viernes, 31 de mayo de 2013

Guerras “estacionarias” y sin salida

Según el autor de este artículo, las guerras con que los Estados Unidos y sus estados vasallos van destruyendo sistemáticamente los países que consideran peligrosos por estar "fuera de control" son fracasos, porque no consiguen restaurar la paz y reconstruir esos países.

Posiblemente es ingenuo suponer que el propósito del imperio sea crear aliados sumisos pero pacificados y reflotarlos a su imagen y semejanza, o tal vez convertirlos en colonias, no precisamente prósperas, pero sí "productivas".

Tal vez, abandonado ese plan A, se conformen con un plan B consistente en sembrar un caos que deje a buena parte del mundo "fuera de combate".

El problema es que con ello no pueden asegurar el resultado. El caos es impredecible, y además, en un mundo definitivamente cerrado, incontrolable. Y contagioso. 

De momento, "ganan tiempo"...




Guerras “estacionarias” y sin salida
Barómetro Internacional

La semana pasada analizábamos el estado de las guerras provocadas y mantenidas en la actualidad por los Estados Unidos, y llegábamos a la conclusión que el balance les iba dando resultados poco alentadores.

Vimos que en Irak, luego de la destrucción de las instituciones y la infraestructura del Estado que desarrollara el gobierno de Saddam Hussein, a diez años del primer ataque y la invasión, los sucesivos gobiernos impuestos, dependientes de los Estados Unidos no sólo no han logrado restaurar un mínimo de país, sino que no han sido capaces de contener la violencia interna que sigue estando presente. 

En Afganistán, a doce años de haber derrotado militarmente al régimen talibán y haber ocupado el territorio (junto a tropas de otros países adláteres), el gobierno títere de Hamid Karsai no logra mantener ni siquiera el orden interno. Su policía entrenada por las fuerzas invasoras es constantemente atacada y muerta por los grupos rebeldes de resistencia.

Igualmente sucede para Libia, los Estados Unidos (a través de testaferros) tumbaron el gobierno de Kadaffi, destruyeron la infraestructura y las instituciones del país, y el triste Consejo Nacional de Transición que se hizo cargo de los restos no ha logrado unificar ni mantener la paz interna, y mucho menos reconstruir lo devastado.

Finalmente, en el escenario más importante de Siria, dónde el conflicto bélico lleva ya varios meses, en una supuesta “guerra civil” provocada por grupos beligerantes de variopinto origen, promovidos, financiados y armados por distintos países (Arabia Saudi, Jordania, Qatar, Turquía, Israel) que responden a los intereses de los Estados Unidos (y que también como en Libia les hacen el trabajo sucio) la situación es fluida. Decíamos que el gobierno sirio de Bashar Al-Asad parece estar derrotando militarmente a los “rebeldes”, y que eso debería llevar al fin del conflicto, sobre todo después de haberse negociado entre Rusia y los Estados Unidos la posibilidad de llamar a una conferencia de paz en Ginebra, con la presencia del gobierno sirio.

Nuestra conclusión era que si bien todo parecía indicar que la resolución de estos conflictos estaría en la retirada de los Estados Unidos (tal como hicieron en Vietnam), el problema sin embargo reside en que la política que la administración Obama lleva adelante parece ser la de una ciega huída hacia delante, sin tener en cuenta las realidades de los escenarios en juego.

Cuando se intenta el análisis de los procesos socio-políticos se descubre que -tal como sucede con la meteorología u otras áreas de conocimiento- nos hallamos en un terreno inseguro donde la previsión acertada del futuro no es consecuencia inevitable (ni mucho menos) del análisis, por mejor planteado y documentado que éste se realice. Más bien se da, como en las otras áreas mencionadas, que los tozudos hechos generalmente se desarrollan en forma diferente a los escenarios que la mejor investigación logra plantear. La razón teórica de que esto suceda así parece estar centrada en lo que se llama el grado de “complejidad” de los procesos sociales. Estos procesos constituyen sistemas “complejos y caóticos” que se caracterizan por la imposibilidad de ser predecibles en los momentos coyunturales. 

