viernes, 29 de diciembre de 2017

La expresión gráfica en la ingeniería (12-b)

¿Puede la garganta de esta polea ser una superficie reglada? No vemos rectas sobre ella. Más abajo comprobaremos que podría serlo.


Completaremos ahora el paseo por las superficies regladas, recordando como de costumbre el comienzo de la serie.

Un tetraedroide sin planos de simetría. Obsérvese que los ejes r y s son dos aristas no coplanarias de un cubo, y la directriz curva una circunferencia inscrita en él, situada en un plano paralelo a ambas y equidistante de ellas. La porción de superficie representada es la interior al cubo, y así vemos una sección plana, de canto en la vista 2 y de frente en la 3:


Otro tetraedroide. Ahora hemos desplazado el eje r hasta la mitad de una cara, con lo que hay un plano de simetría:


La circunferencia se mueve ahora hasta una cara, y el eje r se traslada al centro del cubo:


Mareamos r otra vez, llevándola a una cara lateral. Sería bonito hacer una animación que mostrara las sucesivas transformaciones del tetraedroide. Invito a algún informático experto a que lo haga y me lo mande. ¡Gracias!


Cambio de tercio. Ahora inscribo en el cubo un paraboloide hiperbólico, cuyas tres directrices son un eje cuaternario y dos diagonales de caras:


Dos familias de rectas se cortan entre sí. Cada recta corta a todas las de la otra familia y a ninguna de las de la suya. (En esta imagen no se aprecia la segunda familia, que puede verse tenuemente en el documento PDF).


Si en lugar de cortar la superficie por planos paralelos a las caras del cubo de partida lo hacemos por planos paralelos a los planos diagonales, las líneas de intersección ya no serán rectas, sino parábolas idénticas. Las de una familia se obtienen deslizando una cualquiera de ellas sobre las otras:


Ahora, por el eje perpendicular a la superficie en su vértice, hacemos pasar distintos planos y observamos las líneas que trazan en ella. Al ir rotando se van obteniendo parábolas cada vez más abiertas, hasta llegar a una recta. Luego se invierte la curvatura, con parábolas cada vez más cerradas, que nuevamente se abren hasta desembocar en otra recta. Y así sucesivamente...


Otra superficie triaxial, un hiperboloide, se apoya sobre tres aristas de un cubo ortogonales entre sí y que no se cortan. Todas las generatrices cortan a las tres directrices:


Al ser de revolución el hiperboloide, las secciones perpendiculares al eje son circunferencias.



Las dos familias de rectas de la superficie que no veíamos en la polea. Tres cualesquiera de cada una de ellas pueden servir de directrices:


Y también hay aquí otras dos familias de líneas, una de hipérbolas y otra de circunferencias (tomando como vértice el centro, un cono asintótico es tangente a la superficie en una "circunferencia del infinito"):


Vuelta al paraboloide para representarlo por sus curvas de nivel, que forman una familia de hipérbolas, en este caso equiláteras:


Bueno, pues basta por hoy. Seguiremos con algunas superficies funcionales, de utilidad en el diseño de mecanismos y otros artilugios.


jueves, 28 de diciembre de 2017

Palabras viejas



Ya se oyen palabras viejas.
Pues aguzad las orejas.

Bueno es recordar
las palabras viejas
que han de volver a sonar




“… la Economía Política no conoce al trabajador parado, al hombre de trabajo, en la medida en que se encuentra fuera de esta relación laboral. El pícaro, el sinvergüenza, el pordiosero, el parado, el hombre de trabajo hambriento, miserable y delincuente son figuras que no existen para ella, sino solamente para otros ojos; para los ojos de medico, del juez, del sepulturero, del alguacil de pobres, etc.; son fantasmas que quedan fuera de su reino. Por eso para ella las necesidades del trabajador se reducen solamente a la necesidad de mantenerlo durante el trabajo de manera que no se extinga la raza de los trabajadores. El salario tiene, por tanto, el mismo sentido que el mantenimiento, la conservación de cualquier otro instrumento productivo. El mismo sentido que el consumo de capital en general, que éste requiere para reproducirse con intereses, como el aceite que las ruedas necesitan para mantenerse en movimiento. El salario del trabajador pertenece así a los costos necesarios del capital y del capitalista, y no puede sobrepasar las exigencias de esta necesidad.”
Karl Marx
Manuscritos de 1844

...palabras viejas que me resonaron aquí

Avance elástico sobre la retaguardia

Así "explicaba" la prensa alemana de 1945 la desbandada de sus tropas en la última fase de la Segunda Guerra Mundial. La derrota se enmascaraba con la idea, sensata en otra circunstancia, de que un repliegue podía servir para recuperar fuerzas y lanzar una nueva ofensiva. De ahí la metáfora de la "elasticidad".

