bien entendido por algunos de sus partidarios, pero va a ser probablemente imprescindible para evitar la caída pronosticada y al menos amortiguar el golpe. En el mejor escenario, caídas del 20%, en el peor del 40%-50%. No sé cómo se lo harán. Lo veo complicado.

Ahora se está hablando por fin de renovables, también de biocombustibles e hidrógeno, pero son apuestas que esconden una cara más amarga que la que se suele contar.

Claro, una por sus limitaciones y sus impactos ambientales, la segunda por sus contrapartidas y baja rentabilidad, y la tercera por muchas otras razones técnicas, sobre todo las pérdidas energéticas en el proceso de conversión de entre el 50% y el 80%. Aunque dependiendo de cada contexto, habrá que usarlas todas.

Una de esas caras es que la electricidad supone sólo el 20% de la energía consumida, la que más fácilmente puede ser asumida por las “renovables”, pero ¿y el restante 80%?

Es muy difícil electrificar una gran parte de ese 80%, así que hay que decidir estratégicamente qué se puede mantener y qué no. Hay que garantizar la producción y distribución de alimentos, el suministro de agua, la sanidad. Mantener las infraestructuras críticas. De cara al futuro sólo podremos contar con las energías renovables. En contextos concretos tendremos que usar baterías, sí. En contextos concretos habrá que utilizar hidrógeno, sí. Pero estos contextos no deben ser en absoluto mayoritarios. Tenemos que entender que vamos a ir a un descenso del consumo total de energía. Una cantidad que no sabemos cuánta va a ser, pero sí sabemos que va a ser bastante más pequeña.

Hay que ir caminando también a un tema que apenas se plantea, el aprovechamiento no eléctrico de la energía renovable. Más eficiente y más simple. Un aprovechamiento local, molinos, sistemas hidráulicos, termosolar para calentar el agua, etc. El modelo actual, oligopólico, es el que no se puede mantener. Ahí volvemos a topar con el problema sistémico de basarse en un crecimiento perpetuo imposible de adaptar a los ciclos de la naturaleza.

Por el fracking ni pregunto, ya es evidente sus costes ecológicos y que ha sido una burbuja. Vamos a la nueva moda: ¿el hidrógeno es una receta neocolonial? ¿Por qué?

Para empezar, como ya he dicho la eficiencia de la conversión de electricidad en hidrógeno es muy baja, ya que entre el 50 y el 80% se pierde en todo el proceso. El hidrógeno es una mala idea para uso masivo. Si se habla tanto de ello es porque es la única alternativa para mantener en marcha los vehículos pesados, sobre todo los camiones. Teniendo en cuenta que al gas no le queda mucho ya para llegar a su pico, la única alternativa que queda es el hidrógeno. Europa no tiene capacidad para producir suficiente hidrógeno para mantener su maquinaria pesada en marcha.

¿En qué está pensando Europa? Está pensando en África. Esquilmar y expoliar el enorme potencial eléctrico africano. Como el proyecto alemán en el Congo, en el río Inga. Lo cual además genera el problema de que el hidrógeno desde que lo produces hasta que lo consumes, no puede pasar mucho tiempo, porque incluso en los mejores depósitos se escapa. Sí, se está yendo hacia un neocolonialismo energético que es además, extremadamente frágil. ¿Qué puede salir mal? Se me ocurren una docena de cosas que pueden salir mal.

¿Qué te parecen los planes de rescate los fondos Next Generation? Parece que son todo menos un rescate a la “next generation”.

Los fondos Next Generation son la apuesta desesperada de Europa para mantener el modelo tecno-industrial actual. Se está intentando mantener la matriz industrial al máximo aunque se hable de digitalización, electrólisis y transición ecológica principalmente.

No podemos olvidar que el diésel es la sangre del sistema económico, y ha empezado a disminuir antes que el petróleo porque no todos los petróleos sirven para hacer diésel. Se está buscando un combustible sustituto con prisa y claramente ese combustible es el hidrógeno. Y evidentemente con lo que se va a producir en Europa no va a bastar. Se está intentando buscar un desarrollo científico-técnico rápido porque es que la tecnología incluso falta. Me parece una locura, pero es a lo que vamos.

Para aprovechar mejor el rendimiento de un combustible en un vehículo es mejor ir más despacio, ¿es una metáfora que vale también para nuestra sociedad hiperacelerada?

Sí, es muy curioso porque muchas veces hablamos del problema energético, pero el problema es más de potencia: una de las consecuencias del segundo principio de la termodinámica es que cuanto más rápido se hacen las cosas, más ineficiente se es, más energía se desperdicia. Sí, esta sociedad, acelerada y acelerándose, genera muchísima ineficiencia en el uso de la energía y acabará frenando por la fuerza, por las malas, chocando contra los límites biofísicos.

Siendo conscientes de que un frenazo demasiado brusco puede ser también contraproducente.

Es cierto que no podemos hacer un cambio radical de golpe, porque se dejaría a muchas personas en la estacada, y generaría un problema social brutal, que de hecho es lo que está pasando ya, por empeñarnos en seguir acelerando cuando es casi imposible.