La Teoría del Caos (que casualmente descubrieran los meteorólogos) explica que cuando estos sistemas se encuentran es ese estado, no podemos establecer pronósticos, ya que allí aparece lo que se ha hecho conocido como el “efecto mariposa”, dónde la mínima alteración en una variable menor es capaz de producir un cambio total de todo el sistema.

Por eso hace tiempo que intentamos realizar análisis que nos sirvan de modelo para entender las realidades, pero sin intentar dejar ningún tipo de pronóstico definido, Limitarnos a analizar escenarios posibles, con la conciencia que es probable que existan algunos otros que no estamos en condiciones visualizar ni de plantear y que pueden constituir la realidad futura.

Respecto al tema que nos ocupa, dejamos abierta la posibilidad de que, o los Estados Unidos en algún momento decidan lo de Vietnam (la retirada con el “rabo entre las patas”) o que persistan en su actitud de “huir hacia delante” y lleven las cosas en estas guerras a terrenos donde, allí sí, todo pronóstico se hace oscuro.

Sin embargo a veces parte de lo considerado en los escenarios se vuelve realidad

En el corto lapso de una semana ha sucedido que:

  1. Se ha incrementado notablemente la violencia interna en los países invadidos (Libia, Afganistán e Irak), con saldos cada vez mayores y más trágicos de muertos no combatientes, ya que el sistema utilizado es el del ataque terrorista (coches bomba generalmente) y allí los muertos no son solo los beligerantes, sino también la población civil. 
  2. El Congreso Norteamericano acaba de aprobar al gobierno de Obama la posibilidad de armar directamente a los rebeldes, lo cual significa un mayor involucramiento del gobierno de la Casa Blanca en el conflicto sirio y parece alejar las posibilidades de que una conferencia de paz (en la cual se habían comprometido) llegue al fin de las hostilidades.
En definitiva, la soga sigue estirándose. La pregunta final es ¿Qué va a suceder cuando reviente?

La Unión Europea, más allá de una moneda

Dentro de los esfuerzos por lograr una UE democrática y socialista, y como aportación a la Conferencia sobre Europa de Izquierda Unida que se celebrará el 22 de junio de 2013,
Alberto Arregui, Jordi Escuer y Carlos Sánchez Mato publican en Rebelión
La Unión Europea, más allá de una moneda, donde entran en la polémica no resuelta, porque ambas alternativas plantean problemas, sobre la conveniencia o no de salir del el euro.

Lo que me lleva a enlazar este artículo son unos datos que dejan al descubierto falacias que se oyen y se leen contínuamente sobre la buena gestión de Alemania ante la crisis, y lo bueno (para quién) de haber tomado antes que otros las medidas de "austeridad".

Mi extracto, subrayado:

El camino es salir del sistema, no del euro


(...)

Una de las claves para el éxito y la rentabilidad del capitalismo alemán ha sido la imposición, durante los gobiernos del canciller socialdemócrata Schroëder, de una política de drásticos recortes en las condiciones salariales y la protección social de los trabajadores alemanes. A causa de eso Alemania ha sido uno de los países desarrollados en los que más agudamente han crecido las desigualdades, con un fuerte trasvase de renta de los asalariados a los capitalistas. La participación del Excedente Bruto de Explotación en la renta nacional entre los años 2000 y 2007 creció en Alemania en 4,8%, mientras en la UE lo hacía en 1,7 puntos y en el Estado español en un 1,4%:


La otra cara de este aumento de los beneficios es la reducción de la participación de los salarios en la renta nacional, con una mayor explotación de los trabajadores. El nivel de asalariados en precario ha pasado de un 15% del total a un 25% en 2012. Más de 7,5 millones de trabajadores alemanes tienen un “minijob”, con salarios como máximo de 450 euros al mes. Se trata de un verdadero subempleo que, si no estuviese permitido, dispararía las estadísticas de paro alemanas a un nivel similar al español. Como vemos, sea cual sea el “modelo productivo”, lo que es una constante bajo el capitalismo es la tendencia a aumentar la explotación de los trabajadores.

