jueves, 31 de marzo de 2011

La risa y lo cómico

H. Bergson (1900). La risa y lo cómico












                Una tragedia, incluso cuando nos pinta las pasiones y los vicios que un nombre lleva implícitos, los incorpora de tal modo al personaje que su propio nombre se nos olvida, sus caracteres generales se diluyen, y el espectador no piensa en absoluto en ellos, sino en la persona que los absorbe; por esta razón, el título de una tragedia no puede ser con frecuencia sino un nombre propio. Por el contrario, muchas comedias presentan un nombre común El avaro, El jugador, etc. Si os propusiera imaginar una obra que se titulara El celoso, observaríais que Sganarelle o George Dandin acudirían a vuestro pensamiento, pero no Otelo; El celoso sólo puede ser título de comedia [...]. Todo anquilosamiento del carácter, del pensamiento o incluso del cuerpo, resultará sospechoso al conjunto social, pues es signo posible de una actividad que se adormece, y también de una actividad que se aísla, que tiende a desplazarse del centro común en torno al cual gravita la sociedad, de una excentricidad, en suma. Y sin embargo, la sociedad no puede intervenir aquí a través de una represión material, que en este caso no sería lograda materialmente. La sociedad está en presencia de algo que la inquieta, pero como síntoma solamente, apenas una amenaza, todo lo más un gesto. Y por un simple gesto la sociedad le responderá. La risa debe ser algo así, una especie de gesto social. Por el temor que le inspiran, la sociedad reprime sus excentricidades, manteniendo constantemente unidas, bajo advertencia y contacto recíproco, ciertas actividades que, de orden accesorio, correrían el riesgo de aislarse y entumecerse, doblegando en definitiva todo lo que pudiera permanecer como inflexible mecanismo sobre la superficie del cuerpo social. La risa no parte de la estética pura, sino que persigue (inconscientemente, e incluso inmoralmente en muchos casos) un fin útil de perfeccionamiento general [...]. La sociedad desearía eliminar cierta resistencia o tensión del cuerpo, pensamiento y carácter de sus miembros para obtener de ellos la más amplia adaptabilidad y la más alta sociabilidad posibles. Tal resistencia resulta cómica, y la risa es su castigo[1].

[1] Cfr. H. Bergson (1900), Le rire, Paris, PUF, 1993, págs. 12-16. Traducción española de Jesús G. Maestro.
Sea el libro del que se ha extraído el fragmento un tratado en toda regla sobre la risa o bien un ensayo, el texto presente sintetiza una tesis sobre la función social de la risa y la argumenta en lo fundamental.
La risa es un hecho social. Es comunicación que cumple una función censora. No se hace explícito en el fragmento, pero el llanto no es comunicación en el mismo sentido: la risa de los demás aísla a quien es percibido como peligroso para la norma social, y no se puede decir del llanto nada parecido.
Argumenta Bergson sobre el ejemplo de los personajes de la tragedia frente a los de la comedia. Los personajes de la tragedia adquieren una talla individual que centra en ellos la atención de los espectadores. Existen como arquetipos, pero en cada caso el espectador es un individuo que se identifica con otro individuo en desgracia. Se percibe la generalidad de la situación; se siente el caso particular, con un sentimiento privado.
El personaje de la comedia, que también es un arquetipo, lo juzga en cambio un colectivo de espectadores, que centra su atención en un individuo, porque el castigo sólo es ejemplar cuando se centra en el tipo que sirve de ejemplo y en él escarmientan otros.
Este diferente enfoque hace que el arquetipo trágico sea un individuo, a quien se comprende; mientras que el individuo cómico es un arquetipo, y se lo condena. Otelo es un celoso respetable y su desgracia se puede compartir, pero Sganarelle es el celoso ridículo al que se aísla. Bergson contrapone a lo plausible de una comedia que se llame El avaro lo inverosímil de una supuesta tragedia  titulada El celoso.
Como ocurre con todas las tesis, podemos compartirla o rechazarla. A mí me parece plausible, sobre todo si eliminamos del carácter censor de la risa todo juicio moral. Puede el cuerpo social de una época o de una clase reírse de algo que para otro grupo humano sería digno de admiración y alabanza. La universalidad de los personajes de la comedia resistirá el paso del tiempo si entronca con valores reconocibles como universales a la luz de los cambios de época y de cultura.

                                                                       Juan José Guirado
Mayo de 2003 

miércoles, 30 de marzo de 2011

La crisis del capitalismo

Entrevista a Alex Callinicos, profesor de Teoría Social en el King's College de Londres y autor de libros como “Los nuevos mandarines del poder americano” o “Un manifiesto anticapitalista”

 

Su reflexión final:


¿Puede recuperarse el capitalismo y proveer para la mayoría de personas?

Lenin, el gran revolucionario ruso, dijo que el capitalismo nunca estará en una situación absolutamente desesperada mientras las personas trabajadoras le permitan sobrevivir. Tarde o temprano el sistema se puede recuperar de cualquier crisis, aunque le costaría recuperar el nivel alcanzado en el pasado más reciente, porque el sistema financiero se habría debilitado mucho.

Mientras la recesión continúa, es importante ver que es desigual. Una sección del sistema, el núcleo histórico en América del norte y gran parte de Europa, aún continúa en un estado bastante deprimido. Pero, en cambio, si miramos hacia China y las economías que se asocian, Alemania y Brasil incluidos, vemos que crecen bastante deprisa. Esto refleja los esfuerzos del estado chino, que hizo todo lo posible para evitar una depresión económica prolongada. Sin embargo, el hecho de que esta pequeña parte del sistema esté creciendo es otro factor desestabilizador: produce tensiones entre EEUU, la fuerza capitalista dominante, y China, que cada vez más se presenta como su rival principal. Esto hace más difícil de controlar el capitalismo.

