Artículo de Vicenç Navarro en rebelion.org
Subrayados míos
Una de las causas de las movilizaciones en el mundo árabe fue la aplicación, por parte de las élites gobernantes, de políticas neoliberales que afectaron negativamente a las clases populares. Estas movilizaciones se habían ya iniciado meses y años antes, resultado de las medidas de austeridad (que incluyeron reducción de programas de protección social y disminución de salarios, eliminación de subsidios a los alimentos y desregulación de los precios de productos básicos), que crearon un gran malestar y que fueron las causas de que en estos países (en Túnez primero y en Egipto después) fuera la clase trabajadora, junto con sectores de las clases medias, las que protagonizaran tales movilizaciones. Estas movilizaciones de protesta frente al neoliberalismo imperante están ocurriendo no sólo en países árabes, sino también en muchos otros países, incluyendo EEUU.
El último caso de estas protestas obreras ha ocurrido en el estado de Wisconsin, EEUU. El nuevo gobernador de tal estado, el republicano Scott Walker (de la corriente Tea Party) intentó aprobar una ley en el parlamento del estado que reduciría el sueldo de los funcionarios públicos un 7%, disminuyendo también sus pensiones, y obstaculizando además la sindicalización de los trabajadores en el sector público. Tal como indicó la Federación de los Sindicatos Estadounidenses (AFL-CIO) esta ley –de ser aprobada- sería un ataque frontal a los sindicatos de aquel país. La justificación que el gobernador Scott Walker dio para tomar tales medidas era que el presupuesto del estado tenía 137 millones de dólares de déficit.
La respuesta de los sindicatos en Wisconsin fue inmediata. A los pocos días, Madison, la ciudad más importante de aquel estado vio la manifestación más grande que nunca existiera en aquella ciudad. Los sindicatos se manifestaron frente al Parlamento (y frente al domicilio particular del gobernador Walker), exigiendo la retirada de la propuesta de ley. Lo que es interesante es que los manifestantes no eran sólo sindicalistas, sino también usuarios de los servicios públicos conscientes de que estos recortes iban a afectar a la calidad de sus servicios. Muy llamativa fue la cantidad de niños y sus padres que acompañaron a los maestros en su protesta, hecho remarcado por los medios de información. Las encuestas mostraban también que la mayoría de la ciudadanía de Wisconsin se oponía a las propuestas del gobernador Walker y apoyaban las movilizaciones en contra de ellas. Entre los que apoyan tales movilizaciones, adhiriéndose a ellas, estaban, por cierto, los policías y bomberos que el gobernador Walker había excluido de sus medidas de recortes salariales, dándoles un trato favorable. Los policías y bomberos expresaron, sin embargo, su solidaridad con los otros empleados públicos saliendo a la calle con ellos. Estos hechos están siendo seguidos por todo EEUU.
Las derechas, lideradas por el Tea Party, están deseando que el gobernador Walker pueda llevar a cabo tales medidas, una vez hayan sido aprobadas por el Parlamento del Estado de Wisconsin, donde el Partido Republicano tiene mayoría. Aunque el argumento que se utiliza para defender estas medidas es la necesidad de cubrir el déficit del Estado de Wisconsin, la causa real de que se esté presionando, por parte del Partido Republicano, para que tales medidas se aprueben en el parlamento de Wisconsin es una causa política: la de debilitar a los sindicatos, los mayores adversarios que tiene el Partido Republicano, que consideran a AFL-CIO como uno de los mayores pilares del Partido Demócrata.