Hay que intentar hacer un aterrizaje lo más gradual y progresivo. Sobre todo de la organización del sistema socioeconómico. Se suele identificar que tiene que haber crecimiento para poder generar empleo, y si hubiera decrecimiento se dice: eso es imposible. Pues no, eso es imposible dentro de tu paradigma capitalista. Hay que crear empleo sin que se necesite seguir creciendo eternamente en un planeta finito, porque eso sí es físicamente imposible.

Y se necesita un cambio cultural, que requiere tiempo. Los procesos de cambio social –para que sean ordenados- requieren décadas; el problema es que no tenemos décadas. Esto nos aboca inevitablemente a un cambio de sistema desordenado. Por eso es tan urgente abrir este debate. Para evitar caer en estados de desorden de los que luego es mucho más complicado salir, en los que alguien propone soluciones sencillas, populares –y equivocadas- y se le sigue, aunque sea derechos al abismo. Ecofascismos y neofeudalismos.

Las renovables están basando su evolución en las llamadas economías de escala, para abaratar costes y hacerse más competitivas, ¿no es esto imposible de sostener en un mundo que necesariamente camina hacia la desglobalización –y por tanto hacia el fin de las fantasías de la desmaterialización-, lo cual hará precisamente imposible las actuales economías de escala? Creo que tienes un ejemplo concreto que has abordado recientemente en tu blog… referente a la escasez de plásticos y chips. ¿Qué está pasando?

Efectivamente, la economía de escala llevada a sus últimos extremos cuenta con que la energía es abundante y barata, lo cual ya sabemos que no es así. Y además es tremendamente frágil. Y la desmaterialización teórica ha sido más bien una deslocalización en toda regla. El ejemplo de los microchips es particularmente revelador de que toda economía de escala tiene límites, y con energía menguante y relocalización tocara más bien desescalada. Ahora mismo hay sólo dos factorías capaces de hacer chips de menos de 10 nanómetros. Ya no puedes escalar más. Basta que se estrangule un input y la capacidad productiva cae, y si hay un accidente...

Estamos en el Peak Chip –que diría Félix Moreno- también, por los límites físicos de la economía de escala. Y el modelo renovable cuya producción está ya mayoritariamente en China, también es muy frágil, depende del petróleo barato y abundante, y eso se va a acabar.

¿Qué le dirías a aquellos que defienden a partidos que siguen pensando en bloques y naciones cuando los problemas que enfrentamos son planetarios y culturales?

El problema es el concepto de progreso que se entiende hoy. Y esto es compartido por la izquierda y la derecha. Yo quiero que se entienda que ser conservador, no tiene por qué significar ser reaccionario. Yo quiero conservar a mis hijos, a mi mujer, un planeta sano, etc. Si la dirección a la que vamos es el abismo, ser progresista, es un error. El problema con muchas ideologías reaccionarias que aparecen ahora es que son antiguas, regresivas en materia de derechos humanos, con la mujer, la diversidad, etc. Se retorna a un pasado idealizado y se pretende coger todo el pack de ideas, tanto las buenas como las malas. Tanto la izquierda como la derecha han de cuestionar “el progreso”, han de ser críticas y discriminar bien qué es progreso y qué abismo. Falta profundidad en el debate político y nos hace desesperadamente falta.

¿Podrían las asambleas ciudadanas por sorteo, que demandan los movimientos climáticos, ayudar con esa profundidad? Asesoradas por expertos independientes podrían ampliar las posibilidades de acción, ahora encorsetadas por los partidos, y estos a su vez por los lobbies.

Claro, si vemos que quienes están al cargo no están haciendo lo que tiene que hacer, pues nosotros tendremos que empoderarnos y hacer las cosas. Tienen limitaciones porque pueden ser cooptadas, pero sin duda serían un avance, porque relocalizan la toma de decisiones, y la relocalización no tiene que ser solo material, tiene que ser política. Cuanto más acerquemos el poder al ciudadano, eso irá en la dirección positiva.

viernes, 16 de abril de 2021

Transición ecológica. Antonio Turiel comparece en el Senado

Y en un apretado resumen explica lo que sus lectores habituales ya sabemos y tememos, pero que la mayoría (silenciosa y silenciada) no sabe ("ni quiera Dios que me enseñen", decía una muchacha a la que preguntaron si sabía leer).

Ni él ni yo queremos sin embargo ser fatalistas.

Copio de su blog The Oil Crash:

Comparecencia en el Senado de España


Queridos lectores:

Como muchos de Vds. sabrán, ayer comparecí delante de la Comisión de Transición Ecológica del Senado de España. Fue una comparecencia un poco atropellada por la falta de tiempo y la incomodidad nada despreciable de la mascarilla FP2, pero que espero que haya contribuido a crear un debate necesario - el tiempo lo dirá. Si tienen 54 minutos, juzguen Vds. mismos.

Mi agradecimiento al grupo parlamentario EH Bildu - Esquerra Republicana de Catalunya y a los parlamentarios que me propusieron para comparecer; no deja de ser curioso que dos partidos considerados como "enemigos del Estado" han demostrado una altura de miras que otros no les suponen, proponiendo a alguien pensando en la importancia del mensaje y no en su proximidad ideológica.