Pero incluso si encuentran una manera de salir adelante, la crisis se ha producido como resultado de la lógica del capitalismo y de un sistema que tiene como único objetivo la competición ciega para conseguir beneficios. Este sistema seguirá produciendo crisis y seguirá intentando resolverlas haciendo que paguen las personas trabajadoras y pobres. Por lo tanto, la única garantía real para evitar más crisis como la que nos afecta ahora es deshacerse completamente del capitalismo.

La guerra europeo-estadounidense en Libia

Mentiras oficiales y errores de concepto de los críticos

James Petras. analiza aspectos generales que mucho análisis parcial pasa por alto. Otra vez los árboles y el bosque. Claro que para un análisis "completo" hace falta un tiempo infinito (¡Ah, el tiempo!) y todos los datos del mundo. La mente humana, con sus limitaciones, atiende siempre a la figura. El resto es fondo...

Aunque extraigo parte de su discurso, recomiendo leerlo completo. La argumentación sobre estos "mitos" se la dejo a Petras.



Los seis mitos sobre Libia, según el autor: 

  1. Derecha e Izquierda  
  2. ¿Guerra por petróleo o petróleo para la venta?  
  3. Gaddafi es un terrorista
  4. El mito de las masas revolucionarias; Al Qaeda  
  5. “Genocidio” o guerra civil armada
 
Y su conclusión:

Si no es el humanitarismo, el petróleo o los valores democráticos, ¿cuál es la fuerza impulsora de la intervención imperialista de Europa y EE UU?

Hay una pista en la elección selectiva de la intervención armada. En Bahrein, Arabia Saudita, Yemen, Jordania, Qatar, Oman, gobernantes autocráticos aliados de y respaldados por los gobiernos imperiales de Europa y EE UU han arrestado y asesinado impunemente a manifestantes pacíficos. En Egipto y Túnez, EE UU financia a una junta cívico-militar autoproclamada y conservadora para que impida una transformación social democrática y nacionalista profunda, para que promueva "reformas" económicas neoliberales dirigidas por cargos electorales pro imperialistas. Mientras los críticos liberales acusan a Occidente de "hipocresía" y "doble rasero" por el bombardeo de Libia, pero no en el caso de los carniceros del Golfo, en realidad los gobernantes imperialistas están usando idéntico rasero imperialista en todas las regiones. Ellos defienden a los regímenes clientes y estratégicos en donde poseen bases aéreas y navales, dirigen operaciones de inteligencia y plataformas logísticas para proseguir las guerras en curso en Irak y en Afganistán y para amenazar a Irán. Atacan a Libia porque aún se niega a colaborar con las operaciones militares de Occidente en África y el Oriente Próximo.

El aspecto central está en que cuando Libia permite que la mayoría de las grandes multinacionales europeas y estadounidenses saqueen su riqueza petrolífera, aún no es un activo geopolítico estratégico. Tal como escribimos en artículos anteriores, la fuerza motriz de la construcción del imperio estadounidense es militar, no económica. De hecho, se han sacrificado intereses de miles de millones de dólares en la implantación de sanciones contra Irak e Irán; la guerra de Irak cerró la mayor parte de la explotación de petróleo durante más de una década.

El ataque a Libia dirigido por Washington (la mayoría de las incursiones aéreas y los misiles están a cargo de aviones y submarinos de EE UU) es parte de un contraataque general contra los movimientos populares y prodemocráticos árabes más recientes. Occidente está respaldando la represión de los movimientos prodemocráticos en todo el Golfo, está financiando a la junta egipcia, proimperialista y proisraelí; está interviniendo en Túnez para asegurar que cualquier nuevo régimen quede "correctamente alineado". Respalda el despotismo en Argelia y los ataques diarios de Israel contra Gaza. Y ahora, en Libia, apoya un levantamiento de ex gaddafistas y monárquicos derechistas que prometen alinearse militarmente con los constructores de imperios de EE UU y Europa.

Los poderes regionales y globales impulsados por un mercado regional y global dinámico se niegan a entrar en este conflicto porque pone en peligro su acceso al petróleo, incluyendo la actual explotación a gran escala de fuentes de energía bajo el mandato de Gaddafi. Alemania, China, Rusia, Turquía, India y Brasil están creciendo a mucha velocidad al explotar nuevos mercados y recursos naturales, mientras que los estadounidenses, ingleses y franceses gastan miles de millones en guerras que desestabilizan mercados y fomentan guerras de resistencia a largo plazo.. Reconocen que los "rebeldes" no son capaces de obtener una victoria rápida, o de crear un ambiente estable para las inversiones a largo plazo. En el poder, los "rebeldes" se convertirían en clientes políticos de sus padrinos militaristas imperiales. Por otra parte, el empuje militar de los invasores imperialistas tiene consecuencias graves para las economías de mercado emergentes. Estados Unidos apoya a los rebeldes de la provincia china del Tibet y a los separatistas "rebeldes" de Uyghur en todas partes. Washington y Londres respaldan a los separatistas del Cáucaso ruso. La India está alerta por el apoyo militar estadounidense a Pakistán y sus reivindicaciones en Cachemira. Turquía se opone a los separatistas curdos apoyados por Estados Unidos y suministra armas a sus oponentes iraquíes.

El precedente libio de una invasión armada imperialista a favor de sus clientes separatistas presagia problemas para el mercado de las potencias emergentes. Es una amenaza viva para el floreciente movimiento libertario árabe. Y el golpe definitivo para la economía estadounidense: tres guerras pueden quebrar cualquier presupuesto más pronto que tarde. Pero, sobre todo la invasión socava los esfuerzos de los demócratas, los socialistas y los nacionalistas libios para liberar al país de la dictadura y los reaccionarios a quienes apoya el Imperio.