En realidad, el déficit del presupuesto del Estado podría resolverse fácilmente aumentando los impuestos sobre la propiedad (entre otros), que el parlamento de Wisconsin, controlado por los republicanos, había reducido considerablemente durante los años de bonanza económica. Como siempre ocurre, el discurso económico, oculta en realidad, los argumentos políticos. El establishment económico y financiero del estado de Wisconsin, que se benefició enormemente de las políticas neoliberales de reducción de impuestos a las rentas superiores se resiste a que se reduzcan sus enormes ingresos (el 1% de la población estadounidense que tenía el 7% de la renta de todo el país en 1997, al principio de la “revolución neoliberal”, ha pasado a tener el 20% de tal renta) mediante el incremento de estos impuestos. De ahí que prefieran resolver el problema del déficit del estado de Wisconsin a base de reducir los servicios públicos a las clases populares en lugar de que suban sus impuestos. Los republicanos tienen a su lado a gran parte de los medios de información que intentan desacreditar al sector público indicando que los empleados públicos son unos “privilegiados”, que son unos “ineficaces”, y otro tipo de acusaciones previsibles a fin de conseguir el apoyo popular a aquellas medidas represivas. Hasta ahora tal campaña no ha sido exitosa y el 62% de la población estadounidense apoya a los empleados públicos.
¿QUIÉNES SON LOS JÓVENES?
Una última observación. Gran número de articulistas como Josep Ramoneda en EL PAÍS (“Un nuevo sujeto político”. EL PAÍS, 20.02.11) están enfatizando mucho el rol de los jóvenes en estas movilizaciones (desde Egipto, hasta Wisconsin), presentándolos como los nuevos agentes de cambio, sustituyendo con ello a otros agentes, como a la clase trabajadora a la cual, por lo visto, consideran inexistente o desaparecida. Ignoran o desconocen que la mayoría de estos jóvenes son y pertenecen a la clase trabajadora. Si se analizan las revoluciones que han existido en el siglo XX, se verá que en su mayoría, fueron los jóvenes los que lideraron estas rebeliones. No es, pues, una situación nueva. Lo que es nuevo es que se vea como una cosa nueva y ello es consecuencia del olvido de las categorías de análisis como clase social y lucha de clases, categorías que se consideran transcendidas y “anticuadas”, redefiniendo estas movilizaciones populares como movimientos estudiantiles con Internet y Facebook, categorías que son enormemente insuficientes para entender la realidad de los tiempos en que vivimos. La pregunta que no se hacen es a qué clase pertenece la mayoría de estos jóvenes. Ni que decir tiene que tanto la composición como la dinámica de clases varía con el tiempo. Pero de esta realidad no se puede ignorar su existencia, pues continúa siendo fundamental para entender nuestro entorno.
El último caso de estas protestas obreras ha ocurrido en el estado de Wisconsin, EEUU. El nuevo gobernador de tal estado, el republicano Scott Walker (de la corriente Tea Party) intentó aprobar una ley en el parlamento del estado que reduciría el sueldo de los funcionarios públicos un 7%, disminuyendo también sus pensiones, y obstaculizando además la sindicalización de los trabajadores en el sector público. Tal como indicó la Federación de los Sindicatos Estadounidenses (AFL-CIO) esta ley –de ser aprobada- sería un ataque frontal a los sindicatos de aquel país. La justificación que el gobernador Scott Walker dio para tomar tales medidas era que el presupuesto del estado tenía 137 millones de dólares de déficit.
La respuesta de los sindicatos en Wisconsin fue inmediata. A los pocos días, Madison, la ciudad más importante de aquel estado vio la manifestación más grande que nunca existiera en aquella ciudad. Los sindicatos se manifestaron frente al Parlamento (y frente al domicilio particular del gobernador Walker), exigiendo la retirada de la propuesta de ley. Lo que es interesante es que los manifestantes no eran sólo sindicalistas, sino también usuarios de los servicios públicos conscientes de que estos recortes iban a afectar a la calidad de sus servicios. Muy llamativa fue la cantidad de niños y sus padres que acompañaron a los maestros en su protesta, hecho remarcado por los medios de información. Las encuestas mostraban también que la mayoría de la ciudadanía de Wisconsin se oponía a las propuestas del gobernador Walker y apoyaban las movilizaciones en contra de ellas. Entre los que apoyan tales movilizaciones, adhiriéndose a ellas, estaban, por cierto, los policías y bomberos que el gobernador Walker había excluido de sus medidas de recortes salariales, dándoles un trato favorable. Los policías y bomberos expresaron, sin embargo, su solidaridad con los otros empleados públicos saliendo a la calle con ellos. Estos hechos están siendo seguidos por todo EEUU.