Con parecidas palabras ("un paso atrás para dar dos pasos adelante") ha defendido los retrocesos tácticos el reformismo como alternativa a la revolución.

Cada vez que parece cerrarse una vía revolucionaria para la transformación de la sociedad se intenta la vía reformista. Así surgieron el fabianismo ingles y el revisionismo alemán, que luego dieron lugar al laborismo y la socialdemocracia.

La vía reformista funcionaba relativamente bien cuando se daban algunas circunstancias favorables. Por un lado, la presión popular hacía peligrar la estructura del sistema del capital, o por lo menos sus beneficios inmediatos. Había además otro sistema económico que aparecía como alternativa, y el reformismo se aceptaba como mal menor. 

Pero además, y esto es importante, la economía crecía lo suficiente para hacer concesiones, que los partidos reformistas arrancaban con relativa facilidad.

Cuando desaparecen esas circunstancias (la presión popular se convierte en competencia en el interior de las clases subalternas, el sistema capitalista se globaliza e impera) ya no parecen necesarias las anteriores políticas redistributivas, y el capitalismo liberal vuelve por sus fueros.

Otro "además": ahora ya no se da, no se puede dar más eternamente, aquel crecimiento que permitía un cierto "desbordamiento de la riqueza" hacia abajo. Mantener los beneficios solo puede lograrse aumentando la explotación de las fuerzas del trabajo y de la naturaleza, y ambos tienen límites.

Puede resurgir entonces el espíritu revolucionario ("antisistema") que haga peligrar el dominio capitalista, y otra vez se plantea la disyuntiva entre reforma y revolución.

La tentación reformista vuelve, como volvió antes en la socialdemocracia y el laborismo. Pero ahora no será capaz de ofrecer las mejoras sociales prometidas. Las "terceras vías" ya no dan más de sí. La indignación, reconducida hacia los caminos trillados del imposible keynesianismo, la concertación laboral y la aceptación sumisa de los recortes, acaba por "no convencer a los ofendidos", y por el contrario "ofender a los convencidos", que se apartan de quienes los llevan por ese camino.

Pero entonces aparece otra "tercera vía", la que dicen ofrecer (de la mano del capital, pero eso no lo dicen) los partidos de extrema derecha. Vía insolidaria que dirige la ira de los desgraciados hacia otros más desgraciados aún. Eso fue el fascismo histórico e histérico, y eso es el actual auge de los partidos de extrema derecha, que ganan terreno en lo que antes fueron "cinturones rojos".

En situaciones así, la perspectiva reformista se pierde. Las izquierdas claudicantes están condenadas. Es el momento de dar la batalla de las ideas.



Tsipras en Madrid. Arrimadas en Barcelona

Eddy Sánchez

18 diciembre, 2017

El economista francés Serge-Christophe Kolm describió en sus obras de los 80´s el comportamiento de ciertos sectores sociales que en el momento de crisis abrazaron la defensa de un proyecto socialista, para poco después en un marco de consolidación del sistema posterior al 68 francés, encabezasen la inserción y la defensa por parte de esa misma izquierda del sistema que antes pretendían transformar.

La culminación de la crisis en forma de lo que Gramsci llamaba revolución pasiva tenía en España una fecha: 1982. Habrá que ver si el comportamiento de ciertos sectores de la izquierda alternativa, que tienen en el equipo de Manuela Carmena su último episodio, vaya a ofrecer una segunda.