El triste naufragio del pensamiento racional

Miguel Manzanera en Rebelión, sobre la intervención en Libia

En los argumentaciones de la campaña, brilla la más absoluta ignorancia de los principios racionales: deducción lógica, crítica de las fuentes, coherencia normativa, verificación de los hechos, el trabajo riguroso que exige el esclarecimiento de la verdad, todo ello es lanzado por la borda al proceloso mar de la confusión mediática. Nada importa para que los manipuladores de la opinión pública abracen entusiasmados la causa de la OTAN.

La eficacia del Imperio para desarticular países y destruirlos con el objetivo de extender su dominación es impresionante. La trampa ha estado bien montada, no ha sido una improvisación. Y es seguro que la situación llevaba años incubándose. Un Estado progresivamente arrinconado, hasta llevarlo al desahucio, sus errores han sido contabilizados por la propaganda imperialista campaña tras campaña. Sin prisas, la dominación capitalista se cierra imparablemente sobre el mundo como una boa constrictor. Una advertencia para todos.

Imperio es la dominación del más fuerte, la razón de la fuerza y no la fuerza de la razón, una profunda irracionalidad de fondo bajo la máscara de la eficacia. El capitalismo en su fase de decadencia final, un sistema productivo a escala global, una economía sin medida ni fronteras, alimentada de energía fósil. Una humanidad en crecimiento constante, insoportable, insostenible. 

Mientras el capitalismo pueda seguir ofreciendo nuevos avances tecnológicos -móviles, Internet, electrodomésticos,…- los ciudadanos lo perdonarán todo para poder disfrutar de la novedad: el pecado original de nuestra especie, la curiosidad. Nunca tuvo más razón Marx, el Moro, casi 150 años después de publicar el primer volumen de El Capital. Con profunda visión de sociólogo conocedor del alma humana nos advirtió: un modo de producción no está agotado mientras pueda desarrollar las fuerzas productivas. 

Pero ¿hasta cuando esta ingente destrucción de la vida, de la humanidad? ¿No hay alternativa? ¿De verdad es posible el Imperio mundial y sólo éste?

Plutonio y agua altamente radioactiva...

...hacen sospechar de fisuras y fundición de varios reactores en Fukushima.

Párrafos tomados de un comentario de Pedro Prieto en Crisis Energética.


No tienen solución: seguirán negando peligrosidad, hasta que les llegue el agua radioactiva la cuello, incluso quizá hasta que las ampollas de las radiaciones les alcancen las partes pudendas, aunque ahora no veo a ningún Fraga en calzoncillos Meyba bañándose en las piscinas de Fukushima, sino más bien dictando cátedra en los platós de Intereconomía y reductos similares.

Hasta hace poco, decían que había obsesión por magnificar el desastre, mientras ellos mostraban una sospechosa obsesión por cerrar la contabilidad de los afectados a cada día que pasaba. Ahora utilizan el silencio y la postergación de la noticia a segundos planos, a ver si escampa, mientras siguen cobrando a final de mes.

Una parte de su moribundo negocio, paradójicamente, ya está salvado, porque los gobiernos con reactores, se han apresurado todos a asegurar que van a "revisar profundamente" las centrales y a elevar los rangos de seguridad y a realizar inspecciones y simulaciones de situaciones críticas (¿cómo van a simular terremotos o maremotos sobre centrales existentes?) y eso da ya mucho dinerito a la industria nuclear y encima, sin construir nada que vaya a generar un vatio*hora más.

La verdad es que todo esto resulta muy penoso y deja con las posaderas al aire a tanta gente que pensaba seguir viviendo del momio nuclear y ahora ven sus negocietes en cierto riesgo. Pero no renunciarán a ello, así se cruja el mundo. No si no se les fuerza y se les despoja de este monopolio de las decisiones sobre estos peligrosísimos engendros que ellos mismos diseñan y gestionan hasta que se hacen puré, momento en el que todos los ciudadanos tienen que acudir al rescate, mientras ellos simplemente siguen reportando los daños y al frente del chiringuito.


martes, 29 de marzo de 2011

La lección nuclear

Daniele Edburg

Kenzaburo Oe. Página 12.

Por casualidad, el día anterior al terremoto escribí un artículo que fue publicado unos pocos días más tarde, en la edición matutina del Asahi Shimbun. El artículo era acerca de un pescador de mi generación que había estado expuesto a la radiación en 1954, durante las pruebas de la bomba de hidrógeno en el atolón de Bikini. Escuché por primera vez acerca de él cuando tenía diecinueve años. Más tarde él dedicó su vida a denunciar el mito de la disuasión nuclear y la arrogancia de quienes abogaban por ella. ¿Fue una especie de presentimiento sombrío lo que me llevó a evocar a ese pescador en vísperas de la catástrofe? También había luchado contra las plantas nucleares y el riesgo que representan. Durante mucho tiempo he contemplado la idea de observar la historia reciente de Japón a través del prisma de tres grupos de gente: los que murieron en los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, los que fueron expuestos en las pruebas de Bikini y las víctimas de accidentes en centrales nucleares. Si se considera la historia japonesa a través de estas historias, la tragedia es evidente. Hoy podemos confirmar que el riesgo de los reactores nucleares se ha hecho realidad. Como sea que termine este desastre –y con todo el respeto que siento por el esfuerzo humano empleado para contenerlo– su significado no es para nada ambiguo: la historia japonesa ha ingresado en una nueva fase y una vez más debemos mirar las cosas a través de los ojos de las víctimas del poder nuclear, de los hombres y mujeres que han probado su coraje con sufrimiento. La lección aprendida del actual desastre dependerá de que quienes lo sobrevivan decidan no repetir sus errores.