La burguesía alemana ha colocado buena parte de esos beneficios en forma de préstamos o inversiones internacionales, entre otras, en el boom inmobiliario español. De esa forma, ganaba por partida doble (*), exportando bienes manufacturados al Estado español, obteniendo beneficios por el negocio de la construcción y la obra civil española, y cosechando unos jugosos intereses por sus préstamos. Esa dinámica ha propiciado el crecimiento de los desequilibrios comerciales y financieros dentro de la UE, hasta que se han convertido en insostenibles.
(...)
_________________
(*) (¿triple?)

miércoles, 29 de mayo de 2013

¿Qué es el neoliberalismo?

Vicenç Navarro, bien conocido, y reconocido, catedrático de Políticas Públicas en la Universidad Pompeu Fabra y profesor de Public Policy en The Johns Hopkins University, escribió en El Plural el artículo que reproduzco y que recoge datos significativos de otro de Danny Darling.

Las cifras cantan, pero me permito subrayarlas y recalcarlas, por si algún ingenuo no había reparado aún en la trayectoria, y no se había dado cuenta de lo malvados y lo conscientes que son quienes nos tienen en sus malas manos.

Habrá que hacer algo, ¿no?




Danny Darling, profesor de Geografía Humana de la Universidad de Sheffield, acaba de publicar un artículo en la revista semanal New Stateman (“How Social Mobility got Stuck”, 16/05/2013), que ilustra claramente lo que algunos de nosotros hemos estado diciendo, es decir, que el neoliberalismo es la ideología promovida por los superricos para llevar a cabo políticas públicas que les benefician. El profesor Darling analiza la concentración de las rentas y de la riqueza durante la vida de la Sra. Thatcher (la ídolo de los neoliberales, que ha tenido muy buena prensa en los medios españoles a raíz de su muerte), desde su nacimiento hasta su muerte, mostrando como las políticas que promovió durante su gobierno contribuyeron enormemente a tal concentración. Comencemos por los datos.

Cuando Margaret Thatcher nació, en 1925, pasó a ser miembro de una familia de la decila superior de renta en Gran Bretaña. Cuando fue a la Universidad de Oxford, su familia ya había alcanzado pertenecer al 1% de la población con mayor renta y cuando, estando en Oxford, se casó con Dennis, su esposo, ya llegó al 0,1%. Ahora bien, a pesar de pertenecer a tal 0,1%, no era considerada lo suficientemente rica como para pasar a ser dirigente del Partido Conservador –Tory-, que estaba controlado por el 0,01% de la población, es decir, los súper ricos del establishment británico. Su elección a presidenta del tal partido se vio como una rebelión de los ricos frente a los súper ricos. Tal rebelión, sin embargo, era ficticia, porque Margaret Thatcher sirvió con gran entusiasmo y docilidad a los súper ricos.

En 1945, cuando Thatcher tenía 20 años, los súper ricos (el 0,01%) recibían 123 veces más renta que el promedio de renta de Gran Bretaña. Cuando cumplió 40 años, en 1965, tal diferencia de renta se había reducido a la mitad, es decir, era 62 veces, que incluso descendió más, de manera que en el año en que fue elegida primera ministra de aquel país, en 1978, había alcanzado el menor diferencial, 28 veces.

Ni que decir tiene que los súper ricos odiaban este descenso de diferencial y las políticas redistributivas en las que se había basado tal reducción. De ahí que promovieran con toda intensidad a Margaret Thatcher, que había mostrado, en su corto liderazgo como dirigente del Partido Conservador, que era su mejor aliada y apuesta para el futuro.

Pero para vencer había que debilitar al Partido Laborista, lo cual consiguió dividiéndolo. Los súper ricos apoyaron a escondidas (y a veces no tan a escondidas) la creación del Social Democratic Party, que dividió a las izquierdas, punto clave para explicar la derrota del gobierno Laborista. Pero la mayor victoria de Margaret Thatcher –como ella misma indicó- fue el cambio del Partido Laborista, convirtiéndose en el New Labor o Tercera Vía que, una vez sustituyó al gobierno conservador, continuó las mismas políticas neoliberales que su gobierno había iniciado.