El cese de Carlos Sánchez Mato, ejecutado por Carmena y defendido por Podemos, representa en mi opinión, la asunción por parte de sectores de la izquierda radical, de la progresiva renuncia a modificar los elementos centrales del régimen. De esta forma, la política dicha izquierda quedaría reducida a esperar la caída del Gobierno del PP como mero resultado del deterioro de la situación política y social del país.

La imposibilidad manifestada por la izquierda transformadora de adelantarse a la realidad, ha obligado de manera acelerada a tenerse que adaptar empíricamente a ella. El recorrido por tanto es claro, partir de un dogmatismo ideológico que al no poder cambiar la realidad política, lleva a un empirismo que acaba en el electoralismo, como eslabones de una cadena teórica práctica que no es nueva en la izquierda.

Siguiendo esa línea, la política de la nueva izquierda española tiende a negar la posibilidad de toda alternativa a la realidad actual, lo cual lleva a reducir su lucha a planteamientos de carácter economicista y corporativista, a un “pedir algo más” que los otros, proyectando una idea del conflicto social como mera contingencia que está en función de la política y su resultado inmediato.

El incumplimiento de la perspectiva de la idea del “derrumbe” del régimen, que se daba por hecho tras el ciclo de movilizaciones sociales que va del 15-M a la primera manifestación de las Marchas por la Dignidad, puede ser el punto de partida de una involución hacia una mera inserción en el sistema de partidos pos 26-J, constatado el fracaso del esperado sorpasso y la política de “asalto a los cielos”.

El análisis de la izquierda emergente ya no parte de la dialéctica del conflicto social como motor del cambio político sino que la reemplaza por la idea del consenso, como muestra de lo que Manuel Sacristán definía como “la insulsa utopía de creer que la clase dominante está dispuesta a abdicar graciosamente y una clase ascendente capaz de cambiar las relaciones sociales de dominio sin tener que hacer uso de la movilización, el conflicto o la coerción”.

Esta concepción de la izquierda se reduce a inspirar el descontento cotidiano de las clases populares en su vida diaria, incluyendo su forcejeo con el poder político, pero sin plantear siquiera las cuestiones de los fines de tal protesta o malestar, lo que hace que la izquierda transformadora abrace la consigna bernsteiniana de “El movimiento lo es todo; el objetivo final no es nada”. De esta forma, sectores importantes provenientes de la izquierda transformadora no plantean en esencia una estrategia de despliegue social, sino que son la confirmación del último repliegue alcanzado por la izquierda en nuestro país.

El revisionismo al que Bernstein dio forma en otra situación de la sociedad europea (no sin analogías con ésta) presenta muchas cosas en común con la práctica de la izquierda radical contemporánea. Para empezar, presenta unas raíces de clase bien parecidas a la de los viejos partidos socialdemócratas, en el sentido de sancionar en sus filas el progresivo paso de la hegemonía dentro del partido a equipos dominantes provenientes de las clases medias, con una progresiva y continuada infrarrepresentación de los sectores populares que componen el grueso de su voto y base social.

Esto lleva a compartir la visión positivista de la política como una realidad sustancialmente inmutable, que explica la pasión finalista con la que se defendió el apoyo al Plan Económico Financiero (PEF) pactado entre Manuela Carmena y Montoro.

De lo anterior se explica el uso recurrente a un politicismo continuado y la vanidosa posición del intelectual pequeño burgués sin pasión por las ideas y que muestra un desprecio total a la ideología, mientras muestra un aprecio creciente a la concepción liberal tecnocrática del “resultado y la capacidad”, que se encuentra detrás de los discursos de apoyo a Julio Rodríguez en Podemos Madrid ciudad.

Esa actitud de repliegue reformista se justifica con el argumento finalista de conseguir una intervención real en la vida política, sobre una teoría de etapas y gradualizaciones en una vía de reformas, que muy al contrario, lo que logran es un resultado negativo al tender este reformismo sin meta, producir en los activistas una pérdida de voluntad y perspectiva de cambio real y, sobre todo, la neutralización decepcionada de un sector popular que tenderá a quedar en disposición de sucumbir a demagogos alegatos de carácter reaccionario, como por desgracia marca el progresivo voto de sectores populares hacia la nueva derecha de Albert Rivera y Arrimadas, y el más que posible triunfo naranja en el cinturón obrero de Barcelona.

lunes, 25 de diciembre de 2017

Estados, naciones, pueblos...