Este desastre une, de forma dramática, dos fenómenos: la vulnerabilidad de Japón ante los terremotos y el riesgo representado por la energía nuclear. El primero es una realidad que este país ha tenido que enfrentar desde el amanecer de los tiempos. El segundo, que muchos creen podría ser más catastrófico que el terremoto y el tsunami, es obra humana. ¿Qué aprendió Japón de la tragedia de Hiroshima? Una de las grandes figuras del pensamiento japonés contemporáneo, Shuichi Kato, que murió en 2008, hablando de bombas atómicas y reactores nucleares recordó una línea de El libro de la almohada, escrito hace mil años por una mujer, Sei Shonagon, en la que la autora evoca “algo que parece muy lejano pero de hecho está muy cerca”. El desastre nuclear parece una hipótesis distante, improbable; pero la posibilidad está, de cualquier modo, siempre entre nosotros. Los japoneses no deberían pensar en la energía nuclear en términos de productividad industrial; no deberían obtener de la tragedia de Hiroshima una receta para el crecimiento. Como los terremotos, tsunamis y otras calamidades naturales, la experiencia de Hiroshima debería grabarse en la memoria humana: y fue una catástrofe mucho más dramática precisamente porque la hicieron los hombres. Repetir el error al exhibir, mediante la construcción de reactores nucleares, la misma falta de respeto por la vida es la peor de las traiciones posibles a las víctimas de Hiroshima.

Yo tenía diez años cuando Japón fue derrotado. Al año siguiente fue proclamada la nueva Constitución. Durante los años siguientes me pregunté si el pacifismo escrito en nuestra Constitución, que incluía la renuncia al uso de la fuerza y, más adelante, los Tres Principios No Nucleares (no poseer, manufacturar ni introducir en el territorio japonés armas nucleares) era una representación precisa de los ideales fundamentales del Japón de posguerra. Y así sucedió: Japón ha reconstituido progresivamente su fuerza militar y acuerdos secretos firmados en los años 60 permitieron a los Estados Unidos introducir armas nucleares en el archipiélago, dejando sin sentido aquellos tres principios. Los ideales de la humanidad de posguerra, sin embargo, no han sido completamente olvidados. Los muertos, que nos vigilan, nos obligan a respetar esos ideales, y su memoria nos previene de minimizar la perniciosa naturaleza del arsenal nuclear en nombre del realismo político. Somos opuestos. Allí reside la ambigüedad del Japón contemporáneo: es una nación pacifista refugiada bajo el paraguas nuclear de los Estados Unidos. Uno espera que el accidente en la central de Fukushima permita a los japoneses reconectarse con las víctimas de Hiroshima y Nagasaki, reconocer el peligro del poder nuclear y poner un final a la ilusión de la eficacia de la disuasión por la que abogan las potencias nucleares.

Cuando llegué a la edad que comúnmente se considera madura, escribí una novela llamada Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura. Ahora, en los últimos años de mi vida, estoy escribiendo una novela final. Si consigo sobrevivir a la locura actual, el libro que escribo comenzará con la última línea del Infierno de Dante: “Y después salimos para ver una vez más las estrellas”.

Kenzaburo Oe

Los cangrejos corren por la isla (II)


II
La isla era circular, como un plato vuelto hacia abajo, con una pequeña bahía en el norte, precisamente donde desembarcamos. La bordeaba una playa de arena de unos cincuenta metros de ancho. A continuación de la franja de arena empezaba una meseta de poca altura con un matorral bajo y reseco por el calor.
El diámetro de la isla no pasaba de tres kilómetros.
En el mapa había unas señales con lápiz rojo: unas a lo largo de la playa, otras en el interior.
- Lo que vamos a sacar ahora tenemos que distribuirlo por estos lugares - dijo Cookling.
- ¿Qué es esto? ¿Instrumentos de medición?
- No - dijo el ingeniero y se echó a reír. Tenía la exasperante costumbre de reírse cuando alguien ignoraba lo que él sabía.
El tercer cajón pesaba terriblemente. Supuse que contenía una maciza máquina. Cuando saltaron las primeras tablas, poco me faltó para gritar de asombro. Del mismo se deslizaron y cayeron planchas y barras metálicas de diversas dimensiones y formas. El cajón estaba repleto de piezas metálicas.
- ¡Como si tuviéramos que jugar al rompecabezas de cubos! - exclamé sacando los pesados lingotes: paralelepipédicos, cúbicos, circulares y esféricos.
- ¡Quiá! - contestó Cookling y la emprendió con el siguiente cajón.
El cajón número cuatro y todos los siguientes, hasta el noveno inclusive, estaban llenos de lo mismo: piezas metálicas.
Estas piezas eran de tres clases: grises, rojas y plateadas. Sin dificultad determiné que eran de hierro, cobre y zinc.
Cuando iba a emprenderla con el décimo y último cajón Cookling dijo:
- Este lo abriremos cuando hayamos distribuido las piezas por la isla
Los tres días siguientes los invertimos en distribuir el metal por la isla. Las piezas las poníamos en pequeños montones. Unos, sobre la arena, otros, por indicación del ingeniero, los enterrábamos. En unos montones había barras metálicas de todas clases, en otros, sólo de una clase.
Cuando terminamos con todo esto, volvimos a la tienda de campaña y nos acercamos al cajón número diez.
- Ábralo, pero con cuidado - ordenó Cookling.
Este cajón era mucho más ligero que los otros y de menor dimensión.
En él había serrín bien apisonado y, en medio, un paquete envuelto en fieltro y en papel encerado. Desenvolvimos el paquete.
Lo que apareció ante nosotros era un aparato de forma rara.
A primera vista parecía un gran juguete metálico para niños, semejante a un cangrejo de mar. Sin embargo esto no era un cangrejo común y corriente. Además de las seis patas articuladas, llevaba delante dos pares más de finos brazos-tentáculos, cuyos extremos estaban escondidos en el entreabierto «hocico» del horroroso animal. En una concavidad del dorso del cangrejo brillaba un pequeño espejo parabólico de metal pulido con un cristal rojo oscuro en el centro. Adiferencia de los cangrejos, éste tenía dos pares de ojos, uno delante y otro detrás.
Durante largo rato estuve mirando perplejo este bicho.
- ¿Le gusta? - me preguntó Cookling después de un largo silencio.
Yo me encogí de hombros.
- Parece que en realidad no hemos venido aquí más que a jugar con rompecabezas de cubos y juguetes de niños.
- Esto es un juguete peligroso - pronunció con presunción Cookling -. Ahora lo va a ver. Levántelo y póngalo en la arena.
El cangrejo resultó ligero, de no más de tres kilogramos.
En la arena se mantuvo con bastante estabilidad.
- Bueno, ¿y qué más? - le pregunté irónicamente al ingeniero.
- Esperemos un poco, que se caliente.
Nos sentamos en la arena y nos pusimos a observar el monstruo metálico. Al cabo de unos dos minutos observé que el espejito de la espalda giraba lentamente hacia el sol.
- ¡Oh, parece que se anima! - exclamé y me levanté. Cuando me puse de pie, mi sombra cayó casualmente en el mecanismo y el cangrejo, de súbito, empezó a caminar con sus patas y salió otra vez al sol. De lo inesperado que fue, di un enorme brinco echándome a un lado.
- ¡Vaya con el juguete! - rió a carcajadas Cookling -. ¿Qué, se ha asustado?
Yo me sequé el sudor de la frente.
- Dígame, por favor, Cookling, ¿qué vamos a hacer aquí? ¿Para qué hemos venido?
Cookling también se levantó y acercándoseme dijo ya seriamente:
- A comprobar la teoría de Darwin.
- Pero, si eso es una teoría biológica, teoría de la selección natural, de la evolución, etc... - musité.
- Precisamente. A propósito, mire, nuestro héroe va a beber agua.
Yo estaba anonadado. El juguete se acercó a la orilla y dejando caer una pequeña trampa absorbía agua. Una vez saciado, volvió otra vez al sol y se quedó inmóvil.
Miré esta pequeña máquina y sentí una mezcla de repugnancia y miedo hacia ella. Por un instante me pareció que el torpe cangrejo recordaba en algo al mismo Cookling.
Después de cierta pausa le pregunté al ingeniero: - ¿Esto lo ha inventado usted?
- Ajá - casi mugió asintiendo, y se echó en la arena.
Yo también me eché y, callado, clavé la mirada en el extraño aparato, que parecía inanimado.
Me arrastré de bruces hacia el aparato y empecé a observarlo. 