Las políticas neoliberales de la Sra. Thatcher fueron las mismas que las del Sr. Reagan en EEUU: un ataque frontal al mundo del trabajo y a los sindicatos, iniciando políticas redistributivas de sentido opuesto a las iniciadas por los gobiernos anteriores. Como consecuencia, en 1990, cuando Thatcher abandonó el poder, los súper ricos (el 0,01%) ingresaban 70 veces más que el promedio, políticas que fueron continuadas por el New Labor, de manera que en el 2007 el 0,01% había logrado poseer 144 veces más que el promedio.

Mientras, según el informe “Political and Social Exclusion” de 2013, el 50% de la población (la clase trabajadora y sectores de clases medias) tenían menor renta en 2007 que en 1983 y se perciben firmemente inseguros. Hoy, el 30% de la población vive en viviendas inhabitables y/o insuficientes y el 7% no tiene para comer y están desnutridos. Una persona de cada tres no tiene suficiente dinero para calentar su casa. Ahora bien, a los súper ricos les va pero que muy bien, a los ricos (el otro 9% que completa la decila de renta superior) les va francamente bien, y al 40% restante (de la mitad superior de la población) les va bien o regular. Es al 50% restante, la otra mitad de la población británica, a los que les va mal, y a algunos francamente muy mal. Sería interesante que tal estudio se hiciera en España. Lo difícil será encontrar financiación para realizarlo.

lunes, 20 de mayo de 2013

Crisis económica, crisis ecológica, crisis de civilización...

¿Qué rehacer?

Óscar Carpintero, (Valladolid, 1972). Doctor en Economía (Premio Extraordinario), y Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales (Premio Extraordinario). Es profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Valladolid y Postgraduado en Economía de los Recursos Naturales y del Medio Ambiente por la Universidad de Alcalá. Ha sido también investigador del Programa “Economía y Naturaleza” de la Fundación Argentaria entre 1996-2000, y “Visiting Scholar” en la Universidad de Duke (Estados Unidos), y en la Universidad  de Montreal (Canadá).

Durante los últimos años, entre revistas académicas, científicas, y capítulos de libros, ha escrito más de una treintena de trabajos sobre economía ecológica, sostenibilidad ambiental de la economía española, o comercio y medio ambiente.

En una conferencia impartida durante la Jornada celebrada el 20 de abril 2013 en Espai Marx, Barcelona, utilizó una presentación PowerPoint muy bien sintetizada, con cuadros e imágenes, cuyo enlace os dejo, dado su interés, en formato PDF.

Entre los gráficos del documento aparecen interesantes relaciones entre felicidad subjetiva, índices de desarrollo humano y económico y huella ecológica. No los he encontrado con mejor definición, pero sí este otro, muy conocido, que relaciona huella ecológica e índice de desarrollo humano en varios países, con imagen ampliable:

pulsar sobre la imagen

También cuelgo este vídeo. Sería una buena práctica detenerlo en cada corte para fijar las ideas, reflexionando sobre lo que en él se dice.

domingo, 19 de mayo de 2013

El arte urgente de la supervivencia

El curso de la historia sitúa en cada momento en primer plano los problemas más acuciantes, mientras aplaza (en el mejor de los casos) u olvida por completo (en el peor) otros igualmente importantes, pero de efectos menos inminentes.

Con esto tiene que ver la ideología. El pensamiento dominante en un grupo social se adapta (sin olvidar la influencia de su propio pasado) a su necesidad urgente, y atiende ante todo a una u otra contradicción, según lo que mejor percibe.

Así se explica que tantas veces se produzcan debates estériles. Pasado el tiempo, se tiene una mejor visión de conjunto y se integran posiciones que parecían divergentes.

Pero en el momento en que el debate está vivo, es difícil esa integración, y quienes compartimos ambas visiones tenemos la sensación de correr simultáneamente en direcciones distintas.

Trataré de exponer brevemente dos tradiciones que por diferente vía han llegado a compartir el anhelo de superar el capitalismo.

En un primer tiempo, la respuesta, urgentemente necesaria, a las intolerables condiciones de vida de los trabajadores dio lugar al movimiento obrero, primer frente de batalla contra el capital.