Encuentro en Arrezafe dos cartas, publicadas originalmente en Kaosenlared, sobre las movilizaciones populares que han acompañado el "procés" independentista en Cataluña. La situación parece un tanto paradójica, porque se da una convergencia que parece contra natura entre dos formas de entender, y una sola de defender, la Nació Catalana. 

Al tiempo que un sector local de la clase dominante decide resolver sus diferencias con el Estado por la vía de la movilización callejera, una porción considerable de gente con intereses contrapuestos, principalmente jóvenes, actúa como decorado escenográfico y fuerza de choque de "la casta que ha patrimonializado Cataluña, clasista, católica, corrupta y autoritaria como la que más".

"A mi juicio" (expresión que tomo de Felipe González) hay que comprender por qué las emociones son a veces tan importantes o más que los intereses. Porque las emociones son también intereses. Intereses inmediatos (esto es, no mediados por la razón). La racionalidad es un mecanismo de análisis, pero se basa siempre en datos cuya objetividad está por ver. Hay un sentido común que produce un sentir común en los colectivos.

Además, cuando no hay tiempo para análisis reposados (pero que jamás podrán ser completos), la mente humana, como la de todo bicho viviente y sintiente, que lo fue mucho antes que pensante, se guía por sentimientos, instintos que ayudan a la decisión rápida. El cerebro reptiliano moviliza inmediatamente de modo más eficaz que el córtex. Y digo esto sin el menor desprecio hacia el bicho evolutivo que somos.

Y como el vértigo de los acontecimientos obliga a tomar decisiones ("derecho a decidir..."), muchas de ellas contradicen en seguida posturas anteriores, porque también la memoria juega en este caso un papel secundario.

En la primera carta Tomás Ibáñez plantea las preguntas:


(...)
¿Qué ha podido ocurrir para que algunos de los sectores más combativos de la sociedad catalana hayan pasado de “rodear el Parlament” en el verano del 2011 a querer defender las Instituciones de Catalunya en septiembre del 2017?

¿Que ha podido ocurrir para que esos sectores hayan pasado de plantar cara a los mossos d’escuadra en la plaza Catalunya, y de recriminarles salvajadas, como las que padecieron Esther Quintana o Andrés Benítez, a aplaudir ahora su presencia en las calles y a temer que no tengan plena autonomía policial?

¿Que ha podido ocurrir para que parte de esos sectores hayan pasado de denunciar el Govern por sus políticas antisociales a votar hace poco sus presupuestos? ¿Pero, también, que ha podido ocurrir para que ciertos sectores del anarcosindicalismo hayan pasado de afirmar que las libertades nunca se han conseguido votando a defender ahora que se dé esa posibilidad a la ciudadanía?

La lista de preguntas se podría ampliar enormemente y se podrían aportar múltiples respuestas a las pocas que aquí se han formulado.
(...)

Y Miquel Amorós responde y reflexiona:
 (...)
El nacionalismo está manejado por timadores, pero en sí mismo no es un timo. Es el reflejo sentimental de una situación frustrante para una mayoría de subjetividades pulverizadas. No actúa de forma racional, puesto que no es fruto de la razón; es más una psicosis que un pálpito de liberación. La explicación de la eclosión emocional patriótica en la sociedad catalana habrá que irla a buscar en la psicología de masas y para ello nos serán más útiles Reich, Canetti o incluso Nietzsche, que teóricos como Marx, Reclus o Pannekoek. La convicción y el entusiasmo de la multitud no provienen de fríos razonamientos lógicos o de rigurosos análisis socio-históricos; más bien tiene que ver con las descargas emocionales sin riesgo, la sensación de poder que producen los amontonamientos, el fetichismo de la bandera u otros símbolos, la catalanidad virtual de las redes sociales, etc., características de una masa desarraigada, atomizada y desclasada, y, por lo tanto, sin valores, objetivos e ideales propios, predispuesta a comulgar con las ruedas de molino que se repartan. La vida cotidiana colonizada por el poder de la mercancía y del Estado es una vida repleta de conflictos latentes e interiorizados, dotados de un exceso de energía que los hace emerger en forma de neurosis individuales o colectivas. El nacionalismo, de cualquier signo, ofrece un excelente mecanismo de canalización de esos impulsos que, si se hicieran conscientes, constituirían un temible factor de revuelta.

