viernes, 18 de marzo de 2011

Estamos en la cuenta atrás

Rebelión recoge aquí una parte de la presentación del Informe sobre Energía "Cambio Global 2020/50" CONAMA 10, a cargo de Jorge Riechmann.
Transcribo algunas ideas expresadas en su intervención.

"La economía capitalista y particularmente el capitalismo financiarizado es el cáncer de la biosfera"

Les propongo unas reflexiones finales en torno a la cuestión de la energía. A mi entender la pinza de la doble crisis energética que padecemos, el final de la era del petróleo barato, más en general de los combustibles fósiles tal y como los hemos empleado en el siglo XX por una parte, y la desestabilización del clima del planeta por otra parte, esa pinza está atenazando las posibilidades de vida humana decente sobre el planeta Tierra. 
 
Ahora no se trata ya de evitar que la generación de los hijos, en ese horizonte 2020/2050 que plantea el Informe que hoy presentamos, no se trata –decía-- de evitar que la generación de los hijos viva peor que la de los padres. Eso en cierto sentido resulta inevitable, por ejemplo no se repetirá la sobreabundancia energética del siglo XX con el terrible despilfarro concomitante. Pero en otro sentido es muy engañoso, no se debería identificar una vida buena, una vida decente, con el empobrecedor consumismo que se nos vendió como tal. Hoy --ya digo-- el horizonte es otro, aunque cueste tanto mirarlo de frente. Se trata de evitar una regresión civilizatoria, una catástrofe ecológico-social que dejaría chiquitas las grandes crisis que la humanidad tuvo que hacer frente en el pasado. Y el tiempo disponible para actuar está menguando de forma dramática. En lo que se refiere al calentamiento climático y al cénit del petróleo y el gas natural estamos en la cuenta atrás. También lo estamos en otras dimensiones de la crisis económico-social, acaso menos visibles pero no menos peligrosas, como la hecatombe de diversidad biológica que también estamos causando por un conjunto de causas que en realidad son comunes.

(...)

Creo que vale la pena atender a la reflexión que hacía no hace tanto Susan George: “Una economía capitalista conlleva a la existencia del mercado pero lo contrario no es verdad, todo depende de la clase de mercado de que se trate. El sueño neoliberal del mercado autorregulado se ha revelado finalmente como una pesadilla y una bestia mitológica. El debate no debería centrarse en decir sí o no al mercado sino más bien en qué artículos deberían ser comprados y vendidos a precios fijados con arreglo a la oferta y la demanda, y cuáles deberían ser considerados bienes y servicios comunes o públicos cuyo precio tendría que fijarse en función de su utilidad social. Mi lista de bienes públicos o comunes --decía Susan George-- comenzaría con uno que hace una década no aparecía: un clima adecuado para los seres humanos. Actualmente el clima es un bien común porque el bienestar de todos depende de él, lo cuál no impide los intentos de convertirlo en un artículo rentable y comercializable por medio de permisos y compensaciones relativas a la contaminación. Se trata de un enfoque erróneo aunque solo sea porque el mercado presupone la existencia continuada de la mercancía comercializada, en este caso las emisiones de dióxido de carbono, que es exactamente lo que hemos de eliminar”. Y terminaba Susan George diciendo: “La siguiente lista más convencional de bienes públicos intentaría reparar el daño de décadas de privatización e incluiría no solo puntos obvios como la salud, la educación y el agua, sino también la energía, buena parte de la investigación científica y los fármacos, así como parte del crédito financiero y el sistema bancario”.

Josetxo Ezcurra

Hoy los poderes financieros e industriales que nos han llevado a este violento choque contra los límites biofísicos del planeta que marca nuestra época están recomponiendo su dominio tras la fuerte conmoción de 2007, 2008 y 2009. Si lo consiguen, si la guerra de los ricos contra el mundo que llamamos neoliberalismo prosigue su curso, como lo vino haciendo durante los tres decenios últimos, la repetición de la crisis está asegurada. Pero quizá en la siguiente gran crisis sistémica no tengamos ya ni el mínimo margen de maniobra necesario para llevar a cabo una transición no catastrófica. Como se ha dicho, quizá el capitalismo se recupere de esta crisis sistémica pero entonces el mundo probablemente no podrá recuperarse ya de la siguiente crisis capitalista.

En sociedades desiguales, donde una gran fracción de la riqueza y el poder se concentra en los estratos superiores, la preservación del statu quo absorbe casi todos los esfuerzos de estas capas que harán lo posible y lo imposible por retener sus privilegios. Esto se aplica igual a las élites de las antiguas ciudades sumerias que a los banqueros de Wall Street. Sólo las sociedades igualitarias puedes ser sustantivamente racionales en sentido histórico: aprender del pasado para anticipar y sortear con éxito los problemas del futuro. 

A veces se nos dice que el ser humano es como un cáncer de la biosfera. Creo que no es así. La economía capitalista y particularmente el capitalismo financiarizado es el cáncer de la biosfera. Mi maestro Manuel Sacristán lo formuló con claridad en uno de sus textos clave, la comunicación a las Jornadas de Ecología y Política de 1979: “No es posible conseguir mediante reformas que se convierta en amigo de la Tierra un sistema cuya dinámica esencial es la depredación creciente e irreversible”. O logramos poner fuera de juego la dinámica de acumulación ciega de capital, o quebramos el doble movimiento de endeudarse para crecer y luego crecer para pagar las deudas, o estamos perdidos.

Sabemos desde hace mucho que las catástrofes sociales pueden desencadenarse en un lapso de apenas unos años. Ahora sabemos también que las peores catástrofes ecológicas, grandes cambios climáticos por ejemplo, pueden ocurrir en un lapso de solo decenios. Estamos, les decía, en la cuenta atrás. 


Las sociedades humanas van a reajustarse a la biosfera sí o sí. La idea de que podemos vivir haciendo caso omiso de las constricciones ecológicas y termodinámicas es nueva, Es una idea por tanto muy nueva, es insensata --y tendrá una vida breve en términos históricos. La opción se nos da entre una transición ordenada  --para la cual nos queda cada vez menos margen-- o un cambio descontrolado y catastrófico. Vamos hacia un tiempo mucho más turbulento y doloroso de lo que ninguno de nosotros desearíamos. La única vía para minimizar los daños es un salto cualitativo en las dimensiones de igualdad, cooperación y cuidado.   apenas se ha abierto pasa en los últimos doscientos años y sobre todo en los últimos decenios, en ese periodo de la revolución industrial y la expansión del capitalismo.

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