¿En qué sentido es el tiempo una sucesión infinita? (VIII)

Dicen que una imagen vale mil palabras. No estoy seguro en todos los casos, pero creo que, en campos como el matemático, la geometría (imagen, proporción, medida, mesura) es una gran ayuda para la aritmética (número, cantidad, cálculo, acumulación). Incluso para la ética. Zenón y sus compadres de juerga filosófica nos lo dejarán claro, más adelante.

Por eso voy a ilustrar con unas tablas el rollo zapatero que colgué en la entrega anterior.

En esta primera tabla de doble entrada, filas y columnas son pares de números naturales ordenados. A lo largo de cada fila se repite el primero de ellos, que representará el numerador de una fracción, y a lo largo de cada columna el segundo del par, que será el denominador. Como la tabla se supone infinita en ambas direcciones (infinito doble), cualquier número natural está en cada fila y en cada columna. Por lo tanto, la tabla contendrá todos los números fraccionarios (me limito a los positivos y no incluyo el cero, pero eso sólo supondría más aburrimiento: bastaría anteponer el cero a todos e ir intercalando ordenadamente cada negativo entre dos positivos, como hice con los enteros (¿te acuerdas?: 0, 1, -1, 2, -2, …).

Para no repetirlos, voy tachando los que mantienen la misma proporción entre numerador y denominador, porque representan el mismo número racional. Aparecen alineados en la tabla.


Ahora tengo la tabla depurada, sin repeticiones (taché todas las fracciones en que numerador y denominador no eran “primos entre sí”). Y  numero los que quedan, a partir del primero de cada fila, siguiendo las diagonales ascendentes,  de manera que en cada diagonal numerador y denominador suman lo mismo (¿ves que fácil?).


Y mejor todavía si doy a la tabla cuadrada un formato triangular (ahora la lectura es totalmente correlativa).


Ya tengo todos los racionales enteros numerados. Ahora faltaría ponerlos en forma decimal y ver sus sucesivos lugares saltarines sobre la recta.

(¿A dónde irá a parar este tío...?)

lunes, 28 de marzo de 2011

Rhinocéros

E. Ionesco, Rhinocéros (1960)[1]

                En el diálogo que mantienen Jean y Berenguer en el acto I de Rhinocéros se refleja claramente el contraste entre ambos personajes, y lo que representa cada uno de ellos. Jean, el sujeto cartesiano, racionalista, prototipo de personaje cuya construcción obedece a un principio de unidad característico del teatro tradicional; por otro lado, Berenguer, representa al sujeto escindido, problemático, segmentado, distanciado de sí mismo, prototipo del personaje cuya construcción obedece a un principio de discrecionalidad o discontinuidad, característico del concepto de personaje propio de la renovación teatral del siglo XX.

     Berenguer: No me gusta tanto el alcohol, pero si no bebo, no me encuentro bien. Es como si tuviera miedo, y entonces bebo, para no tener más miedo.
     Jean: ¿Miedo de qué?
     Berenguer: No lo sé exactamente. Es una angustia difícil de definir. No me siento completamente seguro en mi existencia, entre la gente, y entonces decido tomarme una cerveza. Me calma, me tranquiliza, me hace olvidar.
     Jean: ¡Te hace olvidar!
Berenguer: Estoy cansado, desde hace años estoy cansado. Me incomoda mi propio cuerpo...
     Jean: Eso es neurastenia alcohólica, melancolía de bebedor de vino...
     Berenguer (que continúa): Siento, por momentos, como si mi cuerpo fuera de plomo, como si llevara otro hombre a la espalda. No me habitúo a mi mismo. No sé si yo soy yo. En cuanto bebo, este peso desaparece, me reencuentro conmigo mismo, y vuelvo a ser yo […].
     Berenguer : ¡Me pregunto si yo mismo existo!
     Jean (a Berenguer): No existe, mi querido amigo, porque usted no piensa. Piense, y existirá[2].