El nacionalismo divide la sociedad en dos bandos paranoicos enfrentados artificialmente por sus obsesiones. Los intereses materiales, morales, culturales, etc., no cuentan. Nada que ver con la justicia, la libertad, la igualdad y la emancipación universales. El pueblo catalán es algo tan abstracto como el pueblo español, un ente que sirve de coartada para una soberanía de casta con su policía notablemente represora. Un pueblo únicamente se define contra todo poder que no emane de él o que se separe de él. Por consiguiente, un pueblo con Estado no es un pueblo. Convendrás conmigo en que la historia la hace la gente común mediante asambleas y organismos nacidos de ellas, pero tal como están las cosas, la historia es de quien la manipula mejor. Lo que dicha gente hace es proporcionar el marco popular de una mala función de teatro donde se ventila un prosaico reparto de poder. Cualquiera puede hacer sus cálculos y navegar en consideración dentro o fuera de las aguas nacionalistas, de una turbulencia más bien calma, pero nunca deberá perder de vista el meollo de la cuestión.

"En mi opinión", "a mi entender" (como decía Benavente), aunque las asambleas de base, como los organismos nacidos de ellas, son fundamentales, no escapan totalmente al problema. Sin una formación seria de sus participantes pueden ser ampliamente manipuladas, como hemos visto en numerosas ocasiones, y las Candidaturas de Unidad Popular no han sido una excepción. Es más, los líderes mejor intencionados no escapan a un sentir común deformado.

La única forma de que las emociones sigan más de cerca a la razón es un conocimiento más certero de las realidades, no ya el de los pensadores y filósofos, individuos aislados supuestamente racionales, sino el de "las masas", los colectivos que están en la base de las movilizaciones, tan necesitados de sacudir su alienación y verse como lo que realmente son, seres explotados y manipulados. Y explotados precisamente porque antes han sido manipulados.

Albert Escofet, en facebook,  publica "algunas reflexiones simples de un militante de base":

  • En Catalunya han ganado las derechas. La derecha dura de Arrimadas y la derecha dura de Puigdemont. Las izquierdas hemos perdido.
  • La gente que estamos en los Comunes debemos reflexionar, organizarnos y saber actuar.
  • Miles de votos de Ciudadanos, son nuestros. Pero no son nacionalistas y sí de izquierdas. No podemos dejar que Ciudadanos consolide el voto entre estos sectores o estaremos perdidos.
  • El Proces es de derechas, y así lo reflejan sus votantes. La Dirección la llevan los herederos, amigos o cómplices de la Antigua Convergencia. La caída brutal de la CUP, que no tiene Grupo Parlamentario, es un ejemplo más. Lo digo por los izquierdistas del Estado, como Jaime Pastor, Nines Maestro, Gordillo y algunos más.
  • Estos resultados de ayer, dibujan un escenario preocupante, hacia un posible conflicto civil entre los ciudadanos de Catalunya.
  • Y por último, hay que seguir luchando, con proyectos claros de izquierdas, con modelos de Estado sin complejos, que sumen nuevas mayorías sociales en Catalunya y el resto del Estado. Y luchar, con otros muchos, para echar a los Rajoy, los Arrimadas y los Puigdemont y cia. Porque son lo mismo, representan lo mismo y nos explotan lo mismo.

martes, 19 de diciembre de 2017

La expresión gráfica en la ingeniería (12-a)

¡Toma Candela!

Estas delgadas cáscaras de hormigón de Félix Candela pueden cubrir grandes superficies a pesar de su ligereza, pues tienen muy pocos centímetros de espesor. El secreto es su forma. Son paraboloides hiperbólicos. En cada uno de sus puntos se cortan dos rectas. Si se disponen armaduras de acero en sus direcciones respectivas soportarán tanto esfuerzos de tracción como de compresión. Las barras en una dirección impiden el pandeo de las dispuestas en la otra. La  estructura es muy rígida, y no puede deformarse sin romperse.
 