Las derechas, lideradas por el Tea Party, están deseando que el gobernador Walker pueda llevar a cabo tales medidas, una vez hayan sido aprobadas por el Parlamento del Estado de Wisconsin, donde el Partido Republicano tiene mayoría. Aunque el argumento que se utiliza para defender estas medidas es la necesidad de cubrir el déficit del Estado de Wisconsin, la causa real de que se esté presionando, por parte del Partido Republicano, para que tales medidas se aprueben en el parlamento de Wisconsin es una causa política: la de debilitar a los sindicatos, los mayores adversarios que tiene el Partido Republicano, que consideran a AFL-CIO como uno de los mayores pilares del Partido Demócrata.
En realidad, el déficit del presupuesto del Estado podría resolverse fácilmente aumentando los impuestos sobre la propiedad (entre otros), que el parlamento de Wisconsin, controlado por los republicanos, había reducido considerablemente durante los años de bonanza económica. Como siempre ocurre, el discurso económico, oculta en realidad, los argumentos políticos. El establishment económico y financiero del estado de Wisconsin, que se benefició enormemente de las políticas neoliberales de reducción de impuestos a las rentas superiores se resiste a que se reduzcan sus enormes ingresos (el 1% de la población estadounidense que tenía el 7% de la renta de todo el país en 1997, al principio de la “revolución neoliberal”, ha pasado a tener el 20% de tal renta) mediante el incremento de estos impuestos. De ahí que prefieran resolver el problema del déficit del estado de Wisconsin a base de reducir los servicios públicos a las clases populares en lugar de que suban sus impuestos. Los republicanos tienen a su lado a gran parte de los medios de información que intentan desacreditar al sector público indicando que los empleados públicos son unos “privilegiados”, que son unos “ineficaces”, y otro tipo de acusaciones previsibles a fin de conseguir el apoyo popular a aquellas medidas represivas. Hasta ahora tal campaña no ha sido exitosa y el 62% de la población estadounidense apoya a los empleados públicos.
¿QUIÉNES SON LOS JÓVENES?
Una última observación. Gran número de articulistas como Josep Ramoneda en EL PAÍS (“Un nuevo sujeto político”. EL PAÍS, 20.02.11) están enfatizando mucho el rol de los jóvenes en estas movilizaciones (desde Egipto, hasta Wisconsin), presentándolos como los nuevos agentes de cambio, sustituyendo con ello a otros agentes, como a la clase trabajadora a la cual, por lo visto, consideran inexistente o desaparecida. Ignoran o desconocen que la mayoría de estos jóvenes son y pertenecen a la clase trabajadora. Si se analizan las revoluciones que han existido en el siglo XX, se verá que en su mayoría, fueron los jóvenes los que lideraron estas rebeliones. No es, pues, una situación nueva. Lo que es nuevo es que se vea como una cosa nueva y ello es consecuencia del olvido de las categorías de análisis como clase social y lucha de clases, categorías que se consideran transcendidas y “anticuadas”, redefiniendo estas movilizaciones populares como movimientos estudiantiles con Internet y Facebook, categorías que son enormemente insuficientes para entender la realidad de los tiempos en que vivimos. La pregunta que no se hacen es a qué clase pertenece la mayoría de estos jóvenes. Ni que decir tiene que tanto la composición como la dinámica de clases varía con el tiempo. Pero de esta realidad no se puede ignorar su existencia, pues continúa siendo fundamental para entender nuestro entorno.
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