[1] Cfr., para una atenta lectura de los textos de E. Ionesco desde el punto de vista de la construcción e interpretación del personaje teatral, las siguientes manifestaciones recogidas en sus obras Arts y Victimes du devoir (1954): “Pas de caractères, des personnages sans identité: ils deviennent, à tout instant, le contraire d’eux-mêmes; ils prennent la place des autres et vice versa ” (Arts, 1953). [“Nada de caracteres; personajes sin identidad: han de convertirse, incesantemente, en lo contrario de sí mismos; han de ocupar el lugar de los demás, y vice versa”]. “Nous abandonnerons le principe de l’identité et de l’unité des caractères, au profit du mouvement, d’une psychologie dynamique […]. Nous en sommes pas nous-mêmes […]. La personnalité n’existe pas. Il n’y a en nous que des forces contradictoires ou non-contradictoires […]. Les caractères perdent leur forme dans l’informe du devenir. Chaque personnage est moins lui-même que l’autre” (Victimes du devoir, 1954). [“Abandonaremos el principio de identidad y de unidad de los caracteres, en favor del movimiento, de una psicología dinámica [...]. Nosotros no somos nosotros [...]. La personalidad no existe. En nosotros no hay más que fuerzas contradictorias o no-contradictorias [...]. Los personajes pierden su forma en la devaluación formal de su desarrollo. Cada personaje, antes que él mismo, es otro, es una alteridad”].
[2] La traducción española es nuestra. Señalamos, a continuación, el texto original francés. Bérenguer : Je n’aime pas tellement l’alcool. Et pourtant si je ne bois pas, ça ne va pas. C’est comme si j’avais peur, alors je bois pour ne plus avoir peur./ Jean : Peur de quoi?/ Bérenguer : Je ne sais pas trop. Des angoisses difficiles à définir. Je me sens mal à l’aise dans l’existence, parmi les gens, alors je prends un verre. Cela me calme, cela me détend, j’oublie./ Jean : Vous vous oubliez!/ Bérenguer : Je suis fatigué, depuis des années fatigué. J’ai du mal à porter le poids de mon propre corps.../ Jean : C’est de la neurasthénie alcoolique, la mélancolie du buveur de vin.../ Bérenguer (continuant ): Je sens à chaque instant mon corps, comme s’il était de plomb, ou comme si je portais un autre homme sur le dos. Je ne me suis pas habitué à moi-même. Je ne sais pas si je suis moi. Dès que je bois un peu, le fardeau disparaît, et je me reconnais, je deviens moi […]./Bérenguer : Je me demande moi-même si j’existe!/ Jean (à Bérenger ): Vous n’existez pas, mon cher, parce que vous ne pensez pas! Pensez, et vous serez. (Cfr. E. Ionesco (1960), Rhinocéros, Paris, Bordas, págs. 66-69, acto I; ed. de Cl. Abastado).

 
La teoría literaria actual ve en los personajes seres construidos por el autor, con el recurso único de unas palabras destinada a un lector (y en el teatro, a un espectador), que los decodifica y reconstruye a su manera particular. El éxito de un personaje reside en un cierto acuerdo entre las construcciones de autor y espectador, acuerdo que requiere, además de la habilidad del primero, su respeto a unas normas convencionales aceptadas por el segundo, dependientes de la cultura que los dos deben compartir.
Ionesco contrapone a dos personajes que sintetizan dos culturas teatrales: el sujeto cartesiano y racionalista del teatro tradicional, en paralelo a la mente, segmentada y contradictoria, construida discrecionalmente como personaje del teatro del siglo XX. En realidad, un personaje como Berenguer era admitido, como caso patológico, por el teatro tradicional. La mente escindida y problemática del loco aparece en obras clásicas.
Lo que difiere aquí del teatro anterior es la doble función de los personajes. Porque, además de la que representan en el juego escénico, cada uno sirve para exponer las ideas correspondientes a uno de esos dos modos de construir un personaje... que es él mismo. Los personajes reflexionan sobre las características de que los ha dotado el autor. Esto es posible por su presentación en paralelo y porque el espectador culto al que va dirigida una obra de estas características es capaz de efectuar esa doble lectura.
Así, Berenguer acumula en este corto fragmento las siguientes ideas: “No me siento completamente seguro de mi existencia, entre la gente” [...] “Me incomoda mi propio cuerpo...” [...]  “No me habitúo a mí mismo. No sé si yo soy yo” [...] “¡Me pregunto si yo mismo existo!”
Y Jean le contesta, en una verdadera reformulación del principio cartesiano: “No existe, mi querido amigo, porque usted no piensa. Piense, y existirá”.
En el sentido más literal, semánticamente contradictorio, un personaje es un ser inexistente, pero tiene existencia, como ser pensado, en la mente del espectador. La frase final de Jean va dirigida, más que al ser pensado, Berenguer, al ser pensante, que es el espectador que lo piensa, y que con ello le da la clase de existencia de un personaje de teatro.
Si fue esta la idea del autor, constituye por sí sola la mejor defensa de una manera de hacer teatro, en la que el autor, discrecionalmente, porque le da la gana, se permite negar al personaje unitario del teatro tradicional y sustituirlo, si quiere, por otro discontinuo, problemático, si a fin de cuentas también puede admitirlo el espectador.
Espectador expectante                                                   
                                                           Juan José Guirado
Mayo de 2003

La izquierda del capitalismo


Marcos Roitman Rosenmann. La Jornada.


(...)