Salu2.

AMT

P. Data: Tengo previsto sacar algunas contribuciones de otros autores en los próximos días, si consigo sacar un rato para respirar.

jueves, 15 de abril de 2021

14 de abril: 90 años

En medio de la hojarasca mediático-aposentada que manifiestan los habituales tertulianos, en diez minutos, entre el 59:40 y el 1:10:18, el historiador Julián Casanova ofrece en el programa de TVE "la noche en 24 horas", en apretada síntesis, un resumen de lo que fue la II República, para enmarcarla en el contexto del siglo XX y de la Historia de España en general.

Algunos puntos a destacar:

  • La llegada de la República coincide con el momento histórico del ascenso de los fascismos, en medio de una Europa profundamente fragmentada. 
  • Se abre un proceso de reformas profundas, que chocan con los diversos intereses de las viejas estructuras sociales. Algunas de ellas son:
    • sufragio universal masculino y femenino desde 1931, cuando en otros países europeos sólo llega después de 1945
    • primeros intentos serios de reforma del ejército  
    • reforma agraria
    • educativa 
    • laicismo 
    • la educación y la cultura como ejes de la emancipación

  • Por las resistencias a estos cambios, de la fiesta popular se pasa pronto a un conflicto de clases, como ocurría también en toda Europa. 
  • Cuando cae la Republica tras enconada lucha en 1939, ya habían caído todas las repúblicas aparecidas después de 1918: Weimar, Austria, Hungría, Checoslovaquia... sustituidas por dictaduras fascistas o filofascistas; en todos los demás casos, sin resistencia. 
  • Ni fascistas ni comunistas constituían partidos de masas en 1936, aunque sí había una derecha fascistizada y un anarquismo con gran tradición histórica. 
  • Es falso el mito de la bipolaridad, simplificado en "las dos Españas". Más que bipolarizada, la sociedad era multipolar. La bipolarización surge como una interpretación posterior, en todo caso fruto de la propia contienda. Como ahora mismo ocurre, varios conflictos se entrelazan y confluyen de distintas formas: 
    • el conflicto centros-periferias
    • anticlericalismo-clericalismo
    • la lucha de de clases en sus diversos frentes
    • nacionalismos, centrípeto y centrífugos
  • El golpe de estado fracasa y conduce a la guerra, que es la que define "las dos Españas", pero la realidad es más compleja.
  • En el 36 era muy difícil que la Republica sobreviviera, con Hitler y Mussolini en su apogeo y la bota nazi invadiendo Europa.
  • No es posible separar la guerra en España de las invasiones anteriores sin resistencia de otros países y las posteriores que ya se consideran parte de la Segunda Guerra Mundial, que comienza realmente mucho antes de la invasión de Polonia, guerra que ya se preparaba casi inmediatamente después de terminada la Primera.

Siendo los desencadenantes multifactoriales, no es, por lo tanto un único conflicto de clase lo que desemboca en el golpe y la guerra que sigue a su fracaso inicial. Por una parte está la lucha de clases entre los grupos privilegiados y los desposeídos, pero también hay otros factores.

La mano ejecutora del golpe fue un sector muy importante de la cúpula militar. Sin embargo, el ejército no obedeció en bloque a los sublevados, y algunas de los primeros asesinados por ellos fueron altos cargos militares. El malestar extendido en las fuerzas armadas, aparte de ideologías reaccionarias y nostalgias monárquicas, se nutrió de los que se sintieron agraviados por las reformas de la Ley Azaña y del espíritu corporativo, acompañado de resentimiento, de los militares africanistas frustrados, los mismos que durante la guerra aplicaron en la península los criminales métodos aprendidos y practicados impunemente durante la guerra colonial de Marruecos.

Las imprevisiones de los gobiernos republicanos, que debieron estar al tanto de las conexiones con las potencias fascistas de los conspiradores (ya desde el principio hubo intentonas), y en particular la desidia de Casares Quiroga, que los mantuvo en puestos clave a pesar de las advertencias, hicieron más fácil la sublevación.

Claro que en ella confluyeron también los intereses de las clases dominantes, que  financiaron además el golpe, los sentimientos religiosos (y también los intereses de la Iglesia) y la nostalgia monárquica.

Como queda dicho, lo que comenzó como guerra civil acabó en guerra internacional. Es artificial tratar el caso español separado de las grandes luchas universales del momento. Sin ellas no se podrá entender el fenómeno de las Brigadas Internacionales, nada comparable a los grupos de "combatientes ilegales" que ahora nutren el fundamentalismo islamista.

Sin duda, la inacción de las potencias occidentales, por razones de cálculo geopolítico y de temor a una revolución en España, y con la esperanza de desviar hacia la Unión Soviética la agresión del fascismo, hizo pensar a Hitler que tenía el camino abierto para posteriores aventuras.

Recapitulando, la Guerra Civil no fue sino una de las etapas de la Guerra Mundial.