En cada punto de una superficie continua existe un plano tangente y una recta normal, perpendicular a él. En los puntos elípticos el plano no corta a la superficie, al menos en un cierto entorno. En los hiperbólicos la corta en dos partes, una a cada lado del plano, y los cortes son líneas del plano tangente.

Si la superficie hiperbólica es doblemente reglada, hay dos familias de rectas sobre ella, una de cada familia por cada punto. Se trata entonces de una cuádrica reglada, como los paraboloides de Candela. 

Sigue esta serie con un nuevo capítulo, que puede descargarse en un documento PDF aquí, complementando el anterior con nuevos ejemplos.


Las superficies que siguen están definidas por tres directrices lineales, no necesariamente rectilíneas, aunque las que no lo son, en estos ejemplos, se han elegido planas y para mayor sencillez circulares o elípticas. Todas las generatrices cortan a las tres directrices. Comenzamos con esta, que ya se ha visto, y que sería un hiperboloide hiperbólico si no le hubiésemos "retorcido la garganta" hasta aplastársela (perdón por la crueldad metafórica).


La que sigue es una superficie uniaxial, porque una de las directrices es una recta. Para trazarla cortamos las elipses con planos que contengan al eje y unimos los puntos de intersección con ellas:


Otra superficie uniaxial. Utilizamos el mismo procedimiento para obtener generatrices, aunque ahora no todos los planos del haz cortan a las dos circunferencias:


Cosa que también ocurre en este otro ejemplo:


Esta otra superficie es biaxial, porque los ejes son dos. Cualquiera de ellos vale para trazar el haz de planos que corte a las otras dos líneas. Ahora es un tetraedroide. Los cartones de tetrabrik utilizaban algo semejante a esto, muy fácil de construir pero difícil de apilar. Por eso abandonaron la forma (aunque no el nombre) por el ortoedro actual de los paquetes de leche y del vino barato. Aún existe para algunos estuches de azúcar que me dan con el café.


En esta otra superficie biaxial hemos llevado la circunferencia fuera del recinto limitado por las dos rectas. En realidad, cualquier plano paralelo a ambas corta al tetraedroide en una cónica. Todos estos tetraedroides son idénticos, salvando el tamaño y que pueden estar más o menos aplastados.

Si nos vamos llevando cada vez más lejos esos planos paralelos, aparecen nuevas intersecciones que son elipses cada vez más alargadas... Pregunta: ¿cómo se proyecta esta superficie sobre el plano del infinito?


Esta otra superficie es triaxial. Las tres directrices son rectilíneas. Si existe un plano paralelo a las tres se tratará de un paraboloide hiperbólico, de esos de Candela.



Aquí no hay un plano paralelo a las tres, porque cada una es perpendicular a los planos paralelos a las otras dos: las tres se cruzan ortogonalmente


Tres vistas, en una de las cuales hemos puesto de punta una de las directrices. Así quedan de canto los planos del haz que sirve para obtener las generatrices que se apoyan también en las otras dos


La misma construcción en otro caso:


Para obtener la sección plana de una superficie cualquiera, en este caso reglada, pero vale para todas, cambiamos el punto de vista para poner de canto el plano secante. Con otro cambio más estará de frente.

Las secciones de rectas por un plano de canto determinan puntos. De ahí que sea tan fácil obtener secciones planas de superficies regladas.



Y basta por el momento.

viernes, 15 de diciembre de 2017

Capitalismo corporativo

¡Qué gran estafa, la estafa ideológica!

Cuando delante de nuestras narices estaba el problema (el imposible crecimiento material de la economía) nos hicieron "mirar para otro lado". Siguieron hablando del crecimiento de la economía, para que la riqueza "desbordara" hacia las poblaciones más pobres. Esto es cierto en parte: más millonarios, más criados, más joyerías, más delicatessen, más empleo basura para satisfacer necesidades imaginarias de los privilegiados (ya oigo las voces, "¡demagogo, que eres un demagogo!")...

Se ha dicho que el nuevo crecimiento será de la "economía inmaterial". Esto se ha demostrado falso de toda falsedad: la economía inmaterial tiene una base bien material. Los hechos demuestran que cualquier crecimiento del PIB es correlativo de un mayor consumo de energía y materiales.

