jueves, 29 de septiembre de 2016

El dibujo en la ingeniería (V-f)

Por si queréis reiniciar, os recuerdo una vez más el principio de este librillo. Sigamos ahora con el cuento desde donde quedó interrumpido.

Si en la última entrega se hacía un resumen de las perspectivas axonométricas, obtenidas proyectando sobre un plano cualquiera los puntos del objeto según una dirección arbitraria mediante rayos paralelos, para obtener una imagen semejante a la sombra que produce el sol, ahora vamos a acercar el centro desde el que proyectamos el tal objeto; desde el infinito (o "casi") hasta un punto cercano.

Las imágenes obtenidas tendrán ahora más realismo, puesto que una perspectiva "casi" paralela solo la ofrecen objetos pequeños vistos a mucha distancia. Lo más parecido a eso es lo que se ve por un catalejo, y sabemos cómo así se pierde la sensación de profundidad. En cambio, vistos desde cerca, los distintos tamaños aparentes de objetos iguales dan al ojo una información más segura sobre las distancias a que se hallan unos y otros.

Topsy.fr

Nuestro referente geométrico continuará siendo (cómo no) el cubo. Comenzaremos estableciendo la correspondencia de sus elementos con los de la imagen proyectada:


El conjunto de las rectas del espacio que pasan por un punto (vértice) es una radiación. Rectas de una radiación por el punto de vista tomado como vértice son las que deben proyectar las figuras del espacio en un plano, produciendo imágenes.

Un punto del infinito (que no es más que el lugar en que se encuentran las rectas paralelas a una dirección) también produce una imagen, y las imágenes de esas paralelas concurren en ese punto imagen ("punto de fuga").


En el cubo que es objeto de la proyección consideraremos un vértice (el más alejado del plano del cuadro) y las tres aristas concurrentes en él, definiendo un triedro trirrectángulo. Por el punto de vista trazaremos otro triedro de caras y aristas paralelas a las del primero, y observaremos la intersección de este segundo triedro con el plano del cuadro y con el del infinito. Como los elementos proyectantes (rectas y planos por el punto de vista y por el vértice del cubo) son paralelos en ambos, los puntos y rectas del infinito de ambos triedros coinciden y su proyección sobre el cuadro es la misma: son los puntos de fuga y horizontes de las aristas y caras del cubo.



Así que las aristas del cubo y las del triedro trazado por el punto de vista comparten sus puntos del infinito, y las imágenes de esas aristas coinciden en los correspondientes puntos de fuga.


Pero en el cubo hay otros elementos además de vértices y aristas, como diagonales y planos de simetría. Veamos algunos de esos elementos, como la diagonal que une dos vérticas opuestos. Es un eje ternario contenido en tres planos de simetría, planos diagonales:


Si añadimos al triedro de caras paralelas a las del cubo otras rectas y planos paralelos a los elementos del cubo, como todas las diagonales del cubo, las de sus caras y todos los planos de simetría, tendremos un conjunto de "elementos límite" de todos ellos sobre el plano del cuadro. Serán puntos de fuga y horizontes, relacionados entre sí como lo están los elementos del cubo.


Los elementos básicos en ese conjunto de elementos límite forman un triángulo, con sus vértices, y otras tres rectas parten de éstos. Estas rectas ("cevianas"), concurren en un punto. Son los horizontes de los planos de simetría mencionados antes, y el punto común es el de fuga del eje ternario.


Pero en el cubo hay más elementos de simetría a considerar:


Y para ajustar su imagen hay que tener en cuenta los elementos límite:


En conjunto, el triángulo principal queda enriquecido con otros elementos límite, fuertemente correlacionados entre sí:


En cada recta límite que es el horizonte de un plano de simetría, encontramos cuatro puntos de fuga, correspondientes a cuatro ejes de simetría. Puede ser una sorpresa descubrir que esos cuatro puntos forman una cuaterna armónica (recordemos que eso significaba que eran proyectivos, y perspectivos por lo tanto, con los extremos de un segmento, su punto medio y el punto del infinito de la recta a la que pertenecen todos ellos).


Pues bien; si construimos un triángulo con tres cevianas tendremos en cada una tres puntos, que son: un vértice, un punto del lado opuesto y la intersección de las mencionadas cevianas. Si tomamos ese punto común a ellas como imagen del centro de un segmento y los otros dos como las imágenes de sus extremos, el cuarto punto ("cuarto armónico"), corresponderá a la imagen del punto del infinito.