Para la nueva izquierda institucional y la socialdemocracia, el capitalismo debe redefinirse como un sistema político destinado a generalizar los beneficios de la economía de mercado. Con ello, lo importante es consumir, no importa qué, cómo y cuándo. Se trata de garantizar el acceso al mercado y formar parte de un ejército de consumidores diferenciados por la calidad y la cantidad de los productos que adquiere. Unos comerán angulas, caviar, beberán champagne, conducirán Lamborginis, Mercedes Benz  irán de vacaciones en yates y viajarán en primera clase; otros, en cambio, deberán conformarse con sucedáneos, imaginarse unas vacaciones virtuales, utilizar el transporte público, consumir gaseosas o tomar agua no contaminada, en el mejor de los casos. Pero tampoco se olvidan de los menos agraciados, quienes sobreviven con menos de un dólar al día o simplemente no tienen ni eso. Para este sector social les aplican el criterio de políticas para pobres. Podrán comer, tendrán un trabajo precario, y se verán abocados a la miseria, la exclusión y la marginalidad. Pero siempre tendrán una opción de salir adelante, en sí son capital humano y ese es su máximo activo. El mercado está siempre atento para recibirlos con las manos abiertas.

En otro orden de cosas, la izquierda institucional traslada el debate de la ciudadanía plena y la centralidad de la política a la esfera de la eficiencia y la racionalidad económica para lograr un mejor funcionamiento del mercado. No tienen empacho en señalar que están actuando en beneficio de todos y en favor del progreso de la humanidad. Muy a su pesar, sólo les queda constatar la pérdida de los derechos laborales, sindicales y políticos en beneficio de la comunidad del mercado. Cómplices del secuestro de la democracia, se manifiestan en pro de los tratados de libre mercado, las trasnacionales y los grandes capitalistas. Asimilados a los postulados del capitalismo se han transformados en sus cancerberos. Adoptan la función del policía bueno. Mientras critican las maneras políticas de la derecha neoliberal y conservadora, ellos encarnan, dicen, el bien común y la moral pública. Pero ambos son la cara y cruz de una misma moneda y comparten un mismo objeto, doblegar la voluntad de las clases populares. Para ellos no hay alternativa al sistema, es mejor someterse y vivir de acuerdo a las leyes del mercado. Luchar contra el capitalismo es un suicidio, porque éste siempre gana.

No hay por donde equivocarse, gracias a la izquierda institucional y la socialdemocracia, el capitalismo se reinventa y queda absuelto de ser un orden de violencia, deshumanizante, asentado en la desigualdad, la explotación y la injusticia social. Por consiguiente, es mejor llamar las cosas por su nombre y quitarle la máscara a esta nueva izquierda y sus aliados socialdemócratas. Es más apropiado llamarla izquierda del capitalismo, concepto apegado a sus prácticas y claudicaciones estratégicas de lucha anticapitalista. Por este motivo, démosle la bienvenida, poniendo al descubierto sus espurios intereses que consisten en mantener inalteradas las estructuras de explotación inherentes al modo de producción capitalista.

Alguno era comunista...

Monólogo de Giorgio Gaber, con subtítulos en castellano

Los Verdes son el motor de la ola neoconservadora

No es verde todo lo que reluce, se podría decir.

Los Verdes alemanes (y algunos otros) se presentan como alternativa política frente a los partidos tradicionales, La derechización de los partidos socialdemócratas europeos y su connivencia con el capital depredador lleva a muchos a pensar en una alternativa verde.

Vicente Romano da un repaso a su Realpolitik en esta reseña del último libro de Jutta Ditfurth.

Píntamelo de verde...
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     ...excelente análisis, realizado por una persona que conoce el tema de primera mano, resulta esclarecedor no sólo para conocer la pretendida alternativa de Los Verdes alemanes. También se puede aprender de ellos ahora que se anuncia un partido semejante en España, publicitado de momento con el nombre de Equo. 

En Alemania, Los Verdes han gozado y gozan de relativos éxitos electorales que los han llevado a gobernar en coalición con el SPD (socialdemocracia), la CDU (derecha) o el FDP (liberales) tanto a nivel federal como regional. En la actualidad las encuestas les dan 16% de intención de voto a nivel federal, porcentaje que superan con creces en algunos de los Länder. Muchos electores y electoras abrigan todavía la esperanza de que Los Verdes son un partido de izquierda, la alternativa progresista a la dominante ola neoconservadora.

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Cierto, en sus inicios, antes de convertirse en partido político al uso y ejercer el gobierno, Los Verdes se oponían al monopolio de la violencia estatal, a la guerra, participaban en las manifestaciones contra las centrales nucleares, defendían la objeción militar, etc. Pero sus electores no podían imaginarse que Los Verdes abandonasen tan pronto sus principios, y se convirtieran en un partido como los demás, adaptándose perfectamente al sistema vigente. La supuesta fortaleza de Los Verdes, dice Jutta Ditfurth, parece transformarse en su opuesto en cuanto llegan al gobierno. 

Mas, aunque se hayan convertido en un partido como los demás, sí se dan más habilidad para presentarse como algo que no son. En realidad están tan encadenados a los intereses del capital y a la conservación del poder como el resto de partidos burgueses. No es de extrañar, por tanto, que sus medios de comunicación flirteen con Los Verdes, que hasta cierto punto se sientan fascinados por ellos. La aburrida burguesía se siente seducida por el hecho casi romántico de que un “Joschka” Fischer, antiguo taxista y radical verde llegue a Ministro de Asuntos Exteriores. De que Otto Schily, otrora abogado de terroristas y diputado verde se convierta en Ministro de Seguridad con el SPD y de que Jürgen Trittin, en su día miembro de la Liga Comunista, ejerza de Ministro de Medioambiente.

(...)