Fue mucho después cuando se manifestó otro frente anticapitalista basado en los daños que este sistema productivo causa a la naturaleza y con ella a la humanidad. Y este movimiento "verde" tardó en identificar al agente causante. Desligado de la tradición marxista e ignorante de la existencia de una bastante ignorada visión ecologista en Marx, tardó en identificarse como ecosocialista, y aún así, procedente de otras luchas y otra cultura, mantuvo grandes recelos hacia el movimiento obrero, que a su vez suele compartir con el capitalismo una visión desarrollista de las fuerzas productivas. En parte por algunos intereses inmediatos respecto al puesto de trabajo y en parte como resultado ideológico de la mística que engendró la inevitable emulación productivista de los países del socialismo real.

El capitalismo engendra dos clases de contradicciones. La primera en la óptica marxista clásica ("la contradicción fundamental del capitalismo") se da entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Pero esta contradiccion precisa complementarse con el reconocimiento de una segunda contradicción, entre las fuerzas (y las relaciones) productivas y las condiciones de producción (1).

Harto conocido: la primera “genera crisis de superproducción, mediante las cuales las fuerzas productivas y las relaciones de producción son restructuradas hacia una socialización cada vez mayor de las fuerzas productivas”, engendra un movimiento obrero que constituye “una barrera social para la acumulación de capital” y se erige en agente de una transición al socialismo. “Esto último no está garantizado de antemano, pero […] se considera imaginable por los efectos desmaterializables de la crisis capitalista, así como por el carácter cada vez más socializado de la propia producción capitalista”

La segunda “es diferente, aunque análoga, con respecto de la primera en su tendencia a generar crisis, a engendrar un movimiento social que funciona como una barrera para la acumulación de capital, y a requerir la restructuración (la provisión de) las condiciones de producción en la dirección de una mayor socialización […] pueden existir dos caminos distintos hacia el socialismo: mediante el movimiento obrero, arraigado en la primera contradicción, y a través de los movimientos ambientalistas (y otros movimientos sociales), arraigados en la segunda contradicción del capitalismo” (2).

Tiempo es ya de que ambas tradiciones confluyan. El arte urgente de la supervivencia lo exige.



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(1) De acuerdo con Marx, existen tres condiciones de producción: 
  • primero, la fuerza de trabajo humana, o lo que Marx llamó "las condiciones personales de producción"; 
  • segundo, el ambiente, o lo que Marx llamó "las condiciones naturales o externas de producción"; 
  • y por último, la infraestructura urbana (podemos agregar el "espacio"), o lo que Marx llamó "las condiciones generales, comunitarias, de producción". 
El capitalismo sostenible requeriría que las tres condiciones estuvieran disponibles en el momento y en el lugar correctos, en las cantidades y con la calidad correctas, y con los precios ficticios correctos.

(2) El arte urgente de la supervivencia, artículo de Eduardo Montes de Oca en Rebelión

La victoria del tiempo sobre el espacio

Inicié mi serie ¿En qué sentido es el tiempo una sucesión infinita? preocupado por el problema de las limitaciones temporales, tanto hacia dentro (¿qué cabe en un cuanto de tiempo?) como hacia fuera (¿cuánto futuro existe realmente?). Los límites del tiempo como infinitésimo y del tiempo como infinito.

Aún inacabada la serie, he llegado a dos conclusiones, a mi entender importantes: 
1ª: el tiempo parece ilimitado porque expulsamos hacia el futuro lo que no cabe en el presente.
2ª: no hay tiempo sin movimiento, y la causa del movimiento es la ausencia de equilibrio; a mayor desequilibrio, mayor aceleración, pero también a mayor aceleración menor equilibrio, mayor desorden, más entropía.
El tiempo es irreversible precisamente porque es desequilibrado. Nunca hay exacta correspondencia temporal entre causa y efecto.

Imagino un plano horizontal y sobre él una bola en reposo. Inclinándolo ligeramente se pone en marcha. A mayor inclinación, mayor aceleración. El clinamen sirvió a Epicuro para eludir el determinismo y justificar la incertidumbre y el libre albedrío. Yo usaré el término como metáfora de la flecha del tiempo, imaginándola como la pendiente que asimétricamente inclina el presente hacia el futuro.