Tendremos así un conjunto de horizontes de planos de simetría, y en sus intersecciones los puntos de fuga de los seis ejes binarios, los cuatro ternarios y los tres cuaternarios que posee el cubo.


Ese conjunto de horizontes y puntos de fuga es proyectivo con los elementos del infinito de un cierto cubo deformado, que en general será un paralelepípedo oblicuo, que servirá para definir un espacio euclídeo, homogéneo pero casi nunca isótropo.

Porque para que ese espacio sea cartesiano, respetando la ortogonalidad entre rectas y/o planos, y con ello la isotropía, se necesita algo más. Para empezar, el triángulo principal no podrá tener ángulos obtusos. También hay que garantizar que el triedro que en él se apoya sea trirrectángulo, por lo que sus caras deben ser triángulos rectángulos. Y las cevianas deben venir determinadas por las bisectrices de los ángulos rectos:

Ya está, y este es el resultado que permite dibujar perspectivas centrales de un espacio cartesiano:


Si se observa con atención esta representación en el plano imagen de lo que las distintas rectas trazadas en el cubo objeto proyectan sobre el plano del infinito (esa esfera celeste, la única inmensa esfera que es paradójicamente plana), encontraremos que en el triángulo principal, formado por los horizontes de los planos principales, están los tres puntos de fuga de los ejes cuaternarios y las aristas, que son sus vértices, y tres puntos de fuga de ejes binarios y diagonales de las caras, además del punto de fuga de un eje ternario coincidente con una diagonal del cubo, en el que se cortan los horizontes de tres planos diagonales.

Pero fuera del triángulo hay más fugas y horizontes, hasta completar los de todos los elementos de simetría del cubo: en total, siete planos (tres principales y cuatro diagonales) y trece puntos de fuga de los ejes (tres cuaternarios, cuatro ternarios y seis binarios.

Imaginad la figura como una fotografía plana del infinito, una constelación en el firmamento geométrico, en el que se nos aparece... ¡la imagen del cuadrado, con sus ejes de simetría y su horizonte, que hemos visto en la última lámina de la entrega III-b!

De un tiempo a esta parte...

S.C.


De un tiempo a esta parte
se vigila los pies sin disimulo,
convencido de su incierta trayectoria.

Y alguna vez se los quita
ante el estupor de los transeúntes
no sin antes haberse disculpado.

En otros momentos en su dormitorio,
cuando la soledad es más intensa,
les da un giro de ciento ochenta grados
y se pone a rezar un padrenuestro
a los pies de su cama


 

domingo, 25 de septiembre de 2016

Amorosos triángulos...

Un querido compañero de la universidad, catedrático de matemáticas, culpaba de la dificultad de muchos alumnos para el buen razonar a que en los planes de estudio previos ya no figuraba un estudio serio de la geometría del triángulo.

Era una forma hiperbólica de enunciar el lema que según la tradición estaba grabado a la entrada de la Academia de Platón: 

“No entre nadie que no sepa geometría”

Aunque es evidente que no bastará ese estudio para abrir las mentes al pensamiento lógico, no deja de ser la geometría una sólida base, tanto para ello como para una buena intuición del espacio y de las formas que lo pueblan. Y esto que a algunos nos parece esencial (no menos) es soslayado precisamente en esta era de la imagen, cuando las máquinas dibujan "solas". Seguramente es porque se valora poco lo que se obtiene sin esfuerzo...

Por esta razón rompo otra lanza de reivindicación geométrica y copio aquí este artículo de Miguel Ángel Morales en El País.

En el enlace a GeoGebra encontraréis una sencilla demostración de por qué los nueve puntos se hallan sobre esta circunferencia, sea cual sea el triángulo elegido.

¿Y cuál es el centro de esa circunferencia? pues curiosamente es el punto medio del segmento que une el circuncentro (centro de la circunferencia que pasa por los vértices) y el ortocentro, punto donde se cortan las tres alturas del triángulo. En el enlace a GeoGebra de El País se ve clara y cinéticamente la relación entre estos tres puntos.

Aunque he dicho antes que lo que no cuesta esfuerzo se valora poco, podéis esforzaros en dar valor "muy fácilmente" al medio gráfico ofrecido, y ver lo que ocurre con todos los puntos citados en los triángulos equiláteros, isósceles, rectángulos...