No hay que romperse la cabeza para adivinar lo que harán los verdes cuando lleguen al Gobierno. Tan sólo hay que observar lo que han hecho cuando han participado en él. Nada de extrañar, pues, que los medios de la burguesía los traten tan bien, les den tanto espacio y les estén tan agradecidos. Los Verdes dominan como nadie el arte de la traición. Ningún otro partido alemán sabe debilitar y dividir como ellos la resistencia.

Veamos algunos ejemplos. 

Transporte de residuos y centrales nucleares.

      ...evolución desde la oposición radical en la década de los 70 hasta la aprobación en la Agenda 2010. Así, cuando y donde han estado o están en el gobierno federal o regional se han manifestado en contra o a favor del transporte y han defendido o rechazado las manifestaciones antinucleares...

Los Verdes y la guerra

En su día, Los Verdes también eran contrarios a la participación del ejército alemán en los conflictos internacionales. Pero, una vez en el poder, el Gobierno rojiverde (1998-205) aprobó la intervención de Alemania en la guerra contra Yugoslavia. A partir de entonces, Los Verdes se convirtieron en un partido guerrero procapitalista. Los “Realos”, como así se denominaban, sabían muy bien que jamás podrían llegar al gobierno si no aceptaban el capitalismo y la OTAN. 

(...)

En la fracción verde nadie pide ya la salida de la OTAN, En la agenda de Los Verdes no figura la disolución de este pacto agresivo, sino su extensión hacia el Este, esto es, la inclusión de Rusia y los estados de la antigua Unión Soviética. El Atlántico Norte abarca ahora desde Vancouver a Vladivostok.

Los voceros de este orden social justifican sus acciones bélicas en aras de la democracia, de la igualdad , del humanitarismo, etc. Pero los derechos humanos incluyen también la igualdad social. Y ésta, afirma Jutta Ditfurth, sólo puede lograrse con la supresión de la explotación y del beneficio privado, esto es, la eliminación del orden económico capitalista global. Y ningún verde está dispuesto a pagar ese precio, puesto que, como buenos burgueses, hace tiempo que también ellos se benefician de este sistema. 

Los Verdes y el capital

En la década de 1980, muchos verdes eran partidarios de la igualdad. Reconocían que ésta es la base de la seguridad, la libertad y la felicidad de los seres humanos. Se oponían al capitalismo. Todavía no lo edulcoraban como “economía social de mercado” y exigían la autodeterminación de todos. No obstante, los siete años de gobierno rojiverde agudizaron las desigualdades de clases en la sociedad alemana. Dondequiera que han gobernado, Los Verdes han acelerado el proceso de segmentación social y mental. Cierto, hay verdes con pocos ingresos. Pero sus representantes políticos pertenecen al sector acomodado que puede permitirse una alimentación sana, clasifica su basura, envía a sus hijos a colegios privados y vive en zonas residenciales tranquilas y placenteras. Hoy son los portavoces del sector de altos rendimientos, de las autodenominadas elites, académicos, etc. Y eso, aunque muchos de ellos se hallen inmersos en un proceso de proletarización. 

La coalición rojiverde ha incrementado sensiblemente el número de pobres. Socialdemócratas y Verdes han organizado la pobreza de la vejez para millones de personas. Su política socioeconómica ha supuesto un atentado al ya debilitado Estado social. El conglomerado de leyes establecido por la Agenda 2010, Hartz I, II, III y IV encarna el conjunto de reformas del sistema social y del mercado de trabajo alemanes. Desde 1945 Alemania no había vivido semejante agresión contra los parados y los perceptores de ayudas. Este cúmulo de reformas se ve incrementado aún más con el actual Gobierno presidido por Angela Merkel. La pretendida modernización introducida por la Agenda 2010 y disposiciones complementarias ha supuesto el desmantelamiento del Estado social. Y ése es el modelo que se quiere imponer al resto de países europeos.

(...) 

Sí, en Alemania Los Verdes han contribuido a ensanchar la brecha entre una minoría de ricos y la inmensa mayoría de pobres. Un partido dispuesto a gobernar a toda costa, ya sea con el SPD, con la CDU y a veces con el FDP, tiene que estar también dispuesto a mantener la ley y el orden, esto es, a proteger la riqueza. 

La crisis económica mundial sólo ha desaparecido para el capital, que se ha beneficiado de todas las reformas del Estado social. Nadie frena el capital que somete al país y al mundo. Porque el capitalismo no atraviesa ninguna crisis, el capitalismo es la crisis.

Adaptación

Los Verdes no han cambiado en nada las estructuras dominantes, sino que se han imbricado en ellas y las han modernizado, las han endurecido y militarizado...

(...)

Pero, claro, Los Verdes y los ecologistas no tienen por qué ser la misma cosa, aunque haya gente que así lo crea. Si la ecología forme parte del patrimonio de la izquierda (M. Sacristán), en Alemania también existe una raíz popular y de derecha. Originariamente, ecología de izquierdas significaba también ir a la raíz de las condiciones de vida y trabajo de los seres humanos. Pero en ninguna industria química han metido su nariz Los Verdes. La pobreza y el desempleo masivos atemorizan a los que disfrutan de un buen puesto de trabajo fijo, Resulta fácil imaginar qué miedo, qué terror sentirán cuando los millones de marginados y excluidos articulen su indignación. Entonces veremos cómo se defienden con uñas y dientes los privilegios y la propiedad.  

La ola neoconservadora

Desde la disolución de la Unión Soviética y la reunificación alemana ha entrado en acción una ola neoconservadora que penetra todos los ámbitos sociales y mentales. Es lo que se denomina con los conceptos de globalización económica y pensamiento único. Los éxitos más destacados de este rodillo han sido la guerra de Yugoslavia y la destrucción de del Estado social, con el concomitante de mayor enriquecimiento de los potentados. Los Verdes, igual que los socialdemócratas, constituyen una parte personal, ideológica y política de este rollback neoconservador. 

¡Rayos verdes!