Parece que esta interpretación inclina al determinismo. Creo que es al revés. Mi clinamen es inexorable, pero su asimetría hace entrar en juego al de Epicuro, como indeterminación con varias posibilidades no escritas; todo el determinismo se dirige hacia el pasado, nunca hacia el futuro.

Recientemente una frase que resume el pensamiento de Antonio Gramsci contra las deformaciones deterministas del marxismo ("la acción de las masas, así como sus movimientos políticos e ideológicos, tienen una temporalidad propia que no necesariamente es la temporalidad de la crisis económica") me ha hecho volver sobre este tema.

Y ahora lo encuentro de nuevo en dos artículos recientes, en los que constato el ¿fatal? proceso capitalista acelerador del tiempo, y con él del retraso de los efectos respecto a la causas. Los dueños del gran capital lo saben, y por eso tienen tanta prisa en consolidar sus reformas antes de que provoquen respuestas: Blitzkrieg, la doctrina del shock...

El primer artículo, muy en mi línea de conceptos sintéticos, llama al capital "dominador del tiempo". En efecto, si el capital es trabajo acumulado, es tiempo de trabajo acumulado y apropiado, y por su propio interés contínuamente acelerado. Los estados han acumulado espacio, el capital, tiempo. Y finalmente parece realizarse la fagocitosis que con un sentido diferente imaginé en mi conferencia El espacio dentro del tiempo.

El segundo artículo insiste, como una evidencia ya inobjetable, en esa aceleración temporal que descoyunta la respuesta social, siempre retrasada respecto a las audaces medidas que toman y que causan efectos a la velocidad de la transmisión electrónica.

Alcanzar esa velocidad de transmisión electrónica en la difusión de ideas que se puedan transformar en actos es la necesidad más acuciante de nuestro tiempo acelerado.

Siguen dos párrafos de ambos artículos.




Informe presentado en la reunión del Club “Plaza Roja”
Andrei Fúrsov
Andreyfursov.ru

La globalización representa el proceso de producción e intercambio en el que, gracias al predominio de los factores de la información (es decir, “no materiales”) sobre los “materiales”, el capital, que se convierte en una señal electrónica, queda libre prácticamente de todas las limitaciones del nivel local y estatal – espaciales, materiales, sociales. Se trata, según Z. Bauman, de la victoria del tiempo sobre el espacio y, naturalmente, de aquellos que controlan el tiempo (capital) sobre aquellos que controlan el espacio (Estado). Globalización en primer lugar es la globalización de los capitales, lógicamente en forma financiera; es la creación del mercado global de los capitales financieros, libres del control por parte del estado. Como observó el mismo Z. Bauman, “todo lo que se mueve con la velocidad que se acerca a la velocidad de la señal electrónica, está prácticamente libre de las limitaciones, relacionadas con el territorio desde el cual fue enviado, del territorio a dónde fue enviado o el que atraviesa”. 

Tiempo, tecnología, capitalismo
El Ecologista, nº 76

El capitalismo es sobre todo una lucha contra el Tiempo; una lucha paradójica, pues en realidad, como veremos enseguida, nos disuelve para siempre en su flujo biológico. Si lo definimos, siguiendo a Marx, como un sistema en el que toda la riqueza aparece, y sólo puede aparecer, como mercancía y en el que la fuerza de trabajo opera como la mercancía más valiosa, fuente de valorización de todas las otras mercancías, el capitalismo establece una relación orgánica sin precedentes entre trabajo, cuerpo y tiempo. Como sabemos, la explotación del trabajo y la acumulación ampliada de beneficios exige la fertilización del “plusvalor relativo” o, lo que es lo mismo, una ininterrumpida aceleración del tiempo, lo que sólo puede lograrse mediante una “permanente revolución tecnológica” de la producción. Las máquinas, cristalización de trabajo y del saber social, son la condición y la demanda de nuevas máquinas y, por tanto, de una nueva aceleración temporal. Cabe discutir mucho sin duda sobre la interdependencia ontológica entre el capitalismo y las sucesivas “revoluciones industriales”, pero nadie puede poner en cuestión el papel de estas últimas como motor íntimo de la hybris capitalista. No es posible pensar la mercantilización general ni la explotación ilimitada del trabajo humano -con sus “regresos” legales, éticos y sociales- sin este “progreso” tecnológico desencadenado que ha ido penetrando, como un quiste, todos los aspectos de la vida individual y colectiva.

viernes, 17 de mayo de 2013

Abundancia. ¡Y un cuerno!