Hale, a explorar.



La geometría plana, a pesar de su aparente sencillez, esconde auténticas maravillas. Y, en concreto, la geometría del triángulo es tremendamente rica en sorpresas geométricas, hechos inesperados que la convierten en una rama de las matemáticas digna de ser estudiada en profundidad.

El tema que nos ocupa hoy puede ser considerado como una de esas “sorpresas”. Vamos a explicarlo detenidamente, pasa así poder percibir todos los detalles de esta maravilla de la geometría plana.

Tomamos un triángulo plano cualquiera, el que sea, y marcamos en él los puntos medios de cada uno de sus lados. Podemos ahora dibujar una circunferencia que pase por esos tres puntos:


Hasta ahora poca sorpresa, ya que por tres puntos no alineados pasa una única circunferencia. Vamos, lo normal. 
 
Dibujamos ahora las tres alturas del triángulo, que son los tres segmentos que van desde cada uno de los vértices a la recta a la que pertenece el lado opuesto a dicho vértice y que son perpendiculares a esa recta. Si marcamos ahora los tres puntos de intersección de estas alturas con las rectas opuestas, se tiene que “curiosamente” dichos puntos también están en la circunferencia anterior:


Aquí la cosa comienza a ser interesante. Como hemos dicho, que tres puntos no alineados estén en una circunferencia es obligatorio, pero que sean ya seis puntos los que caen en la misma circunferencia tiene su gracia.

Pero aún hay más.

Como muchos habréis advertido, las tres alturas que hemos dibujado se cortan en un punto, que se denomina ortocentro. Bien, localizado el ortocentro marquemos ahora los puntos medios entre este punto y cada uno de los vértices. Obtenemos así tres nuevos puntos…¡¡que también están en la circunferencia anterior!!



Ya no son tres (lo normal) ni seis (interesante) los puntos calculados que caen en la misma circunferencia, sino nueve. El interés se torna ahora en sorpresa y, por qué no, en incredulidad. Pues no hay razón para ser incrédulo en este caso. Dicha circunferencia se denomina circunferencia de los nueve puntos, y el hecho de que esos nueves puntos caigan en dicha circunferencia es un teorema matemático (vamos, que tiene su demostración). 
 
Pero no queda ahí la cosa. Tenemos una circunferencia a la que pertenecen nueve puntos que podemos agrupar en tres grupos de tres puntos dependiendo de la manera en la que los hemos encontrado. Pero lo que tenemos es una circunferencia. ¿Y cuál es el punto más representativo de una circunferencia? Pues, posiblemente, es el centro. ¿Por dónde caerá el centro de nuestra interesante circunferencia? ¿Estará por ahí, digamos, situado aleatoriamente? ¿O, por el contrario, tendrá alguna relación con el triángulo? Veámoslo.

Recordáis que teníamos calculado el ortocentro del triángulo, ¿verdad? Pues vamos a calcular otro punto relacionado con un triángulo. Trazamos las mediatrices de cada lado del triángulo (son las rectas perpendiculares a cada lado y que pasan por los puntos medios de los mismos), y advertimos que las tres se cortan en un único punto. Ese punto se denomina circuncentro.

Bien, pues se da la circunstancia de que el centro de la circunferencia de los nueve puntos es, exactamente, el punto medio del segmento que une el ortocentro con el circuncentro. No solamente en nuestro triángulo, ni en un triángulo con unas características específicas, sino en todos los triángulos. ¿No os parece hermoso?

Para que podáis visualizar mejor todo esto, os dejo un applet interactivo de GeoGebra con todo lo que hemos contado. Podéis mover los vértices del triángulo y ver que en todos los casos esos nueve puntos están en la misma circunferencia. También podéis comprobar que el punto medio del segmento que une el ortocentro con el circuncentro es el centro de nuestra circunferencia viendo que todos los segmentos que unen dicho punto con los nueve anteriores siempre miden lo mismo:

Y en este pdf tenéis información sobre cómo demostrar este resultado, entre otras muchas cosas relacionadas con geometría.
 