El único crecimiento que estamos viendo, el de la riqueza de los más ricos, es a costa de una naturaleza que no da más de sí. Cuando se estanca, queda el recurso de la mayor explotación de los que trabajan de verdad, de los que crean la riqueza, bien es verdad que extrayéndola de la naturaleza con un esfuerzo cada vez mayor.

Y asistimos estupefactos a la sobreexplotación.

Del artículo que sigue destacaría:
Una afirmación de la principal responsable de la Confederación de la Industria Británica, Carolyn Fairbairn: los problemas del capitalismo actual se pueden resumir en cuatro puntos:
  • la inestabilidad financiera
  • la primacía del valor para los accionistas a expensas de cualquier otro objetivo
  • la evasión de impuestos 
  • los elevados salarios de los directivos
Las 5 leyes generales inherentes a la dinámica capitalista que Marx describió en El Capital se están verificando.
  • en primer lugar, la ley de acumulación y la tasa decreciente de ganancia. Basta echar una ojeada a la evolución de las diferencias de rentas per cápita a escala mundial para confirmar el enunciado
  • en segundo lugar, la ley de concentración creciente y de centralización de la industria. Es evidente cada día la mayor concentración global en todos y cada uno de los sectores económicos, de manera que hay una tendencia a concentrar más dinero en menos manos
  • en tercer lugar, la ley del creciente ejercito industrial de reserva (hablando en Román-Paladín, parados). Echen una ojeada a nuestro país para entender como se está cumpliendo a rajatabla
  • en cuarto lugar, la ley de la miseria creciente del proletariado. Sin comentarios, ¿verdad?
  • Finalmente, la ley de las crisis y depresiones, donde Marx vinculó la explicación de los ciclos económicos al gasto en inversión
Este capitalismo corporativo morirá matando. Pero cuando se derrumbe, desaparecerá por completo.







Es curioso, pero una vez desaparecida la influencia política del marxismo resulta que es ahora cuando justamente se están cumpliendo todas y cada una de las leyes que Karl Marx nos dejó en una de sus obras cumbre, El Capital.


Debo confesarlo, cada día que pasa soy mucho más negativo de fondo, pensando en términos de ciclos económicos de medio y largo plazo. El sistema de capitalismo corporativo que ha venido funcionando desde la llegada al poder de los neoconservadores y de sus huestes neoliberales no tiene visos de renovarse. Morirá matando, no cabe duda. Pero cuando se derrumbe, desaparecerá por completo. El problema es que en el ínterin está dejando a muchísima gente en la cuneta. Ya no hace falta hacer guerras, basta con extender condiciones laborables miserables aquí y allá para generar caos y miseria. Y eso es lo que hacen cada día las élites económicas psicópatas con el apoyo entusiasta de los distintos gobiernos de turno. Amontonan más riqueza que nunca y para su supervivencia cuentan con el apoyo inestimable de parte de una clase media, asustadiza, pusilánime, cobarde, mediocre.

Echen una ojeada a su alrededor. Tras la Gran Recesión ¿dónde han quedado todas aquellas promesas de renovación?, ¿dónde han quedado los mea culpas?, ¿qué han sido de los distintos actos de contrición prometidos? Nada, enésima vuelta de tuerca. Ya saben nuestro argumento de fondo, hemos sufrido un golpe de Estado corporativo y vivimos en una especie de dictadura que Sheldon Wolin denominó Totalitarismo Invertido. Lo demás, majaderías.

Van a continuar haciendo lo mismo que en las últimas décadas. Enésima vuelta de tuerca a los salarios, enésimo empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores, enésimos proceso de privatización de servicios públicos, enésimas bajadas de impuestos para los de arriba, enésimas argucias para trasladar más dinero a paraísos fiscales, enésimo proceso de concentración empresarial (oligopolios). Y parte de la clase media y de los pensionistas (aún no se han enterado que sus pensiones en España las está pagando sus hijos y nietos), manteniendo elección tras elección a esta panda de psicópatas. De los medios de desinformación masiva mejor ni mencionarlos.