Si bien se mira, la economía del crecimiento se basa en una fe irracional en el porvenir, dando por segura la prolongación del ahora, al menos durante cierto tiempo. Lo que ha venido dando resultado puede seguir dándolo. Se puede sacar más de lo que se invierte, por un extraño mecanismo que trae la riqueza del futuro al presente. No durará eternamente, pero aguantará lo suficiente para vender más caro lo que se compró barato.

Especular es reflejar el pasado en el futuro, como en un espejo. La imagen es nebulosa, se desvanece progresivamente al alejarse en el tiempo, pero la sensación de continuidad es tranquilizadora.

Pero estos sistemas piramidales son insostenibles. Su base no se puede expandir indefinidamente, y paradójicamente es al chocar contra el suelo cuando cae todo el edificio. No existe el perpetuum mobile, salvo en la música.

El mundo es cerrado y limitado. La tierra parece plana sólo cuando se abarca una pequeña porción.

La especulación, sea con los tulipanes o los pisos o las acciones de Rumasa, se desmorona cuando se acerca a sus límites. Y además lo hace con gran estrépito. Hay un último día en que se constata que el mecanismo no va a dar más fruto. En ausencia de creyentes ya no se puede vender más la moto; y ¡cataplúm! se ha roto la cadena.

La peseta de San Martín era la versión ingenua. Llegaba dentro de una carta con un mensaje piadoso. Si tú enviabas una peseta al primero de la lista y diez copias a otras personas en poco tiempo te llovería la calderilla. Recuerdo copias y fotocopias repetidas que de vez en cuando caían en mi buzón con su correspondiente pesetita, además de una simpática mención amenazante, sobre lo que le pasó a un (in)cierto "general Ospitos" por no hacer caso al mensaje...

En el origen de los intercambios está el do ut des. El honrado comercio comienza con el don que espera respuesta. La mitología simbolizó este intercambio en las tres gracias (*), una de las cuales da, la otra recibe y la tercera devuelve el beneficio. Será de bien nacidos no quedarse cortos en la devolución. Como se ve, siempre está la fe, la confianza tanto en el prójimo como en el tiempo futuro. Con el tiempo, esta generosa actitud devendrá en inversión interesada.

Periódicamente surgen iniciativas piramidales. Parece que ahora se ha lanzado la que se denuncia en este enlace:

 
El crecimiento geométrico, que siempre deviene exponencial, lleva pronto a estos resultados:


Para concluir mi melancólica reflexión, he aquí un aviso para ingenuos maliciosos:



Que los hay, porque aún se sigue dando el timo de la estampita.
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(*) No me resisto a reproducir el siguiente texto de Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la Lengua Castellana (1611):
"Fingieron los poetas aver tres doncellas dichas Gracias [...] La razón que huvo para que fuessen tres, es porque la una hazte la gracia y da el don, la otra le recibe, y la tercera buelve la paga del beneficio recebido. Pintávanlas jóvenes donzellas, porque la memoria del beneficio recebido por ningún tiempo se ha de envejecer; riéndose, por el gozo, contento y alegría con que hemos de dar; y como las dos dellas estén bueltas de rostro para quien las mira, la otra está de espaldas, dándonos a reconocerla manifiestamente, y del beneficio y gracia que nosotros hiziéremos hemos de olvidarnos, por no dar en rostro con que el al que le recibe. Están desnudas, porque lo que se da ha de ser sin cobertura ni disfraz, pretendiendo interiormente en nuestro ánimo alguna recompensa; están todas tres travadas de las manos, dando a entender que el hazer gracias y recebirlas entre los amigos ha de ser con perpetuydad y con una travazón indisoluble, acudiendo siempre en las ocasiones a lo que obliga la amistad."