La circunferencia de los nueve puntos también es conocida como la circunferencia de Feuerbach, porque el matemático alemán Karl Feuerbach (hermano del filósofo Ludwig Feuerbach) descubrió que la circunferencia pasaba por los puntos medios de los lados y también por los cortes de las alturas (los seis primeros puntos que hemos comentado en la construcción anterior), pero también se conoce con el nombre de circunferencia de Euler (aunque parece ser que no hay razones significativas para atribuir a Euler algo relacionado con este resultado). El primero que descubrió que la circunferencia también pasa por los puntos medios de los segmentos que unen el ortocentro con los vértices fue el matemático francés Olry Terque.
 
Como habéis podido comprobar, no hay ninguna duda de que esta circunferencia de Feuerbach es uno de los objetos geométricos más interesantes que se pueden encontrar en geometría plana. Pero seguro que muchos de vosotros conocéis otros teoremas geométricos dignos de ser citados. Estaremos muy agradecidos si nos habláis de ellos en los comentarios.

sábado, 24 de septiembre de 2016

Renta petrolera

¿Se podrá culpar a los países exportadores de materias primas por aprovechar, mientras persiste, su posición de fuerza para imponer precios monopolísticos a su riqueza natural? Y en sentido contrario ¿se los responsabilizará de la mengua de su renta cuando caen los precios?

Obviamente, no se trata de repartir culpas por las políticas seguidas, sino de analizar lo ocurrido, teniendo en cuenta la natural tendencia, dentro del voraz y universalizado modo de producción capitalista, a aumentar la tasa de beneficio, utilizando estrategias que, aunque basadas siempre en la explotación de la fuerza de trabajo, se modulan en función de la correlación de fuerzas, tanto entre clases sociales como entre países y sectores.

Mientras duraron los años de bonanza del crecimiento, era natural aprovechar la coyuntura. En el reparto entre países tomaron ventaja los exportadores de petróleo. Entre clases sociales, algunos como Venezuela aprovecharon las ventajas de la renta para disminuir las desigualdades. Lo que no supieron o no pudieron lograr fue modificar su matriz productiva, entre otras cosas porque, presos del mercado mundial y de las alianzas entre sus burguesías nacionales y los capitales extranjeros que a ellos afluyeron, su industrialización, cuando la hubo, se amoldó a consolidar la estructura productiva realmente existente y a producir para el consumo interno, sin generar un desarrollo autónomo.

También en España, durante los años de la burbuja inmobiliaria, los trabajadores de la construcción gozaron de una buena capacidad de consumo, por los altos salarios que las empresas podían permitirse pagar, evitando la conflictividad, sin disminuir sus ganancias, que obtenían de la pura y dura especulación.

Cuando la crisis inevitable llega, ¿de dónde extraer plusvalías? El capital lo tiene claro. Hace falta que los trabajadores entiendan también el mecanismo y lo enfrenten donde hay que hacerlo.

Aunque la despolitización propia de los años "felices" lleva a confundir a los causantes reales con los circunstanciales gobiernos. ¿Cuánta gente piensa en España que los gobiernos de Felipe González y José María Aznar fueron los mejores, cuando sus políticas fueron la causa de lo que vino luego?

No son capaces de percibir que las causas producen efectos, en muchas ocasiones, en un tiempo posterior.
 


Rebelión

A contracorriente de lo que venían afirmando el "leninismo" y la Teoría de la Dependencia, algunos países del Tercer Mundo, exportadores de naturaleza, pueden llegar a ser países explotadores de aquellas naciones desarrolladas consumidoras de sus materias primas exportables. En tal sentido, los países exportadores de petróleo han venido ejerciendo un monopolio sobre esta materia prima estratégica, lo que les ha permitido imponerle a los países desarrollados, una renta petrolera internacional como manifestación concreta de un intercambio desigual