La deriva del capitalismo corporativo

Me desternillo cuando veo a ejecutivos de distintas multinacionales hablando de liderazgo, responsabilidad social y responsabilidad corporativa. Palabras huecas, pura cháchara. Desde la Gran Depresión nunca las grandes corporaciones globales habían sido tan inútiles para nuestra sociedad como lo son ahora. Dichas corporaciones están deteriorando todo aquello que tocan de manera inmisericorde, impidiendo de hecho que las empresas crezcan. Se han olvidado de la formación de sus empleados, de la inversión productiva, de la remuneración de sus trabajadores, de la satisfacción de proveedores y clientes. Su única prioridad es retribuir a los accionistas y a su gerencia. Estamos en una fase de neo-feudalismo.


La macroeconomía y las finanzas neoclásicas ofrecen sin duda un amplísimo abanico de pésimas ideas, todas ellas alrededor de hipótesis falsas -eficiencia de los mercados, racionalidad de los inversores…-. Y entre esas malas, malísimas ideas, hay una asumida ya no solo en determinados ambientes académicos, sino también en el oxímoron de la sabiduría convencional, es decir, entre los que habitan en el mundo real. Nos referimos a la maximización del valor de los accionistas.

La subida a los altares y la sacralización de la maximización del valor de la acción se remonta a un editorial de Milton Friedman de 1970 en el que sostenía que "solo hay una responsabilidad social de las empresas, utilizar sus recursos y participar en actividades diseñadas para aumentar sus ganancias...". Al amparo de la llegada al poder de los neoconservadores Ronald Reagan y Margaret Thatcher, la imposición de la Teoría Neoclásica se tradujo, desde el lado del gobierno corporativo, en cómo conseguir que los ejecutivos se centrasen en la maximización de la riqueza de los accionistas. Combinando la hipótesis de eficiencia de mercados con la Teoría de Agencia ello se lograría, según la economía financiera neoclásica, maximizando el precio de la acción. Sin duda alguna fue un camino hacia el desastre completo: menor inversión, mayor desigualdad, y hundimiento de la productividad. Y ahí seguimos.

Lo único novedoso es que se empiezan a oír voces dentro del sistema entonando el mea culpa. De todas ellas permítanme quedarme con una que recoge perfectamente todos los males del capitalismo actual. Me refiero a una afirmación de la principal responsable de la Confederación de la Industria Británica, Carolyn Fairbairn. Según ella, los problemas del capitalismo actual se pueden resumir en cuatro puntos: “la inestabilidad financiera, la primacía del valor para los accionistas a expensas de cualquier otro objetivo, la evasión de impuestos y los elevados salarios de los directivos”.

Carlos Marx ha acabado acertando de lleno
Es curioso, pero una vez desaparecida la influencia política del marxismo resulta que es ahora cuando justamente se están cumpliendo todas y cada una de las leyes que Karl Marx nos dejó en una de sus obras cumbre, El Capital. Al margen de la enorme complejidad de este libro (muchas veces debo leer dos o más veces pasajes del mismo para poder comprenderlo), es indudable que las 5 leyes generales inherentes a la dinámica capitalista que Marx describió en El Capital se están verificando.

En primer lugar, la ley de acumulación y la tasa decreciente de ganancia. Basta echar una ojeada a la evolución de las diferencias de rentas per cápita a escala mundial para confirmar el enunciado. En segundo lugar, la ley de concentración creciente y de centralización de la industria. Es evidente cada día la mayor concentración global en todos y cada uno de los sectores económicos, de manera que hay una tendencia a concentrar más dinero en menos manos. En tercer lugar, la ley del creciente ejercito industrial de reserva (hablando en Román-Paladín, parados). Echen una ojeada a nuestro país para entender como se está cumpliendo a rajatabla. En cuarto lugar, la ley de la miseria creciente del proletariado. Sin comentarios, ¿verdad? Y, finalmente, la ley de las crisis y depresiones, donde Marx vinculó la explicación de los ciclos económicos al gasto en inversión. ¡Touché!

Lo dicho, muerto el marxismo, y una vez desechado el consenso keynesiano, el capitalismo corporativo va a hacer que se cumplan todas y cada una de las grandes premisas de Karl Marx. Y no les quepa duda que este capitalismo corporativo morirá matando. Pero cuando se derrumbe, desaparecerá por completo.