La masa de plusvalor en petrodólares trasegada de los países metropolitanos hacia el cartel de la OPEP, ha significado un gancho al hígado para aquellas economías. La respuesta imperial ante tamaña osadía tercermundista, fue el redespliegue industrial, o sea, desplazar capitales industriales transnacionales hacia estas economías rentísticas, con la finalidad de recuperar, vía beneficios del capital, la renta usurpada a los países desarrollados. El resultado de este redespliegue industrial para los países petroleros, fue la instauración en su seno de un capitalismo cuya sustantividad se asentó en la captación de la renta petrolera para apuntalar el proceso de acumulación de capital. Esta forma capitalista fue bautizada por Asdrúbal Baptista como capitalismo rentístico. Grosso modo, los perfiles de esta forma capitalista periférica son los siguientes:
1. Su burguesía la componen empresarios nacionales aliados a las multinacionales.
2. La tecnológica aportada por los capitales transnacionales, es aquella que ha sido declarada obsoleta en los países desarrollados.
3. Si bien los obreros nacionales son explotados por estos capitales, el proceso de acumulación descansa fundamentalmente en la renta internacional captada del Estado propietario del recurso natural.
4. La producción de este capitalismo está dirigida exclusivamente al mercado interno.
6. Para su funcionamiento este capitalismo exige una moneda nacional fuerte.
7. Las tasas de ganancias del capital, superan con creces a las obtenidos en los países centrales.
8. El salario real de los obreros se acerca bastante al valor de su fuerza de trabajo, por lo que el nivel de vida de la masa trabajadora alcanza una incuestionable mejoría. Esta mejora salarial no afecta la tasa de ganancia del capital pues, se sustenta en la renta internacional petrolera.
9. El equipo capital, las materias primas y gran parte de los bienes de consumo, son ofertados por la importación, dada la dureza de la moneda nacional.
10. El capital capta la renta petrolera a través de expedientes como: los créditos blandos, la baja carga impositiva, el suministro de energía barata, obtención de dólares baratos, materia prima barata ofertada por las empresas publica nacionales, misiones sociales que reducen la presión salarial, la corrupción en alianza con funcionarios estatales, y un mercado cautivo que le facilita poner precios de monopolio y desmejorar la calidad de sus productos.
Ahora bien, dado que la renta petrolera internacional está sujeta a los vaivenes del mercado mundial, una vez que se produce una depresión en las economías centrales, la renta tiende a achicarse. Esta situación se agrava una vez que determinada materia prima este llegando al final de su ciclo histórico, como es el caso del petróleo. 

El achicamiento de la renta petrolera para Venezuela ha reportado situaciones dramáticas, pues, de ahora en adelante nuestro parasitismo económico deberá dar paso al país que realmente somos; en otras palabras, deberemos afincarnos en el excedente económico creado pos nuestros obreros y dada la concepción bastarda del trabajo que esta sociedad arrastra desde los tiempos coloniales, se nos antoja que la transición al capitalismo normal será dramática por decir lo menos. 

El presidente Maduro Moros ante la mengua de la renta petrolera, viene enfrentando una conflictiva situación que anuncia el nacimiento del capitalismo normal en estos linderos nacionales. Este capitalismo normal liderado por el capital transnacional previamente alimentado por la savia rentística, de ahora en adelante, buscará sostener su tasa de beneficio exprimiendo la fuerza del trabajo criollo hasta los límites de la superexplotaciòn.
 
Esta sobrexplotación del trabajo que se inició en los estertores del Puntofijismo, se ha profundizado después de la muerte de Chávez, acicateada por la caída del precio del petróleo desde el 2014. La fenomenología de esta situación es la dramática caída del salario real de nuestros obreros. 

El otro expediente que tiene el capital para apuntalar su tasa de ganancia en Venezuela es la subsunción de la naturaleza al capital de manera gratuita, o sea, el asalto a los recursos naturales. 

Este es el capitalismo que se la viene encima a Maduro Moros, y que no apunta ni por asomo, al desarrollo de las fuerzas productivas nacionales, dada la tecnología que esta capital transfiere a la periferia. En consecuencia, nuestro presidente obrero va a lidiar con una lucha de clases in crescendo, para lo cual deberá sellar una alianza estratégica con el movimiento obrero-comunal, no sólo para salvaguardar el salario real de la clase trabajadora, sino también, para salvar la democracia participativa y protagónica que en estos momentos resulta altamente letal para la concreción de las fuerzas destructivas del capital planetario. En Venezuela pudiese estar decidiéndose hoy la suerte de la recuperación capitalista mundial y el futuro de los gobiernos democráticos en su más radical expresión política

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DEUDAS HEURISTICAS
ASRUBAL BAPTISTA Teoría Económica del capitalismo Rentístico. Caracas. IESA. 1997
El Relevo del capitalismo rentístico. Caracas. Fundación Polar. 2004
Bernard Mommer. Petróleo Global y Estado Nacional. Caracas. Comala.Com. 2003
Juan Kornblihtt. Critica a la Teoría de la Dependencia. www.youtube.com/wacht